Sorpresa (18+) Privado

Las cosquillas en su nariz poco a poco lo fueron despertando, estas eran causadas por mariposas que lamían los dulces nectares de los restos de licor dulce que todavía quedaba en el rostro de Conner. Estornudó más fuerte de lo que acostumbraba y caminó hasta la orilla del lago.

-Rayos, que resaca -Se lamentó solo por un instante y volvió a sonreír recordando lo bien que la pasó anoche. Además había despertado sin compañía, no podía pedir más- Por cierto ¿donde estoy?

Al frente tenía un hermoso lago cristalino con mariposas ululando en las orillas y lamiendo la sal de las rocas. Bellas arboledas florideas creían y se adentraban en un profundo bosque donde tiernos animales jugueteaban por doquier.

-Témpanos, debí quedarme dormido en el manantial del unicornio -Echó la vista para atrás y se descubrió un torso de oso en lugar de piernas- En forma de centauro oso... Diablos a quien me #$%& anoche?

Sin recalcarselo más retomó su forma original, la que recordaba más a menudo. Buscó su pantalón y tras ponérselo se inyectó una sustancia oscura y burbujeante.

-Bien, con eso será suficiente, será mejor que me de un baño -Y sin esperar más, se lanzó al manantial en forma de un tritón.

Tomó un rato para que Conner saliera del agua, le gustaba la sensación de respirar en la profundidad del lago y dejarse llevar para que las burbujas del fondo que constantemente energían pudieran llevarlo a donde las ondas en el agua deseaban.

De no haber sentido una perturbación en la superficie, se hubiera quedado dormido. En cuando fue ascendiendo, se detuvo a escasos centimetros del exterior para ver como un licantropo de gran porte y cabello oscuro se aseaba en el cristalino lago.

Arqueando una ceja y viendo su oportunidad, Conner se desprendió de toda la ropa que llevaba encima, entrando más en su papel de tritón y completandolo con unas cuantas aletas extra que hicieran juego a su cola de delfín rosado.

Y sin más se quedó observando de manera coqueta, reposando bajo el agua de la orilla como cocodrilo frente a su presa hasta que el lobo se diera cuenta de su presencia para hacer su entrada.

Lentamente fue saliendo a la superficie, cambiando la piel en su espalda para imitar el tatuaje de sol que el lobo trataba de esconder.

-Quédate tranquilo hermano -Dijo en un tono pacifico y se giró para revelar su espalda- Como vez, estamos en el mismo barco -Mintió deseando saber cuando tardaría el mismo en confesar y reír o el otro en descubrirlo y enfadarse.

-Y como llegue aquí... -Suspendió su oración observando que en realidad se encontraban en una cueva- La verdad no lo sé, solo me dejé llevar, en verdad creíste que los arcanos de agua no conocen las grutas acuáticas? -Preguntó sonriendo de lado.

Conner todavía estaba en parte bajo el agua así que sacó su cola para responder a la pregunta de Wolfeimer.

-No lo sé, no soy un hipocampo y tampoco una ninfa ni un Selkie ¿que seré entonces? -Preguntó jugando con la situación y moviendo su cola de delfín a cada lado.

-Soy Conner -Dijo finalmente- Conner Marshall Victoria, inventor de Aqualia.

Decidió salir del agua, separando sus piernas y simulando una forma sellada.

-Conner esta bien, y he descubierto bastantes cosas para cambiar sabor a los alimentos, otros que te derretirían el rostro y otros que te producirían una sensación extraña si los tocas -Dijo acercándose a él y revisando su cuerpo de arriba hacia abajo con un gesto insinuante de brazos cruzados. Cabe destacar que en ese disfraz de forma sellada, Conner estaba completamente desnudo.

Ante el riesgo de que el licantropo abandonara la cueva, Conner lo acorralo colocando su brazo contra la pared y cerrandole las salidas.

-No me molestaría que te quedaras -Susurró en los oídos del licantropo y retirándose un poco, dejando ver la gran erección que se había formado en su entrepierna. Conner puso las manos en la cintura, esperando la reacción de Wolfeimer y listo para taponear la salida de la cueva con su cuerpo de ser necesario.

Su plan había funcionado, estaba saliendo tal y como lo había planeado desde el principio. Siempre era divertido ver que reacciones diversas tenían chicos como Wolfeimer y como Conner trataría con ellos.

-No, pero ¿tu quieres que yo me vaya? -Preguntó tomándolo suavemente de su barbilla, hablando casi en un tono de susurro por encima del eco de las gotas en la cueva y acercando poco a poco sus rostros.

Con su mano libre, acarició las manos que cubrían el miembro de Wolfeimer, acariciaba con sus manos, y con la punta de su miembro que le rozaba los dedos.