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Post by Jago Santori on Sept 21, 2017 4:22:36 GMT
Se acercaba el cumpleaños del hijo de Jago...
El vástago, completamente solo, había comenzado ya su muy personal costumbre anual: una peregrinación en solitario hasta el Templo del Invierno. No le parecía correcto honrar a su único descendiente en el cementerio, abriendo su corazón a una tumba vacía, ni tampoco deseada ir al Templo del Otoño, tan cercano a su hogar. Siempre se había sentido identificado con el pensar y el actuar de la gélida Corte del Invierno, y también su padre respetaba las creencias del soberano Asthur. El templo era, en cierto sentido, su segundo hogar. Allí rendiría sus respetos hacia su hijo muerto, el único auténtico traidor que supo cómo perdonar.
Grandes copos de nieve caían sobre la capa que lo protegía del frío y de la inexistente luz solar. Necesitaba llegar al templo antes de que saliera el sol... pero estaba cansado. Los años le pesaban cada vez más en el cuerpo; qué raro era sentirse tan humano de nuevo. Sabía que no era la vejez lo que lo atacaba, sino la falta de sangre. Dejó de mentirse a sí mismo y se detuvo un momento para poder admirar el cielo oscuro y el bosque blanco cuya nieve parecía refulgir con la luz de luna y las estrellas, y aprovechó de descansar.
"Solo serán unos minutos" pensó, tomando asiento sobre una gran raíz y respirando tranquilo por primera vez en horas. Llevaba consigo un pequeño bolso de cuero relleno en su gran mayoría con pequeños odres de sangre fresca, pero ya se había gastado la mitad. No había alcanzado a comer nada antes de partir desde Reapergate. Había sido un pequeño, estúpido error de su parte, pero había sabido controlarse y medir bien la cantidad de sangre que andaba trayendo en el bolso. Dentro iban también un par de objetos que no tenían mayor importancia y una caja que sí era muy importante para él. No estaba preocupado de que lo asaltaran; los crímenes no eran muy comunes en aquellas tierras heladas. Su única preocupación era llegar a tiempo.
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Lumina
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Post by Lumina on Sept 21, 2017 6:14:41 GMT
Abrió la boca para soltar un suspiro, viendo como su aliento escapaba de forma física de su cuerpo, una suave nube, vapor, trago saliva, realmente se regañaba por no prepararse mejor para aquel viaje pero ya las cosas estaban hechas, la mujer de suaves cabellos blancos acomodo su siempre confiable mochila, provisiones de más si habían sido una buena idea, quizás lo hubiera sido conseguir un mapa más decente que solo lanzarse a la aventura guiada por rumores y susurros de los moradores, definitivamente no había sido un buen plan, sentía sus manos en extremo frías, volvió a meterlas en los bolsillos, otra noche sin dormir, al menos así apresuraría el paso, la noche era demasiado oscura y apenas veía por donde caminaba, daba pasos lentos por lo mismo, no quería caerse a algún lugar y verse obligada a sacar sus alas, nunca fueron muy resistentes al frio y en su estado actual… No, sacar sus alas definitivamente no era una opción
Se recargo en un árbol unos momentos, las blancas ropas que llevaba se cubrían de nieve, si no fuera por la mochila en realidad sí que pasaría como un elemento más del paisaje “Nadie nunca me encontraría así” fue un pensamiento fugas, movió la cabeza con cierta brusquedad, últimamente aquellos susurros en su mente hablaban demasiado, rebusco entre las cosas y saco un cacho de pan, quitándose la bufanda que llevaba para darle una mordida, no sentía hambre realmente pero debía alimentarse, al menos si no iba a dormir no debía descuidar los otros factores vitales para su salud, se sentía deprimida mas no podía dejar de ser consiente por su salud… Quizás por eso mismo había decidido ir al templo del invierno en primer lugar. Los rumores sobre su soberano eran bastantes y según se le había expresado, ellos en cierta forma creía, comprenderían su dolor o al menos, podrían darle quizás alguna solución a su pesar
Sintió un sonido detrás del árbol, era un árbol bastante ancho por lo que no podía ver hacia el otro lado con facilidad, se levantó en sigilo, quizás era algún animal hambriento u otro viajero, de ser así quizás le podría dar mejores indicaciones, se inclinó suavemente para asomarse, veía el movimiento de una capa, había alguien allí efectivamente ¿Ahora qué? ¿Sería bueno solo hablar? Suspiro, temblando ligeramente, bien, era eso o morir congelada en un lugar desconocido “quizás sería lo mejor” se levantó ahora de forma correcta, tomando con una mano su mochila y por fin asomándose, realmente había demasiada oscuridad para sus ya desacostumbrados ojos – hola… No te asustes por favor, estoy algo perdida…- Bien, era mejor ser sincera primero, y si debía escapar bien podría hacerlo, se podía camuflar entre la nieve con esa capa y su cabello
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Post by Jago Santori on Sept 21, 2017 21:18:53 GMT
- No estoy asustado, Lumina -respondió calmado el vástago, volteándose para poder ver con claridad el rostro de la mujer de cabellos y ropajes blancos. Había escuchado los pasos acercándose, pero no les había prestado mayor importancia hasta que escuchó la voz de su amiga. Cada uno de sus encuentros había sido así, fortuitos, pero este era, por lejos, el más curioso. ¿Qué aventura la había traído hasta el Bosque Nevado? siempre que la veía, ya fuera en medio del cementerio o en una gran fiesta, algo ocurría. Se preguntó a sí mismo qué ocurriría aquella noche tan helada-. Ven -dijo moviéndose a un lado, dejándole un espacio para que pudiera sentarse a su lado. Mientras más cerca estuvieran, mejor. Así evitarían congelarse. Solo necesitaba beber un poco de sangre para volver a estar tibio y poder recuperar parte de su calor corporal.
Ah, pero su esfuerzo fue inútil. La sangre estaba tan fría que lo hizo remecerse y ya tenía un sabor a oxido demasiado fuerte como para no sentirlo, pero, tal como dice el dicho, con hambre no hay pan duro. Recuperó gran parte de sus fuerzas y se aguantó el asco, de forma que ni una sola mueca de desagrado contaminara su rostro impasible. Sus ojos, sin embargo, delataban la curiosidad y la alegría que le provocaba la presencia de Lumina. - ¿Qué te trae hasta el Bosque Nevado? ¿Vienes a dibujar el paisaje ártico?
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Lumina
La Resistencia
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Post by Lumina on Sept 21, 2017 23:40:37 GMT
El rostro de la mujer evidencio la sorpresa que sentía de volver a encontrarse con el Santori, le causaba una enorme curiosidad el por qué siempre se encontraban por casualidades, encuentros extraños sinceramente, trago saliva, realmente estaba demasiado cansada como para preguntarse ese tipo de cosas y cuando la voz grave de Jago la llamo a su lado se movió de forma automática, arrastrando los pies hasta dejarse caer en la misma raíz, más apegada al tronco, seguía sin ver bien, pero ahora comenzaba a pensar que era por el agotamiento, froto sus ojos buscando aclarar un poco su vista, pero nada, seguía igual, suspiro, quitándose la capucha que cubría su rostro y cabello y entonces la palidez poco natural de la mujer se hizo presente, junto con aquellas marcas negras bajo sus ojos, había intentado ocultarlas pero nada, ya eran demasiados días sin poder dormir correctamente, de aquí a las ultimas semanas habían pasado demasiadas cosas que habían desatado todos los demonios internos de la mujer. Giro suavemente su cabeza, recargando su cuerpo en el tronco del árbol para estar más cómoda, miro como el vampiro bebió sangre de aquel pequeño contenedor, remeciéndose, no debía saber bien a esas alturas, una media sonrisa se asomó con lentitud en los labios femeninos que detallaban lo poco que lograban ver de Jago ¿Hace cuánto no se veían? ¿Dos semanas? ¿Tres quizás? En algún punto luego de aquella noche había olvidado contar los días, solo dejaba que el tiempo pasara, ni siquiera podía calcularlo con las raciones pues el apetito poco a poco había desaparecido y lo que antes era para un día, podía durar dos o tres incluso
Escucho atenta su nueva oración, una conversación con el hombre quizás no le haría mal, después de cómo habían terminado las cosas hablarle era lo mínimo que podía ser, quería… quería…- No…- la voz salió algo apagada, lenta, arrastrando ligeramente la última letras –No esta vez no…vengo a dibujar… voy camino al templo del invierno… ¿Lo conoces? – pregunto, buscando los hermosos ojos azules del vampiro pero nada, volvió a frotar sus ojos, sentía las manos congeladas a esa altura, no podría haber dibujado así ni aunque quisiera, se encogió un poco en el lugar cuando un escalofrió le recorrió la espalda -¿No…sientes frio? – quería habla de otra cosa, quería explicarle lo que había sucedido, pero una parte de si le ordenaba guardar silencio, no confesar aquella herida, aquella que en esos momentos sangraba enormemente de su pecho, una invisible, su alma rota, pero Jago siempre se había mostrado como alguien comprensivo con ella, amable, caballeroso y respetuosos sobre todo, si confesaba aquello que le atormentaba ¿Lo entendería? ¿Podría darle algún consejo? O… ¿la miraría con asco? Sintió su corazón comprimirse ante ese pensamiento, no deseaba eso, por anda del mundo, suspiro, bajando la mirada, dudativa
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Post by Jago Santori on Sept 22, 2017 1:04:00 GMT
Jago asintió con la cabeza al escucharla mencionar al Templo del Invierno. - Voy hacia allá. Mi padre y yo pertenecemos a la Corte del Invierno desde hace décadas. Solo mi hermano prefirió la Corte del Otoño.
Claro que Lumina no iba a llegar con vida si seguía dejándose herir por el frío, o al menos esa impresión le dio a Jago. Parecía un copo de nieve con forma de mujer, una figura triste y temblorosa perdida entre el blanco follaje. Cuánto detestó a su propia naturaleza en ese instante, por impedirle comer y beber como lo hacían casi todos los mortales. Si tan solo hubiera tenido algo caliente o una comida contundente para darle a Lumina... prefería asegurarse de que fuera a estar bien antes de seguir charlando. Al menos ahora podrían continuar la travesía juntos.
Rebuscó en el viejo (pero todavía costoso) bolso de viaje. Estaba bastante seguro de que tenía algo que podría ayudar, aunque sea un poco, y no le molestó en lo más mínimo tener que desordenar un poco su equipaje con tal de sacarlo. Después de forcejear un minuto con los pequeños odres, los recuerdos, las encomiendas y todo lo que llevaba en su equipaje, sacó un chaquetón limpio y grueso. Planeaba cambiarse cuando llegara al Templo, pero un poco de nieve no lo ensuciaría en exceso. Lo extendió sobre las piernas de la arconte, como si fuera una frazada, y también cubrió sus hombros con su propia capa. Juntos, parecían un gran bulto. - Siento frío todo el tiempo -confesó-. Es normal teniendo en cuenta que nunca veo el sol -"y que tampoco estoy vivo", agregó para sus adentros-, pero de todas formas mi cuerpo se debilita con las bajas temperaturas. ¿Por qué elegiste viajar de noche?
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Lumina
La Resistencia
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Post by Lumina on Sept 22, 2017 3:18:06 GMT
Lumina se sintió mejor al saber que el vástago conocía el camino, al menos no se perdería más, se acomodó otro poco cuando sintió un peso en sus piernas, abriendo los ojos de forma perezosa para ver con sorpresa aquella chaqueta gruesa y pesada en sus piernas, el agradable calor le hizo sonreír, Jago siempre era así de atento con ella, Lumina se acercó un poco más a él, buscando otro poco de calor, suspirando, rebuscando en su mochila el cacho de pan que estaba comiendo, no sentía hambre pero, debía hacerlo de todas formas, volteo a ver a Jago, escuchando su respuesta a la pregunta anterior, sintió ligera lastima por el arcano, con lo bien que se sentía la luz del sol en el rostro al amanecer….cuando te sentías bien y por supuesto tenías animo de un nuevo día, Lumina suspiro, encontrando por fin el trozo de pan y aunque tuvo la intención de llevárselo a la boca solo jugo con él en sus manos, escuchando a Jago y su pregunta, soltó una ligera risa nerviosa, le sorprendía que el pensara que fue a propósito, bajo su mirada para ver sus uñas como si fuese lo más interesante del mundo –bueno… no fue a propósito si eso es lo que piensas…yo… me interne aquí sin un mapa pensando que sería fácil cruzar y…he he…me…emm…desvié un poco – miro con una sonrisa nerviosa al vampiro junto a ella, esperaba un regaño colosal por aquella estúpida decisión
Guardo silencio unos momentos, tragando saliva lentamente, respirando profundo antes de hablar, realmente deseaba expresar aquellos sentimientos, necesitaba decirlo, aun si no contaba nada, aun si no podía simplemente relatar ese pecado, apretó los labios mirando a Jago de forma significativa, abría la boca y volvía a bajar la mirada, apretando ese trozo de pan repetidas veces, esto sucedió tres veces seguidas, simplemente nada salía de su boca ¿Cómo disculparse? ¿Y si al recordarlo lo ofendía mas? Enterraba en aquella masa cocina las uñas, cortas, descuidadas, tenía el pésimo habito de morderlas cuando sentía esa presión en su cuerpo, el malestar en el estómago –Jago… oye…- la voz le temblaba, carraspeo, intentando controlarse, solo iba a disculparse por su comportamiento la última vez que se vieron, solo era eso, y aun así sentía como su cuerpo se tensaba y sus ojos se sentían húmedos, tocio ligeramente, acomodando la bufanda sobre su rostro –Lo… Lo siento mucho…- murmuro aquello con voz algo quebrada, con miedo, encogiéndose junto a él, el pan comenzaba a molerse entre las inquietas manos femeninas, el corazón de Lumina latía con velocidad, violencia – Mi…Mi comportamiento… la última vez… Yo…yo no quería que…- se estaba forzando a hablar y la voz se escuchaba distorsionada, una mezcla entre un posible llanto y el esfuerzo –No quería que… te sintieras…o…fen…dido…- la voz se apagaba lentamente, el nudo en la garganta femenina era ya demasiado, la mujer se encogió mas, recogiendo las piernas incluso, que temblaban, se alegraba de que hiciera tanto frio y aquellos signos se relacionaran más con el clima y su condición física que con aquel terror que la invadía, pero lo estaba logrando, estaba hablando, o al menos había podido dar una disculpa, patética, vaga, pero disculpa
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Post by Jago Santori on Oct 3, 2017 4:46:48 GMT
"Tienes un don natural para desviarte" pensó Jago, mas por cortesía prefirió guardar su idea para sí mismo. Había comenzado a preguntarse ya si Lumina sería un ángel de buena o mala fortuna. Siempre se perdía y se encontraban en las situaciones más curiosas, pero, a la vez, el destino hacía que lograran sobrevivir a los líos en los que la mujer había metido al vampiro. Al menos se reía de sus desventuras en lugar de sufrirlas. Era refrescante, muy irresponsable, pero refrescante. No cambiaba el hecho de que su preocupación se mezcló con molestia y frunció el ceño, dejando que su instinto paternal saliera a flote. No estaba bien salir sin un buen mapa y suficientes provisiones. ¿Pero cuál era el punto en regañar a una adulta que ya no cambiaría sus costumbres? Sería más sencillo convencer a su padre de que dejara sus ambiciones con Reapergate. Un "hmm" escapó de sus labios, pero solo dejó que el silencio pesado asfixiara el ambiente. Incluso así resultaba evidente lo que creía Jago de la actitud de Lumina, como si las hojas estuvieran susurrando las palabras que él no pronunció, y le dio la impresión de que aquella frialdad extra no haría más que terminar por condenarlos a los dos a convertirse en estatuas de hielo.
Se quedó mirando a la arconte fijamente. Necesitaba hacer un esfuerzo extra para poder distinguir bien las facciones de Lumina bajo la luz de la luna, que apenas conseguía colarse por entremedio de las ramas de los árboles cubiertos de nieve. Al menos podía escucharla mascar el pan, su mandíbula funcionaba lenta, desganada... pesada... algo no estaba bien. Lumina estaba masacrando el pan inconscientemente y el ser de oscuridad notó que parecía querer alejar la vista de él. ¿La había puesto incómoda?
Justo cuando iba a hablar para romper el maldito silencio, la voz de su amiga interrumpió sus intenciones. - ¿Lumina? -respondió suavemente al oírla mencionar su nombre, atento a lo que fuera a decir. Atento a su voz quebrada. Atento a sus movimientos nerviosos. Atento a la oscuridad inquieta que iba apoderándose de su cuerpo, viendo cómo iba consumiendo su espíritu, cómo el pan quedaba reducido a migajas irrecuperables. Atento al frío, al frío mortal y al frío extraño de las palabras de su querida amiga. Con cariño, acomodó la chaqueta que Lumina estaba utilizando de frazada, teniendo cuidado de no tocarla como había hecho la última vez. Le sonrió. - Lum...-. No, lo qe iba a decir no era lo que quería expresar. Abrió la boca para hablar, pero nada salió de su garganta... carraspeó y volvió a intentarlo una última vez. - Perdóname a mí. Estaba demasiado... -Otra vez perdió el hilo. Era complicado hablar de Alex, nunca más la había vuelto a ver-... lo que quiero decir, es que no somos culpables. Lamento mucho haberte puesto incómoda esa noche, haber desaparecido tan rápido y no haberte prestado la atención que te mereces.
Se sentía extraño estar tan cerca, con los cuerpos prácticamente pegados, y aún así sentir miedo de tocarla y hacer que volviera a disculparse por faltas que, en opinión del joven Santori, no había cometido. - No me debes nada, puedes estar tranquila -sentenció.
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Lumina
La Resistencia
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Post by Lumina on Oct 3, 2017 5:22:29 GMT
Balbuceos, frases difíciles de dar, el vampiro junto a ella se esforzaba por dar una respuesta, el pan en sus manos finalmente se deshizo por completo, quedando como pequeñas migajas mezcladas con la fría nieve, gruesa, poco transitada, sintió como las manos del hombre habían acomodado esa prenda de telas costosas, suaves, cómodas sobre su regazo, se sentía tan extraño aquella suave y cálida sensación sobre su cuerpo, una pequeña lagrima rodo por las heladas mejillas de la mujer, que casi con violencia levanto el brazo para quitarse aquel rastro de dolor, ardía, su piel ardía no solo por la fuerza bruta que había empleado, el frio comenzaba a hacer estragos en ella, llevaba demasiado tiempo desabrigada, demasiado tiempo vagando “ ¿Cuánto más voy a seguir así? ¿Cuánto más voy a dejar que ellos marquen el resto de mi vida? “pensó con rabia, frunciendo el ceño, había decidido seguir por todos, había decidido viajar por Rhonan, había decidido vivir…pero seguía ahogándose, seguía allí estancada, no se movía ¿Dónde había ido aquella aguerrida mujer? “Madre” esa palabra había dolido, le había roto el alma, había desatado a todos aquellos seres oscuros, voces de ultratumba que rodeaban en su mente, que buscaban distorsionar todo, incluso en ese momento, la cercanía del vampiro que no era más que un inocente acto podía verse amenazada por esas voces, no, no quería que aquello siguiera, pero era débil, se había vuelto débil, reflexionaba en aquel sepulcral silencio la última frase dicha por él, trago saliva, quería explicarle, aun si ser vista como alguien sucia, impura fuera muy probable, sus manos temblaban, bajo la mirada de nuevo “Solo dilo ¡Maldita sea! “
Lenta y de forma temblorosa, la mano de la arconte busco entre la poca luz la de Jago, rozándola con lentitud, quería hacerle saber de alguna forma que no había problema ¿Pero ¿cómo? –Yo…- la voz moría nuevamente, mas lagrimas amenazaban con salir, se mordió los labios con demasiada fuerza, su cuerpo temblaba, esta vez de la rabia que sentía consigo misma, con aquel miedo al rechazo, con el asco, estaba tan cansada y por más que quisiera…por más que quisiera “puedes estar tranquila” Esa frase, ese tono amable que le fue brindado lograron crear por momentos “Lumina, ya no puedes seguir así” se regañaba una y otra vez. Fue un impulso, ese pequeño dado por aquella frase, el cuerpo de la mujer se movió con rapidez para con sus brazos rodear el cuerpo de Jago, un abrazo, tembloroso, frágil, más para demostrarse a sí misma que todo estaría bien. Sentía débil su cuerpo, sentía esas nauseas, sentía la horrible sensación de echarse a correr y aun así se quedó allí, apretando más sus labios hasta el punto de herirlos, enterrándose las uñas en la piel ya marcada de sus muñecas, se estaba obligando –Lo siento… Lo siento tanto… Yo…Soy yo el problema… hay… hay algo que me gustaría poder hablar y no puedo… hay algo que me ahorca y no puedo respirar… por favor…discúlpame… por haber reaccionado así…- Hablo demasiado bajo, demasiado rápido, atropellándose a sí misma, y una vez las palabras terminaron de salir se alejó de golpe, intentando levantarse, más el cansancio y el poco comer le jugaron en contra y su cuerpo perdió el equilibrio, cayendo de forma ridícula hacia atrás, con las piernas enganchadas en la enorme raíz y la chaqueta ahora caía de forma suave sobre su abdomen, cubriendo parte de su rostro, no había sentido dolor, ni risa, y aun así, una muy ligera salía de los labios de la mujer –Soy un mal chiste…- murmuro, quedándose allí y estirando los brazos sobre la nieve
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Post by Jago Santori on Oct 5, 2017 0:29:47 GMT
Cuando las lágrimas afloraron de los ojos blancos de la arconte, Jago hizo el amague de buscar su mano para poder aferrarla y darle a entender sin palabras que estaba allí para ella, que era su amigo y que era alguien en quien podía confiar, pero le hizo falta valor. Estaba en shock por verla tan frágil. Cuando sintió que Lumina acercaba su mano delicada a la enguantada del vástago, este no dudo en apretarla, no lo suficiente como para hacerla doler, sino que apenas aplicando un poco de fuerza. Estaba fría. Trató de cubrir la pequeña mano femenina lo más posible para ver si podía protegerla del clima inclemente.
El abrazo fue una sorpresa. Los ojos azulosos del vampiro se abrieron redondos como platos y su boca se abrió, como si estuviera dejando escapar palabras silenciosas, pero no era el momento para decir nada. ¿Qué hacer sino abrazar el cuerpo desesperado de su querida amiga? ¿Poder dejar que fueran sus acciones las que hablaran por él? Sus brazos la rodearon y la atrajeron hacia sí con firmeza y con cuidado, y apoyó su cabeza contra la de la mujer peliblanca. Estaban tan juntos, tan ocultos bajo la mezcla de capas y frazadas improvisadas que los tapaban, que el pelirrojo se sintió como en familia. Le frustraba tanto no saber qué decir, pero querer escucharlo todo. - Está bien -susurró a su compañera-. No tienes que hablar, está bien. Estoy aquí, estás bien.
Quiso dejar ir a Lumina, pero había la leve calidez que emanaba de su cuerpo lo había atraído como el azúcar a las moscas. Apretó los dientes, fastidiado por su estómago vacío reclamándole por tener un cuello suave a centímetros suyo y no aprovechar la ocasión. Sus puños trataron de aferrarse inconscientemente del aire luego de que la mujer se hubiera puesto en pie, pero al menos ya no tendría que lidiar con esa sensación ahogante que le provocó el abrazo. Estaba bien, podía mantenerse en orden, solo necesitaba tranquilizarse...
Se obligó a sonreír sin enseñar los colmillos al verla caer torpemente, pero sentía cómo los dientes crecían, buscando escapar y enterrarse en algo. Cerró la boca con fuerza y se puso de pie pesadamente, todavía algo calmado. Se agachó para ofrecerle una mano amiga que la ayudara a levantarse y también para quitarle la chaqueta que le había caído encima, pero sus movimientos se sentían extraños, casi como si todo fuera un sueño mortal causado por la helada noche. Era el mareo provocado por el hambre, mas aquello no era normal, había algo más que lo molestaba. De la nada sintió que necesitaba beber.
Descubrió el rostro de la mujer. Solo pudo prestar atención al hilillo de sangre que escapaba de sus labios bellos y heridos. Joder.
Se levantó abruptamente, dejándola tirada en la nieve. Se sentía mareado y tenía un agujero infinito en el estómago. Pensó en sacar otra botella de sangre helada, pero la mera idea le dio arcadas. Tuvo que apoyarse contra un árbol y repetirse mentalmente una y otra vez que estaría bien, que el acceso de hambre ya pasaría, pero sentía una pena y una vergüenza profundas por no poder pensar en otra cosa que no fuera comer, comer, comer. Lumina había dejado de ser Lumina y se había convertido en una bolsa de carne y sangre. Quería ayudarla, pero sentía que enloquecería si volvía a tocarla. Aunque no habían sido las intenciones de su amiga, lo había sumido en un juego moral increíblemene cruel. Qué horrible sensación era la de ser un monstruo.
- Discúlpame -le dijo de espaldas mientras que luchaba por volver a recuperar el control. Algo en su voz sonó fuera de lugar, pero no supo identificar qué. No quería pensar-. No me siento bien.
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Lumina
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Post by Lumina on Oct 5, 2017 1:14:57 GMT
Lumina dejo salir un suave suspiro de sus labios cuando sintió como la pesada chaqueta era retirada de su cuerpo, pudo ver sin problemas su aliento, se sentía… mucho más tranquila ahora y a pesar de que su corazón no dejara de latir como si intentase escapar, su cuerpo se sentía ligera, en una extraña y momentánea paz, dejo caer sus brazos junto a su cuerpo, sonriendo mientras buscaba el rostro de Jago en la oscuridad que poco a poco disminuía, un pequeño momento de luz en aquella oscura noche no le vendría mal, más cuando por fin su vista pudo apreciar el rostro ajeno esa sonrisa se borró, viendo en conjunto como aquella mano amiga se retiraba, Jago se movía extraño, lo vio tambalear hasta el árbol, parecía agitado, confundido, preocupado ¿Por qué? ¿Es que acaso lo había incomodado? ¿Es que acaso le había molestado? Pero él había correspondido su gesto, él había susurrado en su oído aquellas palabras que funcionaban como un calmante para su desesperada alma ¿Entonces por qué se veía así? Apretó los labios preocupada, sentándose en la nieve, retrocediendo para poder levantarse cuando fue consiente de algo extraño en su boca, se relamió con lentitud los labios, ese sabor tan característico “Sangre” ¿En qué momento? ¿Cómo no lo había sentido? ¿Quizás había sido eso? “No puede ser, yo lo vi comer” descarto de inmediato la idea ¿y si era la luz?
Se levantó finalmente, tomando con delicadeza aquel enorme abrigo y acomodándolo entre sus brazos, su preocupación aumento al verlo moverse, conocía aquello, arcadas ¿Se había enfermado? ¿y si la sangre estaba envenenada? Una enorme angustia creció de forma desbordante en su pecho, aprisionándola, la presión era tanta que sentía que le había faltado el aire por momentos, no, no quería verlo morir, no lo permitiría, debía comprobarlo, dio un par de pasos determinada, dejando el abrigo doblado perfectamente en la gruesa rama y con cuidado de no volver a caer camino por la nieve, tastabillando un par de veces por su propio mareo, finalmente estaba junto a Jago, pero un escalofrió en su espalda le advertía, algo estaba pasando, sus propias paranoias la hicieron tragar saliva, mascando su labio, una mala costumbre que en ese momento no provocaba otra cosa que presionar la herida, otra gota de sangre era retirada con la lengua de la mujer. Por fin se atrevió a tocarlo, apoyando su mano en el hombro masculino, y aunque tuvieran apenas unos centímetros de diferencia sentía como si Jago fuese mucho más grande de lo que recordaba, culpa también del mismo desnivel provocado por la desigualdad de las raíces y la tierra en la que estaban parados, tuvo que estirarse un poco para con su mano libre tomar la helada mejilla del no muerto, intentando voltearle el rostro para corroborar su teoría - ¿Qué sucede? ¿Qué te duele? Tengo unas medicinas, si es veneno creo que podría darte algo ahora- hablo con aquel tono de voz evidente, acariciando por breves momentos la mejilla del Santori, buscando darle un poco de calor, incluso ella que apenas sentía los dedos por el frio podía sentir la anormalmente baja temperatura del vampiro, sabía que era normal que ellos tuvieran la temperatura así, pero… No, había algo que no estaba bien, para nada bien "De seguro es veneno" Estaba convencida
Soltó lentamente el hombro del vampiro y alejo con lentitud su mano, rebuscando entre su memoria por breves instantes lo que debía hacer ¿Funcionaria aquella medicina en alguien no muerto? Frunció los labios, debía arriesgarse, miro el piso, la luz comenzaba a irse y con ella, el campo de visión de Lumina empeoraba, aunque no tanto como en un inicio - Espera por favor... yo haré que te sientas mejor, lo prometo - sonrió de forma suave, buscando calmar al vampiro, darle confianza en ella, lo haría, aun si sus alas se congelaran, seria capaz de volar por todo ese bosque hasta el templo con tal de salvar la vida de su preciado amigo, de quien acababa de darle una zona de paz, una caricia inocente, un gesto amable a pesar de haber hecho algo malo
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Post by Jago Santori on Oct 8, 2017 22:14:47 GMT
Jago tomó entre sus manos la de Lumina, tan cálida y pequeña comparada con las suyas, y obedeció cuando sintió que sus dedos blancos empujaban la mejilla del vástago, haciéndole doblar el cuello y mirar fijamente a su amiga. Los colmillos le habían crecido y sus pupilas estaban dilatadas, pero era un vampiro viejo y no iba a dejar arrastrarse por un impulso tan fácilmente. - No es veneno -sentenció en voz baja, aunque, por cómo reaccionó Lumina, parecía que no le había creído. Él tampoco se lo hubiera creído si no supiera lo que estaba pasando con su cuerpo ahora mismo, pues ya no era simplemente el hambre lo que lo molestaba, sino que era su instinto susurrándole "muérdela". Dios, ¿cuándo había sido la última vez que había salido a cazar él solo? Normalmente prefería la sangre ya servida. Sus manos tomaron ahora la que Lumina mantenía apoyada en su rostro pálido, más muerto de lo normal. Estrechó con fuerza esa mano cariñosa, aferrándose de ella. No solo la deseaba, también la necesitaba, poder tocarla le recordaba que estaba hablando con una mujer y no con una bestia que no fuera capaz de entender lo que ocurre alrededor suyo. Lumina no era un animal, no era una presa.
- Estoy bien, solo es... solo es un leve mareo. Yo... -tuvo que hacer una pausa para no perder el hilo, distraído por el pulso que sintió al tomarle la muñeca-... no es nada, solo... no he comido bien y tú... -con el dedo, dibujó un círculo sobre sus propios labios, para señalarle a Lumina que había sido la sangre lo que lo había alterado. La sangre que él llevaba consigo ya no estaba fresca; era espesa y fría, casi asquerosa. Sabía que había maneras de mantener la sangre sabrosa y como recién obtenida, eran conocimientos de alquimia (o coctelería, dependiendo de a quién le preguntes) básica, pero él no tenía ni las competencias ni los insumos requeridos para hacerlo, ni mucho menos podía viajar en el tiempo para advertirse a sí mismo que llevara sangre procesada porque iba a tener que desviarse y terminaría queriendo beber de su mejor y única amiga. Cerró los ojos y apretó más su mano. - Estaré bien -dijo, mas no supo si se lo dijo a la arconte, al viento o a sí mismo.
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Lumina
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Post by Lumina on Oct 9, 2017 3:48:08 GMT
Con la poca luz que aún quedaba en el ambiente pudo distinguir los ojos de su compañero, mientras este en caricias suaves tomaba con la mayor delicadeza posible su mano, se sorprendía de lo fría que estaban, y de los grandes que eran a comparación de las suyas, era extraño incluso pues median casi lo mismo, un par de centímetros de diferencia nada más y aun así… las manos de Jago eran grandes y protectoras, no sintió incomodidad alguna ante ese toque y se alegraba de eso, dejándolo de lado ese pensamiento por uno mucho más importante para ella, su rostro, sus ojos, aquellos hermosos ojos azules tenían ahora una diferencia notable, los de un cazador, los de un hombre hambriento que lucha contra sí mismo, y el resaltante brillo de los enormes colmillos lo ponía en evidencia incluso antes de que el vástago se lo aclarara, notablemente contrariado, confundido, negándose a esa naturaleza tan suya, la mujer relamió sus labios cuando el hombre los señalo con los propios, aquellas pequeñas pero evidentes gotas de sangre seguían allí, y aunque las relamiera seguirían saliendo en cuanto no dejara de apretarlos. Su seño se frunció suavemente, estaba apenada y la culpa, aquella que conocía tan bien comenzaba a hacer estragos en su mente “Esto es mi culpa… ¿Qué tan cruel es poner comida delante de alguien hambriento?” se cuestionó mirando fijamente los ojos azules, ahora, con un propio dilema que pasaba a ser un huracán en su mente
Descubrió lo mal mentiroso que era Jago cuando aquellas vanas palabras salieron de su boca, buscando convencer a alguien no señalado, quizás a sí mismo, aunque era obvio que no le había resultado, Lumina bajo la mirada, aun manteniendo su mano contra la fría mejilla del vampiro, esa caricia no se quitaría, jamás le negaría el apoyo a alguien, incluso si le había hecho daño, no podía, su misma naturaleza y sus valores se lo impedían, seguía queriendo creer que existía algo bueno en todos los seres, algo tierno, algo inocente y puro que debía ser protegido, no podía evitar la oscuridad, pero podías mantenerla a raya, rendirte ante el dolor jamás sería una salida “O al menos eso eh intentado”. Conocía perfectamente los rumores sobre las mordidas, sabia más de algún dato vital sobre aquellas criaturas de la oscuridad, si Jago tenía hambre esa hambre no pararía fácilmente, pero… Apretó con fuerza la chaqueta que vestía, aun mirando al suelo, intentando distinguir los zapatos ajenos que se cubrían con la nieve “Tengo mucho miedo… pero es mi culpa… soy yo quien lo ha puesto en este estado... soy una descuidada” se regañaba, diablos… Quería ayudar, pero… si realmente la mordida provocaba eso en ella… si realmente llegaba a sentir placer de aquello… “Soy un asco” Lentamente movió su mano, soltando la ajena para acercarla a los labios del vampiro, rosando con la suave palma de su mano los sobresalientes colmillos, esperando de esa forma silenciosa poder dar a entender cuál era su decisión, siempre había sido alguien responsable… alguien responsable a quien le temblaban las piernas como gelatina y tenía incluso miedo de parpadear, esperando expectante que aquellos dientes se encajaran en su piel, casi rogando sentir dolor de eso
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Post by Jago Santori on Oct 11, 2017 3:45:14 GMT
Jago agradeció el apoyo que Lumina le daba, aunque tenerla cerca era como la peor de las maldiciones. Su mano lo llamaba, prácticamente le rogaba que se apoderase de ella. Estaba tan cerca, tan cerca... no quería mirar a Lumina directamente, pero al final tuvo que hacerlo y pudo notar la condescendencia en sus ojos claros, no sometidos, pero sí preocupados. Se le estaba ofreciendo, quizás sin entender que esto era incluso mejor que una cena servida en bandeja de oro. Jago dudó, pero al final se dejó guiar por su instinto y levantó un poco las mangas del abrigo que la arconte llevaba bajo su capa, deseando alimentarse allí donde la sangre bullía más apasionadamente y donde la piel era más delgada.
- ¿Puedo...? -pero la pregunta se convirtió en un suspiro hambriento y sus colmillos se enterraron en la muñeca de Lumina antes de escuchar la respuesta materializada. Tomó con ambas manos el brazo y la mano de la mujer, afirmando con fuerza su carne blanda y tibia, saboreando gozoso su dulce sangre. Podía sentir la esencia de vida que Lumina traía en sus venas, luminosa como solo la de un arconte puro podía serla, y se embriagó de su aroma, de su sabor, de todo lo que significaba robarle un poco de esa vida y convertirla en suya propia. Era energía que viajaba y se transformaba, que los unía sin compromiso aparente mas no dejaba de establecer un vínculo entre ambos. aunque sus pensamientos estaban borrosos, opacados por el placer que le provocaba alimentarse, una conclusión inconsciente fue realizada por el vástago: podía confiar en Lumina. Succionó con más fuerza. "Detente", se dijo a sí mismo al notar que se comenzaba a alimentarse ya por gula y no por verdadera hambre. Bajó el ritmo y lentamente separó su boca de la piel blanca de su amiga, marcada para siempre con su mordida. La herida sangró, demostrando que no había sido tan cuidadoso como le hubiera gustado. Jago recogió con la punta de la legua las gotas rojizas que se escapaban de la llaga que le había dejado hasta que quedó completamente limpia. Solo entonces dejó de sostener su brazo.
Su piel dejó de lucir grisácea, sus ojeras desaparecieron, su cuerpo comenzó a generar calor y hasta su cabello y sus ojos habían agarrado el brillo falso de la vida que la sangre de Lumina había imbuido en el vástago. Se sentía muchísimo mejor.
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Lumina
La Resistencia
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Post by Lumina on Oct 12, 2017 4:09:53 GMT
Pronto sintió el aliento del vástago sobre su piel, cerró los ojos nerviosa, temblando levemente, el roce de los colmillos fue lo siguiente y finalmente el dolor, la primera herida fue abierta, su brazo fue sujetado al igual que su mano para inmovilizarla, sintió miedo por unos segundos, el dolor se incrementó cuando vio como los colmillos del vampiro se enterraban en su piel, atravesándola por completo y luego… nada, no había dolor, los rumores eran falsos y eso era como otra anestesia para ella, la calma llego a su cuerpo de golpe, dejo de sentir sus piernas temblar y la tensión de su cuerpo desapareció de golpe, al igual que el miedo y el pánico, dejo escapar de sus labios un suave suspiro que se materializo ante la baja temperatura, mirando como aquel ser se alimentaba de ella, recuperando progresivamente su apariencia, su color, las ojeras desaparecieron del masculino rostro tan pronto como aquel alimento vital lo rejuvenecía, lo alimentaba, lo llenaba de energías, las que ella ya no poseía, su vista se nublo ligeramente, lentamente llevo su mano a los ojos, frotándolos de nuevo, con fuerza, buscando aclararlos, quitar aquello le molestaba, se sentía extraña, adormecida, helada, aquella zona expuesta le alertaba que debía cubrirse o podría tener graves consecuencias, pero no podía articular palabra alguna, seguía sumida en aquella pacifica sensación, en aquella dulce anestesia que le provocaba el vampiro, curioso, como podía sentirlo todo y nada a la vez, podía sentir como el caliente liquido la abandonaba, como su corazón bombeaba más rápido, agitado, acelerado, ansioso de poder complacer los deseos de Jago “ ¿Por qué el? “se preguntó perdida por completo en aquella sensación “¿Esto será de lo que hablaban tanto?” Y si cuando se hablaba del placer ¿se refería a eso? ¿A esa sensación de adormecimiento? Claro, podía ser considerado de esa forma según algunos
Más tarde descubrió que su teoría estaba errada cuando por fin el vástago termino de alimentarse y retiro lentamente sus colmillos, seguía sumida en aquella parálisis, seguía sin sentir correctamente sus piernas, sus manos, y la vista se volvió aún más borrosa, distorsionada, demasiado tarde su cerebro reconoció los síntomas descartando por absoluto la mordida “Oh no” Abrió la boca para alertar a su compañero, pero fue muy tarde, todo se volvió tinieblas frente a ella y tambaleándose torpemente termino por perder la conciencia; Agotamiento, sobre esfuerzo, fatiga, todas esas palabras habían pasado por su mente; Normalmente perder aquella sangre no hubiera significado anda con su resistencia, pero no era una situación normal, llevaba días sin dormir, con el alimento mínimo, con una temperatura en extremo baja y la cereza final del pastel, la perdida repentina de una cantidad de sangre considerable en su estado, su cuerpo no podía más, exigía el descanso, se apagó por completo y con un movimiento brusco ella cayó al piso cuando Jago soltó por segundos su brazo, quedo medio enterrada en la nieve, con la poca luz que había, era como si todo se hubiera vuelto aún más oscuro, enormes nubes negras cubrían ahora la hermosa luna en su camino a su destino final, la respiración de la mujer era apenas visible gracias a sus ropajes pero si respiraba, pálida, fría incluso, al menos eso le daría un descanso mínimo al agotado cuerpo
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Post by Jago Santori on Oct 14, 2017 21:27:10 GMT
Su juicio se fue aclarando a medida que la sangre viva le llenaba el cuerpo muerto de calor y energía, pero no fue capaz de ver nada extraño en Lumina. No al inicio, al menos. Las mordidas de los vampiros tenían efectos diferentes en cada persona y en cada parte del cuerpo, así que en un principio le pareció natural que la mujer luciera tan adormecida y calma. Fue después cuando sintió un escalofrío recorrerle la espina y una señal de peligro se encendió en su cerebro; cuando el cuerpo de Lumina cayó bruscamente en la nieve. El vástago se apresuro en alcanzar a recogerla, mas no pudo evitar que quedara medio enterrada, medio cubierta de nieve. Estaba seguro de que, incluso estando hambriento como lo estaba, no había bebido suficiente de ella como para dejarla tan agotada. La acomodó sobre el blanco lecho del bosque y se arrodilló a su lado, empapándose la ropa. Lo primero que hizo fue buscarle el pulso, y el alivio que sintió al encontrarlo fue tan grande que no supo cómo expresarlo sino en un gran suspiro que todavía tenía restos de la angustia que había sentido. Volvió a fijarse en la figura desmayada de Lumina, prestando atención a su cara. La luz que le proporcionaba la luna y las estrellas fue suficiente como para que pudiera ver bien el rostro de su amiga, así que sostuvo su cabeza con una mano mientras que, con la otra, tomó su barbilla y comenzó a examinar lo hundidas que estaban sus mejillas y sus ojos. Dios, estaba tan delgada y pálida. Con razón la pérdida de sangre había resultado tan agotadora para ella.
No podía dejarla allí, tirada en la nieve, pero todavía quedaba un buen tramo por recorrer hasta llegar al Templo del Invierno. Podría cargarla, pero le daba miedo que el frío entumeciera en extremo su cuerpo inmóvil y Jago no sabía si sería capaz de cargar un presunto cadáver sin sufrir un colapso nervioso, cosa que nunca le había ocurrido, pero había presenciado en tantas ocasiones que ya le daba miedo que le ocurriera a él. Acomodó la cabeza de Lumina sobre su regazo, evitando así que se siguiera congelando, y le acarició una mejilla. - ¿Puedes escucharme...? -le preguntó, para ver si acaso recuperaba el conocimiento por su propia cuenta. Al ver que no rendía frutos, volvió a agarrarla con firmeza y la remeció, dándole pequeñas cachetadas indoloras entremedio. - Lumina, ¡Lumina! Tenemos que seguir, ¡despierta! -le rogaba, preocupado por su estado.
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