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Post by Ivka Lawson on Oct 27, 2017 16:35:14 GMT
La incertidumbre nace por la debilidad y el temor a conocer la realidad, afrontar la inferioridad de los animales es natural, pero sobrellevarlo es un asunto diferente. No saber como plasmar esas palabras que intentan renacer desde el pecho es tortuoso, algo que quema en el interior y reseca la garganta. Intentar calmar el desbordante deseo de terminar con todo únicamente con un acto sencillo e impuro, deshonroso y penoso es humillante incluso para un animal. Escapar es la única opción, pero, no hay posibilidad de escapar de algo que no se quiere abandonar. No hay nada que hacer si no se quiere ayuda, y poco que hablar si realmente no se sabe que decir. Huir y luego regresar. Es realmente humillante.
Una vez más, es imposible terminar con todo. Los pies descalzos asomándose por la orilla del ventanal, los párpados caídos ante la pesadez del cansancio, brisa suave que altera la respiración agitada y esa fría sensación que resquebraja al débil ente que anhela dar un paso más para finalmente caer. Un suspiro escapó de aquellos labios resecos que se fruncen con lentitud para intentar aclarar la garganta, finalmente; un paso que provocó una caída desde la altura de aquella mansión. Cerró sus ojos para no ver lo que le deparaba, para no ver como poco a poco su rostro se acercaba al suelo. Una suave melodía resonaba en su cabeza mientras caía, sin más, la voz del canto trajo a rastras a su mente recuerdos que deseaba olvidar. Abrió los ojos en cuanto aquella voz dijo su nombre, hubo horror en aquella mirada, pánico y debilidad. Mordió fuertemente su labio y en cuestión de segundos, se salvó por temor. Fuerte tajo de aire provocado por sus alas, forzado por su inconsciente debilidad, un alargado y enorme cuerpo comenzó a volar lejos del posible final. Escapó nuevamente, su objetivo no fue logrado...¿Cuántos intentos llevaba ya? Más que un intento parecía una rutina, una que era excitante y arriesgada.
Pasaron las horas, el cielo estaba oscurieciendo bastante y eso estaba a su favor, su cuerpo se mezclaba perfectamente. Sentía alivio al estar libre, libre como nunca antes lo había sido, pero la preocupación invadía su cuerpo. Comenzó a volar más alto, cada vez más y más se perdía en los aires, la asquerosa sensación de ansiedad y nerviosismo no se iba de su escamosa piel. Debía arrancarlo cuanto antes, pero no era el momento, caería. Movía su cuerpo con velocidad, intentando deshacerse de su armadura, movimientos forzados y alaridos que emergian de su interior, sufrió y por accidente dejó escapar ácido de su hocico. Aquella sustancia calló en la orilla de sus alas, quemandole en cuestión de segundos. Tuvo miedo. Se quejaba con fuerza en los aires a la par que forcejeaba consigo mismo, el nerviosismo le había hecho una jugarreta sucia. Poco a poco sus alas dejaron de moverse mientras que batallaba con el dolor, caía con fuerza. Se vio atrapado en una penosa situación que el mismo había provocado, al igual que muchos años atrás. Sentía un escalofrío recorrer todo su cuerpo, la brisa poco a poco se convertía en una tormenta. Estaba cerca de su hogar, sin darse cuenta había regresado a esos lares. Su enorme cuerpo en cuestión de segundos calló con fuerza en la nieve blanquecina, pero el impacto había sido tan fuerte y repentino que simplemente hubo quejidos. Su enorme cabeza quedó contra la nieve, aquel cuerpo oscuro se cubrió de un color blanquecino, resaltando bastante por el contrastante efecto. Su respiración estaba agitada y su espíritu rendido, movió con cuidado aquellas cuatro alas suyas en busca de escapar, pero no podía, el dolor y la pesadez podían más. Elevó su cabeza ligeramente, intentando observar los daños de su actual situación, todo estaba borroso.
Cansado y abatido dejó caer lentamente su cabeza contra la nieve en busca del descanso. Cerró los ojos y la oscuridad reinó en su ser. Hubo silencio de su parte mientras que su cuerpo dejaba en claro que seguía con vida, lamentablemente. Se cuestionó el porque de aquello, y si su debilidad era el sentimiento o la obsesión. No había nada que el pudiese hacer en ese momento, pues sentía la necedad de permanecer ahí hasta que sus sentidos no reaccionasen más.
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Blitz
La Resistencia
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Post by Blitz on Oct 27, 2017 20:20:55 GMT
Para cuando Blitz empezó a sentir la incómoda mordida helada de la nieve en la punta de sus pies, se dio cuenta que ya no estaba cerca de casa. Había sido realmente una estupidéz huir por una discución tan mezquina, pero no podía evitarlo. Ella aún era jóven, impulsiva, sedienta de aprobación y cariño, así que no había sido más que cuestión de tiempo antes de que su personalidad explosiva se hicera presente. Ella no había querido hacerlo, no era su intención destruir tantas cosas en medio de su arrebato infantil, y aún asi, aún a sabiendas de que había actuado mal, solo le dio la espalda a su familia con veneno en su lengua.
-"¡Desearía que jamás me hubeisen recogido, no necesito de la caridad de nadie!"-
Un suspiro escapó de sus labios, creando un vaho bastante grueso con su aliento. En verdad era una noche excepcionalmente fría. El dolor en su corazón solo era comparable con la creciente parálisis que empezaba a hacerse presente en sus manos y piernas descubiertas. Su gabardina cubría la mayor parte de su cuerpo, pero la nieve fresa que iba cayendo sumado al calor que iba crando por su cuenta, derretían los copos bastante rápido, dejándole una sensación de humedad insoportable; probablemente había estado al rededor de media hora caminando sin rumbo, tratando de pelear con las lágrimas que amenazaban rodar por sus mejillas y que congelaban sus pestañas, se apresuró a removerlas con el dorso de su antebrazo derecho. Llorar no iba a solucionar nada, no podía regresar el tiempo, no podría reparar el daño infligido. El viento aumentaba en velocidad y agresividad, no pasaría mucho antes de que el clima empeorase. Debía buscar un refugio cuanto antes.
Pero ella ya no podía más, tenía que liberar los sentimientos que llevaba embotellando en su interior desde hacía mucho, tenía que dejarlo salir antes de que quemase todo su interior y consumiera su ser desde lo más profundo, no podía ir a ninguna parte habitada porque probablemente terminaría manchando sus manos con sangre en un frenesí de locura. Podía sentir como iba perdiendo la rienda de sus sentidos, los susurros que había enterrado con tanta devoción por los últimos 40 años empezaban a surgir con renovada fuerza, iba a perderse nuevamente en la oscuridad de la noche, sucumbir ante los deseos que había olvidado eran naturales en ella.
Un aullido. Eso es todo lo que se atrevió a permitir emitir antes de dejarse caer y tomar puñados enteros de nieve para empalarselos directamente en el rostro. Era un acto deseseprado, producto de los terrores nocturnos que se avecinaban y trataban de consumirla.
-"Respira, no abras esa puerta"-
Antes de que pudiese hacer algo más al respecto, un tremor bastante intenso sacudió la nieve y tierra bajo sus rodillas, devolviéndole momentáneamente la noción de realidad. Las vibraciones que le siguieron solo podían significar una cosa: algo había impactado la superficie. Algo lo suficientemente grande como para hacer que los árboles se remezcan con violencia, dejando caer varios centímetros de cellisca.
Sus ojos esmeralda volvieron a encenderse, la llama de la curiosidad llamando a su espíritu aventurero era más que suficiente para sumergir a las profundidades de su psique aquellos oscuros pensamientos nuevamente. Sin pensarlo dos veces, se puso en pie apresuradamente, tratando de no perder el equilibrio, y empezó a correr hacia el norte.
Sus botas empezaron a llenarse por dentro con gruesos bocados de nieve, volviendo sus movimientos más torpes y lentos, así que agudizó el oído para tratar de captar algo, lo que sea, alguna manifestación que le dejase saber el origen de aquel súbito milagro, aquel prodigio de la madre naturaleza que por mera coincidencia le había devuelto la cordura. Sus mechones desordenados empezaban a estorbar su campo de visión, trataba de apartarlos desesperadamente, si ella perdía el rastro...
Súbitamente, cesó de golpe. A unos metros a su derecha, un cuerpo gigante de color azabache a duras penas mantenía la respiración. Su movimiento era casi imperceptible, pero sin duda se trataba de un ser vivo. Nunca imaginó que algo tan majestuoso pudiese ser tan aterrador al mismo tiempo.
Su corazón se encogió, y sin pensar en las consecuencias o lo que podría desencadenarse después, se apresuró a su lado vociferando por encima de la ventisca:
-"¡¿Estás bien?!"-
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Post by Ivka Lawson on Oct 30, 2017 0:36:10 GMT
Un sinfín de emociones surgían desde su interior, desbordandose fuertemente a la par que su cuerpo sentía escalofríos, no por el ambiente sino por el mismo temor de ser consumido por la terrible verdad que ya sabía. Su respiración se entrecortaba ante la dificultad de mantenerse consciente; había pasado bastante tiempo lejos de los climas helados, había perdido esa capacidad de adaptabilidad rápida, de ahí que sus sentidos estuviesen fallando tanto. Pero eso anhelaba en el fondo ¿no? Dejar todo de una buena vez.
Con cada exhalación podía verse su aliento helado intentando derretir la espesa nieve que sólo se acumulaba frente a sus fauces, su voz grave no podía salir con facilidad, sentía que se ahogaba por culpa de la melancolía que carcomia cada parte de su ser. Gemidos ahogados escapaban entre aquellos afilados y enormes colmillos, y recuerdos fluian cual lagrimales que se formaban.
"Criaturas como tú y como mi hermano no deberían nacer o existir. El blasfemar contra ustedes no es siquiera suficiente para calmar esta ira que siento hacia ti, no hay nada que pueda calmarme ahora... Lawson. "
La voz del recuerdo aturdia sus tímpanos, constantemente y sin dejar de recordarle lo que de algún modo creía que era cierto, se había convencido de ello. Todo estaba oscuro nuevamente y eso era aterrador, por innercia proyectaba aquella época dolosa en la que había sido privado de la hermosa vista del exterior y en la que era sometido fuertemente por las palabras y actos crueles hacia su cuerpo; el ardor en sus alas era aún más tolerable que aquellos actos crueles cuando era joven, el dolor era menos y la situacion claramente era más tranquila y silenciosa; era aún más tortuoso siquiera recordarlo que el ardor del error que lentamente resentia ante la quemadura. Y, la oscuridad le traía recuerdos desagradables, pero en dichoso momento blanquecino estaba ciego ante la realidad que tenía frente a sus ojos, ojos que no eran perceptibles fácilmente. En ese preciso momento se encontraba atento a lo ajeno con su sentido auditivo; agudizado y perfeccionado a la fuerza por aquella época en la que era ciego. Su mente se doblegaba al inconfundible recuerdo de aquél hombre, pero escuchaba lo desconocido por mero instinto, era costumbre... Un ligero suspiro, no, una voz preocupada. ¿De donde venía y de quién era? ¿Qué quería?
Tumbado en la suave y helada nieve reposaba, no fue hasta que aquella voz femenina captó su atención; con calma abrió los ojos y desvío su mirar hacia abajo, buscando al pequeño ser que intentaba averiguar su actual situación, la cual era bastante obvia. Rebuscó con cierto desgano y fatiga, todo era tan blanco y brillante, ya no estaba acostumbrado a percibir esos colores. Finalmente la vio, una fémina diminuta justo al frente de su hocico, parecía preocupada pero el dracónico no entendía el porque de su preocupación. Guardó silencio mientras la examinaba con su mirar, atento, pero buscando que responder a aquella cuestión que se le había hecho hace recién sin sonar descortes. Ella lucía demasiado pequeña comparado con él, sin evitarlo pensó en la posibilidad de causarle algún daño por error, y sin más, sintió vergüenza por su aspecto tan grotesco y aterrador. Odiaba ser visto, era humillante para él... Angustiado pero sereno soltó una bocanada de aire justo al frente de aquella desconocida, y sin más habló con una voz tranquila, neutra. - ...¿Acaso no ve?...- Musitó entre dientes, sincero pero con aquellas palabras claramente con un dudoso estado. Fueron breves segundos de silencio después de aquella cortante respuesta hasta que el dracónido se percató de ello, había sido grosero. ¿Qué culpa tenía la licántropo por su actual estado? Ninguna, y debido a ello, no debía desahogarse con quien fuese sólo por su actual problema. Soltó un suave suspiro y lentamente reposó su mentón justo al frente de la mujer, sintiendo al instante la frialdad de la nieve y la fuerte brisa que poco a poco se transformaría en una tormenta. - Lo siento, sólo... estoy cansado... - Comentó con un tono de voz distinto, casi imperceptible por culpa de su voz real. Cerró los ojos con calma y lentamente dejó caer su cabeza hacia un lado, sin fuerza y sin ganas. Sin esperar respuesta por parte de la fémina, habló nuevamente al darse cuenta de algo que llamó su atención y curiosidad. - Esta muy lejos de casa... ¿No es así?...- Cuestionó seriamente mientras abría nuevamente los ojos y los clavaba directamente en ella, aliviado de que a diferencia, ella no podría ver sus ojos tan fácilmente. El dracónico era algo intuitivo, y supuso aquello más que nada por la obvia razón de que era la única presente en aquellos lares, no era usual, mucho menos con el detalle tan notorio de la irritación en los pequeños ojos color esmeralda que tenía al frente. Ella también estaba huyendo de algo, al igual que él, con la única diferencia de que el dragón ya no podía llorar más. Sin más, guardó silencio por espera de respuesta, intentando mantenerse consciente pero en el fondo sabiendo que lo único que quería era conversar con alguien, pues quizá sólo quería escapar de la posibilidad de perder sus sentidos ante la fria noche que poco a poco de asomaba y lo ocultaba del mundo externo.
Sin previo aviso, una fuerte borrasca se avecinaba, trayendo consigo grandes cantidades de nieve. Sin pensarlo dos veces, el dragón movió con cierta dificultad una de sus alas y cubrió a la fémina, dejándola debajo de esta con total cuidado. Después de todo, él estaría bien, su gran tamaño debía servir de algo antes de que aquellos sentidos se apagasen por completo a la mañana siguiente. Sintió como la ventisca golpeaba fuertemente contra su cuerpo y su rostro, pero poco importaba, era lo que deseaba, era una prueba para sí mismo para comprobar cuan débil era realmente, para verificar si cirtamente morir era lo único que deseaba.
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Blitz
La Resistencia
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Post by Blitz on Oct 30, 2017 3:41:39 GMT
-"...¿A caso no ve?..."- No era de extrañar aquella respuesta. Todo su lenguaje corporal indicaba que aquella criatura estaba en su límite, o que al menos había perdido momentáneamente la fuerza para si quiera incorporarse adecuadamente. Pensando en retrospectiva, no había sido algo muy inteligente de su parte preguntar si se encontraba bien o no. Era de noche, hacía frío y claramente aquel ser no se encontraba en las mejores condiciones, de ser así no estaría tirado en la nieve. Vaya manera de crear primeras impresiones.
-"¡Espabila, Berit!"-Golpeando efusivamente sus mejillas en un intento por mantenerse concentrada, y alerta, continuó el trabajoso camino hacia aquel montículo parlante. Parte de ella no lograba comprender si en verdad estaba hablando con una montaña azabache y había perdido completamente la cabeza...o si se trataba de un ser herido que necesitaba ayuda. Sea cual fuere la respuesta, cualquier cosa era mejor que dar vuelta atrás, su orgullo se vería sumamente lastimado si tuviese que regresar con su familia en estos momentos, tomaría cualquier ruta alternativa con tal de evadir el inminente castigo, aún si eso suponía charlar en medio de la nada con un ser imaginario. -"Lo siento, sólo... estoy cansado..."La suavidad en su voz no pasó desapercibida. De pronto, se vió forzada a detenerse un momento cuando la imponente bestia elevó, lo que aparentemente era, su cabeza. Por un momento ella pensó que aquí era donde terminaba la línea para ella, no era necesario si quiera hacer un cálculo de posibles escapatorias, simplemente no había ninguna, su cuerpo solo se tensó y sus ojos se cerraron con fuerza a la espera de un golpe que jamás llegó. El extraño había decidio re acomodarse para quedar justo frente a ella, los metros que le faltaban cubrir a la cachorra fueron fácilmente completados, y una mezcla de ansiedad con entusiasmo empezaban a hacerse presentes en lo más profundo de su estómago. Ya no era a causa del frío que su cuerpo tiritaba.
-"D-descuide"- carraspeando para obligarse a sí misma olvidar toda timidéz, se apresuró a añadir- "Nunca he sido muy buena observadora...¿necesita ayuda? No creo que sea bueno para la salud de nadie estar tirado en medio de toda esta nieve."-
Tomando este gesto como permiso para acercarse un poco más, se aseguró de inclinarse levemente a modo de saludo respetuoso antes de dar otro paso. Una vez bien posicionada, sus ojos incrementaron al menos tres veces su tamaño, y por un momento pensó que se saldrían de sus cuencas y caminarían por su cuenta. Embelesada, solo atinó a murmurar:
-"Todo esto me resulta tan surreal...como salido de un cuento..."-
Nisiquiera en el más loco de sus sueños o en los grimorios de la libería habían escritos sobre algo tan impresionante. Por un momento ella había pensado el crudo invierno ya había reclamado su alma, se alegraba infinitamente no fuese así. Mientras más prestaba atención a los detalles, su incredulidad y curiosidad iban en aumento, al parecer tenía un hocico, no podía ver exactamente donde estaban sus ojos pero aparentemente él si podía verle a la perfección. Restregando su nariz un par de veces para librarla de los molestos copos, hizo su mejor esfuerzo por identificar al extraño ser, sin resultado alguno. Incluso su propia esencia estaba siendo consumida por el aguanieve que empezaba a fluir contorneando la figura de ambos, de por sí sería un verdadero milagro que pudieran mantener pequeños pedazos de conversación sin desmayarse o caer en la hipotermia.
Sin embargo, no había tiempo para pensamientos sin sentido, sus instintos de boticaria despegaron casi de inmediato, opacando cualquier otro sentimiento; no tenía ni idea de que clase de creatura arcana era esta, en el poco tiempo que llevaba viviendo en Mirovia poco o nada había aprendido de las múltiples especies que en ella habitaban, era un poco vergonzoso porque Shinaja'e siempre ponía especial empeño en que ella memorizase todo típo de criaturas. De por sí era una labor bastante tediosa, ¿para que aprender algo que salía de su área de confort? La pelinegra jamás viviría en la ciudadela, y nisiquiera pensaba acercarse a los dominios del señor Velfast, las planicies eran demasiado abiertas para su gusto y la tierras calientes no eran en lo más mínimo de su interés. El bosque y la manada, esas eran las únicas prioridades que cabían en su corazón.
Aunque, a decir verdad, nunca antes deseó con más fuerza haber prestado atención a esas clases. Intentó justificarse mentalmente con el argumento de que simplemente eran demasiadas especies para memorizarlas todas de golpe, el bestiario que ella poseía iba desde minúsculos insectos que vivían en el fondo del mar hasta...
-"...dragones"-
En ese momento todos los circuitos en su cerebro se conectaron y la realización de la situación la llevó a levantar el rostro. El tamaño descomunal, la coloración tan inusual, los colmillos sobresalientes, la resistencia al inclemente clima sin protección alguna...¿Podría ser? ¿Acaso no eran solo criaturas que habitaban en los cuentos y mitos de héroes? No, no era posible... ¿o sí? Esta era la tierra de los arcanos antiguos después de todo, no era algo tan descabellado suponer que...
Temiendo sus propias conclusiones, elevó una temblorosa mano para posarla con extremada delicadeza, como si tuviese miedo a que desaparecise y todo fuese un sueño, en una de las tantas áreas expuestas de aquel viajero errante; su "piel" al menos no precisamente de la misma textura escamosa que describía su libro, era un tanto resbalosa pero no desagradable, la negrura de su pigmentos contrastaba fuertemente con la pureza de la nieve a su alrededor, lo que hacía todo aún más bizarro. ¿Por qué una criatura tan poderosa saldría con una tormenta avecinandose? La ironía de la situación la golpeo en la cara al igual que el helado viento de la noche, ella se encontraba haciendo algo bastante similar en razonamiento y estupidéz.
-"Está muy lejos de casa...¿no es así?"-
Por un momento Blitz casi se atraganta con su propia lengua, ¿acaso le había leído el corazón? Un leve carmesí, no producto de la ventisca, se hizo presente en la punta de sus orejas, quemándole sin compasión hasta lo más profundo de su ser.
-"¡N-no creo que sea de su incumbencia, mi maestra dice que no debo hablar con extraños...!"-
No había razón para recordarle su infantil explosión, ella sabía a lo que se enfrentaba si salía de casa a estas horas... lo que hacía mucho más doloroso contener las lágrimas. Hasta los extraños podían darse cuenta que había actuado de manera precipitada y egoísta. Antes de que pudiese disculparse, el mítico ser se movió con algo de dificultad nuevamente, expectante, la cachorra se quedó en su lugar sin atreverse a respirar por miedo a interrumpir sus acciones. Lo que pasó a continuación sin duda se volvería algo permanentemente grabado, una historia que ella pudiese retomar cuando se haga más anciana y tenga una familia real con quien compartirla: una gigantesca ala cubrió todo su cuerpo ante un impreviso viento helado, brindándole refugio a pesar de su exabrupto.
-"Mein Gott... es ist wunderbar"- aquellas palabras se emitieron en un suspiro que probablemente solo el oído mas entrenado y el viento pudieron escuchar. Cuando ella encontraba cosas nuevas, hermosas y sorprendentes, su cerebro dejaba de procesar las cosas con normalidad. Se detenía para apreciar cada pequeño deatalle y guardarlo con cuidado en su memoria, y por supuesto, no había mejor manera de expresarse que su lengua madre: el alemán. Por unos segundos, ni la incomodidad de sus ropas húmedas, ni la picazón en la comisura de sus ojos o el castañear de sus dientes pudo distraerla de apreciar aquel generoso gesto. Sin embargo, su estupor fue abruptamente interrumpido cuando sus orbes esmeralda empezaron a tomar en cuenta detalles más allá de la primera impresión.
-"¡S-su ala!"- agujeros de diversos tamaños en el cartílago suave de aquel gigante paraguas eran increíblemente numerosos, y si sus ojos no le estaban engañando, podía ver un leve vaho emitiendo de ellos. ¿Quemaduras?, ¿carámbanos de hielo?, no podía diagnosticar estando tan lejos. Internamente maldijo su estatura. Elevándose en la punta de sus pies por unos tres segundos antes de ser engullida hasta los tobillos por la nieve, dejó escapar un pequeño grito. Esa clase de heridas las había visto antes cuando aprendió a mezclar volátiles, ese era el rastro que dejaba cualquier coctél corrosivo. Era veneno. Sacudiéndose como pudo para librarse la prisión blanquecina, empezó a arrastrarse hasta el draconiano- "¿Se hirió al volar hasta aquí?"- posando con seguridad ambas palmas, en lo que debería ser la mandíbula del gigante, intentó ejercer algo de presión,una acción tan infantil como bien intencionada, para mantenerlo despierto. Los tintes de desesperación y temor en su voz no podían ser camuflajeados ni por la tormenta más estrepitosa- "¡¿Es por eso que no se mueve?!"-
Occ: "Mein Gott... es ist wunderbar" = "Dios mio...es maravilloso"
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Post by Ivka Lawson on Oct 30, 2017 14:01:38 GMT
Suaves golpes que la misma arcana se daba a sí misma le causaron cierta confusión al dracónido, le recordaba tanto a cierta mujer que conoció años atrás, ambas con lo que parecía ser una personalidad explosiva y temeraria... pero cálida. La miró en silencio a la par que recordaba a la fémina de hace años, con el sentimiento de añoranza apoderándose de su mente, aliviado al dejar de recordar a su padrastro.
"Oh, Mhery, ella se parece tanto a ti, es como revivir una pequeña parte del día en que nos conocimos... Es agradablemente doloroso recordarlo..."
Sus pensamientos vagaban entre los recuerdos que lentamente se mezclaban, estaba desvariando entre tantas memorias; quizá sólo estaba muriendo lentamente, debido a ello que sus movimientos fueran más lentos y sin motivación, estaba aún más concentrado en recordar que en cordinarse correctamente.
"Mhery..." Pensó con dolor en aquel nombre, deseoso de estar cerca de aquella desconocida que le recordaba tanto a la humana... pero al ver la reacción involuntaria de la licántropo ante su movimiento cayó de vuelta a la cruda realidad; ella no era la misma mujer que alguna vez quiso tanto, era alguien más, era alguien que tenía miedo de él por su aspecto. Siempre había sido así, se había acostumbrado a ello, al temor y al rechazo ajeno, a ver como los demás esperaban algún ataque por su parte con los ojos cerrados, resignados. Pese a que esa sensación de poder le gustaba al principio, era realmente tedioso para él vivirlo constantemente, quien siempre se sentía juzgado y anehlante por la aprobación de otros a la par de sentirse débil por ello, sufría en silencio. No dijo nada, únicamente tomó su posición relajada, escuchando con poca atención lo que la desconocida le decía con un claro nerviosismo en la voz. Una explicación innecesaria y una gentil pregunta surgieron, haciendo que él enorme arcano se cuestionase a sí mismo... ¿Qué necesitaba realmente?... Ni él mismo lo sabía, la respuesta siempre era una incógnita en su cabeza. Con lentitud, soltó nuevamente un suave suspiró para así hablar, intentando calmar ese sentimiento que le infundia la otra. Debia separar sus recuerdos de la realidad, suprimirlos por completo o nunca sabría la respuesta.
- Estoy acostumbrado a estar en los climas helados, viví más de cincuenta años de ese modo... es sólo que ahora... Ni yo mismo puedo deducir que es lo que realmente necesito. - Explicó apático, intentando sonar convencido de lo que decía, estaba inseguro y perdido. ¿Qué era lo que él quería realmente? Todo era tan confuso... No, lo que realmente era confuso para él eran los sentimientos, eran la razón principal de sus problemas e inestabilidad, no saber lidiar con aquello que le fue enseñado a la fuerza para encajar en un mundo en el que simplemente no podría estar.
Mantenía su mirar en la joven que tenía al frente pese a estar en la fanfarria mental, notó aquel saludo respetuoso y sin dudarlo lo correspondió, agachando ligeramente su cabeza, mostrando respeto. Pero sus tímpanos estaban dejando de captar aquella delicada voz, lentamente los sonidos de distorsionaban, el fuerte resonar del viento contra la espesa nieve dejaba de causar un impacto en él; el sonido de los arboles verdes retumbaba en su cabeza tranquilamente mientras que la noche se convertía en día y aquel oscuro color en el cielo estrellado desaparecía, convirtiéndose así en un día despejado.
Estaba alucinando aún estando consciente de sus propios actos.
Hubo una brecha de silencio justo antes de que el dracónico preguntase algo, silencio en que se mantenía absorto de la realidad que tenía al frente.
" Tú... ¿Eres una humana?"
"Lo soy..."
"¿Y entonces por qué no huye?"
"¿Por qué habría de hacerlo?"
"Es peligroso estar cerca de un animal salvaje y gigantesco"
" Entonces... ¿Por qué no me haz atacado? "
"... Soy ciego, no puedo atacar todo lo que esté a mi paso por mero capricho..."
"Yo pienso que sólo es una excusa"
"¿Excusa?..."
"Si"
"¿Por qué piensa eso, señorita?"
"Porqué a diferencia de otros dragones, usted es diferente..."
"¿Diferente en que sentido?"
"Es gentil, amable... compasivo "
"Usted no me conoce, no puede deducir eso con sólo verme ahora..."
"Puedo hacerlo por la simple razón de que justo ahora seguimos conversando, y usted es educado conmigo..."
"..."
"¿O me equivoco?"
¿Cuánta razón había en aquellas delicadas palabras? El joven de aquellos años no podía saberlo, pero estaba seguro de que la fémina no mentía sobre lo que sentía. Ivka estaba anhelante, cuanto hubiese dado por ver aquel rostro que le brindó paz en momentos tan difíciles.
Sin poder evitarlo, la pregunta salió de sus labios, en la realidad actual; "Esta muy lejos de casa, ¿No es así?..." Seguía confundiendo la realidad con sus memorias, era doloroso para él.
"No es de su incumbencia..."
Era joven, inexperto e inseguro, no sabía lidiar con los desconocidos pese a simularlo. Fue su única contestación a la joven Mhery en el entonces, pero, aquellas palabras no sólo provinieron de su boca, dichas palabras retumbaron fuertemente en su cabeza, haciendo un eco. Alguien más lo había dicho también ¿Quién?... No fue hasta que las palabras y el tacto sobre su piel le regresaron a la actual situación. El pastizal y el cielo azul se esfumaron abruptamente, convirtiéndose en un hermoso pero oscuro ambiente. El sonido de las hojas se transformó en una fuerte brisa espesa.
Sin más, sacudió ligeramente su hocico, haciéndose reaccionar.
"¡N-no creo que sea de su incumbencia, mi maestra dice que no debo hablar con extraños...!"
Escuchó aquel pequeño arrebato por parte de la menor, que si bien, no contestaba su pregunta, dejaba en claro que había acertado. No comentó al respecto, pues ciertamente no era de su incumbencia, no le importaba, pero pese a ello, sólo soltó una suave risa, tranquila; y cuál suspiró al aire emitió unas palabras en voz baja. -Si eso es cierto, ¿Entonces que hace hablando conmigo?... Simplemente hubiese pasado de largo, señorita...- Cuestionó, realmente con poca expectativa a una respuesta, era más una cuestión lógica. Hubo silencio, provechoso para recuperar su sentido lógico y dejar de tener esas pequeñas alucinaciones impertinentes.
Pasó lo que pasó, el dragón cubrió a la fémina, pero mientras lo hacía un susurro extraño salió de los labios ajenos, dejando un pequeño rastro de aliento helado con ellas. No entendía nada, era una lengua extraña que desconocia complemente... debido a ello que fingiese no haber escuchado, pues quizá no era de relevancia para él.
Permaneció quieto, sirviendo de escudo para la jovencita que estaba con él en tal momento tan difícil y confuso. Sin más, la voz alarmada de la susodicha hizo que el dragón levantase un poco su cabeza y dirigiera su mirar a sus propias alas y por consiguiente, a ella. La miró, apreció con detalle esa preocupación que emitía tanto su voz como su cuerpo, le provocaba tantas emociones en ese preciso momento que sólo quería huir antes de cometer alguna estupidez. En busca de tranquilidad bajó su enorme cabeza a donde ella, viendo como esta se arrastraba hacia él con dificultad. Pero un acto imprevisto le hizo sentirse ligeramente tenso, el suave palpar de las heladas manos sobre su mandíbula era terso y preocupante. Preguntas llenas de nerviosismo que sólo lo ponían más ansioso surgían, ¿Debía contestar? ... Dudó por un momento, debía ser franco si realmente quería respuestas.
Hubo silencio, hasta que su voz escapó.
- Quería suicidarme.-
Crudas palabras sin rastro de remordimiento. - Pero no salió como planeaba. La ansiedad y la desesperación me consumieron mientras escapaba...-
Fue lo único que dijo, permitiendo que la mujer aún sujetase con fuerza e insistencia su piel, permitiendo que ella misma deduciera en la situación tan infantil e inmadura en la que él mismo se habia metido. Mirándola en silencio, poco seguro de lo que diría la contraria, quien parecía tan joven e inocente, esperó por el desprecio de la otra, ya era costumbre.
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Blitz
La Resistencia
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Post by Blitz on Oct 30, 2017 21:50:50 GMT
-"Estoy acostumbrado a estar en los climas helados, viví más de cincuenta años de ese modo...es sólo que ahora...ni yo mismo puedo deducir que es lo que realmente necesito."-
Mientras la pelinegra frotaba sus brazos, escuchaba atentamente. La voz de la creatura provenía desde lo más profundo de su garganta, sin embargo no había emoción en nada de lo que decía, su tono no era neutral sino más bien...cansado. Probablemente el viaje que había realizado terminó por agotar sus fuerzas, tal vez no era buena idea que ella hiciera tantas preguntas, ninguno de los dos estaba en condiciones de desperdiciar energía en chácharas sin sentido, pero la curiosidad renovaba su voluntad de soportar las molestias del clima inclemente. El silencio que se hizo presente entre ambos, curiosamente, no fue incómodo o remotamente engorroso, era como estar a lado de una persona que pensaba con cuidado cada palabra que emitía, como si su aliento fuese algún tipo de moneda y se limitase a dar únicamente lo justo, a diferencia de ella que soltaba oración tras oración como un grifo sin manivela.
"Esta muy lejos de casa, ¿No es así?..."
"¡N-no creo que sea de su incumbencia, mi maestra dice que no debo hablar con extraños...!"
Ella lamentaba su tono altanero, su mayor error era siempre estar a la defensiva, pensando que todos buscaban algo que reprocharle, era casi un reflejo el ser lo más cortante posible si alguien estaba remotamente regañandola. Su complejo de inferioridad tenía muchas aristas, no podía evitar sentirse cada vez más y más menospreciada por otros, siendo vista solo por su apariencia y voz infantil. Ella también podía ser seria sí se slo proponía.
"Si eso es cierto, ¿Entonces que hace hablando conmigo?... Simplemente hubiese pasado de largo, señorita..." Touché. Generalmente ella hubiese tratado de esquivar la pregunta con otra respuesta tajante, pero no encontró el orgullo para hacerlo. Admitir que había pensado que se trataba de una montaña parlante era francamente vergonzoso, y mentir no era precisamente lo suyo. Siempre terminaba desviando la mirada, delatando de inmediato su culpa.
-"Err..."-
Bravo. Premio a la elocuencia.
-"...parecía necesitar una mano, ya sabe, con toda esta nieve"- Como quien no quiere la cosa, Blitz pateó el manto blanco a su alrededor con efusividad, dandole énfasis a lo que decía con sus acciones. Quedaba claro que solo era una muy mala excusa, pero era inofensiva -"Además...usted parece ser bastante amable"- Una tímida sonrisa iluminó su rostro.
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Apartando sus ojos momentáneamente del viajero, Blitz empezó a maquinar un plan para empezar a cavar bajo las gruesas y mullidas capas de nieve en busca de raíces curativas, ¿cuáles se suponían que cauterizaban heridas?. Maldición, no podía pensar bajo tanta presión, pero estaba segura que al menos ajenjo era necesario para cicatrizar. Doble maldición, no había traído su bolso con el kit básico, tal vez si improvisaba mascando los ingredientes hasta formar una pasta para aplicarla directamente antes de que el daño fuese irreversible... sí, eso podía funcionar. Era un poco asqueroso, pero efectivo. Estuvo a punto de proponerle al draconiano su idea, cuando este respondió a su pregunta:
-" Quería suicidarme."-
La respuesta cayó sobre ella como un cubo de agua fría, la brutalidad de aquellas palabras había sido tal, que tan solo atinó a mirarlo con el rostro en blanco. Blitz era un ser sumamente emocional, era simplemente imposible para ella no comoverse con el más mínimo detalle, su naturaleza era compasiva, y su corazón demasiado sensible para comprender las razones detrás del draconiano para terminar con su existencia. La vida estaba llena de sorpresas, tesoros escondidos en lo más recóndito de los lugares menos esperados, ella estaba segura de ello; no existía, o al menos no cabía en su comprensión, que clase de atrocidades habían arremetido contra aquel magnífico ser para dejarse al abandono en medio de la nada, completamente solo, a la interperie, resignado. Eso no estaba bien, jamás sería una opción quitar el regalo que la madre naturaleza tan cuidadosamente otorgaba a los arcanos y seres humanos, eso era prácticamente una blasfemia.
Las creencias con las que ella había crecido aún se encontraban firmemente arraigadas en su alma: respeta a la tierra, respeta a la luna y respeta la esencia de la vida en cada uno. Eran tres reglas bastante simples, demasiado generales, pero ella las seguía al pie de la letra; sus pequeñas manos se retiraron lentamente, el movimiento parecía interminable a su parecer, inconcientemente terminaron formando poderosos puños con sus uñas firmemente clavadas en sus palmas. Este sentimiento lo conocía bien, era ira. Impotencia.
-"Pero, no salió como planeaba. La ansiedad y la desesperación me consumieron mientras escapaba..."-
Su mirada se elevó de golpe, desafiante esmeralda, su ceño fruncido con fuerza y labios sellados con tanta fuerza que parecían formar una línea horizontal recta. Ganas no le faltaban para gritar, para enojarse frente a alguien que no podía ver la belleza en este mundo y simplemente deseaba darse por vencido. La muerte, para la cachorra, no significaba ninguna victoria sobre el dolor, ni nada similar, esa era la respuesta más eficiente frente a un problema que no se quiere enfrentar. Era darse por vencido antes de empezar a correr, y ella odiaba eso. Odiaba cuando las personas a su alrededor estaban tan sumidas en la tristeza y desesperación que empezaban a hacerse daño a sí mismas, ella lo había visto antes. En su pueblo natal, cuando empezó la cacería de licántropos, muchos de su especie terminaron quitandose la vida antes de aceptar su destino. "Muerte con honor", le decían. Y en cierta manera, cada quien tenía la elección de que hacer con su vida, ningun ser vivía las mismas experiencias, pero lo que a ella le irritaba era el tono de voz tan cargado de dolor y cansancio. Era alguien que no solo contemplaba el abismo, sino que se sumergía en el.
Todo su cuerpo temblaba, ya era imposible contenerse. Dando furiosas pisotadas, levantando nieve por doquier, se colocó directamente frente a su hocico, las lágrimas que corrían por sus mejillas pasaban desapercibidas, ella no se enontraba conciente de lo que sucedía fuera de su línea de razonamiento. Exhalando con potencia debido al esfuerzo realizado, una vez logró la ubicación deseada retrocedió unos pasos aún visiblemente ofuscada mientras desabrochaba apresuradamente su gabardina. La delgada prenda que llevaba debajo hacía muy poco para cubrir su piel, dejando ver pequeñas marcas que recorrian todo su torso.
-"¡Ansiedad y desesperación mis polainas!"-
Tomando impulso mientras flexionaba sus rodillas, dio un pequeño salto con los brazos firmemente extendidos y el rostro impasible a pesar de estar congelándose. Aterrizando bruscamente sobre el punete respiratorio del gigante con un sonoro thud, se aferró a él como si su vida dependiese de ello, un intento de compartir no solo su calor corporal, sino también para que pudiese escuchar; su corazón latía por la faena realizada y por el enjambre de emociones que solo podía manifestar apretando los dientes, dejando que más lágrimas recorrieran su rostro como cascadas, rogaba a todos los dioses y diosas que por favor no dejen a otro ser caer a manos del dolor que representaba el arrepentimiento. Colocando su frente sobre la primera parte expuesta que pudo palpar, empezó a dar pequeños círculos. Esto se vería menos raro si ambos fuesen licántropos, este era un gesto para reconfortar a alguien que estuviese sufriendo, una forma de decir: "tus penas son las mías también". A penas si conocía a este dragón, jamás en su vida había sentido la necesidad de abrazar a alguien tan fuerte, y como fiel animal que escucha a sus instintos, no hubo rastro de duda alguna cuando tomó aquel salto.
Mientras las primeras luces del día se asomaban por el oeste, tiñiendo de un precioso coral el aún negruzco cielo azul, el brillo en sus ojos reflejaba infinita ternura
-"¡Toda la vida debe de ser protegida, eres valioso a tú manera!"- cerrando sus cansados orbres y dándole un potente cabezazo, gritó -"¡Así que no te des porvencido aún!"-
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Post by Ivka Lawson on Nov 1, 2017 17:41:51 GMT
Prestó atención a las reacciones de la fémina y a las palabras que la misma soltaba, excusando aquel actuar tan inusual. Mientras que prestaba atención, no pudo evitar soltar una leve risa, interrumpiendo aquel momento posiblemente incómodo para la licántropo que solamente encontraba excusas pobres en cuanto a razonamiento y desviaba la mirada cual cachorro en problemas. Era notoria la inocencia que podría haber en aquel diminuto ente.
"...parecía necesitar una mano..." Aquella simple frase sólo hizo que ladeara suavemente su cabeza, restandole importancia a lo demás. - Es hilarante que diga eso, es decir, soy un dragón que se caracteriza por no tener extremidades... sólo alas. - Humor simple y sencillo que lo sacaba de los pesares... ¿O no? Poco duró ese momento de liberación, pues antes de siquiera terminar de disfrutar aquel descanso y aquellas palabras acompañadas de actos infantiles sintió una fuerte punzada en pecho, como si una aguja diminuta traspasase su corazón, atravesando con suma facilidad la armadura que había creado hace tanto... Unas simples palabras lograron a quebrarlo fácilmente.
"Además...usted parece ser bastante amable"
Migajas de una memoria se resquebrajaban con lentitud, agradable y maldito recuerdo que más que nada le atormentaba porque en el fondo sabía la hipocresía que contradecia aquellas cálidas palabras, desgano y actos poco ortodoxos que demostraban parte de su verdadero ser, hipócrita, envidioso y débil.
"Mhery... Mhery..." Era lo único que podía pensar en dichoso momento, tortuoso. Cerró los ojos y dejó de prestarle atención a la fémina por unos momentos, intentando abandonar esa tediosa voz que sólo le había hincapié en sus errores y fallas. Se estaba perdiendo a sí mismo en memorias que ya no tenían relevancia, hundiéndose con fervor en la delicadeza de las palabras que hace tanto tiempo no quería escuchar. Hubo enojo. Estaba molesto, pero intentaba no demostrarlo, en dicho momento no era eso lo que deseaba, recuperar los fragmentos del pasado sólo le confundían y le ponían en una situación peor, sacaba un lado suyo que no deseaba mostrar. Estaba molestandose conforme la pequeña conversación continuaba. Abrió nuevamente los ojos, pero lo siguiente a ello le tomó por sorpresa, una no muy agradable, confusa. La mujer lo miraba con un semblante sumamente impactado, no había palabras para describir aquel rostro que sólo con sus palabras perdió la sonrisa. Lo había hecho de nuevo, había logrado que otra dama perdiese la bella sonrisa que irradiaba timidez y gentileza. Aquel semblante poco a poco se deformaba a uno que demostraba enojo e incomprensión; fuertes pisadas causaban que la nieve resonase y se levantase, con ira y cierta dificultad.
"¡Ansiedad y desesperación mis polainas!"
Aquella frase fue tan molesta en tantos sentidos, no había cupo en su comprensión como para entender aquel comportamiento tan infantil que demostraba la fémina, ¿Qué sabía ella acerca de la ansiedad y la desesperación que sentía? Era demasiado joven, sus problemas personales estaban lejos del parámetro normal del dragón. Soltó un quejido desde su garganta, uno que resonó fuertemente, advirtiendole a la contraria que no se acercase a él.
No hubo tiempo suficiente para que aquel quejido fuese escuchado por la menor; el dracónido sólo pudo divisar como la otra se preparaba para hacer un movimiento, provocando que él se tensase al notarlo...¿Qué haría? Sin más, la vio saltar hacia él, una licántropo de aproximadamente un metro con cincuenta saltando hacia un dragón de quince metros. No se inmutó ante aquello, pero le parecía incómodo, inusual y poco convencional; no lograba entender la finalidad de esa acción y mucho menos comprendía lo que parecían ser los círculos sobre su piel con la frente ajena ¿Era algún tipo de reconforte? ¿Le estaba teniendo lastima?... Lo pensó seriamente, y con calma levantó la parte superior de su cuerpo, provocando que la nieve cayese lentamente de algunas partes. Su cabeza en alto y un semblante tranquilo, observando en silencio hacia la dirección en la que el sol comenzaría a asomarse. Lo admiró con calma unos cuantos segundos, ignorando a la joven que tenía encima; no deseaba verla porque seguramente terminaría más molesto que antes. Ese era su plan, pero las palabras que salieron de aquellos labios colmaron su paciencia y quebraron su razonamiento.
"¡Toda la vida debe de ser protegida, eres valioso a tú manera!"
Era mentira, no quería escuchar blasfemias como esa, no necesitaba la compasión de nadie. No quería. No, debía escapar. No era valioso, él bien lo sabía, siempre le fue dejado en claro que era sólo un error, uno como su difunto padre. Todo era mentira. El dragón sintió ansiedad y nerviosismo, debía arrancarse esa sensación en cuanto pudiese. Ladeo con lentitud su cabeza, intentando mantenerse tranquilo como siempre, procurando no lastimar a la mujer que se encontraba aferrada a él, tenía que suprimir y ocultar, como siempre, aquellos pensamientos vagos que le ofuscaban y le carcomian. Pero no podría, pues al instante sintió un suave golpe contra su cuerpo, y nuevas palabras salieron de aquella inocente boca.
"¡Así que no te des porvencido aún!"
Sus pupilas se contrajeron con sólo escuchar aquella frase que no sólo buscaba su binestar, sino que también demostraba preocupación. Clavó su mirar en la licantropo que derramaba lágrimas en vano y dejó escapar aire por sus fosas nasales, molesto; ya no lo soportaba.
- Basta...No siga... ¡ES SUFICIENTE! -
Habló con fuerza y un tono además de cansado, molesto. Mostrando un lado suyo que hace tanto no explotaba, más salvaje y natural. En cuanto dijo aquello, soltó un fuerte rugido desde lo más profundo se su alma, cuál rechinido metálico lastimando los tímpanos de los ajenos.
Las vibraciones de aquel fuerte resonar desde su garganta eran notorias, tan fuertes que casi causaban que la tierra y la nieve sobre la que estaban retumbase. Buscaba quitarla de encima, no quería arrojarla fuertemente contra la nieve pues seguramente la lastimaria, aún fuera de sí, era ligeramente consciente de los daños que podía y era capaz de provocar, como hace años en aquel antiguo pueblo que destruyó por completo.
- Usted no sabe nada, y espero nunca sepa como es este asqueroso sentimiento. -
Le comentó entre aquel fuerte rugido, molesto e insistente sobre quitarsela de encima. No necesitaba su compasión y su lastima, no eran reconfortantes y mucho menos le ayudaban en algo, al contrario, sólo se sentía aún más débil consigo mismo.
- No necesito su lastima, ya he tenido suficiente de eso, todos los días es lo mismo. Lo que necesito es terminar con todo, si aún sigo aquí es por mero capricho y debilidad. Hice la promesa de esperar pacientemente a que la muerte llegase naturalmente, pero ya no aguanto... Necesito estar con esa persona, los necesito antes de perder la cordura que me queda...- Murmuró con asco, no podía poner en palabras tantos sentimientos confusos. Odiaba sentir, las emociones y los sentimientos sólo le impedían continuar en su labor y en su vida diaria. Estaba enojado consigo mismo, pero en tal momento parecía demostrar enojo con aquella joven que sólo se preocupaba por un desconocido.
- Usted... se parece demasiado a ella, y eso me preocupa, sólo me recuerda lo innecesario que son los sentimientos...- Fue lo último que dijo, poco expectante. Su cabeza daba vueltas y su cuerpo pesaba, se sentía débil, tenía que huir cuanto antes... Debía volver a la mansión de su Lord antes de que diese la hora.
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Blitz
La Resistencia
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Post by Blitz on Nov 2, 2017 16:42:49 GMT
-"Es hilarante que diga eso, es decir, soy un dragón que se caracteriza por no tener extremidades...solo alas"-Sin querer, tratando de contener una risotada ante la inesperada observación, terminó emitiendo un bufido, similar a lo que un cerdo hubiese echo. La jóven era conciente de ello, pero le restó importancia, no era un gesto maleducado, aunque tampoco precisamente muy atractivo, sin embargo, la risa era algo que no podía controlarse. Se quedó unos segundos en silencio luego de esoy súbitamente estalló un una cascada poderosa de carcajadas.
-"¡¡E-es cierto!!"- sus pequeños caninos ya eran completamente visibles-"¡N-nisiquiera sé si eso fué ofensivo en algún aspecto cultural de los dragones!!"- dándose cuenta de que eso podía ser malinterpretado, se apresuró a agregar -"¡P-pero yo creo que es un ser igual de fascinante!"-
Era difícil creer que habían tenido una conversación así minutos antes. Ahora no había rastro de aquella conversación amigable. El potente rugido que emanó del gigante paralizó a la jóven licántropa, haciendo que encogiese sus hombros para tratar de cubrir sus sensibles tímpanos sin soltar su hocico. Este sonido no podía compararse a nada que hubiese escuchado antes; Blitz estaba más que acostumbrada a los penetrantes aullidos que resonaban en la calma de las noches de luna llena, a los llantos que escalaban en chillidos de las crías cuando tenían pesadillas, incluso un buen tiempo atrás, los bramidos de los cañones dentro de los campos de batalla que tuvo que bordear en su peregrinación hacia Mirovia eran los primeros en su lísta de "sonidos poco placenteros", pero jamás pensó que llegaría el día que escucharía el rugido de un dragón, y mucho menos de tan cerca.
Podía sentir como aquella infernal melodía desgarraba, figurativa y literalemente, todo su ser. No había forma de evadirlo, ni de protegerse a no ser que ella decidiese saltar a terreno nivelado nuevamente. Pero aún si esto le llevaba a perder su don especial, su audición, su terquedad la mantuvo en su lugar, haciéndole gritar a la par que el rugido fue emitido. Es lo único que podía hacer, aullar. Dejar que el dolor que se hacía presente en su cráneo fuese liberado de alguna manera. Pequeñas cuentas transparentes se hacían presentes en la comisura de sus ojos, así que los cerró con fuerza para hacerlas desaparecer.
-"Usted no sabe nada, y espero nunca sepa como es este asqueroso sentimiento."-
Fue su error, ella no debió haber sido tan directa, tan poco sensible a los problemas que el dracónico pudiese estar enfrentando. Su intención no había sido esa, pero había terminado siendo grosera e insensible a sus ojos. La vergüenza empezaba a hacer que perdiese la sensibilidad ante el frío, su rostro estaba encendido ligeramente y estaba segura que el viento helado no tenía nada que ver.
-"No necesito su lastima, ya he tenido suficiente de eso, todos los días es lo mismo. Lo que necesito es terminar con todo, si aún sigo aquí es por mero capricho y debilidad. Hice la promesa de esperar pacientemente a que la muerte llegase naturalmente, pero ya no aguanto... Necesito estar con esa persona, los necesito antes de perder la cordura que me queda...-"
Las vibraciones creaban ondas en la nieve bajo ellos, y la masa nívea empezaba a ceder sin oponer resistencia alguna, y para cuando el ser hubo terminado su explosión, el claro había quedado tan afectado que se podía ver brotes del césped que hasta hacía unos momentos había estado bajo, al menos, unos 50 centímetros de nieve fresca. Sin embargo, ella no tuvo tiempo para notar estos detalles, sus alrededores empezaban a perder definición y por unos segundos no pudo distinguir ninguna forma en concreto porque todo se había convertido en un torbellino de blanco, negro y rosa. La fuerza en su agarre ya hacía mucho había cedido, para cuando el arcano empezó a menear la cabeza, probablemente tratando de deshacerse de ella, Blitz ya no oponía resistencia alguna.
Sin poder hacer que sus músculos respondieran a sus comandos, pudo sentir como su cuerpo resbalaba con cierta dificultad hasta lo que podían ser las fosas nasales de su acompañante. Se sentía como una muñeca de trapo, un silbato sumamente agudo estaba incrementando en intensidad dentro de sus sienes, y un temblor recorrió su cuerpo cuando por un momento le costó enfocar la visión en un solo punto.
-"No, no voy a desmayarme. No ahora. ¡Combátelo! ¡Stark sein, Berit!."-
Con mucha dificultad, intentó buscar apoyo en sus codos para poder retomar su posición original, pero el dracónico se movía con tanto entusiasmo que era muy difícil mantener el poco equilibrio que aún le quedaba. Podía sentir como su cabeza se ladeaba hacia la derecha, como si sus hombros no pudiesen resistir el peso, o incluso como si la gravedad estuviese reclamando su ser para ser engullido por la nieve. No podía permitirse eso, no cuando ella tenía que compensar de alguna manera al ser a quien había ofendido con su actuar. Ella era una chica simple, de campo, que había vivido gran parte de su corta existencia en la sombra de los bosques. Su personalidad explosiva la llevaba a atacar antes de pensar dos veces, escuchar a su instinto animal era más natural para ella que sentarse a meditar si había una mejor manera. La inexperiencia que ella cargaba en hombros se hacía presente, no solo en el campo de batalla, sino tambien en las relaciones que ella creaba con otros. Era realmente un misterio para ella como las personas podían aceptarla, probablemente todos tenían en mente que ella no era más que una cría, una mocosa sin modales o conciencia básica. Un animal. La pelinegra no tenía dentro de sí el conocimiento de etiqueta básico, tal vez en verdad había ofendido al gigante con su actitud...pero
-"No... te equivocas...no es lástima..."- Ups, se había olvidado usar las palabras formales. Blitz no podía escuchar el tono que brotaba de sus labios, era como escucharse a la distancia y con algo amortiguando el sonido. Parte de ella temía que esto significase perder la audición por un momento, si es que no para siempre, así que esperaba sonase calmado y no aterrorizado, aunque estaría mintiendo si no reconociese que ni ella misma estaba segura de lo que estaba sintiendo en este momento -"La diferencia entre...uno...y otro..."-levantó lentamente una de sus manos y acarició con suavidad el área más cercana -" Yo...yo no creo ser mejor que nadie"- dando una amarga sonrisa, agregó - "Ese sentimiento... no proviene de otros, sino de uno mismo... la lástima es una ilusión... nace porque usted se percibe inferior."
Podía sentir como el mundo a su alrededor empezaba a desacelerar y los árboles dejaban de verse tan amenazadoramente inclinados. Cerrando los ojos por un momento para poder concentrarse en la respuesta del gigante, no pudo evitar notar como el palpitar de su corazón ahora resonaba en sus tímpanos. Era lento, esporádico, su pulso parecía estar bien pero no tenía idea de la condición de su aparato interno. Usando la misma mano con la que segundos antes había estado palmeando la superficie, no sin dificultad, la llevó a un lado de su rostro para cubrir con su palma parte de su oído izquierdo. Sus pensamientos quedaron olvidados cuando las siguientes palabras fueron emitidas:
-"Usted... se parece demasiado a ella, y eso me preocupa, sólo me recuerda lo innecesario que son los sentimientos..."-
Que lástima que no pudiese captar sutilezas como el tono o gravedad de su voz, no tenía manera de distinguirlo ahora, no mientras todo continuase siendo un sonido amortiguado. Sin embargo, agradeció internamente a la Luna por poder comprender, al menos, los vocablos. A lo que su acompañante trataba de referirse era algo que ella no podía comprender, pero parecía que era algo sumamente importante, y doloroso. No pudo evitar sentir una punzada en algun lugar de su pecho, no había sido su intención llevar a este magnífico especímen de la naturaleza a recordar cosas poco placenteras, aunque no sería la primera vez que ella fuese responsable de crear memorias nada agradables. Su forma de expresarse siempre había sido el principal problema, ella era demasiado tosca, no era una dama... ella era una orgullosa hija del bosque.
-"Lo siento..."- emitidas en un susurro, esas simples 2 palabras deberían haber sido prounciadas antes, pero mejor era tarde que nunca -"No quise...lo siento..."- tratando de ofrecer su sonrisa más brillante, trató de calmar al ser que visiblemente estaba entrando en pánico. Ella no quería que se fuera aún-"Yo...no puedo ser esa misma persona...porque en esta vida, no hay dos seres iguales...yo soy yo. Yo no tengo una copia...ni busco imitar a nadie más...mi nombre es Berit Von Ströngheim..." su cerebro no atinaba a formar una oración mucho más elaborada, porque empezaba a sentir una extraña calidéz empezar a recorrer su rostro. ¿Lágrimas? Levantando perezosamente la mano que cubría su oído, enfocó los ojos para observar que es lo que sus dedos habían capturado.
Carmesí.
Sus dedos escurrían con un un fino hilillo de algo que indudablemente, era sangre.
Occ: Stark senin = Sé fuerte
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Post by Ivka Lawson on Nov 4, 2017 19:15:36 GMT
Ciertamente su cabeza se encontraba en otro lado, sus pensamientos eran turbios cuál río fluyendo. No había salvación en dichoso momento en que el sol comenzaba a asomarse, el dracónido poco a poco comenzaba a captar más de su alrededor; distinguía los colores brillantes que tanto detestaba pese a todo el movimiento que seguía provocando para sacar a la fémina de encima suyo. Lamentablemente estaba hundido en sus pesares, egoísta y sin remedio permanecía en tal situación molesta e infantil; situación en la que sus propios rugidos le impedían escuchar adecuadamente la débil voz de la fémina, quien sufría ante aquel desgarrador sonido.
" ¡Deja de producir ese asqueroso sonido! ¡Maldita sea! "
Frases que dolían nuevamente, y los recuerdos resurgian atormentando con la insistente sensación de quemaduras y golpes. Estaba harto, debía guardar silencio para no recuperar esa sensación, debía acallar esos rugidos una vez más para no ser lastimado... No, esta vez era diferente, esta vez él no sería reprendido. Debido a ello que poco a poco comenzará a bajar el tono de su fuerte resonar, ¿Cuántos años habían pasado que no liberaba su verdadera voz? Estaba aliviado, pero ese alivio se esfumaba en el instante en que podía comenzar a distinguir una débiles palabras, palabras que venían con dificultad de aquellos labios de la fémina, los cuales sólo se movían con dificultad por la fuerte helada que se avecinaba. Aquel fino rostro de color rojizo le hizo comprender que la estaba lastimado, y esas lágrimas le herian más que cualquier daga clavandose en su ser; lo había hecho de nuevo, había herido a alguien más por mero egoísmo. Esta vez el se salvaba del castigo, pero alguien más sufría por su culpa.
"Lo siento"
Fue lo único que pudo escuchar, y sin más, cerró los ojos con fuerza, intentando no ver lo que pensaba que sería un semblante molesto y asustado por parte de la joven para él... Pero nuevamente escuchó las mismas palabras, a lo cual sólo reaccionó confundido, ¿Qué sucedía? ¿Por qué seguía disculpandose? Abrió sus ojos para ver que pasaba, pero lo que vio hizo que sus rugidos acallaran por completo y sus movimientos forzados se detuviesen en seco.
Una sonrisa, eso vio. Tan cálida, tan sincera... Tan dolorosa.
Todo fue silencio en cuanto vio eso, su cabeza dejó de procesar adecuadamente el exterior y sus pupilas se contrajeron a tal grado que aquella pupila no era más que una fina línea color negro, amenazante. Surgió un silencio bastante incómodo, lo que ella diría después o los ruidos que él mismo podría provocar, nada de eso le afectaba, todo estaba silencioso y su mirar poco a poco se distorsionaba.
Comenzó a moverse, veía a la fémina mover sus labios pero no captaba aquellas palabras. La nieve caía de su cuerpo y sus alas intentaban liberarse del dolor. Todo tembló por un momento, estaba volando ahora, aquellas quemaduras no provocaron daños graves que impidiesen su cometido. Tenía que huir, ¿Ya era hora de volver? Sus enormes alas se movían al compás de la brisa helada, y la nieve poco a poco dejaba ver lo que antes solía ser pastizal claro. Ya no deseaba estar ahí, había comprendido algo que hace años tenía en duda.
Él era el problema, y para evitarle problemas a otros, debía alejarse de la posibilidad de relacionarse con ajenos. Ya no quería involucrarse con nadie más, no quería herirlos y resultar él herido por ello. Estaba dispuesto a abandonar esa parte "humana" que había aprendido sólo para lograr su cometido, después de todo, ya no era necesario que formase parte de la sociedad, eso estaba claro.
Nadie es indispensable.
Pero sobre todo, ya no quería salir lastimado, y lo lograría a cualquier costo. El fin justificaba los medios.
Debía apartarse de esas emociones que tanto le afligian y le confundían.
Con fuerza impulsó su cuerpo y comenzó a volar, a una altura baja para lo que estaba acostumbrado, dejando que la fémina siguiese encima suyo. No le importaba nada, tenía que irse pronto, estaba desesperado. Mientras aleteaba sus ojos permanecían fijos en la nada, provocando que chocase con algunos pinos y pequeños montes. Estaba perdiendo el equilibrio pero no le importaba, estaba ligeramente inconsistente; no fue hasta que la voz de la fémina lo regresó a la realidad.
"...mi nombre es Berit Von Ströngheim..."
Volvió en sí por un momento, pero fue demasiado tarde; estaba a punto de chocar por estar disperso.
Ella... ¿Había dicho su nombre? Entonces era verdad, ella no era Mhery.
Abrió su hocico debido a la sorpresa de la posibilidad de chocar, y sin pensarlo dos veces, giró su cuerpo y dejó que este chocase contra lo que parecía ser un enorme risco cubierto de nieve. El impacto fue bastante fuerte, tanto que soltó un gemido ahogado ante aquel golpe imprevisto. Era doloroso, pero se había abandonado hace tanto tiempo que la posibilidad de quejarse aún más ya no era posible.
Estaba resignado.
Ambos comenzaron a caer, el dracónido estaba semi-consciente ante tal situación, pero mientras caía, parecía que el tiempo comenzaba a congelarse para él... Había silencio nuevamente... Pudo ver sangre en la pequeña mano de la licántropo que también caía a su lado. Y sin más, sus párpados se rindieron ante el cansancio por un momento, y para él, el tiempo se congeló por breves instantes, instantes en los que permanecía despreocupado de lo que se avecinaba.
Nada importaba más en ese momento.
...
Fuertes sonidos de campanas aturdieron su cabeza, de un lado a otro, desgarrando fuertemente lo que parecían ser buenos recuerdos. Había un evento en la plaza principal de aquel pueblo.
No, no era un evento. Era un castigo, una sentencia.
"Recuerda la promesa, así que... no llores. Te estaré esperando."
Continuamente me pregunto, ¿Por qué no tuve el coraje suficiente para impedir aquello?
Constantemente me culpo por aquel incidente, y ciertamente fue mi culpa. Por mi culpa él murió, y aunque pude haberlo salvado para escapar con ellos, con Mhery y con Haize... No lo hice. Entonces...
"Vendré por ti cuando sea el momento...Ivka. " ¿Por qué no impedí que sucediera eso? ... Para cuando me di cuenta, todo mi ser se congeló por completo.
Tuve miedo. Pero... ¿De qué?
Quizá no quería afrontar la incertidumbre de formar una vida con alguien más, quizá... No quería dejar de ser amado en algún momento para después ser desechado. Quizá...
Sólo quería que esa persona fuese mía. Y por culpa de esa paranoia y ese egoísmo, los perdí a todos...
Yo soy la principal causa de mis problemas.
Yo era el problema.
Y por eso los perdí, a la par que me perdí a mi mismo.
Yo soy el problema.
...
Algo se quebró, algo que el dracónido resintió en cuanto abrió de golpe los ojos, volviendo al momento de la realidad. Sorprendido intentó recuperar el vuelo, pero era peligroso para él y para la menor. Movió su cuerpo bruscamente intentando optar por una posición menos arriesgada en la que aterrizar, pero el movimiento provocó que la fémina se soltase por completo de él.
"No..."
Sus pensamientos estaban claros, ya no quería salir lastimado a cualquier costo, pero... aún era débil. No podía dejarla caer, seguramente le pasaría algo grave, y aunque no la conocía, no quería eso. Tuvo miedo, y su cuerpo se congeló, al igual que hace tantos años.
" No... No, no dejaré que pase de nuevo..."
Se repetía en sus adentros con insistencia y enojo, no quería provocar más pérdidas que sólo le harían sentirse peor. Pero, el había causado todo eso. La verdad estaba frente a sus ojos, la clave era no necesitar de nadie más, no involucrarse demasiado.
Esta sería la última vez.
- ¡Berit! -
Gritó con fuerza su nombre, y en un parpadeo, el enorme dragón comenzó a transformarse en los aires. Aquel enorme cuerpo parecía derretirse mientras caía, formando una sustancia color negro, espesa y algo grotesca. Mientras seguían cayendo, ya cerca de la nieve, el dracónico estiró su brazo derecho hacia la pequeña dama, intentando alcanzar con desesperación aquel pequeño cuerpo que parecía dejarse vencer por un inminente final. Ivka mordió fuertemente su labio inferior debido al esfuerzo que estaba haciendo, sin más, dejó su transformación a medias para servir de escudo, su forma fated serviría de algo. Estaba ansioso y desesperado, no quería que ella sufriese... No por su culpa, no lo merecía, no después de haber sido tan gentil.
- ¡BERIT! -
Gritó nuevamente su nombre e hizo un último esfuerzo, impulsando con fuerza su cuerpo hacia adelante con ayuda de sus alas. En un parpadeo su mano llegó a donde la ajena, la había alcanzado. Sin dudarlo por un instante, la jaló con fuerza hacia él y la abrazó fuertemente para protegerla del golpe que estaban a punto de recibir. No tenía tiempo para transformarse nuevamente. Velozmente giró su cuerpo, dejando a la menor encima para que no sufriese demás ante el impacto.
Tenía miedo, pero estaba más motivado que antes, pues no quería repetir el mismo error del pasado, esta vez, sería diferente. Esta sería la última vez que se preocuparía por alguien más de tal modo.
No estaba preparado para todo eso, pero estaba resignado, y pasase lo que pasase... Estaba bien con ello, después de todo, el dragón deseaba terminar con su vida. Sin preocupación alguna apegó con fuerza a la chica hacia él, a la par que cerraba sus ojos con lentitud. - ... Verlass mich nicht....- Fue lo único que le pudo susurrar en tal situación con una muy leve sonrisa, una sonrisa que si bien no era tan sincera... Era demasiado convincente para engañar. Aquellas palabras eran lo único que sabía decir en esa lengua extraña que solía hablarse en el pueblo que vivía, era lo único que su madre adoptiva solía decir... Era lo único que el amphitere podía pedirle a la licántropo que había lastimado, en ese momento era lo único que deseaba.
Después de haber soltado tales palabras, hubo silencio de su parte. Lo único que pudo hacer fue dejarse llevar, liberando de la tensión que oponía a la caída. Su cuerpo estaba listo para el aterrizaje...
Me pregunto... si mi yo del pasado estaría decepcionado al ver en lo que me convertí después de perderme en la obsesión.
Una pregunta inocente surgió en su mente mientras caía... No habría respuesta nunca. Y después de unos segundos... ambos cayeron en la nieve, el dragón amortiguando el golpe para la menor, resistiendo con fuerza tal golpe pero resistiendo con terquedad las consecuencias.
Hubo silencio.
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Blitz
La Resistencia
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Post by Blitz on Nov 6, 2017 5:21:34 GMT
Sus palabras, lejos de de calmar al dragón, terminaron por empeorar la situación.
Todo se convirtió súbitamente en un torbellino incomprensible de colores, y se vió forzada a cerrar los ojos, tal vez con más fuerza de la necesaria. Esa no fue la mejor opción, ahora que tenía bloqueado ese sentido, los demás se agudizaban, su oreja izquierda continuaba palpitante, ciertamente no iba a parar de sangrar pronto si no se tomaba un tiempo para respirar adecuadamente y facilitar la cicatrización, no se encontraba precisamente concentrada para comandarle nada a su cuerpo. El tajante sonido del viento que se colaba entre sus mechones rebeldes la trajo de vuelta a la realidad, junto con las copiosas cantidades de nieve que empezaban a amontonarse sobre sus ropas. No era una brisa gentil, sino más bien una ráfaga violenta. En el medio de su frente podía comenzar a sentir una indeseada presión, que lentamente incrementaba su intensidad, como si estuviese siendo levantada y su cabeza estuviese cortando el aire a su alrededor ¿estaban acaso ganando altura?
No, no, no, no, no.
No.
NO.
Haciendo su mejor esfuerzo por contener los gritos que querían escapar desde lo más profundo de su garganta, ella solo podía suplicarle a la Luna y a cualquier dios que pudiese escucharle que por favor, su acompañante no decidiera deshacerse de ella en ese mismo instante. Nunca antes había sentido algo similar, de por sí subir a la copa de los árboles cuando estaba en rondas de vigilancia era demasiado para ella a veces; el vacío que se generaba en la base de su estómago y le daba esa sensación de que en cualquier momento su rostro podía terminar enterrado en el pavimento le aterraba. El no poder sentir barreras a su alrededor que la mantivuesen segura, protegida, a salvo...era aterrador.
¿Acaso era tan indeseable?
Aún con los ojos cerrados, tratando de respirar por la nariz en lugar de agrietar más sus labios tratando de tragar aire, Blitz se dio cuenta de que su cuerpo se había congelado por completo. Una cosa era perder el control momentáneamente debido al shock inicial, eso era comprensible, y hasta cierto punto, entendible...pero era como si su cerebro se hubiese apagado por completo, volviendo sus extremidades completamente vulnerables y a merced de la nada. Estaba bastante segura que moverse al igual que una frágil hoja no era para nada una buena señal. En absoluto.
Podía sentir sus pupilas gravitar hacia el interior de su cráneo, su mandíbula incluso aflojó su mordida y el viento empezaba a colarse sin piedad entre sus colmillos, cortando ligeramente sus mejillas por dentro. Ni siquiera era capaz de crear saliva para proteger de alguna manera su sensible lengua, y eventualmente también perdió conciencia de ello también.
-”No...no….no puedo morir en un lugar así”-
Y fue en ese momento en el que comprendió que era ese sentimiento tan incómodo, esa sensación incierta que empezaba a engullir cada uno de sus órganos, ocasionándole un terrible escozor.
Era miedo.
Ella apenas si lo había conocido hacía instantes. Él no tenía ninguna obligación de ayudarla, escucharle o ser cortés, mucho menos después de su pequeño exabrupto. Antes de que ella pudiese decir algo más, un serpenteo la tomó de imprevisto. Al igual que una persona buscando eliminar una comezón, el ser probablemente buscaba librarse de ella para recuperar su equilibrio.
El movimiento realizado por el gigante eventualmente terminó cumpliendo su cometido, los dedos congelados de la joven pelinegra no resistieron más y cedieron por completo, dejándolo en libertad y perdiendo su única ancla, su único punto seguro en medio del aire. Todo sucedía en cámara lenta para ella, al desprenderse fue como si el tiempo se hubiese detenido por un momento, y desde su punto de vista el dracónico empezaba a gradualmente volverse poco a poco más pequeño en aquel mar cerúleo, los escasos rayos le daban un hermoso halo a la figura de su verdugo.
Estaba bastante segura que su cara en ese momento era bastante ridícula, probablemente sus ojos gritaban lo que su cansada garganta no podía, y que sus labios formaban una diminuta “o”; ¿qué es lo que había esperado después de todos los problemas que había causado? No solo lo había insultado, sino que también había roto bastantes normas sociales por acercarse de manera nada recatada o propia para una señorita. ¿Abrir su abrigo?, ¿darle cabezasos?, ¿acariciarlo como si de una pequeña salamandra se tratase?
Que estúpida.
Por supuesto que este era su castigo, siempre metía la pata con su actitud tan desesperante, tan patética, tan sedienta de cualquier pizca de reconocimiento que ignoraba por completo lo que otros sentían. Ella era así, era egoísta e infantil, no tenía un futuro real porque conociendo su propio temperamento, jamás llegaría a significar nada o marcar una diferencia de entre los miles de arcanos que vagaban por la Tierra. Ella no era especial, como siempre ella terminaría involucrando a otros en sus charadas sin sentido, obligándolos a entablar una conversación con ella.
”Tu siempre fuerzas a los demás a hacer cosas que no quieren”
La lluvia de recuerdos que empezaban a invadir su mente no podían ser detenidos, si estos eran sus últimos momentos lo más lógico era revivir todas las cosas que tuvieron alguna relevancia para ella. Sin embargo, ella no podía escapar de los oscuros pensamientos que empezaban a envenenar su razonamiento.
-"Si hubiesemos molido las hojas de menta, la pomada hubiese sido más fragante y podría haber causado incomodidad al paciente"- al darse cuenta de que estaba "corrigiendo" a su maestra, se apresuró a añadir mientras jugueteaba con una de las tantas flores recogidas entre sus dedos -"¡N-no estoy tratando de insinuar que sé más que usted, ah, solo qué pensé...yo pensé..."-
Como siempre, ella llevándole la contra a todos, siempre colocando excusas y sugerencias que nadie le pedía, ¿por qué era así? Horas antes había huido de la caravana porque ella a veces era demasiado sobreprotectora y exigente. En ese entonces podría simplemente haber respetado la receta original, pero no. Ella deseaba, ansiaba, que Shinaja’e se sintiese orgullosa y la llenase de elogios. De aprobación.
Como una madre lo haría.
-"¿Sieg?"- moviendo su pequeño cuerpo de lado a lado, como si estuviese danzando sin música, continuó -"¿Sieg? ¿Cómo en "victoria"?"- en un impulso, tomó con su mano libre una de las suyas, dándole un pequeño apretón- "¿Bist du auch deutsch?"-
Esa tarde ella no dudó en traspasar el espacio personal del cazador. Él probablemente la vió como una mocosa entrometida, y además lo forzó a hablar en otra lengua, que gracias a la Luna sí comprendía y manejaba, incluso un poco más fluente que ella. Quería que la tomase en brazos y se pusiese contento de haber encontrado a una cachorra que fuese igual a él. Al menos de procedencia.
Como un padre lo haría.
-"¡Pues espero verte más seguido, hermano"- sus ojos verdes brillaron con alegría- "A ambos, ¡porque tengo en mente muchas más!"- rascándose la mejilla izquierda con el índice, agachó un tanto avergonzada la cabeza -"Con mucha menos producción, esto debe verse realmente extraño...hijos de la luna comiendo a campo abierto como si de un picnic se tratase...haha"-
¿Era posible sumirse aún más en estos recuerdos tan vergonzosos? Por supuesto que ninguno de ellos dos volvería a aparecer en aquel claro, siendo licántropos adultos ellos no necesitaban que una chillona cachorra que ni siquiera podía cazar un venado apropiadamente les forzase a sentarse con ella a comer. Ella solamente quería ser bañada en felicitaciones y palabras cálidas de reconocimiento.
Como un hermano mayor lo haría.
Al darse cuenta de todo esto, Blitz empezó a sentir como algo dentro de su corazón se rompía en millones de pedazos, y a medida que continuaba cayendo trataba de imaginar cómo se vería si estuviese hecho de papel y estallase en una lluvia multicolor de estrellas y residuos de colores brillantes. Porque a pesar de lo asqueada que estaba de sus enfermizos pensamientos, ella trataba de convencerse que al menos una parte de ella si era hermosa. Su interior probablemente no era tan brillante ni bonito, pero su imaginación delirante al menos era efectiva para esto.
Para soñar con una familia que ella pudiese proteger.
Para creer, desesperadamente, que ella tenía su lugar en algún recóndito lugar de este mundo.
Para cuando la comisura de sus ojos empezaba a llenarse de aquellas cuentas transparentes saladas, ella pudo escuchar cada fibra de su ser gritar que las cosas no podían terminar así. No era justo, todos a los que ella conocía habían vivido al menos una centena de años, ya sea dentro del santuario o fuera de el. Cada quien tenía una historia rica, llena de momentos felices, momentos dolorosos, momentos que, de alguna u otra manera, les habían dado la oportunidad de ser alguien. ¿Y eso donde la dejaba a ella? Todo le había sido arrebatado de un solo golpe.
La casa donde ella había dado sus primeros pasos y donde habían estado todos sus juguetes no era más que una pila de ceniza que hacía mucho fué arrastrada lejos por el viento, sin dejar ni un solo recuerdo para ella. El parque donde tuvo que despedirse de su padre para siempre fue el mismo lugar donde asesinaron a latigazos a todos los miembros de su anterior manada que pudieron encontrar los aldeanos, el césped en el que alguna vez ella se tendió para recibir los genitles rayos del sol, donde los niños solían jugar con ella, donde su madre vendía sus horribles y cálidos mantos. El bosquecillo de mirlos que antes escondía el camino secreto a su base secreta terminó siendo talado mientras un puñado de hombres armados le trataban de seguir la pista luego de haber herido a un leñador por haberlo confundido con un vampiro.
"¡Eres tan problemática a veces, Berit! ¡No puedes simplemente arreglar las cosas con un lo siento cada vez que estropeas algo!, te amo hija, pero a veces en verdad me decepcionas con tu actitud”
Y aún así, después de haberle dicho todas esas cosas, su madre terminó empalada justo frente a sus narices. Si ella hubiese estudiado algo, si hubiese decidido hacer algo con su vida a parte de entrometerse en los asuntos que no le incumbían, si tan solo hubiese sido más madura… ella podría haber sido de ayuda en ese momento.
El universo no le dejaba atesorar a nadie ni nada.
La única razón por la que no opondría resistencia a este final, era porque si de alguna manera con esto podía pagar todas sus insolencias, que así sea. Esta mentira, sin embargo, no podía ocultársela a su corazón. Ella no quería morir. Ella quería vivir al menos para poder formar una familia por su cuenta, para poder dejar su marca en alguna parte, donde fuese.
-”Quiero ser especial”-
Vaya que era egoísta.
Sus alucinaciones no tenían comparación, eran tan delirantes al punto de que casi podía ver como el dracónico se inclinaba hacia ella. Si, claro.
Cerrando sus ojos, lo único que ella rogaba era un un final limpio, sin mucho dolor. Con que su cráneo llegase antes que todo su cuerpo, sería más que suficiente. Tal vez dejaría una salpicadura no tan elegante, pero la nieve rosa podría ser una rara y mórbida placentera vista para algunos. Lo malo es que seguramente su maestra tendría que recoger el cadáver para evitar ensuciar aquellas níveas tierras, y no podría darle un entierro apropiado si ella terminaba siendo un montón de carne molida y huesos fuera de lugar. Oh bueno. Los perdedores no tenían derecho a escoger sus derechos a la hora de saldar cuentas.
-”¡Berit!”-
Vaya, ¿acaso su enfermedad no conocía límites? Incluso hasta sus últimos instantes quería escuchar a alguien llamar su nombre, a pesar de tener un oído lastimado su mente insistía en ilusionarla. Una amarga sonrisa y un ceño fruncido que trataba de contener más lágrimas fueron su única respuesta. Decidió que podía darse un último gusto y desmentirse a sí misma.
-”Al abrir mis ojos no habrá absolutamente nadie”-
Al comienzo fue un poco difícil obligarse a enfocar correctamente todo a su alrededor, sin embargo estaba bastante segura de que aún si hubiese podido frotárselos, la visión del dragón negro que se encontraba a varios metros sobre ella desintegrándose no podría haberlo posiblemente soñado. La masa oscura que iba apartándose daba lugar a un rostro fino, una cabellera larga y albina que aún mostraba tintes negruzcos, y su cuerpo una vez sin extremidades e imponente, iba evaporándose en forma de pasta lodosa. El resultado final era una figura esbelta, pero que a la vez parecía sumamente frágil, nuevamente la iluminación a su alrededor le daba esa aura etérea, surreal.
-”Ein engel...”-
Esas palabras, sin saber cómo, fueron emitidas a duras penas como un susurro.
El ser parecía estar determinado a arrojarse junto con ella, y por un instante ella pensó que tal vez había cambiado de opinión y la tomaría para emprender vuelto, para dejarla en algún olvidado montículo para que ella misma regresase a casa, un último gesto de caballerosidad para luego desaparecer por completo. Pero luego recordó:
-”Él quería suicidarse”-
Probablemente iba a eliminarla primero, ella había arruinado su muerte después de todo. Sus orbes esmeraldas continuaban sin reflejar luz alguna, de por sí ya estaba en bastante agonía, la amabilidad a estas alturas estaba de más. Ella quería gritarle cuan arrepentida estaba, que lo sentía mucho, que había sido su error y que al menos ahora él podía hacer lo que quisiera sin nadie que le interrumpiera, ella estaba bi-
-”¡BERIT!”-
Alas infinitamente negras se contrajeron y el arcano estiró una mano de la misma coloración, todo su cuerpo parecía estar conformado por la misma paleta de colores, absorbiendo toda la luz, engulléndola como la noche. La vista era tan fascinante, y su tono tan apremiante, que inconscientemente la cachorra había dejado de llorar; lo único que pudo hacerla despertar de su estado de estupor fue cuando la copa de los pinos a su alrededor empezaban a doblegarse y azotar el rostro de quien momentos antes había sido un gigante dragón.
Entonces lo vió.
Ojos que parecían casi sin color alguno, contrastaban fuertemente con la esclerótica, también de un ébano profundo. Lo que había detrás de ellos, sin embargo, no era tan fácil de deducir. ¿Es esta la lástima de la que ella había hablado antes? Una mirada que era empática, pero a la vez cargada de melancolía. Moviéndose con desesperación para recuperar al menos el control momentáneo de su mano izquierda, trató de estirarse para alcanzarle y encontrarle a medio camino, tratando de facilitar lo que aparentemente era un rescate.
-”...No quiero morir”-
-”...¡No quiero desaparecer!”-
-”¡No quiero estar sola!”-
Cuando sus manos se conectaron, electricidad recorrió su cuerpo y fue como si ella hubiese recordado como respirar. Súbitamente todo era más escalofriante, la sensación de vacío en su estómago había regresado y cada vello de su nunca estaba erizado porque estaba bastante segura que a menos de 8 metros le esperaba una caída brutal que destrozaría, como mínimo, toda su espina. Trató de vocalizar algo, pero lo único que dejó escapar fue un gemido que podía interpretarse como el quejido de un perro que sabe va a ser castigado.
Con un movimiento vertiginosamente veloz, el ser intercambió lugares con ella a medio vuelo, colocándola sobre su pecho y aferrándose a ella con fuerza. Blitz ahora tenía un nuevo campo de visión, y por sobre la melena del albino ya era visible el punto de donde habían partido. Si continuaban así, ni siquiera la nieve podría amortiguar la caída y definitivamente iban a morir. Ella estaba desesperada por decir algo, por emitir alguna alerta o desviar el curso dentro de lo posible, pero no había tiempo.
Nunca había suficiente tiempo para reparar las cosas.
-”... Verlass mich nicht…”-
La joven quedó inmóvil por lo que a ella le pareció una eternidad.
3 metros.
¿Acaso era otra sucia ilusión? ¿Otra cruel jugarreta de su asquerosa y perturbada mentalidad infantil? Un extraño jamás emitiría esas palabras, jamás diría algo como eso su supiese lo que significaba… no, no era posible. Probablemente estaba copiando algo que había escuchado de otro extraño, era lo más razonable.
2 metros.
Adrenalina empezaba a circular por todo su torrente sanguíneo, la culpa fue lo primero en asentarse en su alma. Ella podía reparar esto. Solo necesitaba más tiempo. Ella podía redirigir su caída si se hubiese movido un par de metros mientras caía, al menos posicionándose sobre los pinos, sí...eso podría haber sido útil minutos antes.
1 metro.
No era justo.
No lo era.
Por fin encontraba a otra persona que hablaba su mismo idioma, era amable, una criatura mística que solo aventureros legendarios mencionaban en sus historias, bestias maravillosas que habían nacido de las entrañas de la tierra y dominaban los cielos. Alguien que podría haber sido su amigo. No sabía cómo era posible, pero más lágrimas empezaron a rodar por sus mejillas, incontrolables, y estas proporcionaron suficiente humedad en sus labios para que ella pudiese gritar con renovada fuerza, escondida en el umbral entre el cuello y hombro del arcano, desde lo más profundo de su corazón:
-”¡Vergib mir für meinen egoismus!”-
Antes de poder decir algo más, montículos de tierra, césped y nieve cedieron ante el impacto, crujiendo con violencia. Sus instintos le habían gritado que lo deje ir, pero sus manos continuaban firmemente atadas a su cuello, enredadas entre una maraña nívea. Finalmente pudo soltar la respiración que no sabía estaba conteniendo, y aceptó, sin oponer resistencia, perder la consciencia a medida que la resonancia en sus tímpanos incrementaba. Lo último que ella vio fue una sonrisa amarga, pero aparentemente sincera, plasmada en el rostro de aquel misterioso hombre. Su flequillo ocultaba cualquier otro rasgo físico, pero se aseguró de memorizar la cicatriz sobre el puente de su nariz.
La calidez que escurría de su rostro teñía las mejillas de su acompañante con pequeñas gotas carmesí. Él parecía no haber sufrido demasiado daño, aunque era muy difícil decir cuando la tierra no dejaba de girar, era hora de descansar y más tarde analizar la gravedad de las heridas de ambos. Blitz no tenía fuerza suficiente ni para sonreír, su cabeza simplemente terminó cayendo bruscamente cerca al cuello del arcano, susurrando:
-”...Da...he...im...”-
Occ:
Ein engel => Un ángel Vergib mir für meinen egoismus => Perdóname por mi egoísmo Dahemin => Casa
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Post by Ivka Lawson on Nov 13, 2017 14:29:15 GMT
"¿Qué signfica "Verlass mich nicht…” madre? ¿Por qué siempre se lo dices a papá? "
"Oh mi pequeño... Sólo... sólo se lo digo porque no quiero quedarme sola..."
"Pero yo estoy aquí, contigo. "
"Lo se... Pero con papá es diferente. Yo...temo por el día en que quiera irse por algo que yo haya hecho mal... No quiero perderlo porque lo amo mucho, pese a todo..."
"..."
"Algún día lo entenderás mi pequeño Ivka, espero que nunca tengas que pedirle eso a alguien. Espero que siempre permanezcas junto a quienes aprecias o consideras importantes para ti... Ojalá y siempre atesores ese sentimiento, aunque pueda ser confuso y aterrador, no te prives de querer a alguien..."
" No necesito a nadie más para ser feliz..."
" Ojalá eso fuese verdad... Se fuerte mi pequeño, no siempre estaremos juntos..."
" ..."Verlass mich nicht… mama..." "
" Du wirst nie allein sein, mein kleiner..."
Era doloroso tener que escuchar nuevamente aquella lengua que era confusa e incomprensible, palabras que le traían el recuerdo de su difunta madre y su incapacidad para entender por cuenta propia. Era verdaderamente lamentable. Un grito que pronunció fuertemente palabras desconocidas y confusas fue lo único que escuchó antes de que todo se nublase y se tornase color negro para él. Todo estaba tan oscuro y frío, un dolor indescriptible le invadía el cuerpo, pero pese a ello, su semblante mostraba tranquilidad.
Finalmente hubo silencio, pero era lo más tortuoso en ese momento, lo único que le causó más temor en aquel instante fue el no poder escuchar la respiración ni la voz ajena pese a que sus brazos le rodeasen con fuerza. Una extraña calidez surgió en sus adentros, podía sentir el fuerte rayo de sol sobre su rostro, era molesto pero... le daba cobijo gentil para no perderse en el abismo. ¿Estaba muriendo? Él no lo sabía, pero aún podía sentir el calor del cuerpo de la joven, era una sensación agradable, diferente.
Adictiva.
Ambos seguían con vida, pero resultaba tan doloroso.
Sus párpados se mantenían cerrados, pero inclusive, aún podía sentir la fuerte sensación de la luz del sol sobre ellos, con un color amarillento que poco a poco se estaba tornando blanco. Su inconsciente siguió con añoranza esa luz, ¿Cuánto tiempo había pasado en que no estaba en un lugar tan iluminado? Hace mucho, pues se había perdido a sí mismo en un abismo oscuro y frío, extrañaba la calidez sobre su cuerpo, añoraba esa sensación sobre su piel. Era extraño y a la vez agradable. Deseaba esa calidez para sí mismo aunque fuese por sólo un instante.
A pie descalzo seguía esa luz, pero conforme avanzaba, la misma se hacía aún más grande, sofocante y molesta. Estiró su mano para alcanzarla, ¿En qué momento había vuelto a su forma sellada? No lo sabía, pero él deseaba llegar a ella, y sin más, la alcanzó con desesperación. Ya no era un animal, sólo era alguien con vida. Alguien libre.
"Ciari... Andrya..."
Ambos le daban la espalda, otra vez.
"¡Madre!"
Abrió los ojos de golpe al pronunciar con su último aliento tales palabras, comenzó a respirar con dificultad y desesperación , no podía moverse pues se sentía ansioso y asustado. No, él no lo había dicho en voz alta, algo en lo más profundo de su ser gritó con desesperación al no ver una salida. Era tan sofocante permanecer oculto, pero no podía gritar, su cuerpo temblaba y su espalda se contraia con sumo dolor. La mujer permanecía encima suyo aún, únicamente podía mirarla y palpar suavemente la pequeña espalda de la ajena, asegurándose que no era una ilusión más.
- Berit...-
Susurró con suma dificultad aquel nombre, y sin más, dejó caer sus manos al suelo debido al cansancio. Estaba agotado, ya no lo soportaba más, otra vez se había salvado pero esta vez había sido para protegerla. ¿Qué lograba con todo ello? Nada. Ni siquiera sentía que fuese algo bueno, pues el lo había provocado. Sólo provocaba estupideces por sus problemas obsesivos. Era sumamente desagradable su forma de ser y de actuar, tan inconsciente y poco profesional. Tan ignorante de su propio sentir, tan anhelante de atención y cariño.
-Perdóneme...-
Las palabras se quebraban a la par que escapaban de sus labios, ignorante a la posibilidad de que la ajena siquiera escuchase su débil voz, debía escapar cuanto antes ¿Pero cómo? Ambos aún eran débiles, no podría dejarla sola en aquel lugar tan frío, pues seguramente se congelaria y moriría; tan débil, pequeña y solitaria. Por más que no se interesase en otros, ciertamente no deseaba que alguien más pasase por lo mismo que él, muy en el fondo aún había cordura y esa misma le permitía ser compasivo. No quería verla sufrir más, parecía ser demasiado joven para ello.
"Ella no merece esto... Simplemente debió haberme dejado ahí en la nieve..."
Sin más, el dragón comenzó a mover su alargada cola de entre los pequeños escombros y nieve que había debajo, liberandose con paciencia a la par que cuidaba el corto "sueño" de la licántropo.
"Duele, pero no tengo tiempo de esto, me lo merezco por haber fallado en tantas cosas...
Ah, me cuesta trabajo respirar..."
Hablaba consigo mismo en sus adentros, como si de una conversación se tratase, pero dejaba escapar quejidos acompañados de una tos un tanto ronca y forzada. Permanecía despierto mientras que maniobraba con su extremidad, intentando mover sus alas pero sin éxito alguno se limitaba a ver de reojo todo lo que le rodeaba, tan blanco y frío, sumamente hermoso aunque fuese tortuoso en dicho momento tan lamentable. Se ayudó de su brazo y su cola para intentar reincorporarse pero no podía, era demasiado. Él se sentía sumamente decaído y con pesadez, además de que la fémina aún se encontraba encima suyo.
"Ya es tarde..."
Pensó intranquilo a la par que desviaba su mirar al cielo, notando como poco a poco el sol iba asomándose cada vez más. Sería descubierto si no se apresuraba y ciertamente ver los rostros de las demás serpientes era lo último que deseaba, simplemente le provocaba asco pensarlo. Decidido utilizó su cola y con ésta lentamente sujetó la ropa de la menor, jalandola hacia arriba y por ende, moviendola con cuidado de encima suyo. Mientras que la alzaba, el dragón se percató de las lágrimas y la sangre que había en aquel fino rostro, al instante se quedó pasmado y sorprendido, no había palabras para describir esa sensación en su interior, como si algo o alguien estrujase su corazón y comenzará a clavarle ajugas. Tragó en seco, mirándola con dolor y sintiendo lástima por sí mismo, era tan horrible.
- Berit...-
Pronunció su nombre con cuidado nuevamente, intentando ver si había respuesta, pero sólo había silencio. Se puso nervioso. Aquello le dio un impulso, provocando que se reincorporase con suma dificultad pero con determinación. Estaba débil pero en cuanto pudo tomar buena posición dejó caer a la menor en sus brazos nuevamente, acercandola cada vez más a sí mismo.
-Abra los ojos... por favor...-
Suplicó mientras que posaba su mano izquierda en la cintura de la ajena y lentamente acercaba su diestra al fino rostro de la licántropo. Dejando ver una expresión sumamente débil y lamentable, atormentado ante la posibilidad de haber provocado lo indeseable. Dejando ver un lado suyo tan vulnerable.
-Berit...-
Sus palabras cada vez se escuchaban más quebradas y débiles, a punto de llorar. ¿Cómo había sido capaz de provocar algo así? ¿Por qué lloraba con ella, quien acababa de conocer? ¿Quien era ella ahora par él?... Ivka no obtendría respuestas en dicho momento, y dudaba de la posibilidad de obtenerlas después. Con cuidado sujetó con firmeza el pequeño rostro que tenía al frente y sin más, juntó su frente con la de la menor mientras que mordia su propio labio debido a la impotencia y la rabia que sentía en ese instante. Cerró los ojos con fuerza y se aferró a ella, y en cuestión de segundos, lágrimas por montones comenzaron a escapar de sus ojos, rodando con cuidado por aquel rostro pálido y cansado. Se limitó a llorar en silencio, únicamente podía escucharse su respiración algo agitada y la fuerte brisa del lugar. Hacia frío y sus dedos se estaban congelando, todo dolía demasiado.
Lloró, lloró como hace tanto no lo hacía. Lloró con angustia, dolor y temor, todo era una bruma de emociones tan horripilante.
¿Pero de que servía? De nada, absolutamente nada, sólo daba lastima y le hacía sentirse miserable, no merecía siquiera compasión de nadie, mucho menos de aquella joven tan inocente. Las cosas serían diferentes si ella simplemente hubiese seguido su camino, o si tan sólo él no se hubiese salvado en aquella mansión.
"Despierte..."
Pequeñas lágrimas caían en el rostro femenino, mezclándose lentamente con las lágrimas que ella ya había derramado por su culpa. El dragón alejó su frente de la frente de la menor y miró aquel semblante tan débil y asustado con dificultad unos cuantos segundos. Lucía tan bella pero tenía un semblante que no olvidaría jamás, lamentablemente por haberlo causado él. Con inseguridad llevó ambas manos al delicado rostro de la joven, silencioso y nervioso. Sujetó con calma aquella aterciopelada y fina piel que ahora estaba congelada y de un tono un tanto más pálido que antes, la miró nuevamente, deleitandose con su belleza antes de decirle adiós para siempre.
- Verlass mich nicht...-
Le suplicó nuevamente con dificultad, a la par que daba suaves caricias con sus pulgares en aquellos pómulos diminutos. Observando como aún respiraba pero no despertaba, percatandose de que sus lágrimas caían en aquellas mejillas tan coloradas y a la vez, congeladas por el mismo ambiente. Con atrevimiento seguía sujetando con delicadeza el rostro ajeno y antes de considerarlo siquiera, el dragón hizo un movimiento osado; acercó con sutileza sus labios a los de la fémina... pero antes de hacerlo se arrepintió. Únicamente desvió aquella acción y lentamente besó la mejilla de la licántropo, justamente donde había lágrimas. Besó con sumo cuidado aquella piel, deshaciendose de las lágrimas que había sobre esta y dejando que la mujer sintiese la calidez momentánea de su respiración que poco a poco comenzaría a congelarse.
Después de un corto momento, el dracónido comenzó a alejarse de ella, separando sus labios de la fina piel, unicamente para observarla nuevamente, palapando aquel helado rostro con sus manos. Lo analizó por un momento, lo que había sucedido y lo que acababa de hacer, además de lo que se hayaba haciendo en ese instante; sus asquerosas y horribles manos no tenían siquiera el derecho a tocar algo tan puro. Se percató de ello después de mucho, solamente fue capaz de soltarla con lentitud para no mancillar aquella pureza. La alejó un poco y sin más se dispuso a apoyar a la menor ahora sobre su hombro mientras que él la cubría del frío. Era lo menos que podía hacer, pero tenía miedo, miedo de que ella no despertase... Miedo de tantas cosas... Arrepentido de haberla conocido en tan penosa situación sólo decidió recargar con cuidado su mentón en la cabeza de ella. Esperando lo mejor y lo peor al mismo tiempo. Con temor.
Sus dedos estaban tan helados que ya no sentía el cuerpo ajeno, y su espalda con aquella herida tan grande sólo ardía. Pero poco importaba, su cabeza estaba en otro lado, sus pensamientos ahora sólo se centraban en el bienestar de la menor. En esos instantes no necesitaba nada para él, sólo quería que ella se salvase y no volviese a verlo nunca.
Ya no quería lastimarla más.
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Blitz
La Resistencia
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Post by Blitz on Dec 9, 2017 5:26:25 GMT
¿Siempre había podido respirar por cuenta propia? Jamás se había percatado de lo laborioso que era hacer funcionar sus pulmones hasta ese preciso momento, era como si sus costillas estuviesen hechas de piedra y restringieran el movimiento natural de sus órganos; la misteriosa presión, acompañada de dolorosas punzadas, la desconcertaban al punto que la joven no sabía con certeza si estaba viva o no. La presencia del dolor, y dado que su cerebro podía procesarlo como tal, quería decir que probablemente solo se encontraba entre los límites de la inconsciencia y el delirio.
“Probablemente porque estoy con un pie en el umbral de la muerte…”
No, no podía permitirse pensar de esa manera, ser pesimista jamás había sido lo suyo, ella era del tipo de personas que veía el vaso medio lleno, que veía una oportunidad en cada desastre y buscaba alegrar a los demás con trucos de magia baratos. Tratando de mantener la calma, y fallando miserablemente en el intento, Blitz trataba de identificar sus alrededores, pero aún ajustando su visión solo había oscuridad.
Era una sensación curiosa, de alguna manera podía sentir que ella no se encontraba realmente despierta, sino en ia especie de limbo, donde estaba más o menos consciente de su estado físico real, pero en su interior; su mente probablemente estaba tratando de opacar el dolor de sus heridas en una suerte de estado comatoso. Su maestra, Shinaja’e, le había contado de estos casos particulares en donde algunas pacientes experimentaban un tipo de “proyección espiritual”, un espacio que la ciencia no podía explicar y que era visitado por quienes se encontraban en peligro de no volver a abrir los ojos. Pánico empezaba a invadirla.
“¿Qué sucedió?...”
Nieve. Negrura. El sol naciente. Frío. El cielo. Sangre. Vértigo. Pinos destruidos. Impacto sobre la tierra. Un dragón.
Ella se había topado con un enorme dragón negro, el cual ella había molestado y terminó lastimando uno de sus sensibles oídos con un impresionante, y justificado, rugido, Instintivamente trató de elevar su mano izquierda, pero para su sorpresa ella no tenía brazos. O piernas. O torso.
“¡¿..?!”
Moviéndose violentamente de lado a lado, trató de desprenderse de lo que estuviese sujetando sus extremidades, sin embargo mientras más atención le prestaba a lo que la restringía, más detalles de este podía discernir. Era una masa viscosa, pastosa y pesada. Esta no podía ser su última experiencia antes de morir, se suponía debía ser un momento pacífico y lleno de recuerdos hermosos, o algo por el estilo.
La muerte no podía ser tan agonizante.
Blitz sentía que se hundía en arena movediza, cada vez que se resistía terminaba siendo sumergida con mayor vigor, la sustancia empezaba a bordear su cara; su textura era lisa pero al mismo tiempo gomosa y desagradable, podría jurar incluso que se movía con voluntad propia, buscando introducirse en sus orificios nasales, amenazadoramente cerca de su boca. Apretando firmemente los labios y tratando en lo posible de respirar por la nariz y exhalar con fuerza, no estaba segura de que más podría hacer en este estado.
Era solo un mal sueño, ella no estaba muerta, esto no era real. Ella no podía morir engullida por una masa gelatinosa que era producto de su imaginación.
“Warum hast du mich hier eingesperrt?
Orbes esmeralda se abrieron de par en par al escuchar una siniestra voz infantil, ¿había alguien más aquí con ella? Esto se volvía aún más bizarro con cada segundo que pasaba, hacía tan solo unos instantes había estado en un bosque precioso cubierto de nieve, claro que la razón por la que había llegado a ese punto en primer lugar no era nada agradable de recordar, pero…
“Hast du wirklich gedacht, dass die verrückte Frau mit den stinkenden Krähen unsere Mutter ersetzen würde?”
Era exactamente como cuando tenía sus terrores nocturnos, esa voz asquerosamente dulce y falsa que la atormentaba cuando la luna estaba en lo más alto y cada partícula de su ser gritaba por ceder a sus impulsos naturales. Este era el peor momento de todos para que se manifestase.
“¡No tengo tiempo para esto!”
Lo último que ella recordaba era haberse desmayado sobre el pecho de su acompañante, si ella terminaba con un ataque violento...obviamente el ser alado era muchísimo más resiliente, y sinceramente ella no podría llegar a hacerle más que un par de rasguños...pero, si terminaba lastimándolo en medio de una de sus pataletas, jamás iba a perdonarselo. Era tan estúpido que esto estuviese sucediendo, era de día, ella había visto el sol salir, el cielo despejado; ella solo reaccionaba así cuando eran noches de luna llena, y por eso detestaba tanto volverse tan emocional cuando la fecha se acercaba cada vez más y más. Al igual que la pubertad en los humanos, ella le tenía temor a la luz del astro que le había otorgado su bendición.
“Mehr wie ein Fluch, wenn du mich fragst”
Este era su modo de defensa más primitivo, su as bajo la manga cuando se encontraba arrinconada o asustada, cuando empujaba al límite sus miedos y no le queda más remedio que encararlos. Súbitos flashes que solo podía atinar a llamar como “recuerdos” se hicieron presente frente a ella. El dragón de su memoria era mucho más intimidante, feroz, con un hocico partido como si fuese el botón de una flor y cada pétalo fuese una hilera de venenosos colmillos, su saliva un material corrosivo que corría como un río bajo su lengua negra y afilada. No tenía ojos.
El alquitrán que se colaba de este recuerdo era la fuente de la material que la envolvía, y continuaba acrecentando en cantidad a medida que Blitz continuaba agregando detalles desenfrenados a una velocidad vertiginosa.
Alas desgarradas con púas, zarpas que tenían colas de alacrán al final, cuernos puntiagudos y con múltiples fracciones. Un rugido que desintegraba la carne y rompía los huesos.
Él la había atacado, después de todo.
“Er war gemein, er hat dich verletzt, lass ihn töten, okay?“
Blitz jamás había sentido la necesidad de lastimar o atacar a nadie a propósito, no estaba en su naturaleza resolver las cosas creando más conflictos, todos estos años siempre terminaba optando por el camino más pasivo, el más elusivo, muy pocos creían que ella era un licántropo, ya que al parecer casi todos tenían la fama de ser mucho más violentos o “salvajes”.
“Du bist wie ein Hund”
Eso era cierto.
Ella ya había aceptado, desde el momento que pisó suelo Miroviano, que ella no iba a encajar de inmediato con los demás. Era demasiado ingenua, tenía poca voluntad, no tenía un sueño en sí, ella solo estaba siguiendo a su maestra porque ella era su único faro en la oscuridad. La única persona que podía quererla por lo defectuosa e inmadura que era.
No sabía cómo disculparse por todos los problemas que estaba causando, no tenía ni la más remota de lo que sucedería después, pero había algo que Blitz no permitiría, y sería que el ser alado se autoflagelarse aún más con autodesprecio. Después de todo, él había reconocido que estaba intentando quitarse la vida hacia un par de horas, y ella simplemente dió con la casualidad de encontrarlo luego de otro intento fallido.
Este hombre probablemente cargaba con los recuerdos de un tormentoso pasado, y era incapaz de ver más allá de ello. A veces cuando uno rompe algo, llega a la conclusión de que es mejor dejar los pedazos regados en lugar de tratar de recogerlos o tratar de colocarlos de nuevo en su lugar, porque podrías salir lastimado con un solo mal movimiento; la ojiverde estaba segura de que ella jamás podría comprender lo que sucedía en su interior, que podía insultarle, gritarle o golpearle hasta el cansancio y aún así no comprendería su dolor o sentimientos tras su desesperación, no podría hacer que cambie la manera en cómo él se ve a sí mismo. Pero…
-”Abra los ojos... por favor…”
“El cristal roto refleja colores aún más hermosos”
Elevando con dificultad su mano derecha, trató de oponerse a la viscosidad de la brea que la rodeaba, podía sentir como todo a su alrededor empezaba a temblar, amenazando con ahogarla si continuaba resistiendose, sin embargo ella era una cachorra terca, y nadie iba a detenerla. Expandiendo sus dedos, trató de aferrarse con ayuda de sus uñas. Sin importar que clase de bizarro sueño fuese este, ella no iba a rendirse tan fácilmente, ya había pasado suficiente tiempo lamentándose, era hora de cerrar esa puerta.
-”Berit…despierte...”-
“¡Nadie merece sentirse solo!”
Los bíceps y tríceps de su brazo se contraían, podía sentirlo, las células de su cuerpo físico estaban despertando y causándole un excruciante dolor, pero eso era lo que ella necesitaba ahora. Espabilar. Apretando la mandíbula, gruñendo y dejando salir una voz que no era suya desde lo más profundo de su garganta, inclinó todo su peso hacia adelante y empezó a, literalmente, arrastrarse fuera de la negrura. La presión por el esfuerzo estaba empezando a afectar sus tímpanos, el dolor se hacía cada vez más y más intenso. Estaba funcionando, solo debía continuar hacia esa voz...
-”Verlass mich nicht…”-
“¡No voy a dejarlo solo!”
“Es ist nicht vorbei, Berit! Ich werde zurückkommen, und du weißt es!!”
Un torbellino de colores y palabras invadieron sus ojos, provocándole unas ganas inmensas de vomitar, pero se contuvo. Gritos y aullidos se mezclaban en una cacofonía insufrible de recuerdos no deseados, se apresuró a darle la espalda a todo ello y se concentró únicamente en la voz del hombre que la llamaba por su nombre una y otra vez.
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Lo primero que sintió cuando regresó en sí misma, principalmente, fue la brisa helada del claro donde había perdido la conciencia. El aire era seco, causando que sus heridas menores empezaran a escocer con fuerza, y las lágrimas que no se había percatado había estado derramando se congelaron en cuestión de milisegundos, impidiendo que pudiese abrir los ojos.
Blitz nunca estuvo tan agradecida por sentir un dolor tan agudo y molesto.
Sin embargo, no tuvo mucho tiempo para reflexionar en ello, porque su atención fue desviada por la sensación de un par de manos cálidas abrigando sus mejillas, además de la sensación de estar siendo elevada por la cintura. Las caricias que estaba recibiendo se sentían sumamente cuidadosos, como lo que una madre haría al ver a su niño llorar; la joven cachorra deseaba con todo su ser inclinarse para robar un poco más de ese calorcillo tan agradable que estaba comenzando a crearse sobre su piel, hasta que recordó a quien pertenecían dichas extremidades.
¿Qué es lo que él dragón iba a hacer con ella ahora? Ciertamente su voz era quien había estado llamándole hacia momentos...así que no podía estar tan enojado con ella…¿o sí? Súbitamente, la dulce sensación elevó su temperatura cuando pudo sentir su rostro acercándose al suyo.
-”¿Qué está haciendo? ¿Acaso va a comerme? No,no,no,no,no. Los dragones no comen carne de lobo. Ah. Pero yo no soy un lobo per sé… ¡Espere por favor! ¡Soy mitad humana pero le aseguro que mi sabor es malísimo! Oh Madre, por favor, si va a devorarme que sea sin dolor y rápido, sería mejor si se transofrma y me elimina de un solo bocado. Lo siento, lo siento, lo siento, lo…!”
Al sentir los labios del ser alado sobre su pómulo, toda línea de pensamiento se detuvo de inmediato. ¿El cansancio estaba jugándole una mala pasada?
Su gesto era una extraña mezcla de caballerosidad, pues al menos había respetado las áreas de su rostro menos comprometedoras (la cachorra aún no experimentaba su primer beso y no habría sentado del todo bien con ella darlo estando medio inconsciente), y algo que no podía identificar del todo…
No podía ser amor, no llevaban ni un día de conocerse. Pero había algo detrás de ese afecto, pues no fue uno solo, sino múltiples que terminaron eliminando todo rastro de lágrimas, e incluso un poco de sangre seca, de sus mejillas. Esta acción era producto de alguien que estaba sumamente arrepentido, y el corazón de la pelinegra solo atinaba a acelerarse a niveles exorbitantes.
Cuando él se alejó por completo, Blitz se sorprendió cuando se dio cuenta que de haber podido, hubiese protestado por la separación. La sangre que empezaba nuevamente a circular a todas partes de su cuerpo estaba empezando a hacerle sentir mareada y extrañamente ligera, y no estaba muy segura de la verdadera razón tras de esto.
Justo cuando ella pensaba que sería depositada en algún área cercana para que alguien la recogiese, el dracónico la tomó entre sus brazos (a todo esto, ¿qué es lo que la había estado sosteniendo todo este tiempo?) y acomodó su cabeza en el espacio que existía entre su hombro y cuello, llegando incluso a reposar con cuidado su mentón sobre la corona de su cabeza. Un espacio en el que ella encajaba con tanta facilidad que su estómago dio un dramático vuelco.
Se sentía vulnerable, pero protegida, asustada, pero a salvo.
Estas emociones contradictorias no ayudaban a dispersar la niebla de su mente, por el contrario, solo creaban más y más confusión. Ella estaba bastante segura que si el posase su oído sobre su pecho, podría escuchar el agitado aleteo de su corazón, la adrenalina surcando momentáneamente por sus venas, creando pequeñas palpitaciones que denotaban su pulso. Este ser, este hombre, estaba comenzando a despertar en ella un pequeño cosquilleo que no sabía cómo nombrarlo. No era desagradable, por el contrario, hacía estremecer su cuerpo y le creaba una especie revoloteo en su interior. Esa era la única forma en la que podía describirlo.
De alguna manera tenía que responderle, empero su garganta estaba seca, su cerebro aún se sentía como un montón de musgo revuelto y sinceramente…
No sabría cómo expresarse con palabras al respecto.
Con la poca energía que le quedaba, elevó su cabeza, entreabrió sus resecos labios y con excepcional esfuerzo los posó cerca a la piel expuesta del cuello de su “salvador”; por un breve momento rozó sus pequeños caninos contra aquella firme superficie, e instintivamente trató de lamerle. No con fines provocativos, sino más bien tratando de asemejar a lo que haría un cachorro cuando quiere probar su confianza completa en momentos de vulnerabilidad. El movimiento no duró más de un par de segundos, y no tardó en arrepentirse. Él era una bestia milenaria, gestos tan infantiles, y francamente ridículos, pasarían a lo mucho como desapercibidos o invasivos. Pero esta era la costumbre de los licántropos, de su familia, de su raza.
El mundo empezaba a perder el equilibrio nuevamente, la fuerza misteriosa en su estómago volvía a arrastrarla a las profundidades de un abismo de incertidumbre y oscuridad, sin embargo su resolución ya estaba clara: ella lucharía por soportar sus heridas, forzar su habilidad de cicatrización rápida y regresaría, aún si terminaba siendo medio sorda permanentemente, para volver e intentar presentarse apropiadamente para conocerlo mejor. Usando todo el aire restante en sus pulmones, y todavía con sus labios sobre su cuello, exhaló con todas sus fuerzas, creando un pequeño vaho con su aliento. Esta era la única promesa silenciosa que podía hacerle, aún si su voz no pudiese salir:
“Todo va a estar bien”
Era una lástima que no pudiese verle a los ojos para reafirmar lo que tal vez sus gestos no podían comunicar con claridad, pero antes de que pudiese si quiera intentarlo…
Fue consumida por un profundo y pacífico sueño.
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Post by Ivka Lawson on Dec 22, 2017 19:35:12 GMT
Estaba sumido en sus propios pensamientos, aferrando con fuerza aquellos oscuros dedos a la piel ajena; nervioso, ansioso... desesperado. ¿Qué más necesitaba para darse cuenta de sus propias fallas? ¿Por qué permitía que la situación se repitiese de nuevo? ¿Por qué?
Por temor, cobardía y despecho.
No importaba cuán insistente fuese el dragón, intentar recuperar los pedazos rotos de sus memorias únicamente era un desperdicio de tiempo y energía, no necesitaba algo que sólo le lastimaba; no necesitaba recuperar al joven que abandonó lo que más amaba por temor y egoísmo, no necesitaba al joven que huyó del bosque dejando atrás a una pequeña niña con falsas promesas llenas de sueños e ilusiones, no necesitaba al joven que fue antes. Tenía que dejarlo morir para comenzar de nuevo, pero esta vez; solo. Sobrevivir únicamente con un recuerdo que le llenaba su copa vacía, no necesitaba más que ese sentimiento y su lealtad, cuál perro entrenado con desenfreno por morder con sólo el chasquido de unos dedos.
Aquel corazón estaba roto y herido desde hacía tiempo atrás; incluso antes de conocer el amor, la experiencia dolosa era algo habitual, una costumbre, un tipo de veneno que le recordaba con ímpetu sus fallas. El dracónido había sido obligado a beber el veneno de la herida de otros con la falsa ilusión de compartir ese dolor y sanarlo, pero durante todo ese tiempo había sido engañado; no importaba cuán quieto intentase quedarse ante la toxicidad en su cuerpo, lentamente el mismo se esparcia en su interior, corrompiendo amargamente aquel antiguo espíritu lleno de emoción y añoranza por el porvenir.
"Si te tomas el veneno de otro, por creer que compartiéndolo puedes curarlo, lo único que conseguirás es almacenarlo dentro de ti."
Lo sabía bien, sabía perfectamente las consecuencias de su ignorancia, pero estaba ciego ante la posibilidad de ayudar y escapar. Estaba perdido en la desesperación por sentir afecto y atención. Hundido en su propio egoísmo desde joven.
"¿Cuanto veneno podrás acumular creyendo que llenaras algún día esa copa sin fin, Lawson? "
Era el tipo de pregunta que le causaba estragos en la cabeza, sus ideas simplemente no tenían cupo para imaginar aquella copa llena. Y si algún día se llenaba... ¿Luego qué? Nada, ahí llegaría su deber, su existencia no era más que algo efímero; su única utilidad y su único objetivo era esa copa que jamás sería llenada con lo que más ansiaba.
Los nervios le invadian nuevamente, y su garganta estaba seca; su respiración era más dolorosa en esos instantes por la situación, el ardor era tolerable pero no negaba que era doloroso. El dragón tosio con dificultad de una manera baja para no incomodar a la menor. ¿Y si despertaba? ¿Y si no lo hacía? ¿Qué podría hacer en tal estado? No podría llevársela a su hogar ni a la mansion porque claramente le buscaría, y era lo que menos le apetecía. Cerró sus ojos con molestia, sintiendo punzadas de dolor en todo el cuerpo; por el esfuerzo físico y mental, seguido de ello soltó una leve carcajada que a los pocos segundos se transformó en tos forzada. - ¿Qué estas haciendo Lawson?...- Se cuestionó a sí mismo, ignorante al hecho de que la menor había despertado, sus párpados caídos le impedían prestar atención ahora; pues estaba lamentándose nuevamente. No fue hasta que sintió una calidez invasiva en su piel que pudo reaccionar, abrió a prisa los ojos un tanto confundido, sorpresivamente la joven había dado una sutil lamida a su piel... El dracónido se mantuvo quieto, un tanto perplejo por aquel actuar que sin duda alguna le confundía, pero no podia quejarse, había algo oculto en ello... ¿Pero qué era? No lo sabría, más sin embargo sostuvo con más fuerza a la pequeña mujer entre sus manos, presionando su piel instintivamente para hacerle reaccionar, pero lo único que obtuvo fue un murmullo que le partió el alma.
" Todo va a estar bien"
Escuchó esas palabras cual suspiro al vaho helado. La miró y sintió impotencia, un dolor horrendo en su cuerpo y en su interior, una sensación terrible en su espalda baja y sobre todo, pudo sentir una calidez rodando por sus mejillas; lágrimas. Sin darse cuenta comenzó a llorar nuevamente, silencioso y sin hacer movimientos bruscos. Lloraba mientras veía como esos ojos verdes se ocultaban tras los finos párpados ajenos dejando ver sus pestañas ya casi congeladas, lloraba mientras sus manos temblorosas superaban sus temores e inseguridades y sujetaban nuevamente el rostro femenino para verle de nueva cuenta, lloraba mientras que la sangre de su cuerpo manchaba la ropa ajena y dejaba una marca en la blanquecina nieve.
Mordió su labio con impotencia, no podía hablar siquiera; y sin más, apegó con fuerza a la menor a su cuerpo, ocultando su rostro en el cuello femenino, ocultando su rostro sollozante en ella.
"Es mentira, nada esta bien, nada estará bien. Es una mentira... No debería mentir.
Sólo necesito que usted esté bien... sólo eso."
Balbuceaba entre sollozos mientras mecia lentamente su cuerpo y el de la contraria, intentando calmar su ansiedad y nerviosismo, su debilidad. Presionó con fuerza y se mantuvo quieto unos cuantos segundos.
[...]
-Tengo que dejarla ahora...-
Dijo decidido, con la voz seca y un tanto fría. Levantó el rostro sin prisa y observó los alrededores por un segundo. Era temprano aún, pero el cielo estaba opaco y las nubes comenzaban a formarse en el vasto lienzo grisáceo que les daba cobijo, quizá lloveria pero lo más probable es que dentro de poco, la nieve volvería a acercarse. Soltó un suspiro de pesadez e hizo un esfuerzo; levantó a la mujer entre sus brazos a la par que cargaba con su propio peso. Un gemido ahogado escapó de su boca mientras mordia con fuerza su labio inferior, el esfuerzo le quemaba y realmente no tenía tantas fuerzas como para cargar con el peso de ambos. Avanzó tres pasos y se detuvo, respiró con dificultad para así marcar el paso y miró el sendero que se mostraba a lo lejos. - No, tengo que llevarla ahí, los licán suelen usar esa ruta al viajar, tengo que llevarla para que la vean...- Soltaba palabras entre dientes para sí mismo, dándose las razones de su propio actuar, negándose a caer antes de tiempo, negándose a la derrota contra el dolor que sufría en el cuerpo... pero aquel sendero estaba tan lejos que simplemente a pie no llegaría consciente. Él sólo quería ponerla a salvo para después huir, no la conocia a ella ni a nadie más que pudiese ayudarle; era ignorante sobre que tipo de arcana era ella, lo cual dificultaba las posibilidades... y el tener que pedir ayuda a algún licántropo le hacía dudar... ¿Realmente recibiría ella el apoyo adecuado?
Los minutos pasaban al igual que sus propios pasos, pero el sendero simplemente no parecía no llegar nunca, permanecía lejos de ellos. El sirviente estaba más que agotado y fatigado, el dolor comenzaba a ser tortuoso debido a que la herida expuesta sentía la helada del ambiente, sus piernas flaqueaban con cada paso y sus alas se arrastraban sobre la nieve, cerrando de una manera grotesca las pequeñas heridas que él mismo había provocado. Lawson caminaba de una manera forzada, ya ni tenía fuerzas para mantenerse, hasta que dio un paso en falso y finalmente cayó a la nieve, soltando a la mujer dormida por error. Ella había caído lejos de sus brazos, y el únicamente se dejó vencer en la nieve, su cuerpo tan contrastante yacía reposando en silencio y poco a poco su respiración se perdía al igual que su consciencia.
" Lo hice de nuevo..."
Pensó agobiado. El amphithere bajó la cabeza e intentó sentir algún tipo de alivio, pero no tuvo suerte; las heridas le quemaban y poco a poco se quedaba dormido. Cerró sus ojos un momento, acudiendo raudo al descanso que tanto odiaba. Recuperando sus recuerdos más preciados y dolorosos.
Todo estaba negro y silencioso.
Una voz comenzó a hablarle, y él, sin poder moverse permanecía en el suelo. La voz se acercaba más y más, pero no había nadie.
Hubo silencio por un momento, hasta que por fin un susurro llegó a sus oídos.
"Te estaré esperando..."
El dragón estiró su brazo hacia adelante con sumo cuidado, tenía el cuerpo entumido y le resultaba imposible siquiera elevar la mirada; pero aún así, el avanzaba. Esa persona lo estaba esperando, pero el camino estaba tan oscuro que tenía miedo de moverse de ahí.
-¿Ya es hora?...-
Susurró con un tanto de felicidad, un tono apacible y sumiso mientras ocultaba el rostro en el suelo, sin intenciones de mostrar aquellos lagrimales a punto de ser derramados. Conforme avanzaba, su cuerpo comenzaba a liberarse de esa tensión. La motivación del dragón era obvia y la situación dejaba en claro el porqué de esas palabras; estaba muriendo.
"Ya es hora de irnos, nos están esperando..." "Apresurate Lawson"
- Ciari... Andrya... -
Las voces iban en aumento y el dragón estaba deseoso por acudir a ellos, más sin embargo, en el momento en que su diestra se estiró una vez más, sintió una frialdad inconfundible en su palma; era una armadura color plata, desgastada.
Lo detuvo al instante. Aún no era hora de irse.
El dragón elevó su mirar, y quedó perplejo ante aquella imagen; al instante el recuerdo llegó a su cabeza y todo se volvió negro nuevamente. Gritó fuertemente, pero ni el mismo podía escuchar ese grito.
Aquel recuerdo era amargo; un recordatorio del porque su copa seguía vacía. La persona que más amaba había muerto, por culpa de su necedad y egoísmo; el verdadero asesino había sido él, pero buscaba culpar a otros a llenar el hueco en su pecho. Al principio, el dragón quería venganza. Sin embargo, luego descubrió que la venganza no serviría para aliviar su dolor ni mucho menos para devolver aquella vida perdida, la vida que amaba más que la propia. Lawson había querido con toda su alma a dicha persona. Adoraba su risa, el sonido de su voz, su esencia. Esa persona tenía un inmenso sentido del humor, pero también una gran sensibilidad; y se enfrentaba al mundo sin prejuicios. Envidiaba las cualidades que poseía su amor, pero estaba orgulloso de poder estar a lado de una persona mejor de lo que el había sido.
Era el tipo de sentimiento que no queria olvidar jamás.
Su grito cesó, pero la oscuridad no se esparcia, seguía ahí, sofocando.
El dragón abrió los ojos nuevamente, puso con firmeza su mano sobre la armadura y la miró. Allí estaba él, un hombre deseoso por morir para poder ver de nuevo a su amor, pero terco ante la idea de irse aún, sólo. Su más grande amor se había ido, y la promesa de que volvería por él cuando fuese el momento indicado seguía en pie... Esa persona no estaba aún ahí buscándole, no podia morir aún, debía seguir. Ahora lo único que tenía el dragón de ese amor eran recuerdos y una inocente promesa.
El siervo estaba sumido en una depresión obsesiva. Se convirtió en un hombre solitario, una sombra de sí mismo, una pieza. Todavia se hayaba pensando en ello hasta que notó una presencia a su lado. Era ella.
- ¿Es tu esposa? -
-¿Quién?-
-La mujer que duerme en la nieve...-
-No. -
- ¿Entonces? -
- ¿Entonces qué? -
- ¿Por qué insistes en salvarla? -
- ... -
- No haz cambiado en estos años Ivka, no importa cuanto lo niegues, sigues siendo ese dragón compasivo que tanto extraño. -
- No, no realmente. -
- ¿Qué le ocurrió? -
- Estaba en el lugar y en el momento equivocado. -
- No lo parece, pero deberias ayudarla -
- Ni siquiera puedo ayudarme a mi mismo...-
- Ya es momento de que despiertes y te olvides del pasado. -
- Eso intento -
- No lo intentes, sólo olvidalo si realmente quieres progresar. El cambio; bueno o malo, sabes que seguiría apoyandote aunque ya no esté aquí, los demás también te apoyan. -
-Ya vete. -
- Salvate primero antes de salvar a otros. -
- ... -
- Incluso si eso significa matar a tu "yo" del pasado y olvidarnos. -
Fueron las últimas palabras que escuchó, la armadura se había perdido de entre sus manos y la oscuridad se tiñó a un color blanquecino. La mente era poderosa, fácil de sugestionar con ilusiones que parecían reales, más sin embargo, aquello le había servido, sin darse cuenta estaba cerca del cuerpo de la fémina, a unos pocos pasos de él. Pero no había tiempo.
- Jamás los olvidaría, lo sabes. -
El amphitere se detuvo, y se alzó con cuidado, apoyando sus rodillas y palmas sobre la nieve, intentando mantener el equilibrio de su propio peso. Mantenia la cabeza baja, sintiendo sus cabellos bailar lentamente con la delicada ventisca que amenazaba por el norte. Apretó los puños con fuerza, tembloroso. Sin más, tosió con esfuerzo y gruñó con impotencia; sintiendo como la sangre de su boca se mezclaba con el ácido. Escupió a la nieve de una manera dolosa combinada con tos, la misma sangre al instante se pintó de un color distinto mientras que la nieve parecía esfumarse.
El sonido que producía la suave ventisca contra los árboles le resultaba tan molesto ahora, sólo era capaz de desviar la vista a donde estaba la fémina, quien se congelaba lentamente. -Realmente...- Murmuró molesto, y al instante su cuerpo comenzó a transformarse, una sustancia viscosa parecía invadirle; todo era tan oscuro y frío. A los pocos segundos el joven de esfumó y en su lugar, apareció nuevamente el dragón enorme, aún herido pero con un poco más de fuerzas. -...odio implicarme en esto. - Terminó aquella frase con un tono distante y diferente, decidido a olvidarse del joven del pasado.
Elevó su gran cabeza y miró a la mujer, sus alas comenzaron a moverse también, pero no para volar. Finalmente acercó su hocico a la fémina y con sumo cuidado dejó escapar aire por sus fosas nasales para hacerle reaccionar. Serpenteo con gran dificultad por la nieve, y con su cola alargada tomó a la mujer, para así, depositarle cerca suyo, ambos más cerca del sendero.
- ¿Ya es hora?...-
Masculló dolido, dejando caer su hocico a la nieve; tan suave y fría. Lentamente acomodó su cuerpo cual serpiente y sin más, cubrió a la fémina con sus alas para impedir que se congelase más. El color negro invadía la pureza del blanco, pero gracias a ello, sería más fácil verle a la distancia; al igual que notar aún más fácilmente el aroma de la joven y ver su cuerpo dormido con el Dragón. Permanecía despierto y consciente, pero poco a poco se dejaba vencer ante la posibilidad de decaer; únicamente resistía para mirar el sendero, buscando que alguien llegase para llevársela lejos de él.
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Raymond Clive
La Resistencia
"¿Qué? ¿No tienes nada importante que decir? Entonces no estorbes"
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Post by Raymond Clive on Dec 28, 2017 16:48:03 GMT
La nieve ya le quemaba la piel.
Raymond sentía sus dedos entumecidos por el frío; sus manos en puños tenían los nudillos peligrosamente pálidos y sus pies descalzos se veían poco a poco más azules. El viejo licántropo llevaba horas de horas en una búsqueda que por momentos parecía perder sentido a carencia de un rastro terrestre que seguir. La primera hora fue tranquila; no hubieron prisas, pues Berit siendo pequeña como era, no podría cubrir demasiado terreno solo con sus pies; el hombre asumió que unas cuantas zancadas serían más que suficiente para cubrir todo el terreno que ella había recorrido en la mitad de tiempo... no pudo haber estado más errado cuando luego de un buen tramo, se dio cuenta de que las huellas desaparecían en el páramo.
Árboles caídos, el césped y la tierra a plena vista por metros y metros antes de que el arrastre se esfumara en el aire fueron lo que sus ojos captaron. No tenía ya huellas que seguir, no tenía rastro.
Raymond empezó a entrar en desesperación.
Dos horas, dos horas bastaron para que hasta debajo de las piedras hiciera todo en su poder. Pasando de hombre a Lobo, forzó su olfato a seguir una pista que no encontraría; ya estaba viejo, ya estaba oxidado y perdido, sus sentidos más distintivos no harían más que estorbarle.
Tres horas luego recurrió también al llamado de los suyos, aulló y los jóvenes que se le acercaron pusieron manos y narices a la obra, se mantuvo al pendiente de la tableta Arcana cuando por un casual pensó que alguien podría saber de la muchacha. Nada tampoco. Tal fue su preocupación, que el desenfreno le hizo incluso pedir ayuda a una total desconocida, una forastera, “Otfrot” le llamaba su lengua materna de cuando aún caminaba entre sus hermanos de sangre; una lengua que con el tiempo había olvidado casi en su totalidad.
Su orgullo, pisoteado. Era patético, patético que siendo un hombre con un orgullo y obstinación distintivos hubiera bajado la cabeza y la hubiera dejado pisar de esa manera
Sin embargo, fue sorprendentemente fructífero encontrar en el olfato de alguien más un rastro que seguir.
Y fue solo cuestión de tiempo, para que sus ojos captaran en el aire la figura del dragón. ¡Ahí estaba! ¡Ahí debía estar también Berit! Sus pasos se apresuraron sobre el manto blanco y perpetuo, corrió y corrió, incluso cuando le perdió de vista, incluso cuando dejó atrás a la mujer. No cesó su carrera.
No hasta que se topó de frente con la inmensa bestia.
Un cuerpo enorme, una figura alada tan sumamente poderosa estaba justo frente a él. Raymond sintió su garganta secarse por instantes... sus puños se tensaron sin embargo y sus dientes asomaron entre sus labios al momento que soltó a gruñir. No tenía miedo, y su cuerpo lo demostraba.
Fue entonces que sus ojos percibieron a la muchacha.
Pequeña, apenas había sido capaz de verle en medio del colosal cuerpo negro. No pensó más, eliminó la distancia en dos zancadas, sus manos hicieron a un lado todo cuanto se interpusiera en su camino. Apartó a un lado la cabeza de la bestia y también alzó las alas. El alivio que se apoderó de él, cuando finalmente fue capaz de alzar a la chica entre sus brazos, fue tal que sus rodillas cedieron hasta el suelo. El licántropo le mantuvo cerca, ella temblaba, estaba peligrosamente fría en contraste a él, quien en la carrera se había calentado a la fuerza. “Estás bien” dijo algunas veces, mas para convencerse a sí mismo que para convencerla a ella.
Se forzó a si mismo a levantarse, a retroceder y dar espacio al gigante negro ¿estaría robándole la presa? No lo sabía. Pero si estaba seguro de que no permitiría que nada le ocurriera a la muchacha.
Se jugaría el pellejo de hacer falta, ya había logrado encontrarle y tenía que llevarle de regreso a como diera lugar.
Era su trabajo, la tarea que él mismo se había propuesto realizar para purgar sus males
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Blitz
La Resistencia
Posts: 28
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Post by Blitz on Jan 29, 2018 0:38:48 GMT
Cuando abrió los ojos estaba segura de que no estaba realmente despierta.
Para empezar, había rejuvenecido al menos unos 70 años, sus manos eran considerablemente más pequeñas y su cabello era largo y sedoso. A su alrededor, pequeños setos con flores multicolor la rodeaban creando un pequeño círculo. No había entrada ni salida, era como si hubiesen crecido a su alrededor a propósito. Lo segundo, y la prueba irrefutable de que esto era solo un sueño, o tal vez una pesadilla, era que su madre se encontraba a unos metros de distancia, leyendo tranquilamente un pequeño y malgastado libro de cuero azul. Sin embargo, su silueta parecía producto de un espejismo, pues era difusa.
¿Qué había sucedido?
Blitz no podía recordar que podría haber ocasionado este sueño tan bizarro, con frecuencia los sueños en donde aparecía su progenitora terminaban siendo bastante agradables, era como volver momentáneamente al pasado para revivir un par de recuerdos dulces. Puestas de sol en verano, largas caminatas en los senderos de piedra de la ciudad y deliciosos refrescos fríos mientras chapoteaban en las orillas de los ríos. Sin embargo, algo no estaba bien.
El aire se sentía sumamente denso y pesado, cargado con una atmósfera que solo podía significar un mal omen. Todo estaba tan difuminado que hacía que le doliese la cabeza. Restregando su rostro con la palma de sus manos, trató de recordar qué demonios estaba haciendo antes de despertar en este lugar.
-”Esto no está bien… yo tengo 88 años, no 10… yo vivo en Mirovia, tengo una madre adoptiva… tengo hermanos y hermanas…”- rascando un poco sus sienes hizo su mejor esfuerzo por despertarse a sí misma -”Yo estaba en un lugar distinto… había algo importante… había alguien…”-
-”¡Berit!”- una voz un tanto distorsionada, como si se tratase de un eco, interrumpió sus pensamientos. Tan pronto como ella levantó su cabeza hacia la dirección de la voz, el césped bajo sus pies la succionó hacia abajo, terminando de rodillas en un lugar lleno de cardos negros. El sol se encontraba eclipsado, rodeado por un amenazante aro humeante azulado.
Oh. Ahora recordaba.
-”No… no de nuevo…”-
El cuerpo de lo que parecía ser una adulta joven se movía de manera violenta de un lado a otro, una maltratada trenza se agitaba junto con su vaivén, golpeandola en el rostro de lleno, pero parecía no importarle. Su vestido estaba hecho jirones, con múltiples manchas opacas. La ojiverde se acrcó con cautela, sus movimientos torpes e inseguros.
-”¡Sieh nicht, Berit!”- una maraña de cabellos grises y café nublaban el rostro de aquella mujer, quien desesperadamente se arrastraba en el suelo tratando de librarse de la trampa para osos que aprisionaba su tobillo. La sangre brotaba por todas partes y la carne se iba abriendo paso para dejar ver la superfice de lo que parecía ser un hueso. Blitz no podía apartar la vista, sus pies estaban firmemente plantados en la tierra húmeda y sus manos aferradas fuertemente al sucio camisón que llevaba puesto.
-”¿Mamma…?”-
Antes de que ella pudiese explicarle algo, se volvió con violencia al captar un movimiento entre los matorrales.
-”¡Lauf!”- y sin esperar una respuesta, la mujer utilizó toda la fuerza de su cuerpo superior para empujarla un par de metros. La pequeña solo atinó a caer sobre su posterior, perpleja y ahora sumamente asustada, su madre jamás había sido tan brusca con ella. Sin embargo, ese movimiento logró que ella se concentre también en sus alrededores, y no solo en el charco de lodo y sangre donde su progenitora se encontraba.
El bosque empezaba a volverse cada vez más oscuro, sombras amenazantes con antorchas azuladas y hachas de un tamaño masivo las rodearon en cuestión de segundos, el aullido de los perros iba incrementando a medida que cerraban el paso de ambas licantropas. La mayor de las féminas empezó a arañar los restos de carne que aún le impedían obtener su libertad, el distintivo aroma metálico era inconfundible. De pronto, todas se fusionaron en una sola, creando un ser de aspecto maligno, con alas tan grandes que cubrían todo el cielo, volviéndolo una bóveda oscura. De sus colmillos rodaban gruesas gotas de saliva, y sus ojos tenían un tono rosáceo.
-”¡Lauf weit weg und hör nicht auf!”- la mujer se había dado por vencida y ahora solo trataba de desprenderse con todas sus fuerzas, tratando de arrastrarse lejos y hacia otra dirección, tratando de alejar aquellos seres de su cachorra. El sonido de ligamentos siendo todos y de huesos separándose sin cuidado eran semejantes al de la leña seca cuando era pisoteada.
-”¡MAMMA!”-
-”¡BERIT!”-
Lo último que pudo registrar fue la calidéz de la sangre de su madre sobre su rostro.
Los ojos de la pelinegra se abrieron de par en par de inmediato, su respiración acelerada le había devuelto algo de color y sensación en las mejillas, pero el dolor no había disminuído ni un ápice. En consecuencia, luego de haber tomado aquella brutal bocanada de muy necesitado aire, sus pulmones habían expandido sus costillas a un punto, que en este preciso instante, era insoportable.
Al principio quería gritar, patalear, alejarse de todo lo que pudiese estar cerca suyo, porque probablemente aún no había despertado por completo y continuaba en peligro. Sudor helado congelaba su espalda baja, frente y pecho, se sentía como si hubiese estado corriendo por años. Y fue allí cuando se dió cuenta.
No podía captar sonido alguno.
El calor que nacía bajo su cintura y muslos no era suyo, lo cual solo sirvió para alarmarle aún más. Alguien debía estar cargándola y por eso había logrado despertarse, si bien no era el lugar precisamente más cómodo o confortable del mundo, pero ciertamente era un alivio poder sentir a otra persona emitiendo esa muy necesitada sensación de cobijo, aunque fuese un desconocido. Con un poco de dificultad, logró enfocar sus pupilas en la silueta de su salvador, y al ver aquella inconfundible fuerte quijada con aquellos mechones rubios supo de inmediato quien era.
-”Opa…”- Una débil sonrisa se formó en sus labios, hasta que tuvo que borrarla al darse cuenta que los tenía tan resecos que al más ligero movimiento le creaban heridas punzantes. El sabor metálico llegó a sus papilas gustativas, y aunque era ciertamente desagradable humedeció suficientemente su garganta. Le urgía llenarse la boca de nieve para lavar la horrible sensación pastosa que invadía sus sentidos, alejar los recuerdos de ese horrible sueño.
Un momento.
¿Por qué estaba siendo cargada en medio del bosque? ¿ Por qué estaba herida?
En menos de un segundo, sus neuronas se reactivaron y las memorias de lo que había sucedido hacía unas horas se repitieron a una velocidad vertiginosa ante sus ojos.
Paralizada por la súbita realización, su cabeza fue víctima de la gravedad e involuntariamente terminó de lado. En tan solo un instante su corazón se encogió de forma tan dolorosa que bien podría haber dejado de ser una metáfora y pudo haber desaparecido en su interior. La enorme y majestuosa bestia estaba incompleta, ella no recordaba que su cuerpo fuese tan similar al de una serpiente, ¿o tal vez siempre fue así? No, era imposible. Parecía que no tenía la fuerza suficiente para transformarse por completo, y las cicatrices que lucía sobre sus escamas eran bastante grotescas, con una posibilidad bastante elevada de infectarse bajo la nieve.
-”Opa…ayúdale…”-
Sus instintos como boticaria eran fuertes dentro de ella, siempre sería la primera en apoyar a alguien con heridas graves, y usualmente tenía una resistencia bastante fuerte a lo grotesco, Shinaja’e se había encargado de instruirle en anatomía básica diseccionando animales muertos pequeños y analizando cadáveres dejados por las aves de rapiña, pero ni 100 años de experiencia hubiesen preparado emocionalmente para ser testigo de semejante escenario.
El llanto ahogado y desesperado que brotó de su garganta no era producto de miedo o desagrado, sino horror al comprender que si no recibía ayuda él también podría morir.
En medio del puro manto níveo era imposible no identificar al dragón, la negrura de su ser solo podía ser comparada con el líquido que empezaba a teñir sin cuidado alguno los alrededores. Las fosas nasales de su hocico apenas si tenían movimiento alguno, el vaho de su respiración tan fino que podría fácilmente confundirse como una taza de té a duras penas humeante.
¿Qué tan profundas eran sus heridas? ¿Se podrían curar? ¿Estaría infectado? ¿Tendría huesos rotos?
-”Nein…”- no tenía los ojos abiertos, era imposible determinar si estaba consciente de lo que le estaba sucediendo - “Nein…” - la ventisca hacía mucho se había detenido, pero la cantidad de espesura provista parecía que pudiese enterrarlo por completo. Una tumba blanca, para un ser oscuro. Blitz trató de moverse, de al menos zafarse por un instante y aferrarse al dragón de cualquier parte de su cuerpo. Tal vez Raymond no lo estaba ayudando porque pensaba que era malo, no sería extraño que ya hubiese sacado al menos 300 tipos de conclusiones distintas, y todas probablemente incriminando al ser alado -”Er ist nicht ... er ist gut…”-
Ya no sabía si los colores en verdad estaban perdiendo fuerza, o sí era ella quien ya no podía distinguirlos bien, porque podría jurar que todo se convertía lentamente en un nebuloso gris. Aún habían muchas cosas que hacer, mucho que explicar, era primera vez que ella veía un ser tan majestuoso, y era completamente su culpa el que estuviese aún más mal herido de lo que ya había estado previamente. Su intento de suicidio hubiese sido exitoso de no ser por su entrometida presencia. ¿Quién era ella para obligar a otros a hacer cosas que no querían?. ¿por qué habría de importarle si otra persona quería darse por vencida?
-”Voy a morir, Berit. No puedo hacer nada más al respecto. Es mejor rendirse y retirarse con lo que puedas tomar.”-
Mentira.
Solo es cuestión de perspectiva.
No había manera concebible de que todos los arcanos y humanos en el mundo solo naciesen para luego morir y repetir un ciclo interminable de frustración y sueños sin cumplir. El dolor podía hacer cosas terroríficas a las personas, les arrebataba el deseo de seguir y la luz en los ojos a muchos individuos, ella debería saberlo, lo experimentó de primera mano. Pero ella había aprendido algo a lo largo de sus viajes: siempre hay una manera de volver a unir lo que una vez se ha quebrado. Siempre. Ya sea con un plato de comida caliente, un abrazo, o incluso solo un par de palabras cariñosas. El afecto era algo perfectamente natural que todo el mundo buscaba en lo más profundo dentro de otros, y tal vez aquel ser de ácido había experimentado un dolor tan profundo que realmente no podía ver una salida.
Tonterías.
-”...bueno…él es….bueno...”- sus dedos estaban tan entumecidos que si los flexionaba, probablemente terminarían crujiendo como un par de ramas y se romperían en dos, así que solo pudo contraerlos débilmente. Él no podía verla, eso era tan frustrante. -”Kannst… kannst du mich hören?”- en este punto su voz ya no podía ser considerada ni siquiera un sonido propiamente dicho, las sílabas apenas si salían con alguna fuerza y el resto solo era una exhalación.
El licántropo que la mantenía a salvo empezaba a alejarse del cuerpo del dragón, al parecer todo lo que ella había estado tratando de vocalizar no era suficientemente entendible. Su mirada se llenó de preocupación, ¿en verdad iba a dejarlo allí, solo? ¿Dónde estaban sus amigos, su familia? Blitz tenía el conocimiento de que existía una tierra llena de dragones, a lo mejor tenía compañeros o una pareja…
No podía ni despedirse de él y agradecerle por haberle protegido, porque probablemente si ella sobrevivía esto, sería solo gracias a su sacrificio.
En momentos como este ella desearía haber ser criada como una feroz licántropa en lugar de socializar con los humanos en tanta medida, ella se había vuelto débil, una versión domesticada de lo que realmente era. La furia en su interior amenazaba con hacerse visible, podía sentir como su cuerpo se tensaba por completo y comenzaba a tiritar, pero una suave voz la desarmó por completo:
-”En este mundo todos nacemos y morimos solos, Berit.”-
El cansancio terminó reclamando su conciencia, y ya no pudo refutar nada.
(...)
Habían pasado ya tres semanas desde su encuentro con el dragón en aquel claro, la nieve ya se había derretido hacia un buen tiempo y ahora un manto rebosante de pequeños brotes y césped decoraba los alrededores. Lamentablemente no podía decir lo mismo de los pinos, alguna vez frondosos y elegantes. La corteza de estos se elevaba hacia los cielos de una manera amenazante, como si de púas se tratasen.
El sol brillaba con gentileza sobre su cabeza, y ella agradecía su suerte de que estuviese naciendo por detrás de su espalda en lugar de darle de lleno en el rostro, se suponía que no debía exponer sus cicatrices al sol aún. Los moretones que decoraban su piel ya tenían un color menos grotesco y gracias a los rápidos cuidados de Raymond y Shin ella no había perdido ninguna extremidad por gangrena -y si consideraban que había estado en la nieve por quien sabe cuantas horas, eso era un verdadero milagro-.
La joven ya llevaba un buen par de horas sentada, un abrigador poncho formaba parte de sus nuevas prendas y la brisa era realmente gentil con ella. Era verdaderamente refrescante el poder moverse sin ayuda de un cayado, al menos por el momento. Echandole un vistazo a su improvisada muleta, hecha de rústica madera, le enseñó los colmillos con un gruñido.
Realmente odiaba la estúpida cosa.
Volviendo su atención al bolso con la merienda que su maestra le había preparado, decidió que ya era hora de comer algo. Dentro, encontró muchas bayas pequeñas y lustrosas, con lo que parecía ser un puré de papas y frejol. De momento se encontraba en una estricta dieta, además de aún no poder ejercer mucha presión con su mandíbula, no se encontraba con mucha fuerza para cazar. No quería que nadie más lo hicera por ella, de todas maneras un par de días ya podría participar de las cacerías. Tenía planeado buscar a alguien que le enseñase a usar armas.
Probablemente los pájaros se encontraban cantando aguna melodía, era un día precioso después de todo, pero ella no podía escucharlo. Su diagnóstico era bastante terminante, su oído derecho había sufrido mucho daño interno, no había forma alguna de repararlo sin poner en riesgo más de su estructura. No tenían las herramientas para hacerlo, era demasiado arriesgado. Blitz lo había aceptado, aún si se tratase de su talento especial, ella estaba segura de que podía entrenarse para volver a su antigua forma, había más de una forma de cruzar el río.
Clavando con algo más de la fuerza necesaria una cuchara en su composta, la pelinegra trató de distraerse mirando hacia el cielo. Las nubes casi ni podían verse, estaba tan despejado que sí alguien decidiera sobrevolar estos lares, probablemente podría ser visto sin problema alguno. Una buena señal.
Mordiendo con mucho cuidado la cuchara de madera, tratando de rescatar la mayor cantidad de pasta dulce, Blitz suspiró:
-”Bueno, tal vez el día de hoy si aparezca.”-
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