[CERRADO] No Silence. [2/3]

Ningún animal acuático había detenido sus movimientos en forma de danza. Había logrado sonreír ante la actitud de sus amigos, eran los más coloridos y fascinantes que podía tener. Los cabellos verdes se asomaban de la capucha del abrigo azul y se movían de una manera tan delicada por las corrientes que eran generadas por las colas de los peses al impulsarse.

Los dedos se movían con tanta gracia y en las posiciones adecuadas para poder tocar aquella sonata. Subían y bajaban. Los labios presionando contra el hueso y dejando escapar el aire que había, con anterioridad, tomado para producir los sonidos que escapaban por la cola del hueso. Sin percatarse, alguien estaba escuchando, los peces de igual forma la ignoraron. La canción llego a su climax, lentamente relajo los músculos de la boca para bajar la flauta improvisada y sonreír hacia su alrededor. Inmediatamente los peces se dispersaron ante la sirena que los sorprendía de su baile.

Sonrió con mucho agrado hacia la sirena que se había acercado para preguntarle. - Buenas. La verdad es que mi papá me la cantaba. - Comentó mientras guardaba el hueso nuevamente en el pequeño bolso. Las aletas se expandieron mostrando las 5 garras, habían estado en aquel periodo inmóviles para no lastimar ningún animal que nadaba alrededor suyo. Con mucha tranquilidad nuevamente ingresaron los peces pero ahora no rodeaban al dragón, ahora se desplazaban por todos lados. - Es una vieja canción… Algo animada para mi gusto, pero no viene mal nunca. -Rió ligeramente mientras ocultaba con su mano sus labios. - Me alegro que te haya gustado. Lo aprecio. - comentó mirandola mejor, era una sirena muy bonita. Bueno eran sirenas… debían ser criaturas muy bellas y atractivas.

Sonrió de manera amigable al escuchar sus claras palabras. De manera instintiva bajo la cabeza un poco a manera de agradecimiento. Nuevamente la sirena volvió a preguntar. ¿Se había percatado que está hablando con un completo extraño? De todas formas le dio mucha gracia su comportamiento, alzó un poco la vista en medio de su pequeño reproche aunque volvió a bajarla cuando menciono su nombre, simplemente sonrió acompañada de una pequeña risa. - Un gusto, me llamo Skye. -


Decidió desatarse de la roca para volver pero apoyar su abdomen en la plana roca, no era cómodo pero prefería estar de otra forma. La larga cola caía lentamente hasta chocar contra el suelo y levantar un poco la arena. Apoyo los codos a sus lados y entrelazo sus dedos para apoyar su barbilla. - Prefiero estar algo lejos de la ciudad, tengo más espacio para recorrer y mantenerme tranquila. - su voz sonaba tan formal y tranquila que muchos peces volvieron, los cangrejos se subieron a su lomo y se quedaron inmóviles. - Ahora mi pregunta, ¿Qué hace una sirena en este lugar? - Había animales que no les importaba si los arcanos vivían en sus tierras, los verían como amigos o simplemente como alimento. Nadie sabía cómo se iban a comportar, muchos solo siguen sus instintos y quieren almorzar o cenar lo primero que ven apetitoso. Ella era uno, pero no iba a comer arcanos. Era una abominación hacer aquellas cosas.

Se podía apreciar como las olas pasaban. Se veían muy bien, el cambio de luces era el primer factor que lograba saber aquello. Movió la cola de arriba abajo, había una pequeña mantarraya siendo ahogada por su extremidad. - Perdoname pequeño… - comentó mientras la cola volvía a bajar gracias a la pequeña gravedad que había por su peso, no había sentido el pellizco de uno de los crustáceos que tenía.

La pequeña mantarraya se había movido de zona lejos de ella. Tsuyume había notado la tranquilidad del lugar, era algo que Skye apreciaba de la lejanía y la soledad. No era la más sociable ni la menos, pero poder entablar una conversación se le daba algo mal. Muchas veces no sabía cómo responder a las preguntas o como continuar una, prefería mil veces responder… Al escuchar el comentario de que había venido por el sonido había confirmado que si estaba en su cueva podían escucharla cantar aquellas canciones. Rió suavemente ocultando sus pensamientos. - Pues me alegro que te haya llamado… - No había posición que le sienta bien, ya no sabía qué hacer, así que simplemente volvió a la inicial.

Una vez acomodada el silencio volvía a hacer su aparición. Pero fue el tiempo indicado para que la sirena se percatara de algo y lo comentara. No sabría que decirle, pero decidió ser honesta. - Pues la verdad… hay… - había hecho una pausa, quería pensar bien que decir antes de darse una mala imagen. - Pero son mi principal alimento… - en aquel instante quería huir y alejarse. Como si se tratase de un rayo desapareció de la visión del ajeno, Skye cree que lo ultimo que percibió fue su cola.

- De todas formas, ellos vienen aquí y conviven conmigo… hay muchos que son amigos mios… pero…. - No se había ido, simplemente se puso detrás de ella. Agarró con ambas manos los hombros de la sirena. - solo como a los más viejos. Basta de charla. Debes irte. - su voz ya no sonaba amable era algo más… sería. La soltó suavemente, no iba a dejarla estar aquí. A estas horas pasaban unas orcas algo mandonas y territoriales que no podían convivir con muchos. Ni con ella misma, siempre había una pequeña batalla claramente sin muertes. No le importaba dar una mala imagen todo sea por el bienestar de otros. 

¡Bien! Había comprendido, podía descansar un poco el dolor del pecho. Le presionaba cada vez que respiraba, no quería darle un susto cuando se había puesto detrás suyo o en otro caso... la orden de irse. Era lo mejor para que no le ocurriera nada.`Por el rabillo del ojo notó que se estaba yendo, por fin podía mantener a los depredadores a raya para que no coman algún animal que no corresponda y más de manera masiva.

Las focas y leones marinos comenzaban a llegar, se veían inquietas; se escondían o seguían nadando con su máximo potencial para escapar de la fila de dientes de las orcas. Dio un suspiro algo extraño, está siendo afectado por el miedo que, Tsuyume no sea tan rápida. Debía confiar del cuerpo y la capacidad de la sirena no debía hacer prejuicios sobre alguien que acababa de conocer. Las orcas aparecieron. Muchas de ellas mantenían los dientes y las líneas gruesas en todo su cuerpo por sus garras. Se acercaban cada vez más y más, muchas ya con la presa en la boca la sangre salía a brotes. Estaba aun vivo aquel león marino aferrado a los dientes de aquel depredador que simplemente lo soltaba y volvía a tomar como si se tratase de un juguete.

Solo espero que no lastimaran más. Miro hacia atrás para verificar cuán lejos estaba. Sus ojos se contrajeron muy rápido, la sirena estaba con unas algas atadas en su cola. Nuevamente miro hacia las orcas… eran 8 entre todas. Las mismas que venían a pesar de sus pesadas advertencias, aunque ese día dos de ellas eran crías que empezaban a cazar. Hacia un especie de vaivén entre la sirena que luchaba de soltarse de las algas y las orcas que venían con la presa fija. Nado hasta llegar a la joven. - Tsuyume… ¿Te impacta la sangre? - pregunto mientras se desabrochaba la capa azulada dejando ver un especie de sujetador y el cuerpo desnudo con rasguños. Los cuernos y las aletas por debajo de ellos resaltaron. - Trata de liberarte, yo mientras te hare tiempo. - su voz sonaba preocupante, los ojos estaban fijos en las orcas que iban acechando creyéndose los reyes de una zona que le pertenecía a todos.

La espera era temible. Decidió transformarse a su forma verdadera, el cuerpo comenzaba a sufrir la modificación abrupta de el tamaño y perdida de extremidades. Entre otros el cambio, estaba el de la cara, la cual las facciones se perdieron dándole un hocico con filas de dientes. Por fin se encontraba cómoda al 100% el cuerpo de la dragona acuática se podía ver claramente y apreciar mejor los colores azules y rojizos. Las escamas daban un toque más duro a su cuerpo. Abrió un poco la boca para poder hablar. - Tsuyume… una vez que escapes vete lejos u ocúltate en algún sitio que las orcas no puedan alcanzarte. - su voz era algo distinta, pero no se perdía del todo aquel tono.

Siempre tan tercas, tan insensatas y hambrientas de gula. Aquellas orcas a pesar que tengan la posibilidad de cazar, lo estaban haciendo de una manera agresiva y masiva. No comprendía como aquellas bestias no se zaceaban con más de 5 leones marinos. Pasaban casi todo su tiempo cazando, pero ellas volvían a amenazar a cualquiera.

Una orca dio su primer paso. Se abrió entre las otras para dirigirse al cuello de Skye. -"continúan usando la misma táctica, no aprenden."- de un zarpazo logró hacerla golpear contra la tierra levantando la arena alrededor de la orca. Fue fuerte, podría jurar que el sonido del estruendo, a pesar de que estén bajo el agua, se iba a escuchar. Las pequeñas orcas retrocedieron, nuevamente atacaron pero ahora de a dos. Iban de frente como si sirviera de algo estar en la mira. Abrió la boca y tomó impulso a la vez que estiraba completamente el cuello para por fin aferrar sus dientes en el cuerpo de la orca. No estaba usando su fuerza completa ya que simplemente advertía. La sangre comenzó a brotar, pequeños hilos comenzaban a expandirse por todo el océano. En aquel momento de ataque, una orca había alcanzado a morderle la parte trasera del cuello a lo que provocó que apretara más.

Se había aferrado, y nuevamente trataron de atacarla, pero ahora completamente todos. Dio un coletazo tan fuerte logrando que la arena se levantará y quedara una especie de polvillo flotando en el agua. Las orcas estaban desconcertadas, era muy espesa la neblina por ende, se encontraban ciegas. Fue el momento preciso que alzó un rugido y golpeó fuerte la barriga de una de las orcas para sacarla de aquella zona perdida. La orca soltó un quejido provocado por el golpe lamentablemente no era su último ataque, la tomó de la extremidad para subir completamente su cabeza y bajarla de golpe para que el cuerpo pesado de la orca rebote contra el suelo. No iba a permitir que alguna subiera a la superficie. No aún. De este modo había logrado que la otra orca que estaba aun sujeta de su cuello había logrado arrancar parte de su cuello dejando líneas indefinidas de manera vertical. La sangre volvía a brotar se diluía con rapidez por los movimientos de las colas de los depredadores. Skye comenzaba a preocuparse por las más jóvenes de la manda así que simplemente a ellas les permitía subir y darle un ataque cualquiera. De todas formas la pelea iba a continuar y ella ya reconocía quien llevaría la victoria.

Volvieron las filas de dientes decididas a incrustarse y penetrar la piel gruesa del dragón. Soltó un rugido poniendo en orden a las mas jóvenes. Le temían. Había tardado un tiempo en movilizarse el líder del grupo, no era más que la primera orca que había tratado de marcar territorio propio. Las heridas en su cuerpo se mantenían igual, no había cambio para nada. Recordaba las primeras y dolorosas peleas para que dejen de matar de esa manera tan arrogante. Se abalanzó chocandose entre las otras, estaba decidido a pelear él solo.

Abrió lo que su mandíbula le permitía para alzar un grito tan feroz que logró echar algunos hacia atrás, pero aquella orca estaba decidida. - NECIA CRIATURA, CUANTAS VECES TE LO DIRÉ... ¡NO PUEDES! - Se aferró en el cuello. Soltó un rugido ahogado, estaba tan cerca del hocico que le era imposible morderlo. El liquido rojizo salía disparatada en grandes cantidades. Era un ataque eficaz cansar a su contrincante de esta manera. Movilizarlo, lastimarlo para que comience a perder noción… lentamente sufría de los pequeños momentos de confusión. No era el momento. No hoy. Comenzó a nadar hacia la superficie, aquel lugar que detestaba tanto, pero lo soportaba si estaba en aquella forma. Su cabeza salió, respiró. La orca por su parte se mantenía aferrada al cuello, como si tratase de un niño que no quiere perder su juguete.

Dejo caer todo su cuerpo hacia atrás, era inútil, no podía sacárselo de encima, ni sus propias aletas llegaban a alcanzarla. Estaba aquel depredador decidido a matarla. Una vez que las aguas se levantaron y el gran dragón volvía a meterse al mar bajo hasta el suelo y usando su presión corporal más el límite del océano arrastro con mucha furia la orca que estaba siendo presionada hasta zafar de su agarre. No era agua lo que se veía, era sangre alrededor. Se estaba agotando, ese día si le era difícil. Se estaba preocupando por muchas cosas a la vez. En un momento las orcas se acercaban a su líder lastimado, no se iban a marchar, pero fue tiempo suficiente para ver a la sirena acercándose lentamente. Las orcas no la percibieron, no sabía que traía entre manos pero se veía en su rostro la decisión que había tomado. A pesar del nuevo rastro de arena la podía ver desde su altura. Se aparto un poco mientras hacia una especie de reverencia muy suave, su cuello ardía.

- Confió en ti… - susurró con aquellos ojos amarillentos y la sangre que brotaba por las zonas abiertas de su cuerpo le daba un aire a sus palabras de ruego... Si algo le ocurriera a la sirena estaría ella para matar a alguna si lo requería, no iba a permitir que la tocasen. No a ella.