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Post by Fauce del Norte on May 4, 2017 20:48:14 GMT
El sol comenzaba a ponerse en el horizonte, coloreando las dunas de arena con un tinte rojizo. El calor abrasivo del desierto disminuía y el cielo le daba paso al crepúsculo, ese momento en que el misterio se asoma, la delgada línea que separa el día de la noche. Una manada de lobos caminaba entre aquellos montículos de arena, sedientos, cansados de viajar. Llevaban consigo cosas en sus espaldas, cuales caballos de carga y estaban siendo liderados por un lobo más grande que ellos. Eran la Tormenta Aullante, los centinelas silenciosos de Mirovia. Pronto encontraron un sitio en el cual detenerse cerca de varias rocas que les servirían para acomodar sus tiendas de campaña. Habiendo dejado sus cosas en el suelo, los animales se pararon en dos patas y de una manera mórbida, se transformaron en su apariencia homínida. Desnudos y sin ropa que los cubriese, cada uno urgó en sus cosas para sacar sus prendas y vestirse para protegerse del frío del desierto y luego, tomaron agua de contenedores que llevaban guardados. El viaje había sido pesado, pero toda duda de el por qué viajar era pronto respondida ante el hermosos cielo nocturno y los grandes espacios abiertos que el desierto les brindaba. No era necesario tener un hogar cuando toda Mirovia lo podía ser. Habiendo armado una gran fogata central, varios de los licántropos comenzaron a conversar entre si, comiendo sobras de lo que habían cazado el día anterior. No eran muchos, pero la manada parecía ser sumamente unida. Fauce del Norte, caminó hacia una de las rocas más altas, cubriéndose con aquella capa que cargaba todo el tiempo sobre su espalda. Se sentó y se dedicó a observar sus alrededores. El cielo, las estrellas. Tenía la incertidumbre de lo que Garkal, el orco trovador, le había comentado hace ya unos días. Pensativo y silencioso, el lobo alfa cuidaba a los suyos desde lo más alto.
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Diana
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Post by Diana on May 4, 2017 21:10:40 GMT
El corazón de Diana llevaba un peso que le anclaba a la angustia. Todo lo que habían estado conversando con los Mirovianos en la tableta sonaban a asuntos urgentes. ¿Cómo podía todo aquello haberse escapado de su atención? La mujer pensaba en todo esto mientras sacaba la ropa de su equipaje, observando al resto de la manada que se asentaba con tranquilidad en medio del desierto. Hacía frío. Colocó su prenda por encima de sus hombros desnudos mientras se quedaba absorta por el cielo nocturno que se encontraba pintado por miles de estrellas. Paseo sus ojos por todo el paisaje desértico hasta dar con aquella figura que siempre se encontraba delante de sus ojos: Fauce del Norte. Se tomaba la libertad de pensar que le conocía un poco más que los demás; estaba callado, como siempre, pero notaba cierto aire pensativo en su porte. Usualmente lo dejaría a sus propios pensamientos, distante, sólo observando mientras ella se dedicaría a atender al resto de la manada, pero esa noche, consideró que debía primero procurar por los pensamientos de su alfa. Tomó uno de los contenedores de agua y caminó lentamente para colocarse casi a su lado mientras terminaba de amarrar su ropa para cubrir su pecho. Bajó la mirada para verle antes de separar sus labios y pronunciar palabra alguna. -¿Qué es lo que tan celosamente resguardas en esa mente tuya, Fauce?- mientras decía esto, se sentí a su lado, sosteniendo el frasco con agua que no tardó en ofrecerle al alfa. Se quedó mirándolo, esperando su respuesta. Tenía muchas preguntas qué hacerle, sugerencias... Aquella información que había recibido no podía arrancarla de su cabeza.
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Post by Fauce del Norte on May 4, 2017 22:02:26 GMT
El aroma de Diana se paseó alrededor de su nariz, haciéndole voltear y encontrarse con la mujer que había logrado ganarse un lugar cerca de el sin que el alfa la pusiese en su lugar. Si algo era muy notorio en la manada, era la pirámide de poder que existía en ella. Pero solo de esa manera, había podido durar por tanto tiempo en harmonía. No existían los problemas internos excepto los que Diana y Fauce llegaban a tener de vez en cuando. ( o casi todo el tiempo… ) Al escuchar la pregunta, Fauce del Norte se mantuvo silencioso al principio, pero cuando el agua le fue ofrecida volteó sus ojos a Diana, mirándola por unos momentos y al final, aceptando el frasco pues, por más que su orgullo negara, estaba muy sediento. – Una pregunta peligrosa, Diana… - Pegó sus labios al frasco y bebió un par de tragos de agua. Pudo haber tomado más, pero su manada la necesitaría. Sabían como cuidar sus recursos, y Fauce del Norte no era un tirano que tomaba las cosas de su gente creyendo que tenía derecho a ellas. - Pienso en lo que Garkal nos mencionó. Mirovia siempre ha sido relativamente tranquila. -
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Diana
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Post by Diana on May 5, 2017 5:00:09 GMT
Sabía que no tomaría más por lo que se tomó la libertad de llevar sus manos hacia el frasco para quitarlo de las del alfa. Le dio un trago, sentía cómo la sed se apoderaba de sus labios y garganta. Cerró los ojos por un momento mientras sentía cómo el agua tan fresca recorría su cuerpo, saciando aquella sed que por horas había sentido. Devolvió el frasco a su regazo para limpiar suavemente las gotas de agua que corrían de las comisuras de sus labios y quedarse callada un momento. Dejó que aquellas palabras resonaran en su cabeza. -Mh... Hasta ahora, sí... había sido...- agregó fijando la vista hacia el horizonte apenas siendo visible por las estrellas y la luna. Bajó la mirada, refugiándose sobre sus manos aún sosteniendo el frasco. -¿Qué crees que busque...? No sabemos nada de él... ¿será realmente peligroso?-. Levantó la mirada para encontrar alivio en el rostro ajeno. No temía por sí misma, temía por los demás. -¿Por qué de pronto estará manifestándose?- dejó aquella pregunta en el aire... Sabía perfectamente que Fauce carecía de respuestas igual que ella. Suspiró hondo, haciendo que su respiración fuera un poco ruidosa. -Me preocupa realmente... debemos hacer algo... ¿no crees?-. Estaba haciendo demasiadas preguntas, volvió a bajar la cabeza apretando sus labios mientras sometía sus ojos a un punto sobre la arena.
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Post by Fauce del Norte on May 5, 2017 5:17:59 GMT
Guardó silencio para dejar a Diana hablar, o más bien, cuestionarlo y cuestionarse por el asunto.No, en efecto, no tenía las respuestas. Por más que escarbara en su memoria, para Fauce del Norte, Black Stag siempre había sido un ser distante, algo por lo que su manada jamás se debía de preocupar. Hasta cierto punto, creían que solo era un espíritu errante que clamaba la vida de quien le tocase, pues de ser un ente en verdad malvado... Ya hubiese tomado más de lo que era necesario. -Seguiremos nuestras jornadas. No podemos hacer nada por ahora, más que llenarnos de conocimiento con el paso de los viajes. - Fauce no se veía temeroso, mucho menos inseguro. Sabía que eso era lo único que la Tormenta Aullante podía hacer por ahora.
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Diana
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Post by Diana on May 5, 2017 5:29:44 GMT
La respuesta de Fauce no le dio satisfacción alguna. Volvió a suspirar hondo. Valdría la pena... o al menos ella creía, investigarlo aunque fuera un poco. Algo no le daba buena espina... Sin embargo se quedó callada un momento, sabiendo perfectamente que de contradecirlo, otra disputa más surgiría entre ellos, como usualmente sucedía. Dejó reposar su rostro sobre una de sus manos... No parecía asustado pero al menos percibía que había un dejo de curiosidad; lo sentía por la forma en la que hablaba. Había aprendido con los años a tomar cierta información en las palabras de Fauce y podía darse cuenta de lo que aquella información parecía estar causando en él. Pero esta vez... decidió no insistir, al menos no de maneras tan obvias.
Se enderezó, haciendo su espalda ligeramente hacia atrás. Recordó algo que Fauce había mencionado la noche anterior, tal vez... un descuido... palabras que salieron sin intenciones de sonar de alguna forma pero que sí llamaron la atención de la mujer. -Fauce- le llamó con la mirada fija hacia el cielo. -¿Y si te digo que estoy asustada?-. No lo estaba, más que eso, sentía una angustia e intriga por lo que pudiera pasar, pero recordaba muy bien aquello que escribió: "No dejaré que te pase nada Diana...". Claro, en seguida agregó que ni a ella, ni a la manada, ni a Mirovia pero no desperdiciaría la oportunidad de usar aquello para aligerar un poco el ambiente o al menos, para ella divertirse un poco; necesitaba algo de distracción.
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Post by Fauce del Norte on May 5, 2017 6:16:16 GMT
La luna menguante les regalaba la suficiente luz como para ser iluminados tenuemente con colores azulados. Los ojos de Fauce, rodaron hasta clavarse en los de Diana al escuchar aquella frase. Su mirada era inquietante, y más aún con aquel brillo reflejándose en el. - Diría que me estás mintiendo... - Lo podía ver en sus ojos. ¿Lo estaba probando? Inevitablemente, el alfa se vió atraído al rostro ajeno , el cual lo miraba sin moverse. Se acercó un poco involuntariamente pero pronto reaccionó y se hizo hacia atrás, carraspeando con fuerza. - Sabes que con la manada no hay de que preocuparse. Para eso estoy aquí y aquí estaré hasta mi último aliento. -
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Diana
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Post by Diana on May 5, 2017 6:41:14 GMT
No miró al lobo de inicio, cuando acertaba respecto a su falso temor, más movió los ojos al sentirlo más cerca de su rostro. No movió el cuerpo, sólo le sonrió con cierta suspicacia al notar que por un momento la duda lo invadió. Sintió una sensación curiosa por aquello, satisfacción tal vez. Sin embargo, su sonrisa se borró al escucharlo hablar. Siempre soltaba sus palabras como si estuviera solo... le molestaba pero no era enfado... era algo que hasta entonces le costaba definir aún. -Sabes que no espero que lleves ese peso sobre tus hombros... ninguno de nosotros. No estás solo... somos una familia-. Sentía impaciencia... sus manos inquietas... Tomó el frasco para someterse a tal objeto y no cometer una imprudencia. -... pero lo sé, lo sé muy bien-. Suavizó su mirada que ahora se encontraba posada en el lobo. Tantos años de andar a su lado y aún lo sentía tan distante. No se permitía compartir sus cargas... el peso de los años y los recuerdos que seguramente hacían que esos ojos siempre se vieran tan tristes. No fue suficiente el sometimiento de su tacto puesto que una de sus manos se posó sobre el brazo más cercano de Fauce. No deseaba quebrarlo pero a veces sentía que sus palabras no eran suficientes. Inclinó ligeramente la cabeza, acercándose un poco más, pero sabía que ese era su límite. Esperaba que algún día pudiera sentirse tan seguro como ella se sentía con él.
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Post by Fauce del Norte on May 5, 2017 7:02:53 GMT
Casi tan pronto como sintió el tacto de la loba sobre su brazo, fué como se puso de pié negando el toque de aquella mujer, carraspeando como si algo le molestase. No podía negar que tenerla cerca le causaba una cierta sensación de incomodidad, pero también una punzada fuerte en sus adentros que aún no lograba explicar. Le dió la espalda, aún mirando hacia el horizonte. - Es mi responsabilidad guiarla y cuidar de ella. Si no lo hago como es debido habré fracasado. Me convertiré en un forastero sin honor. - Se quedaron callados, con el único sonido siendo la madera tronar en la fogata de la jauría, la cual, estaba dando las últimas. -Ve a descansar. Mañana buscaremos provisiones. -
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Diana
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Post by Diana on May 5, 2017 7:22:48 GMT
Su reacción no era nueva; siempre había sido así. No podía ponerle un dedo encima al alfa porque en seguida su cuerpo parecía repeler al suyo. -Agua y aceite- dijo en voz baja mientras se ponía de pie, cuidando de no tropezar sobre las rocas que se movieron al roce de sus pies descalzos. Se quedó de pie frente a aquella espalda que ya conocía a la perfección. Cada forma en su estructura... si cerraba los ojos podía verlo tal cual si lo tuviera dentro de su mente. -Dudo que así sea, lo dudo de verdad. Pero si eso llegara a suceder, te seguiré a donde vayas-. Quebró el silencio. Sabía que no era lo que Fauce quería escuchar, que deseaba simples palabras que salieran de su boca y que obedientemente actuara en pos de su voluntad, pero no, tal vez era terquedad, abuso de confianza o un mero presentimiento de que podía cruzar ciertas líneas, pero Diana siempre seguía a su corazón.
Dio unos pasos para colocarse a su lado, observando al resto de la manada que se encontraba ya dormitando. El viento soplaba suavemente, dejando un rastro frío en sus mejillas. Llevó sus manos a sus brazos para sobarse la piel. Sí, había que descansar... el día había sido muy largo y aún tenían un camino que recorrer hacia Shangri Lax, donde se encontrarían con Garkal el bardo. -Está bien... pero tú también hazlo. El desierto se percibe tranquilo... es como si también estuviera durmiendo-. Alzó los hombros al sentir un ligero escalofrío; pronto tomaría su lugar cerca de la manada, eso le daría más calor pero no lo haría sin antes asegurarse de que Fauce se les uniría. -No quisiera que te quedes haciendo guardia esta noche... si te sientes cansado, por favor ve a despertarme; yo te relevo-. Había un tono de ligero reproche.
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Post by Fauce del Norte on May 5, 2017 23:27:59 GMT
Su mirada ocultaba celosamente la más grande tristeza y frustración. No la pudo escuchar del todo, pero lo que dijo Diana era similar a lo que el ya pensaba. Era por su bien… Era por su bien. - No se trata de lo que tu quieras Diana… Se trata de lo que la manada necesita. – Dijo con la mirada puesta en las enormes dunas que parecían olas gigantes congeladas por el tiempo . A pesar de siempre negar sus insistencias, Fauce tenía una pequeña adicción por recibirlas. Era una constante micro pelea de necedad e interés, pero no sabía hasta qué punto se podría sostener sin que se desatara una pelea. Hasta ahora solo habían sido discusiones, a veces empujones. Pero nada más.
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Diana
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Post by Diana on May 6, 2017 0:21:22 GMT
Siempre tan terco... tan rejego de permitirse ser cuidado. La loba no se cansaba, sin embargo, se preguntaba hasta donde su rechazo se quebraría y cuál sería el resultado si eso sucedía. Dio un par de pasos, alejándose de Fauce pero se detuvo. El fuego de la fogata se había extinguido, sólo quedaba la luz de la luna que los cubría y protegía en aquella noche fría. -Lo sé; no hay cabida para mis deseos personales...- sonrió derrotada. -Vélo como gustes Fauce; te necesitamos y es por eso que debes descansar. Buenas noches-. Caminó hacia el resto de la manada, hundiendo sus pies en la arena. Se mantuvo a una distancia prudente, teniendo a la vista al alfa por si algo sucedía. Estaba consciente de la fuerza del lobo pero siempre estaba viéndole la espalda; velando por su bien, aunque no se lo pidiera.
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Post by Fauce del Norte on May 6, 2017 18:50:46 GMT
Siguió con la mirada a la mujer mientras se retiraba, apretando los labios para no dejar que se le escaparan más palabras de la boca. El lo sabía. Sabía que podía ser muy hiriente. Esperaba que algún día comprendieran que lo que hacía solamente era por su bien, aunque en definitiva, el hombre era terco y descuidado consigo mismo. La noche transcurría sin el darse cuenta que Diana aún tenía puesta la vista en el. El hombre se cruzó de brazos, pareciendo que podría quedarse inmóvil hasta el amanecer, pero de un momento a otro, empezó a cabecear y asi se mantuvo una buena hora hasta que el sueño se apoderó de el y triunfante lo dejó dormido. Aún ahi. Sentado, cruzado de brazos, pero con los ojos cerrados y los labios entreabiertos.
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Diana
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Post by Diana on May 6, 2017 19:11:05 GMT
Comenzó a cubrir su cuerpo con telas y cobijas que llevaba consigo, sólo lo suficiente para que su rostro estuviera libre de observar sus alrededores. El silencio del desierto comenzaba a convertirse en un susurro que resonaba en lo más profundo de su cabeza. Parecía querer convencerla de cerrar sus ojos pero era más fuerte su voluntad de encontrarse a la expectativa. Por momentos su mente viajaba hacia lugares extraños: recuerdos del pasado, ilusiones del presente y del futuro, pero siempre con los ojos puestos en aquella figura. Pudo notar que el movimiento de su cabeza delataba su estado; al fin, se había quedado dormido. De manera traviesa, una sonrisa se dibujaba en su rostro a la par que el calor de su pecho presentaba la satisfacción de haber tenido la razón.
Se enderezó con cuidado, estando consciente de sus movimientos. Por fortuna la arena era generosa con sus pasos puesto que no la delataba al caminar. Tomó una de sus cobijas y volvió hacia aquél lugar en donde había estado delegando con el alfa. No sabía si su sigilo sería suficiente para no despertarlo pero decidió tomar un riesgo. La noche estaba fría y no estaba siendo del todo misericordiosa con ellos; el viento penetraba hasta los huesos. Aún con aquella piel encima de sus hombros, Diana temía que no fuera suficiente para protegerlo del clima. Claro... sabía que al cobijarlo, seguramente lo despertaría; aunque esperaba que no fuera así. La terquedad de Fauce se extendía a veces a contradecir sin medir las consecuencias; o eso era lo que la loba pensaba a veces. Tomó el manto y con cuidado cubrió el pecho y piernas del alfa. Tuvo tiempo de apreciar su rostro por un instante. Tan apacible, incluso con aquella postura. La mirada de Diana se quebró, sintiendo un inmenso dolor al verle. No comprendía aún el por qué. Aquél tirón en su pecho era cada vez más fuerte, más constante y más doloroso.
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Post by Fauce del Norte on May 6, 2017 19:25:10 GMT
Atrapado entre el vaivén de los sueños y las pesadillas, los recuerdos y las angustias, Fauce caminaba solitario en sus propios pensamientos mientras dormía. Los recuerdos de aquel ayer en el que era humano eran lejanos, casi imperceptibles. No recordaba si quiera como era que el se veía de niño. Su humanidad se había ido como agua entre los dedos de un sediento que tembloroso suplica por beber. Olores mezclados del desierto, su propia esencia y Diana fueron percibidos por sus sentidos y pronto, un calor ajeno a su propio abrigo se manifestó en la parte frontal de su cuerpo. Fué así como entre abrió los ojos desde su mas lejano sueño, encontrándose con los de Diana, mirándolo fijamente.
Quiso pelear. Quiso gritarle y preguntar el por qué de su atrevimiento. Más sin embargo, la mirada de la mujer lo mantuvo atrapado. Esos ojos turquesa que solamente se veían más bellos con el reflejo de la iluminando sus escleras lo dejaron inmóvil. Volvió a cerrar los ojos, grabándose aquella mirada en los más profundo de sus memoria. - Tonta... - Dijo en un susurro, casi inaudible, solo para retomar su sueño.
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