E3 Kara Sevda-privado-

Una sonrisa oscura cruzo sus labios al escucharla, observándola atentamente mientras llegaba a él—Hoşgeldiniz, Roja— Dijo a la usanza turca de bienvenida.— "Has traído alegría con tu presencia".

Y atento a sus palabras como si saliese de un sueño se miro así mismo. Repasando con ojo critico sus propias ropas, ladeo la cabeza al estilo de un gran can.—Será mejor que no, Salim el injusto le hace honor a su mote. Asesino a sus hermanos y desterró a su padre solo por decir algunas de sus "azañas", definitivamente no es el más grato de los compañeros, aunque Eerie tampoco lo es.

La observo con placer, bebiendo de las suaves curvas y el cabello recogido que dejaba ver el esbelto cuello, repasando sin vergüenza sus ojos sobre cada pequeño espacio, donde la carne era delgada y donde las curvas nacían, asintiendo a sus palabras una sonrisa ladina se escapo de su boca y murió cuando un ceño fruncido se profundizo en su frente.—¡Dioses!, me gustaría si— Y repasando con una mano su rostro barrio el tormento de emociones que parecían gruñirse bajo la superficie.

— Pero estoy dolorosamente sobrio, ¿y tu?, ¿has encontrado lo que todos han venido a buscar,Roja?

—Bueno, si hay un vacío, sería uno demasiado lleno...—Escupió con humor, poniendo atención a las sombras que comenzaban a replegarse contra el cuerpo temerosas de la verdadera oscuridad de los rincones que comenzaba a ganar terreno.

Y fingiendo una mueca de dolor le sonrió divertido ante sus palabras frotando su propia muñeca desnuda, y torciendo los labios al final— En Mirovia la gente parece ser adicta a ello, mendigando atención, compañía...cualquier sombra de afecto...—Arrugó la nariz—Esas pequeñas alimañas... y no puedo evitar pensar que se comente algún tipo de abuso...entre los viejos siempre existirá alguno que se aproveche de los mocosos ilusos...

Mirando al cielo suspiro apartando la amargura de su interior, los dos opalos miraron a las estrellas—Igual el bullicio llegaría a mis ventanas, por lo que es mejor fingir que soy parte a intentar mantenerme a raya...

—¡Ja!, no me gustan los mocosos... su seguridad viene directamente de su ignorancia y no valoro demasiado la falta de conocimiento o de un pensamiento profundo—.Mirándola de refilón le devolvió la sonrisa. Removiendo la tierra bajo su pie compuso una mueca extraña mientras pensaba.

Apenas estaba atento a lo que le rodeaba, eran tentáculos fríos que se sacudían directamente desde las sombras, ni toda la música ni toda la bebida de ese día, y de ese lugar podrían ya alcanzarle en el estado en el que se encontraba y aún así...
Podía responderle, a ella podía, incluso aunque ella fuera una puerta cerrada que no cedía nada y que apenas filtraba algo de lo que había detrás. Era esa sensación hermética de no compartir, de mantenerse apartado lo que lo había llevado tan lejos con la arconte.

—Es un "tesoro", para los tiempos modernos más allá del mar. Un yeniçeri me lo dio, recogido en un devshirmeh, "el rapto de los niños por Ala", fue una de las cosas que mantuvo al no poder abrazar su esencia.—Relamiéndose los labios que conservaban el sabor amargo del licor una mano rodeo la delicada cintura. —Pero si quieres tocarme, tócame directamente, no voy a rechazarte, salvo que esperes llegar a las sombras...

—Un niño es arrebatado a su familia por el imperio para servir como un soldado, un jenizaro. Educado en lenguas, literatura y el arte de la guerra, niños paganos.—Explico, mirándola hacer y levantando el rostro hacia ella, sintiendo como se movía y se ablandaba contra su anatomía y como el olor despertaba ya placenteros recuerdos, sin embargo al escucharla sus cejas apenas se arquearon dejando salir el humo a un lado al girar la cabeza frunció el ceño una vez más mientras.

—No espero, me preparo, siempre para lo peor, así no hay decepciones, tampoco me gusta formarme expectativas, veo a la gente por lo que es...El ceño se suavizo en una tenue sonrisa amarga antes de que la mano apartara el cigarrillo lejos de sus cuerpos.—He bailado, me he declarado, he besado y he sido malentendido y ahora descanso de todos ellos y todas esas situaciones.

El tiro hizo que botara el cigarrillo, el cual cayó al suelo y se apago en el tiempo que duro el beso. La huella amarga del licor se mezclo con el sabor suave de ella y el calor. Acomodando la gran palma en su espalda la mantuvo contra él. Apretándola contra su pecho, intentando rendirse a las sensaciones, a la quemazón que se extendía desde el pequeño toque hasta que se separaron. Mirándola todo el tiempo sus pestañas se tocaban mientras examinaba los cabellos rojizos, los parpados temblorosos y la naricilla respingada.
—No voy a declararme a ti Roja, eso será la diferencia...

Susurro tras relamerse, intento ver algo más, pensando en que apenas había exhalado esas palabras como una mentira. Si. Era una declaración, la más honesta que haría esa noche pero no la que se esperaría.