Post by Aagron on Jul 30, 2017 18:29:17 GMT
Nombre: Aagron
Género: Masculino
Edad: ciento cuarenta años.
Raza: Dragón (clásico)
Corte: Corte del verano (+★ En fuerza)
Afiliación: La Resistencia
Lugar de Residencia: A pesar de no quedarse mucho en ninguna parte, se ha conseguido un rinconcito bastante agradable en Draconia, donde suele quedarse cuando quiere una cama cómoda y algo más acogedor.
Ocupación: Aventurero/ Cazador
Stats:
• Fuerza: ★★★ (+★ por pertenecer a la Corte del Verano)
• Inteligencia: ★★
• Social: ★★
• Agilidad: ★★
• Defensa: ★★★
Habilidades raciales:
Aliento elemental - Fuego. El arcano puede generar y escupir de su garganta el elemento mencionado en cantidades limitadas de acuerdo a su edad/poder. Aquellos que producen esta clase de aliento deben tener cuidado del efecto de área que puede causar y que la puntería es variable dependiendo de la situación.
Piel de Acero. La piel de estos arcanos posee propiedades que los hace mucho más resistentes a heridas y magia más no inmunes. El poder de protección es proporcional a la edad del arcano.
Quijada extraordinaria. La presión que puede ejercer la mordida de este arcano es extremadamente poderosa, pudiendo perforar todo tipo de piel arcana y otros materiales.
Habilidad por Facción: Zarpazo Final: Las garras de estos dragones son poderosas y pueden cortar hasta las piedras.
Personalidad: Aagron, es alguien bastante sereno, un muchacho trabajador, de semblante alegre y dispuesto a poner sus puños bajo el mando de quien según él, obre por lo correcto. Por su carácter tranquilo, es difícil verlo metido en alguna riña, esto no quiere decir que no se meta en escaramuzas tontas de vez en cuando, sobre todo cuando se trata de defender sus ideales.
Tiene un fuerte sentido de la justicia y el honor. Nunca. Pero nunca de los nunca se le verá cediendo ante sus adversarios; mantendrá el pecho fuera, inflado con orgullo y su cabeza tan alta como pueda incluso teniendo una espada a punto de enterrarse en su garganta. Es una de sus cualidades más fuertes.
Y por más tranquilo que sea, tiene un orgullo bastante grande. Es de esas personas que te dirá que tienes razón al momento, pero se pasará horas de horas tratando de ver una razón lógica.
Historia:
Nacido entre los humanos, su vida entre ellos fue breve y caótica.
Desde pequeño, fue forzado a mantenerse en su forma sellada, su madre le tenía prohibido hablar con nadie que no fuera ella o su padre, y este constantemente repetía las historias de sus hermanos muertos ante terribles máquinas que aspiraban polvo y escupían metal (refiriéndose con ello a los cañones).
Desobediente en aquel tiempo, se separó de ellos a temprana edad y fue acogido por un soldado quien lo entrenó y talló a fuego en él los valores de un guerrero: desde el respeto y lealtad debida a tu soberano hasta el orgullo que debe tenerse en el campo de batalla.
Diestro en combate cuerpo a cuerpo, a sus quince años fue partícipe de una guerra que, para él, fue tan corta como sangrienta, en la que perdió a su maestro y derrotado por no poder contra semejantes números sin romper su forma, fue tomado como esclavo. Conocía su fuerza y resistencia, y sabía que si se mostraba como lo que era, sin tener poder considerable alguno, no podría vivir otro día para contarlo, menos con la Gran Caza apenas apagando sus brasas… Esta fue, la primera y última vez que dejó caer sus armas al suelo; la única vez en su vida que recuerda haberse rendido.
En sus tiempos como esclavo, fue vendido múltiples veces, conoció a toda clase de personas, desde glotones insaciables hasta sádicos y narcisistas con varias mujeres en su harem. Nunca intentó escapar, no tenía motivos para hacerlo. Le daban comida, techo, una precaria calidad de vida, si, pero era lo mejor a lo que podía aspirar desde que sus tierras fueron calcinadas, él mismo incluso luego de años trabajando la tierra como pasatiempo, había descartado la idea de cultivar nada en aquellos parajes por varios años, solo madre naturaleza sabría si serían pocos o muchos.
A sus veinte, estando trabajando para un coleccionista bastante raro, conoció a un viejo Rakshasa. Uno en particular que juraba por los dioses que de haber llegado a su objetivo hubiera muerto en paz: Repetía sin cesar rumores de una supuesta tierra prometida, solo cuando el guarda no podía escucharlo. Muchos de los arcanos ahí prisioneros lo dieron por loco, Aagron lo escuchó.
Si ese lugar realmente existía, podría fijar un rumbo al cual dirigirse al huir, un objetivo final y no solo correr por correr para morir huyendo u ocasionalmente volver a la misma situación e incluso peor.
Días pasaban y él escuchaba cada vez más de la tierra prometida que aquel que ahora era su amigo tanto ansiaba por encontrar. Varios arcanos también habían puesto rumbo hacia allá, lo que significaba que podría hacer un viaje seguro en grupo de forma organizada.
Una noche, fue capaz de robar el manojo de llaves del guarda y liberó a todos los arcanos que el coleccionista tenía cautivos en las celdas; entre más fueran, más probabilidades tenían de llegar a salvo cuidándose las espaldas. Fue cuestión de tiempo para que el grupo creciera y con el pasar de poco más de dos años, dieron por fin con Mirovia.
El Rakshasa que había acompañado a Aagron durante casi todo su periplo, tristemente no vivió lo suficiente para contar el día en que encontrara la paz finalmente, y la mayoría de los arcanos con los que viajó, o se habían rendido en el camino y seguían en el continente, o simplemente se dieron un par de palmadas en la espalda a modo de hasta luego por haber encontrado otro lugar al qué pertenecer, incluso algunos, quienes jamás creyeron en los rumores que el Rakshasa había traído a ellos, habían puesto pies en polvorosa nada más ver el exterior frente a ellos; a día de hoy, rara vez se ha vuelto a encontrar con alguno de sus viejos camaradas, pero recuerda con cariño el nombre con el que viajaban: “La Hermandad de los Fenómenos”, un nombre bastante llamativo y que a los ojos de los humanos ignorantes sonaba al de un circo por el que en efecto se hacían pasar para poder costear alimentos decentes de vez en cuando.
Con cincuenta y tres años (justo diez años después de encontrar residencia en Mirovia), conoció al soberano del Verano. Entrar al templo y ver a los miembros de la corte fue como encontrar el hogar que tanto había anhelado, y que sin embargo, había estado justo ahí: esperando por él para llegar por sus puertas, (de hecho estuvo muy cercano a llorar de la emoción), el aura de unión y compañerismo que irradiaba la corte era sumamente contagiosa, el ambiente tan vivo y cálido lo llamaba a gritos. Ahí era a donde realmente pertenecía, y sin embargo su costumbre de moverse de un lado a otro no le permitía estar cómodo en el mismo lugar mucho tiempo.
Datos curiosos:
—Cuando permanece en su forma sellada mucho tiempo, sufre de comezón, sobre todo en la cabeza. En estos momentos suele decir que “le pican los cuernos”
—aspira a encontrar el balance entre su forma verdadera y la sellada.
—Es claustrofóbico.
—Adora a muerte la carne y los abrazos (aunque nunca de los nunca admitirá en voz alta lo segundo).
—Sabe algo de medicina. Lo Esencial para poder tratarse a sí mismo o a otros por su trabajo (vendajes, entablillar, suturar heridas… Y un par de ungüentos hechos con yerbas para evitar infecciones)
—no recuerda mucho de sus años de vida entre los humanos, pero tiende a decir que no les guarda rencor, que él también estaría asustado de un ser enorme que pudiera matarlo de un mordisco de no ser porque él es el ser enorme que puede matar de un mordisco.
—no sabe lo que es un peine.
—la mayor parte de sus cicatrices son recientes, le avergüenza decir que resbaló escalando un volcán en Draconia y cada vez que le preguntan cambia la historia.
—Tuvo una mala (muy mala) experiencia con el amor luego de llegar a Mirovia. No le gusta hablar de ello porque con el pasar de los años aún duele, y es apenas a estas alturas que se está formulando la posibilidad de enamorarse otra vez.
—Su cabello es lo suficientemente largo como para servir de abrigo a un niño.
—Sus compañeros de la corte del verano son quienes le cortan el cabello cuando está dormido, de caso contrario la maraña sería indomable por siempre.
Imagen complementaria:
Género: Masculino
Edad: ciento cuarenta años.
Raza: Dragón (clásico)
Corte: Corte del verano (+★ En fuerza)
Afiliación: La Resistencia
Lugar de Residencia: A pesar de no quedarse mucho en ninguna parte, se ha conseguido un rinconcito bastante agradable en Draconia, donde suele quedarse cuando quiere una cama cómoda y algo más acogedor.
Ocupación: Aventurero/ Cazador
Stats:
• Fuerza: ★★★ (+★ por pertenecer a la Corte del Verano)
• Inteligencia: ★★
• Social: ★★
• Agilidad: ★★
• Defensa: ★★★
Habilidades raciales:
Aliento elemental - Fuego. El arcano puede generar y escupir de su garganta el elemento mencionado en cantidades limitadas de acuerdo a su edad/poder. Aquellos que producen esta clase de aliento deben tener cuidado del efecto de área que puede causar y que la puntería es variable dependiendo de la situación.
Piel de Acero. La piel de estos arcanos posee propiedades que los hace mucho más resistentes a heridas y magia más no inmunes. El poder de protección es proporcional a la edad del arcano.
Quijada extraordinaria. La presión que puede ejercer la mordida de este arcano es extremadamente poderosa, pudiendo perforar todo tipo de piel arcana y otros materiales.
Habilidad por Facción: Zarpazo Final: Las garras de estos dragones son poderosas y pueden cortar hasta las piedras.
Personalidad: Aagron, es alguien bastante sereno, un muchacho trabajador, de semblante alegre y dispuesto a poner sus puños bajo el mando de quien según él, obre por lo correcto. Por su carácter tranquilo, es difícil verlo metido en alguna riña, esto no quiere decir que no se meta en escaramuzas tontas de vez en cuando, sobre todo cuando se trata de defender sus ideales.
Tiene un fuerte sentido de la justicia y el honor. Nunca. Pero nunca de los nunca se le verá cediendo ante sus adversarios; mantendrá el pecho fuera, inflado con orgullo y su cabeza tan alta como pueda incluso teniendo una espada a punto de enterrarse en su garganta. Es una de sus cualidades más fuertes.
Y por más tranquilo que sea, tiene un orgullo bastante grande. Es de esas personas que te dirá que tienes razón al momento, pero se pasará horas de horas tratando de ver una razón lógica.
Historia:
Nacido entre los humanos, su vida entre ellos fue breve y caótica.
Desde pequeño, fue forzado a mantenerse en su forma sellada, su madre le tenía prohibido hablar con nadie que no fuera ella o su padre, y este constantemente repetía las historias de sus hermanos muertos ante terribles máquinas que aspiraban polvo y escupían metal (refiriéndose con ello a los cañones).
Desobediente en aquel tiempo, se separó de ellos a temprana edad y fue acogido por un soldado quien lo entrenó y talló a fuego en él los valores de un guerrero: desde el respeto y lealtad debida a tu soberano hasta el orgullo que debe tenerse en el campo de batalla.
Diestro en combate cuerpo a cuerpo, a sus quince años fue partícipe de una guerra que, para él, fue tan corta como sangrienta, en la que perdió a su maestro y derrotado por no poder contra semejantes números sin romper su forma, fue tomado como esclavo. Conocía su fuerza y resistencia, y sabía que si se mostraba como lo que era, sin tener poder considerable alguno, no podría vivir otro día para contarlo, menos con la Gran Caza apenas apagando sus brasas… Esta fue, la primera y última vez que dejó caer sus armas al suelo; la única vez en su vida que recuerda haberse rendido.
En sus tiempos como esclavo, fue vendido múltiples veces, conoció a toda clase de personas, desde glotones insaciables hasta sádicos y narcisistas con varias mujeres en su harem. Nunca intentó escapar, no tenía motivos para hacerlo. Le daban comida, techo, una precaria calidad de vida, si, pero era lo mejor a lo que podía aspirar desde que sus tierras fueron calcinadas, él mismo incluso luego de años trabajando la tierra como pasatiempo, había descartado la idea de cultivar nada en aquellos parajes por varios años, solo madre naturaleza sabría si serían pocos o muchos.
A sus veinte, estando trabajando para un coleccionista bastante raro, conoció a un viejo Rakshasa. Uno en particular que juraba por los dioses que de haber llegado a su objetivo hubiera muerto en paz: Repetía sin cesar rumores de una supuesta tierra prometida, solo cuando el guarda no podía escucharlo. Muchos de los arcanos ahí prisioneros lo dieron por loco, Aagron lo escuchó.
Si ese lugar realmente existía, podría fijar un rumbo al cual dirigirse al huir, un objetivo final y no solo correr por correr para morir huyendo u ocasionalmente volver a la misma situación e incluso peor.
Días pasaban y él escuchaba cada vez más de la tierra prometida que aquel que ahora era su amigo tanto ansiaba por encontrar. Varios arcanos también habían puesto rumbo hacia allá, lo que significaba que podría hacer un viaje seguro en grupo de forma organizada.
Una noche, fue capaz de robar el manojo de llaves del guarda y liberó a todos los arcanos que el coleccionista tenía cautivos en las celdas; entre más fueran, más probabilidades tenían de llegar a salvo cuidándose las espaldas. Fue cuestión de tiempo para que el grupo creciera y con el pasar de poco más de dos años, dieron por fin con Mirovia.
El Rakshasa que había acompañado a Aagron durante casi todo su periplo, tristemente no vivió lo suficiente para contar el día en que encontrara la paz finalmente, y la mayoría de los arcanos con los que viajó, o se habían rendido en el camino y seguían en el continente, o simplemente se dieron un par de palmadas en la espalda a modo de hasta luego por haber encontrado otro lugar al qué pertenecer, incluso algunos, quienes jamás creyeron en los rumores que el Rakshasa había traído a ellos, habían puesto pies en polvorosa nada más ver el exterior frente a ellos; a día de hoy, rara vez se ha vuelto a encontrar con alguno de sus viejos camaradas, pero recuerda con cariño el nombre con el que viajaban: “La Hermandad de los Fenómenos”, un nombre bastante llamativo y que a los ojos de los humanos ignorantes sonaba al de un circo por el que en efecto se hacían pasar para poder costear alimentos decentes de vez en cuando.
Con cincuenta y tres años (justo diez años después de encontrar residencia en Mirovia), conoció al soberano del Verano. Entrar al templo y ver a los miembros de la corte fue como encontrar el hogar que tanto había anhelado, y que sin embargo, había estado justo ahí: esperando por él para llegar por sus puertas, (de hecho estuvo muy cercano a llorar de la emoción), el aura de unión y compañerismo que irradiaba la corte era sumamente contagiosa, el ambiente tan vivo y cálido lo llamaba a gritos. Ahí era a donde realmente pertenecía, y sin embargo su costumbre de moverse de un lado a otro no le permitía estar cómodo en el mismo lugar mucho tiempo.
Datos curiosos:
—Cuando permanece en su forma sellada mucho tiempo, sufre de comezón, sobre todo en la cabeza. En estos momentos suele decir que “le pican los cuernos”
—aspira a encontrar el balance entre su forma verdadera y la sellada.
—Es claustrofóbico.
—Adora a muerte la carne y los abrazos (aunque nunca de los nunca admitirá en voz alta lo segundo).
—Sabe algo de medicina. Lo Esencial para poder tratarse a sí mismo o a otros por su trabajo (vendajes, entablillar, suturar heridas… Y un par de ungüentos hechos con yerbas para evitar infecciones)
—no recuerda mucho de sus años de vida entre los humanos, pero tiende a decir que no les guarda rencor, que él también estaría asustado de un ser enorme que pudiera matarlo de un mordisco de no ser porque él es el ser enorme que puede matar de un mordisco.
—no sabe lo que es un peine.
—la mayor parte de sus cicatrices son recientes, le avergüenza decir que resbaló escalando un volcán en Draconia y cada vez que le preguntan cambia la historia.
—Tuvo una mala (muy mala) experiencia con el amor luego de llegar a Mirovia. No le gusta hablar de ello porque con el pasar de los años aún duele, y es apenas a estas alturas que se está formulando la posibilidad de enamorarse otra vez.
—Su cabello es lo suficientemente largo como para servir de abrigo a un niño.
—Sus compañeros de la corte del verano son quienes le cortan el cabello cuando está dormido, de caso contrario la maraña sería indomable por siempre.
Imagen complementaria: