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Post by Sven Velfast on Aug 6, 2017 4:30:08 GMT
La noche estaba despejada y las estrellas surcaban el cielo de manera pintoresca, bañando con una solemne belleza la ciudadela de Mirovia. El Festival estaba retumbando en sus últimos festejos, preparándose para el gran final del mismo. A diferencia de otros años, ese había sido más favorable en lo que respectaba el baile, aunque no satisfacía completamente sus expectativas. El mayordomo había asistido varios días durante las dos semanas, apenas logrando unos cuantos satisfactorios bailes de entre una decena de oportunidades, por lo que no borraba aún la deplorable imagen de que el miroviano promedio no tenía la más remota idea de lo que era danzar al son de la música.
Moviendo la decepción de lado, habían unos cuantos rostros que, aunque no esperaba ver en el festejo, de cierto modo ansiaba por encontrar. Era un sentimiento conflictivo, debido a que aquello infería en llevar a cabo ciertas acciones de las cuales no estaba del todo convencido en hacer, pero que una parte de sí lo obligaba a querer concretar. Había cierto alivio y calma en su mente, por el no haberlas hallado entre las multitudes aún.
Sin vestir ningún lazo y en una zona alejada y oscura por el momento, el fénix observaba las parejas correr, bailar y carcajear, intercambiando notorias muestras de aprecio. El amarillo y el rojo prevalecía mayormente en las muñecas y prendas de los arcanos, y la felicidad emanaba de cada gesto y movimiento ajeno, volviendo el aire especialmente pesado a su alrededor. Era un ambiente que no compartía a nivel anímico, y que usualmente ignoraba. No obstante, aquella noche estaba plagada de cierta nostalgia, y en su mayoría debido a eventos previos a la celebración. Las ropas elegantes del mayordomo vestían su piel de la forma más completa posible, y vendajes se aseguraban de no hacer la sangre fluir de manera inesperada. El mayordomo cerró sus ojos y dejó su mente divagar, ya que la presión por luchar para mantener su auto control era extenuante.
Recostado contra un muro en la entrada de un callejón, adyacente a una de las aglomeraciones principales del festival, se encontraba el ave, retraído en sus pensamientos y ajeno al bullicio exterior.
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Post by Deleted on Aug 20, 2017 22:36:32 GMT
Si se tuviera que describir un evento como aquel en palabras de la dragona, no sería difícil imaginar lo que diría: Absurdo, innecesario. INCÓMODO. Por más que lo pensaba, no podía comprender por qué la gente asistía a un evento así todos los años. ¿Era por la alegría? ¿Por el baile? Cuando uno visitaba una taberna, el ambiente siempre era parecido... Aunque, bueno... Cuando alguien de tu mismo sexo te declara su amor en una taberna, puedes tomarlo como una broma o un malentendido y olvidarlo al día siguiente, cosa que no podías hacer en un festival como ese. Akane, Akane... Ni en los peores de sus sueños hubiese imaginado lo que sucedió en aquel maldito festival. Se sentía sucia, se sentía asqueada, y sobre todo confundida. ¿Cómo es que podía despertar sentimientos tan fuertes en una mujer a la que nisiquiera le dio motivos, y no causar nada en ningún hombre aunque lo intentara?
Con la mente totalmente revuelta y el pecho oprimido, la elegantemente vestida dragona avanzaba entre la multitud sin rumbo fijo, deseando encontrar un buen lugar para simplemente derrumbarse e intentar poner orden en su cabeza antes de que ésta explotara. En todos lados había ruido, habían risas desconocidas y había alegría que sólo lograban enfermarla aún más. Tal vez se hubiese sentido mejor si hubiese alguien conocido que distrajera su mente aún con la más grande de las estupideces, pero no, eso le pasaba por ser una amargada sin amigos ni conocidos y también por salir sola a un lugar como ese sin pensárselo dos veces. Era triste, sí, pero también oportuno.
Aprovechando que no había nadie que pudiera reconocerla por el momento, se acercó a uno de esos puestos callejeros que ofrecían bebidas artesanales y después de haber pagado fijó su mirada en algo que llamó bastante su atención: Un callejón que aparentemente se encontraba más vacío que el resto de la ciudadela. Que oportuno. Haru dirigió sus pasos hacia allá con copa en mano, ignorando totalmente su alrededor para tan solo adentrarse a la oscuridad y ponerse en cuclillas al lado de una caja que allí se encontraba para ocultarse, como si con ello pudiera ocultar la vergüenza que se cargaba encima. [Estúpida Akane, estúpida yo. Estúpidas vendas.] Pensó en sus adentros y dio un gran trago a su bebida, como si estuviera intentando tragarse con ello su amargura también.
Después de aquello simplemente suspiró.
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Post by Sven Velfast on Aug 21, 2017 1:50:44 GMT
Sus pensamientos lo habían sumido en un estado completamente ausente a la realidad, a lo que sucedía a sus alrededores, al ruido y el agasajo ajeno. Aunque todo pasara frente a sus ojos desde la conformidad de aquella oscuridad, paradójicamente su mente divagaba libre en recuerdos tortuosos. De cierto modo, ahogarse en aquella miseria brindada por vivencias no tan pasadas lo ponían en una zona de comfort más controlable, que el desconcierto de mantenerse en un estado desconocido para él mismo.
No obstante, los segundos, minutos o quizás horas, llegaron a un abrupto fin, cuando un aroma y esencia conocidas robaron su atención. Regresó su vista a su derredor- no a la fiesta en la distancia, si no al callejón en que se encontraba. Miró que a unos cuantos metros de distancia de sus pies yacía una mujer apoyada pobremente sobre un cajón de madera mohosa, probablemente escondido en aquel rincón con la intención de ser olvidado. Aquella cabellera era bien conocida, púrpura que brillaba con la más débil luz, ondeándose con la ligera caricia del viento, cayendo desordenadamente sobre ropajes finos, y una tez clara inconfundible.
-Haru.- pensó para si mismo, actuando por instinto. De todos los lugares que esperaba encontrarle, ella se encontraba allí tirada, solitaria, mediocre. Ahogándose en alcohol de una copa barata del establecimiento más cercano.
Ciertamente era atípico, por lo que se acercó de forma ligera y tomó aquella copa antes de que pudiera darle otro alargado sorbo. Sus ojos se clavaron de manera inmediata en las palmas de la dama, conforme liberaba su bebida- sus vendajes deshaciéndose y ligeramente enrojecidos. Aquello mandó una punzada a su abdomen, como si la cicatriz sellada por magia prohibida estuviera conectada con el recuerdo, y tiró la copa con sus contenidos en el suelo de aquel frío callejón. El fénix se agachó a la altura de la dragona y tomó su barbilla de forma suave, levantando aquel femenino rostro para que le mirara directamente. La expresión facial de la dama era uno que no podía del todo leer, por lo que lo observó con pesadez algunos segundos, como si intentara mirar dentro de su alma para descifrar sus secretos.
-¿Se encuentra bien?- preguntó, contrario de lo que se esperaría. En cualquier otra ocasión saltaría de manera cínica a denotar aquel deplorable estado, la ironía de encontrarle allí, después de jactarse incontables veces del evitar lugares del tipo. Cierto era que desde aquella noche, aquel castigo que ambos sufrieron y los extraños eventos que atestiguaron, las cosas habían cambiado.
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Post by Deleted on Aug 22, 2017 1:19:01 GMT
La mujer ya había cerrado los ojos para dejarse caer lentamente en la oscuridad de sus propios pensamientos para el momento en que el fénix se acercó, por lo cual no hubo ninguna reacción de su parte hasta que sintió como la copa era arrebatada de sus manos, las cuales en aquel momento se sentían entumecidas y con un ardor que apenas la frialdad de la bebida que tenía apenas estaba logrando disipar. Sintiendo como su paz era interrumpida, la dragona frunció levemente el ceño y miró hacia el calzado de aquella persona que estaba frente a ella, reconociéndolo casi inmediatamente. Sven. O al menos aquella persona tenía el mismo gusto anticuado que su compañero.
Aún cuando la curiosidad sacudió sus adentros y la incitaba a voltear hacia arriba, ella decidió quedarse en la misma posición, esperando a que aquel hombre se fuera de una vez si su única intención era la de aprovecharse de su soledad y "debilidad femenina" para conseguir una bebida gratis. No pensaba hacer nada al respecto si ese fuera el caso. Sin embargo, contrario a lo que ella esperaría en aquel justo momento observó de reojo como aquella persona se agachaba y tomaba su barbilla con total sutileza, lo cual la obligó a ascender su mirada sólo para confirmar sus sospechas al encontrarse con aquel rostro inexpresivo tan familiar, el cual le miraba de forma totalmente atenta.
¿Qué más se podía decir de ella en ese momento que no se supiera con solo verla? Estaba expuesta, vulnerable, incluso podría decirse que miserable, aunque aquella ya no era la primera vez que el hombre de cabellos azabache la miraba de esa manera, así que qué más daba. La parte buena es que en ésta ocasión la sangre de ninguno de los dos corría libremente por allí... O si lo hacía, al menos lo hacía por debajo de sus vendas, donde nadie podría darse cuenta.
Esperando algún comentario arrogante respecto a su estado por parte del fénix, la dragona simplemente trató de prepararse mentalmente para lo que venía y se quedó en un profundo silencio, el cual no tardó llegar al su fin cuando el hombre por fin decidió hablar, dejando salir al aire palabras que a decir verdad no se esperaba para nada por lo que causaron que la mujer parpadeara y le mirara de manera confundida. ¿Que si estaba bien? ¿Desde cuando le importaba como se sentía?
Tardó algunos momentos en procesar la situación y otros más en pensar en una respuesta apropiada, ya que aunque tuviera toda la pinta de borracha despechada aún pretendía actuar como normalmente lo hacía. - Creo que las flores serían una mejor opción si es que estás tratando de conquistarme, Svencito. - Respondió con total tranquilidad y forzando una sonrisilla, mas luego prefirió apartar la mirada hacia el suelo, donde yacían los restos de la copa que anteriormente tenía entre sus manos. - No estaba tan mal... - Murmuró, subiendo un poco más la mirada para así observar ambas muñecas de su compañero, notando que no tenía ningún listón al igual que ella. Aún así ¿Qué hacía ahí? Jamás hubiese pensado que se iban a encontrar en tan pintoresco festival. - ¿Vienes por tu cuenta? Ya veo que alguien se siente solo. -
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Post by Sven Velfast on Aug 22, 2017 2:53:54 GMT
De cierto modo, se sintió tranquilo al notar que la acidez de su compañera se hizo avistar, aunque fuera un tanto forzada entre la imagen deplorable que lucía. Ignoró aquel comentario, no por que le tocara alguna fibra, si no porque estaba disperso en otros asuntos- las palmas vendadas de la dragona capturaban su atención de manera casi hipnótica, generando una sensación indeseable que revolvía su estómago. ¿Acaso sentía culpa? ¿Odio quizás? ¿Resentimiento porque interrumpió un acto que no debía, que él tanto añoraba?
No.
Era una sensación que no podía del todo descifrar, lo cual causaba que su mente se llenara de molesta estática, haciéndole perder cierto nivel de compostura y auto control. Muchas incógnitas abarcaron su cabeza, mayormente concentradas en el razonamiento de la sirvienta. ¿Por qué...? por qué... Las manos del fénix se movieron instintivamente a las muñecas de la Lung, sujetándole firme pero sin lastimar, de modo que las manos femeninas quedaran expuestas a la vista de ambos. -O quizás, simplemente vine a danzar- mencionó de forma cruda, pero sincera, respondiendo con honestidad el cinismo de la otra. Se levantó del suelo, llevándose consigo a Haru, retirándola de aquel mohoso suelo en el que estaba postrada.
-¿Por esa indagación, debería asumir que usted si asistió a raíz de la soledad?- cuestionó el ave, con legítima curiosidad. Su comportamiento habitual se estaba saliendo por las tangentes de la costumbre, develando partes que en cualquier otra situación, jamás ocurrirían. Cierto era que no tenía la capacidad de razonar desde un punto infectado por su acídica personalidad, pero tampoco podía condensar ideas concretas para desviar la conversación a algo menos personal o que evitara indagar en alguien de su interés. Tenía la mirada fija en los ojos de la otra, inexpresivo, pero sus palmas emitían un calor reconfortante en la piel de la otra, típico de su naturaleza. Se quedó expectante, esperando una reacción de la otra.
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Post by Deleted on Aug 22, 2017 4:35:56 GMT
- Nunca creí que fueras del tipo bailarín. - Dijo la dragona al escuchar su respuesta, aceptando la ayuda que el ave le proporcionó para levantarse aunque una vez más su mirada se tornó confusa y se clavó en el contrario. ¿Por qué estaba siendo tan amable? Miró sus manos, en especial a las pequeñas manchas carmesí que comenzaron a intensificarse levemente debido al esfuerzo que hizo para ponerse de pie, lo cual le hizo recordar la manera en que el fénix las había mirado hace unos momentos. Quizá... ¿Estaba siendo amable por lástima?
Sus propios cuestionamientos quedaron en segundo plano cuando escuchó a su compañero nuevamente. La pregunta había sido devuelta tal y como se lo esperaba, pero a diferencia de él, ella tuvo dificultades para responder. ¿Cómo se supone que debería explicar el asunto por el que fue citada en un lugar como ese? No podía. Incluso el hacer mención de la situación le daba la sensación de estar deshonrando a su difunta familia. - No tenía un motivo aparente para venir... Sólo quería despejar la mente. - Mintió. - ¿Acaso todos los que asisten a éstas festividades tienen que buscar obligatoriamente una pareja? - Preguntó a la vez que fijaba su mirar en las manos del hombre, las cuales aún se encontraban sujetando sus muñecas con tan agradable calidez.
En una vida como la que llevó Haru en el pasado, el contacto físico entre hombre y mujer eran algo que se reservaban bastante, por lo que eran contadas las ocasiones en las que se había encontrado en una situación similar con anterioridad. Sí, puede que Sven no fuera exactamente su cita o algo parecido, incluso era bien conocido que se llevaban de manera bastante... Peculiar. Pero eso no quitaba el hecho de que era un varón, y la estaba tocando.
Debido a ello, un gesto neutral se forzó en el rostro de la Lung, la cual levantó discretamente su mirada y terminó cruzándola con la de él, lo cual hizo que la bajara nuevamente no mucho después mientras sentía como sus mejillas empezaban a arder. - Ya puedes soltarme. -
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Post by Sven Velfast on Aug 22, 2017 13:52:28 GMT
Su comportamiento se tornó más inquisitivo, como si tratase de la curiosidad de un niño pequeño. Entrecerró los ojos con la falsa percepción de que ello proporcionaría algún tipo de ayuda para avistar, de forma más analítica, el lenguaje corporal de la otra. Leer entre líneas, identificar las mentiras y destapar la realidad era lo que ansiaba en ese momento, justificado por su fuerte deseo de querer comprender el por qué de las cosas. Fue entonces cuando pudo ver un rastro, mínimo y casi imperceptible, de rubor en las mejillas de la dragona. Sus cejas se apuñaron y la desintonía siguió punzando a su cabeza, mandando una sensación hormigueante a su abdomen, similar a cuando una extremidad se adormece por falta de flujo sanguíneo. Tratando de enfocarse en las afirmaciones de la otra, tenía cierto grado de razón. Él mismo visitó aquel festival con otras intenciones, ignorando completamente la búsqueda de una pareja.
Pero, aquello no había sido una pregunta de su parte. Haru había sido pronta en reaccionar y responder a cuestionamientos más allá de lo que el originalmente había indagado. ¿Estaría ocultando algo?
No le interesaba, al menos no de momento. Parcialmente atendiendo la acotación de la Lung, retiró una de sus manos, y con la otra procedió a cubrir el dorso de la femenina, abrazándole suavemente con sus toscas falanges. Con su mano libre, dedicó un dedo sobre el vendaje, como si estuviera explorando la ante sala de aquella notable herida. -¿Valió la pena?- pregunto, de una forma solemne, que asemejaba una perturbante paz digna de un panteón. Las líneas de pensamiento del ave se tornaban algo crípticas y hasta confusas, por lo que era de esperar que sus palabras causaran algún tipo de malentendido. A pesar de ello, Sven estaba ido, adivinando, apostando al temperamento ajeno. -La culpa, quizás…- divagó, justificando aquel acto que llevó a Haru el causarse aquellas heridas tan desafortunadas.
Hubo una pizca de nobleza en su expresión, mientras hostigaba la sangre que empapaba el no tan blanco vendaje, que fue fulminaba por un entrecejo de frustración -¿Si no fue culpa, entonces, por qué?- sentó su cuestionamiento, en un tono algo decisivo.
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Post by Deleted on Aug 22, 2017 21:07:44 GMT
Del alivio momentáneo que la invadió en el instante en que el ave la había soltado y del nerviosismo de ser descubierta por sus mentiras no quedó ni el recuerdo, pues ahora no sólo tenía que soportar su mirada atenta y el tacto de sus manos, sino que tenía que soportar su extrema calidez y su cercanía. ¿Por qué la abrazaba? ¿Por qué se estaba comportando de manera tan extraña? No lograba comprenderlo del todo. Si no era lástima, ¿Qué era? ¿Culpa? Fuera lo que fuera, la sensación era tan abrumadora que logró hacerla sentir avergonzada, y prueba de ello era el rubor en sus mejillas. Sin embargo, al sentir como uno de sus vendajes era explorado su rubor desapareció e inevitablemente fijó su vista en su palma, notando aquellos brotes rojizos en el medio a los que tanta atención parecía ponerles el fénix desde que se encontraron. "¿Valió la pena?"Aún no sabía con seguridad por qué había hecho lo que hizo. Para ella, aquello sólo fue un fuerte impulso producto de los recuerdos tortuosos y de la sensación de que iba a perderlo todo por una imprudencia. Pero había algo más, algo que no le quedaba del todo claro y la hacía sentir enferma por no saber lo que era. Sven y ella siempre habían estado en un conflicto eterno por demostrar quien era el mejor para su amo, y si él moría, después de un tiempo prácticamente hubiese ganado... ¿No? ¿Entonces por qué lo salvó? ¿Por qué dejó ir una oportunidad como esa?
"La culpa, quizás..."
Puede que sí. ¿Pero sólo un poco de culpa la llevaría a arriesgarse así? Había sentido culpa en incontables veces anteriormente, pero nunca había llegado a hacer algo tan estúpido como eso por alguien más. No, aquello no la convencía del todo.
"Si no fue culpa, entonces ¿Por qué?" Esa era la pregunta. ¿Por qué? Intentó pensar en alguna respuesta, pero todo estaba tan revuelto y borroso que nada se le venía a la mente. Los segundos se volvían largos y transcurrían lo más lento que podían, dejandola sin oportunidad para que algo ocurriera y distrajera a su interrogador antes de que pudiera decir nada. Sin otra opción mas que decir "la verdad", Haru replicó: - Si tú mueres... ¿A quién voy a fastidiar en mis ratos libres? - Su tono se quebró por un momento al hablar. ¿Acaso quería llorar?Sin evitarlo mucho más, Haru correspondió parcialmente el abrazo del fénix con su mano libre y escondió su rostro en su pecho para que no la mirara, cerrando sus ojos al hacerlo para evitar el llanto. Al parecer los años que llevaban trabajando juntos no sólo habían fortalecido su rivalidad, sino que inevitablemente habían forjado un lazo que la dragona no se atrevía a romper. - Que patética, ¿Verdad? -
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Post by Sven Velfast on Aug 22, 2017 21:55:49 GMT
Aquellos impulsos de tiempos sepultados se acercaron fugazmente al pecho del fénix, dándole un amargo y extraño sabor de boca. Esa delicada cabeza acurrucándose en su pecho y entonando frases resquebrajadas lo llevaron a enterrar su rostro en la cabellera púrpura, permitiéndole apreciar ese suave aroma único y característico de la dragona. Sin tener palabras listas con las que responder aquella errónea retórica, el ave levantó la mano de la arcana, y la llevó a su rostro, depositando un beso justo en la herida que cubría con vendajes. Esperaba que ello hubiese sido suficiente para evidenciar una negativa ante lo que Haru había preguntado. Realmente no consideraba aquello como un gesto patético. No sabía como definirlo. Similar ante la escena de las mazmorras, había un gran puñado de sensaciones que no podía entender ni discernir con claridad de razonamiento. Posiblemente se debía a que temía el asociarlas con experiencias que juró nunca más mencionar o siquiera recordar, ya que ese vínculo destrozaría la cordura que había nacido a raíz de negar todos los horrores que acontecieron en su pasado.
Por el momento, sólo quería evitar los recuerdos, y concentrarse en aquel extraño momento que paradójicamente causaba tranquilidad y tormento a sus sentidos. -Nada dura para siempre- comentó, dejando la idea flotar en el silencio de ambos. El ruido de fondo generado por el festival continuaba retumbando sin detenerse, enalteciendo conceptos e ideas que ninguno de los sirvientes compartía. No obstante, sus oídos ahora habían ensordecido ante todo lo ajeno a ellos, siendo ese momento, ese lugar y ese contacto la extensión total de su actual atención.
Pero el ruido, la estática que tiraba de su sanidad continuaba allí, punzante, alarmante. La sensación de ser necesitado, o de necesitar, se incrustaba como puñales a lo largo de su espalda. Agridulce, adictivo, horripilante. "Lo necesito. Te necesito. Ahora." El fénix dejó ir la mano de la dragona, y ahora ambos brazos se dignaron en rodearla, sumamente colocándola contra una de las paredes del callejón. Su cuerpo se presionó ligeramente contra el otro, cortando cualquier distancia o espacio personal que antes existía -Haru- citó, con seriedad de ultratumba. -¿Me matarías si te lo pidiese?- aquello no fue dicho en son de jugarreta, o como una forma de atormentar a la otra -¿Si te lo rogara?- añadió, expectante de escuchar sus próximas palabras. Había una razón detrás de tan fúnebre pregunta que el atribulado inconsciente del mayordomo necesitaba averiguar.
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Post by Deleted on Aug 23, 2017 1:51:27 GMT
Al sentir como su mano fue elevada y besada, aquel nudo en la garganta que le había provocado su reciente sinceridad se desvaneció repentinamente, dándole paso a distintas sensaciones muy diferentes. Sensaciones extrañas... Nuevas. Su pecho ardía horrores, pero sorprendentemente era un ardor que no llegaba a quemar ni lastimar, el cual a su vez era acompañado por un cosquilleo en el estómago y mucha inquietud. ¿Qué estaba sucediendo? ¿Será que el alcohol que había ingerido estaba haciendo efecto?
Nada dura para siempre, eso era verdad Pero, ¿Era un pecado pretender que así podía ser? Al menos mentirse a sí misma sobre ello le hacía sentirse mejor que pensar que todo llegaría a su fin algún día, tarde o temprano.
Con su mano libre al fin, estuvo a punto de rodearlo completamente con sus brazos igualmente cuando sintió como fue presionada contra la pared, lo cual causó que abriese los ojos repentinamente y mirara hacia arriba en busca de la mirada de su compañero. El sentimiento que la invadió en aquel momento no podía ser descrito con palabras, era tan extraño, tan inusual y profundo que lograba arrebatarle el aliento, el tacto del fénix era acogedor y templado, pero sus siguientes palabras fueron las que lograron dejarla totalmente helada.
Un gesto casi perturbado pudo notarse en el rostro de la mujer, la cual agachó la cabeza y comenzó a voltear de un lado a otro con la mirada, como si estuviera en busca de respuestas. ¿Qué quería decir con eso? ¿Por qué preguntaba algo así en un momento como ese? Aquellas preguntas hicieron que no pudiera evitar volver hacia atrás en sus recuerdos, mirando el rostro de su "madre", resignada, indefensa... Mirándola con aquella sonrisa típica de ella. Esperando con tranquilidad y con los brazos abiertos el abrazo de la muerte. ¿Sería capaz de hacer aquello una vez más? ¿De tomar nuevamente una vida apreciada entre sus manos?
Elevó su mano libre hacia el rostro del ave y la posó delicadamente en su mejilla, cruzando nuevamente la mirada con la de él. Sus rojizos ojos estaban cristalinos y tan tristes, pero en su rostro yacía dibujada una leve sonrisa. Sabía que lo que diría podría tomarse a mal, pero era lo que sentía, lo que su corazón en verdad le dictaba decir. - Lo haría. - Replicó con tranquilidad. - Lo haría si tú hicieses lo mismo por mi. -
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Post by Sven Velfast on Aug 29, 2017 3:56:05 GMT
-Ahora, ahora mismo quizás...- advirtió gélidamente el fénix, conforme apartaba suavemente la mano de la otra al atraparla con la suya. Con la otra mano libre, acarició la mejilla de la dragona, descendiendo hasta reposar sus dedos a un costado de su cuello, lentamente acercando su pulgar al opuesto de la garganta, acariciando delicadamente. Aquel toque era curioso, como si estuviera desesperado por abastecerse de la calidez ajena, a pesar que la misma emitía un calor único. Los movimientos eran suaves, pero concentrados únicamente en esa área. La cabeza del fénix se clavó en el hombro contrario en el que posaba su mano, acariciando sus labios contra la piel desnuda.
La mente del mayordomo estaba esparcida, disuelta. Se concentraba en sus deseos con pocas murallas deteniéndolo. Sus deseos, sin embargo, eran crípticos e inclusive peligrosos.
-Demuéstrelo. La veracidad de sus palabras.- susurró, arrastrando su boca como un beso al lado de su cuello, con su respiración tan próxima, que acariciaba su piel. El cuerpo del arcano se había presionado lo suficiente contra el de la dama, a tal punto que la figura de la sirvienta se escondía tras la del ave, arrinconada contra la pared, sin escapatoria aparente. Podían sentir el pecho de uno y el otro hincharse con aire, y rozarse forzosamente con su respiración.
Había un desintonía total, con respecto a los pensamientos del mayordomo y sus acciones. De cierta forma parecía que no era sí mismo, pero el aire característico de su ser, su seriedad, su porte y su intimidación continuaban ahí, inmutables. -Haru- musitó, con extrema seriedad. -Su elegancia reside en su fuerza- elogió, en un tono que podía confundirse con queja. -Vamos. Ahora- presionó, esperando su respuesta.
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Post by Deleted on Sept 1, 2017 6:06:23 GMT
¿Ahora mismo? ¿Quería que le matase ahora mismo? Mientras sentía como su piel era explorada de manera lenta y con tanta dedicación, un gesto confundido invadió el rostro de la dragona. Una confusión que no se disipó ni se inmutó hasta el momento en que sintió los labios del fénix recorriendo su cuello, dandole paso a una expresión casi sumisa. ¿Qué era lo que Sven quería decir en verdad con aquello? Sus palabras eran frías y su semblante era igual al de siempre, mas sus acciones eran tan contrarias y parecían querer decir algo más, algo que tal vez Haru estaba dejando escapar. Todo estaba fuera de su lugar. ¿Quién sería capaz de siquiera pensar que esos dos iban a terminar en una situación así? Sólo había que mirar a la pelimorada para ver que todo estaba mal: Esos ojos carmesí tan dilatados, esa respiración agitada y ese rubor en sus mejillas, que con cada roce de la piel del ave parecía tornarse un poco más colorado. Ella sabía bien que en aquel momento no tenía escapatoria, pero no era como si en realidad quisiera alejarse por cuenta propia en ese instante. Extrañamente se sentía cómoda, en confianza.
"Vamos, ahora." Aún no sabía con seguridad qué era lo que tenía que hacer, por lo que solamente elevó su mano libre hasta el hombro contrario y lo hizo separarse de ella para así poder mirarle como es debido a los ojos. La expresión de la dragona no transmitía nada en específico en aquel momento, en parte porque realmente no tenía en claro como debía sentirse. ¿Debía herirle? ¿Debía corresponder las acciones inusuales que el fénix había tomado desde que la encontró? Nada era seguro, todo estaba al aire... Y eso le molestaba. Observó atentamente las facciones del rostro de su compañero, tratando de grabar en su mente hasta el mínimo detalle en caso de ser la última vez que lo vería. Quizá en verdad quería que lo matase, pero lo que la mente de Haru la incitaba a hacer no era ni parecido a la muerte. Bueno, tal vez un poco... Pero en un sentido más poético.
"Sólo será un momento." Siendo guiada por su instinto y deseo, la mujer tomó nuevamente la mejilla del mayordomo y aprovechando su proximidad, se atrevió a plantar un beso en sus labios. Lo otro podía esperar un poco más.
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Post by Sven Velfast on Sept 4, 2017 4:15:29 GMT
El mayordomo permitió que su falta de juicio, impulsado por el ruido en su cabeza y deseos carnales tomara riendas de sus acciones. Aunque si había un interés que no podía del todo explicar, una conexión nacida por aquello que no mencionaban pero que vivieron a manos de Lysander aquella culposa noche, atándolos en sus errores y miserias con un lazo de acero. Ni él mismo lo entendía, lo cual le causaba todo ese conflicto y tribulación, que se posaba pesadamente en sus hombros.
Al contacto de los suaves labios de la dragona sobre los suyos, no hubo cadena que lo detuviera en retornar aquel gesto. Se presionó contra la mujer aún más, descartando completamente cualquier espacio entre ambos, y profundizanto la intimidad de dicho momento. Saboreó sin deparo la boca ajena, que aunque cargaba el sabor de alcohol barato, el ave se dio la tarea de explorar la esencia exclusiva de su dueña, utilizando su lengua para danzar alrededor de la suya y develar aquellos secretos que ocultaba.
Por otro lado, sus manos se ataron al cuerpo de la lung, una aferrándose en el posterior de su cabeza, y la otra danzaba a lo largo del muslo femenino. Estaba fuera de sí, y le embriagaba la situación- era el opio que mantenía su mente fuera de sus tormentos. Los tiempos entre besos profundos eran cortos, pero había suficiente espacio para hacer comentarios entrecortados por la pasión -Que esto sea un sello de dicha promesa- murmuraba, hundiéndose más en la piel de la otra y grabando su olor en sus sentidos. -Qué sintió, al ver la espada enterrada en mi cuerpo...- preguntó, queriendo destapar los sentimientos de la otra y desnudar su alma. -Por qué se ensucia con mi toque, en vez de cesarlo- provocó entre respiros. El mayordomo no tenía intenciones de detenerse, y parecía que a cada roce, a cada toque, su deseo se intensificaba.
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Post by Deleted on Sept 5, 2017 0:48:34 GMT
Por un momento el miedo al rechazo se hizo presente, pero al sentir como era correspondida se relajó, dejándose llevar y guiar totalmente por el fénix puesto que él parecía saber bien lo que estaba haciendo (A comparación de ella que no tenía nada de experiencia al respecto). Al principio aquello se sintió tan cálido, suave y romántico como ella pensó que sería, mas unos segundos más tarde todo se tornó extraño y en cierto punto, incómodo e indeseable. Ahora su boca estaba siendo explorada por la viscosidad de la lengua del mayordomo y su cuerpo tocado con lujuria y brusquedad, lo cual hizo que la dragona hiciera un leve sonido a modo de objeción, pues no se esperaba de nada que la situación se fuera a tornar así tan de repente. [Ésto no está bien.] Pensaba mientras la pasión y la razón comenzaban a debatir dentro de ella, haciendo que se quedara parcialmente congelada. Nadie iba a negar que no se sentía bien... Pero era demasiado pronto y demasiado brusco. [Ésto no era lo que quería... Yo creí que...]
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- Creí que él quería algo serio conmigo... - Dijo la voz de Mai, la cual invadió junto con un recuerdo la mente de Haru. Aquella fue una charla casual entre hermanas, en uno de los tantos días en los que Haru practicaba con su Gayageum en su habitación. - Sólo trató de tocarme y se fue. -
- Eso es lo que buscan todos los hombres, Mai. Es por eso que deberías concentrarte en fortalecerte y no en ir por allí haciendo amiguitos. Tal vez si hicieras lo que tienes que hacer no serías tan tonta como para caer en sus encantos tan fácil. - Fue la respuesta desinteresada por parte de Haru, la cual ni se inmutó y siguió con lo suyo con toda tranquilidad.
- Hm... Lo dices como si supieras de lo que hablas. - Murmuró Mai, viendo recelosamente a la otra dragona.
- Es porque lo sé. Soy tu hermana mayor después de todo. -
- ¡Podría asegurarte que no has tocado nisiquiera la mano de un chico, mucho menos haber besado! -
Aquello fue lo que logró que Haru dejase de tocar, pues logró golpear directo en su ego. - Eso no tiene nada que ver. Lo que se sabe, se sabe. -
- Jeje, ya verás. Cuando te enamores vas a caer igual o peor que yo. -
- Nunca será así, ¡Te lo juro! -
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Sólo había que mirarla en ese momento; acorralada en un callejón sucio y desolado, siendo sumisa, débil... Fácil. Estaba prácticamente insultando con sus acciones a su viejo yo, esa joven orgullosa y reservada que nunca hubiese llegado a tal punto de no estar segura con quién se metía, esa joven que incluso ya hubiese golpeado a quien se atreviera a tratarla así. ¿Será que los años comenzaban a ponerla estúpida? Repentinamente la ira se apoderó de la sirvienta, la cual tensó su cuerpo y sin dudarlo dos veces, apartó de un empujón al ave. - Nuestra promesa ha sido sellada, pero de ahí en más no tengo por qué revelar nada. - Respondió con su tono de voz habitual, mirándolo con resentimiento y molestia. - No soy la clase de mujer que cree, Sven. Pero si busca a alguien de esa categoría ¿Por qué no mejor busca en la taberna del dragón ahogado? -
Dichas aquellas palabras, la dragona se apartó de la pared y comenzó a acomodarse debidamente la ropa mientras caminaba hacia la salida del callejón, sacudiendo cualquier impureza que se le pudiera haber pegado a sus vendas después de estar en contacto con tan horrendo lugar. - [Todos los hombres son como perros.] - Mencionó en voz baja y en su idioma natal, mirando de mala manera al mayordomo y apartando la vista casi inmediatamente de él. No se fue, pero tampoco tenía la intención de acercarse de nuevo.
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Post by Sven Velfast on Sept 18, 2017 15:14:30 GMT
El corte de aquella interacción hizo que observara de cerca a la arcana. La forma en que ella se había comportado durante el beso le hacía sospechar y analizar una multitud de cosas, que podían sugerir un tema muy relacionado con la experiencia. Recabando información de otras interacciones que había llegado a tener con la mujer, sus sospechas solo incrementaban, y disparaban una alerta a sus adentros, alborotando sus sentidos y curiosidad. El ave bajó apenas la mirada, y miró afiladamente a la mujer mientras se relamía de forma discreta los labios. Aunque Haru siempre había caído en patrones de personalidad que el mayordomo detestaba de gran manera, habían partes de ella que contrastaban todo aquello, y le despertaban un mórbido interés tan embriagante, que siempre gustaba de saborear más y más. Aquella situación no otorgaba excepción alguna. De todos los días y noches en que podía tener autocontrol alguno, comprender límites y sentar un fin a consigo mismo y su arraigada hambre por reacciones ajenas, justo en ese momento, no conocía ninguna de esas cadenas.
Levantó la mano, como si se la estuviera ofreciendo para que la tomase, aunque en realidad era solo para hacer énfasis en sus siguiente argumento -¿Usted aún sueña, Haru?- preguntó, siendo críptico con su elección de palabras, lo cual era un aspecto muy definido al perder el control y compostura sobre su propia persona. -¿Qué sueños, me pregunto, pueden inundar esa delicada cabeza suya?- continuó con sus retóricas -¿Acaso la ambición de poder, de sobreponerse ante los demás?- sonrió, atípico de su personalidad, de una manera que era difícil de descifrar, pero parecía dar pistas a picardía y un tinte de condescendencia -No no…- se respondió a si mismo -¿Sueña de un mundo ideal en que pueda ser usted misma, quizás?- cuestionó, pronto disuadiendo su propio razonamiento -Tampoco.- pausó el fénix, dejando que el silencio se propagara entre ambos.
-Usted sueña de cosas que ya ha perdido, y se refugia en la idea de que fantasías pueden otorgar el placebo necesario para sobrellevar su pérdida- sentenció, generalizando en aquello, ya que no sabía cuales eran las cargas específicas de la dragona, pero al igual que él, parecía arrastrar consigo tragedias que la hacían tosca, dura y siempre a la defensiva. -¿Pero qué pasaría, si las fantasías no se cumplen? Si el disparo cae sobre su pie…- ofreció la duda en su monólogo. Bajó la mano y abrió los brazos a los costados, adornando su discurso -Va a doler, y mucho. Si usted sueña en cuentos de hadas, donde el mundo gira entorno a fantasías que la realidad a pisoteado y escupido sobre, la decepción la espera en el umbral- la sonrisa desapareció de su rostro, y este se tornó sombrío, como si quisiese dejar ver un aspecto de sus adentros que comprendía con extrema experiencia -Haru, en este mundo las cadenas nos atan y nos restringen de vivir, disfrutar y experimentar. No hay nada preciado sobre la tierra. Los juicios, las costumbres, los comentarios, los fantasmas del pasado… todo influye en someternos a vivir de una manera aprisionada, privándonos de perseguir lo que deseamos- comentó, bajando los brazos y apretando un poco la quijada y los puños -Si espera que la magia, el amor o lo que sea que busca, descienda sobre su persona en un tono fantasioso, los años que le quedan se van a esfumar y vivirá amarrada al espejismo de un sueño imposible hasta su último aliento- cruzó los brazos, observando sin discreción alguna a la sirvienta. Realmente no tenía necesidad de quedarse ahí, por lo que solo le dedicó una última mirada a la dragona antes de partir de ahí.
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