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Post by Deleted on Aug 23, 2017 5:08:37 GMT
Después de aquel escape apresurado y de pasar entre cientos de personas en un tiempo récord, Eira por fin llegó a un lugar medianamente despejado y tranquilo donde apenas y habian unas cuantas personas a la bailando a ritmos totalmente romanticos y lentos, por lo que se sintió tranquila y segura para bajar al honorable Baphomet que había tomado prestado anteriormente como un bonito escudo arcano, al cual le devolvió su bastón como si de la arma de un poderoso caballero se tratase.
Su agitación era bastante notoria y su cansancio no tardo en salir a relucir cuando decidió agacharse para intentar recuperar el aliento mientras se sujetaba las rodillas. Nunca había corrido tan rápido en su vida, nisiquiera cuando un perro rabioso la había perseguido de pequeña... Diablos, los acosadores si que tenían poder sobre las damiselas, y más cuando la situación se podía malinterpretar de la manera mas incómoda posible.
Aun con la respiración agitada, la ninfa retomó su compostura y dirigió su mirada hacia el tabernero, sonriendo extensamente al hacerlo. - Hey, si estás pesadito~ - Mencionó mientras le arreglaba el cabello, pues al haber sido prácticamente arrastrado por una gacela loca era mas que obvio que algunos mechonsitos se habían escapado de sus lugares. - Gracias y perdón por eso, pero tenia que escapar antes de que me dijeran "Señora del tonto de Gales" o algo parecido. ¿Estás bien? -
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Post by Melfaron Praoxhar on Aug 23, 2017 5:59:03 GMT
- ¡No! -respondió a secas la pregunta de Eira, llevándose la mano al pecho.
Viendo la situación en retrospectiva, el baphomet tenía razones de sobra para enojarse con su amada, comenzando con el hecho de que la ninfa literalmente lo había agarrado por sorpresa. En un momento estaba sentado charlando y al siguiente pudo sentir como una mujer de más de dos metros de alto (cuernos incluidos) lo utilizaba de escudo, elevándolo en el aire para que pudiera ocultar su alta figura detrás la del tabernero, que ni siquiera tuvo oportunidad de reclamar. En ese instante, el corazón se le subió a la boca y sintió que las tripas se le revolvían como si tuvieran vida propia. Un gruñido temeroso había sido la única protesta audible, porque el orgullo le impidió decir nada más en el momento. No pudo evitar encaramarse a Eira, sujetarse con todas sus fuerzas y enterrarle sus uñas negras en su piel blanca. Su cola también se enroscó con fuerza alrededor de la cintura de la cazadora.
Joder, cuánto odiaba las alturas. Desde niño que siempre les había tenido pavor. Al menos el miedo había logrado que se le quitaran los efectos del trago que había bebido antes, aunque sus piernas temblaron como gelatina cuando su chéri por fin volvió a dejarlo en el piso. Tomó con fuerza su bastón, desesperado por apoyarse en él.
Sin embargo, había sido ese inoportuno comentario sobre su peso lo que más le había dolido. Cómo si no hubiera sido humillado en exceso ya. Frunció el ceño, ofendido. - Muy pesadito, pero igual puedo contarme las costillas -Se volteó y se obligó a sí mismo a calmarse mirando a las parejas bailar, imaginándose las formas que describían sus pies... círculos, la gran mayoría bailaba en círculos. Dejó escapar un pequeño suspiro aliviado-. Estoy bien, chéri, pero no vuelvas a hacer eso.
Por otro lado, Melfaron todavía no se olvidaba del listón rojo - Bueno, si (obviamente y por suerte) no eres la señora del tonto de Gales, ¿entonces quién es el arcano con el que viniste al festival? -preguntó con cuidado, disimulando la amargura que le provocaba saber que alguien había logrado conquistarla antes que él- Creo que al menos merezco saber su nombre, considerando que casi me das un infarto camino hasta acá - "No quiero verte con ninguno de los pobres imbéciles, ladrones o fracasados, a los que les sirvo cerveza todas las noches. No te merecen."
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Post by Deleted on Aug 23, 2017 23:24:25 GMT
Hasta aquel mismo momento, no recordaba algún otro momento en que Melfaron le hubiese gritado (Bueno, quizá en la Luna Roja... Pero eso no cuenta). Por lo cual en cuanto escuchó aquella respuesta tan fuerte y corta, Eira no pudo evitar encogerse un poco y bajar sus orejitas de venado cual perrito regañado. Y si bien las frases que continuaron de aquella fueron más suaves y calmadas, aún así la ninfa mantuvo un buen rato la mirada baja e incluso se puso a jugar con sus dedos para evitar mirarlo. - Lo siento... -
Lo que continuó de aquello fue lo que la hizo levantar la mirada y mirarlo de forma confusa por un momento, mas luego recordó todo el asunto del listón y una sonrisilla se le escapó. [¿Aún cree que es verdad?] Pensó. [Es tan inocente~] - Ah, sí... "Mi querido novio". - Aclaró con un tono relajado y alegre, cruzando sus brazos inmediatamente después mientras observaba atentamente la expresión del baphomet. No había que ser psicólogo para leerle en toda la cara aquel malestar que le provocaba la idea del acompañante, lo cual en lugar de causar culpa, sólo le daba aún más ganas a Eira de continuar con su teatrito un buen rato más. - Oh, no sé si debería decirtelo~ Creo que deberías esperar hasta encontrártelo, sus presentaciones son las mejores. - Respondió por fin, sonriendo incluso aún más que antes y apartando la mirada hacia las parejas bailando.
A decir verdad, la única persona con la que le encantaría pasar todo el festival e incluso todo el tiempo después de eso era él, pero, ¿Cómo decirselo? Si de primera mano ya era difícil admitirlo después de todos los problemas que habían tenido, ahora con el asunto del acompañante fantasma la cosa se había tornado más tensa. Como siempre, la pequeña Noctans había cavado su propia tumba... ¿O quizá podía sacar provecho de ello?
Después de un corto tiempo de reflexión, la ninfa volteó nuevamente a ver al tabernero, pensando en si era buena idea hacer lo que había pensado o no. ¿Y si salía mal? No, de ninguna manera podía salir mal... Al menos eso quería pensar. - Okay, te daré una pista pequeñita: Tiene una "P" en su nombre. -
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Post by Melfaron Praoxhar on Aug 24, 2017 1:00:47 GMT
A decir verdad, en el momento ni siquiera se le había pasado por la mente que le había gritado a Eira (y reconocía que eso había estado mal). No fue sino hasta después que se dio cuenta de lo que había hecho, pero, por suerte, la conversación no tardó en volver a un tono normal entre ambos arcanos. Escuchó a la ninfa hablar con esa voz burlona que le encantaba y también pudo identificar un brillo pícaro en sus ojos rojizos y profundos. ¿En serio creía que existían presentaciones mejores que las del tabernero? Porque Melfaron estaba convencido de que sus presentaciones eran las mejores. Rodó los ojos al oír tales maravillas acerca del enamorado secreto de la cazadora.
Sonrió junto con la ninfa al verla observar a las parejas bailando, pero no lograba acostumbrarse a la idea de tener que dejar de cortejarla y que ella ya no le coqueteara de vuelta. Si hubiera podido elegir no enterarse nunca, definitivamente se hubiera quedado con esa opción.
Mentira, pensándolo mejor, se hubiera quedado con cualquier opción que no fuera tener que adivinar el nombre de la nueva pareja de Eira, pero era justo la única opción que le había ofrecido. Arqueó una ceja, confundido, pero su cerebro se puso a trabajar de inmediato. Sabía que probablemente era alguien que conocía y cuyo nombre empezaba con "P"... tanta jugarreta ya estaba comenzando a hacerlo sospechar.
"P de Ping" fue lo primero que se le ocurrió. La mera idea de Eira y ese idiota insensible (que en algún momento le había robado el corazón a Melfaron) juntos lo hizo torcer la boca en una mueca de disgusto. Se encogió de hombros, rendido - ¿No puedes darme alguna otra pista? Ojalá una no tan ambigua -pidió, para poder quitarse aquella imagen mental.
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Post by Deleted on Aug 24, 2017 4:40:25 GMT
Mientras espiaba en silencio y con aquellas risillas internas la reacción del baphomet, se percató de ese gesto de total desagrado que había hecho. ¿Eh? ¿Por qué se había molestado? La seriedad y la confusión invadieron el cuerpo de Eira, dejándose notar bastante cuando dejó de cruzar sus brazos para acomodarse nerviosamente el cabello. [La cagué, la cagué, la cagué.] Repetía una y otra vez en su cabeza. ¿Será que Melfaron había pensado en alguien más? ¡Pero si ella ni conocía a alguien más que llevara una "P" en su nombre!
Iba a soltar toda la sopa de una debido al nerviosismo que le llegó cuando escuchó la siguiente pregunta, la cual la tranquilizó brevemente y le hizo sentir que tenía otra oportunidad para decirle de manera pasivo-agresiva que al novio al que se refería no era otro mas que él. Perfecto. Era una segunda oportunidad enviada del cielo, ésta vez tenía que aprovecharla bien y que fuera lo que los dioses quisieran. - Veamos... Él es carismático, tierno, apuesto, muy social~ es algo alto pero no más alto que yo, también tiene los cuernos más bonitos que he visto en mi vida... Ah... Hm... ¡Es muy atento! Pero también se ha portado como un patán conmigo, aunque aún así lo quiero mucho. Eh... ¡Y le gustan las cosas dulces! -
Con cada palabra la vergüenza se estaba apoderando de ella, por lo que de un momento a otro ya no era blanca, sino rosa. [¡Ayyyyyy! Si digo otra cosa más voy a explotar.] Pensó en su interior mientras lo miraba de reojo, esperando que por fin captara sus indirectas o que al menos hubiera alguna reacción favorable ésta vez de su parte. - ¿Ya sabes de quién hablo? -
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Post by Melfaron Praoxhar on Aug 25, 2017 0:22:23 GMT
De buenas a primeras, sonó como una descripción genérica y cursi de cualquier persona, solo la parte de "tierno" le hizo preguntarse si acaso sería alguien que no conocía. Bueno, si era un completo desconocido para Melfaron, entonces probablemente no vivía en la Ciudadela. Igual tampoco conocía a mucha gente más alta que Eira, y lo de los cuernos... bah, los suyos eran mejores.
Sin embargo, sentía que había algo que no estaba sabiendo interpretar, palabras ocultas entre las frases que Eira dejaba escapar tan libremente. Era su mirada pícara, su sonrisa traviesa, cada gesto que hacía con las manos inquietas. Su cara se había vuelto rosa y sus bellos ojos, rojos como un buen vino, cada vez trataban con más fuerza de esconderse, de mirar a otro lado. Se veía adorable, avergonzada; enamorada.
Ay, cuánto lamentaba haber sido un patán con ella.
Pero Eira todavía lo quería mucho.
Y le gustaban las cosas dulces. Sobre todo el chocolate.
...
"P de Praoxhar, idiota."
No pudo evitar reírse al darse cuenta del engaño de Eira. Oh, dioses, ¿por qué lo había hecho sufrir así? ¿Por su propia diversión? Porque, si había sido así, solo había conseguido fascinarlo más. No había conocido esa malicia en su amada, pero le encantaba. Hacía mucho tiempo que no sentía un alivio tan grande.
Logró ponerse serio, aunque la sonrisa que le habían dejado las risillas no se la pudo quitar del rostro, y tomó las manos de Eira. Allí, en su muñeca, estaba ese listón que tantos problemas le había causado. - Creo que me estoy haciendo una idea... -dijo luego de besar su cinta roja- pero, si la respuesta es "Ping", te advierto que es un hijo de puta y que mis cuernos son mejores.
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Post by Deleted on Aug 29, 2017 2:01:01 GMT
Lo descubrió. Su risa indicó evidentemente que ahora sabía de lo que Eira hablaba, pero ¿De qué se reía? ¿La tomaba por broma? ¿Había sido demasiado patética? Con eso en mente, la ninfa tensó notoriamente sus puños e hizo un puchero. No la estaba tomando en serio como ella quería. Quizá no debería haber abierto su tonta bocota. [Pepe. Si se sigue riendo le voy a decir que estoy enamorada de algún Pepe para que se le quite lo graciosito.] Indignada y casi ofendida, volteó la mirada hacia otra parte y permaneció en silencio hasta que escuchó como el tabernero dejaba de reír y sintió aquel inesperado agarre que instantáneamente la hizo olvidar por completo su reciente enojo, el cual se transformó en vergüenza cuando observó como había besado su listón con tanto cariño.
¿Ping? ¿Quien era Ping? Fuese quien fuese, se podía ir al diablo en aquel mismo momento. Sólo había lugar para alguien en el corazón de la cazadora y ese era Melfaron, el diablillo rojo que tanta confusión y sufrimiento le había causado desde el momento en el que se habían conocido. ¿Cómo es que las cosas habían terminado así? Se supone que debería odiarlo después de todo, pero simple y sencillamente el amor que sentía era más grande que el odio que alguna vez sintió. ¿Se podía odiar a alguien que le traía tan cálida sensación en el pecho? Quizá no, pero era así como Eira se sentía.
[Te odio pero te amo tanto...] Eran las palabras que transmitía con su mirada, mas sus labios permanecían en un silencio sepulcral. No era que no quisiera decir nada, SÍ QUERÍA, pero no podía. Tantas sensaciones entrelazadas hacían que la peliverde se quedara sin habla, en shock. Para ella no habían palabras lo suficiente bellas ni sinceras para transmitir lo que en aquel momento experimentaba, por lo que sólo miraba al baphomet en silencio. Pasaron 10 segundos, 20... 30... 1 minuto. El silencio se había prolongado demasiado y la ninfa ya comenzaba a entrar en pánico y a llenarse de nervios. ¿Qué debía hacer ahora? Nunca había llegado tan lejos. ¿Le hacía una broma? ¿Le daba un "tap tap" en la espalda? ¿Lo abrazaba? Aquel congelamiento tenía que terminar pronto si es que no quería arruinar el momento... ¿Pero como?
Armándose de valor y aplicando el típico "déjalo fluir" Eira decidió hablar por fin:
- M-Mel... Yo... - No hubo palabra más. Su garganta se cerró. [Vamos, tú puedes] - Yo... -
No, definitivamente no hubo respuesta por parte de su garganta, pero... Hubo otra respuesta en su lugar... Una verdaderamente inesperada.
Justo debajo de los pies de la ninfa e incluso bajo los de Melfaron, comenzaron a brotar un montón de plantitas verdes que pronto le dieron paso a hermosas y coloridas flores, las cuales comenzaron a trepar como enredaderas por los tobillos de Eira y la hicieron voltear hacia abajo, asustada. - ¡¿EH?! - Intentó apartarse, pero aquella vegetación estaba tan bien sujeta de ella que prácticamente la había pegado al piso donde estaba parada. - ¿DE DONDE SALIERON ESAS PLANTAS? -
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Post by Melfaron Praoxhar on Aug 30, 2017 2:23:11 GMT
Ay, Eira se veía tan linda enojada, o al menos así le parecía a Melfaron esta vez. "Te descubrí", pensó, demasiado contento como para preocuparse de cualquier cosa que no fuera poder tenerla a su lado. Quería hacerla sonreír y poder escuchar su voz alegre, pero, ay, el silencio. El silencio siempre era lo más terrible, lo odiaba incluso más que esa mirada tan apasionada y contradictoria que la ninfa le estaba dando. Para el baphomet, el silencio era algo perteneciente a los muertos, no a los vivos que sentían y podían llorar y reír. Ese silencio eterno terminó por ponerle los pelos de punta, mas no soltó en ningún momento las manos de su amada. Esperó pacientemente (o lo más pacientemente que pudo, porque su cola se agitó levemente inquieta), lo que poco a poco fue reduciendo su gran sonrisa a una más pequeña, confiada y tranquila. Estaba demasiado seguro de sí mismo como para pensar que algo negativo pudiera salir de los bellos labios de su querida.
Por fin, palabras. Justo cuando creyó que escucharía la confesión que tanto anhelaba corresponder, todo se volvió raro. Esa pequeña pausa que hizo su chéri fue suficiente para que... ¿su amor floreciera? Qué poético. Su primera reacción fue instintiva: retrocedió un paso, extrañado, dando espacio a las bellas flores para que pudieran crecer. En cierto modo, había sido una linda sorpresa. Ahora tenía su propio pequeño Bosque de las Hadas para ellos solos. Estaba tan sorprendido como maravillado por el espectáculo.
Con la punta del bastón, comenzó a mover las flores que rodeaban los pies de Eira y no la dejaban caminar, pero fue bastante inútil. Los tallos se entrelazaban entre ellos, las hojas parecían abrazarse unas a otras y los pétalos coloridos se burlaban del viejo pedazo de madera que había ido a alejarlas de su madre cornuda y sorprendida. Finalmente solo consiguió que su bastón también quedara atrapado por las flores. Levantó la cabeza y observó fijamente a la confundida ninfa que tenía en frente. No era complicado sacar conclusiones. - Creo que salieron de ti, mon chéri.
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Post by Deleted on Sept 4, 2017 1:07:16 GMT
- ¿De mi...? -
Al escuchar aquello, las plantas parecieron detener su crecimiento como por arte de magia. ¿Se había atrapado sola? Sí, definitivamente Eira era del tipo "Cavar su propia tumba". No conforme con estar prácticamente en medio de una situación nueva y delicada ahora estaba atrapada gracias a una habilidad que ni siquiera sabia que tenía, la cual al parecer ya le había imposibilitado la opción de correr en caso de pánico extremo. Al menos Melfaron era bueno y en vez de reírse o decirle lo torpe que era, intentó ayudarla a recobrar su libertad... Cosa que no resultó y en su lugar la dejó atorada también con su bastón. Ay... ¿Y ahora como iba a caminar él?
El ambiente romántico ya se había muerto por completo y en su lugar una incomodidad infernal pareció invadir el aire (Al menos en opinión de ella). [ Ay, Eira... Eres tan lamentable. ] Se decía internamente la ninfa, la cual sólo pudo suspirar pesadamente y ponerse en cuclillas para intentar liberarse por cuenta propia, eso sí, sin romper a las que al parecer eran sus "plantijas".
Volviendo en su memoria años y años atrás, recordó aquella peculiar forma que su mamá utilizaba para jugar con ella al escondite, haciendo crecer algunas plantas donde posteriormente se ocultaba. Ugh... Así que había heredado eso de ella también. Al parecer su parte maternal siempre estaba allí para joderla, incluso cuando ya había intentado "hacer las paces" con ello. - Ramera estúpida... Incluso si no estás aquí buscas la forma de arruinarme. - Musitó en un tono molesto mientras terminaba de liberar sus tobillos y también el bastón del Baphomet, levantándose una vez terminó de hacerlo.
-Decía que yo... Quiero ir por ponche.- Mintió, desviando totalmente la mirada hacia la gente con la única intención de no mirarlo a él. Su humor se había arruinado, ya no tenia sentido decirle la verdad sobre sus sentimientos.
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Post by Melfaron Praoxhar on Sept 11, 2017 19:33:08 GMT
Ay, las flores habían sido un detalle tan hermoso. Melfaron se había fascinado con la belleza colorida de sus pétalos, pero lo que él consideraba encantador, a su amada le molestaba como el sol veraniego fastidiaba a un vampiro, y Eira tampoco hacía ningún esfuerzo por ocultar su malestar rabioso. El baphomet frunció el ceño, más apenado que furioso porque las flores del mal hubieran arruinado el momento.
Recogió su bastón, se tragó un suspiro desalentado y le ofreció su brazo a Eira, para que pudieran salir caminando juntos. Levantó la mirada hacia el rostro de la cazadora, buscando una manera de verle, para poder sonreírle. - Permíteme acompañarte, mon chéri, no queremos que el tonto de Gales vuelva a acercarse a ti. El mejor ponche queda por aquí -dijo señalando hacia el norte-. Lo hace un amigo mío, que tiene su puesto cerca de la plaza.
Mientras caminaban, no pudo evitar querer saber más acerca de las malditas flores. - ¿Sabes, querida? Las flores fueron una linda sorpresa. No tan lindas como tú, pero sí muy bonitas.
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