Post by Melfaron Praoxhar on Apr 24, 2017 5:43:33 GMT
Nombre: Melfaron Praoxhar.
Género: Masculino.
Edad: 279
Raza: Baphomet.
Corte: Corte de la Primavera.
Lugar de Residencia: Ciudadela, visita Reapergate con frecuencia.
Ocupación: Tabernero, dueño de "La Doncella Borracha".
Stats:
• Fuerza: ★
• Inteligencia: ★★★★
• Social: ★★★★★
• Agilidad: ★
• Defensa: ★★
Habilidades raciales:
Battle Seducer: Con sus palabras, estos seres pueden incitar el espíritu de violencia en sus compañeros.
Aura caótica: La presencia de estos seres puede subyugar a animales de toda clase, además de aterrorizar personas, hacerlas incluso entrar en un estado de shock momentáneo, el poder de esta aura es equivalente a la edad del arcano y no siempre es efectiva. Si el arcano está deprimido y/o en un humor benevolente esta habilidad se anula. No se puede combinar con la habilidad de Intimidación.
Halo de Guerra: La presencia de estos demonios sume a las personas a su alrededor en un estado de descontrol, sedientos de venganza y violencia. Puede ser controlada por su portador sin embargo si se encuentra en un estado de ánimo negativo esta fluirá sola de su aura.
Personalidad: Orgulloso como él solo, dueño de un humor bastante agudo y peculiar, Melfaron es mucho más agradable de lo que parece a primera vista. Le fascinan las emociones fuertes y no hay nada que disfrute más que dejarse llevar por esas emociones, arrastrando a otros arcanos consigo. Le gusta la buena música, la buena comida y ganar una buena cantidad de dinero, lo que consigue con su peculiar taberna escondida entre las calles de la Ciudadela. Siempre está dispuesto a conversar con alguien y ofrecerle una bebida gratis si tiene una buena historia que contar, historias que él repite para entretener a sus clientes. Aunque no lo admita, ama ser el centro de atención. Aunque adora la Ciudadela, a veces se siente superado por las reglas sociales que hay en ella, lo que lo estresa profundamente. Le relaja trabajar en su taberna (donde engaña y molesta todo lo que le entra la gana), pero cuando ya es mucho sabe que es tiempo de tomarse unas vacaciones en Reapergate antes de que su aura de caos y destrucción le hagan mal a su negocio.
Historia:
La vida de Melfaron antes de llegar a Mirovia era tan peligrosa como deliciosa podía resultar para un baphomet. Asentados en el viejo continente, otros baphomets y él se dedicaban a atormentar a seres humanos, escondidos entre ellos como un lobo vistiendo piel de cordero. En su forma sellada, se dedicaba a incitar la violencia y la ira en los corazones de los hombres que iban a la guerra. Muchas veces tomó el papel de soldado e infló de orgullo, deseos de venganza y sed de sangre los pechos de sus compañeros en armas. Grandes batallas ocurrieron por su culpa. Sin embargo, lo que sus compañeros buscaban, además de divertirse un rato, era una forma de hacer pagar a los humanos por la persecución y aniquilación de los otros arcanos. A Melfaron esa última parte no le interesaba tanto, pero disfrutaba enormemente ver a sus camaradas felices. De haber sido necesario, hubiera luchado hasta la muerte para protegerlos.
Sin embargo, Europa no tardó en encontrarlos y condenarlos al infierno del que supuestamente venían. La cacería había comenzado, pero Melfaron no tenía miedo. Era fuerte, rápido, podía defenderse... fue su exceso de confianza lo que lo condenó al fracaso. Nunca ha relatado en voz alta lo que ocurrió el día que finalmente se vieron derrotados y Melfaron huyó, gravemente herido (nunca llegó a sanar por completo, sus llagas le hicieron débil), a Mirovia. Por qué no se quedó con sus hermanos hasta el final es un secreto que se llevará a su tumba.
Llegó a Mirovia poco después de recuperarse. Hizo lo que le pareció más lógico en el momento, se buscó un lugar donde vivir en Reapergate y se unió con facilidad a la Corte del Otoño. Si bien en un principio estuvo contento con su nueva vida, no se demoró en empezar a odiarla. Todo alrededor suyo era oscuro y caótico, ¿cuál era el sentido de traer el caos a una ciudad que no conoce otra cosa? ¿Qué pasaba con la emoción? ¿Dónde estaba esa chispa que a uno le recorría la columna y lo hacía sentir vivo? Sí, había conocido a un par de arcanos que lo habían recibido tan bien que casi llegó a sentirse en casa... casi. Una parte de él extrañaba la luz, la calidez, las conversaciones alrededor de un buen fuego, los dientes volando por los aires y las manos que podían pasar de ser amables a convertirse en puños en apenas un par de segundos. Necesitaba largarse de Reapergate o se volvería loco. No alcanzó a cumplir dos años viviendo allí cuando ya estaba casi instalado en la Ciudadela.
El ritmo urbano y la vida comercial de la Ciudadela lo encantó desde el momento en el que puso un pie en su nuevo hogar. Había aprendido un oficio con los humanos, y estaba dispuesto a ejercerlo: tabernero. Compró un cuchitril barato que remodeló con esmero, se las arregló para abastecerse de lo necesario (desde muebles hasta alcohol) y finalmente abrió "La Doncella Borracha". Esa vez vinieron apenas dos arcanos. Ya fuera porque era un nombre "demasiado humano" o porque él mismo aterrorizaba a la posible clientela, los primeros días fueron un fracaso. Sin embargo, una noche que Melfaron estaba a punto de cerrar, apareció un grupo sediento de aventureros dispuestos a comprar todo lo que pudieran beber, y vaya que bebieron. Melfaron se sentó en su mesa, charló largamente con ellos y los vio emborracharse. En sus miradas había pasión, Melfaron no pudo evitar utilizar esa pasión para divertirse y torcer los ánimos amistosos de sus clientes. La pelea de bar que hubo fue tan épica que en esa mesa está tallado hoy en día el suceso que comenzó la tradición de las peleas en La Doncella. Los más valientes iban para probar que no tenían miedo de que un mercenario les dejara un ojo en tinta por mirarlos feo, los mercenarios iban porque había buen alcohol, buena comida y buenas historias que escuchar. Melfaron nunca ha detenido ni una sola pelea, de hecho las aviva. Suele mantener a los más clientes más débiles cerca de la barra, donde puede asegurarse de que no vayan a meterse en medio y arruinarlo todo, pero en las noches que curiosamente nadie acaba herido siempre hay música, risotadas y una que otra mirada sospechosa. Sea una noche buena o una noche mala, siempre hay diversión bajo las faldas de La Doncella Borracha.
Melfaron también dirige las apuestas del lugar. Algunos clientes frecuentes son tan reconocidos que se juntan a pelear y causan todo un espectáculo, en otras ocasiones un recién llegado llama suficiente la atención como para que la gente saque sus monedas, se las entregue a Melfaron y apuesten quién va a enfrentarse a la carne nueva. El pozo de apuestas, a veces, resulta incluso más rentable que mantener la taberna en sí. Lo único que Melfaron nunca ha permitido es que los luchadores se maten entre ellos, eso es ilegal y podría traerle problemas, lo siento mucho, yo no hago las leyes, maldita Ciudadela, lo sé.
Eventualmente logró entrar a la Corte de la Primavera, su gran sueño desde que se había mudado a la Ciudadela, y por fin se sintió satisfecho con su vida. El único cuidado que tenía que mantener constantemente era no estar de mal humor, cosa que se le hace complicada cuando su punto de vista choca con el del resto. Si andaba estresado, entonces inconscientemente alejaba a la clientela, le costaba controlar las peleas, todo era un desastre. Nunca faltaba el idiota que trataba de hacerlo hablar de su pasado y después tenía que irse por un par de días porque la rabia y la vergüenza lo carcomían por dentro, haciendo demasiado inestables las relaciones a su alrededor. Por suerte, siempre era bien recibido en Reapergate, donde viejas amistades le ofrecían alojamiento y comida, y él preparaba cenas espectaculares y les contaba las mejores historias que había escuchado/las mejores peleas que había visto a cambio de su hospitalidad. Siempre termina volviendo a su Doncella querida, a los mismos clientes de siempre que pedían la cerveza bien helada y espumosa, a llenarse los bolsillos con apuestas violentas y a reírse sin culpa.
Datos curiosos:
Imagen complementaria:
Género: Masculino.
Edad: 279
Raza: Baphomet.
Corte: Corte de la Primavera.
Lugar de Residencia: Ciudadela, visita Reapergate con frecuencia.
Ocupación: Tabernero, dueño de "La Doncella Borracha".
Stats:
• Fuerza: ★
• Inteligencia: ★★★★
• Social: ★★★★★
• Agilidad: ★
• Defensa: ★★
Habilidades raciales:
Battle Seducer: Con sus palabras, estos seres pueden incitar el espíritu de violencia en sus compañeros.
Aura caótica: La presencia de estos seres puede subyugar a animales de toda clase, además de aterrorizar personas, hacerlas incluso entrar en un estado de shock momentáneo, el poder de esta aura es equivalente a la edad del arcano y no siempre es efectiva. Si el arcano está deprimido y/o en un humor benevolente esta habilidad se anula. No se puede combinar con la habilidad de Intimidación.
Halo de Guerra: La presencia de estos demonios sume a las personas a su alrededor en un estado de descontrol, sedientos de venganza y violencia. Puede ser controlada por su portador sin embargo si se encuentra en un estado de ánimo negativo esta fluirá sola de su aura.
Personalidad: Orgulloso como él solo, dueño de un humor bastante agudo y peculiar, Melfaron es mucho más agradable de lo que parece a primera vista. Le fascinan las emociones fuertes y no hay nada que disfrute más que dejarse llevar por esas emociones, arrastrando a otros arcanos consigo. Le gusta la buena música, la buena comida y ganar una buena cantidad de dinero, lo que consigue con su peculiar taberna escondida entre las calles de la Ciudadela. Siempre está dispuesto a conversar con alguien y ofrecerle una bebida gratis si tiene una buena historia que contar, historias que él repite para entretener a sus clientes. Aunque no lo admita, ama ser el centro de atención. Aunque adora la Ciudadela, a veces se siente superado por las reglas sociales que hay en ella, lo que lo estresa profundamente. Le relaja trabajar en su taberna (donde engaña y molesta todo lo que le entra la gana), pero cuando ya es mucho sabe que es tiempo de tomarse unas vacaciones en Reapergate antes de que su aura de caos y destrucción le hagan mal a su negocio.
Historia:
La vida de Melfaron antes de llegar a Mirovia era tan peligrosa como deliciosa podía resultar para un baphomet. Asentados en el viejo continente, otros baphomets y él se dedicaban a atormentar a seres humanos, escondidos entre ellos como un lobo vistiendo piel de cordero. En su forma sellada, se dedicaba a incitar la violencia y la ira en los corazones de los hombres que iban a la guerra. Muchas veces tomó el papel de soldado e infló de orgullo, deseos de venganza y sed de sangre los pechos de sus compañeros en armas. Grandes batallas ocurrieron por su culpa. Sin embargo, lo que sus compañeros buscaban, además de divertirse un rato, era una forma de hacer pagar a los humanos por la persecución y aniquilación de los otros arcanos. A Melfaron esa última parte no le interesaba tanto, pero disfrutaba enormemente ver a sus camaradas felices. De haber sido necesario, hubiera luchado hasta la muerte para protegerlos.
Sin embargo, Europa no tardó en encontrarlos y condenarlos al infierno del que supuestamente venían. La cacería había comenzado, pero Melfaron no tenía miedo. Era fuerte, rápido, podía defenderse... fue su exceso de confianza lo que lo condenó al fracaso. Nunca ha relatado en voz alta lo que ocurrió el día que finalmente se vieron derrotados y Melfaron huyó, gravemente herido (nunca llegó a sanar por completo, sus llagas le hicieron débil), a Mirovia. Por qué no se quedó con sus hermanos hasta el final es un secreto que se llevará a su tumba.
Llegó a Mirovia poco después de recuperarse. Hizo lo que le pareció más lógico en el momento, se buscó un lugar donde vivir en Reapergate y se unió con facilidad a la Corte del Otoño. Si bien en un principio estuvo contento con su nueva vida, no se demoró en empezar a odiarla. Todo alrededor suyo era oscuro y caótico, ¿cuál era el sentido de traer el caos a una ciudad que no conoce otra cosa? ¿Qué pasaba con la emoción? ¿Dónde estaba esa chispa que a uno le recorría la columna y lo hacía sentir vivo? Sí, había conocido a un par de arcanos que lo habían recibido tan bien que casi llegó a sentirse en casa... casi. Una parte de él extrañaba la luz, la calidez, las conversaciones alrededor de un buen fuego, los dientes volando por los aires y las manos que podían pasar de ser amables a convertirse en puños en apenas un par de segundos. Necesitaba largarse de Reapergate o se volvería loco. No alcanzó a cumplir dos años viviendo allí cuando ya estaba casi instalado en la Ciudadela.
El ritmo urbano y la vida comercial de la Ciudadela lo encantó desde el momento en el que puso un pie en su nuevo hogar. Había aprendido un oficio con los humanos, y estaba dispuesto a ejercerlo: tabernero. Compró un cuchitril barato que remodeló con esmero, se las arregló para abastecerse de lo necesario (desde muebles hasta alcohol) y finalmente abrió "La Doncella Borracha". Esa vez vinieron apenas dos arcanos. Ya fuera porque era un nombre "demasiado humano" o porque él mismo aterrorizaba a la posible clientela, los primeros días fueron un fracaso. Sin embargo, una noche que Melfaron estaba a punto de cerrar, apareció un grupo sediento de aventureros dispuestos a comprar todo lo que pudieran beber, y vaya que bebieron. Melfaron se sentó en su mesa, charló largamente con ellos y los vio emborracharse. En sus miradas había pasión, Melfaron no pudo evitar utilizar esa pasión para divertirse y torcer los ánimos amistosos de sus clientes. La pelea de bar que hubo fue tan épica que en esa mesa está tallado hoy en día el suceso que comenzó la tradición de las peleas en La Doncella. Los más valientes iban para probar que no tenían miedo de que un mercenario les dejara un ojo en tinta por mirarlos feo, los mercenarios iban porque había buen alcohol, buena comida y buenas historias que escuchar. Melfaron nunca ha detenido ni una sola pelea, de hecho las aviva. Suele mantener a los más clientes más débiles cerca de la barra, donde puede asegurarse de que no vayan a meterse en medio y arruinarlo todo, pero en las noches que curiosamente nadie acaba herido siempre hay música, risotadas y una que otra mirada sospechosa. Sea una noche buena o una noche mala, siempre hay diversión bajo las faldas de La Doncella Borracha.
Melfaron también dirige las apuestas del lugar. Algunos clientes frecuentes son tan reconocidos que se juntan a pelear y causan todo un espectáculo, en otras ocasiones un recién llegado llama suficiente la atención como para que la gente saque sus monedas, se las entregue a Melfaron y apuesten quién va a enfrentarse a la carne nueva. El pozo de apuestas, a veces, resulta incluso más rentable que mantener la taberna en sí. Lo único que Melfaron nunca ha permitido es que los luchadores se maten entre ellos, eso es ilegal y podría traerle problemas, lo siento mucho, yo no hago las leyes, maldita Ciudadela, lo sé.
Eventualmente logró entrar a la Corte de la Primavera, su gran sueño desde que se había mudado a la Ciudadela, y por fin se sintió satisfecho con su vida. El único cuidado que tenía que mantener constantemente era no estar de mal humor, cosa que se le hace complicada cuando su punto de vista choca con el del resto. Si andaba estresado, entonces inconscientemente alejaba a la clientela, le costaba controlar las peleas, todo era un desastre. Nunca faltaba el idiota que trataba de hacerlo hablar de su pasado y después tenía que irse por un par de días porque la rabia y la vergüenza lo carcomían por dentro, haciendo demasiado inestables las relaciones a su alrededor. Por suerte, siempre era bien recibido en Reapergate, donde viejas amistades le ofrecían alojamiento y comida, y él preparaba cenas espectaculares y les contaba las mejores historias que había escuchado/las mejores peleas que había visto a cambio de su hospitalidad. Siempre termina volviendo a su Doncella querida, a los mismos clientes de siempre que pedían la cerveza bien helada y espumosa, a llenarse los bolsillos con apuestas violentas y a reírse sin culpa.
Datos curiosos:
- Su forma verdadera es demasiado alta para las puertas de su taberna, y además la considera demasiado grotesca y horrible, así que siempre usa su forma fated. No utiliza su forma sellada desde sus tiempos en Europa.
- Debido a su horrible último encuentro con los humanos, camina ayudado de un bastón. Pobre del que se burle de su cojera.
- Mucha gente tiende a no creerle cuando dice que no bebe, que tiene una pésima resistencia alcohólica, pero es la verdad.
- Siempre está apretando algo, haciendo girar un anillo en su dedo, tarareando, dibujando líneas aleatorias o haciendo cualquier otra actividad que lo ayude a controlar su estado anímico. Incluso medita de vez en cuando.
- Le encantan los dulces, sus favoritos son los chocolates.
- Su madre era una bruja temible y respetada por otros brujos, considerada una embajadora del infierno por su aspecto demoníaco y su habilidad con la magia. Melfaron tiene muy buenos recuerdos de ella. Nunca conoció a su padre ni tampoco le interesa saber quién es.
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