Post by Giselle on Aug 30, 2017 18:26:06 GMT
Giselle no pudo evitar que su rostro mostrara su desagrado al ver la manera tan descuidada del hombre para comer; ni siquiera había tomado el pañuelo que le había ofrecido para limpiarse la espalda. Lo amarró a las bolsas que llevaba a los costados de su cadera, y escucha atenta con dificultad puesto que su manera de degustar o más bien devorar los alimentos la distraía muchísimo. -¿El mar? Eres pescadora... o... no me digas... ¿pirata?- le preguntó a la chica de cabellos azules, haciendo mucho esfuerzo por mirarla sólo a ella y no a los restos de comida y bebida que se escurrían por el cuerpo del tipo.
-Bueno... de no ser por los corazones rotos no existirían lugares como estos; no hay mucho que entender, básicamente es tal cual como acabas de describirlo- sonreía apenas pero lo hizo más al escuchar la forma en que otro de los clientes le pedía tener más recato para comer. Puso su mano sobre sus labios para ocultar la risa que de pronto le daba; no debía burlarse de maneras tan obvias de quienes probablemente le podrían dejar una buena propina. -Ah... seguro que si tocas tan bien como te ves, me encantará tu música. Creo que no he tenido la oportunidad de escucharte, generalmente dos horas antes de acabar mi turno soy yo la que se encarga de la música y entretenimiento; tal vez deberíamos hacer un dueto-. Terminó su comentario con un guiño.
La última joven dio una respuesta concisa aunque carente de detalles. Vaya... todos parecían ver pedazos de Mirovia que seguramente ella jamás lograría visitar. Era extraño. -Bueno, estás de suerte, nuestras ofertas son muy generosas con los viajeros como tú-. No mentía... del todo. Su estrategia era siempre la de embriagar a los clientes y cobrarles por bebidas rebajadas. Al estar tan borrachos nunca notaban la diferencia. -Yo también pienso que sería una buena idea escuchar un poco de música; así no me dejas propina-. Volvió a mirar al chico de cabellos morados mientras apoyaba sus manos sobre la barra y se deslizaba suavemente hacia él en un movimiento que podría sonrojar a cualquiera. -¿Por favor?-
-Bueno... de no ser por los corazones rotos no existirían lugares como estos; no hay mucho que entender, básicamente es tal cual como acabas de describirlo- sonreía apenas pero lo hizo más al escuchar la forma en que otro de los clientes le pedía tener más recato para comer. Puso su mano sobre sus labios para ocultar la risa que de pronto le daba; no debía burlarse de maneras tan obvias de quienes probablemente le podrían dejar una buena propina. -Ah... seguro que si tocas tan bien como te ves, me encantará tu música. Creo que no he tenido la oportunidad de escucharte, generalmente dos horas antes de acabar mi turno soy yo la que se encarga de la música y entretenimiento; tal vez deberíamos hacer un dueto-. Terminó su comentario con un guiño.
La última joven dio una respuesta concisa aunque carente de detalles. Vaya... todos parecían ver pedazos de Mirovia que seguramente ella jamás lograría visitar. Era extraño. -Bueno, estás de suerte, nuestras ofertas son muy generosas con los viajeros como tú-. No mentía... del todo. Su estrategia era siempre la de embriagar a los clientes y cobrarles por bebidas rebajadas. Al estar tan borrachos nunca notaban la diferencia. -Yo también pienso que sería una buena idea escuchar un poco de música; así no me dejas propina-. Volvió a mirar al chico de cabellos morados mientras apoyaba sus manos sobre la barra y se deslizaba suavemente hacia él en un movimiento que podría sonrojar a cualquiera. -¿Por favor?-