Post by Clara Smith on Aug 31, 2017 0:44:04 GMT
"Querida señora Smith:
El señor Discordiae
, actual residente de Reapergate le gustaría pautar una cita el día de mañana.
Por favor preséntense antes de que el sol se esconda, pues es algo de suma importancia.
Por favor, traiga al crustáceo de color agua marina.
Diríjase a la siguiente dirección:
Mercado negro / Cuatro negocios al oeste desde el principio/ Al lado derecho.
Cordialmente, Sr. D.
El señor Discordiae
, actual residente de Reapergate le gustaría pautar una cita el día de mañana.
Por favor preséntense antes de que el sol se esconda, pues es algo de suma importancia.
Por favor, traiga al crustáceo de color agua marina.
Diríjase a la siguiente dirección:
Mercado negro / Cuatro negocios al oeste desde el principio/ Al lado derecho.
Cordialmente, Sr. D.
Recibió ese mensaje de uno de sus más fieles compañeros de trabajo, estaba sorprendida de como había conseguido esa información. El día pasó en la ciudadela normalmente, su carácter era más apagado de lo que solía ser, solo se concentraba en lo que decía el la elegante carta, estaba todo muy bien cuidado, en especial el exterior, tenía un sello de cera con una letra "D ", parecía ser de la misma persona, pero eso no importaba. ¿Cómo supo qué ella conservaba ese espécimen, para qué lo quería?. Cuando su turno finalizó, volvió a su hospedaje, no había salido más allá del Shangri Lax desde su última travesía con su compañero, no tenía razones para volver a su hogar unos días más, mantendría al animal con un clima adecuado y lo devolvería a la cascada en cuanto terminara su investigación. Pero aquel misterioso ciudadano tenía otros planes para ella.
Unas cuatro horas de viaje pasaron hasta llegar a Reapergate, el ambiente era lúgubre y el rostro de las personas era poco amigable, parecía que en cualquier descuido ella podía terminar sin algún tipo de órgano vital. Su pulso se aceleraba mientras su mano apretaba la capa negra encima de su corazón. Siguió al pie de la letra las instrucciones, un pequeño pasadizo hecho rústicamente estaba entre los establecimientos, todo el que pasaba lo ignoraba. Inhaló y dejó salir todo el aire antes de tocar la puerta con suavidez, desde la puerta medio abierta unos ojos amarillos destacaban entre la oscuridad. -¿Quién eres?- Una voz aguda emitió palabras hostiles. -Yo...Soy Clara Smith, pescadora y residente de la isla gélida,de la corte del invier-...-Fue interrumpida audazmente por el arcano a quien miraba con recelo. -¿Fuiste invitada por nuestro señor? Muestra la carta...- Comenzó a temblar y tomó con cuidado el sobre, se había estropeado un poco en el viaje, el guardia arrebató el pedazo de papel y lo leyó, dejando afuera una de sus manos, era una garra con varias heridas y unas uñas extraordinariamente filosas, comenzaba a arrepentirse. -Puedes pasar, pero te advierto niña, él siempre obtiene lo que quiere, así que sal corriendo ahora si estás asustada.-
Unas cuatro horas de viaje pasaron hasta llegar a Reapergate, el ambiente era lúgubre y el rostro de las personas era poco amigable, parecía que en cualquier descuido ella podía terminar sin algún tipo de órgano vital. Su pulso se aceleraba mientras su mano apretaba la capa negra encima de su corazón. Siguió al pie de la letra las instrucciones, un pequeño pasadizo hecho rústicamente estaba entre los establecimientos, todo el que pasaba lo ignoraba. Inhaló y dejó salir todo el aire antes de tocar la puerta con suavidez, desde la puerta medio abierta unos ojos amarillos destacaban entre la oscuridad. -¿Quién eres?- Una voz aguda emitió palabras hostiles. -Yo...Soy Clara Smith, pescadora y residente de la isla gélida,de la corte del invier-...-Fue interrumpida audazmente por el arcano a quien miraba con recelo. -¿Fuiste invitada por nuestro señor? Muestra la carta...- Comenzó a temblar y tomó con cuidado el sobre, se había estropeado un poco en el viaje, el guardia arrebató el pedazo de papel y lo leyó, dejando afuera una de sus manos, era una garra con varias heridas y unas uñas extraordinariamente filosas, comenzaba a arrepentirse. -Puedes pasar, pero te advierto niña, él siempre obtiene lo que quiere, así que sal corriendo ahora si estás asustada.-
Cuando entró, la puerta se cerró, no había ningún tipo de iluminación, ¿acaso esto era una trampa?, ¿qué le iban a hacer?. Su respiración comenzó a agitarse hasta que una lámpara de aceite se encendió, era la misma mano que había visto antes, acompañada por los mismos ojos que vio antes y que la recibieron con frialdad. -Te dije que te fueras corriendo, ya no hay caso, sígueme.- Ella fue a través del túnel, goteos y chillidos de ratas se escuchaban a lo lejos, pero ya no se sentía tan asustada. Al final solo había una puerta de madera, era muy extraña, estaba completamente nueva y sin ningún rasguño. -Te tengo que dejar aquí, ya no podré acompañarte, suerte, niña.- La luz fue alejándose cada vez más, hasta volverse más pequeña y apagarse. -Gracias.- Exhaló y reunió todo el valor que pudo y cruzó la puerta.
Una habitación con cuatro velas en cada esquina se mostraba ante ella, riquezas brillaban en el suelo, con un tapete hecho con piel de un animal desconocido que por encima tenía una silla de madera desgastada y una mesa llena de monedas de oro. - 198, 199, 200...- Una voz casi espectral se escuchaba a la vez que una mano verde y llena de heridas como la anterior movía monedas de un montón al otro, pero su presencia no fue invisible un momento más, él se percató que había llegado. -Buenas tardes...¿Acaso eres la señorita Smith?- Tragó saliva y se acercó con sus pies temblorosos. -Si, yo lo soy.- Sin terminar de decir sus palabras un escalofrío recorrió toda su espalda, una risa de gozo de la misma persona se escuchó. -¡Que bien! Te estaba esperando, toma asiento, no te ves muy calmada y no me gustaría que te desplomes.- Se acomodó en el sillón sin decir ninguna palabra. -Ya que estás aquí, ¿trajiste lo qué te pedí.- El hombre fue directo al grano, sin introducciones, ni cualquier otra cosa que pudiera distraerle. -Si.- En seco respondió, para luego sacar una jaula que hizo un pequeño estruendo sobre la mesa. La mano enorme la cual la demás figura se escondía en la oscuridad intentó tomar el objeto, pero un movimiento hizo que solo cayera en la mesa. -No estoy de acuerdo con estas cosas, ¿sabes?. Pero al menos quiero que este pequeño tenga justicia. ¿Tienes algo?- Era cierto, no le gustaban ese tipo de cambios ilegales, pero sacaría provecho de esto, además, escuchó al guardia, él tendría que pagar un precio alto.
-No eres una chica fácil, pero sinceramente, estaba preparado para este momento.- Comenzó a reír y luego a toser, Clara tenía el ceño fruncido. Un escudo que brillaba se puso encima de la mesa, moviendo algunas monedas sueltas. -¿Un escudo? ¿De verdad? Pude perder a alguien por este pequeño y usted me ofrece eso...- Su mano golpeó la mesa, conseguiría algo bueno, no dejaría que el esfuerzo ajeno fuera en vano. -No eres nada fácil... El escudo tiene una forjación especial, es extremadamente fuerte, pero si actúas así...- Unos segundos pasaron en silencio pero otro golpe sobre la mesa sonó, dejando un libro con una portada bastante extraña, la selkie se sorprendió. -¿Acaso es...?- Sus manos fueron a su boca por la sorpresa. -¿....un grimorio? Estás en lo correcto, es un grimorio, fue difícil conseguirlo.- La mano ajena movía sus dedos contra la superficie de madera, haciendo un ritmo. Esta totalmente sin palabras, había oído de ellos, jamás había visto uno real. -Está bien, es todo tuyo, también me llevaré el escudo.- Tomó entre brazos los objetos y se levantó. Quien lo diría, se había vuelto una hipócrita, siempre con la justicia pero lo que había hecho en solo unos minutos, le daba hasta vergüenza hablar, pero si lo mantenía en secreto, la gente no se alejaría más, no tendría más problemas, ¿no era así?. Las tenazas del cangrejo sonaron antes de ser tomado hacia la oscuridad.-Un placer hacer negocios con usted, señorita, Smith.- Clara no se despidió, solo volvió al pasillo y caminó de vuelta al mercado negro. Era una completa vergüenza.