Home and couple (Priv. Tramali - Marcelline) (CERRADO)

Bajé la mirada al ver la reacción de la chica. Al parecer con mi pregunta arruiné el momento y según yo, incomodé a la goblin. En realidad no estaba segura de que aquello hubiera ocurrido, pero así es como lo veía.
Permanecí cabizbaja mientras laequeña me daba la respuesta que quería escuchar. "Los arcanos tamien sentimos. Ser arcano es normal. Marcelline Aavedra no es mala."
Las cálidas manos de Tramali envolvieron mi rostro y me invitaron a alzar la vista para levantarme el ánimo con una linda sonrisa. Una llena de cariño y comprensión, tal y como... la de una madre. Correspondí el acto de la misma manera y asentí con la cabeza al tiempo que me daba la vuelta, volviendo a mi posición anterior.
- Estoy segura de que soy una persona buena. Sólo alguien con bondad en su corazón podría tener a alguien tan genial como tú en su vida. - le murmuro mientras limpio discretamente las pocas lágrimas que logran escapar de mis ojos. - Por cierto... ¿Qué piensas hacer despues del baño? - digo tratando de aparentar inocencia, esperando que el ambiente mejore y se olvide mi tropiezo. - ¿T...tienes planeado algo para mí? -

- Ahh...ehh...yo podría ayudarte con eso. ¡C...con la cena, p-por supuesto! - murmuro apenada al sentir sus manos juguetear entre mis cabellos. - A...además, p...puedo dormir en la entrada. Resguardaría su hogar como un sabueso lo hace. -
Siento su caricia en mi nuca y como si de un animal se tratara muevo la felizmente la cabeza para restregarme en su mano. - Q...quiero serte de ayuda, p-por lo linda que te has portado conmigo. I-incluso ahora me estás consintiendo. -
Continuó auto-complaciéndome un rato más para luego voltear a verla.
- A pesar de ser un soldado no he hecho mucho por este lugar. A-así que me gustaría por lo menos defender de su morada. -

Escuché en silencio las respuestas de la chica. Al parecer los lugares más sagrados para ella eran el cuarto de baño y la cocina. Además comprendía su reacción. Nadie dejaría entrar a un extraño a su cocina sin antes saber cual es su experiencia en ella. Y aunque a mí se me facilitaba el cocinar me era preferible no arriesgarme a provocar un incendio por culpa de mis nervios locos.
Por otra parte la idea de no dormir en la entrada me era agradable, más la opción de dormir al lado de ella me preocupaba. Desde el momento que aprecié su cuerpo desnudo aquellas sensaciones me habían puesto a pensar en si me comenzaba a gustar la chica. Y a pesar de saber la respuesta, no quería aceptarla. La pequeña había hecho mucho por mí y pagarle de esa forma sería una traición. O por lo menos así era como lo pensaba.
De algún modo la goblin hizo que el agua de la habitación comenzara a bajar. Luego comenzó a secarse y al igual que ella tomé la toalla para cubrirme con ella. Seguido de eso nos dirigimos a la habitación, donde la pequeña rebuscó en el armario y sacó algo para cubrirse.
- I-iré por el abrigo. Enseguida vuelvo. - digo apartando la vista para evitar un nuevo "ataque de nervios" y salgo de la habitación. Vuelvo a los pocos segundos luciendo nuevamente aquel abrigo. Esta vez, por la humedad que cubre mi piel el abrigo se pega un poco más a mi cuerpo y resalta mi figura.
- T...Tramali... sobre el descanso... Me sentiría más a gusto durmiendo en el suelo. N-no quiero provocar alguna molestia. - Mis mejillas parecen adaptarse a estar hinchadas al igual que mi rostro a mirar al suelo. - Me he estado sintiendo algo... "extraña" desde hace un momento... - Intento buscar una excusa que me ayude, pero al no pensar en nada guardo silencio.

Al escuchar mi excusa para no dormir con ella Tramali se muestra seria y me responde con una actitud bastante distinta a la de antes. Ahora se nota algo molesta y sus palabras dictan una orden.
Por mi parte me muestro sorprendida al ver que hice justo lo que no quería; molestarla. Me toma un par de segundos fingir un gesto de comprensión y contestarle con una sonrisa, tratando de mostrar el rostro lo menos que me es posible. Incluso intento afirmar con unas cuantas palabras, pero descarto la idea al caer en la cuenta de que mi voz me delataría. Pero cuando menos me lo espero la goblin pasa de estar molesta a sentir preocupación por mí y me guía hasta la cocina.
Entramos al lugar y lo primero que me llama la atención es el artefacto que se encuentra encima de una caldera. Me es algo raro debido a que nunca había visto algo parecido en las cocinas que había visitado, mas no le doy mucha importancia y continuó observando el lugar. La chica me pregunta que me gustaría cenar. Por mi parte pienso muy bien en lo que voy a contestar, pues no quiero molestarla de nuevo.
- L-lo que gustes estará bien, g-gracias. Cualquier cosa que hagas debe saber delicioso. - Digo nerviosa al tiempo que froto mi estómago y muestro un gesto sonriente, tratando de darle fuerza a mi última frase. Y a pesar de no mostrarlo, aún me siento incomoda por lo que mis mentiras han causado. La chica se preocupa mucho por mí y por ese motivo intento explicarle lo que realmente me sucede. Pero termino por ocultarlo de nuevo debido al miedo de causar desconfianza en ella. - ¿Q-qué es lo que sueles comer por las noches? - Saco la pregunta para no provocar sospechas en la goblin y evitar que el silencio se apodere de la situación.

Tras mi respuesta la goblin mencionó que prepararía un guiso y de inmediato de dispuso a prepararlo. Abrió una puerta metálica y al hacerlo una brisa helada recorrió el lugar. Y como no iba a hacerlo si dentro de ella había bloques de hielo y comida fresca. Y aunque, al igual que antes desconocía su función, lo ya antes ocurrido me negaba el derecho de curiosear. Tan sólo miré que la chica sacó unas cuantas cosas de ahí y comenzó a prepararlas.
Mientras Tramali se ocupaba de la comida yo imaginaba lo tormentosa que sería la noche. Con Tramali molesta y la obligación de dormir en su cama mis nervios sobrepasaban el límite de lo normal en mí. Y aunque sabía que por mi parte no intentaría nada raro, lo que realmente me preocupaba eran las tonterías que llegaba a hacer cuando lo nervios me controlaban.
Mientras pensaba en aquello ya buscaba una forma de salir de esa la voz de la pequeña retumbó en mis oídos. Con una reacción rápida volteo a verla y a pesar de haberla escuchado bien le pido que me repita la pregunta. Mi intención con ésto es la de ganar tiempo para poder pensar en alguna otra mentirilla, pero después de pensarlo un poco me doy cuenta de lo que estoy haciendo. He estado mintiendole a la única persona que se ha preocupado por mí y que incluso me ha tenido la confianza suficiente para alojarme en su hogar. Así, la culpa me golpea a la cara e incluso supera a la sensación de traición que sentía hace unos minutos.
- Ahhh, b-bueno... ¿D-de qué te gustaría hablar? - digo nerviosa y tímida al intentar serle sincera, mas una vez más termino desistiendo - ¿C-cocina, trabajo o... relaciones? - Una voz me sale del pecho a tiempo para concluir mi línea. Me asombro al ver lo que acabo de hacer y comprendo al instante lo que acaba de ocurrir; culpa.

-¡N-no vuelvas a decir eso! - Nuevamente mis palabras salen solas, mas esta vez en un tono un poco molesto, pero sin perder aquel cariño que le tenía. - ¡E-es verdad que he e-estado actuando rara, p-pero... no eres tú! - Mi carácter pierde fuerza al sentir de nueva cuenta la culpa sobre mis hombros, aunque se mantiene firme en su ideal. - Tramali... tu casa es hermosa. ¡Es una mansión! N-no pensé que se tratara de un lugar tan genial. - Al tener mis manos junto a las suyas comienzo a acariciar con suavidad su piel escarlata. Es en ese momento que me percato de una cosa. Mi comportamiento cambió muy drásticamente de un momento a otro al igual que mis emociones. Hace unos cuantos segundos el miedo me carcomía y los nervios me impedían hablarle. Pero desde que escuché sus palabras, echándose la culpa de mis tonterías, sentí una inmensa necesidad de dejar las cosas en claro. Mi actitud con ella había cambiado, había vuelto a ser la yo de ante. No esa chica extremadamente tímida que tartamudeaba por... por ella. Y, a pesar de todo, sabía muy bien que mis nervios volverían y de nueva cuenta me impedirían explicarme con la pequeña. Volvería a ser tímida e insegura al verla o escuchar su voz. El agradecimiento que sentía hacia ella me negaría el valor para decirle lo que sentía y el razonamiento me haría ver lo tonto que era declararmele y alguien que conozco de horas.
Mientras más pensaba volvía la timidez a mí y una fuerte presión se hacía presente en mi cabeza. Tantas emociones cruzando mi cuerpo y tan poco tiempo para disfrutarlas. Mi cabeza era un remolino de sensaciones y pensamiento que terminaron por desesperarme. Sofocada por todo aquello que ocurría en mi cabeza lancé un alarido al tiempo que soltaba las manos de la goblin y la tomaba por los hombros. Mi rostro reflejaba desesperación y culpa acompañada por algo de presión. - ¡Yo soy la única culpable aquí, Tramali! ¡No has hecho nada más que cuidarme, preocuparte por mí y ser linda conmigo! ¿Y yo qué he hecho? ¿Hacerte sentir mal, ser un estorbo para ti y... - Callo repentinamente is me pregunto por un instante en si hacerlo o no. Pero al sentir la timidez inundando mi cuerpo sé lo que debo hacer. Intento decírselo, pero no puedo. Un inmenso nudo en la garganta me lo impide. Alarmada por pensarme presa de la culpa me abalanzo hacia la chica, acercando nuestros rostros lo suficiente para que nuestros labios se junten. No hago ningún otro movimiento. No la beso o algo por el estilo, simplemente aprieto mis labios con los de ella y junto nuestras frentes. Mi pecho se mueve rítmico debido a mis profundas pero suaves respiraciones. - C-creo que me gustas... -

Mi rostro aún sigue ruborizado por aquel beso y ni que decir de aquella expresión de asombro. Todo fue tan repentino, pero sobre todo sincero. Correspondo al abrazo de la chica, rompiendo así la pose congelada que me había provocado sus palabras y acciones. - E-ese es el motivo que me inquietaba. - Aquel nudo en mi garganta parece haber desaparecido y con él tanto mis nervios como mi sensación de culpa. Cubro su hermosa silueta con mis brazos y apego su cuerpo al mio. - E-el desconocer lo que realmente siento por ti. Saber que es muy poco tiempo el que hemos lidiado y por lo mismo, que ésto que siento no es amor. - Acaricio la cabeza de la joven, mirándola de reojo para poder apreciar una pequeña porción de su rostro. - Sé que no me amas, pero también que eres una gran persona. Me sentía confundida. Tal y como tú lo has dicho. Y... me daba miedo incomodarte más que nada por el gran apoyo que me has otorgado.
Me has dado un hogar, un buen baño y comida. Pero sobre todas las cosas... tu amistad. -
El sentimentalismo que hace tiempo no experimentaba se apodera de mí y no sé si preocuparme por ello o simplemente disfrutarlo. - Pensé que sería raro para ti y que... Bueno, somos chicas. Mas no sé si en Mirovia eso sea normal. Pero, de donde vengo, eso se ve bastante mal. - Me tomo un momento para seguir acariciando su cabello y pensar muy bien mis palabras. Recorro mi mano desde su cabello, pasando por sus orejas para terminar en sus mejillas. Las acaricio con ternura, aprovechando cada segundo por si fuera esa la última vez que podría hacerlo. Luego, deslizo mis dedos lentamente hacia su barbilla jugueteando de vez en cuando con sus mejillas rechonchas. Levanto su rostro tratando de unir nuevamente nuestras miradas y una vez que lo han hecho aprovecho el momento para hacer caso a sus instrucciones y le doy un beso. Por nuestra diferencia de altura tengo que inclinarme sin dejar ni un momento de juguetear con sus hermosos labios. Termino el acto con una mordida juguetona y río al verle. - Aún así, me gustaría intentarlo. Quiero que nuestra relación avance normalmente. Experimentar lo que es ser amigas y terminar enamorandome de ti y, de ser posible, tú también lo hicieras. - Acaricio su labio inferior con mi dedo, recorriendo suavemente su contorno mientras la observo con unos lindos ojos cristalinos. - No me gustaría que cambiará la forma con la cual me ves. Simplemente... quiero enamorarte. - Con el sentimiento desbordandome de los poros, me acerco más a ella y le deposito un pequeño beso en la punta de la nariz.
- Y... sobre lo "otro"... - murmuro sonrojadome de golpe y apartando la mirada por un momento sólo para volverla hacia ella cuando la pena disminuye. - T-te prometo que de ahora en adelante y... si tú lo permites, jamás volverás a estar sola. En todos los sentidos. - Me agacho aún más hasta quedar a su nivel y poso mis labios frente a los suyos. Al mismo tiempo, bajo mis manos hacia sus piernas, no sin antes recorrer su figura cerciorandome de provocarle por lo menos un cosquilleo. Mis manos abarcan sus muslos, esperando ansiosas su respuesta para poder tomarlas.