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Post by Nekojiru Misotaro on Sept 4, 2017 5:29:11 GMT
No era raro que Nekojiru Misotaro viajara de vez en cuando a la Ciudadela a comprar ingredientes para los fideos que preparaba con tanta dedicación. Hacía varios días que se le habían acabado las cebollas y era de suma importancia conseguirlas pues el caldo de sus fideos llevaba algo de esa preciada verdura. Habiéndose hecho de más de lo necesario, caminó con su pequeña carreta hacia la forrajera, pues también quería comprar una olla de material especial. Sin embargo, antes de llegar, se dió cuenta que el sitio ya estaba cerrado. - ¿Hm? Pero si mye dijeron que cerraban tarde... ¿Habrán cambiado de opinyón? - Se rascó la cabeza confundido y se dió la vuelta dispuesto a partir, solo para encontrarse con un par de ojos amarillos viéndole desde la oscuridad del callejón. Se sobresaltó por un momento, pero quizá no era de temer. - Eh... si? ¿En qué puedo ayudarle? - Preguntó al ver que aquella criatura comenzaba a acercarse cada vez más, sin decir una sola palabra. De pronto, aquel ser saltó de entre las sombras en pos del nekomata, intentando atacarlo. De no ser por los reflejos felinos de Nekojiru, hubiese sido presa fácil. - AAAHH!! SOCORRO!!!- Saltó el gato dejándo todas sus compras atrás, corriendo por su vida. El ser de roja cabellera, un par de cuernos largos y un bozal lleno de dientes lo perseguía entre los callejones recónditos de la Ciudadela, atacando más de una vez, y destruyendo varias cosas a su paso. Nekojiru tomó su tableta en un instante que no lo vió y pidió ayuda desesperadamente, pero la hora era tal, que muchos arcanos ya se habían ido a dormir como para leerlo. - Santos fideos...¿Qué voy a HACE-----!!!- Volvió a saltar, el ser lo había atacado de nuevo. Sus motivos parecían maliciosos, pues se reía cada vez que Nekojiru saltaba con horror. - Ven... gatito, gatito, gatito...- Dijo aquel monstruo detrás de su espeluznante bozal. El Nekomata pronto se dió cuenta que se encontraba en un callejón sin salida y antes de poder gritar, Braxton le había dado el golpe de gracia con aquellas garras que lo destrozaban todo. Sus alrededores se oscurecieron, comenzó a tener frío. El pequeño nekomata cayó de rodillas y luego azotó en el suelo mientras aquel despiadado hombre se elevaba en el cielo y se perdía en la negrura de la noche.
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Post by Sabrina Poplawski on Sept 4, 2017 5:41:46 GMT
Sabrina estaba aún en la ciudadela; decidió tomarse varios días de descanso luego de que el Festival terminara, aprovechando que estaba en tierra firme. Deseaba empaparse de la experiencia por lo que andaba sin preocupaciones, sola, sin saber exactamente a dónde dirigirse incluso en la negrura de la noche. Entre su pacífico paseo, escucho un grito que la alertó. Una voz extrañamente familiar pidiendo ayuda. Apresuró el paso, vislumbrando entre los callejones para hallarse en poco tiempo con el cuerpecito débil de un minino en el suelo. -¡Señor Nekojiru!- exclamó asustada. Se hincó a su lado, notando las manchas de sangre que lo rodeaban. ¿Qué le había pasado? Tomó su pequeño cuerpo entre sus brazos sin sentirse incómoda por la sangre que la manchaba. Miró a sus alrededores pero no encontró a nadie que pudiera ser el culpable de lo ocurrido. Sólo en la lejanía, surcando los cielos, una figura comenzaba a desaparecer entre las nubes.
Se puso de pie por un instante paralizada sin saber a dónde dirigirse. Le volvieron de pronto las imágenes del colosal, sangrando; su existencia pendiendo entre la vida y la muerte. Sentía el palpitar de su pequeño corazón lo que quería decir que se encontraba con vida; seguramente que el impacto le había hecho perder el conocimiento. El líquido vital aún se percibía tibio. Eso la sacó de sus pensamientos y la llevó a actuar de inmediato. Caminó entre los callejones, mirando en todas direcciones sólo para asegurarse de que nadie estuviera siguiéndola. Miró hacia abajo, donde el rostro del nekomata reposaba sobre su pecho. ¿Quién se atrevería a lastimar a semejante criatura? ¿A un simple cocinero? Suspiró.
Tomó el camino de regreso a la posada donde estaba hospedándose, entrando lo más rápido posible para no ser vista y llamar la atención. Al entrar por la puerta de su habitación cerró la puerta detrás suyo con un impulso de su espalda baja e inmediatamente colocó al minino sobre su cama. Se dispuso a inspeccionar los gabinetes y estantes los cuales ya había arreglado para que fueran un pequeño laboratorio. Por más que tomara sus descansos no podía dejar de lado sus investigaciones. Frascos con hiervas, muestras biológicas como ojos, lenguas, patas de animales pequeños podían verse al reflejar el brillo de las velas que alumbraba el cuarto. Tomó un frasco con una solución que había formulado para desinfectar y la colocó al lado de su mesita de noche. Desprendió al arcano de sus pequeñas ropitas para inspeccionar las heridas; eran profundas… mucho. Habían sido hechas con garras sumamente filosas. Tomó un trapo para humedecerlo con la solución y presionarlo sobre las áreas afectadas. Seguramente el pobre sentiría ardor y tal vez la sensación lo despertaría, pero era necesario para intervenirlo mejor. Tal vez cuando despertara le cuestionaría sobre lo ocurrido; sería prudente tal vez notificarle a alguna autoridad... Suponía que era probable que se dieran crímenes en la Ciudadela pero algo como eso... bueno, parecía terrible. Se aseguraba de palpar con cuidado, de no hacer más grande la herida. La dermis desgarrada parecía respirar por sí sola, liberando con la presión más de ese rojo que servía de alerta. Iba a tener que suturar. Había estado sentada en la cama haciendo la curación pero se levantó al saber que tendría que coser la herida. Buscó entre sus cosas aguja e hilo; lo había hecho pocas veces pero sabía la teoría.
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Post by Nekojiru Misotaro on Sept 4, 2017 15:51:50 GMT
Sintió como su cuerpo fué levantado con cuidado, pero no abrió los ojos. No podía. Sentía que su vida pendía de un hilo al mismo tiempo que su sangre seguía brotando de las heridas en su cuerpo. Pero sus reflejos funcionaban. El rozar del cabello de la chica sobre sus orejas hacían que estan temblaran. Era una buena señal. Entre el fuerte olor de la sangre podía percibir el de la mujer que lo tenía cerca, abrazado y había comenzado a caminar hacia una dirección incierta.
No sintió más el aire de la intemperie, habían entrado a algún lugar. En el vaivén de sus pensamientos, creyó que estaba a nada de morir, pero le agradecía profundamente a la chica por su preocupación. Quizá su karma ya lo había alcanzado después de tanto tiempo. Haberse intentado redimir vendiendo fideos en un lugar apartado no había sido suficiente.
Pudo sentir que la chica lo había recostado y, en cuestión de segundos, algo ardiente se presionaba contra su pecho. Más no abrió los ojos. No era la primera vez que se hallaba en una situación así, pero si había pasado mucho tiempo desde que le habían herido de muerte. Sin embargo, cosas como esas no se olvidaban. Sabía bien como aguantar el dolor, pero eso no significaba que no pudiese sentirlo. Abrió sus ojos lentamente, apenas enfocando y discerniendo en dónde se encontraba exactamente, pero no pudo figurarlo. - ¿D.. Dónde…? - Pudo decir apenas, pero no tenía las energías para formular su pregunta.
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Post by Sabrina Poplawski on Sept 4, 2017 16:34:43 GMT
Estaba concentrada en esterilizar la aguja, colocándola sobre el fuego de la vela que reposaba sobre su mesita de noche. Escuchó la voz de nekomata quien estaba recobrando el conocimiento. Sabrina le miró aún sin despegarse de su tarea. Sonrió un poco, sintiendo algo de alivio; era buena señal que no se hubiera quedado en shock hepático pero debía actuar pronto o sino eso realmente sucedería. -Lo traje a mi habitación- contestó en un tono sereno. No deseaba alterarlo de ninguna manera por lo que se dedicaría sólo a la tarea de ayudarlo a controlar el flujo de sangre y tratar la herida.
Volvió a sentarse sobre la cama, enfocándose en pasar el hilo por el ojal de la aguja. -Qué bueno que lo encontré a tiempo. Lo escuché a lo lejos y no conozco bien la Ciudadela-. Sabía que debía mantenerlo despierto por lo que comenzó a platicarle aunque no esperaba que le respondiera de ninguna manera. Se aproximo al pequeño cuerpo del arcano, con la aguja entre sus dedos. -Señor Nekojiru, ya limpié sus heridas, ¿me da permiso de suturarlo?- indicó. Sin embargo, reparó en un detalle que no había considerado. Tendría que remover el cabello alrededor de las lesiones que estaban esperando con urgencia a ser atendidas. -Ah… señor Nekojiru, voy a tener que quitarle el cabello que está alrededor de sus heridas, ¿está bien?-. Aunque no debía pedir permiso estaba totalmente consciente de que seguramente estaba desubicado por lo que quería hacerle saber exactamente lo que le haría a su cuerpo especialmente después de haber sufrido un grave traumatismo físico y emocional.
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Post by Nekojiru Misotaro on Sept 4, 2017 17:08:51 GMT
Intentó colocar sus patas detrás de el para levantarse, pero fué inútil. Se encontraba demasiado débil. Por poco olvidaba lo que había sucedido, pero lo que Sabrina le contaba le hacía recordar pedazos del incidente. - Ya veo… No debiste. Ese myonstruo pudo haberte atacado. - Pero la valentía de la jóven por ayudarle había brillado por sobre todas las cosas, su generosidad sería recordada por siempre. - Pero te agradezco que mye hayas ayudado. De nyo ser por ti, seguro ya estaría… - Se detuvo un momento, estaba hablando demasiado.
Alzó las orejas al escucharla decir algo sobre la sutura. Si bien no era un fan de las agujas, no había remedio. Sin embargo, tras escuchar que la chica necesariamente debía de deshacerse del pelaje alrededor de sus heridas, Nekojiru meneó la cabeza de un lado a otro. - Nyo quisiera que mye raparas… Mejor… - Miró al techo. Desde que llegó a Mirovia, se había prometido cambiar a su forma sellada, pero la situación era drástica. No deseaba estar rapado y que la gente mirara aquellas heridas después de todo, aún tenía dignidad.
-¿Podrías darmye algo con que taparmye antes de… buenyo, tu sabes. - Dijo antes de dejar que la chica se acercara para suturarlo. Era imperativo que pudiese taparse al menos la parte baja de su cuerpo antes de adoptar su forma sellada. Si bien nunca usaba pantalones ni nada por el estilo, el pelo de gato lo cubría suficientemente bien.
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Post by Sabrina Poplawski on Sept 4, 2017 17:29:26 GMT
Qué alivio, el señor Nekojiru hablaba con fluidez y parecía estar consciente, aunque tal vez cansado. Eso era una señal excelente. De momento, cuando le dijo que deseaba taparse Sabrina tardó en reparar a lo que se refería. Al haberlo visto siempre como un minino por alguna razón su mente había bloqueado por completo que él podría adoptar una forma sellada también. Alzó las cejas en sorpresa al llegar al fin a la conclusión correcta y no perdió tiempo en tomar las sábanas que reposaban al pie de la cama para cubrirlo. -¡Claro, claro!- dijo mientras se dedicaba a ello. Le sonrió mientras la tela ya estaba cubriéndolo hasta el pecho. Pequeñas manchas rojizas comenzaron a transpirar por las sábanas. -Tiene razón, creo que será más rápido y sencillo cerrar sus heridas si toma una forma sellada-. Permitió darle algo de privacidad dándose la vuelta ligeramente para volver a calentar la punta de la aguja.
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Post by Nekojiru Misotaro on Nov 6, 2017 18:33:39 GMT
Suspiró con pesadez y tomó las sábanas entre sus pequeños dedos, tomando asiento sobre se encontraba acostado. Hacía tanto tiempo que no adoptaba aquella forma que casi había olvidado cómo se veía en realidad. Cerró los ojos y liberando su mente, su cuerpo comenzó a crecer. Sus patas se volvieron manos, y su pelaje comenzó a desaparecer. Después de unos instantes, aquel pequeño gato se había esfumado, solo para dejar a un hombre de apariencia adulta con rasgos asiáticos, tez relativamente pálida. Antes de avisarle a Sabrina que estaba listo, se vió las manos por primera vez en décadas. Se sintió algo disasiciado, y tuvo que llevarlas a su rostro para caer en cuenta de que en efecto se trataba de el. Volvió a suspirar. Ya no había vuelta atrás. Se preguntó cómo es que se miraba su rostro después de tanto tiempo.
- Ya puedes voltear. -
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Post by Sabrina Poplawski on Nov 7, 2017 4:59:09 GMT
A pesar de que sabía que el señor Nekojiru cambiaría de forma, al escuchar su voz sintió una sensación extraña, como si estuviera acompañada de otra persona. Al darse la vuelta ese sentimiento se tornó aún más fuerte al ver cómo en cuestión de segundos la imagen del pequeño minino que había cargado entre sus brazos poco antes se había esfumado. Se puso de pie, con la aguja ya en sus manos, preparada con hilo, observando con detenimiento el rostro del nekomata que a diferencia de su imagen tan tierna y pequeña, en ese momento mostraba una severidad inesperada. -Bueno, esto definitivamente será más fácil-. Rompió el silencio con aquello, tomando con cuidado los hombros de Nekojiru para recargarlo sobre el cojín. -Así creo que se moverá menos, discúlpeme señor-. Tocó su pecho y así, con la precisión que sus manos podían otorgarle en aquél momento, realizó las primeras puntadas.
La herida era demasiado profunda y había logrado desgarrar un poco de músculo. No podía dejar de pensar en lo afortunado que había sido el hombre pero tampoco podía quitarse de la mente la incógnita más grande que tenía; ¿quién se atrevería a lastimar a un minino aparentemente indefenso? Las manos de Sabrina eran ágiles por lo que el dolor se limitaba sólo a la punta de la aguja introduciéndose en la piel y no por su falta de experiencia, aún así, decidió que lo mejor sería intentar conversar con Nekojiru, distraerlo un poco de la hostilidad del filo. -Siempre pensé que usted era un pequeño gatito- acotó de manera inocente, sonriendo sin despegar los ojos de la cicatriz que atendía. -Es una fortuna haberlo encontrado con bien; le prometo que haré lo posible por que sus heridas sanen lo más pronto posible- . Tal vez tendría que reabastecerse de algunas hierbas y remedios, algo que ayudara a la cicatrización y... Estaba divagando. Se detuvo un momento para mirarle y encontrarse con la profundidad de su mirada. Como si no hubiese habido crisis anteriormente, Sabrina se dio la libertad de sonreírle. -No puedo creer que alguien le haya hecho esto... Espero que nada de esto le pase a nadie más mientras tanto, debo decirle que tengo mucha fe en su recuperación; tal vez sólo necesite de medicinas para evitar cualquier infección pero, ¡pronto estará como nuevo y listo para preparar esos fideos que tan bien le quedan!- volvió a su tarea, apretando los labios al darse cuenta que como siempre su lengua la llevaba a pronunciar escenarios y palabras fuera de lugar. La prioridad era brindarle un ambiente tranquilo a Nekojiru pero al mismo tiempo, Sabrina sintió una urgencia de reportar lo ocurrido y lo poco que había visto.
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Post by Nekojiru Misotaro on Jan 17, 2018 18:00:05 GMT
Con una calma envidiable, Nekojiru dejó que Sabrina cosiese la herida para cerrarla, importándole poco el dolor. Era como si el hombre ya estuviese acostumbrado. -Nada es lo que parece, Sabrina. - Mencionó el hombre, manteniéndose luego en silencio e inerte para que la chica llevase a cabo su labor con premura.
Habiendo terminado de coserle, Nekojiru alzó el rostro hacia la chica. -Te agradezco tus atenciones.. De no ser por ti es muy probable que hubiese muerto. - Pausó. ¿Debo permanecer en esta forma mientras sana la herida? - Parecía no estar muy conforme si esa era la condición. Se le veía a leguas su prisa por volver a ser un gato, a pesar de que en el cuerpo de humano, se veía mil veces más capaz y mucho menos limitado.
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Post by Sabrina Poplawski on Jan 17, 2018 20:18:17 GMT
Dejó la aguja e hilo restante sobre la mesa que se hallaba al lado de la cama para después romper con los dientes el sobrante de la sutura. Se incorporó nuevamente, mirando a Nekojiru aún con cierta extrañeza pero de inmediato la sonrisa volvió a brotarle. -Cazar ratoncitos tendrá que esperar- bromeó mientras se ponía de pie para acercarse a los estantes en donde habían más hierbas e ingredientes que usaría para un medicamento provisional. -Creo que será lo mejor señor, además... es algo preocupante que lo que lo haya atacado lo vuelva a buscar; así, en la forma en que está se hallará en el anonimato, tal vez y se curará más rápido sin su pelaje interfiriendo en la cicatrización-. Revolvía los frascos para activar las propiedades de lo que se hallaba en el interior, al fin, mezclando varias cosas para juntar una pequeña masita. Regresó a donde se hallaba el nekomata, extendiendo la medicina frente a su boca. -Abra; esto le va a ayudar con el dolor- explicó.
El gesto de Sabrina se tornó serio de pronto, sabía que debía darle su espacio pero también había una preocupación. ¿Qué era lo que lo había atacado y por qué? -Creo que será conveniente avisarle a los guardias de la Ciudadela, ¿no cree? Hay alguien suelto que está causando daños... lo correcto y civil es notificarles cuanto antes. En cuanto se sienta en condiciones lo acompañaré a levantar un reporte, mientras tanto debe de reposar, al menos esta noche-. Tomó varias telas que se encontraban en el cajón de la mesa de noche, extendiéndolas con cuidado. Sin decir nada, sostuvo los brazos del hombre para enderezarlo y vendarle el pecho con cuidado.
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