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Post by Deleted on Sept 11, 2017 3:54:06 GMT
El sol se encontraba en el punto más alto en el cielo haciendo resaltar lo cristalinas de las aguas, el brillar de la arena y los ojos carmesí de la joven Alex. Era muy fácil impresionar a la loba y más aún si mantenía aquel aire infantil de tanto la caracterizaba. Estaba fascinada con la vista marina que tenía enfrente, tanto así que sin pensarlo mucho corrió hasta la orilla y se lanzó al agua mojando incluso su oscura vestimenta.
Su fiel lechuza se mantenía a raya posándose sobre un par de rocas no muy a lo lejos de la arena, las grandes cantidades de agua no eran lo suyo pero debía mantener vigilada a Alex en todo momento. La chica por su parte se divertía a lo grande sumergiéndose, nadando y lanzando agua con las manos a todas direcciones, justo como un niño pequeño y emocionado lo haría. Hasta que algo rozó su pierna, no era más que un simple pez nadando tranquilo pero fue lo sufriente para paralizar a la loba.
Muy a pesar de su mala experiencia con aquel barco que la había llevado hacia mirovia, ella no le temía al mar, pero si a las criaturas acuáticas. Con el corazón a mil por hora corrió hacia la arena lo más rápido que pudo, recostándose sobre ella una vez llego. Su respiración era agitada y su vista se nubló por unos segundos hasta que Adonis se posó sobre ella y comenzó a darle pequeños mordiscos en el cabello, dándole a entender que todo estaba bien.
Se incorporó lentamente hasta quedar sentada sobre la arena y con su pequeña lechuza sobre su hombro derecho, completamente mojada, aun con la respiración agitada y visualizando la vista marina frente a ella. –Debería trabajar en ello- no podía seguir teniendo miedo, no ahora que su padre ya no estaba con ella.
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Enzo
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Post by Enzo on Sept 11, 2017 5:08:13 GMT
La marea estaba perfecta para pescar; era un buen día. Llevaba sus redes y pasando más allá de donde las olas quebraban, un joven harpía se encontraba atrapando su alimento con medio cuerpo sumergido en el agua. Podía sentir los abrazos de la arena entre sus dedos y la brisa despeinar su cabello; no había nada como tales sensaciones. Había sido muy productivo ese día; logró capturar bastantes peces y recolectar algunas conchas que con suerte podría vender a buen precio en el mercado. ¡Nada como un buen día para el trabajo! Comenzó a arrastrar la red sobre la arena para llevar todo hasta su choza. En su camino vio a una jovencita sentada frente al mar. Pensó en sólo saludar y pasarle de largo pero la notó afligida.
Se detuvo. Tal vez no era de su incumbencia y de haber sido otra persona habría tenido la prudencia de pasarse a su lado sin siquiera mirarle pero se trataba de él, un joven que encontraba conversación hasta de las cosas más simples; ¿cómo no le llamaría la atención una escena así? -Hola, ¿qué tal? ¿Todo bien?- preguntó con una gran sonrisa. Supuso que acercarse con un gesto igual de afligido no le ayudaría en nada a la joven, capaz y sólo se encontraba distraída. Mientras esperaba por respuesta, los peces que llevaba entre las redes daban sus últimos saltos, tratando de encontrar un respiro que los mantuviera con vida.
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Post by Deleted on Sept 11, 2017 6:24:27 GMT
Al ver a alguien caminando hacia ella, Adonis comenzó a tirar ligeramente del cabello de Alex para así llamar su atención. Para cuando alzó la vista, un extraño se encontraba a su lado y como si no hubiera tenido un ataque de pánico en los últimos segundos, sonrió de igual manera mostrando sus dientes -Hola, todo genial ¿Tú quién eres?- comenzó a olfatear lo, notando casi de manera inmediata un olor a mar y pescado en el.
Su ojos se posaron en la red que el chico traía consigo, se acercó casi de manera inmediata observando curiosa aquella satisfactoria caza -Son muchos peces- los ojos de la chica parecieron brillar al decir aquello -Mira Adonis son pececitos- el ave por su parte giro su cabeza en círculos mirando fijamente lo que su dueña señalaba.
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Enzo
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Post by Enzo on Sept 11, 2017 13:35:35 GMT
Para Enzo no era extraño que hubiera visitantes solitarios en la playa; muchos arcanos iban al sitio a pensar, meditar, muchos incluso a orar por lo que la presencia de la joven sobre la arena no era una visión extraña. Lo que sí lo fue, fue el repentino cambio en su expresión; de pronto se mostró alegre, como si cualquier rastro de tristeza se hubiera despojado de su rostro. Tal vez había visto mal. Sosteniendo la punta de la red sobre uno de sus hombros, despegó una mano de su tarea para señalar en dirección a su choza. -¡Ah! Yo soy Enzo, vivo en la choza de allá- respondió apuntando con el dedo hacia una pequeña casa que podía verse cerca de las rocas, más arriba de la colina en donde las olas rompían. -Soy pescador y a veces salvavidas- indicó en un tono suspicaz al ver a la extraña mojada. Tal vez sólo había ido a nadar, prueba era que ahora se veía tan serena cerca del agua.
El joven sonrió ante la acotación de la mujer y también la curiosidad tan notable en el ave que se encontraba posada sobre ella. Miró hacia atrás, notando que los peces estaban ya a punto de perecer. -¿Gustan uno?- preguntó con amabilidad mientras se ponía de cuclillas al lado de su pesca del día. -Llevo muchos; usualmente los cocino y los vendo a los visitantes-. Tomó uno de los peces que apenas y se movía ya para extenderlo cerca más no tanto a la muchacha. No esperaba nada a cambio; siempre estaba feliz de poder compartir cuando le era posible.
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Post by Deleted on Sept 12, 2017 0:14:16 GMT
La rubia centró su atención en la choza que el chico señalaba, podía verla a la distancia y vaya que era bonita. –Yo soy Alex y vivo…- se detuvo en seco llevando uno de sus dedos a su boca –En ningún lado- terminó por encogerse de hombros al recordar que de hecho no tenía ningún lugar al cual llamar hogar. Aquello era en parte por gusto, su padre la había acostumbrado y también enseñado a cómo vivir en el exterior, aprovechando al máximo los recursos que la naturaleza tenía para ofrecerle.
Ante aquella acción tan generosa por parte del extraño, Alex sonrió aún más y extendió su mano para tomar aquel pescado, pero se detuvo en seco y a pocos centímetros de la presa. Retrajo su mano lentamente y bajo su cabeza avergonzada –Es muy amable de tu parte- ladeo la cabeza topándose con la lechuza a un lado –Pero no tengo nada de dinero- su hechizo de sueño la hacían pésima para trabajar durante el día y aún no conocía a demasiadas personas como para buscar algún tipo de trabajo nocturno.
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Enzo
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Post by Enzo on Sept 12, 2017 0:26:32 GMT
De inmediato Enzo sonrió al escuchar el nombre de la jovencita; era simple, corto pero muy bonito. -Realmente te queda ese nombre- respondió con un tono cálido. No le resultó sorpresa que dijera que no vivía en ningún lado. Muchos arcanos aún adoptaban un estilo de vida nómada, tomando sus raíces en la tierra en sí y no en un sitio. Respetaba aquello mas para él su hogar estaba cerca del mar. Con tristeza vio cómo la joven rechazaba su obsequio, con la sola excusa de no tener dinero. Bajó ligeramente la mano mas no lo suficiente para dejar de extender el pez hacia ella. Movió la cabeza, negándose a sus palabras. -Nada de eso- replicó en un tono más severo más no del todo molesto. No con ella. -Cuando no hace falta el dinero no es problema; tómalo por favor que se ve que tu ave también está hambrienta-. No es que no le importara la jovencita pero su simpatía también iba dirigida hacia la lechuza quien no dejaba de observar al pez ahora ya perecido entre sus dedos.
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Post by Deleted on Sept 13, 2017 23:19:02 GMT
Una enorme sonrisa se volvió a dibujar en el rostro de la rubia ante la amabilidad de aquel extraño, sus ojos volvieron a brillar y con cierta urgencia tomo el pescado de las manos del chico. Olfateo varias veces acercando al animal a su nariz, se notaba que estaba fresco y seguramente cocinado sería una delicia, pero aquello no estaba para nada dentro de sus planes.
Mordió un gran trozo de carne al costado del pescado ya sin vida y de inmediato lo acercó hasta su hombro para que su lechuza hiciera lo mismo. Adonis no perdió tiempo y comenzó a picotear pequeños trozos de carne que rápidamente se perdían en su pico y terminaban en su estómago. –Gracias Enzo- dijo la loba mientras masticaba rápida y constantemente.
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Enzo
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Post by Enzo on Sept 14, 2017 15:56:53 GMT
Apenas iba a decirle que tuviera cuidado, que no mordiera de inmediato porque había aún que extraerle las entrañas pero al ver que la chica mordió sin problemas, al igual que su ave, se mantuvo en silencio. Sonreía satisfecho; si algo le causaba alegría era poder compartir y ayudar a los demás. Se quedó un rato observando a la extraña mientras degustaba el pescado para después echar un vistazo al mar. Por fortuna parecía que las olas estarían en calma esa noche. -Está muy agradable el agua hoy, ¿verdad?- preguntó de pronto, pensando que tal vez la chica se había dado un chapuzón, sin pensar que su experiencia dentro del océano no fuera en realidad la más agradable.
Los peces habían dejado de moverse y el golpeteo de sus aletas y cuerpos unos contra otros había cesado al fin. -Puedo prepararte algo cocinado si prefieres- dijo al fin. Pensó que sería sencillo armar la fogata que ya tenía dispuesta afuera de su choza, sabía que no todos preferían el sabor al pescado crudo. Él en lo particular ya se había acostumbrado a los sabores ahumados en la comida y no lo preferiría de otra forma.
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Post by Deleted on Sept 17, 2017 22:25:32 GMT
Al igual que Enzo, desvió la mirada hacia el agua por un momento, volviendo a maravillarse ante tan bella escena. Asintió con la cabeza repetidas veces –Fresca y cristalina- dijo la chica a la par que dejaba aquel trozo de carne reposando sobre su hombro para mayor comodidad suya y de su ave –El sol hace maravillas reflejándose en ella- la luz no era lo bastante intensa para llegar a ser molesta, algo afortunado para la rubia.
Sus ojos carmesí volvieron a posarse sobre el arcano frente a ella –Si no es un problema para ti me encantaría- quizás era por su aspecto infantil o de alguna u otra forma parecía hambrienta, pero ese tipo de situaciones donde la gente le otorgaba su ayuda o algún tipo de trato especial le era muy recurrente. No se quejaba del todo, si salía de ellos no se iba a negar, pero cuando causaba algún tipo de problema o incomodidad a la otra persona, era tiempo de correr.
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Enzo
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Post by Enzo on Sept 19, 2017 2:11:56 GMT
La chica parecía ensimismada de pronto, le hablaba pero era como si algo se quedara dentro de su cabeza y nada más. Comenzaba a preguntarse si realmente se encontraba bien. Se levantó, tomando la red de nuevo con ambas manos, una vez que la chica aceptara su invitación. -Pues bien, sígueme. Mi casa no está muy lejos- indicó. Comenzó a dar pasos sobre la arena, andando sin una sombra que lo siguiera. El crepúsculo estaba en su punto, robándose las sombras. La choza no se encontraba lejos pero quiso aprovechar el camino para poder saber un poco más de la extraña. Parecía alguien bondadosa; quien tuviera un animal a su cuidado debía serlo. -¿Qué te trajo a la playa el día de hoy, Alex? No te he visto antes por aquí-. Se había acostumbrado ya a ver a los visitantes recurrentes y siempre le gustaba escuchar las historias de quienes visitaban ya fuese por primera vez o en raras ocasiones. Por lo general eran estos últimos los que tenían historias más interesantes.
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Post by Deleted on Sept 29, 2017 16:50:58 GMT
Animada y con una sonrisa en el rostro, la pequeña comenzó a seguir a aquel hombre a paso lento. Con los pies descalzos disfrutando de la fría arena bajo sus dedo, la brisa marina y los ligeros chillidos que Adonis soltaba justo sobre su oreja.
-Oh bueno- se llevó un dedo hacia su boca, pensando en alguna respuesta -Supongo que el viento me trajo hasta aqui- abrió los brazos y se encogió de hombros. No había una razón en concreto por la cual la loba había llegado a la playa, simplemente camino y camino sin rumbo hasta el cansancio. -Me gusta el agua- bajo su mirada al suelo -Pero las criaturas marinas no tanto- frunció ligeramente el ceño.
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Enzo
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Post by Enzo on Sept 30, 2017 3:35:29 GMT
Las respuestas de la chica eran vagas mas no parecían malintencionadas. Enzo no se dio la vuelta para mirarle sino que continuó su andar. Por un momento no dijo nada; se enfocó en abrir el cerrojo de la puerta para entrar a la casa que comenzaba a sumirse en la penumbra. Dejó la red sobre una mesa, ya con los peces perecidos. Olía al mar, siempre al mar. El piso de arena se sentía frío al tacto.
El joven se acercó a una cómoda que se hallaba cerca de su hamaca de la cual sacó lo necesario para hacer fuego y encender las velas que había acomodado estratégicamente dentro de la choza. Poco a poco, los muebles y elementos modestos de su hogar se manifestaron ante ellos, revelando un poco su interior. Había unas cuántas sillas de madera y hoja de palma cerca de la mesa sobre la que se encontraban los pescados, con la mano, le indicó a la chica que se sentara. -Uh…- dijo al fin. -Entonces no querrás toparte con el Guardián de Aqualia- añadió acercándose a la red. Tomó un pescado con una mano mientras que con la otra desenfundó un cuchillo que reposaba en sus caderas. Llevó el filo por el centro del animal, pasándolo con cuidado para remover sus entrañas. -¿Se debe a algo ese desagrado?-. No la miraba, estaba enfocado en desollar a los animales, haciendo a un lado las tripas y demás desechos en una cubeta que se encontraba en sus pies. El olor a sangre y sal comenzaba a hacerse más fuerte; no pensó por un momento que aquello pudiera causarle disgusto a la chica.
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