"Insomnia Noctis" [FINALIZADO]

Bajo la hermosa luz de la luna alzaba sobre los plantíos, andaba allí de patrullaje mientras esperaba a los demás miembros de la manada. Me sentía algo triste, ya han pasado varios días desde que Káiser me amenazado de perseguirlo y arrebatar el grimorio de mi padre que ahora me pertenece ya.

Este libro guarda muchos secretos y misterios... Quien sabe que otras cosas me tenia mi padre escondido, pero de todas ellas, ¿Como se llama mi padre? ¿Por que mi mamá y mi abuela no me contaron todo sobre el? ¿Acaso lograre encontrarlo en Mirovia?

De en medio del lugar donde estaba el grimorio empezó a brillar de color azul y empezaba a vibrar, como si sintiera algo que estuviera en peligro,npero al sostenerlo en mis manos, este empezó a moverse de un lugar a otro arrastrándome con el como si el libro fuera un caballo y yo su jinete. No había pasado ni 10 minutos cuando el libro me lleva junto a una persona que estaba en medio de la siembra, y con grandes gritos le pedí que se apartara de allí antes que me pudiera chocarme con el.

El grito del muchacho alertó sus sentidos a medio adormecer. Alzando la cabeza hacia él, su garganta soltó un tenue gruñido en señal de molestia. Ni modo

Raymond se puso de pie, hizo acopio de su fuerza* y por más que detestara el contacto, tan pronto el muchacho estaba pasando por un lado, él lo estaba frenando con el brazo haciendo ancla a la altura de la cintura. Claro, tenía que ser el novato, por poco y no lo habría reconocido. La fuerza con la que el grimorio tiraba del cuerpo del muchacho era tremenda, de hecho más que suficiente como para hacer que incluso él teniendo los pies clavados en la tierra fuera arrastrado medio metro. No iba a permitirle estrellarse de lleno contra la manada, por más que estuvieran a una distancia cuanto menos prudencial, a ese paso se los llevaría a todos por delante.

—¿No sabes controlar esa cosa? —le reprochó. Raymond, por más que hubiera querido sonar estoico y áspero en ese momento, sonó sumamente suave para su gusto. 

Y por evitar cualquier problema, terminó arrojando al chico con la espalda . Soltando el aliento observó imponente; su figura se erguía de un modo respetable, no estaba tan recto como para parecer el alfa de la manada (nada más lejos de la realidad a decir verdad), pero sus hombros rígidos y amplios por la breve tensión la daban un aspecto poderoso. Obligándose a relajarse, el licántropo se sentó en silencio de nuevo y volvió su cabezal inesperado visitante: un Rakshasa bastante peculiar a su vista. Mostró los dientes en una breve señal de hostilidad, sus labios alzados como los de un perro a punto de morder se relajaron poco a poco cuando se dio cuenta de que no estaba en condiciones de pelear. Gracias al cielo la manada estaba a suficientes metros de distancia como para que no corrieran el riesgo de ser vistos; estaban a salvo si es que se trataba de alguien hostil. 

—¿Qué lo trae aquí? —le preguntó cuando le vio lo suficientemente cerca. De nuevo: Estaba siendo demasiado suave para su gusto; luego se golpearía.

El gran león aún llevaba las garras metálicas en las patas delanteras. No es que fuese a usarlas, a menos que fuera necesario. No se intimidó ante los dientes del mayor, pero solo dio un par de pasos más hacia ellos, con las patas delanteras cruzadas por delante, exhibiendo las garras hacia abajo, y se detuvo con sabiduría. No buscaba pelea, tampoco que huyesen. El Arcano más joven parecía muy entusiasta, aunque despistado. El mayor se notaba mucho más cauteloso, y mucho más maduro. Levantó una de sus patas a modo de saludo, extendiendo los dedos, más no sus propias garras, solo las que ya llevaba puestas por el entrenamiento. Iba en armadura, y portaba dos lanzas en la espalda. "Dejo que la luna guíe mi sendero" Respondió brevemente. El actuar del libro del que se llamó Wolfeimer parecía extraño. Bajó su pata y miró sus dedos mientras los movía. El viento nocturno mecía la hierba, y agitaba también su melena. Se quedó mirando a los dos, con serenidad y calma, aunque muy atento al mayor. Su actitud mostraba recelo, y desafiarlo demasiado lo volvería hostil. El menor de ellos tenía ese aroma similar al anterior. Un grupo de Arcanos, uno con actitud de perro. ¿Serían alguna especie de can? Mantuvo el silencio unos instantes más y dijo en voz calmada "Y ustedes, ¿disfrutan las caricias de la noche?" Aunque sonaba extraño (e incluso con doble sentido), su forma de decirlo no parecía tener segundas intenciones. Era la forma que el león se expresaba ante desconocidos, no dejando ver nada que no quisiera mostrar. Era igual de cauteloso que el lobo más viejo. 

El extraño libro revelo un símbolo extraño, un circulo con varias lineas inclinadas, pero la presencia de los dos arcanos, me pareciera que fuera un peligro para que fuese expuesto, omitiendo lo que me dijo Lizzy de que me dejara guiar por el, decidí guardarlo en mi bolso antes que sucediera algún otro accidente. El que me había detenido observaba con cautela al otro, y con el reflejo de la luz de la luna se trataba de un felino grande con armadura.

Dejo que la luna guíe mi sendero.

Fue la repuesta que le dio al otro. Hubo un gran silencio entre nosotros, estaba aun apenado por lo que había sucedido que necesita perdile disculpa al que me había salvado, su mirada en mi hacia estremecer mi alma cuando le traspasa en su cuerpo un arma de doble filo.

No era mi intención, solo salí caminar a estas horas para ver... Si alguien de una manada a la cual pronto voy a pertenever me pudiera encontrar... Estos días para mi han sido muy desafortunados... Me siento algo de tristeza y nostalgia...

Dirigiéndome al felino que preguntaba si disfrutaba de la noche, solo le pude decir cortamente...

A veces necesito un buen amigo para conversar...y en cuando a usted, veo que esta haciendo un buen trabajo como guardian, desearía poder hacer lo mismo cuando estuve con Jundel... Bueno me retirare para no causarle mas molestia de lo que ya tiene...

Le extendi al joven rubio de la mirada fría mi mano para estrecharla con la suya como muestra de respeto hacia el y después continuar mi camino a los alrededores de los plantíos.

Si, en definitiva el despiste de Wolfeimer lo estaba mareando. Raymond se apretó las sienes en silencio y observó la mano del que a sus ojos era un total cachorro con las cejas cayendo pesadamente sobre sus ojos. No le tomó la mano, lo único que hizo fue sujetarle del brazo y halar de él hasta tirarlo sentado al suelo (algo sin lugar a dudas sencillo para el). —Tú estate sentado y tranquilo. Más te vale no apartarte tanto para la otra —advirtió con cierto recelo. Él era conocedor de la condición en la que estaba Wolfeimer por el mero hecho de haberle visto un par de veces charlando con el resto de la manada, de ahí en más no podía decir que le conociera mucho.

Suspirando volvió su vista al Rakshasa y aunque aún le examinaba de pies a cabeza, desconfiado por el hecho de verle demasiado armado como para no ser alguien que buscara pelea, sus hombros bajaron lentamente ante el anuncio de que (gracias al cielo) no buscaba dañarlos. Sería cauteloso, sí, pero no le vendría mal intentar ser un poco más "amistoso". Con los labios estirados hacia atrás, no podía sino darle la razón: Estando cansado no había mucho que pudiera hacer además de ganar tiempo para los demás.

—Tiene un buen punto —le dijo entonces— Pero la seguridad de mis colegas es más importante que yo. Una lanza sin punta aún puede servir para dar buenos golpes si sabes como aprovecharla en su totalidad.

"Al igual que un perro viejo también sabe cuando morder" Completó en su cabeza.

Estaban asustados. Podía verlo y sentirlo. Si, el más viejo tenía miedo que la inexperiencia del otro lo entorpeciera si fuera necesario. No tenía por qué ser necesario si ellos no atacaban. Se acercó dos pasos más, ya estando a solo unos metros de ellos, y en señal de buena fe, se sentó arrodillado en el suelo. Puso sus patas delanteras sobre sus piernas, y comenzó a respirar con calma. "En efecto. No menosprecio su función de guardián. Tal vez debería, eso si, enseñarle cautela a su joven camarada". Miró a Wolfeimer con serenidad, manteniendo inexpresión en su mirada. Era joven, era nuevo. No conocía el mundo, no sabía los horrores de la guerra. Podía ver que apenas y estaba empezando a dar sus primeros pasos, como un cachorro que apenas fue destetado, que apenas dejó de hociquear a su madre y buscaba ahora su lugar en el mundo. "No han de preocuparse por mi. No busco pelea, más si lo hiciera, ya la habría terminado. Déjeme decirle algo, joven Arcano. Su compañero es cauteloso, se ve en su mirada que está eligiendo sus palabras con cuidado. Más usted está revelando información abiertamente que podría poner en peligro a su manada." Lo miraba con severidad ahora, como si fuera uno de sus propios pupilos. Volvió su mirada al Arcano más viejo. Tomó una brizna de pasto y dejó que el viento se la llevara. "Me atrevería a decir que estoy en su territorio, o muy cerca de él. Dejo que el viento guíe mi camino, como se llevó la brizna de pasto." Dijo para responder a la pregunta de Wolfeimer, pero sin dejar de mirar al otro. El ambiente era tenso de alguna forma, pero el gran león mantenía una calma admirable. Puso una se sus patas frente a su hocico, cerca de su nariz, más no cubriendo su cara, mientras reflexionaba como proceder.

No sabia lo que estaba pasando en ese momento pero viéndolo en sus ojos, su mano sobre mi, hizo que me diera una fuerte chispa de confianza...¿Acaso seria uno de los miembros de la manada? De ser así, podría ser una gran bendición, pues con la ayuda del grimorio de mi padre los pude encontrar, es como si supiera lo que realmente necesitaba.

Pero ahora tenía un problema aun mas el felino se nos acercaba cada vez mas y haciendo una declaración de mi comportamiento me hizo sentir mal, pero quizás tenga el razón, necesitaba aprender a ser cauteloso con mis palabras.

Creo que tiene razón señor gatito *riendome* pero creo que es por mi falta de entrenamiento... *viendo al rubio* creo que con el tiempo lograré manejarlo bien

Me estaba abriendo socialmente con el gatito, aunque no fuera una mascota, se veia que tenia conocimiento, pero al acercarse más a nosotros mis dudas sobre el aun continuaba, pero el rubio sabía manejar la situación bastante bien.

Por territorio no te preocupes...Gracias por mantener su distancia, por cierto.

Observaba bien su cara y estaba algo cansado, si, un guardia debe pasar toda la noche despierto para proteger en caso de ataque, necesita algo que le pudiera despertarle y volverse en si.

Si gusta tomarse una buena taza de te, en aquella dirección *señalando al lugar contario de la manada ya que por fín habia captado la presencia de Noitye y de Lizzy* se encuentra el abuelo Max, el prepara los mejores té que existen por estos plantios... solo dile que va de mi parte y no le cobrara nada