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Post by Giselle Vladgun on Apr 25, 2017 4:13:04 GMT
El bosque de los susurros, un lugar desolado por el que pocas almas se atreven a venir, y quien lo dudaría? con todos los rumores que las hojas lamentan al morir y caer de sus ramas, solamente un loco se le ocurriría pisar más allá de la frontera que marcaba la oscura niebla. Los pocos rayos del sol que traspasaban caían sobre el tejado antes de ser devorados por las nubes y el viento.
La fachada de la tienda del ojo del bosque no era la gran cosa: Una casa pequeña con un techo puntiagudo le hacía alusión a un pequeño castillo a la altura de los árboles. Sus apagados colores y la combinación de gris oscuro y naranja lo mimetizaban con el entorno. Lo único que resaltaba eran las letras que aparecían solo cuando el ambiente se tornaba más oscuro.
"Pozo de los deseos"
Eran letras de humo blanco que traspasaban la oscuridad con tenuedad, sin brillar llegar a brillar como una luz. Quienes la han llegado a ver juraban que la tonalidad no cambiaba con la distancia y que siempre se podía ver desde lejos y desde cerca con la misma intensidad, pero desaparecía en cuando te encontrabas en frente de la casa.
Dentro de ese edificio se encontraba Giselle, descansando en el largo diván junto a su escritorio, a la espera de cualquier alma que se atreviese a llamar a la puerta. Ella no le temía a los peligros y espantos del bosque, su presencia era tan grata como el mismo aire. Siempre dispuesta a enseñar si alguien podía pagar el precio indicado: Un trueque equivalente al valor de la lección. La tienda también estaba abarrotada con objetos curiosos de todo tipo, la mayoría de ellos encantados y disponibles al mejor postor. Entre las hojas del otoño exterior y las páginas del libro en sus manos, reposaba la mente en búsqueda de la serenidad.
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Post by Robin Fitzalon on Apr 25, 2017 4:47:49 GMT
El bosque de los susurros era un lugar que Robin solía frecuentar, a decir verdad casi todo su tiempo estaba invertido ahí, ya que su trabajo lo exigia y de vez en cuando podía encontrar cierta calma en sus días libres. Exactamente hoy había decidido tomar un descanso de una búsqueda a un mafioso, ese hombre si sabia esconderse.
Aquel día estaba merodeando con su caballo blanco por el Ojo del Bosque, ya conocía la mayoría del sitio perfectamente, el aire era estático como siempre, estaba cansándose de la monotonía, quería aprovechar aquella soledad que siempre gozaba, disfrutar de sus alrededores que siempre se encontraban solos, golpeando a su corsel para que marchara mas rápido, corriendo lo suficiente para que aquel aire que no se sentía golpeara el rostro de Robin, junto a su cabello que volaba tras de sus orejas puntiagudas como si le pagaran por déjaselo crecer solo para ver como su negra cabellera fluía. El camino siempre lucia igual, dejando atrás arboles frondosos que seguro llevaban siglos de antigüedad, el trote de aquel animal no dejaba de aumentar de velocidad, provocando que la elfa se aferrara a este. Poco a poco se iba vislumbrando una pequeña casa que se hacia cada vez mas grande, teniendo que entrecerrar los ojos para poder tomarle mejor forma. Para su sorpresa se trataba de una cabañita que aspecto peculiar, juraba nunca haberla visto en el bosque . Magnus, su caballo freno en seco al encontrarse a unos metros de ahí, parecía que había llevado a la bounty hunter por alguna razón, debido a la acción de este la chica cayo de senton al piso -¡MAGNUS!- diciéndole a regañadientes, poniéndose de pie mientras se llevaba una mano a la espalda y se adentraba al sitio. Confiaba en que Magnus no se iría de ahí, volteándolo a ver una vez mas para proseguir a entrar.
-''¿Que es esto?''- recorriendo el lugar con aquella mirada indiferente que la caracterizaba, torciendo la boca en cierta señal de intriga, provocando que su entrecejo se juntara. Aquel cubrebocas que no dejaba ver mas allá de los ojos no le iba a servir de mucho ahí dentro, pero por alguna extraña razón decidió dejárselo puesto, el dolor en su espalda estaba haciéndose cada vez mas punzante.
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Post by Giselle Vladgun on Apr 26, 2017 4:30:59 GMT
La calma no perduró mucho, pero era un alivio saberlo, el bosque a veces podía tener la enervante cualidad de aburrir. El estruendo del exterior sacó a Giselle de sus pensamientos y del libro que tenía en las manos, un ejemplar de la crisis de la historia y el nuevo milenio, escrito por humanos. Las predicciones del fin del mundo que incluían sus páginas eran para caerse de la risa. "Ojala hubiera conservado eso" Pensó cerrando el libro para llamar la atención de la chica que recién había entrado, la cual no parecía haber notado a la mujer sentada en el diván. Pero era comprensible, las tonalidades rojas y negras del interior confundían la vista, y todo lo que alcanzaban a ver los ojos parecía tétrico o invisible.
-Parece que alguien se perdió -Dijo con una mirada enigmática y una sonrisa complaciente. Al ponerse de pie sus zapatos de tacón resonaron en la solida madera haciendo crujir ciertas partes- Lo siento, se puede corregir -Dijo tronando sus dedos y pisando dos veces, el rechinido había desaparecido- ¿Que es lo que deseas, querida? -Preguntó caminando por la orilla de la alfombra del centro del cuarto- Esta es una tienda que ofrece dos servicios: Enseñar hechizos y cambiar hechizos, porque... -Hizo una pausa, señalando con sus brazos las amplias paredes provistas de los curiosos artefactos, botellas con extraños líquidos y otras barbaridades por doquier- Todo lo que ves aquí, esta encantado.
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Post by Robin Fitzalon on Apr 26, 2017 5:14:28 GMT
Una voz femenina interrumpió el silencio que reinaba ahí, una mujer estaba frente a ella y no se había dado cuenta, en cierta parte aquella persona tenía razón, si estaba algo perdida. Podía sentirse algo confundida, sentía que era llamada a éste sitio, no por haber caído enfrente de la casa, si no que se sentía a algo más que curiosidad. -Ehm, disculpe- parpadeo unas cuántas veces confundida para poder despejar todas esas ideas de su cabeza. -Parece que me trajeron aquí- alzando las cejas mientras apretaba sus labios como si intentará contener alguna risa.
Parecía que llegó por casualidad al lugar indicado, una expresión de asombro apenas se asomaba en las cejas de la chica, trataba de no mostrarse tan eufórica, eso no se le daba. Su curiosidad era más grande que su empatía, una tienda que ofrecía enseñar hechizos, era genial. -¿Qué clase de hechizos puede enseñar?- mirando todos esos enjurges que la hechicera tenía en esos estantes ¿Qué tanto sabrá esa mujer?
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Post by Giselle Vladgun on Apr 27, 2017 5:31:06 GMT
Detuvo su andar para voltearse a mirarla brevemente por encima del hombro, llevando su indice a sus labios al reír con picardia.
-Querida, el bosque siempre lleva a la gente al sitio menos adecuado -Sus dedos se pasearon por la pared de madera y por los adornos, parecía que caminaban junto con ella.
-¿Que clase de hechizos deseas aprender? -Preguntó de espaldas antes de girarse, dedicándole un semblante enigmático pero complacido de la curiosidad de la jovencita que intuía por sus orejas y flechas que cargaba consigo, que sería una Elfa. -Y también ¿que estas dispuesta a dar a cambio? -En un instante había atravesado la habitación en un parpadeo, quedando peligrosamente cerca para que pudiera contemplar sus pupilas rojas y azul rosáceo aún con la poca luz. Pero antes de parpadear, Giselle estaba nuevamente en el diván, esperando la respuesta de la chica.
Las opciones de los hechizos que podía enseñarle eran limitadas por el momento, pero solo debido a la modesta cantidad de libros de hechicería que Giselle tenía consigo, pero de igual manera, si un cliente deseaba aprender algún hechizo, ella haría hasta lo impensable para conseguir lo necesario para enseñarlo.
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Post by Robin Fitzalon on Apr 29, 2017 16:54:18 GMT
casi no pensó lo que la mujer le dijo, usualmente ella aprendía por su cuenta pero era un desastre o no funcionaba, corría con suerte de haberse encontrado con una hechicera. -Defensa- exclamó con un tono decisivo en sus palabras, debido a su trabajo el peligro estaba en todas partes, ella era muy ágil y sabía defenderse, pero más valía estar preparada.
Seguía parada en el mismo lugar, como si estuviera prohibido moverse de ahí, siguió con la mirada a la mujer de aspecto particular que recorría el sitio cuidadosamente, pero antes de darse cuenta aquella extraña reposaba en el diván de nuevo. -Lo que quiera- Su expresión de curiosidad no cambió, pasándose el cabello detrás de la oreja, frunciendo el ceño cómo de costumbre siempre lo hacía, más le valía que no le estuviera viendo la cara, si no lo pagaría muy caro.
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Post by Giselle Vladgun on Apr 29, 2017 19:46:36 GMT
La respuesta que escuchó le produjo un descarado y mordaz deseo por abrir el libro que traía consigo, en el cual varios hechizos de esa índole podía enseñar.
-Si la resistencia de un castillo tu deseas poseer lo que debes conseguir son los dientes de un Orco lo que me debes de traer -Hizo una onda con su brazo y la imagen del hórrido arcano se proyectó en el aire como una pantalla tenue.
-Con eso y el pelo de Centauro que ya poseo, podré darle más dureza a cualquier material, inclusive a tu misma piel -Dijo en forma clara pero breve. Para los que la conocían sabían que era imposible saber si mentía o no, pero nunca se retractaba de un negocio el cual completaba sin reparos.
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Post by Robin Fitzalon on Apr 29, 2017 22:38:13 GMT
Escuchó con atención las indicaciones que la hechicera daba, ¿Dónde conseguiría dientes de orco?, esas cosas no se dejan de nada.
Torció un poco la boca mientras se llevaba una mano a la barbilla y la acariciaba suavemente sin dejar de ver a la mujer en cuestión. Sólo había una manera de saber si eso era verdad. -Bien...¿Y cuál es la trampa aquí?- era bien sabido que todo hechizo tenía una desventaja, y el hechizo de ella no sería una excepción. -Y lo más importante- Sonando con más severidad. -¿Qué quieres a cambio?- pasando su mirada por las repisas repletas de extrañas cosas.
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Post by Giselle Vladgun on Apr 30, 2017 4:48:16 GMT
Giselle mantuvo suspendida la mirada sobre la chica.
-Si que eres sagaz -Admitió impresionada en trasfondo con la suspicacia que recién había presenciado, con solo ver el atuendo de la joven y la cautela que mostraba en la tienda se podía intuir que se trataba de una cazadora de primera categoría.
-Me gusta la forma en la que piensas -hizo sonar sus dedos y una luz proveniente de un cráneo en el tejado se encendió dentro de la tienda, revelando con más claridad los objetos de las paredes que se iban haciendo más siniestros cuanta más luz los alumbraba. Entre ellos se podía ver las etiquetas de la ceniza seca de panteón, los ojos de arañas como si fuese caviar y escamas de más de una especie de dragón. Pero solo Giselle sabía como las había conseguido.
-La única trampa es que debes traerme dos dientes y yo me quedaré con uno de ellos -Recalcó con la palma abierta y sus dedos bailando en el aire como si rascara el vacío- Porque como verás, todo lo que hay aquí, proviene de intercambios, yo te enseño un hechizo de defensa, pero a cambio quiero el diente de un orco adulto- Repitió explicando con detalle lo que se debía efectuar para llevar a cabo el pacto y completar la transacción.
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Post by Robin Fitzalon on May 1, 2017 19:05:35 GMT
Arqueo una ceja al ver todo esos frascos llenos de objetos tan extraños como la mujer que estaba frente a Robin, eran cosas muy difíciles de conseguir, todo eso era conseguido por gente cómo ella que sólo fue por curiosidad y terminó pidiendo un hechizo. Entre cerró sus ojos en forma de sospecha, ''¿La única trampa?'' Sonaba muy simple sin duda. -¿Cómo me asegura que funcionará?- mirando a la comerciante con el seño fruncido, pasando saliva al terminar la pregunta.
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Post by Giselle Vladgun on May 1, 2017 21:28:47 GMT
La chica albergaba demasiadas inquietudes en su interior, lo podía ver a través de toda la desconfianza proyectada hacia Giselle, pero no la culparía, hasta ella misma sabía que no era una persona de fiar.
-Oh funciona, pero si quieres desperdiciar el hechizo en una prueba, deberás traerme tres dientes de Orco, no dos- Era excesivo arrancar tres dientes a un orco, pero parecía que la chica no se iría sin comprobar antes la calidad del hechizo- Sabrás que funciona cuando no puedas sentir... -Suspendió su palabra un momento para buscar algún objeto en los alrededores, finalmente encontró uno colgado junto a su hombro. Sonrió complacida como si anduviera buscándolo desde hacía un buen rato- Este látigo rasgando tu piel, tranquila, si el hechizo funciona, no lastimará tu piel en absoluto -Aseguró estirando el látigo en sus manos.
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