Predator [Priv]

Tenía que estar de chiste.

¿Perdido? ¿De verdad? Si le dieran un mirvo por cada persona que le había dicho lo mismo en esa situación, probablemente sería el ser más rico de toda Mirovia. No se fiaba aún.

Una de sus manos se quedó en los hombros, la otra tiró de la tela de la ropa del muchacho con firmeza. Abrió el abrigo y alzó la camisa, presionó a los costados de las caderas ¿Qué llevaba encima? sus ojos cansados por el insomnio apenas podían detectarlo: un cinturón, el abrigo no tenía nada especial, los pantalones no eran prácticos para un cazador, podía descartar eso. Tampoco veía nada peligroso ¿Y si era un chivo expiatorio? De nuevo gruñó desde el fondo de su garganta, sus ojos dorados y fieros se enterraron repentinamente en los del muchacho. Atentos como si pudieran desnudar cada secreto que escondiera sin problemas.

—Te quedas hasta que yo diga —ordenó— Qué voy a saber yo si tienes colegas esperando para atacar ¿Eh?

De nuevo el mismo todo. El licántropo era alguien bastante fácil de sacar de sus casillas y su viejo cuerpo aún albergaba fuerza más que suficiente. Se podía ver claramente por la forma en la que sus hombros estado tensos le hacían verse más grande de lo que era en realidad. Se ampliaban en exceso bajo toda la tensión a la que los tenía sometidos al mantener esa posición. Buscaba sin dudas dar la sensación de desprender poder de cada fibra, y si no lo estaba logrando con el cansancio que tenía encima, al menos se acercaba.

Los ojos de Raymond rebotaron ahora hacia la libreta. Le recordaba a las que él mismo llevaba para su diario de ilustraciones. Su nariz se movió como si intentara olerle. Nada. Su olfato era una desgracia para su especie en definitiva. Con la misma mano que le había registrado, arrebató la pequeña libreta. Se movió, solo para sentarse en el suelo, su pierna derecha seguía sobre el muchacho (Un método algo arcaico para asegurarse de que no se largara) y de ahí, empezó a operar. No sabía leer precisamente, pero quizá pudiera entender algo si estaba escrito (o si primero lograba distinguir algo)

Dirigió una mirada furtiva al muchacho. No, aún no se fiaba, pero estaba ganando su interés; eso era algo que probablemente lo libraría de los golpes. Si lo miraba bien, realmente no parecía estar muy bien ubicado ¿Cuanto llevaría en Mirovia? Debía admitir que había mucha gente a la que no conocía, pero le ventaja de que fuera una isla era que muchas veces las noticias viajaban solas. Incluyendo el hecho de que La Tormenta Aullante era parcialmente cerrada a cualquier arcano que no fuera un licántropo. De hecho, eran muy raras las ocasiones en las que alguien fuera de su raza se acercara lo suficiente como para confundirse entre ellos.

—¿Nuevo? —dijo entonces. había pensado en voz alta ante la idea de que el muchacho en efecto fuera nuevo por Mirovia y en efecto no conociera en absoluto el cómo funcionaba el lugar

Letras, letras, más letras. Su poco entendimiento de la lectura no ayudaba demasiado, menos cuando le parecía ver fragmentos en algún otro idioma. Nada interesante, o de lo que debiera preocuparse (Al menos no a simple vista). Un par de días era muy poco tiempo, no sorprendería que el sujeto no se supiera ubicar bien en la isla aún y ahora se explicaba un poco más el poco conocimiento que tenía.

Ah... ¿Su buena acción del año había llegado? Así parecía.

—Deberías prestar algo de atención —recomendó—. Que no hayan humanos, no significa que estés a salvo en este lugar. Aún hay muchos locos sueltos.

Se pasó las manos por la cabeza en silencio, alborotó durante breves instantes sus rubios cabellos y dirigió los ojos al cielo. No veía la luna, aunque posiblemente en unas noches más haría luna llena... y tendría que pedirle a fauce que lo encadenara a algún árbol. Muy viejo y todo, sí, pero Raymond no confiaba en su propia capacidad de controlar el Lycan. Incluso cuando no había luna, cuando podía ser él mismo, sentía a la bestia rasgando desde dentro, buscando un camino fuera nuevamente.

No debía permitirlo.

—Entonces "tus pies te trajeron hasta acá" —repitió— menudo lío será para ti regresar sobre tus pasos...

—Raymond. Licántropo —fue su única respuesta.

Había vuelto a mirarlo de pies a cabeza. La única experiencia que había tenido con un cerebro antes de toparse con este, "Fernno" (o como fuera que se pronunciara su nombre) no era para nada agradable. Aún tenía vendas en el brazo para que las heridas que habían quedado de aquel encuentro no se infectaran, debería cambiarlas a la mañana o su piel se cerraría junto con las vendas y no sería para nada agradable tener que cortar para intentar salvar material tan necesario para ellos, que varias veces en un mal cambio terminaban teniendo que recurrir a apretados vendajes para poder regresar el hueso a su lugar, o para evitar que en algún desgarre muscular la extremidad de hinchara en exceso.

Ante el recuerdo de aquel enorme perro se llevó su mano derecha mano al brazo izquierdo, el mismo que estaba vendado desde el hombro hasta la altura del codo y que había sido casi masticado por el enorme cerbero de una cabeza que había atacado a Tian. Ahora que lo pensaba, también tenía que darle un sermón a ese... Era muy molesto tener que recordarle todo el tiempo que no se alejara y que lo hiciera una y otra vez sin importar cuantas veces le tuviera que sacar el hocico de los problemas

—No tendrás algo que ver con otro al que le faltan dos cabezas ¿Verdad? —cuestionó— un cerebro con muy mala hostia con sangre en los colmillos y bueno: sin dos cabezas. A saber si se las decapitaron o si se las arrancó.

No podía ser...

—¿Tú eres el que anda buscando a ese cerbero? ¿Por qué?

Y era que realmente no podía creer que por más que se lo hubiera advertido, insistiera en realmente ir tras ese can loco. Además, si se le lanzaba encima al cuello ¿cómo reaccionaría ese muchacho? Su vida no le importaba en lo absoluto, no, pero tenía que estar demente. No podía tampoco juzgarlo de buenas a primeras, había hablado de un cerbero, cualquiera. Si se metía en problemas en medio de esa búsqueda sería asunto suyo.

Raymond bufó, chasqueó la lengua y estiró los labios hacia atrás con irritación. ¿Cuantos años tenía ese chico como para ignorar su advertencia? ¿Cincuenta? ¿Sesenta? Podría decir que quizá no sobrepasaba los doscientos, se le veía demasiado joven como para que fuera tan mayor, pero aún así...

—No te lo recomiendo chico. En serio que no —repitió— me pudo haber arrancado un brazo ¿Crees tener oportunidades contra ese? Con suerte dirás hola y al segundo siguiente te verás o huyendo, o directamente entre sus colmillos.

Y era obvio que para decir algo así, Raymond debía estar perfectamente consciente de su propia fuerza y de su habilidad de combate.

—Ni idea de qué es de ese —No, ni un ápice de interés de saber dónde podría estar, pero había algo que le mosqueaba— ¿Por qué tan empeñado en encontrar otro cerbero? ¿Eh?

De nuevo lo observó de pies a cabeza ¿No se suponía que un cerbero debería ser más grande? Esperaría algo amenazante incluso, no a un chicuelo con gafas que siquiera había respondido a su ataque. De hecho estaba convencido que de haber tirado a matar, o si ese chico fuera su cena, el pobre muchacho no hubiera tenido nunca una sola oportunidad de salida y quizá ya estaría en su estómago. No lo sabía.

No era tampoco que le interesara la vida de ese ser, pero no quería tener un cargo de consciencia adicional si lo enviaba a una muerte segura. ¿Tenía forma de defenderse? ¿De huir? ¿alguna alternativa? Ya le estaba advirtiendo a más no poder de lo muy peligroso que era ese arcano ¿Qué más podía hacer? ¿estar con su nariz pegada al trasero del chico para asegurarse de que no cometiera alguna estupidez? Eso era algo que solo hacía por la manada ¡Y ya era bastante con la de problemas de las que tenía que sacar a muchos! Si cobrara por algo así, el precio sería mucho más que exhorbitante seguramente.

—"hay muchos peces en el mar" Ya sabes, eso se dice mucho y con buena razón