El cantar del viento [Priv. Marie~Fernno]

Sin nada pendiente por hacer, pensó que seria bueno dar un paseo y explorar como usualmente lo hacía. Ya que estaba cerca del gran lago de las hadas, dirigió su tranquilo andar hasta allá. Le habían dicho que era un bonito lugar pero lo que vieron sus ojos no podía tan solo ser descrito como "bonito". Apacible, ligero...de alguna forma le recordaba su hogar, lo cual también le trajo algunos recuerdos de sus difuntos padres.

Aun caminando, sacó su pequeña libreta de su bolsillo, un bolígrafo de tinta negra que estaba enganchado en el bolsillo de su camisa, y comenzó a escribir; de a momentos levantaba la mirada para ver por donde pisaba para no tropezar o chocar con algo.
Repentinamente una brisa trajo un pétalo rojizo que se choco contra su pecho para luego caer sobre su libreta, alzó la cabeza y se dió cuenta de que se acercaba a la orilla del lago, en donde pudo divisar a una muchacha con los pies dentro del lago; su larga cabellera que ondeaba suavemente con la brisa, parecía desprender muchos más pétalos iguales. Maravillado por aquella mágica escena, guardó silencio y se limitó a observar; no quería irrumpir aquel momento.

Apenas notó que aquella simpática muchacha le estaba saludando lo cual le hizo alzar ambas cejas con sorpresa; en verdad tenía que hacer algo con esa mala maña de quedarsele viendo a la gente -hola y lo siento, no era mi intención- sonrió chueco y se llevó la mano libre tras la oreja con algo de nerviosismo.

Hubo un breve silencio de parte de ambos hasta que otros pétalos se chocaron con él; ver ese comportamiento nervioso en otra persona lo relajó un poco -no te preocupes, no tiene nada de malo- mientras la muchacha se acercaba y le quitaba los pétalos, el observó el que había caído sobre su libreta anteriormente; la cerró dejando el pétalo y su bolígrafo ente las hojas y la guardó en el bolsillo de su pantalón.

La miró ya en frente suyo con cierta distancia, soltó algo de aire tratando de calmarse, dos personas avergonzadas balbuceando no sería bueno -involuntario? Uhm...- dijo para si mismo y observó detenidamente el cabello de la muchacha; luego le extendió la mano -Soy Fernno, llegué hace un par de días a Mirovia- sonrió amablemente, le estaba yendo cada vez mejor el socializar, aunque aun tenía dudas y timidez.

Cuando se estrecharon las manos le pareció curiosa la mano de Marie pues era pequeña y delgada - igualmente es un placer- sonrió amablemente -gracias por la bienvenida, y si...ya tengo un buen presentimiento de este lugar- al sentír que comenzaba a soltarle la mano, imitó su acción y sostuvo con ambas manos su libreta.

-yo también ando explorando, no he llegado muy lejos pero he visitado lugares generales- hizo una leve mueca pues no estaba conforme con el poco esfuerzo que hacía para conocer el lugar.

Inhalo y perdió su visita un momento en el lago hasta que Marie le habló -uhm? Ah...sí, me gusta leer y hacer apuntes de cosas que llaman mi atención- elevó un poco su libreta y soltó pequeña risa algo nerviosa -creó que ibas a entrar al lago...no quería interrumpirte- dijo bajando un poco la cabeza.

Continuó con la cabeza gacha pues no creía del todo que en verdad no haya interrumpido. Se dejó levantar el rostro y le observó el rostro un momento.

Normalmente mantendría su distancia del agua, porque no le agrada mojarse y tampoco sabe nadar, pero por alguna razón las palabras de la ninfa le había convencido y motivado a acercarse y pasar tiempo con ella -está bien- aceptó la invitación con una dulce sonrisa en su rostro. Se apartó un poco para poder quitarse los zapatos seguido de sus calcetines y dejó todo junto a un lado. Prosiguió a remangarse el pantalón y una vez listo le habló enérgico -bien! yo te sigo-.

Manteniendo esa sonrisa en su rostro, se dejó tomar de la mano para poder ser llevado hasta la orilla del lago. Al momento de sentir el agua contra sus descalzos pies, un escalosfrío recorrió toda su espalda haciendole sacudirse un poco; sin darse cuenta había apretujado un poco la mano de la ninfa. No era tan malo como lo esperaba pero no se sentía muy comodo en esa situación.

-v...vale- dijo con la voz algo temblorosa haciendo una leve mueca. Trató de seguir las recomendaciones de la ninfa, cerró los ojos, inhaló profundamente y luego de contener un poco el aire, exhaló -huff...- guardó silencio y de poco en poco fue despejando su mente y relajando su cuerpo. Perdió sentido de todo lo que le rodeaba y del tiempo hasta que Marie habló, lo cual lo trajó de vuelta en si -uhm?- con la mano libre paso una mano por la cara a manera de espabilar y luego la miró -sentí nada, como dormir- dió un pequeño paso hacia atrás, seguía sin sentirse comodo del todo.

-uhum- asintió con la cabeza -y quizás esa diferencia si sea un factor un factor causante, pero yo que sé de estas cosas- dijo elevando los hombros y mirando hacia otro lado preguntandose porque le incomodaba tanto el mojarse, seria nuevamente por "su raza"?

Viró sus ojos para ver a la ninfa que acababa de hablar -sí, me incomoda un poco a decir verdad- mintió para no mostrar todo su disgusto por el agua. Cuando sintió ese delicado tacto sobre sus mejillas, el cebero alzo las cejas y soltó una risa nerviosa -e...esta bien Marie, no te molestes, tú no necesitas salir. Yo puedo quedarme cerca de la orilla- tomó con cuidado las manos de Marie y las apartó de su rostro. Dio un par de pasos largos y ya estaba fuera del agua, suspiro con alivio.

El ver a Marie ir saliendo del agua le hizo fruncir levemente el ceño con tristeza y soltar aire con pesadez (le dije que se podía quedar) Pensó con cierta molestia.

Viéndola al rostro mientras ella hablaba se llevó una mano tras la oreja -no ha sido por complacerte- comentó -quería intentar...enfrentar aquella incomodidad y aprovechando tener una presencia que me dio un aire de seguridad pues...eso- hizo una mueca desviando la mirada; creo que había sido muy sincero con sus palabras y podría sonar a que la estaba usando de alguna manera.

-en fin, te haré saber si algo no me agrada- resoplo cerrando los ojos un momento, luego se sentó en el suelo doblando las rodillas y apego su pecho contra sus piernas -debo admitir que me atrae el saber que hay en el agua pero nunca he logrado averiguarlo- su mirada mostraba añoro mientras reflejaba el paisaje en sus castaños ojos.