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Post by Deleted on Sept 28, 2017 0:11:49 GMT
Podían decir lo que quisieran del Pequeño Aakil: Deshonesto, Irritable, Malhablado, incluso Feo, pero jamas se podía decir que no se esforzaba en el trabajo, era su orgullo, su más grande merito, y era lo más importante en su vida, su Tienda ''Diosa de la Fortuna''.- Ah, Tu y Yo llegaremos lejos mi bebé.- Comento con orgullo sacudiendo y palmeando sus manos frente a la puerta de su Tienda, ya era relativamente tarde y debía cerrar, la clientela ese día había sido considerablemente numerosa, eso le agradaba en todos los sentidos posibles, ¿A quien no le gusta ganar dinero con lo que hace y le gusta? A un idiota, probablemente, o eso pensaba el Goblin. Paso un rato más en lo que se dedico a ordenar lo que no estuviera en su lugar en la Tienda, después de todos, muchos clientes dejaban las cosas desparramadas, cosas que odiaba.- Malditos sean esos hijos de...- Murmuro pensando en todos los sujetos que llegaban, toqueteaban toda la mercancía y finalmente no compraban nada, vaya que lo hacia enojar aquello.
Dejo escapar un suspiro cuando vio que todo se encontraba en orden, limpio y tal como le gustaba.- Y que se atreva alguien en volverlo a desordenar, que lo saco a patadas.- Comento molesto a la vez que se cruzaba de brazos, para luego caminar hasta una caja sobre una de las mesas que había en el lugar, metiendo la mano.- Donde demonios están estas... ¡Ajá!.- Dijo en sentido victorioso, sacando de aquella caja una pequeña bolsa con unos chocolates de buena calidad, envueltos en un delicado papel, se podía decir incluso que esos chocolates eran difíciles de conseguir.- Veamos si puedo conseguir un buen trato con esto, y se perfectamente donde conseguirlo, ¡Buena cerveza, ahí te voy!.- Comento alegre, lanzando y atrapando con una mano aquella bolsa con chocolates, saliendo de la tienda y cerrando bien esta para que nadie se metiera a robar o algo.
Su caminar era tranquilo y a la vez animado, usando sus clásicas ropas de exploración, una pequeña mochila donde tenia algunas cosas: Su saquito de Mirvos, alguna que otra especia, frascos para mezclar, y algunas cosas más por si le tocaba hacer alguna poción improvisada. Saludaba bastante animado a quienes lo reconocían, después de todo, mucha gente, de la Ciudadela e incluso de otros lados de Mirovia visitaban su tienda cuando necesitaban alguna cosa de utilidad. Saco un reloj de bolsillo para mirarlo de forma breve.- Espero que no haya cerrado... O me veré obligado a explotar su puerta para conseguir mi cerveza.- Exclamo en forma de broma (O quizá no) mientras finalmente llegaba a su destino, La Doncella Borracha, al parecer aun tenia abierto, eso era bueno, y bastante.
Abrió la puerta sin ninguna tardanza, con una marcada sonrisa en su rostro, caminando de manera confiada hasta la barra, sentándose con un poco de dificultad en el asiento de esta, por su estatura y todo eso, buscando con la mirada a aquella persona.- ¡Ha pasado tiempo!, ¿Eh, Colega?.- Exclamo animado, mirando al Baphomet llamado Melfaron, su buen amigo, aunque se podía decir que era una amistad un tanto curiosa, incluso retorcida.- Veo que este lugar sigue igual que siempre, eso es bueno para ti.- Comento soltando una risa y metiendo su mano en el bolsillo para sacar y lanzarle la bolsa con chocolates.- ¡Piensa rápido, Colega! Un pequeño presente.- Dijo nuevamente con una risa, estirándose un poco.- Cerveza Negra, ya sabes, lo de siempre.- Pidió apoyando su brazo en la barra, hacia un tiempo que no iba por esos lugares.
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Post by Melfaron Praoxhar on Sept 28, 2017 1:42:28 GMT
Sí, era un cliché. Era muy cliché que un ser de oscuridad trabajara de noche y durmiera (muy poco) de día, Melfaron no tenía argumentos en contra de eso, pero es que le parecía mucho más eficiente y seguro que su jornada laboral comenzara con el ocaso y terminara cuando a él le entrara la gana, porque la Doncella Borracha era suya, ya iba a cumplir cuarenta y cinco años de existencia y nunca había tenido problemas con cerrar demasiado tarde o demasiado temprano. Tampoco tenía problemas con el tipo de clientela que llegaba, que, a medida que las sombras se hacían más profundas y las estrellas más brillantes, se iba volviendo más y más bizarra. ¿Recién llegado a Mirovia? Bienvenido. ¿Mercenario o criminal? Ven, tómate una cerveza, hay una salida por atrás por si necesitas irte rápido, aunque los guardias son más relajados de noche. ¿Traficante de sangre? Pasa a tomarte un descanso antes de seguir viajando hasta Reapergate, o tómate un descanso de toda la mala onda de Reapergate, negociar con tanto vampiro adinerado podía resultar estresante. Todos eran bienvenidos.
Nunca se sentía solo al trabajar en su pequeña taberna, ya le había agarrado cariño a Jeriko (aunque no lo fuera a admitir nunca), la presencia de Garkal era tan esporádica que no alcanzaba a hacérsele molesta y Eira era su belle petite amie y una mesera eficiente, no podía pedir más. Las apuestas iban tan bien como siempre y su proveedor de vino le había hecho un precio especial, por lo que ahora dicha bebida estaba de oferta. Con algo de suerte, para la próxima que fuera a los plantíos a comprarle un par de barriles de cerveza a mitad de precio a Mossto, el cervecero que conocía desde siempre y al que le había sido fiel desde que el baphomet llegó a vivir a la Ciudadlea y pudo abrir su local. En fin, se sentía bien, estaba de un humor optimista y sonreía incluso más que de costumbre.
Por supuesto que la sonrisa más grande de todas se la reservó a su gran pequeño amigo sentado a la barra. Ese goblin le causaba tantas rabias como alegrías, pero lo quería de todas formas. Dioses, ¿hace cuánto que Aakil no se pasaba por la Doncella? ¡¿Hace cuánto que no lo veía?! El tiempo pasaba volando. - ¡Querido! Tantos días sin verte casi me hacen creer que algún guardia te había metido a la cárcel -alcanzó a bromear antes de verse bombardeado por una bolsita de chocolates que trató de agarrar sin éxito, pero que alcanzó a recoger antes de que cayera al piso. Normalmente no aceptaba como comida como medio de pago, pero siempre hacía una excepción por los exquisitos dulces de su ami. El baphomet le sirvió una jarra de cerveza negra al pillo comerciante, se metió uno de los chocolates a la boca y lo dejó derretirse bajo una de sus lenguas y habló claramente con la otra. Lo único malo de comer y hablar al mismo tiempo era que se le salía el acento alemán. - Esta va por la casa, obviamente -Le entregó el trago a su compadre y se acomodó para poder charlar un rato con él, con los codos sobre la madera y la cabeza apoyada en las manos-. ¿Qué hizo que te acordaras de mí? ¿Ya me extrañabas o solo necesitas un conejillo de Indias para probar alguna poción?
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Post by Deleted on Oct 2, 2017 1:15:29 GMT
Dejo escapar de manera inevitable una risa ante el comentario del Baphomet que consideraba como su mejor amigo.- Hahaha, ¿Quien crees que soy, Colega? Esta claro que no me encerrarían a menos que dijera a los 4 vientos lo que suelo hacer.- Comento soltando otra risa ante el fallido movimiento de atrapada por parte del contrario, solía traerle de esos chocolates de vez en cuando las veces que lo visitaba, pero siempre a cambio de una o más cervezas, después de todo, eran dulces considerablemente caros y no cualquiera podía conseguirlos, aunque claro, con su habilidad de negociación pocas veces le negaban sus ofertas. Sus ojos brillaron al ver la jarra de cerveza frente a él, ansioso por finalmente probar el delicioso y extravagante licor, y así lo hizo, tomando el mango de la jarra y dando un buen sorbo de cerveza, suspirando aliviado.
Gracias, Colega.- Agradeció con una sonrisa dando un sorbo más pequeño esta vez, mirando de reojo a las personas que se encontraban dentro de la taberna en ese momento, si que su amigo tenia una gran variedad de clientela, desde borrachos con ganas de morirse por un corazón roto, hasta fiesteros que solo quieren ahogarse en alcohol por mera diversión.- Estuve ocupado, ya sabes, reabasteciendo la tienda, y viajando por varios lugares a ofrecer mis productos.- Dijo mientras hacia un gesto con la mano mientras se encogía de hombros de manera breve.- Sabes que no te usaría de conejillo de indias... Creo.- Murmuro esta ultima palabra mientras desviaba un poco la mirada, tragando saliva.- La ultima vez no salio muy... Bien.- Mientras decía aquella frase, apunto brevemente con su dedo indice al cabello del Baphomet, soltando una buena carcajada recordando la ultima vez que le hizo probar una poción, causando que este perdiera su cabello.
Respiro profundamente calmando un poco la risa para mirarlo.- Perdón, perdón, no pude evitar recordar con gracia aquel momento hahaha.- Comento dejando escapar un suave suspiro que dio cese por fin a la risa del Goblin.- Como sea, cuéntame Colega, ¿Como te ha ido por este lugar? Recuerdo que la ultima vez que vine estabas buscando gente que te ayudara.- Comento de manera curiosa ladeando suavemente la cabeza, en ese tiempo quizá se hubiera ofrecido a ayudarlo el mismo pero, probablemente con su tan mala resistencia física no hubiera durado ni un día trabajando para su amigo. Volvió a beber de su cerveza mientras se quitaba la mochila de la espalda y la dejaba a un lado del asiento donde se encontraba.- A pesar de lo curiosamente barato que es este lugar, lograste llevarlo a flote de buena manera, me haces sentir orgulloso, Colega.-Comento alzando un poco la jarra en dirección al Baphomet con una sonrisa, ¿Como habían llegado a ese tipo de amistad ese par? Ni el mismo lo sabe.
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Post by Melfaron Praoxhar on Oct 8, 2017 19:32:02 GMT
- Los guaridas están cada día más entrometidos, querido -aclaró a Aakil-, incluso yo he tenido que "limpiar" más seguido el lugar. - Siguió escuchando a su amigo mientras que le servía una cerveza a un perfectamente ignorable (porque parecía más interesado en emborracharse lo más rápido posible que en contarle algo interesante) sátiro sentado a la barra, a un par de puestos del goblin. Al escucharlo mencionar la última vez que el baphomet había aceptado tomar una de sus pociones, Mel se agarró la cola de caballo casi instintivamente. Los resultados habían sido nefastos, pero al menos Aakil preparó una poción que le devolvió el pelo relativamente rápido. De todas maneras, tuvo que forzarse a sonreír y reírse de la situación, aunque todavía le molestaba pensar en el horror que sintió al ver sus bucles negros comenzar a caer de a mechones. - Tienes suerte de que no puedas quedar más calvo de lo que ya eres. Es terrible.
Como todavía era temprano, estaba todo bastante tranquilo y parecía que nadie iba a pedirle nada a él específicamente, aprovechó de apoyarse sobre la mesa, dejar el bastón a un lado y recostarse un rato, para poder conversar más cómodamente. Dejó escapar un suspiro y estiró el brazo para alcanzar un pequeño cartel de madera. Pintadas en letras negras, decía "SE BUSCA PERSONAL, tratar con el tabernero", pero, hasta ahora no había dado resultados. En general, era complicado que alguien se interesara en un trabajo por ese sector del mercado sin que se robara todo el dinero de la caja si lo dejaban solo. "Ni que estuviéramos en Reapergate", maldijo Melfaron en sus pensamientos. Se encogió de hombros y señaló a Jeriko y Eira, que andaban dando vueltas por el lugar, acarrando jarras y copas consigo en una bandeja y repartiéndoselas a los sedientos arcanos que llenaban el lugar. - La clientela sube como la marea y mis meseros me hicieron notar que les falta una mano. Qué puedo decir, me preocupo por mi gente, no quiero que mi Doncella se canse más de lo necesario -el comentario que agregó su colega al final le subió los ánimos y le llenó el ego. Sonrió ampliamente, orgulloso de su negocio y de sí mismo. Levantó las manos al aire con teatral excentricidad-. ¡Qué puedo decir! Cuando se juntan buenos precios, buen servicio y un buen tabernero, es difícil que las cosas se vayan pique.
Se metió otro bombón a la boca y, ahora sí, guardó la bolsita de chocolates en un cajón negro escondido tras la barra, donde guardaba un par de insumos más extraños y a los que solo él tenía acceso, pues los guardaba bajo llave. En parte dejó allí los chocolates para que nadie se los quitara, en parte los puso bajo llave para evitar zampárselos todos de golpe. Terminó la operación y se guardó la llave en el mismo bolsillo de donde la había sacado originalmente. El lado bueno de usar chaqueta larga era que tenía muchos bolsillos ocultos. Desamarró el paño que llevaba atado en la cintura y limpió un poco el mesón, que entre Aakil y los otros arcanos que estaba bebiendo ahí, ya se había ensuciado un poco. - ¿Y tú, mon ami? ¿Ocurrió algo digno de mencionar en tus viajes o fueron más bien rutinarios? ¿Trajiste algún producto especialmente interesante?
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