Not so burned... Yet. [Autoconclusivo]
Oct 1, 2017 4:07:28 GMT
Viveka Malraux and Iphine Vorgel like this
Post by Min Naoto on Oct 1, 2017 4:07:28 GMT
Fuego y destrucción.
Era lo que aquella señorita desconocida describía en la tableta, además del humo, humo que se atrevía a sobreponerse sobre la eterna neblina del bosque maldito y llevar consigo su aroma de muerte. Un curioso y valiente shapeshifter no pudo evitar notar aquel desafortunado evento y percatarse decentemente de la situación por medio de la tableta, por lo que un conflicto interno comenzó a nacer en su interior cual parásita enredadera sofocando a su presa. ¿Entrometerse en algo emocionante de lo cual era ajeno, o ignorar por completo el hecho de que había gente sufriendo? El sólo hecho de imaginar los gritos, la desesperación y las lágrimas de aquellas personas que no vieron a sus seres amados salir hizo que se le revolviera el estómago, que una afilada estaca atravesara su enfermo corazón de piedra. [Debo ir.] Dijo el rubio en su interior, apretando sus puños con determinación.
Antes que nada, debía adquirir uno de sus tantos disfraces para mostrarse ante un público, así que tan pronto se vio decidido fue hasta uno de sus escondites secretos y sacó una caja aquel lugar, sacando un montón de carteles de "se busca" (pertenecientes todos a él) para examinarlos. [Creo que te usaré a ti.] Pensó mientras con gran facilidad imitó el rostro, la ropa e incluso aquella misma sonrisa que se presentaba en el dibujo. Ahora no se trataba de "la amable rubia posadera" sino que en ese momento encarnaba a un todo un guerrero, al cual le había robado el rostro en sus viajes por Atenas. Tan pronto como todo estuvo listo, el shapeshifter salió corriendo de la habitación hacia el exterior.
El correr y salir del bosque fue lo más fácil, pero lo difícil comenzó a partir de ahí. Era de noche, una fría noche a decir verdad. La luna iluminaba con todo su esplendor el camino y sus azulados ojos estaban demasiado acostumbrados a la neblina y la oscuridad como para poder ver sin cegarse momentáneamente. Aún en esas condiciones, y aunque sus ojos ardieran y lagrimearan, Min corrió con todas sus fuerzas en dirección hacia la columna de humo, hasta que por fin después de unos cuantos minutos llegó hasta el lugar del siniestro. Habían muchas personas pasándose cubetas con agua la una a la otra hasta que llegaban al edificio además de algunas cuantas que intentaban adentrarse a las llamas para buscar al resto de personas que se encontraban adentro, sin embargo aquello era demasiado lento y había que decirlo: Demasiado peligroso. ¿Pero qué podía hacer él sin verse totalmente sospechoso? No pensaba ir a adentrarse al fuego a la buena de dios a ver si podía hacer algo, no era tonto.
Buscó y buscó, pensó y pensó hasta que la solución ante sus ojos apareció.
Afortunadamente para él, había una torre de agua cerca a aquel incendio, por lo que sin dudar ni pensar dos veces en las consecuencias fue para allá y se puso a examinarla. "Toc, toc", dio dos golpes; Por el eco que éstos causaron en el interior de dicho contenedor podría decirse que estaba al menos a 3/4 de su capacidad... ¿Acaso aquello sería suficiente? Probablemente no, pero al menos podía intentarlo. Ahora el problema era su estatura; Era demasiado "pequeño" para poder llegar hasta el techo de la posada y así efectuar el plan que tenía en mente, pero bueno, la verdad es que tampoco se puso a pensar demasiado en una solución y simplemente se transformó en la primer criatura gigante que se le ocurrió...
Un peculiar dragón Lung blanquesino y sexticuerno.
[Maldita sea...] Pensaba el shapeshifter con respecto a la forma que había decidido usar mientras tomaba la torre de agua entre una de sus garras y se paraba a dos patas, rasgando la superficie del contenedor para hacer que el agua saliera a chorro. No podía volar, era obvio, pero al menos con aquella prominente altura podía llegar a los lugares más altos.
Una lluvia algo descontrolada y poco duradera cayó sobre la posada, apagando el fuego de los pisos superiores y también lentamente los inferiores, causando que ahora el poco humo que siguió emergiendo de ahí se tornara blanquesino, lo cual hizo que tan pronto se acabase el agua, el ahora dragón dejase por ahí el contenedor y volviese nuevamente a aquella forma masculina que lo encubría. Ni siquiera esperó a que aquella gente que le miró se acercara a preguntar o a hablarle llegase hasta él cuando corrió, corrió para ocultarse y así salir de escena transformándose en algún animalillo inocente al que nadie le pusiera atención.
El peligro había acabado al menos por ahora, pero la cacería...
La cacería acababa de comenzar.