Do not disturb (Priv)

Sus parpados le pesaban enormemente al gran can pues las heridas y el hambre hacían mella en su resistencia sin mencionar la comodidad que había encontrado sobre aquellas margaritas. Abriendo sus fauces de par en par en un largo bostezo coloco ambas patas delanteras bajo su única cabeza para disponerse a dormir, el dolor de sus heridas ya era nuevamente soportable y solo necesitaría hasta el amanecer del próximo día para poder salir a cazar algún desafortunado animal del bosque o arcano que llegase a cruzarse en su camino, no se percató de la presencia de Fernno hasta que estuvo lo suficientemente cerca para que el cansado cerebro del can pudiera captar el sonido de su voz.

Gruño amenazante ante la presencia del arcano, movió su cabeza a modo de que pudiera ver aquella amenaza, la figura de un muchacho que se acercaba a un costado suyo, sus ojos se abrieron amenazantes observando con sus orbes rojos al arcano, gruñendo mostró amenazante los dientes los cuales relucían por lo blancos que eran, no había logrado cazar nada así que por esta vez no estaban bañados en sangre.

Así se mantuvo el cerbero advirtiendo al arcano que aun en aquel estado si se seguía acercando iba a recibir algo más que un mordisco.

El gran can no quitaba por ningún segundo su mirada del contrario aun mostrando su molestia e irritación con su mera presencia y aquello se lo hacía saber muy bien con los gruñidos que le dirigía junto a la visión de sus relucientes y grandes colmillos, el tono de sus gruñidos ni siquiera disminuía cuando aquel muchacho se fue alejando del cerbero que ni no tomaba atención a sus palabras. Solo quería estar solo y dormir tranquilamente aquella noche. No había sido aquel un buen día para él.
Cuando Fernno se retiró del claro el cerbero no dejo de mirar a su alrededor esperando algún tipo de ataque por parte de aquel joven, pero luego de haber pasado unos minutos y ya no sentir en el aire el olor su olor se tranquilizó. Nuevamente recostaba su única cabeza entre sus patas para caer en un frágil sueño el cual le duro por varias horas en la cual espantaba con su oreja a una que otra molesta abeja que buscaba posarse encima de su nariz, pero nuevamente se despertó apenas escucho unos pesados pasos que se hacían paso entre los matorrales del bosque.

Sus ojos brillaron con una rabia tremenda al ver a aquel cerbero y su ira aumento al sentir en aquel gran can el olor del muchacho que antes pensó había ahuyentado ¿Acaso venía a pelear en aquella forma? ¿A mofarse de su decadente estado?

El gran arcano ladro entre dientes al contrario sin reparar en lo que traía en sus otras dos bocas. Intento levantarse con todas sus fuerzas, pero sus músculos se habían atrofiado lo que hizo que cayera nuevamente en el colchón de margaritas rojas, su interior le quemaba, era incapaz de escupir fuego. Se encontraba maltrecho, indefenso.

El sonido seco de un cuerpo cayendo frente suyo hizo que soltara un ladrido hasta que el olor de la sangre inundo su olfato. Bajo su mirada confuso al regalo que ahora miraba con cierto escepticismo, gruño con desdén ante las palabras del otro can.

Miro el cadáver de ambos animales por largos minutos, algo le recordaban, algo que no quería recordar y deseaba sepultar en su memoria. Hinco sus dientes en la tierna carne del cervatillo, no fueron más que cuatro bocados y el cadáver del pequeño animal había desaparecido en sus fauces.

Cuando acabo de comer el primer cuerpo miro nuevamente a Fernno, no confiaba en el aún por aquella ofrenda que le presento, pero al menos había dejado de gruñirle al estar más concentrado ahora en llenar el gran vacío que sentía en su vientre. Abriendo sus fauces arranco la cabeza de la cierva de la cual como el cervatillo destrozo sus huesos y trago su cráneo en pedazos, ahora el cerbero más joven podía estudiar mejor el cuerpo de aquel cerbero decapitado.

Sus cicatrices y heridas plagaban su cuerpo siendo las más recientes unas con apariencia de líneas hechas por grandes garras, específicamente las de un grifo como las otras dos enormes heridas que estaban a los lados de la cabeza del cerbero donde antes existieron otras dos cabezas similares a la que ahora devoraba vivaz el cadáver de la cierva. Aenea a diferencia de Fernno no poseía una cola de serpiente si no la de un can normal.

En las patas traseras Aenea poseía como en sus patas delanteras tres perforaciones circulares que seguramente se veían al otro lado, solo que en su pata izquierda uno de aquellos círculos parecía haberse desgarrado junto al musculo en una línea horizontal, en los costados del vientre bajo de Aenea nacía una herida que surcaba toda su espalda para llegar al otro extremo como si un pedazo de sus músculos hubiera sido tomado y arrancado como una lámina dejando un leve hueco, ahora en aquella mostrando la carne sanando lo que antes seguramente era piel viva expuesta. Otras heridas más pequeñas plagaban la espalda del can, algunas eran líneas rectas, otras curvas, pero eran más de las que se podían contar a simple vista ya que el movimiento del propio can mientras comía hacia perderse la cuenta en la cicatriz número veinte y aun dejando unas decenas más que contar.

Ya iba por la mitad de su comida y parecía con cada bocado que daba más concentrado en el sabor de la carne y sangre aun cálida del animal que en la presencia del contrario, incluso parecía que de su interior naciera un grato sonido de satisfacción que retumbaba en su garganta mientras masticaba y molía los huesos de aquella presa.

Desde hace unos cuantos días el ambiente y las personas habian estado actuando raro a su alrededor. Nisiquiera su "hermano" ni su ahora ex pareja habían escapado de esa nube de rareza que ahora parecia habitar por encima de las cabezas de todos. ¿Qué estaba pasando? Simplemente no lo comprendía, pero lo que si comprendia es que se había quedado solo desde hace mucho tiempo y eso ya comenzaba a molestarle, aunque nunca llegó a quejarse ni a tomarle importancia... Hasta ese día.

Goody había sido presa de su ira y debido a ello abandonó sin dudarlo su puesto como guardia en el bosque de los susurros, vagando sin rumbo por los alrededores de la ciudadela, robando fresas en los plantios y ahora descansando por el bosque de las hadas, donde al parecer se sentía más a gusto debido a la viva vegetación del lugar. Sinceramente pensaba quedarse echado en su lugar sin hacer nada mas que darse vueltas por el césped y dormir hasta que le entrara hambre y tuviera que levantarse a cazar algo, pero repentinamente un ladrido retumbó de entre los árboles y puso alerta a los trillizos, los cuales sin pensarlo demasiado fueron guiados por la curiosidad hasta el lugar de donde provino el ruido.

El ahora tercer cerbero se oculto detrás de un gran arbusto en la oscuridad observando así entre la espesura a los otros dos canes, a los cuales miraba con gran interés y curiosidad mientras uno de ellos parecía estar alimentando a un desafortunado de una sola cabeza. ¿Que le habían ocurrido a sus otras dos cabezas? ¿Cómo es que había permitido que eso sucediera? 

Sus cabezas laterales miraban con lástima al desafortunado cerbero que estaba tirado, mientras que la cabeza central se ocupaba mas en vigilar al que estaba "completo". ¿Sería buena idea acercarse y aprovechar aquella situación para conocer a otros arcanos de su raza? Pero... ¿Si se acercaba que iba a hacer? Realmente no tenia motivos para entrometerse en esa escena, así que al ver como Fernno se acercaba al otro can él decidió alejarse de ahí y volver a sus propios asuntos, pero oh cruel destino una rama se interpuso en su camino y al pisarla provocó un gran ruido, el cual al parecer había alertado a uno de los otros Cerberos, con el cual terminó cruzando miradas al voltear. 

Los nervios rapidamente se hicieron presentes en ellos, pero ya no tenían otra opción mas que acercarse para no demostrar debilidad ni cobardía ante sus actos, así que tan pronto como pudo, se acercó saltando el arbusto en el cual se estaba escondiendo en un principio y se quedó sentado frente a éste, permaneciendo totalmente en silencio.

A pesar de que aquella presencia se había dado a conocer y que el cerbero más grande se había levantado, la cabeza de la izquierda se había quedado dormida y aun continuaba su descanso sobre el suelo; mientras que las otras dos habían prestado mucha atención a toda la situación y el cómo el gran cerbero intentaba ocultar su comida (porque nos mira a nosotros también?! Nosotros le dimos eso! Sería estúpido quitarselo!) Se quejaba mentalmente la cabeza de la derecha mientras arrugaba aún más el hocico y resoplapa pesadamente por la nariz; le molestaba el sentirse intimidado por la forma de actuar de Aenea y por el nuevo cerbero.

La cabeza central se erguio y miró a Aenea -no tienes que preocuparte, no pienso quitarte TU comida- giró lentamente la cabeza para ver al otro que no estaba muy lejos de ellos. "largo" quería decirle con muchas ganas pues podría arruinar todo lo que había conseguido hasta el momento con Aenea pero se contuvo a si misma pues se trataba de otro de su misma especie y esto podría serle funcional -Saludos, que haces aquí?-.

Aenea aún seguía con una actitud reacia a los otros dos cerberos, aunque en aquel momento sus ojos se fijaron en el Goody el cual se presentaba ante él y no solo aquello si no también que mantenía una charla con sus propias cabezas y mostrando el desacuerdo que parecía existir entre ellas. Aenea gruño ocultando su comida bajo su cuerpo receloso ante la idea de tener que ceder algo de aquella carne a esos dos. Cuando hubo terminado su presentación y preguntando de forma un tanto alegre quienes eran el gran can miro a Fernno aun desconfiado de ambos cerberos y sus cabezas, pero algo aun así en su interior al observarlos evocaban en el algo que hacía que su mirada y su propio cuerpo se relajase.

—Aenea— Su nombre raspo su garganta en un sonido ronco y poco agradable como su mirada seguía siendo amenazante, aunque al menos sus labios se habían cerrado para dejar de mostrar de forma amenazadora sus colmillos.

—Pueden llamarme Aenea…— Pareció dudar al repetir su nombre, como si otras palabras hubieran deseado querer salir de su boca en aquel momento, pero sin lograrlo al no tener consigo aquellas frases.

La actitud de Aenea decayó, ahora miraba el suelo y sus orejas se habían agachado, había dejado de aparentar aquella agresividad a los dos cerberos y ahora aun con su enorme tamaño se veía débil, lánguido y triste, concentrado en algún recuerdo que traía consigo un remordimiento bastante visible en los ojos del cerbero, no estaba ignorando a Goody o Fernno ya que su mirada aún se dirigía a ellos con tal de mantenerlos a una distancia prudente de el a base de gruñidos aunque ya no parecía deseoso de iniciar por su parte una pelea mientras mantuvieran ambos las distancias.

- Finne, Fernno, Fognno y Faunn. Suena como si estuviera cantando HEH. - Respondió Kagura ante el otro cerbero de manera alegre mientras movía una patita haciendo un ritmo, mas luego cambió su mirada hacia el cerbero de una sola cabeza, notando que estaba herido y demasiado callado para su gusto. - Aenea... Aenea... Me suena ese nombre. Oye, Aenea ¿Por qué tan serio? - Preguntó mientras lo miraba, intentando sacarle plática y notando la manera sobreprotectora con la que ocultaba su presa. Definitivamente era alguien territorial. - Ahh ya... UHMMM, No sé ustedes chicos, pero a mi ya me dio hambre. - Comentó a sus "hermanos", aunque sólo Goody lo volteó a ver visiblemente y resopló en respuesta, reprobando su comportamiento y su intento de broma. Homura sólo siguió soltando gritos enfurecidos e inentendibles dentro del arbusto. - Ya, ya... Era broma. -

Observando como la escena parecía haberse relajado un poco, el cerbero decidió poner fin al tormento de su tercer cabeza y se puso nuevamente de pie, haciendo que los comentarios de Homura se volvieran audibles. - ¿MIERDA? ¿ME DIJISTE MIERDA? ¡¡TÚ ERES LA MIERDA, PEQUEÑO BRIBÓN!! ¡Ojalá tuvieras un trasero propio, así podría morderlo sin que nos doliera a todos! Ah... ¿Qué? - Homura volvió su mirada a los otros cerberos, avergonzándose fuertemente de lo que había estado gritando por lo cual sólo bajó las orejas y se agachó lentamente. - Digo... Mi nombre es Homura. -

- Excelente presentación. - Dijo Kagura, soltando una carcajada al ver tan sumiso a Homura.

- Oh, cállate. -

- ¿Son... De Atenas? - Preguntó en un tono apagado, serio y muy grueso la cabeza central, lo cual causó que las cabezas laterales se pusieran serias y calladas. Era raro que Goody hablara, pero aquella pregunta parecía tener una profunda importancia para él.