Post by Deleted on Apr 25, 2017 8:07:38 GMT
Nombre: Ondine ("El espectro marino" debido a su apariencia.)
Género: Femenino
Edad: 234 años.
Raza: Sirena (Medusa)
Corte: Invierno.
Lugar de Residencia: Aqualia.
Ocupación: Boticaria.
Stats:
Habilidades raciales
:
Bioluminiscencia. Estos seres cuentan con pieles emanantes de luz en cualquier color del espectro que pueden nivelar a voluntad. La intensidad de esta luz en la superficie es similar a una vela.
Canto Hipnotizante. Cuando este arcano canta puede enfocar su mente para aturdirlos o atraerlos hacia donde esté. Este poder es proporcional a la edad.
Belleza Extraordinaria. Por naturaleza, la belleza con la que cargan estos seres es de una intensidad mayor a la común por lo que tienen ventajas al tratar de seducir a sus objetivos.
Ondine es una persona difícil de describir con palabras. Llena de generosidad para todo aquel que necesite un empujoncito en cualquier hábito, ella siempre estará allí para cuidar de los menos afortunados cobijándolos con su cálido manto maternal. Raramente se le ve enojada o disgustada. De hecho, es raro ver que tenga cualquier expresión en su rostro. Aún con la poca expresividad que se carga, Ondine transmite paz a donde quiera que va e intenta ser lo más social que puede, aunque no siempre tiene éxito debido a su aspecto fantasmagórico.
Historia:
(Preparad los pañuelos, preciosuras).
Ondine creció en una familia no muy unida, por lo que fue dejada atrás por accidente cuando sólo era una jovencita. Tuvo que acostumbrarse a sobrevivir por cuenta propia desde entonces, por lo que aprendió a ser autosuficiente.
Desde entonces creía que estar sola era lo más común del mundo, por lo que comenzó a disfrutar de la calma y el silencio, quedándose largas horas bajo el cobijo que sólo las profundidades del mar le podían dar. Era una vida feliz y cómoda, pero la curiosidad del saber qué eran esas enormes sombras que pasaban sobre la superficie de las olas le hizo acercarse a la superficie, sólo para percatarse de que eran barcos… Barcos pesqueros. La inocente sirenita llena de asombro y curiosidad subía cada día para ver como los barcos se llevaban a un montón de peces a un destino incierto y desconocido para ella, creyendo que los cuidarían como ella solía hacer en sus ratos libres. Pero no, nunca fue así y nunca lo iba a ser… Lamentablemente tuvo que descubrirlo de mala manera.
Un día como cualquier otro, Ondine fue atrapada por las redes de un barco, las cuales lastimaron e hirieron su cuerpo, al igual que al de los peces que compartieron su destino. Ella estaba asustada, desesperada… Los dos hombres del barco definitivamente no esperaban ver algo de tal magnitud, por lo que ni cortos ni perezosos, tomaron sus armas y apuntaron a la pobre muchacha. Ondine estaba asustada, no tenía escapatoria y lo único que le quedaba era resignarse a su muerte viendo que uno de los hombres ya estaba blandiendo su espada en su dirección, pero inesperadamente el segundo hombre no lo permitió, metiéndose en medio de la sirena y el segundo hombre. “Vete” oyó decir a su defensor, el cual resistía contra la espada de su compañero. Ella no dijo palabra y se apresuró a saltar por la barda de la que pudo haber sido su tumba, sintiéndose lo más agradecida que alguna vez pudo haber estado.
Los días pasaban y Ondine se preguntaba que habría sido de ese hombre que perdonó su vida, por lo que en varias ocasiones se acercó a la costa en su búsqueda, todas ellas fallidas, hasta que un día por fin, el hombre apareció. Al momento de encontrar miradas el hombre sonrió y se acercó a ella, pero ella temerosa no se atrevió a acercarse jamás, por lo que por mucho tiempo la relación de esos dos no iría a más allá de charlas manteniendo la distancia uno del otro. Él compartía con ella sus vivencias en el mundo de los humanos, su trabajo como curandero, sus conocimientos y sus más preciados sueños. Ella le escuchaba y había ocasiones en las que llegó a cantar para él, pues aunque no confiara totalmente en el hombre, realmente era alguien a quien consideraba importante en su vida. Como era de esperarse, el hombre y la sirena se enamoraron, él iba cada vez más a la costa para poder ver a su preciada Ondine, y ella siempre esperaba por él con algún regalo de las profundidades. Pero al parecer, su amor no estaba destinado a florecer. La gran caza había comenzado, y el hombre cada vez más mencionaba los lugares que su gente había destrozado. Ondine no se podía creer lo que escuchaba, todo era tan horrible y despiadado… ¿Qué sería de ella si le descubrían? Se preguntaba constantemente cada vez que iba a ver al humano, el cual siempre le daba ánimos y le prometía que todo acabaría algún día… Pero no fue así.
Cierto día, en el tiempo en que el humano y la sirena solían tener sus citas, hombres vinieron a interrogar al chico, culpándolo de encubrir a uno de esos “despreciables seres”. Él lo negó todo en orden de proteger a su amada, pero uno de ellos juró y perjuró haberlo visto allí mismo hablando con un “espectro marino” de una manera tan convincente que la gente lo creyó y en castigo a sus mentiras, el hombre fue golpeado y torturado por su propia gente, dejándolo en un estado muy grave. Ondine se había retrasado por azares del destino ese día, por lo que al llegar sólo pudo ver a su hombre agonizando en la arena. Ella se apresuró hacia él, pero no había nada que pudiera hacer… Era demasiado tarde. La sirena sólo pudo llorar, llorar por el amargo dolor que sentía en su corazón, pero al parecer el hombre aún no perdía todas sus fuerzas, ya que con dolor, dificultad y todo, se acercó hacia el rostro de ella y secó sus lágrimas. “Lamento no poder quedarme a tu lado, Ondine” dijo el hombre con sus últimos alientos “Pero aunque yo no esté, tú no debes volver a esa vida solitaria… Encuentra a los tuyos, vive tu vida y recuerda que te amé.” Son las palabras que siempre resuenan en la mente de la sirena.
Fue así que vagó por el mar entero, buscando un refugio donde pudiera estar segura, pero ningún lugar era lo suficientemente bueno. Los años pasaban y Ondine veía como cada vez más barcos emprendían su viaje en una misma dirección. La curiosidad nunca murió en ella, por lo que se acercaba de vez en cuando a escuchar las charlas de los navegantes, que a su sorpresa siempre resultaban ser seres arcanos los cuales siempre mencionaban esas palabras… “Mirovia, la tierra prometida”.
Ondine ya no tenía nada que perder, por lo que decidida emprendió el viaje hacia tan mencionado lugar, maravillándose al encontrar que todas las palabras eran cierta y que incluso era mejor de lo que los navegantes solían decir. Ese sitio le pareció tan lleno de vida, tan hermoso que no podía desperdiciar la oportunidad de vivir en un sitio así, por lo que no mucho después decidió acercarse a la Corte del Invierno, ya que parecían entender perfectamente su sentir.
Desde el día en que fue aceptada, Ondine se juró servir a su gente con todo su conocimiento y extender su mano a todo aquel que necesitase ayuda, convirtiéndose en lo que es hoy día.
Datos curiosos:
• Ondine suele ayudar a pequeños animales salvajes con sus pociones además de venderlas, también disfruta cantarles a esas hermosas criaturitas.
• El cinturón en el que guarda sus pociones pertenecía originalmente al hombre que amaba, se lo quedó para recordarlo por siempre.
• Tiene cierta fascinación por los efectos que producen los erizos de mar, por lo que varias de sus pociones lo contienen y lleva unas pinzas exclusivamente para tomarlos.
• Le encantan los mangos, por lo que a menudo sale a la superficie en su búsqueda.
• A veces le gusta asustar a la gente aprovechando su aspecto, pero no lo hace seguido.
• Suele ser cuidadosa con sus tentáculos, pues una vez paralizó a alguien por culpa de ellos.
• Cuando se siente triste, sale en largos recorridos nocturnos.
• Cuando se asusta o se siente en peligro, canta para aturdir a sus agresores.
• Le gusta que la gente toque y trence su cabello… Es muy relajante.
• Es común verla rodeada de pececillos y otros animales marinos.
• Debido a que es su propia conejilla de indias para las nuevas pociones, no hay muchas cosas que puedan embriagarla o inmutarla cuando de beber se trata.
• Suele conseguir sus ingredientes con ayuda de los animales que la frecuentan, pero cuando de ingredientes de la superficie se tratan, ella misma va a buscarlos, ya que es muy exigente en la calidad.
• Tiene varias mascotas, entre ellas Toto el cangrejo y Nina la anguila.
• A pesar de su edad, Ondine parece apenas una muchachita joven de voz tremendamente suave y femenina.
• El nombre del humano al que amaba era Zack.
• Le gusta hacer bisuterías con las cosas bonitas que encuentra en el mar.
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Género: Femenino
Edad: 234 años.
Raza: Sirena (Medusa)
Corte: Invierno.
Lugar de Residencia: Aqualia.
Ocupación: Boticaria.
Stats:
• Fuerza: ★★
• Inteligencia: ★★★★
• Social: ★★
• Agilidad: ★★
• Defensa: ★★★
Habilidades raciales
:
Bioluminiscencia. Estos seres cuentan con pieles emanantes de luz en cualquier color del espectro que pueden nivelar a voluntad. La intensidad de esta luz en la superficie es similar a una vela.
Canto Hipnotizante. Cuando este arcano canta puede enfocar su mente para aturdirlos o atraerlos hacia donde esté. Este poder es proporcional a la edad.
Belleza Extraordinaria. Por naturaleza, la belleza con la que cargan estos seres es de una intensidad mayor a la común por lo que tienen ventajas al tratar de seducir a sus objetivos.
Personalidad: Amable | Maternal | Callada | Observadora | Reservada | Honesta | Tímida | Cuidadosa | Generosa | Asustadiza | Curiosa | Sensible
Ondine es una persona difícil de describir con palabras. Llena de generosidad para todo aquel que necesite un empujoncito en cualquier hábito, ella siempre estará allí para cuidar de los menos afortunados cobijándolos con su cálido manto maternal. Raramente se le ve enojada o disgustada. De hecho, es raro ver que tenga cualquier expresión en su rostro. Aún con la poca expresividad que se carga, Ondine transmite paz a donde quiera que va e intenta ser lo más social que puede, aunque no siempre tiene éxito debido a su aspecto fantasmagórico.
Historia:
(Preparad los pañuelos, preciosuras).
Ondine creció en una familia no muy unida, por lo que fue dejada atrás por accidente cuando sólo era una jovencita. Tuvo que acostumbrarse a sobrevivir por cuenta propia desde entonces, por lo que aprendió a ser autosuficiente.
Desde entonces creía que estar sola era lo más común del mundo, por lo que comenzó a disfrutar de la calma y el silencio, quedándose largas horas bajo el cobijo que sólo las profundidades del mar le podían dar. Era una vida feliz y cómoda, pero la curiosidad del saber qué eran esas enormes sombras que pasaban sobre la superficie de las olas le hizo acercarse a la superficie, sólo para percatarse de que eran barcos… Barcos pesqueros. La inocente sirenita llena de asombro y curiosidad subía cada día para ver como los barcos se llevaban a un montón de peces a un destino incierto y desconocido para ella, creyendo que los cuidarían como ella solía hacer en sus ratos libres. Pero no, nunca fue así y nunca lo iba a ser… Lamentablemente tuvo que descubrirlo de mala manera.
Un día como cualquier otro, Ondine fue atrapada por las redes de un barco, las cuales lastimaron e hirieron su cuerpo, al igual que al de los peces que compartieron su destino. Ella estaba asustada, desesperada… Los dos hombres del barco definitivamente no esperaban ver algo de tal magnitud, por lo que ni cortos ni perezosos, tomaron sus armas y apuntaron a la pobre muchacha. Ondine estaba asustada, no tenía escapatoria y lo único que le quedaba era resignarse a su muerte viendo que uno de los hombres ya estaba blandiendo su espada en su dirección, pero inesperadamente el segundo hombre no lo permitió, metiéndose en medio de la sirena y el segundo hombre. “Vete” oyó decir a su defensor, el cual resistía contra la espada de su compañero. Ella no dijo palabra y se apresuró a saltar por la barda de la que pudo haber sido su tumba, sintiéndose lo más agradecida que alguna vez pudo haber estado.
Los días pasaban y Ondine se preguntaba que habría sido de ese hombre que perdonó su vida, por lo que en varias ocasiones se acercó a la costa en su búsqueda, todas ellas fallidas, hasta que un día por fin, el hombre apareció. Al momento de encontrar miradas el hombre sonrió y se acercó a ella, pero ella temerosa no se atrevió a acercarse jamás, por lo que por mucho tiempo la relación de esos dos no iría a más allá de charlas manteniendo la distancia uno del otro. Él compartía con ella sus vivencias en el mundo de los humanos, su trabajo como curandero, sus conocimientos y sus más preciados sueños. Ella le escuchaba y había ocasiones en las que llegó a cantar para él, pues aunque no confiara totalmente en el hombre, realmente era alguien a quien consideraba importante en su vida. Como era de esperarse, el hombre y la sirena se enamoraron, él iba cada vez más a la costa para poder ver a su preciada Ondine, y ella siempre esperaba por él con algún regalo de las profundidades. Pero al parecer, su amor no estaba destinado a florecer. La gran caza había comenzado, y el hombre cada vez más mencionaba los lugares que su gente había destrozado. Ondine no se podía creer lo que escuchaba, todo era tan horrible y despiadado… ¿Qué sería de ella si le descubrían? Se preguntaba constantemente cada vez que iba a ver al humano, el cual siempre le daba ánimos y le prometía que todo acabaría algún día… Pero no fue así.
Cierto día, en el tiempo en que el humano y la sirena solían tener sus citas, hombres vinieron a interrogar al chico, culpándolo de encubrir a uno de esos “despreciables seres”. Él lo negó todo en orden de proteger a su amada, pero uno de ellos juró y perjuró haberlo visto allí mismo hablando con un “espectro marino” de una manera tan convincente que la gente lo creyó y en castigo a sus mentiras, el hombre fue golpeado y torturado por su propia gente, dejándolo en un estado muy grave. Ondine se había retrasado por azares del destino ese día, por lo que al llegar sólo pudo ver a su hombre agonizando en la arena. Ella se apresuró hacia él, pero no había nada que pudiera hacer… Era demasiado tarde. La sirena sólo pudo llorar, llorar por el amargo dolor que sentía en su corazón, pero al parecer el hombre aún no perdía todas sus fuerzas, ya que con dolor, dificultad y todo, se acercó hacia el rostro de ella y secó sus lágrimas. “Lamento no poder quedarme a tu lado, Ondine” dijo el hombre con sus últimos alientos “Pero aunque yo no esté, tú no debes volver a esa vida solitaria… Encuentra a los tuyos, vive tu vida y recuerda que te amé.” Son las palabras que siempre resuenan en la mente de la sirena.
Fue así que vagó por el mar entero, buscando un refugio donde pudiera estar segura, pero ningún lugar era lo suficientemente bueno. Los años pasaban y Ondine veía como cada vez más barcos emprendían su viaje en una misma dirección. La curiosidad nunca murió en ella, por lo que se acercaba de vez en cuando a escuchar las charlas de los navegantes, que a su sorpresa siempre resultaban ser seres arcanos los cuales siempre mencionaban esas palabras… “Mirovia, la tierra prometida”.
Ondine ya no tenía nada que perder, por lo que decidida emprendió el viaje hacia tan mencionado lugar, maravillándose al encontrar que todas las palabras eran cierta y que incluso era mejor de lo que los navegantes solían decir. Ese sitio le pareció tan lleno de vida, tan hermoso que no podía desperdiciar la oportunidad de vivir en un sitio así, por lo que no mucho después decidió acercarse a la Corte del Invierno, ya que parecían entender perfectamente su sentir.
Desde el día en que fue aceptada, Ondine se juró servir a su gente con todo su conocimiento y extender su mano a todo aquel que necesitase ayuda, convirtiéndose en lo que es hoy día.
Datos curiosos:
• Ondine suele ayudar a pequeños animales salvajes con sus pociones además de venderlas, también disfruta cantarles a esas hermosas criaturitas.
• El cinturón en el que guarda sus pociones pertenecía originalmente al hombre que amaba, se lo quedó para recordarlo por siempre.
• Tiene cierta fascinación por los efectos que producen los erizos de mar, por lo que varias de sus pociones lo contienen y lleva unas pinzas exclusivamente para tomarlos.
• Le encantan los mangos, por lo que a menudo sale a la superficie en su búsqueda.
• A veces le gusta asustar a la gente aprovechando su aspecto, pero no lo hace seguido.
• Suele ser cuidadosa con sus tentáculos, pues una vez paralizó a alguien por culpa de ellos.
• Cuando se siente triste, sale en largos recorridos nocturnos.
• Cuando se asusta o se siente en peligro, canta para aturdir a sus agresores.
• Le gusta que la gente toque y trence su cabello… Es muy relajante.
• Es común verla rodeada de pececillos y otros animales marinos.
• Debido a que es su propia conejilla de indias para las nuevas pociones, no hay muchas cosas que puedan embriagarla o inmutarla cuando de beber se trata.
• Suele conseguir sus ingredientes con ayuda de los animales que la frecuentan, pero cuando de ingredientes de la superficie se tratan, ella misma va a buscarlos, ya que es muy exigente en la calidad.
• Tiene varias mascotas, entre ellas Toto el cangrejo y Nina la anguila.
• A pesar de su edad, Ondine parece apenas una muchachita joven de voz tremendamente suave y femenina.
• El nombre del humano al que amaba era Zack.
• Le gusta hacer bisuterías con las cosas bonitas que encuentra en el mar.
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