Post by Jago Santori on Oct 11, 2017 4:50:43 GMT
Semanas. Literalmente habían sido semanas agotadoras en las que la rutina los había aplastado, atrapándolos con su soporífero ritmo, pero al menos podían irse a dormir arrullados por el cansancio de sus músculos. Ahora, el nerviosismo les hacía difícil pegar un ojo de noche. No era miedo, sino preocupación lo que se respiraba en el ambiente tenso de la mansión. Las noticias recientes habían calado fuerte en el espíritu del hogar, sobretodo en sus dueños legítimos: Lysander Velfast había ascendido al poder. Su reinado ya no se limitaba a las reducidas tierras de Reapergate, sino que ahora sus siniestras garras se cernían sobre todo Mirovia, cuidándola, controlándola, sometiéndola a su voluntad. Velfast, que había sido capaz de mandar a matar al mismísimo Guardián de las Puertas de Aqualia por decir un comentario insignificante en su contra, ¿qué haría ahora con sus detractores? ¿Cuando comenzarían a desaparecer aquellos que no aprobaban sus costumbres? La familia Santori llevaba ya más de un siglo viviendo en Reapergate, habían podido observar desde las cercanas sombras la malicia del gobernante y lo rechazaban (casi) en secreto, pero la seguridad que antes sentían ya no existía.
¿O todo es simple paranoia?
Jago cerró el diario que estaba leyendo y lo dejó con cuidado en el estante donde guardaba su colección privada, conformada más que nada por libros de historia, recetarios antiguos y algunos tomos de poesía que había conseguido acumular a lo largo de los años. La había leído toda (menos el librito que acababa de guardar) al derecho y al revés al menos unas diez veces, y parecía que pronto lo volvería a hacer. Las reglas de su padre habían sido claras: "Nadie sale ni entra de la casa sin autorización ni una razón valida, los huérfanos deben estar bajo supervisión a cada momento del día, la caza de los Santori se realizará una vez a la semana
y se deberá de limitar el contacto con los demás arcanos, mas que nada para evitar problemas innecesarios". El heredero no había tenido problemas en obedecer ciegamente las órdenes de su progenitor, convencido de que solo era su peculiar y en extremo cautelosa manera de demostrar afecto, pero no podía evitar sentirse levemente... aprisionado. Normalmente no utilizaba su tableta, pero había advertido de su situación actual a sus amigos de confianza mediante un escueto mensaje.
Vio en un reloj que había pasado media leyendo y se preocupó por el tiempo que había perdido, aunque sin culpas. Los niños habían quedado bien vigilados mientras que él revisaba las cuentas y se permitía treinta minutos de relajo. Salió de su amplia habitación, bajó con paso apresurado las escaleras y avanzó por el pasillo principal, dispuesto a dirigirse directamente hasta la parte del orfanato, donde sabía que los pequeños lo estarían esperando. Sin embargo, tomó un pequeño desvío primero y pasó por la sala de estar, a ver si encontraba a alguien. Quería asegurarse de que nadie más se sentía atrapado y de que todos estaban bien.
REGLAS:
- No demorarse más de una semana en responder. De lo contrario, su turno será saltado.
- Este thread es de mediana relevancia para lo que serán las relaciones entre los miembros del Clan, tengan cuidado.
¿O todo es simple paranoia?
Jago cerró el diario que estaba leyendo y lo dejó con cuidado en el estante donde guardaba su colección privada, conformada más que nada por libros de historia, recetarios antiguos y algunos tomos de poesía que había conseguido acumular a lo largo de los años. La había leído toda (menos el librito que acababa de guardar) al derecho y al revés al menos unas diez veces, y parecía que pronto lo volvería a hacer. Las reglas de su padre habían sido claras: "Nadie sale ni entra de la casa sin autorización ni una razón valida, los huérfanos deben estar bajo supervisión a cada momento del día, la caza de los Santori se realizará una vez a la semana
y se deberá de limitar el contacto con los demás arcanos, mas que nada para evitar problemas innecesarios". El heredero no había tenido problemas en obedecer ciegamente las órdenes de su progenitor, convencido de que solo era su peculiar y en extremo cautelosa manera de demostrar afecto, pero no podía evitar sentirse levemente... aprisionado. Normalmente no utilizaba su tableta, pero había advertido de su situación actual a sus amigos de confianza mediante un escueto mensaje.
Vio en un reloj que había pasado media leyendo y se preocupó por el tiempo que había perdido, aunque sin culpas. Los niños habían quedado bien vigilados mientras que él revisaba las cuentas y se permitía treinta minutos de relajo. Salió de su amplia habitación, bajó con paso apresurado las escaleras y avanzó por el pasillo principal, dispuesto a dirigirse directamente hasta la parte del orfanato, donde sabía que los pequeños lo estarían esperando. Sin embargo, tomó un pequeño desvío primero y pasó por la sala de estar, a ver si encontraba a alguien. Quería asegurarse de que nadie más se sentía atrapado y de que todos estaban bien.
REGLAS:
- No demorarse más de una semana en responder. De lo contrario, su turno será saltado.
- Este thread es de mediana relevancia para lo que serán las relaciones entre los miembros del Clan, tengan cuidado.