Post by Beltaine Waters on Oct 15, 2017 6:31:22 GMT
Tras meses y meses de constante preparación, finalmente había quedado lista:
120 metros cuadrados, sostenida sobre un muelle de tablones de gruesa madera donde acabados tribales fueron grabados ferozmente a punta de presión. Frente al muelle grandes rocas servían de sendero para llegar a su enganche, frenando el furioso cauce del río sobre el cual descansaba la casa de tres pisos de altura hecha de enormes troncos unidos horizontalmente con clavos tan largos y gruesos que bien pudieron en otra vida ser espadas. La vegetación del pantano no quedó rezagada, pues estaba presente sobre la casa, contribuyendo a esconderla de ojos curiosos, refugiada entre la penumbra de aquel bello claro de los manglares donde Beltaine había decidido cimentar el hogar que le había jurado a su prometido Wild Fang.
Contemplando su obra maestra, el Kelpie inhaldó profundamente dos veces, satisfecho con los frutos de tan enorme carga de trabajo en la cual tuvo que adentrarse dentro del bosque de los susurros, los plantíos y Shangri lax solo para conseguir la tan preciada madera encantada por las hadas, los espantos y las ninfas. Beltaine siempre había sido tachado como exagerado, pero esta vez no estaba de más decir que había levantado él mismo una fortaleza en medio de las profundidades de los manglares, un lugar tan recóndito que incluso iluminando la casa desde adentro, la luz solo sería tragada por la espesura del pantanal.
Estaba consciente de los peligros que acababan de nacer en Mirovia, desde los avistamientos de las criaturas de las sombras hasta el asecho de otros arcanos de mal corazón representaba un verdadero peligro salir de noche, más ahora que las cortes de las estaciones se habían dividido y cada cortesano o mejor dicho cada arcano ahora estaba por su cuenta. Para el Kelpie con una capacidad sensorial tan alta, era mucho mejor resguardar sus tesoros, sobre todo el más importante. No había visto a Wild en meses enteros desde que pidió su mano en matrimonio. Ahora, con la casa construida sería la mejor oportunidad para oficiar la ceremonia, pero con los recientes eventos que habían tomado lugar, le dolía profundamente en el pecho pensar en ver al Ex Soberano Ajani en medio de los demás invitados, sin poder contener las ganas de lanzarle toda la catarata del trueno encima. Todo por lo que para el Kelpie no era más que una traición hacia toda Aqualia por apoyar a quien había perpetrado el intento de homicidio del guardián de Aqualia: Atlas el último.
Sacudiéndose los pensamientos negativos y entrando lentamente al río, el Kelpie salió disparado como un torpedo por el cauce, encaminado hacia el templo del verano para recoger a Wild.
120 metros cuadrados, sostenida sobre un muelle de tablones de gruesa madera donde acabados tribales fueron grabados ferozmente a punta de presión. Frente al muelle grandes rocas servían de sendero para llegar a su enganche, frenando el furioso cauce del río sobre el cual descansaba la casa de tres pisos de altura hecha de enormes troncos unidos horizontalmente con clavos tan largos y gruesos que bien pudieron en otra vida ser espadas. La vegetación del pantano no quedó rezagada, pues estaba presente sobre la casa, contribuyendo a esconderla de ojos curiosos, refugiada entre la penumbra de aquel bello claro de los manglares donde Beltaine había decidido cimentar el hogar que le había jurado a su prometido Wild Fang.
Contemplando su obra maestra, el Kelpie inhaldó profundamente dos veces, satisfecho con los frutos de tan enorme carga de trabajo en la cual tuvo que adentrarse dentro del bosque de los susurros, los plantíos y Shangri lax solo para conseguir la tan preciada madera encantada por las hadas, los espantos y las ninfas. Beltaine siempre había sido tachado como exagerado, pero esta vez no estaba de más decir que había levantado él mismo una fortaleza en medio de las profundidades de los manglares, un lugar tan recóndito que incluso iluminando la casa desde adentro, la luz solo sería tragada por la espesura del pantanal.
Estaba consciente de los peligros que acababan de nacer en Mirovia, desde los avistamientos de las criaturas de las sombras hasta el asecho de otros arcanos de mal corazón representaba un verdadero peligro salir de noche, más ahora que las cortes de las estaciones se habían dividido y cada cortesano o mejor dicho cada arcano ahora estaba por su cuenta. Para el Kelpie con una capacidad sensorial tan alta, era mucho mejor resguardar sus tesoros, sobre todo el más importante. No había visto a Wild en meses enteros desde que pidió su mano en matrimonio. Ahora, con la casa construida sería la mejor oportunidad para oficiar la ceremonia, pero con los recientes eventos que habían tomado lugar, le dolía profundamente en el pecho pensar en ver al Ex Soberano Ajani en medio de los demás invitados, sin poder contener las ganas de lanzarle toda la catarata del trueno encima. Todo por lo que para el Kelpie no era más que una traición hacia toda Aqualia por apoyar a quien había perpetrado el intento de homicidio del guardián de Aqualia: Atlas el último.
Sacudiéndose los pensamientos negativos y entrando lentamente al río, el Kelpie salió disparado como un torpedo por el cauce, encaminado hacia el templo del verano para recoger a Wild.