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Post by Sven Velfast on Oct 16, 2017 14:49:34 GMT
La noche a veces parecía extenderse eternamente como un manto de oscuridad absoluta sobre todo Reapergate, y en aquella ocasión no era una excepción. La lluvia caía melancólica e implacable, desenvolviendo su triste melodía con el golpetear firme de las gotas sobre el exterior de aquel magníficente castillo que representaba el hogar de tan ilustre apellido. A pesar del ruido exterior, los amplios salones con sublime decoración sobria y gótica, que se extendían rojizos por los pasillos hasta ser devorados por el vacío, permanecían sordos, callados, tanto que el caer de un alfiler retumbaría vorazmente, resquebrajando la paz de ultratumba que ahí se respiraba.
Aquel día, todas y cada una de las serpientes de Velfast habían sido convocadas con prontitud, la urgencia de aquella cita recababa en un tema que no había sido aún revelado, pero se podía suponer a raíz del área en que estaban siendo reunidos. En la profundidad de los calabozos, donde sollozos, gruñidos y otros sonidos guturales y de inframundo se vociferaban continuamente, queriendo llevar aquellos de mente débil a una sanguinaria locura. Ahí, entre rejas oxidadas y pisos empapados de sangre reseca, era el punto en que el mayordomo deseaba ver a cada uno de los sirivientes del castillo, por mandato y dirección del mismísmo Lord Lysander.
El cuarto era amplio, apenas para acomodar un dragón puro en su forma real. En la habitación enrejada se podía apreciar grilletes de distintos tamaños, una mesa de madera alta en la cual se postraban algunos utensilios cubiertos por una tela negra, y finalmente, una cama pobre con un bote al lado, en la pared más alejada. El fénix se encontraba erguido, con sus manos detrás de la espalda, con un rostro neutral y aspecto íntegro, utilizando sus ropas más finas.
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Post by Deleted on Oct 16, 2017 16:17:48 GMT
La quimera baja las escaleras de madera a toda velocidad pues se encontraba arriba haciendo limpieza. Una vez más había una reunión en su zona de trabajo de la cual él no era responsable, pero como conocía el lugar a la perfección entraba por una puerta secreta del lugar, no con alguna malicia, solamente porque se le hacía más práctico entrar por allí. Entonces podía ver al gruñón de Sven esperando, por lo que decide entrar de manera discreta y pararse frente de él a unos cuantos pasos en línea con los brazos atrás, imitándolo en postura, esperando recibir alguna orden o un regaño, le daba igual. Su interés había decaído por lo que no le interesaba mirar alrededor y solo tiene una mirada muerta al espacio, quizá observando la pared posterior a la espalda de Sven.
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Post by aishling on Oct 16, 2017 17:56:29 GMT
Al ser llamado en los calabozos no duro ni un segundo lo que estaba haciendo n este momento para ir a reportarse ,cualquiera tardaria en su momento pero le tenia un gran respeto a la serpiente mas vieja de la mansion ,bajaba con prisa las escaleras llegando incluso a resbalar y caer ,no era el momemto para sentarse y sobar sus golpes volviendo a levantarse y seguir bajando ,era cansado,su respiracion estaba como loca como unas cuantas gotitas de sudos se mostraba por su frente ,se sacuidio un poco para comenzar a correr por los pasillos del calabozo ignorando olimpicamente los gruñidos o sollozos que se podian escuchar llegan agitado donde sus compañeros lo esperaban agachandose un poco para respirar y tratar de calmarse dio un par de profundas bocanadas para levantar su vista -q...que...s..sucede?..-dijo aun agobiado por correr como loco por los pasillos
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Post by Ivka Lawson on Oct 16, 2017 20:29:28 GMT
No era destino ni mucho menos cuestión de azar, la simple razón de que las serpientes fuesen reunidas en las zonas más bajas del Castillo era unicamente por un motivo en específico, siempre era así, sin dudar y sin cuestionamientos por tales actos. Bajó por las escaleras con calma, resignado a la verdad y más que nada, falto de expectativa. Su mirada estaba perdida en el suelo, paso tras paso mientras bajaba y poco a poco se acercaba al área donde, a lo lejos, se podían notar las espaldas de otras tres serpientes, cada una distinta a la otra. Sus pasos resonaban conforme se unía al momento tan amargo, el eco era limpio y molesto. Finalmente llegó a donde ellos, más sin embargo guardó silencio, no había necesidad de hablar. Únicamente dejó escapar un suspiro de pesadez y desvío su mirada al suelo, observando la sangre reseca que había ahí, cerró sus ojos y esperó, anhelante.
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Post by Akane Enomoto on Oct 17, 2017 2:04:15 GMT
Después de tantos sentimientos acumulados, situaciones peligrosas, de esas que te llenan de adrenalina hasta el tope con toda la grandeza del asunto...Akane se vio obligada a enfrentar algo que había estado negando durante mucho tiempo: la llamada de Sven. Por lo ultimo que había visto de su rostro lo notaba un poco mas agotado, y claro, ella había sido un manojo de nervios contando su ultima misión juntos ( la cual por obvias razones le dejo cargos de conciencia, conciencia la cual debía negar, negar sus principios, todo absolutamente todo por servir y complacer al amo Lysander).
Una corazonada en su pecho le decía que ese llamado hacia los calabozos no era para ignorar, se trataba ciertamente de algo importante, mas, le dolía en cierta manera que fuese en el sitio donde se vio a si misma encerrada por varios días, encadenada, con múltiples heridas y al borde de la muerte. No quería volver ahí pero debía hacerlo, un escalofrío recorrió por su espalda a cada paso que daba, adentrándose en la oscuridad de las mazmorras, el eco de los gimoteos de aquellas criaturas que burlaban su misma suerte resonaba penetrantemente en sus oídos, aturdiendole de momentos. Pero los vio, a sus otros compañeros con el semblante teñido por una tensión que rodeaba aquella amplia celda, y Sven, tan impecable como siempre se veía casi como una escultura de Miguel ángel comparada con los demás, el era El Centro de atención de ellos...y la mujer de cabellos plateados, ni corta ni perezosa se adentro (tragando saliva y también sus miedos) para saludar inclinándose ante sus colegas. No dijo ni una sola palabra, el silencio reinaba en ese momento, y quizá lo mas importante ahora era acatar lo que dijese aquella veterana serpiente.
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Post by Sven Velfast on Oct 18, 2017 14:39:54 GMT
Sven no se inmutó ante la llegada de las serpientes. Se mantuvo erguido e inamovible, tal cual estatua de mármol- pulcro, frío, inflexible, mudo. Cada serpiente se colocaba al frente suyo en una perfecta línea, con rostros en un rango diverso de emociones rayando al desconcierto, aceptación ante lo peor y también anticipación a la incertidumbre. Las heridas en la espalda del fénix prácticamente habían sanado gracias a su habilidad de cicatrización acelerada, pero el recuerdo se mantenía tan vivo y mordaz como si hubiese sido ayer. El frío en su estómago punzaba y se pronunciaba, con la mera memoria de su propia espada atravesándolo. Todo lo que quedaba eran cicatricez, pero en su mente aún convalecían los sentimientos de impotencia y decepción profunda que conllevaron a que fuesen castigados. El rostro de su Lord, humanizado en lágrimas, y la fragilidad de aquel semblante que inundó al vástago al que juramentó su lealtad.
De tener menos autocontrol, combustionaría en llamas en ese preciso momento. Odiaba tener sensaciones y sentimientos inadecuados rasgando las paredes en su interior, robándole su tranquilidad y desmenuzando su raciocinio.
Exhaló profundo, cerrando sus ojos unos cuantos segundos, intensificando el gesto de disconformidad y enojo que empezaba a formarse en su cara. Desvió su mirada y vio a aishling, abatido por sus labores y asediado por la confusión. Originalmente, el mayordomo se iba a limitar a dar una corta lectura, en antelación a lo que la otra veterana, Haru, tenía previsto para con los sirvientes, a modo de castigo y amonestación. No obstante, aquel semblante de aparente inocencia y pureza logró mover una fibra en su interior de forma negativa, haciendo que uno de sus brazos se extendiese en afán de sujetar al pequeño peliblanco y arrastrarlo al frente suyo, volteándolo para que mirara a sus amigos y compañeros, conforme el ave clavaba su agarre en los hombros del pequeño Selkie.
-Míralos- sentenció Ulgriff entre dientes, reteniendo su ira interiorizada. Aunque era una palabra críptica sin aparente peso, el semblante oscuro y cargado de violencia que emanaba del fénix daban a entender la gravedad de aquella mención, casi convirtiéndolo en un adiós. Antes de hacer algún movimiento, esperó el arribo de la Lung.
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Post by Deleted on Oct 18, 2017 19:09:51 GMT
La Lung se encontraba en su habitación, sentada en su cama de manera pensativa mientras observaba fijamente una pequeña caja de madera que yacía en sus manos. Sabia que la hora había llegado, que pronto habría de manchar sus manos con la sangre inocente de sus compañeros por algo que ella había causado. ¿De verdad tenía que hacerlo? ¿No había otra forma de satisfacer los deseos de su amo?
La mujer miró hacia su ventana, observando la posición de la luna. Se le había hecho tarde, se supone que para esa hora ya debería estar en las mazmorras al lado de su compañero para así comenzar con el castigo, pero es que aquello le sabia mal... Realmente mal.
Miró una vez más hacia su pequeño cofre y de paso miró sus manos, las cuales estaban cubiertas con unos justos y blancos guantes para ocultar las cicatrices que habían quedado en sus delicadas palmas después de aquel acto tan heroicamente estúpido. Su piel no dolía, su espalda no dolía, pero aquellas cicatrices parecían arder aun cuando las heridas ya estaban cerradas. Aquel ardor le hizo recordar de alguna forma que no podía evitar nada de lo que sucedería estuviera presente o no, así que con todo y pesar en su corazón, se levantó y con aquella caja en manos, emprendió el camino hacia las mazmorras.
Cuando por fin llego hasta el sitio acordado, observó como las serpientes se habían reunido por fin y paso sin dar ni el menor saludo a un lado de ellos, mirando única y exclusivamente a Sven, al cual le hizo una seña a modo de saludo que fue muy poco duradera fue lo suficientemente larga para hacerle saber que estaba lista. Sin embargo, aquello no duró demasiado debido a que se percato de que traía a Aishling tomado de los hombros. [¿Qué está pasando aquí?] Se preguntó a si misma la sirvienta, pero sabiendo que no tendría ninguna respuesta simplemente pasó del tema y continuó su caminata hacia una barda cercana a ellos, donde dejó aquella caja de madera a un lado y se sentó a esperar su turno para escarmentar a los sirvientes.
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Post by Deleted on Oct 18, 2017 20:18:11 GMT
La quimera estaba con la mirada perdida hasta que Sven realizaba ese movimiento con Aishling lo cual hacía que en su campo de visión algo tuviese movimiento, por lo que ladeo la cabeza para verlos, no entendía del todo lo que estaba pasando; justo en eso se percata que ya están todos menos el Lord del castillo y Haru. No esperaba la presencia de los últimos mencionados pues fuese lo que fuese con Sven era suficiente para hacer llegar los comandos del jefe o a lo mejor estuviesen ocupados en otras cuestiones. Perdido en sus pensamientos es que escucha la puerta abrirse y era la amargada lung cargando algo entre manos, es entonces que Xhime comienza a sospechar que esto va ir por buen camino, ya que el ambiente era pesado y para nada calmado.
Sin embargo opta por mantenerse derecho sin que su rostro cambie mucho, hasta que de repente suelta un enorme estornudo: "AAAAAAAAAACHUUUUUUUUUUUUUUUU ..............ay ...perdón."
Procede a soltar una muy muy leve sonrisita por lo acontecido, para entonces volver a poner su cara de muerto en vida.
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Post by aishling on Oct 18, 2017 20:44:00 GMT
Se habia sorprendido a tal punto de temer por su propia seguridad ,no se habia imaginado algo como esto en ningun momento ademas el momento fue lo que mas lo confundio no eentendia en que situacion estaba el selkie pero el doloroso agarre sobre sus hombros lo hizo sentir demaciado incomodo y adolorido por las garras que se clavaban en el atrayendolo a la realidad ,jamas en su vida habia dejado que alguien tocara de su piel o mejir dicho abrigo sin su permiso haciendole sentir agoviado ,asustado y totalmente incomodo ya que era algo tan privado y suyo que cuando escucho la voz de sven cargada de tanta ira levanto su vista haciendo total caso en observar a sus compañeros y ver como la veterana llegaba al lugar con algo en manos ,tomo sus propias manos en una manera de autoconsuelo para calmar sus nervios por el momento dando leves caricias circulares sobre su piel tenia miedo ,algo hizo mal ?no entendia por la situacion hasta escuchar el estornudo de su compañero no parecio cortar la tencion del ambiente,queria preguntar que era lo que pasaba pero parecia que su voz no queria salir por el horror que bullia dentro de el aun estaba taladrando su mente que alguien estaba tocando su abrigo .
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Post by Ivka Lawson on Oct 19, 2017 13:50:00 GMT
Había un silencio en la habitación que únicamente provocaba que el ambiente se volviese pesado e incómodo. La voz del Fénix era una señal clara de inconformidad y decepción hacia ellos, y posiblemente , hacia sí mismo. El dracónico permanecía erguido en aquel pequeño punto que había decidido quedarse, sus ojos continuaban cerrados por mero capricho egoísta, no deseaba ver aquel semblante que le recalcaba su propia incompetencia tras haber fallado, por sencillo y pequeño que fuese el asunto, se sentía asqueado por su propio fallo. Tragó en seco mientras llevaba ambas manos detrás de su espalda, aparentemente calmado; esos pocos segundos le carcomian el alma, pues podía escuchar su respiración y el latir de su propio corazón, ligeramente desesperado por lo que acontecia en dichoso momento lúgubre. Sin más, su diestra comenzó a palpar su otra mano, rascando con cierta lentitud por culpa de aquel mal hábito que cargaba consigo. Un estornudo se hizo escuchar, uno que irrumpió con la calma del momento pero sin modificar siquiera la pesadez que cada serpiente llevaba encima, cada uno de los presentes restandole importancia pero provocando que la mayoría desviase su mirar a la situacion real; el joven aishling mostrando cierta incomodidad y temor ante el fuerte agarre del veterano, ambas sensaciones se veían reflejadas en su boca y el movimiento de sus manos, nervioso al respecto y sentenciado por la lúgubre voz del mayor.
El joven de piel pálida miró dicha situación con un semblante serio, hasta que pudo escuchar unos delicados pasos tras de ellos. Su sentido de la audición era agudo por culpa del pasado, debido a ello, podía darse una idea de quien eran dichos pasos, se había acostumbrado a escuchar el andar de cada serpiente por mera coincidencia y ansiedad. Pasos lentos y casi silenciosos. El dracónico miró de reojo sin girar su cabeza, se trataba de la Lung, quien portaba unos guantes blancos y una pequeña caja; cargando consigo misma un semblante ligeramente preocupado. Nadie cruzó palabras, todos parecían hablar con sólo su mirada. Miradas que bien podrían decir mucho más que sus propias voces casi inexistentes. Era de las pocas ocasiones en que los sirvientes se reunían fuera de trabajo, algunos lucían igual que siempre y otros simplemente parecían diferentes de aspecto. Había pasado tiempo desde la última vez que todos se tenian frente a frente. Era un poco lamentable que después de tanto tiempo, pese a residir en el mismo lugar, las serpientes se viesen en un momento tan "inimaginable".
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Post by Sven Velfast on Oct 23, 2017 0:16:26 GMT
La insolencia por parte de unos era merecedora de reprimenda- no obstante, no era necesario llevarlo a cabo. Al fin de cuentas, aquella reunión que se desenvolvía en las entrañas de las mazmorras eran justo para dicho propósito. La llegada de Haru fue el detonador para que, al fin, se llevara a cabo lo que debía hacerse, sin más espera o tardancias. Antes de mencionar palabra alguna, Sven desvió la mirada hacia la dragona, y calvó sus fríos ojos sobre los severos de la sirvienta, dejando un aire pesado y advirtiendo de que no se metiera en sus asuntos. Si pudiese compararse con algo, aquella mirada era el puro opuesto de la que le dedicó durante el castigo que recibieron por parte de su amo y Lord.
El fénix liberó una de sus manos del hombro del pequeño, el cual parecía nervioso y desconcertado por la situación. Llevó su palma a aquella superficie cubierta por tela negra, y la metió por debajo de la misma, rebuscando un implemento que se ocultaba de la vista. Al haberlo sujetado, sin mencionar palabra alguna, lo mostró ante los ojos de todos los presentes, dejando ver una fina y alargada espada corta, de empuñadura de plata y con el signo de las serpientes grabado en la base de la hoja. Permitió que todos lo miraran lo suficiente antes de retirar aquella tela y mostrar algunas otras de estas dagas colocadas a lo largo de dicha superficie, suficientes para que cada uno tuviera su propia.
-Lord Velfast ha exigido el castigo de todas y cada una de las serpientes.- mencionó con voz grave y certera, omitiendo detalles evidentes que todos habrían de suponer a estas alturas. -Por lo que hemos... he preparado varias opciones para ustedes.- sentenció en un tono que no parecía ofrecer nada bueno. El gesto del mayordomo se empuñaba más de lo normal, y sus palabras parecían ser escupidas entre dientes, detonando rabia en su expresión- algo atípico de su semblante neutral y hasta aburrido la mayor parte del tiempo.
-Les ofrezco renunciar a su puesto, y retirarse de este castillo y de la servidumbre de nuestro amo y señor, Lysander Velfast. Sin castigo, ni ningún tipo de incidencia física o psicológica.- dictaminó secamente. Dio unos segundos para que los sirvientes saborearan esa posibilidad y las posibles implicaciones consiguientes de ignorar esa propuesta, antes de proseguir -O demostrar su absoluta y rotunda lealtad a con nuestro Lord...- pausó. -con sangre.-
El mayordomo respiró profundo y llevó la cuchilla que sostenía ante los ojos de los presentes hacia el cuello de Aishling, presionando peligrosamente de manera que la piel del mismo apenas fue rasgada, permitiendo un hilillo de sangre correr tímido por la hoja de aquella arma. -Pero por supuesto, esa sangre será su elección. Primero tomarán una daga de esa mesa, y tendrán 15 segundos para decidir. Pueden apuñalar a Aishling, o cortarse una mano.- Ulgriff permitió un momento de silencio para que los contrarios digirieran lo que el acababa de decir. -¿Por qué algo tan cruel? quizás se cuestionan, pero al contrario, se les está dando opciones, mucho más de lo que siquiera otro ser se hubiera dignado en darles. Esto es una prueba de lealtad, nosotros al tomar este cargo decidimos entregar nuestra devoción y carne a nuestro Lord, y por ende, estamos sujetos a este tipo de situaciones. Inclusive la muerte, si ha de ser necesario.- explicó en un tono definitivo, sin cabida a cuestionamientos.
-De fallar en tomar una decisión, yo la tomare por ustedes. Tomen la daga, ahora.-
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Post by aishling on Oct 23, 2017 0:54:00 GMT
el panico se lo estaba devorando de un manera tan silenciosa que su cuerpo no paraba de temblar por si mismo por la presion de la situacion tanto física como psicológica lo estaba poniendo con los nervios de punta aun cuando la mano de este se encontraba sobre su piel pero eso empeoro mas su situación al ver la daga el cual el arcano mas antiguo mostraba a cada uno de los presentes comenzando a escuchar atentamente cada palabra dicha por este ,las preguntas inundaban su mente ¿que fue lo que habia hecho mal ? ¿por que su lord estaba tan enojado con ellos ?queria saber ya que no entendía para nada la situacion que el se habia metido pero las opciones que habia escuchado podria decir que la primera era tentadora pero eso le impediría volver a pasar rato con su amigo ivka ,queria hablar pero el terror lo inundo nuevamente al sentir el filo en su cuello,podia sentir algo calido recorrer su cuello de manera lenta y amena ,su respiracion comenzo a sentirse agitada y sus manos inquietas por el nerviosismo , podia escuchar la explicasion del castigo y el tiempo que daba para que respondieran , entendiendo las siun poco a cuales situaciones tendrian en un futuro pero lo que le habia tomado mas de sorpresa fue lo ultimo que habia dicho sven sobre tomar la situacion que involutariamente su cuerpo comenzo a temblar por si solo esperando cualquier cosa comenzo a cerrrar sus ojos con fuerza misma como un pequeño al terror de la oscuridad .
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Post by Deleted on Oct 23, 2017 5:34:19 GMT
Xhime piensa que esta es la decisión más sencilla de su vida, lo correcto era cortar su mano. No quería renunciar pues su orgullo no se lo permitía, pero como ex-inventor apreciaba mucho sus manos, por lo que piensa que su astucia podría sacarlo del conflicto moral sin problemas. A diferencia del resto de la serpientes, Xhime no había desarrollado ninguna clase de cariño por Aishling, ni podía verlo como un sempai (pues el selkie es mayor que él), éste siempre le había ignorado o mostrado desagrado hacía su persona, por lo que la respuesta brillaba ante él, en su mente.
En cuanto el ave da la orden, toma la daga rápidamente y sin chistar, coloca el filo sobre su muñeca, justo en frente de aishling, pues razonaba que apuñalarlo le provocaría que se le fuesen encima todos, luego pensamientos sobre lo poco que los otros mostraban de interés en él o como lo molestaban brotaban. Le acaricia el cabello a aishling, tal vez en forma indirecta de pedirle perdón.
Se inclina rápidamente, poniendo una mano en el suelo en pose de cuclillas y clava la daga entrando por el músculo de gemelo externo, cortando hasta el gemelo interno de manera horizontal. Sabía que esto no mataría a Aishling, pero una parte obscura de él le gritaba que girara la daga para lastimar más y cortar los músculos, pero otra parte le decía que si él estuviera en sus zapatos esto fuera lo que le gustaría, una herida que no provocase la muerte y no lo dejara lisiado para siempre.
Cuando hace la acción del apuñalamiento en la pierna, le dice en voz muy baja: "No es personal, esto son las serpientes de Velfast"
Saca la daga de Aishling y todavía se da el lujo de limpiarla con su pañuelo; se retira a su lugar sin soltar la daga, mirando al frente, conserva ahora un rostro muy serio, sus pupilas cambian a las de dragón y queda en espera de una nueva orden o castigo.
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Post by Deleted on Oct 23, 2017 21:40:09 GMT
Al sentir aquella gélida mirada supo instantáneamente lo que iba a suceder, el grado de dureza con la que aquellos pobres sirvientes iban a ser castigados a pesar de ser pura y completamente inocentes. Dentro de ella sabía que no podía detenerlo, que nisiquiera podría interferir sin que el otro veterano contase aquello como una traición hacia su lord y que inevitablemente afectara su reputación, pero el tan solo hecho de saber cual era el precio "a pagar" que había impuesto el fénix le hacía rogar internamente por que los pobres chiquillos aceptasen el renunciar y se fueran completos y a salvo, pero no... Aquello no era tan fácil, por algo es que los sirvientes estaban en aquel lúgubre lugar al servicio del ser más temido de Mirovia. Todos eran necesitados... Y sabía por experiencia propia a qué grado podía llegar alguien con tal de poder de satisfacer su necesidad.
Un hueco pareció abrirse en el estomago de la dragona, la cual sintiéndose incapaz de saber cual sería la decisión que tomarían sus compañeros simplemente pudo cerrar los ojos mientras que sujetaba con fuerza sus propias rodillas sobre su vestido, sintiendo como sus manos temblaban debido al temor que aquello le provocaba. ¿A qué consecuencias podrían llegar para poder subsistir? ¿Que tanto estaban dispuestos a dar por demostrar su lealtad?
Nisiquiera pudo imaginarlo cuando, sin advertencia, un grito desgarrador por parte del pobre selkie inundó las mazmorras causando que los prisioneros se alarmaran y algunos incluso comenzaran a golpear los barrotes de forma animal y descontrolada, causando que la sirvienta no pudiera evitar abrir los ojos y voltear hacia aquella sangrienta y despiadada escena donde el quimera cortaba sin culpa ni remordimiento la pierna del pequeño, lo que hizo que sus puños se cerraran temblorosamente pero con bastante fuerza.
- ¡YA BASTA! - Interrumpió por fin la ama de llaves mientras se levantaba rápidamente de su lugar e iba a quitarle de manera brusca la daga a Xhime, tomándola entre una de sus manos y lanzándola hacia una de las paredes, donde quedo clavada. - Es suficiente... - Dijo la mujer entre dientes, ocultando su mirada por debajo de su violeta cabellera al mismo tiempo que se acercaba hacia el pobre albino y lo arrancaba prácticamente de las garras de aquel alto y cruel hombre, para así ayudarlo con cuidado a avanzar hacia los demás empleados. No le importó si aquello le parecía justo o no a Sven, tampoco le importaba con qué severidad iba a ser castigada su insolencia. Simplemente era lo correcto. - Lleven a Aishling a su habitación de inmediato y cuiden de su herida. Estaré ahí en un momento. - Ordenó a los sirvientes, los cuales a su parecer tardaron demasiado en acatar las ordenes e hicieron que se desesperara aún más. - ¡¿NO ME OYERON?! ¡Fuera de aquí! - Gritó de manera estricta y firme antes de darles la espalda, para así poder avanzar y mirar al fénix a los ojos como era debido.
Aquella mirada estaba entre el repudio y el odio, todo lo contrario a como lo miró aquel día lejano en el festival. ¿De verdad había intentado salvar a un hombre así? ¿Había herido su propio ser por un tipo de persona como esa? ¿Tan lejos podía llegar su deseo por satisfacer a un ser que fácilmente podía reemplazarlo? Era asquerosamente inaceptable.
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Post by Ivka Lawson on Oct 23, 2017 23:33:34 GMT
Prestaba atención a cada mínimo detalle, las voces y las miradas que cada uno mostraba, aquellas dagas que únicamente dejaban en claro que serían utilizadas. Y sin más, la voz del fénix no tardó en provocar un eco en aquel lugar, cada palabra tan fría como ningún otra, dando indicaciones y explicando la penosa situación que bien pudo haberse evitado antes. Desvió su mirar a la empuñadura de plata, admirando los detalles de la misma a la par que escuchaba la primer opción que daba el fénix; renunciar. Trató de no sorprenderse ante aquellas palabras tan simples y llenas de vergüenza ¿Cómo era posible renunciar a algo así? ¿Dónde quedaría su honor y su lealtad? Era claro que si alguno renunciaba se llevaría consigo el peso de su falta de capacidad sobre la espalda. Llevó su mirar al rostro del fénix, poco expectante pero atento a la explicación que aún no cesaba. La indicación era sencilla; renunciar, apuñalar o amputar. Tres opciones bastante amables a su parecer, ciertamente estaba "agradecido" de que se les permitiese elegir, y la respuesta era obvia para algunos.
Quince segundos eran suficientes. Cinco fueron los necesarios para poder percibir el grito de dolor del selkie resonando fuertemente en las frías paredes, un grito que únicamente ponía alerta a las demás bestias. La sangre salió junto con la daga filosa, más sin embargo, no hubo reacción de su parte, permaneció calmado ante aquella escena. Prestó atención a la situación tan problemática, y por mero morbo a su curiosidad, desvió su mirar a las damas que estaban presentes también. La dulce Akane seguramente sufriría, ¿Cómo afrontar dicha situación?. Pero ... ¿La señorita Haru? Con calma llevó la pesadez de sus párpados a la dirección en que la Lung se hayaba sentada.
[...]
Su sorpresa había sido bastante al notar como la dama de cabellos púrpura mantenía sus ojos cerrados, y aquellas delicadas manos aferradas a sus rodillas, con bastante fuerza para no ver lo inevitable. Habían pasado ya dos segundos después de aquello, segundos en los que la Lung no pudo soportar los gritos del albino, quien sin dudarlo se levantó con determinación dejando ver lo molesta que estaba por lo que sucedía. Hizo una escena que a ojos de cualquiera podría ser "tierna", pero para el amphitere no lo era. Aunque ciertamente sentía algo de pena por el pequeño selkie.
Una orden fue impuesta por la mujer que parecía asqueada y molesta por la situación, quien gritó con euforia y desdén, deshaciendose de ellos como si no fueran nada. Ivka chasqueó la lengua mientras "acataba" aquella indicación forzada. Con lentitud se acercó con cuidado al cuerpo tendido del selkie, sujetó con total delicadeza la cabeza del menor, viendo como los cabellos blancos caían por entre sus dedos. Lo miró breves segundos, segundos que aún pasaban, segundos en los que Haru se había distraído. Los quince segundos estaban por terminarse.
"Perdóname..."
Fue lo único que le dijo al menor y sin dudarlo demasiado, alcanzó con su otra mano una de las dagas que el fénix había preparado, para poco después apuñalar al joven albino cerca de la herida que su compañero Xhime había hecho recién. Asegurándose de no causar daños mayores al cuerpo del otro, estaba acostumbrado a inflir heridas como esas, era normal que supiese donde herir sin provocar lo peor. Un grito salió de entre aquellos labios y algo en el interior del dracónico se quebró por completo. ¿Lo había traicionado? Él no lo sabía, pero poco a poco ese remordimiento se desvanecia conforme apegaba al menor a su cuerpo, alzandólo con cuidado para entregárselo a la Oni que aún debatía sobre que hacer y a quién prestar atención.
Lealtad o Moral.
- Señorita Akane, encarguese de él... por favor. - Le pidió a la mujer con total tranquilidad y con una voz baja, sintiendo la mirada pesada de la Lung encima suyo por haber desobedecido con total osadía. El dracónico se reincorporó como si nada hubiese ocurrido, como si la culpa no existiese para él. Con pasos lentos se aproximó a donde el fénix, dejando caer lentamente la daga con sangre cerca de la superficie en que aún reposaba una más, limpia y reluciente.
- ¿Cómo no oírla con semejantes gritos?...- Cuestionó a la dragona con una voz seca y la mirada fría, la cual estaba clavada en el rostro de la fémina sin rastro de culpabilidad, sus manos lentamente rebuscaban entre sus bolsillos un pañuelo para limpiarse. - ¿Por qué debería acatar órdenes de alguien que se doblega a la fragilidad de las emociones humanas? - Comentó una vez que había terminado de limpiar sus manos, regresando aquel pañuelo a su bolsillo. Soltó un suspiro con cierta pesadez mientras llevaba una de sus manos detrás de la espalda y la otra sobre su pecho, "gentil". - Se nos brindó la opción de elegir y era claro que hacer, "lo correcto" hubiese sido amputarse la mano, pero claramente hubiese sido un problema más adelante. No me hubiese gustado ser un estorbo por la falta de una extremidad, pensé para el futuro y para mí mismo, es egoísta pero la vida es así. Lo más factible era la única opción que sobraba, y claramente renunciar no estaba entre ellas. - Le explicó a la mujer con cierta osadía a la par que agachaba ligeramente su cabeza. Serio y ligeramente molesto.
- No sea hipócrita señorita Haru, juramos lealtad a nuestro Lord Velfast, nada está por encima de él. Somos animales agraciados con un poco de raciocinio, y nuestra lealtad le fue jurada a él únicamente, no somos como los humanos aunque lo parezcamos, cosas como la moralidad y las emociones no van con los animales como nosotros. Además...- Inquirió sereno, y sin dudar, levantó el rostro para hablar civilizadamente. - ...¿Recuerda a aquellas bestias?...- Las señaló con su mirada, apartandola por un momento para después regresar al tema. -... ¿Qué las diferencia del joven Aishling?... ¿Además de su apariencia?...
La pregunta detonante salió de sus labios como si de una disputa se tratase, pero no era el caso, únicamente quería dar su opinión después de tanto tiempo de silencio. - Ambos son entes con vida, pero con una situación mental diferente, su edad no importa; mayores o menores... ¿Hay diferencia? Alguna vez fueron arcanos, usted lo sabe perfectamente, inclusive ahora aún lo son. Y aquel día nos deshicimos de ellos como si de basura se tratase. ¿Qué hace especial al Joven Aishling?; ¿Qué es joven?, ¿Qué trabaja como nosotros?... ¿Qué se encariñó con él? - Hizo una breve pausa para después llevar ambas manos detrás de su espalda, soltando un suspiro leve. - No quiero faltarle al respeto, únicamente estoy diciendo la verdad, una verdad "manipulada" pero con sentido... ¿O me equivoco?...
Fue lo último que dijo, y sin más guardó silencio para permitir que alguno de los presentes actuase como le pareciera correcto.
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