Zaniah Neshmet
Los Invictos
Vive como si tu libertad dependiera de ello
Posts: 467
|
Post by Zaniah Neshmet on Oct 23, 2017 2:23:26 GMT
El cielo de Reapergate siempre le remontó a Zaniah días tan lejanos, que a veces pensaba que era la verdadera razón por la que le gustaba tanto ese lugar. Todo era tan silencioso, tan oscuro, tan cruel que parecía que toda la verdad del mundo se ocultaba a través de los muros de piedra que consolidaban los hogares y las tiendas. La mujer portaba una capa que le cubría la cabellera de fuego, la cual se extendía tan solo hasta sus muslos, de un color morado oscuro, la acompañaban esta vez un vestido que llegaba a sus rodillas, de cuello alto negro y manga larga, con sus mallas negras y las botas de tacón bajo que siempre utilizaba, solo que esta vez, de tonalidades grises, combinando con el vestido color violeta pastel, para combinar con la oscuridad del lugar. No había ninguna razón para utilizar dicha vestimenta, más que para su presencia en el castillo Velfast, el cual, casi se había convertido en una segunda casa a pesar de los percances y la inseguridad que se inhalaban en las hermosas pero misteriosas paredes del castillo.
El sonido del tacón resonaba con eco por los callejones de Reapergate, mientras los dedos cernidos dentro del guante negro con bordados plateados, acariciaban con suma precaución el mango de la espada, esperando cualquier movimiento. Zaniah se detuvo cuando salió del callejón, y miró hacia atrás, donde la penumbra susurraba acontecimientos que solo ella y el callejón conocían, y entonces la arcana recordó la última vez que había pasado por uno. Una daga en medio de la oscuridad, un par de ojos conocidos, una velada que jamás olvidaría a pesar de los regaños de su mente y la noche en la que todo a su alrededor había cambiado. Desvió su mirada hacia un charco de agua en el suelo justo en el borde de la calle y la banqueta, sus ojos bicolor le regresaban una mirada que ella misma, durante algunos segundos no pudo reconocer, cerró los ojos, respirando profundo y levantó la mirada, dirigiéndola hacia la ciudad extraña y reconfortantemente vacía.
Había cosas más importantes en juego en ese momento. Como el libro que acababan de robar de la biblioteca de Lysander Velfast, Zaniah miró la semilla que portaba en su mano, de esas que Denard le había regalado con un propósito en específico. Ella misma había llegado a hurtar una vez la biblioteca, para sacar un extraño libro de mecanismos de aquellos que parecían venir de los rincones más hermosos de Aqualia, pero al menos había dejado una copia exacta. El ladrón había robado sin dejar huella, pero sin dejar alguna muestra de su inocencia. Además, no era cualquier libro, no era un pergamino, ni una carta, ni siquiera un libro de mecanismos, si no, un libro de magia negra. La arconte acomodó la semilla arriba de su pulgar, y como si fuera una moneda, lo lanzó al aire, atrapándolo antes de que cayera en su mano de nuevo, como si así, pudiera revelar la suerte o el infortunio que le esperarían. El dolor de la excitación creció en su pecho. No había por qué esperar.
No era necesario preguntarse para qué querría el ladrón el libro, podría venderlo por un alto precio en el mercado negro, o cosas peores, para su propio conocimiento. Zaniah se dio la media vuelta, olisqueando el olor a cenizas e incienso de los primeros puestos del mercado negro, tan recónditos, que podían hacerse pasar por hogares comunes, a pesar de que medio Mirovia conocía su paradero. Acomodó con cuidado la capucha, cubriendo su rostro para que se perdiera en la oscuridad y dirigió sus pasos directo a la boca del lobo.
|
|
Deleted
Deleted Member
Posts: 0
|
Post by Deleted on Nov 17, 2017 4:00:31 GMT
Sacudiendo los hombros, un estremecimiento recorrió la espina del unicornio.
Los mejores tratos se hacían durante la noche y también los peores errores. Estrechando los ojos negros, la oscuridad golpeaba sobre su nariz mientras avanzaba por las calles. Despidiéndose de su trabajo, dejaba atrás los vestigios de su penosa aventura como detective, cierto es que no le importaban tanto los asuntos ajenos como para completar su formación de héroe ni el reconocimiento y la aceptación de nadie. Tenía suficiente dentro como para preocuparse por el resto de arcanos, como volver a visitar el mar y cerrar los círculos de su pasado. Era el escriba de la inmortalidad, entre los libros y pergaminos terminaría el ultimo ciclo de su vida. Últimamente avanzaba a ojos cerrados, diezmando la debilidad de su perdida, recurría al olfato y al oído para compensar.
Un giro para esquivar una serie de barriles, tres pasos a la derecha o se llevaría consigo el letrero de la posada, claro esta si podía mover el muro donde colgaba. Apartando el cabello, su cuerno iridiscente, rezumando con energía, brillaba oscuro, resonando con el magnetismo de la tierra y de cada ser vivo, como un radar. Era esa la forma verdadera en la que se desplazaba su yo natural en los asares del espacio y el tiempo mientras rumiaba la energía del sol.
Eerie era un bailarín bastante bueno en su piel de hombre, como unicornio era formidable. Igual que los antílopes, sin embargo en Reapergate, andar con su verdadera forma era un suicidio. Escuchando, detuvo el tren de sus pensamientos al escuchar el golpeteo de unos tacos contra las baldosas. Un poco más y se encontrarían, de frente. Un obstáculo vivo era mucho más difícil que uno inanimado. Pero el aroma suave y fresco que inundo sus fosas nasales le indicaron que este no era necesariamente uno molesto.
Arqueando hacia un lado su boca, escondió lo que llevaba entre manos en su capa, era algo que especialmente a la arconte roja no iba a mostrarle nunca. En su lugar, carraspeando, su voz de tenor corto de golpe el andar de la chica.
—Pequeña Lotte, no es este tu camino, deberás dar vuelta atrás, a donde los duendes y los dulces...—Masculló observandola con un ojo desde la oscuridad.
|
|
Zaniah Neshmet
Los Invictos
Vive como si tu libertad dependiera de ello
Posts: 467
|
Post by Zaniah Neshmet on Nov 17, 2017 22:29:51 GMT
Se detuvo tan solo unos momentos para guardar la semilla dentro de uno de los bolsillos escondidos en su vestido, pues tenía la ligera corazonada de que lo necesitaría después. Pero aquellos segundos fueron suficientes para que el estremecimiento de su cuerpo al sentir otro cerca pronto se hizo presente, Zaniah mantuvo la mirada gacha, evitando que el extraño la mirase, tan solo esperando a que siguiera su camino. Aun así, los dedos se movieron impacientes contra el mango de la espada, a pesar de que casi no era capaz de utilizarla debido a los hechos recientes, era mejor así.
Toda la impaciencia se esfumó al escuchar aquella voz aterciopelada y al oler aquel aroma de cigarro de el pálido.
―Aún si lo hiciera, aquel lugar que usted me dice, no existe, y si llegara a existir, sería mucho más peligroso que el mismo Reapergate ―Zaniah levantó la mirada ante el unicornio, quitando la capucha de su cabeza hasta que la tela rozó sus hombros, dejando mostrar el cabello anaranjado y los ojos bicolor que brillaban bajo la oscuridad de la calle. ―Solo me estaría mandando a dar vueltas para siempre, o posiblemente llegaría a una cabaña de mala muerte donde una bruja que come carne arcana me esperaría tras la puerta.
La mujer sonrió, a pesar de todas las cosas que sucedían cuando el unicornio y la arconte estaban juntos, siempre estaba feliz de verlo. ―¿Qué te trae por aquí? ―Volvió a ponerse la capucha, tomando con sus dedos el cuello de la camisa y subirlo hasta que cubrieron una línea de su cuello de color marrón oscuro, señales de quemadura con un objeto largo. ―¿Vienes a buscar más concubinas con cuchillo en mano en callejones, o estás aquí por negocios?
|
|
Deleted
Deleted Member
Posts: 0
|
Post by Deleted on Nov 17, 2017 23:25:57 GMT
Eerie meditó la respuesta con seriedad, pellizcándose el labio inferior entre el pulgar y el indice. —Tss~... peligroso, será sólo por su visita, pequeña mía, todo lo que tiene contacto con usted, se vuelve peligroso. Soy la prueba viviente de ello y el abanico de sus consecuencias.— Relamiéndose el labio inferior, pensando que tal vez dijo un poco de más. Salio a su encuentro, con el abrigo ondeando alrededor de sus muslos. La escasa luz tiritaba las sombras a su alrededor. Su mirada evaluó el estado en el que ella se encontraba, quedando satisfecho. —Despreocupase, sé por experiencia que las chiquillas pelirrojas son un poco demasiado agrias para una bruja de cuento promedio. No la devoraría, temó más por la bruja.
Le devolvió el gesto párpadeando su ojo oscuro hacia ella y luego a la noche, recordando el lugar donde estaban, se hundió de hombros ante su pregunta pero no contesto de inmediato.
—Eso parece ser el caso, si no fuera porque me has cogido el gusto, esos dedos no se habrían nunca relajado sobre el mango del acero.—Fingió estremecerse, repasando el cuerpo envuelto con la mirada como si el poder de ver tras las prendas, siempre fuera un don natural posible para el pelinegro.
—No, estoy en medio de la elaboración de un obsequio. Sólo vine a recoger material para mi buena disposición.
Acto seguido, sus facciones se volvieron serías mientras volvió a plantarse frente a la arconte. —Realmente, reaalmente—Arrastró la palabra gutural—No quiero saber de lo que te trae aquí, porque puedo hacerme a la idea de que será algo peor que una concubina caprichosa y una cicatriz en mis bolas. Tanteándose la frente el cuerno pico.
—¿Qué es ahora?, porque esas ropas tuyas no son para apalear la mierda de los establos, querida Roja.
Zaniah, Zaniah, Zaniah, no había hecho nada todavía, pero pensaba que por añadidura merecía azotarle el trasero un par de veces antes de iniciar aquello, para hacer justicia por lo que vendría.
|
|
Zaniah Neshmet
Los Invictos
Vive como si tu libertad dependiera de ello
Posts: 467
|
Post by Zaniah Neshmet on Nov 18, 2017 1:23:16 GMT
La risa gutural de la arconte pronto se hizo presente entre la conversación, y al final, carraspeando un poco, acomodó el cinturón lleno de artilugios, el cual, extrañamente, últimamente lo sentía un poco más ligero. ―Pregúntale al recipiente de vidrio donde están mis uñas y mi muela, y dime si he aprendido la lección de las consecuencias ―Zaniah le sonrió antes de comenzar a caminar, pues bien sabía el unicornio que la respuesta sería que no. Solo que de ahora en adelante tendría un poco de más cuidado de donde caminaba.
Zaniah tan solo soltó una pequeña risa ahogada mientras seguía guiando sus pies por el camino hacia el mercado negro. ―Si el cabello de las Sortilegas no fuera tan fuerte para las pociones, entonces no tendrían nada que temer… ―Lo volteó a ver con el rostro tan serio como esas esculturas pegadas a los muros de las iglesias de la ciudadela, aquellas con tintes barrocos, envueltos en miles de decoraciones, todas con rostros tranquilos, intentando ocultar más de lo que sentían de su alrededor. ―Aún si te conociera y no te agarrara el gusto, querido Eerie, sé que una espada no bastaría contigo… ―Le comentó mientras observaba su gabardina, pensando en las droges y demás utensilios que portaba consigo.
Antes de que la arconte siquiera pudiera preguntarle acerca del obsequio, se detuvo de pronto al sentir al unicornio detenerse en frente de ella. Plantó las manos sobre su pecho para no chocar de pronto contra él, y se alejó dos pasos mirándolo a los ojos, a pesar de que aquello le costara trabajo, pues el ojo faltante y la cicatriz que portaba el unicornio apuñalaban de cierta manera a la arconte. El sentimiento de culpa podía ser muy poderoso.
Dudó por algunos segundos en contarle la verdadera intención de esa noche, miró hacia atrás y hacia los lados, estando segura de que no había miradas u oídos curiosos lo suficientemente cerca como para escucharla. Zaniah rodeó al pálido y continuó con su camino, bajando un poco más la voz para que solo el unicornio pudiera escucharla.
―Algún arcano, no sé si decir lo suficientemente tonto o listo entró a la biblioteca de Velfast y robó un libro algo preciado para el Lord―Decidió omitir el hecho de que era uno de magia negra por ahora. ―Iré al mercado negro para descartar el hecho de que lo haya vendido al mejor postor ―Zaniah frunció el ceño, pensando cómo es que aquel ser había logrado adentrarse al castillo sin ser notado por las serpientes o el mismo Lysander, ¿Había usado acaso magia para lograr aquello? ¿Cómo conocía el castillo? La idea de que una de las serpientes lo había ayudado cruzó su mente también, pero luego negó con la cabeza, no serían tan estúpidos.
|
|
Deleted
Deleted Member
Posts: 0
|
Post by Deleted on Nov 20, 2017 20:32:12 GMT
"Mi nombre es Eerie, se pronuncia "Iri", y soy muy apuesto. Soy débil cuando se me pide algo. Y tengo momentos graves de estupidez en ocasiones...
Como esta."
El monologo o la recriminación iba a la par de la información que desgranaba la pelirroja, mirándola por el rabillo del ojo una vez que pasaron las bromas y bravuconerías. Se quedo escuchando con la boca apretada en una linea pálida sin que ningún rastro de emoción se escurriera a su rostro, concentrándose en la huella de calor que dejaron las palmas ajenas en sus prendas. Formando una sonrisa suave al notar que ella todavía tenía problemas en digerir lo ocurrido con su ojo tiempo atrás. Supuso que era lo malo con las especies que no tenían un origen animal, se aferraban con fuerza a los eventos innecesarios, entre más compartían con el humano, más similar era su alma y su mente. Lo mismo iba con aquella misión que escuchaba.
Esta vez frunció el ceño mientras ella terminaba de contar lo que le apetecía. Cierto es que hubiera preferido no saberlo, igual la habría ayudado siendo ignorante de su propósito sin embargo, el enterarse, construía en él un malestar en el fondo de su estómago que no terminaría por desaparecer. Seguramente el estremecimiento que le recorrió en un principio no era más que un sobre aviso de lo que vendría.
—Uñas, muelas, robo, peces gordos...el mercado negro y pociones.—Su voz de tenor recito la lista, mientras la espiaba de vez en cuando, avanzando un par de pasos atrás. —A ti realmente te gusta la atención, Roja. Sacrificas demasiado y a veces me temo que no es para nada más que matar el aburrimiento.
Agregó criptico y cansado, enfadándose y perdiendo todo rastro de ira en un santiamén. Quedado vació e indiferente de nuevo. A veces era una ventaja que se rindiera a los acontecimientos de forma tan rápida, le evitaba peleas y sin sabores, sin embargo también le privaba de relaciones estables.
La persona en la que más confiaba lo llevaba al mercad negro a buscar a un ladrón, lo suficiente loco como para no importarle los mandos y sus consecuencias. Ella tanteaba su afecto, pero ¿ella acaso pensaba en el que sentía por él?. Sacudiendo la cabeza busco entre su capa un pitillo para deslizarlo a sus labios y encenderlo. "Eres demasiado bueno, Eerie", se susurró mordaz, a broma como una recriminación mental. —Si me cuentas esto, asumiré que estaré hundido hasta los codos, pronto...así que, deberás decirme lo que escuchaste, de los testigos. ¿Quien fue el último que vio el libro?, ¿quienes tienen acceso al objeto?, ¿quienes podrían haberlo robado? — Apartando el cabello del rostro una vez más, un segundo corazón latía en el cuerno del chi-lin.
—Esta es mi área querida roja, y no voy a lanzarme a la nada para repartir y-mucho más probable, todavía- recibir puñetazos. Dinero y las personas adecuadas. Estrechando las miras hacia los lienzos que colgaban entre los puestos, su mirada viajo a los callejones.
—Hay mejores formas de saberlo que yendo a por los traficantes. Preguntemos a quienes reciben lo peor del mundo y lo mantienen a salvo de actos de violencia sin sentido.
Levantando el mentón cabeceó a un callejón oscuro.—Incluso si no me cuentas lo que he preguntado piénsalo y úsalo. He ahí la mejor red de información de la tierra. Hablaremos con las prostitutas.
|
|
Zaniah Neshmet
Los Invictos
Vive como si tu libertad dependiera de ello
Posts: 467
|
Post by Zaniah Neshmet on Nov 20, 2017 23:13:31 GMT
Se mantuvo con la mirada en alto y las palabras escondidas. ―No todo lo que hago es por el hecho de no quedarme en cama leyendo un libro, Eerie ―En sus palabras hubo un poco de más acidez que de costumbre, aunque no lo suficiente como para demostrar causas que no quería revelar. Zaniah aclaró la garganta, deteniéndose en medio de la calle para mirar al unicornio con una sonrisa ladina.
―Bueno, hundirte o no, será tu decisión ―Se excusó, levantando ambas palmas cubiertas por el cuero negro de los guantes. Zaniah se acercó un poco más al pálido, para evitar que una que otra mirada curiosa no viera más que una simple pareja de arcanos que caminaban por Reapergate en la noche. ―El libro pertenece a Lysander Velfast, no creo que ninguno de los sirvientes haya tenido acceso a él, o por lo menos no de manera tan libre, hay ciertos lugares donde uno puede entrar y otros donde no, los lugares prohibidos están cuidados por las serpientes, o si es el caso, por el mismo Velfast. ―Zaniah acomodó los dedos alrededor de su barbilla mientras pensaba.
Las palabras del unicornio hicieron detener por completo los pasos de la arconte, se viró hacia él, estrechando los ojos hacia el callejón oscuro. Hablar con las prostitutas nunca le pareció el camino más viable, pero en cierta medida el arcano tenía razón, las cortesanas sabían más de lo que se observaba a simple vista, ellas andaban por toda la ciudad, tenían fama de sobornar con los placeres carnales a cambio de una jugosa recompensa; Información. No había mejor mapa de la ciudad que una de ellas, a pesar de que el ambiente a Zaniah no le gustara en absoluto. Observó el camino hacia el mercado negro, pensando que la salida hacia los cuernos del toro sería la más sencilla sin preámbulos, pero… el dobles de las prendas contra su mancillada piel le hizo pensar en otros caminos menos peligrosos en esa noche, pues no estaba segura de poder huir o luchar en aquellas condiciones. La mujer, aún con pasos dudosos, al final siguió a Eerie hacia uno de los pasillos más oscuros de todo Reapergate.
Distrayéndose un poco de la decisión que acababa de tomar, siguió respondiendo las preguntas del arcano.
―Debió ser alguien que conocía el terreno donde se metía, un bandolero común y corriente hubiera hurtado cosas de valor monetario fáciles de vender, cuadros de pintura, alhajas, utensilios de cristal, alfombras, manteles. ―Conforme avanzaban al callejón, el olor penetrante a perfume pronto se hizo presente, no estaban lejos. ―También conocer el castillo, definitivamente fue un robo planeado, es difícil de creer que una de las serpientes fue quien les ayudó a robárselo, pero quizás es lo más viable
¿Quién más conocía tan bien los pasillos del castillo? Los sirvientes, ellos tenían ojos y oídos por todas partes, y a pesar de que el castillo siempre andaba en un completo silencio, las serpientes sabían a la perfección cuando alguien se encontraba en lugares prohibidos, lo aprendió de la vez que entró a las mazmorras y la velocidad con la que los sirvientes llegaron al encuentro del quimera a pesar de los metros que separaban dicho lugar con los bellos pasillos del castillo. Entonces, ¿Cómo? ¿Cómo había logrado pasar inadvertido el ladrón sin que nadie lo viera? Tuvo que ser por lo menos adentrada la noche, pero ¿Cuándo?
Pensó en todos los sirvientes que conocía hasta el momento; Ivka, Aishling, Akane, Xhime… a su mente también vino los nombres de las cabecillas de las serpientes; Sven y Haru. ¿Alguno de ellos había tenido el descaro de planear un robo tan importante sabiendo las consecuencias, o por lo menos habían sido partícipes? Zaniah decidió alejar sus pensamientos de unos simples pedazos de suposiciones, pues bien se sabía que no se podía armar un rompecabezas sin todas las piezas de éste.
El ambiente pronto se volvió más pesado conforme ambos caminaban por el callejón, Zaniah tanteó su lengua en pequeños chasquidos simpáticos y sintió el sabor de la tierra bajo sus pies, de la humedad de las paredes y del alcohol que en ocasiones golpeaba su nariz. Sin embargo, mantuvo la mirada en alto y un rostro frío.
|
|
Deleted
Deleted Member
Posts: 0
|
Post by Deleted on Dec 6, 2017 8:53:04 GMT
—Claro que no, no tienes tanto dinero.—Eerie se hundió de hombros cínico, exhibiendo la sonrisa torcida que lo caracterizada y ampliándola hasta volverla una sonrisa de niño, casi inocente por la de ella.
Y hundiendo el cuello en el abrigo, deslizo un pitillo a su boca, dándole la vuelta antes de encenderlo mientras la escuchaba con el rostro pétreo hacia las sombras y sobre el caprichoso escote del vestido que dejaba entrever la piel pálida y pecosa.
Despegando la mirada, rumio la información en silencio con el rostro envuelto en el humo blanco que le alejaba del frío y el estupor que le rodeaba desde el viaje al bosque de los susurros. Pero eso era un secreto que mantendría para la pelirroja indefinidamente. —Piensas demasiado como humano.—Arrugó el entrecejo, examinándola desde arriba, una vez más. Algo más que su nuevo, y menos aniñado, estilo de prendas, había cambiado en la arconte, la parte fácil era ir directo con el bicho rubio, la parte difícil es que sería un encuentro lleno de heridas.
"Para más tarde". Se prometió.
Avanzando hacia la oscuridad. Dejó salir el humo por una de sus comisuras.— ¿Es realmente importante aquello para los arcanos?, un bandolero humano común desde luego buscaría el dinero, sin embargo...que un arcano lo haga.—Sacudiendo la cabeza paro el tren de pensamientos. Le gustaba creer que los seres que compartían rasgos con él trascendían por mucho a la raza humana, sin embargo, bien podría no ser así. Podían ser débiles por las nimiedades, podían ser estúpidos...podían ser humanos, si lucían como uno. Sacudiendo la cabeza volvió al tema, abofeteado por el olor de la orina y la suciedad que escurría entre las baldosas en medio de los callejones.
El estremecimiento de la simpatía a su lado hizo que su estómago quemara. Y girándose miro con hielo en los ojos a la pelirroja que se encontraba a su lado. Una vez más usaba aquello de forma tonta e ignorante. A punto de abrir la boca para censurar el desgaste energético se volvió al sentir la presencia de alguien más.
Escuchando el sonido agudo de la enfermedad y la fiebre en el pecho de una chiquilla demasiado joven para llevar esa clase de vida. —¿Quiere pasar un buen rato, señor? El sudor perlado y la mirada desenfocada la hacían ver atractiva, pero el unicornio empujo fácilmente la mordedura de la lujuria. En su lugar la miro a los ojos y le hablo como se arrulla a los niños pequeños.
—Buscamos oídos, dulzura...¿alguien jactándose de alguna hazaña en particular...un robo, tal vez?— gesticuló con suavidad, de lado y con calma, esperando.
La chica no dijo gran cosa, salvo que en Reapergate, era común todo aquello y no había demasiada información sobre el castillo y sus habitantes. Podía hablar sobre el resto de la ciudad oscura pero nadie murmuraba demasiado de la construcción y sus inquilinos. Por lo que aquello no fue demasiado útil más allá de saber donde podrías contratar un mercenario barato, o comprar miembros decrépitos de otros arcanos. Dejando unas monedas en las palmas de la pequeña chica se giro hacia la arconte.
—Será tu turno, si mis medios se limitan a los alrededores, deberás empujarte al principio del problema. Donde todo comenzó, Roja.— Si Zaniah sabía todo aquello es porque podía entrar, él no iba a seguirle, ni siquiera por toda la magia del mundo. Pero aguardaría por ella y le mostraría el verdadero uso que los humanos daban a la simpatía.
|
|
|
Post by Guardián de Mirovia on Dec 6, 2017 23:43:58 GMT
|
|
Zaniah Neshmet
Los Invictos
Vive como si tu libertad dependiera de ello
Posts: 467
|
Post by Zaniah Neshmet on Dec 7, 2017 1:54:33 GMT
Zaniah ignoró alguna de las palabras cínicas del unicornio, siguiendo la caminata como si aquello que nombraba o señalaba el arcano le era indiferente.
―Es cierto ―Aceptó la mujer al final, observando los asquerosos muros del lugar ―Definitivamente no es por algo tan burdo como el dinero ―La mujer pensó un momento, pensando en ciertos aspectos de sí misma que tuvieran algo que ver con el caso ―El conocimiento es una riqueza mucho mayor que pedazos de oro ―Comentó por lo bajo mientras observaba y analizaba, sacando aquellas palabras casi por mero reflejo. Al sentir la mirada helada del unicornio sobre ella, la mujer se detuvo en seguir susurrando palabras simpáticas, mirándolo con el rabillo del ojo, como un niño que acababa de se regañado. No dijo nada, más sus acciones siempre demostraban más que mil palabras.
Cuando al fin llegaron al lugar, Zaniah observó a la muchachita, quizás más joven que ella, le dirigió una mirada que más que acusadora, daba la sensación de lástima. No le gustaba el ambiente, sin embargo, se mantuvo en un perfil neutral mientras escuchaba a la mujer, y tal fue su decepción de que sus palabras no fueran de utilidad, que la mujer resopló, mirando a otro lado, mientras su cuerpo le obligaba a abandonar ese lugar en cuanto antes. Sabía que una prostituta no sabría más allá de las calles donde tenía el conocimiento de moverse, y menos alguien tan perdida como ella. Zaniah no dijo nada, tan solo comenzó a alejarse de aquel lugar tan rápido como había llegado.
La arconte negó con la cabeza, para después dirigir su mirada hacia el otro extremo de la calle.
―En lo que encuentro los pasillos correctos perderemos tiempo, además de buscar cosas innecesarias, pues ya he revisado la biblioteca, además… ―Zaniah comenzó a caminar en una dirección contraria al castillo ―No creo que las serpientes me den información importante, no lo harían ni porque estoy buscando el libro para Velfast, no desde que me adentré a lugares sin permiso ―Reconoció la arconte encogiéndose de hombros ―Siempre podemos buscar otras opciones, y no conozco otra opción más que las paredes que esconden más de lo que dicen.
A pesar de la mirada de reproche o regaño que el arcano podía dedicarle, la mujer le sonrió ―No te preocupes ―Dijo antes de que el hombre pudiera contradecirla ―Conozco a alguien que no buscará quitarnos extremidades, quizás un poco de dinero sí, pero no es a alguien adicto al dinero al que buscamos ―Zaniah se acomodó la capucha que cubría el cabello de fuego y caminó hacia el mercado negro.
|
|
Deleted
Deleted Member
Posts: 0
|
Post by Deleted on Dec 11, 2017 5:46:02 GMT
—Falso, pero a la mayoría le gusta pensar que es así.—Con las manos ocupadas en registrar los ya familiares bolsillos de su túnica el unicornio la escucho con atención a medias, satisfecho con que ella dejara de usar la energía de aquella manera. Ese era el problema con los arcontes que habían convivido demasiado con los humanos. Zaniah tenía la peor parte de ello y sospechaba que ese ladrón que buscaban también.
No tenía mucho que agregar más allá de un par de cabeceadas sobre las serpientes. No conocía a nadie con el apelativo ni si era una organización o una especie de tribu. Mientras no afectarán directamente sus interés él unicornio prefería pasar inadvertido y lejos de los grupos. Si el grupo era tan conflictivo como decía la pelirroja, jamás se relacionaría con ellos. No era tan amante del maltrato ni la lambisconería como para soportar ninguna clase de censura o situación ostentosa.
—No iba a decir nada.—Una sonrisa de gato chesire se deslizo en sus labios mientras la seguía mucho más despreocupado de lo que ella aparentaba. —Tu solo te relacionas con personas peligrosas, me hace pensar en el mago del bosque de la última vez. Arqueando las cejas negro cuervo la siguió, conciliándose con la idea de que podía abandonarla si quería, podía dejarla ahí y que consiguiera a alguien más si las cosas se volvían demasiado tediosas.
Escaparía sin duda, seguramente ella seguiría con vida y había muchos otros dispuestos a socorrerla mucho más capaces. Su humor no era bueno y el estado de vulnerabilidad física que ahora poseía no hacia más que empeorarlo. Gracias a los dioses que los libros eran escasos en el mundo, y quien podía leerlos se resumían a monjes y eruditos, muchos arcanos seguramente apenas y podrían escribir su nombre, la escritura y la lectura pertenecían a la idea pudiente humana y no era compartida por esferas inferiores o ajenas a ellos.
—Terminemos con esto, Roja. Estos son dominios más tuyos que mios, yo te seguiré.
|
|
Zaniah Neshmet
Los Invictos
Vive como si tu libertad dependiera de ello
Posts: 467
|
Post by Zaniah Neshmet on Dec 11, 2017 18:53:15 GMT
―El mago del bosque fue el peligro por debajo de lo menor que tuvimos esa noche ―Zaniah lo miró arqueando una ceja, pero con los labios en una fina línea ―No tenía relación con nadie en esa tienda, simplemente fue mala suerte ―La mujer se encogió de hombros, restándole importancia al asunto, aunque, con el recuerdo en sus pensamientos del enfrentamiento en la posada.
Le dirigió una última mirada antes de continuar su camino, con los labios sellados, y el semblante serio, fruncía el ceño de vez en cuando cuándo sentía que el vestido rozaba partes sensibles de su piel, tomó el borde de el cuello del vestido y lo subió. Volteando a ver de vez en cuando a los lados, la calle estaba extrañamente vacía.
Pronto llegaron a un edificio que contrastaba con los edificios góticos, pues este era un poco más cuadrado y menos estilizado, como si buscara comunicar que odiaba aquella estructura pagana que lo rodeaba. Las paredes de piedra negra se levantaban bajo pilares en forma de gota más fuertes de lo que aparentaban, una enorme puerta de madera se mostró ante ellos, donde una puerta más pequeña en la parte derecha estaba ligeramente abierta, para dar a entender de que se podía entrar, pero para evitar dejar que se filtrara el viento gélido que a veces podía presentarse.
Zaniah empujó suavemente la puerta de madera, haciendo rechinarla ligeramente, el eco de sus pasos se extendió por todo el edificio, perdiéndose entre los estantes de madera repletos de libros, pergaminos, cajas y una que otra botella con un líquido desconocido.
La biblioteca de piedra negra no era el edificio más grande de Reapergate, pero contenía tantas cosas a las que nadie les ponía atención, tan antiguas y olvidadas, que Zaniah tomaba aquel lugar como un recinto secreto, y alejado de las miradas al ser un punto simple en la ciudad. La arconte se volteó un momento, esperando a que Eerie se uniera a su camino, y continuó los pasos por la biblioteca. Era silenciosa, sumamente silenciosa, tan solo acompañada por las velas y quinqués prendidos a metros de distancia de los estantes para evitar cualquier accidente. Ambos siguieron caminando hasta que se toparon con un escritorio en forma de media luna, hecho de madera pura.
La mujer se acercó un poco, haciendo sonar una pequeña campanita que reposaba con tranquilidad sobre el mueble.
Un momento de silencio.
Y con lentitud, se escucharon un par de pasos acercarse a ellos desde atrás.
Un hombre de barba larga de color blanco, acompañado de un turbante que le cubría la escases de cabello, se acercó a ellos, tenía una toga que rosaba el suelo de color morado oscuro con tintes rosa pálido y rojos, el hombre sería casi del tamaño del unicornio si no fuera por la corvadura de su espina dorsal. Aún así, el arcano se movía con facilidad, escondiendo bastante bien los años que traía encima.
―lailah taíibah, queridos ―El hombre se acomodó tras su escritorio, y al mirar a la mujercita de cabellos rojizos, una sonrisa se mostró en sus labios ―Zaniah, casi no te reconozco, la última vez que te vi tuve que inyectarte un suero para veneno de escorpión.
―Novis ―Zaniah sonrió.
El anciano miró a Eerie con una ceja pronunciada y desmarañada al arcano.
―Cada vez que te veo, hay un acompañante diferente contigo, ¿Qué acaso los pelinegros te traen buena suerte? ―Se acercó a Eerie acomodando su mano al lado de sus labios ―O tal vez los pelinegros tienen mala suerte con las pelirrojas. ―El arcano recargó sus brazos en la mesa ―Y por ende, supongo que no vienes a llevarte unos libros de cuentos, ¿Qué están buscando?
―Necesito que nos cuentes acerca de un libro… ―Novis ladeó la cabeza, esperando a que la mujer le contara más ―Se le hace llamar el libro de las sombras.
Novis se quedó callado por un momento, mirando hacia la puerta, la cual tan solo dejaba entrar un atisbo de luz de luna, miró a Eerie, para terminar con los ojos fijos en la pelirroja. ―No es un libro que se deba tratar a la ligera…
―Lo sé, por eso vine a ti.
El arcano tardó unos segundos en decidir, tanteando los dedos contra la mesa. Frunció los labios, y al final, se puso de pie, tomando un quinqué de los que estaban colgados en la pared.
―Vengan conmigo… ―Zaniah miró al unicornio, para después, disponerse a seguir al anciano.
|
|
Deleted
Deleted Member
Posts: 0
|
Post by Deleted on Dec 16, 2017 6:32:15 GMT
El unicornio se movía con la certeza de quien sabe muchas cosas, y conoce cada palmo de su cuerpo. Con las manos ocultas entre los pliegues de su capa, hundió la boca presionándola contra la tela cálida, sin contradecirla, puesto que definitivamente aquel momento había sido el de descanso entre los eventos desencadenados. Empujando la tela dio una calada al cigarrillo, haciendo brillar el punto iridiscente en la oscuridad antes de volver a guardar la boca y expulsar la nube por la nariz. No dijo nada, y la siguió, un poco detrás, mirando de vez en cuando el camino y sus pasos.
Espiaba sobre su espalda, ya que no conocía realmente demasiado de la ciudad pese a pasar por ahí en ocasiones, sus viajes se limitaban al pequeño centro, lleno de tiendas y al mercadillo que arañaba los callejones.
Entrando en la edificación, un escalofrío le recorrió la espina y le obligo a apagar el cigarrillo, poniéndolo alerta, las aletas de su nariz se agitaron un par de veces mientras absorbía la información que el solo lugar gritaba. Era un espacio interesante, enmohecido y apartando del mundo, lo que lo hacia idóneo para encontrar cosas que son y no que parecían ser.
Mirando los alrededores con su único ojo, se paro apenas al ver por el rabillo el rectángulo de madera y quedándose quieto clavo de nuevo su ojos en la arconte pelirroja.
A punto de hablar el familiar saludo lo hizo girar violentamente la cabeza. Encontrándose con un hombre desalineado con aspecto de trotamundos del que bebió absorbiendo sus rasgos con la mirada.
—masa’u al-jair. Contestó sin pensarlo hundiéndose de hombros mientras lo recorría con su mirada aguda, saltando hacia atrás al percibir el calor del toque como si quemara. Frunció una ceja negra terminando por apartar el rostro y mirar inquisitivo entre las largas pestañas, tanto a Zaniah como al viejo.
—Las pelirrojas dan mala suerte, los rubios son buenos para follar, pero me gustan los pelinegros...—Agregó con una sonrisa torcida dando un paso atrás y poniendo las manos a la espalda, irguiéndose para dejar claro que aquel era su espacio personal y no estaba dispuesto a dejarle entrar.
Escuchando atentamente lo que decían, su mentón ociosamente apuntaba de vez en cuando a los rincones más apartados, abstraído por los documentos. En esos tiempos los libros eran raros entre los humanos, quien hubiera pensando que habría en Mirovia volúmenes gruesos. Casi nadie sabía leer por lo que, seguramente la mayoría estarían en latín o árabe, las lenguas cultas del mundo.
Pensó en que podría hacerla más grande, llenarla con el conocimiento de la inmortalidad, de los elixires de Cleopatra, de los Hítitas y el fuego griego, de dolor y pena, y angustia disfrazada de oportunismo que se ocultaba en los largos rollos que él mismo había escrito.
Perdido en sus cavilaciones, estrecho los ojos ante las ultimas palabras, renuente. Cada vez que seguía ciegamente a la chica, terminaba perdiendo algo valioso. Devolviendole la mirada, pensó en sugerirle esperar, leyendo cómodamente en alguna esquina sin embargo, probablemente no serviría de nada.
Resignado, toqueteando la pitillera de marfil se consolo pensando que si aquello se ponía dificil bastaba con provocar un incendio y salir de ahí antes de que arrazara con todo.
|
|
Zaniah Neshmet
Los Invictos
Vive como si tu libertad dependiera de ello
Posts: 467
|
Post by Zaniah Neshmet on Dec 17, 2017 23:47:47 GMT
Los pasillos de la biblioteca eran mucho más anchos de lo que el edificio mostraba a primera vista. Todos eran tan altos como un buen pino viejo como su dueño, llenos de conocimientos de las culturas madres que tan solo eran transformadas por otras. Novis mantenía la mirada fija en el camino, con cuidado de no tropezarse con alguna pila de libros que algún escriba lo suficientemente anciano para no poder subir las escaleras para dejarlos en su lugar, Zaniah volteaba de vez en cuando a los pasillos, algunos arcanos leían en total silencio y concentración sus respectivos libros o escribían en un pergamino, ayudados de un quinqué cuidadosamente asegurado.
―Novis fue uno de mis primeros maestros arcanos, allá en el mundo de los humanos ―Se atrevió a decir Zaniah al observar los movimientos tan acartonados del unicornio, sabía que no confiaba en él, o en ella, si se daba el caso. ―Vivía en Yazd, lugar donde me quedé varios años a confeccionar el idioma y en busca de algunos tesoros valiosos que se escondían fuera de las manos de los humanos ―La arconte no lo miraba, pues intentaba seguirle el paso al dracónico que los guiaba, a pesar de su edad, el hombre no era de paso lento. ―Me ha salvado la vida incontables veces ―Ahora sí miró al unicornio con un brillo en los ojos que, después de lo ocurrido con el Jezabel, ya pocas veces eran capaces de mostrar. ―Confío en él. ―Terminó en un ápice de voz suave, mientras le quitaba la vista a Eerie.
Pronto, los pasillos se hicieron más oscuros y solitarios, Novis llegó hasta un estante pegado a la pared, se metió entre la separación de dos de ellos. Le pasó el quinqué a Zaniah.
―Sostenme esto ―La mujer lo tomó con cuidado.
El anciano comenzó a empujar frunciendo el ceño debido al esfuerzo, el estante se deslizó sin hacer ningún ruido, mostrando una entrada sin puerta con una luz amarillenta del otro lado. Novis entró a la habitación, indicándole a los arcanos que lo siguieran, cuando lo hicieron, el anciano volvió a cerrar la puerta con el mismo cuidado con el que lo había abierto.
La habitación constaba de una planicie lo suficientemente grande para moverse con libertad, varios faroles adornaban las esquinas, brillando con mucha más intensidad que una luz normal de fuego arcano. Era fuego simpático, utilizando medidas antiguas, y lejanas de Mirovia. Alrededor, estantes repletos de libros y pergaminos viejos se acomodaban uno contra el otro.
―Por aquí ha de estar… ―Habló el anciano mientras rebuscaba entre los estantes ―El libro de las sombras ha sido todo un misterio ―Novis sacó un pergamino para seguir buscando ―Dicen las malas lenguas que, no pudo haber sido creado por manos que pertenezcan o pertenecieron al mundo de los vivos… en ellos habita el conocimiento de muchos misterios que Mirovia ha cargado por muchos años, mucho antes de que llegara aquí. ―El dragón dejó un cuaderno a penas tocable, ya que las paginas se separaban de lo demás.
Abrió una página, donde contenían algunos escritos en árabe, y Miroviano antiguo, en conjunto con una ilustración hecha de carboncillo del libro.
―Magia negra, conjuros, leyendas, historias… ―Novis observó a los arcanos, mientras Zaniah observaba con los ojos muy abiertos los dibujos y escritos. ―El libro de la sombras hace honor muy bien a su nombre…
Zaniah volteó a ver a Eerie, casi preguntándole mentalmente, con la información que ahora le estaban dando, quién pudo entonces haber robado dicha información, tan valiosa, tan oscura, tan lejana…
|
|
Deleted
Deleted Member
Posts: 0
|
Post by Deleted on Dec 20, 2017 6:04:21 GMT
La mención de "la novia del Kavir", le araño los recuerdos, desgranandose en un segundo imágenes difusas de viejos edificios de tiempos mejores para el unicornio y entre la oscuridad creyó escuchar la voz de Bahiye, susurrando como el polvo alrededor de los tobillos fríos.
"Esta es la ciudad sagrada de mi gente, Eerie... "
Regreso para escuchar a la pelirroja y sus votos para el anciano. Asintiendo sin tener ninguna palabra para ello. No podía conciliar sus ideas con las de ella pero en el silencio podía darle pase a lo siguiente. Empujando el cabello sobre su frente como telarañas se mantenía a distancia del conqué de hierro. Su oído y el olfato le ayudaban a manejarse en aquella oscuridad difusa. Siguiendolos de cerca, continuó vigilando mientras el olor a encierro se volvía más fuerte, viciando la habitación.
Jamás comprendió porque almacenar de aquella forma el conocimiento. En lugar de asimilarlo y hacerlo para siempre parte de uno. Las cosas verdaderamente importantes no las escribía. Salvo la fórmula que había seguido los procedimientos de Piris en sus rollos. Sin embargo, los misterios más grandes que poseía solo los transmitía oralmente. Así se aseguraba de que la verdadera esencia solo fuera comprendida por los dignos de ella. Reprobando en silencio el uso de la simpatía, se rindió fácil, ya que cada persona era un mundo y cada cual cargaría sus propias consecuencias. Usando sus habilidades en parte por el recelo, al notar la naturaleza del arcano frunció el ceño y su rostro se volvió aún más austero. Los dragones, siempre eran los dragones...
—Como puede hablar de algo que no existía...—Masculló en tono irónico mirando entre las sombras y negando con la cabeza, sin pretender una discusión pero si dejando en claro su desconfianza, apenas levemente asombrado. Debido a que no buscaba el poder, no había forma de que se interesara verdaderamente en el libro más allá de prever su uso en su contra.
Al sentir la mirada de ella agujereandole el cuerpo, se giro alzando una ceja negra.
—No muchos querida, si me pides aludir a la inteligencia o estupidez suficiente para cometer el crimen, no puedo darte muchos nombres, tengo fé en que son un poco más listos y felices que nuestro ladrón... además de los dos seguro tu te relacionas mejor, rara vez conozco el nombre de mis conocidos.
|
|