Deleted
Deleted Member
Posts: 0
|
Post by Deleted on Oct 27, 2017 4:27:53 GMT
Lo primero que la dragona hizo después de las mazmorras fue correr hacia sus aposentos, donde hizo una entrada algo violenta y simplemente se dejó caer sentada en su cama, mirando hacia el suelo y sujetando con gran fuerza sus cobijas entre sus manos. ¿Qué se supone que debería hacer ahora? ¿Qué sería de ella después de mostrar tanta debilidad y rebeldía enfrente de los demás sirvientes? Lo primero que se le venía a la mente era huir y conseguir su libertad, tomar rápidamente sus pertenencias y aprovechar la distracción de las demás serpientes para escabullirse lo más rápido y lejos que pudiera para así comenzar de nuevo con su vida lejos de aquella violencia e insensibilidad que la había transformado en esa horrible y cruel mujer que era ahora. Pero así de rápido como vino la idea, vinieron una serie de preguntas a su mente: ¿De verdad sería tan fácil liberarse de aquellas cadenas? ¿A donde iría? ¿Qué haría una vez que estuviese lejos de aquel castillo donde había pasado la mayor parte de su estadía en Mirovia? ¿Enviarían a los otros a asesinarla a sangre fría? ¿Quién sería capaz de creer que en verdad había cambiado para bien? Pensando en una y mil cosas a la vez, la inquietud comenzó a apoderarse de su ser y no pudo hacer otra cosa mas que levantarse e ir a apoyarse al borde de la ventana, donde aprovechó para admirar el lúgubre paisaje para así poder calmar un poco el fuego que ardía en su interior. Todas las opciones llegaban a lo mismo, a aquel punto muerto en el que se encontraba en ese instante. Verdaderamente era ridículo que alguien creyese en ella después de haber servido por tanto tiempo al Lord de Reapergate, a alguien a quien muchos repudiaban y reconocían por sus pequeñas jugarretas que si bien ocurrían bajo la mesa, de alguna manera siempre salían a la luz. ¿Por qué habrían de creerle? ¿Cómo confiar en alguien como ella cuando existía la posibilidad de que "fuera otro de sus planes"? Sinceramente, ni ella se creería a sí misma. Y ahora que se daba cuenta, gracias a su actitud se había cerrado varias puertas a lo largo de esos 80 años.
[Tonta, TONTA...] Sólo se podía a decir a sí misma mientras agachaba la mirada, reprimiendo en su garganta un millar de gritos que jamás se atrevería a exteriorizar.
[Jamás serás libre...]
|
|
|
Post by Sven Velfast on Oct 27, 2017 14:10:49 GMT
Sven, siendo el arcano frío, calculador y analítico que lo representaba, no podía simplemente barrer bajo la alfombra aquellas palabras que desafíaban la lealtad a con su Lord y abrían la puerta a que la osadía se instalara entra las filas de las serpientes. Era algo inaceptable, que debía ser encarado inmediatamente para evitar una mayor desgracia.
La dragona al partir de las mazmorras, tras ello el mayordomo atendió unos cuantos y cortos asuntos antes de seguirle su paso, sabiendo que esta debería estar en su habitación. Acercándose al umbral de aquella puerta cerrada, se detuvo, como si el silencio le fuera a develar secretos cruciales por parte de la veterana. No obstante, todo lo que pudo escuchar fue uno que otro leve vuelco, otorgándole poca información al respecto.
Como acto de modales, tocó la puerta para anunciar su llegada, pero giró la llave de la misma y se abrió paso dentro de los aposentos de Haru con nulo preámbulo entre acciones. Pudo notar que la arcana de melena morada estaba algo aturdida, en la falda de a ventana, con pensamientos inciertos imposibles de deducir por parte del áve. Se volteó para cerrar la puerta detrás suyo y postrarse enfrente de la misma, tal cual un pilar inamovible para bloquear la salida.
Con precisión, se retiró los guantes negros que lucía, exponiendo su piel blanquecina y guardando las prendas en el bolsillo trasero de su pantalón. Se mantuvo ahí, en un completo silencio lúgubre. A pesar de que habían algunas cosas que quería decirle, debatir aquella lógica rebelde y razonamientos pobres que hacia unas horas escupió entre los sirvientes, consideraba futil el discutir en el calor del momento. Ulgriff permaneció inerte, tratando de leer el lenguaje corporal de la contraria hasta que el momento de hablar fuera necesario.
|
|
Deleted
Deleted Member
Posts: 0
|
Post by Deleted on Oct 27, 2017 20:11:32 GMT
Mirando hacia el abismo, la sirvienta retiró los guantes de fina tela blanca de sus manos y los dejó de lado, desviando ésta vez su vista hacia sus palmas desnudas y marcadas. Oh dios... Cuanto se arrepentía en aquel momento de haber hecho una estupidez así. ¿Será que al igual que ella, Mai se estaría arrepintiendo de salvarla?
- Te he fallado. - Musitó en su soledad mientras se deshacía del moño que embellecía sus ropas y lo miraba con tanta pena, acariciando la gema que lo adornaba de manera tan delicada y lenta como si con ello estuviese pidiendo un perdón que jamás podría ser aceptado. ¿Por qué alguien llegaba a sacrificarse por otra persona? ¿Era aquello un acto de valentía, o de estupidez? Incluso en el punto en el que se encontraba, no podía comprenderlo. Quizá después de todo ella era la que se encontraba equivocada.
Aún cuando su mente estaba tan desordenada y fuera de sí, pudo escuchar algunos golpes en la puerta que pronto dieron paso a alguien que, fuera quien fuera, no era bienvenido en aquel momento. ¿No podía descansar ni un momento de aquella tortura que había comenzado a agobiarla desde hace un tiempo ya? ¿No merecía tener ni un momento de gracia incluso para poder pensar con claridad? Un pesado suspiro y una mueca de disgusto se vio reflejada momentáneamente en su rostro, mas esta se vio borrada una vez que la sirvienta se atrevió a darse la vuelta para poder encarar por fin a aquel que se atrevió a interrumpir su reflexión; Ese alguien que hasta era obvio que no podría ser otro mas que Sven, aquel que jamás había podido resistirse cuando un momento de debilidad de su parte se manifestaba. ¿Que no tenía algo mejor que hacer? ¿A caso no era hora de mandar a sacrificar a Akane o algo por el estilo?
[¿Qué quieres?] Preguntó en sus adentros, permaneciendo en completo silencio en el exterior y mostrando tan solo una mirada llena de rencor en lugar de hacer algún comentario. ¿A caso habría de decirle abiertamente que se largara y que la dejase en paz?
|
|
|
Post by Sven Velfast on Oct 28, 2017 2:48:17 GMT
El fénix le dio una profunda y alargada mirada a la serpiente antes de tomar asiento a la orilla de la cama de la misma, siempre manteniéndose en cercanía de la puerta. Se mordió el labio por un momento, tal como si estuviera reprimiendo sus impulsos por envenenar el aire con aquellos pensamientos descarados y ácidos que solía escupir de su mente sin reproche alguno. Inhaló hasta llenar sus pulmones, y con su mano, instó a que la otra se sentara en el otro extremo de la cama, siendo cortés con su ademán. Habían una variedad de temas que quería abarcar en ese momento, pero ninguno parecía el adecuado para evitar los furores levantar el fuego entre los aquellos dos.
-Por favor.- mencionó en un tono raspado, bien intencionado pero algo doloroso en decir de todas formas, insistiendo que tomara asiento. En aquel momento, la dragona parecía con la simple mirada y postura estar a la defensiva, por lo que sacarla de aquel encuadre serviría, al menos, para relajar las tensiones. O al menos estar a la misma altura al tomar alguno de los dos la palabra.
El silencio era gélido y carcomía los cuestionamientos de cada quién sobre el otro. Parecía inadecuado, pero justamente lo que cruzaba por la mente del ave lo convencía a romper el hielo con lo inesperado. Miró a la pared opuesta a donde se encontraba, y luego danzó la mirada por las endijas de la textura de la misma, hasta finalizar en el techo, exhalando antes de comenzar. -Cuánto ha sido... setenta... ochenta años?- dijo vagamente -Y lo extenso que sabemos del otro se limita a los breves encuentros en misiones y rivalidades laborales- obvió, tratando de llegar a un punto -Pero, es ciertamente curioso- acotó, girando a mirarle aunque no directamente a los ojos -La noche de nuestro castigo dejo entrever un aspecto de su parte que no conocía, dejando una semilla de incertidumbre crecer en mi cabeza- la mirada curiosa retumbó en detalles mínimos, como una que otra hebra fuera de lugar en aquella brillante cabellera púrpura, el listón en su cuello ahora retirado, las cicatrices en sus palmas por haberle rescatado -¿Qué habrá sucedido, qué estragos el destino provocó en su pasado, como para que amoldara la esencia de lo que la conforma hoy en día?- cuestionó con cierto misterio. Su semblante era serio y estoico como de costumbre, pero no parecía encerrar engaños.
-¿Se dignaría en explicar?- musitó, en modo de solicitud, pero sin presionar. Si era cierto que le generaba tremendo interés la raíz de aquellas cicatrices que avistó en las mazmorras, y se tomó la tarea de ocultar antes de partir tras el castigo, pero que su mente desvestía aquel recuerdo repetidas veces al mirarla, como si su subconsciente le obligara a buscar una respuesta.
|
|
Deleted
Deleted Member
Posts: 0
|
Post by Deleted on Oct 28, 2017 21:39:20 GMT
A pesar de la advertencia tan clara que hacía la Lung con la mirada, el fénix pareció no inmutarse en lo más mínimo con ella e incluso se atrevió a adentrarse más en el que ella consideraba su espacio personal, por lo que a cada paso que daba, el ambiente parecía ponerse más pesado y hostil, viéndose esto reflejado en la manera en la cual la dragona le clavaba su mirar en él y agarraba con gran fuerza aquel listón que yacía entre sus desnudas manos.
La falsa tranquilidad y los "buenos modales" no se hicieron esperar, invitándola a tomar asiento al lado de ese cruel y despreciable hombre al que no quería ni pensaba acercarse a menos de que fuera necesario o que su amo y señor lo ordenara, pero como no era el caso y afortunadamente tenia su libre albedrío al menos por el momento, decidió hacer todo lo contrario a lo que se le pedía y se alejó aún mas para retomar su vista al paisaje oscuro de Reapergate, recargando su cuerpo justo al lado del marco de la ventana y mirando hacia el exterior con un semblante serio mientras cruzaba los brazos.
Aún cuando no hubo ni una palabra por su parte, el hombre decidió romper aquel silencio y dejó que uno a uno sus comentarios fluyeran, así como diversas preguntas a las que honestamente la mujer no les puso demasiada atención debido a que no tenía el interés ni la intención de iniciar una conversación, mucho menos de contestar a aquellos cuestionamientos cuyas respuestas sabia que estarían cargadas de sentimentalismo y malos recuerdos, por lo que simplemente optó por dejarlos de lado y caer aun más profundo en aquel abismal silencio que la rodeaba. ¿Para qué quería saber sobre su vida? ¿A caso buscaba algo más a lo que aferrarse para hacerla sentir miserable cuando tuviera oportunidad? ¿Necesitaba nuevo material para juzgarla y acusarla de hipocresía en un futuro?
- Vuelva a su habitación y "por favor" cierre la puerta al salir. - Fue la única respuesta que salio de entre sus labios, la cual nisiquiera tuvo la compañía de una mirada o algún gesto que revelara su sentir, sino que fue acompañada de su más fría indiferencia, esperando que con ello el veterano decidiera rendirse e irse por el lugar de donde vino de una vez por todas.
|
|
|
Post by Sven Velfast on Oct 28, 2017 22:54:19 GMT
Como lo esperaba, la mujer decidía aferrarse a su ira que ha razonar o establecerse en un punto más sereno y abierto para discusión. La apatía tan marcada en el fénix, a raíz de tragedias y demás azares de su pasado, no le permitían entender del todo el sentir de la otra. No obstante, su mente analítica ponía la nota de asunción que lo llevaba a incursionar los detalles visibles y recolectar pistas en su lenguaje corporal y las señas de su silencio, le daban un enfoque para empezar a percibir dicho malestar.
-No- respondió el mayordomo, después de un largo silencio en que se dedicaba a observar a la otra de reojo. -No puedo.- anunció, sin tener que explicar el por qué de aquella obviedad. Su tono no era estricto o severo, si no neutral, lo cual mantenía su aura en un perfil bajo, contrario al de la arcana, el cual ardía en hostilidad. El ambiente en sí era incómodo, la tensión tan pronunciada que se podía sentir a flor de piel, carcomiendo la paciencia de aquellos que le prestasen la suficiente atención.
Sven se pasó una mano por su cabello, peinándolo de la frente hasta la nuca, permitiendo que algunos cabellos cayeran sobre sus hombros y rostro. Desprendió algunos botones de su camisa, tras aflojar y retirar la prenda que rodeaba su cuello. Sus intenciones simplemente se limitaban a ponerse cómodo, ya que la ropa y la textura de la tela que lo vestían cerca del cuello se sentían extremadamente molestas sobre su piel.
-¿Me odia?- preguntó el veterano, nuevamente cortando el silencio que se propagaba en minutos que parecían no tener fin. -¿Me aborrece?- cuestionó una vez más, en un tono más bajo, conforme miraba su propia palma, impecable y blanca, iluminada levemente por la luz lunar que se filtraba por el ventanal.
|
|
Deleted
Deleted Member
Posts: 0
|
Post by Deleted on Nov 1, 2017 5:24:06 GMT
Tras la respuesta negativa que tuvo por parte del fénix, un breve gesto de molestia e incomodidad apareció en el rostro de la dragona, la cual no se esforzó ni un poco por ocultarlo y en su lugar hasta intentó hacercelo notar volteando directamente hacia él. ¿Qué no podía? ¿Tantas ganas tenía de joderle lo que quedaba de la noche con su presencia? ¿O sería a caso tenía cadenas invisibles o tal vez por casualidad se le había pegado el trasero a la cama? Que molestia...
Mientras pensaba en alguna manera de echarlo sin hacer tanto escándalo, observó atentamente como el hombre peinó su cabello y desaliñó un poco sus ropas con tal de ponerse cómodo, lo cual hizo que la mujer arqueara una de sus cejas inmediatamente e incluso diera un indignado resoplido, el cual fue acompañado de una sonrisa que nació desde su ira. [Que cinismo...] Pensó la sirvienta en su interior mientras lo miraba de manera despectiva.
- No se preocupe por ello. - Respondió casi al instante, atreviéndose a acercarse tan solo para que la escuchara mejor. - Ya me ha dejado en claro que es un total desperdicio el depositar cualquier tipo se sentimiento hacia usted o hacia cualquiera de las serpientes. - Aclaró con una voz serena y tranquila, totalmente contraria al aura y a la expresión que yacía en su rostro. - Ahora que he respondido sus inútiles cuestionamientos, váyase, no es bienvenido aquí. -
|
|
|
Post by Sven Velfast on Nov 3, 2017 4:26:16 GMT
El ave no alzó a mirar a la dragona. No por que no tuviera la fuerza, o porque existiese alguna clase de culpa- era el simple hecho de que no era necesario verle al ojo para poder leerle. Setenta y tantos de años juntos, y aunque no conocían a fondo la historia detrás del otro, la convivencia le otorgaba suficientes pistas para aprender pequeñas cosas como los gestos, el timbre de voz, la elección de palabras y demás detalles, que le darían a entender aquello que provocaba sulfuro dentro del pecho de la mujer.
No obstante, el fénix estaba insatisfecho con aquella respuesta. No había sido directa, y había mencionado la existencia de algún sentimiento, lo cual simplemente causaba ruido en su cabeza. Al escuchar la última orden por parte de la ama de llaves, sacudió la cabeza y apretó los dientes, como si estuviera debatiendo en algún dilema interno. El gesto, sin embargo, fue fugaz, cuyo cese se representó en una exhalación profunda. -Después de todo eso que escupió en las entrañas del castillo, Haru, esas alegaciones y desdén por todo esto- sus puños desnudos se apretaron, y su gesto se tornó oscuro, conforme el timbre de su acento se tensaba -debería de asesinarla- sentenció de forma severa y lúgubre, volteando el rostro para conectar sus miradas de forma decisiva. -Usted, mejor que nadie, sabe que lo que me pide es imposible-
El veterano se levantó de la cama y acortó los pasos hasta clavarse frente a la mujer, ni en un sólo momento quebrando su mirada -Si lo que busca es soledad para irse de aquí con el mayor silencio posible...- Sven agachó el rostro lo suficiente, para acercarse e invadir el espacio personal de la Lung -no lo encontrará. Tendrá que pasar por mi persona.- en el calor de aquella aclaración, levantó la mano y tomó la barbilla de la mujer suavemente -Tendrá que aniquilarme, desaparecer mis cenizas de la faz de la tierra. De otro modo, aún con cada hueso reducido a polvo y con cada órgano reventado, aún te seguiré.- el agarre en el rostro de la mujer se extendió a lo largo de su mandíbula, a lo que sujetó con más fuerza -Diez mil golpes no serán suficientes para detenerme- culminó, en un gesto tan torcido como el de hacía unas horas.
-Soy tu cadena, Haru.-
|
|
Deleted
Deleted Member
Posts: 0
|
Post by Deleted on Nov 3, 2017 7:23:14 GMT
Ni las amenazas en tono intimidante, ni la cercanía, tampoco los agarres, y mucho menos las miradas fueron las causantes de que la dragona comenzase a sentir como su sangre comenzaba a hervir en el interior de sus venas, sino que todo fue culpa de aquella ultima frase que el fénix había lanzado contra ella como si fuese cubo lleno de agua helada, el cual apagaba feroz y rápidamente el fuego de sus ilusiones y esperanzas de irse lejos de aquella maldita y horrible vida para comenzar nuevamente. Sabía que sus intenciones habían salido a flote y que sus palabras habían demostrado más de lo que estaba dispuesta a revelar esa misma noche después de presenciar tan salvaje y cobarde acto por parte de la mayor parte de las serpientes en las mazmorras, pero el tan solo hecho de tener que soportar la vigilancia del veterano la fastidiaba realmente, no porque tuviera miedo de cometer algún error más, de ser descubierta en un intento de escape o porque su presencia representara una presión extra de la que ya estaba acostumbrada, sino porque simplemente no lo quería ver, no quería tenerlo cerca. Su voz la irritaba, su tacto la asqueaba y el tan solo verlo o sentir su aroma cerca la enfermaba a tal punto que estaría totalmente dispuesta a acabar de un solo golpe con sus propios sentidos para no tener que aguantar aquella agonía ni un momento más. Aquello que ahora invadía su pecho no tenia nada en común con el calor que había experimentado esa otra noche que pasó al lado de él, cuando creyó haber conocido al verdadero arcano que se escondía por debajo de tan inflexible y amargada fachada. ¿Cómo habría de nombrar dicha sensación? Repudio... Odio... ¿Decepción?
¿Estaba decepcionada de Sven? ¿O quizá de ella misma por haber creído que alguien como él podía tener un lado al cual podría llegar a amar? La mirada de la sirvienta bajó notoriamente por unos instantes y sus ojos se cerraron, evitando que cualquier lágrima o que siquiera un solo indicio de su dolor se reflejara en ellos y pudiera ser vista. - Aún si me vigilas y me sigues por el resto de la eternidad... - Musitó en un tono suave, levantando su brazo derecho y tomando firmemente la mano que aprisionaba su mandíbula. - Y aunque sé que jamás podré librarme de las cadenas con las que me has de aprisionar... - Su agarre fue tomando fuerza. - Nunca lograrás someterme. No importa cuanta fuerza utilices ni la brutalidad con la que me humilles. - Exclamó con un tono más fuerte y seguro antes de volver a abrir sus párpados, mostrando sin pena ni temor las lágrimas que salían libremente de aquellos cristalinos ojos carmesí, los cuales estaban llenos de resentimiento y decepción. Al mismo tiempo que lo miraba, presionó y apartó aquella extremidad de su piel con tal fuerza que su propia mano comenzó a temblar, dejando en claro el grado en el cual le afectaba la situación. No le importaba lo que llegara a ocurrirle, ya no. - ¡Jamás me rendiré hasta alejarme del monstruo que eres, Sven Ulgriff! -
|
|
|
Post by Sven Velfast on Nov 6, 2017 14:37:16 GMT
¿Qué era esa sensación cálida en las yemas de sus dedos? Antes de que su mano fuera apartada, las lágrimas que caían como nacientes solitarias de aquella emotiva y resquebrajada vista carmesí, habían alcanzado a depositarse en sus dedos. La sensación cálida en su tacto se percibía tal cual un baño de agua bendita en las manos de un impuro- quemante, desagradable, incómodo. ¿Por qué lloraba? Nunca había hecho nada merecedero de su aprecio, sus vivencias eran marcadas por un pobre sentido de competencia, paralelo a su servicio único y dedicado a aquel ser que los comandaban. En las pocas oportunidades en que hubo alguna especie de contacto entre ambos, la grosería, apatía y desenfrene de él mismo había cortado oportunidades y caminos para ambos, construyendo un muro de cristal para distanciarse- uno donde podía admirar aquello en la lejanía de su tacto, pero recordando las razones por las que no podía permitirle a nadie acercarse, o siquiera tener el descaro de arrimarse a ningún otro ser vivo.
La mirada severa del fénix titubeó, inundándose con desconcierto conforme observaba aquel rostro pálido, ligeramente enrojecido por el sollozo, abarcado por un sentimiento que no podía descifrar. Muy adentro suyo, sabía lo que significaba mas temía asumir la responsabilidad. Su vista se torció a su palma nuevamente, tocando con tremor en su propia mano aquellas gotas que comenzaban a resecarse en su piel. Partió los labios para decir algo, pero el aliento había sido robado de su boca. El aire era pesado y el frio de miles de agujas parecían plagarse a lo largo de su brazo hasta su espalda, dándole una marcada sensación de escalofrío. Cerró lo ojos, como una torpe manera de desapegarse del presente, pero para su infortunio, viajó a un pasado aún más terrorífico, donde el rostro de su difunta esposa, Lotte, resplandecía entre lágrimas y el abrazo mortal de llamas azules.
Aquel recuerdo, que había suprimido tan espléndidamente por cerca de un siglo, había florecido nuevamente. Vívido y fulminante. Algo dentro suyo estaba por romperse. La mano empapada por lágrimas que no merecía se clavó en el lado izquierdo de su pecho, enterrando las uñas entre la ropa. Dio unos pasos atrás y su lenguaje corporal se encogió, como si el dolor lo estuviera sometiendo. Respiró profundo, con una exasperación evidente, como la de un hermitaño asediado por la sed en medio de un vasto desierto, rogando por el roció de una fría mañana.
-Nunca ames a un ser que está roto más allá de reparo alguno-
Escupió el mayordomo entrecortadamente, jadeante, como si cada una de las sílabas hubiesen sido navajas atravesando lo largo de su traquea. Todo lo que había tocado, todo lo que se había atrevido a desear, había muerto. No una muerte plena y llena de experiencias- sino unas desgarradoras, brutales y que volverían loco a cualquiera que no tuviera una voluntad extraordinaria. Pero en retrospectiva, Sven no era un ser sano. Quizás, todo aquello que hacía eran los acontecimientos de un loco, un desquiciado. Posiblemente, la cordura a la que se quiso aferrar por tantas décadas, eran una fachada sumamente convincente para justificar su demencia latente. El ruido en su cabeza lo explicaba, la insensibilidad ante el dolor ajeno lo probaba. ¿Pero qué podía hacer ahora?
Ese era la sentencia que él mismo había escogido. No podía llorar, sentarse a desear que las circunstancias fueran otras, de que en algún momento fue inocente e ignorante. Él vertió el veneno en su copa, y sin reproche bebió, sabiendo que eso era lo que merecía. El concepto que alguien como la dragona frente suyo, Haru, fuese una paradoja que causaba el ruido en su cabeza intensificarse, era algo que no comprendía. Sin embargo, su voluntad danzó sus dedos a lo largo de su mente, rescatando trozos de cordura para contener el derrame que estaba a punto de verterse. El aura del veterano se sentó poco a poco, y el mismo recuperó la compostura, pero se negaba a mirar a la arcana al ojo. Le dió la espalda, y se acercó a la puerta cerrada, descansando la frente contra la misma. De entre su chaleco sacó una de las dagas que había guardado consigo de las mazmorras, una limpia, y la colocó en el buró adyacente a su persona.
-Odieme. Que la motivación de su existencia y opacada libertad sea alimentada por el desprecio y asco que me tiene. Que la esperanza por conocer una mañana sobre su piel, fuera de las tinieblas de Reapergate, la lleven a clavar esa daga en mi corazón-
|
|
Deleted
Deleted Member
Posts: 0
|
Post by Deleted on Nov 10, 2017 8:05:06 GMT
En un abrir y cerrar de ojos todo había cambiado. Las miradas fuertes ya no eran las mismas que antes y el ambiente pareció helarse más de lo que nunca se había helado entre ambos, dejando así al descubierto las almas de los dos veteranos quienes ahora parecían revelar algo más allá de la fachada inflexible que mostraban a diariamente el uno frente al otro. Haru continuó sujetando al mayordomo con fuerza por la muñeca por algunos momentos, mirándolo con resentimiento y sintiendo como su interior comenzaba a desintegrarse lentamente debido a las ilusiones que estupidamente algún día se había hecho. Pero él, por alguna razón, parecía verse más afectado de lo que ella jamás llegaría a estarlo. Sus ojos se notaban confundidos y la manera en que se alejaba de la mujer no hacia mas que afirmar el hecho de que algo andaba mal, lo cual hizo que la Lung ablandara un poco la forma en que lo miraba y soltase por fin aquella tibia mano que pronto el fénix llevó hasta su pecho, clavando sus uñas a éste de manera que parecía que quería arrancar algo desde dentro, algo que parecía traerle una intensa agonía y sufrimiento. ¿Qué podría causar algo así en alguien como él? ¿Qué era lo que pasaba por la mente del ave en ese momento? Una evidente confusión comenzó a crecer en la mente de la sirvienta, más aquella en lugar de disiparse al momento de escuchar las palabras que el hombre entrecortadamente dejo salir, terminó por mezclarse con otros sentimientos y sensaciones que parecieron salir de la nada, las cuales eran tan contradictorias y fuertes a la vez que causaron que la mente de la dragona comenzara a causar tanto ruido dentro de su cabeza que tan solo pudo bajar la mirada y dejarse a la deriva, desconectandose de lo que en su alrededor sucedía para así sumergirse en las turbias aguas de su conciencia. Sin escape, sin opciones, sin oportunidad de arrepentimiento ni de redención. Tan solitaria, tan miserable... Tal y como el karma trabajaba con los de su especie, privándolos de las dulces mieles de la felicidad de la que la gente inocente podía disfrutar bajo la brillante luz del sol, riendo y jugando, disfrutando y queriendo hasta que el tiempo reclamaba sus cuerpos a la tierra y recogía sus espíritus para llevarlos a una nueva vida, donde su dicha continuaría y se reencontrarían con los que alguna vez habían amado, mientras que los malvados arderían por sus pecados eternamente en las llamas del infierno. ¿Ella había elegido ese camino, o el camino la había elegido a ella? Tantas veces hacerse la misma pregunta y jamás obtener la respuesta, sólo quedándose con la opción de resistir y recoger la cosecha que desde hace años se había podrido en los campos de su cruel destino. ¿Será que el fénix estaba en su misma situación, mas él ya se había resignado a su perdición?Lo único que pudo sacarla de su trance y la hizo elevar una vez más la vista fue la voz del fénix, la cual junto en lo aturdida que la mujer ya estaba y mensaje que llegó a dar, hizo que las paredes de la habitación parecieran cerrarse lentamente hacia ella, además de que le hizo sentir como si su corazón comenzara a latir muy lenta y tortuosamente, a tal punto que podría asegurar el oír el propio palpitar a través de su pecho. Bum...
...Bum. La daga estaba en la mesa y él se veía indefenso. Era como un regalo servido en charola de plata, un sólo golpe desde la espalda y sería libre por fin... Bum...
...Bum. Pero ella le quería y estaba dispuesta a cambiar por la memoria de los que amaba, ¿No? ¿O a caso estaría dispuesta a manchar nuevamente sus manos con la sangre de alguien a quien adoraba? Bum...
...Bum...
...Bum. Pero si no elegía ninguna de las dos... ¿Qué sería de ella?
. . .
Las paredes parecían estar a punto de cerrarse, la presión, estaba a tope. Pero entre toda esa oscuridad una última luz brillo; El reflejo de la luna a través de la ventana. Eso era... Aún había una salida, aún podría ser libre, sólo tenia que... Saltar por la ventana... Sus pasos siguieron aquel camino por sí solos, primero lentos, cautelosos. Después, apresurados e infrenables. Aún no sabia que haría una vez que estuviera cayendo al vacío. ¿Se dejaría morir? ¿Huiría a través del oscuro cielo? Nada estaba asegurado, mucho menos planeado. Sólo saltó a través del ventanal, sin más. Quizá así, el aire le susurraría por fin la respuesta correcta.
|
|
|
Post by Sven Velfast on Nov 30, 2017 17:00:40 GMT
El frío que entró, seguido del rechine de las visagras del ventanal a su espalda, se clavaron como una aguja directamente en su médula, perpetrando un gelido beso a lo largo de sus huesos y cuerpo. El calor que emanaba de su centro, cuyas llamas por más ardientes que quemaran, fueron esfumadas por el escalofrío de aquella desgarrante sensación. Era la crónica de una desgracia anunciada. El umbral a una atrocidad que no era nuevo al respecto, pero que deseaba nunca más volverlo a cometer. Al voltear el rostro su razón gritó victoriosa, pero el ruido en su interior le acuchillaba como cientos de navajas, abriendo heridas dentro suyo que desbordaban sensaciones antiguas y oxidadas.
Su cuerpo, a motor de un angustiante impulso del cual su autocontrol no tuvo ningún tipo de dominio sobre, combustionó en llamas azuladas, inevitablemente impulsándole como un proyectil fuera de aquella ventana por la cual, la dragona a pesar de las advertencias, de la decisión que se lo ofreció, decidió saltar por. ¿Intentaba escapar? ¿Quitarse la vida? Al recibir el terrible viento nocturno sobre su forma liberada, acariciando sin misericordia cada fibra de su sensible carne, pudo notar a la veterana caía libremente, peligrosamente acercandose a un final irremediable. "Pero si muere, será un peso menos. El ruido se apagará, y en cuestión de unas semanas, todo volverá a ser como siempre ha sido.
Como siempre lo fue." Mientras los razonamientos fríos y típicos de su caracter dictaminaban las mejores decisiones y cursos a ejecutar, el cuerpo del mayordomo se movía únicamente por inercia, atropellando las órdenes de su lógica. Para él, se sentía secuestrado dentro de su propio cuerpo, con un nudo en su garganta, sin el poder de torcer el juicio de aquellas dos entidades que mangoneaban su carne. Voló en picada, y justo antes de que fuese demasiado tarde atrapó la figura de su compañera entre sus patas, primero batiendo sus alas con suma fuerza para bajar la velocidad de impacto, e inmediatamente tornándose a su forma sellada y rodeando a la ama de llaves entre sus brazos, girando su cuerpo de manera que la corta distancia que había antes de colisionar, la recibiera su espalda en totalidad. El dolor que sintió fue ciertamente catártico, recordándole de su fragilidad como un ser vivo. No obstante, su foco estaba mayormente en Haru, quien ahora estaba estrechamente apretada contra su cuerpo, la cual estaba siendo recelosamente abrazada por los brazos del fénix, que se negaban a apartarse.
A diferencia de otras ocasiones, y en contraparte, similar a la vez en que fueron castigados, era el semblante atípico del ave. Ambos yacían sobre un cesped grisáceo, retumbos de dolor ardiendo aún en sus huesos por el impacto. Sven tenía su mirada fija en el cielo, una noche despejada, repleta de estrellas y tonos cósmicos que se difuminaban a lo largo de la noche, amantes a la luna y su brillo opacante. Él se sentía frío, ajeno, impersonal. Las manos que sostenían la cabellera morada contra el costado de su cuello, y el delicado torso feminino contra el suyo, se sentían foráneos e impropios. Pero no movía un dedo para alterar ese estado. Respiraba cortadamente, perdiéndose en el manto nocturno, con recuerdos vividos de algo que habia enterrado hacia siglos.
Era un momento para romperse. -No quiero asesinarla, Haru- confesó, en un tono suave -Todo lo que he amado, o creí hacerlo, ha perecido en estas manos- tragó audiblemente, como si la saliva que se acumulaba tras cada sílaba le sofocara -Lamento no poder retribuir la sinceridad que quizás llegó a formarse en su corazón alguna vez. Lamento que mi existencia sea la espina que crucifique sus esperanzas.- declaró, conforme sus ojos se cristalizaban -El único regalo que le puedo ofrecer, en un pobre intento de remediar el horrible destino en que la he forzado, es este- menciona aquello en un tono sereno, pacífico, aceptante, al mismo tiempo que sus manos acariciaron tiernamente la cabeza de la mujer y se deslizaron a sus extremidades, siendo cauteloso, hasta tomar sus manos, para finalmente ponerlas sobre su cuello, rodeando el mismo. -Lamento estar vivo, corromper todo lo que mis manos tienen la osadía de tocar-
El agarre de Ulgriff se intensificó sobre el de las manos de la dracónica, las cuales rodeaban su propia garganta.
-Nunca la voy a comprender. Nunca voy a entender, pero aún no es demasiado tarde, para algo mejor, alguien mejor-
Los ojos de Sven se clavaron en los de Haru, débiles, expuestos, idénticos a los de la noche del castigo.
-Yo escogí servir. Consciente de cada acto, puse las esposas sobre mis muñecas. Elegí servir a Lysander Velfast, aún si sus órdenes mutilan mis propios deseos.-
-Yo no quiero matarte, Haru, pero no hay otra alternativa-
Al menos esta vez, habrá una despedida.
|
|