Post by Lyl on Oct 31, 2017 18:16:05 GMT
[DISCLAIMER: LOS NOMBRES DE LAS HERMANAS DE LYL ESTAN BASADOS EN LA MITOLOGIA DE WILLIAM BLAKE, PERO NO REPRESENTAN A SUS PERSONAJES ]
Esta tierra me vio nacer, tierra de abundancia y paz, así como vio nacer a mis hermanas y muchos otros antes de que nosotros si quiera pensáramos en asentarnos en ese lugar, tierra fértil donde apenas unos pocos asentamientos humanos comenzaban a aparecer.
Esta tierra me vio nacer, tierra de abundancia y paz, así como vio nacer a mis hermanas y muchos otros antes de que nosotros si quiera pensáramos en asentarnos en ese lugar, tierra fértil donde apenas unos pocos asentamientos humanos comenzaban a aparecer.
Mis hermanas y yo éramos vistas como criaturas de sabiduría y veneradas como tales, pidiendo por nuestro consejo o nuestras bendiciones para mejorar su vida, sus cosechas y todo aquello que ellos consideraban fuera de sus manos en búsqueda de una solución sobrenatural e incluso divina. Nos esforzábamos en mantener el orden natural de las cosas, manteniendo al margen al hombre, educándolo para mantener una sensibilidad hacia la vida y todo lo que lo rodea para mantener un equilibrio entre las especies, su propio crecimiento como civilización y el uso de los recursos. Sanábamos a sus enfermos y pedíamos a la naturaleza por bendiciones, todo esto con el uso de nuestra propia energía modificando al entorno siempre de manera positiva, algunos contaban leyendas sobre nuestro origen, sobre nuestra especie, “criaturas de oscuridad” nos llamaban, “demonios” incluso, pero sabíamos bien que nuestro origen no hacia diferencia alguna, para nosotras era la madre naturaleza la que nos había dado el don de la existencia, como a todos los demás seres que coexistían a nuestro alrededor.
La madre nos había otorgado dones y fuerza para valernos por nuestra cuenta, conocimiento que se volvió vital para los humanos que dependían de nuestros consejos, durante años nuestra sociedad funciono sin ningún altercado, ellos nos daban nuestro espacio y nosotras a ellos. Mi comuna estaba formada por mis cuatro hermanas mayores y yo, cada una poseía un talento o una característica completamente diferente a la siguiente, Enitharmon alta y de cabellos negros como la noche , de porte alegre y caminar delicado, era toda una dama, poseía una voz como ninguna, arrullaba con su canto incluso a la criatura más salvaje, cuando cantaba el bosque se llenaba armoniosamente con sus notas, las hojas de los árboles de balanceaban con el viento que llevaba la dulce melodía por cada rincón, alcanzando a cada criatura, había quien decía que su voz resonaba incluso dentro de su misma alma, y puede ser así, Enitharmon cantaba cuando era feliz alegrando todo a su alrededor con tintes de rosa y celeste, cantaba cuando estaba triste y la melancolía estrujaba los corazones de todos, con tintes de gris purpura como nubes de tormenta, y cuando su ser hervía en ira simplemente no había sonido alguno, completo silencio, un silencio ensordecedor como la calma antes de un desastre.
Enitharmon era dulce y sumisa, complacía a quien se lo pidiese gustosamente con su canto, su pasión siempre fue la musicalidad de las cosas y los seres, admiraba el canto de las aves, el sonido del rio entre las rocas lisas, el baile entre las hojas de los árboles y la brisa, el llamado de los ciervos, para ella todo tenía una belleza musical que a veces sus hermanas no entendíamos. Por otro lado estaba Vala, solo un poco mayor que yo, era bellísima, bendecida con una hermosura incluso mayor que la de cualquiera de nuestras hermanas, su cabello era larguísimo del color de un suave atardecer, con ondas que iban y venían como las olas del mar, sus facciones delicadas pero seductoras, de carnosos labios y ojos vivarachos parecían despedir chispas cada que su mirada se encontraba con la suya, era sensual y exuberante, todo ella y su ser estaba diseñado para ser el objeto de deseo más perfecto, podía embelesar a cualquiera con sus dotes, era lista, astuta como un zorro y era la más hábil para “cazar”, si sabe a lo que me refiero, nadie podía escapar de sus garras y ella se aseguraba de ello, pasional y caprichosa, Vala obtenía lo que quería de una manera u otra. Cuando Vala salía de cacería era normal verla más alegre de lo usual, ella siempre era tonos de rojo y rosa, tinto en su ira, purpura en su tristeza, se movía con gracia por la existencia, entre la naturaleza como entre los humanos, ella no apreciaba a la danza la danza la apreciaba a ella, sus movimientos podían expresar más que las palabras de cualquier obra, soneto o canción, y en conjunto con Enitharmon creaban un espectáculo que no muchos tenían la suerte de presenciar tal demostración de sus dones. Ambas inspiraban a los seres humanos a crear arte.
La más racional, la más inteligente la que esperaba que se cumplieran las reglas y la tradición al pie de la letra, era Ahania, estricta a su manera, seria y serena, su belleza era más madura que la de Enitharmon y Vala, cada mañana cepillaba su cabello largo hasta sus caderas, del color del castaño de delicados tonos rojizos en sus hebras, siempre lo llevaba recogido y trenzado, era la principal diferencia con sus rebeldes hermanas menores, no era más alta que Enitharmon ni tan voluptuosa como Vala, sus curvas eran más bien recatadas, lo más destacable en ella era su delgadez tan hechizante, pequeños detalles de su fisonomía que se dejaban entrever en su piel eran fascinantes, los huesos de la clavícula que enmarcaban su rostro , la delicada sombra que apenas se apreciaba de sus costillas al respirar profundo, la pequeña curvatura de su cadera que se asomaba tímidamente en su pálida piel, eran algunas de las cosas que elevaban su belleza a otro nivel, tenía un aura solemne y calma, mientras no fuera provocada y nos comportáramos de acuerdo a como ella creía la tradición dictaba, ella irradiaba en tonos reales, profundos y calmos, más que alegría la paz era su estado natural, y solo a veces la tristeza la inundaba, en cambio a la ira que era más común, tornándola incluso hasta cruel, entre nosotras o hermanas de otras comunas que no respetaran las reglas dictadas por las más antiguas.
Finalmente la mayor y la más fuerte de todas Enion, al mismo tiempo era la que mantenía el orden en la comuna era maternal y cuidaba de todas de toda manera le fuera posible, nos mantenía a salvo de las amenazas, cuando un humano se ponía insoportable o imprudente o algún otro “arcano” desconocido quería expandir su territorio. Enion era imponente cuando se lo proponía, más alta que todas y con una fuerza de al menos todas nosotras juntas, a pesar de eso siempre fue gentil y maternal con todas nosotras, por supuesto protectora, pero permisiva siempre y cuando prometíamos no exponernos a situaciones de peligro, era la más cercana a las antiguas y la primera en pisar estas tierras. Enion era hermosa con sus facciones, un rostro que inspira la mayor confianza en este mundo, una voz que podía ser melodiosa y arrulladora o que podía retumbar como un trueno en el bosque. Su paz y alegría eran brillantes como el día de primavera, su tristeza las noches de invierno y su ira el abrazante calor de un verano sin nubes. Su belleza no era comparable a la de las más jóvenes su madurez se comparaba con la de Ahania, pero su semblante era más jovial y alegre que el de su hermana, su cabello se mantenía suelto hasta media espalda donde era atado delicadamente con cintas adornadas con cuarzos de la región, de color oscuro como la madera del roble en invierno o como las rocas del rio, o la tierra negra más fértil de donde las flores más hermosas emergen.
Ella y Ahania eran las protectoras, las encargadas de que todo estuviese en orden en esas tierras y con otras comunas como la nuestra, eran las que estaban más en contacto con nuestras raíces y la misma energía, tanto en ellas como en todo nuestro entorno, siempre fueron dedicadas y aunque tenían sus diferencias siempre buscaban la manera más prudente de actuar dependiendo de la situación, si era de suma peligrosidad era necesario que participáramos todas las hermanas para combinar todo nuestro poder y energías en resolver la situación, en otras ocasionas solo Enion se aventuraba a terminar con la amenaza, o si era una situación diplomática Ahania era la mejor con las palabras, las más jóvenes éramos inexpertas aun en lidiar con ese tipo de situaciones, solo Vala tenía el don de la persuasión y si era un ser manipulable con más razón, los humanos, por ejemplo era tan fácil como mover su dedo y estos se daban la vuelta regresando por donde habían llegado olvidando por completo cuál era su motivación de ir a ese lugar en primer lugar.
-Aunque ninguna se pudo imaginar el peligro que se presentaría más adelante. -
Ellas, mis hermanas, eran talentosas, fuertes, hábiles, lo mejor de nuestra especie decían en un tono que podría tomarse tanto en serio, como una broma sutil, cada una estaba consciente de sus ventajas así como de sus debilidades, procurando siempre estar al tanto de los alrededores, de los mismos sonidos del bosque, y no aventurarse solas en caso de que alguna anomalía pudiera detectarse en el mismo equilibrio energético de la naturaleza. Eso me lleva a la última de las hermanas, la menor y más rebelde, hambrienta de conocimiento, pero también inquieta, Lyl, sus dones aun no destacaban entre las demás, ni sus gracias, su belleza era inmadura, pero su espirito ardía mas que ninguno, parecía no temer a los rincones más obscuros del bosque, ni a los peligros que podían existir, ella confiaba en que la madre, y la naturaleza la protegerían y guiarían siempre sus pasos a un lugar seguro, solía recibir regaños y reproches de sus hermanas mayores por su comportamiento, pidiéndole fuera más prudente en sus acciones y sus aventuras lejos del ojo protector de la comuna.
Su hogar, un pequeño templo armado en las profundidades del bosque, un refugio de los elementos pero también un sitio energético, un lugar específico donde todo convergía y creaba una ambiente ideal para sus ritos y rezos, donde podían sincronizarse en armonía con todas las vibraciones de sus tierras, un lugar para ofrendas y bendiciones, mis hermanas se esmeraban para mantener el equilibrio en ese lugar y la interacción o más bien intrusión humana al mínimo, es verdad que había humanos que respetaban nuestra existencia y cedían gustosamente ante nuestras peticiones de minimizar lo más posible la destrucción de las tierras, a cambio ellas concederían cuanto estuviera a su alcance, mientras otros solo pensaban en su propio beneficio y expandían sus tierras sin consultar creando un repentino desequilibrio entre las especies, irrumpiendo en la calma del bosque estos seres tenían que ser exiliados o en su defecto destruidos si no trataban a la naturaleza con respeto.
Pero mientras se respetara el acuerdo había armonía entre las especies a pesar de eso, la mayor diversión de Lyl siempre fue el explorar, el sentir el vibrar de las energías de su alrededor en su ser, el oler el aire y saborear la brisa, un mundo estaba ahí afuera, lejos de la comuna, estaba segura, lo único que lo detenía era su obligación con la región, con mantener el orden junto a sus hermanas, a impartir su conocimiento, a pedir a la madre, y a la naturaleza por cosas mejores, por bendiciones para las tierras, era por lo que escapaba cada vez que podía, escapar del tedio de la rutina.