Post by Biss on Nov 7, 2017 19:40:42 GMT
La tierra que los hombres conocen como Anglos es la cuna de mi raza, la cuna de mi estirpe y lugar donde inició mi épica.
Los hombres cantaban a los lobos y los lobos cantaban a los hombres, era una epoca gloriosa y desde infante siempre busque honrar las leyendas de mi estirpe, las leyendas de grandes lobos conectados a la humanidad, fuertes y sabios sobre otras bestias... Sin embargo, entre los hombres corria el rumor de que nuestra estirpe era en realidad una maldicion incontrolable y todo aquel hombre que cayera en ella, estaba condenado al salvajismo y la ignorancia, a la masacre... a la muerte.
Contar la historia de mi ascenso como Alfa seria volver esta historia sobre mi, pero esta historia no es sobre mi, después de muchos años he decidido contar La épica de Él colmillo roto de Brecher, nuestro Éxodo a Mirovia.
Inicialmente, cuando salimos de Anglos me acompañaban los últimos cinco lobos de mi familia, tras ser masacrados por los hombres no quedaba mucho de nosotros únicamente tres hembras jóvenes y cuatro machos adultos, incluyéndome. Dos eran mas jóvenes que yo y el ultimo anciano, Steinkralle.
Desafortunadamente el viaje fue demasiado pesado para el sabio Steinkralle y muere al par de años de éxodo. Steinkralle vio sus ultimas dos primaveras y falleció durmiendo sobre una cama de flores, dejándome su piel como embestidura... Una tradición olvidada por la paz en la que crecí, una tradición que mas que sucesión de poder, era poner sobre los hombros de un lobo toda la sabiduria y fuerza que alguna vez llevaste bajo la piel. Steinkralle era el ultimo anciano de la manada Silbermondstamm, uno de los consejeros de mi padre... Ese lobo me vio nacer y crecer, me vio convertirme en el líder de la manada, condenó mis errores y me aconsejó a enmendarlos, sin su consejo me sentía perdido pero llevando su piel sobre mis hombros sabia que recibiría su consejo de una manera diferente, ya no a base de coscorrones y mordidas, ahora su voz estaría oculta en el viento, un susurro en mi oreja. Mi capa desde entonces llevó la cara del lobo en la espalda, sus ojos, fuerza y sabiduría me advertirían de cualquier peligro que pudiese atacarme de manera traicionera.
Gran parte de nuestra travesía fue montaña abajo, alejándonos lentamente de los picos nevados y las cuevas profundas. Fue entonces que Él llegó a nosotros, a pesar de que Él considera que nosotros fuimos su salvación... Por un momento los mas jóvenes se vieron espantados por aquel torso de hombre que emergía del cuerpo de un reno, yo conocía los centauros desde hacia mucho tiempo atrás, nobles y justos que cabalgaban lado a lado con los ciervos y caribues de nuestras tierras. Notamos entonces que dos de sus patas estaban atascadas en lo que parecía una trampa, ambas patas traseras que quedaban fuera del alcance de las hábiles manos de hombre. Esa trampa sin embargo no parecía destinada para un ciervo o para un centauro, era mas bien pequeña y no mortal... El cazador que la instalo seguramente buscaba una presa viva, tan pequeña como un lobo juvenil. Burke, se presentó y en agradecimiento nos dedicó su lealtad, acompañándonos en el viaje después de la breve pausa para sanar las heridas que quedaron en sus tobillos. Pude ver que se trataba de un reacio guerrero y hábil herrero, que había perdido el rumbo cuando su familia pereció a manos del ser humano... Otro huérfano mas de estas tierras, fue una fortuna el habernos reunido y un honor el que deseara formar parte de la familia.
Los jóvenes me pidieron un momento, no estaban convencidos de que fuese adecuado que un centauro nos acompañara, eramos una familia Lycan y para ellos en esos instantes, mas lycan habría desvanecido la inseguridad que sentían pero no podíamos darnos el lujo de buscar a otros lobos, ademas de que Burke necesitaba de una familia que le apoyara, así que fue mi decision la que al final selló nuestro pacto con él, este pacto abrió también las puertas a que otros arcanos, en búsqueda de un hogar lejos del hombre, pudieran gozar de ayuda y compañía en nosotros.
Ulva, la mas joven de las lycan, formó rápidamente un lazo a Burke y cuando enfermó por su débil constitución, el aceptó llevarla en su lomo el resto del camino, eso terminó de calmar mi corazón con respecto a él, pues es bien sabido que los centauros son recelosos en ese aspecto, Burke había abierto su corazón a nosotros.
La pequeña Ulva no parecia mejorar en salud y los remedios que le dabamos solo mostraban mejoria durante un periodo de tiempo que era cada vez mas corto por lo que tuvimos que cambiar a una ruta mas estable para ella, ademas de optar por asentarnos temporalmente para ver si mejoraba o empeoraba su estado, decidimos entonces acercarnos al agua, llegando al mar gelido.