Hoko Sodza
Los Grises
Nuestro cuerpo es solo una frágil máscara de nuestra alma
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Post by Hoko Sodza on Nov 24, 2017 18:50:06 GMT
La ciudadela estaba en un auge de felicidad y recompensa, pues los cultivos habían salido completos y sanos antes de la entrada del invierno, la cual, parecía más y más cerca cada vez que las brisas de la mañana enfriaban las mejillas de los arcanos, y que, al salir, se tuvieran que utilizar ropas más abrigadoras que las de costumbre. A pesar de ello, el calor que emanaba un círculo grande de arcanos era suficiente para no sentir que el invierno estaba a la vuelta de la esquina, mucho menos en el mercado. El barullo de los vendedores gritando de aquí para allá el precio de sus productos, los compradores alzando la voz para preguntar el precio, tanteando las frutas, las verduras y de vez en cuando un niño jalando de la camisa de su madre para que le comprara unos de esos simpáticos juguetes de madera pintados con colores brillantes. La calle del mercado se extendía en un patrón de piedras hasta una de las fuentes principales de la hermosa Ciudadela, un lugar donde el mercado variaba desde el más barato, y burdo hasta el más fino y precioso de toda Mirovia.
A una distancia lo suficientemente lejos para que el humo de la forja no afectara a los mercaderes, pero a una vista favorable, cerca de los demás artilleros de la ciudad, un lugar que equivalía casi tres plazas de locales se levantaba imponente ante la calle, el lugar estaba adornado con varios arcos hechos de piedra pura barnizados con un componente para que se mantuvieran en su lugar de color arenisco, con cascos de diferentes metales colgados a una altura considerable en cada pilar, portaba una entrada alta y ancha para que cualquier arcano pudiera pasar, arriba en un cartel hecho de madera estaba grabado a mano el nombre de dicho establecimiento:
Vuur Tier Para Hoko no había nada más reconfortante que el olor a metal fundido, el calor del carbón al rojo vivo, y el sonido de los martillazos contra el yunque. Ciertamente el desierto resultaba ser un lugar más acogedor, sobre todo la enorme herrería en su templo, pero la ciudadela siempre le gustó bastante, aparte de que era un lugar bastante bello a la vista, era divertido sentarse en el barril en sus tiempos de descanso, a observar a los arcanos ir de un lado a otro, algunos con bolsas llenas de comida que cargar, otros con asuntos que tratar, y unos pocos tan solo disfrutando de la vista y el paseo a su alrededor, tantos olores y sensaciones… tanto…
La arcana agitó la cabeza de un lado a otro, volviendo a los olores de la forja y los metales, se sentó en una caja de metal tras el escritorio de madera, observando a Fergus, el pequeño arcano que por azares y muestra de que el karma existía, se había convertido en su sirviente. El hombre de bigote pronunciado y mirada ojerosa, sacaba el exceso de polvo con una escoba, tan concentrado en su trabajo, que a Hoko le dio cierta flojera llegarlo a molestar, así que tan solo miró a la entrada, se puso de pie y comenzó a limpiar algunas de sus herramientas con un trapo, esperando la venida de algunos nuevos clientes que atender.
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Post by Salem Exitium on Nov 24, 2017 20:46:57 GMT
Vida, esa era la palabra que encajaba a la perfección con el ambiente que predominaba en aquel lugar, los sonidos, colores, olores, los arcanos riendo, felices por las vidas que tenían, celebrando aquellos pequeños y sencillos acontecimientos, una ambiente ligero de paz se sentía, eso creaba una leve sensación de conformidad en la Baphomet, le agradaba ver a los arcanos así de tranquilos, irónico, considerando como era el resto de su propia personalidad; El sonido de sus zapatos se perdía entre el bullicio, no le sorprendía que esa zona estuviera un poco más cálida que el resto de la ciudadela, considerando lo que allí se hacía y además la cantidad de personas que deambulaba a cada instante, atravesándose frente a ella incluso, niños jugando, gritando, rogando algún dulce a su madre o sencillamente atención. De los labios de la mujer salió un suspiro de alivio al alejarse del enorme grupo, se sentía de bastante buen humor y no quería en realidad entablar ningún tipo de conversación innecesaria por algún accidente, abrió lentamente aquella capa larga y fina que la cubría para refrescarse, acomodando el escote de su chaqueta para sentir el frio exterior, le gustaba, ella había nacido y crecido en zonas con temperaturas muy bajas, no la pasaba apara nada bien cuando hacía calor, lo odiaba, pero era necesario, no controlaba el clima “Aunque si pudiera, tampoco lo usaría para un capricho así” pensó mientras miraba a su alrededor, analizando las estructuras que se mostraban frente a ellas
Una le llamo la atención, majestuosa, rígida, bastante agradable a su vista, con un color arena que complementaba toda su fachada, Salem se quedó observándola un momento antes de finalmente encontrar su vista con aquel rustico letrero tallado en madera que colgaba sobre la enorme puerta “Herrería” eso era lo que ella estaba buscando, no perdía nada con entrar y observar lo que allí se vendía, además aquellos cascos que colgaban en los pilares, imponentes se veían de muy buena calidad, aunque debería juzgarlo correctamente cuando tuviera uno en sus manos para evaluarlo mejor, se decidió finalmente a volver a su misión y con su característico contoneo, la mujer de esbelta figura entro en aquel local – Con permiso – hablo en tono firme antes de dar el primer paso, su madre la había educado así, al menos en estos tipos de asuntos, un poco más sociales – Buenos días – saludo de forma cortes mientras se retiraba aquella capa que la cubría, dejando que el cabello largo y ondulado cayera por su espalda, el color vino tinto del mismo contrastaba bastante con los ojos naranjas de la Baphomet que sonrió de forma suave mientras miraba a los dos arcanos que se encontraban dentro de la tienda
Salem comenzó a mirar nuevamente a su alrededor, viendo la mercancía que alcanzaba a estar a la vista, intrigada, se sentía casi como si comprara un juguete, y de verdad habían cosas muy interesantes en aquel lugar – Debo confesar que me gusta mucho el aspecto de su tienda y por lo que logre apreciar su trabajo es de una buena calidad… - Comento, buscando descifrar quien de aquellos dos era el dueño – Vengo buscando un arma, pero a decir verdad no tengo alguna preferencia y quisiera saber su opinión, me manejo mejor con armas largas, espadas, pero me gustaría aprender con algún tipo de arma nueva… ¿Puede darme alguna sugerencia? Claro, si es que no interrumpo su trabajo – Pidió en un tono suave, hipnótico, casi seductor, una característica resaltante de la mujer que miraba fijamente a la morena, no le había costado tanto descubrir quién era el dueño después de todo
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Hoko Sodza
Los Grises
Nuestro cuerpo es solo una frágil máscara de nuestra alma
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Post by Hoko Sodza on Nov 25, 2017 2:53:25 GMT
La tienda le regresó la mirada a Salem con el tintineo de los artilugios colgados en varias partes de el local, en la entrada estaban acomodados algunos sillones forrados de telas de colores verdes, azules y dorados, formando un tipo de patrón como si de un mandala se tratase, al lado, una mesa con una jarra de barro cubierta por un pedazo de madera descansaba sobre ella. El local estaba lo suficientemente abierto para que el calor no fuera demasiado sofocante para los clientes, por lo menos en la parte del espacio de espera, todo lo demás estaba cubierto, como si Hoko quisiera que todo el calor se quedara en su propio lugar. La Racksasha no era amiga del frío.
Al ver pasar a la Baphomet dentro de su Herrería, Hoko dejó de limpiar la hoja para recibirla con una gran sonrisa de colmillos blancos. ―¡Muy buenos días, señorita! ―La Racksasha se acercó a la barra de madera y piedra, Fergus, el arcano que barría, tan solo le dedicó una mirada despectiva y luego siguió con su trabajo de sacar el polvo.
Detrás de Hoko se podían notar estantes llenos de artilugios extraños, como lo eran esferas de oro o plata con un pequeño listón saliendo de uno de los lados, cajas selladas, frascos con etiquetas, dagas con pomos de diamante y algunos pedazos de madera envueltos en tela. ―Me halaga, señorita ―Comentó la arcana mientras dejaba el trapo sucio sobre la mesa de trabajo. Observó a Salem a los ojos mientras la mujer pronunciaba su pedido. ―¡Así que tenemos un reto, uh! ―La gran mujer salió de detrás de la barra para postrarse en frente de la mujer, la miró de arriba abajo, y sacando una cinta métrica, tan solo tomó la punta con dos dedos hasta que se desenvolvió, cayendo el otro extremo al piso. Hoko se puso sobre una rodilla, estirando con firmeza la cinta métrica, de los pies hasta el hombro de la mujer, asintió con la cabeza mirando la medida, se puso de pie.
―Espadas largas ―Masculló Hoko, como si así pudiera leer todo lo que respectaba el cuerpo de la mujer. Una altura promedio, peso consistente, brazos resistentes y fuertes para cargar un arma blanca, la mujer se dio la media vuelta, tanteando los dedos en varios lugares de su Herrería. ―¿Qué de nuevo estás buscando hacer? ―Hoko se agachó, sacando una daga de punta tan delgada como un papel ―Te ves como alguien que puede soportar cosas pesadas, pero prefieres lo elegante ―Hoko dejó la daga sobre la barra ―Pero las espadas siempre han sido una extensión del cuerpo de los más fuertes caballeros, quizás lo único que se les pueda acercar sean los arcos ―La arcana sonrió ―Cuando tomaban prisioneros a los arqueros, les cortaban el dedo de en medio de la mano con la que sostenían las flechas, era el peor castigo del mundo ―Hoko tomó una flecha con acabado de plumas de pavorreal, y un arco de madera tallada a mano con ligeros surcos que formaban un hermoso patrón de runas vikingas y letras árabes, pintado de color negro puro, Hoko extendió el cable hasta que éste llegó a su mejilla, se acercó al mostrador y lo dejó allí, mirando a la mujer, después, siguió paseando por las armas, buscando alguna otra que encajara con la Baphomet.
―¿Cuáles son sus gustos además de la espada?
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Post by Salem Exitium on Nov 25, 2017 4:57:56 GMT
Salem enancho su sonrisa al ver que su petición había sido aceptada, irguiéndose en su puesto para que pudieran tomar correctamente su medida de ser necesario, se le hacía curioso cuando menos aquel gesto, la enorme mujer de piel oscura había conseguido captar su curiosidad y por supuesto, su atención, pensó por un momento quitarse los altos zapatos pero no veía el por qué no, luchaba con esos zapatos, estaban afilados y eso se notaba, no eran zapatos comunes tampoco, no le molestaba no ser tan alta, pero prefería imponer un poco más de respeto de esa forma “Irrelevante, de todas formas” miraba fijamente a la herrera, de quien aún no sabía su nombre, no lo creía necesario de momento pero tarde o temprano lo sabría; Un asentimiento de cabeza, parecía que la posible solución estaba ya en camino y no se equivocaba, espadas "Ironico” pensaba, esa arma había sido la primera con la que la había entrenado su padre, con la tierna edad de apenas 6 años, le habían dado un año de regalo para que pudiera aprender correctamente las posturas y además ganar la fuerza necesaria para levantar el arma, sus padres sí que habían sido considerados y amables con ella, la amaban después de todo; Presto atención a los comentarios de la mujer mientras sacaba los artefactos que dejaba en el mesón frente a ella, la emoción se podía ver en aquellos extraños ojos naranja mientras la sonrisa se enanchaba aún más, era realmente como estar en una dulcería, pero mejor
-Lo sé, lo vi en carne propia, un castigo bastante peculiar, pero no del todo tan grave, vi soldados que se renovaban a sí mismos reaprendiendo como ser dueños del arco, como seguir sin aquel dedo y aunque les era difícil, lo lograban, realmente impresionante si me lo preguntas – Recordaba en especial a uno de los soldados que llego a la utopía, el primero que entreno, bastante fuerte, pero muy mal herido, de tierras lejanas, aprendió bastante sobre ese hombre y otros tipos de castigos, le recordaba con estima, uno de sus mejores soldados, pero al igual que el resto de sus tropas, su destino era inevitable y finalmente, murió por su propia debilidad, tal y como todos los demás – Sus armas son bellísimas y ahora de cerca puedo apreciar la calidad con la que son elaboradas, y también su propia dedicación, mis felicitaciones – los hilos que estaban en sus mejillas se movieron, evidenciando que no eran marcas como se veía, la mujer tenía esos hilos junto a su boca y se movían cada vez que hablaba – Permiso – hablo con tono suave antes de tomar con el mayor cuidado aquella flecha para detallarla mejor, realmente hermosa, y tan mortal como cualquier otra, un toque especial y único, definitivamente se la llevaría, aunque como arquera Salem era aún una principiante, no había tenido el placer de practicarlo mucho, quizás debería volver a la caza, quien sabe…
La Baphomet dejo con cuidado la flecha en su lugar anterior, escuchando la nueva pregunta que se le hacía, medito unos segundos las respuestas, la primera no la contestaría, porque más que ser algo prohibido, no estaba segura aun de que cosa nueva quería probar, debía hacerse más fuerte, pero había estado tan ocupada estudiando nuevamente los métodos de tortura que había descuidado sus habilidades físicas, y ahora que ya no luchaba ni entrenaba a nadie… su vida se había vuelto sencilla, demasiado sencilla – Se me entreno con una gran variedad de armas y técnicas de combate, pero siempre eh tenido un favoritismo por un tipo de arma que era característica de mi familia… Las guadañas, aunque mi madre prefería las cosas más pequeñas y utilizaba una hoz más a su tamaño, es mi arma favorita y con la que mejor me desempeño… Pero me gustaría aprender ahora a utilizar armas un poco más... – medito las palabras correctas, frunciendo de manera imperceptible el ceño al buscar el termino – Pesadas – declaro finalmente, acomodando la tela en sus manos – Me gustaría aprender a utilizar armas poco frecuentes y han sido contadas las ocasiones donde eh utilizado mazos, por ejemplo, es el mismo caso del arco, a pesar de ser un arma que me gusta bastante no llegue a emplearla tanto como me gustaría – Comento sonriendo, se llevaría de todas formas aquella daga junto al arco, era preciosa y debía admitir que Lumina le había contagiado un poco su nueva obsesión por coleccionar objetos, aunque en el caso de la ex general eran armas
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Dust.
La Resistencia
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Post by Dust. on Nov 25, 2017 7:36:53 GMT
Las mañanas frescas eran sus favoritas, en especial porque no podía evitar sentir un mayor deleite mientras devoraba la primera comida del día, un sándwich de pechuga de codorniz azada, uno de los platillos que mas le gustaban y por suerte para su bolsillo uno bastante barato de comprar, claro estaba, jamás se permitía comer más de dos días seguidos la misma comida, conocía el dicho, no hay mayor debilidad que ser un animal de costumbres. Pero ese día era especial en cierto modo, al terminar su ultima entrega un asaltante intento robarle su recién adquirida paga, ahora además de la paga tenia un dinero extra cortesía del muchacho que ahora se encontraba entre las rejas. Ahora simplemente vagaba por las calles de la ciudad buscando alguna cosa bonita que comprar, no porque realmente quisiera quemar el dinero, sino mas bien porque la experiencia le había enseñado a nunca tener mas dinero que el estrictamente necesario.
Su caminar despreocupado le llevo a la zona de la Artillería, no negaba que le resultaba un tanto molesto ese sector, lo que en realidad era una pena, le encantaba ver armas nuevas y aprender de quienes las crearon, pero sus oídos eran muy sensibles y siempre terminaba con dolores de cabeza a causa del constante ruido de los martillos. Antes de que su cabeza comenzara a palpitar busco la tienda mas silenciosa y se acerco a ella, en esta ocasión dio con un establecimiento enorme, bastante mas grande que los otros y llamativamente mas silencioso, por lo que se apresuro a entrar en él. Dentro la recibió un ambiente bastante acogedor, con múltiples objetos exhibidos por todos lados que despertaron su curiosidad. Aprovechando que la aparentemente dependienta del local estaba ocupada atendiendo a otro cliente decidió simplemente perderse un momento en los objetos exhibidos, tal ves cuando la vendedora se desocupara podría aprovechar para obtener algo de platica e incluso un arma nueva para poder practicar.
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Hoko Sodza
Los Grises
Nuestro cuerpo es solo una frágil máscara de nuestra alma
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Post by Hoko Sodza on Nov 27, 2017 3:21:22 GMT
―Ah, sabias palabras señorita, y mucha verdad también ―Hoko revisó algunos estantes detrás de una enorme mesa de piedra dentro de su área de trabajo. ―Aún con un miembro faltante, si uno no se deja caer, puede hacer lo que quiera ―Sonrió la mujer, mientras bajaba algunas cajas con su mano derecha, en donde se podía notar que le faltaba el dedo de en medio. Hoko abrió las cajas, sacando una que otra tela de seda y cuero café.
―Se lo agradezco ―Hoko dejó la caja en una de sus mesas de trabajo, esperando pacientemente a que la mujer le echara un vistazo a las armas ―Son materiales de calidad, el arco está hecho de madera de pino muy adentro en el bosque, tallado a mano, las runas escritas están huecas como puede notar, eso significa que están vacías, listas para ser llenadas de algún hechizo ―Hoko se mantuvo en silencio unos minutos en lo que escuchaba a la mujer atentamente, puso una mano en su barbilla, tenía todas las armas que la mujer mencionaba, pero como la cliente había dicho, quería algo diferente, la Rackshasa pensó por algunos momentos. ―Pesadas ¿Uh? ―Hoko desapareció en su herrería, tardando un par de minutos antes de volver con dos grandes bultos de tela amarrados con cintas de cuero, los dejó en la mesa con cuidado mientras desenvolvía el primero.
―Tengo dos opciones que quizás puedan gustarte, primero, un arma que es ciertamente parecida a la guadaña por su uso de agarrar y perforar ―La mujer quitó la manta por completo, desenvainando un Khopesh egipcio, de aproximadamente 81 cm de largo, el mango era de madera tallada para que se agarrara bien a la mano y no se resbalara, y la hoja, partiendo de un grosor delgado hasta casi desaparecer en la punta, tenía un patrón de Damasco por toda la hoja, haciendo parecer como si se le hubiese derramado algún tipo de ácido.
―El Khopesh ha sido un arma de infantería, significando autoridad, y rareza por el arco que rodea el arma ―Hoko pasó su dedo por lo largo de la hoja ―Se utilizan para enganchar escudos, piernas y armas, su corte atraviesa huesos con unos cuantos golpes, tiene un corte limpio, y atraviesa la carne fácilmente ―La mujer movió la hoja hasta que quedó en una posición frente a la Baphomet, y cuando menos lo pensó, la hoja tan delgada pareció volverse invisible ―Es tan delgada que parece que no está ahí, ah, pero que no te engañe su apariencia frágil ―Hoko salió de detrás de su lugar, movió un tronco que utilizaba para cortar la madera hacia un lado y haciéndose para atrás, aferró el arma alrededor de sus dedos, respiró hondo, levantó el Khopesh hasta que llegó a su cabeza y dio un golpe feroz al tronco. Cuando Hoko levantó el tronco, éste estaba a la mitad, observó la hoja, no había ni una sola grieta o escarcha. Por consiguiente, Hoko se quitó un cabello de su enorme melena y lo pasó por la hoja casi invisible, haciendo que el cabello se cortara en dos, cayendo ambas partes al suelo.
―Pero, también dijiste que te gustaba lo pesado así que te traje esto ―Dejando el Khopesh en su mesa de trabajo, desenvolvió el segundo artilugio, un hacha vikinga, la cual estaba casi del tamaño de la Baphomet. ―Las hachas siempre han sido un objeto de usos múltiples, podías atacar con ellas ―Hoko movió el arma de un lado a otro ―Destrozar puertas, y ―Apuntó a la parte inferior del primer filo ―Agarrar pies e incluso escudos enemigos, dando el estoque final con la parte de atrás, la cual es más filosa. ―Hoko golpeó un par de veces el hierro contra su mesa, haciendo un eco por la herrería ―Es fuerte, puede atravesar puertas completas, troncos e incluso si tienes la fuerza suficiente, hacerle fisuras a una roca, y como lo has dicho, es pesada, está hecha de casi cincuenta capas de hierro forjado de distintos materiales ―Hoko la balanceó en su mano y se la dio a la Baphomet para que probara ella misma su peso y la altura. Todo el palo era de madera, con un trazo simple, cómodo, pero con un tallado especial para que no llegara a astillar al portador.
La mujer levantó la mirada, observando a un segundo cliente entrar a la herrería.
―¡Buen día! ―Exclamó la racksasha observando a Dust pasearse por el área de armas.
Volviendo rápidamente con Salem, Hoko señaló un espacio que parecía como un granero a su derecha, cubierto de paja por todos lados, algunos escudos abollados, piedras, troncos y uno que otro pedazo gigante de hierro. ―Puedes probarlo allá, solo intenta no romper nada importante―Comentó mientras le guiñaba el ojo, para acercarse a la arcana gatuna.
Los estantes más elevados del suelo, donde solo la dueña del negocio tenía acceso, estaban llenos de artilugios extraños, desde cascos atravesados, libros, y una que otra arma cubierta por un paño de color negro, entre otros objetos misteriosos, cuidadosamente encerrados tras un vidrio de aspecto engañoso, sin embargo, todo lo demás de la parte de abajo estaba mostrado ante el público, incluso enseñando una armadura completa de caballero de hierro puro, desde la tela que cubría al soldado hasta los más mínimos detalles del material duro.
―Bienvenido a Vuur Tier, ¿En qué puedo ayudarle?
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Post by Salem Exitium on Nov 29, 2017 3:12:01 GMT
No volteo cuando sintió aquella presencia nueva en el ambiente, no le presto en realidad importancia, estaba mucho más intrigada con lo que la herrera le decía; Salem estaba simplemente maravillada con la calidad del trabajo y por supuesto la atención que se le ofrecía, miraba fijamente a la herrera esperando que se le mostrara aquellas nuevas armas, más cuando saco la primera la expresión de la mujer cambio ligeramente, reconocía perfectamente ese tipo de arma, no se parecía en nada a la que le pertenecía a su padre y que fue usurpada por su hermano, pero sí que le trajo recuerdos, conocía perfectamente de lo que era capaz de hacer aquella majestuosa arma en buenas manos, observo la demostración de Hoko, atenta a cada movimiento, reviviendo en su mente momentos de su pasado, con su amado padre, sus entrenamientos, y luego a uno un poco diferente, recordó el placer que sintió de asesinar a su hermano con su misma arma, la justicia se había hecho, él había sido débil y su castigo era la muerte “aunque hubiera deseado tener unos momentos más, decapitarlo fue un castigo muy suave” Suspiro, viendo el arma en la mesa, era tan hermosa, sencillamente hermosa y perfecta, sin duda alguna se la llevaría para su uso privado –...Schön... – Murmuro en tono bajo mientras alejaba su vista para prestar atención, un hacha vikinga había sido la sugerencia y Salem concordaba con la elección
La recibió con cuidado luego de escuchar la explicación técnica sobre el arma, era de su altura, contrario a su apariencia, la baphometh no encontraba tan pesada aquella hacha, la agarro firme –Permiso…- pidió sin esperar respuesta, dejando su capa perfectamente doblada en el mesón junto a las armas para poder evaluar mejor el hacha, realmente era hermosa y se veía que tenía buen filo; Probarla era una excelente idea, sonrió un poco más cuando se le señalo una zona donde podía hacerlo, asintió con suavidad –Por supuesto, tendré cuidado – prometió y cargando primero el hacha se acercó a aquella zona, no sin antes voltear a ver a la nueva clienta, analizándola “Hace tanto no tengo un buen combate…” se lamentaba, la idea de ir al coliseo no era mala la verdad, aunque en su estado, era seguro que no ganaría “Maldición” hizo un muy apenas audible chasquido; Miro la zona de prueba, pensando en cómo moverse adecuadamente por aquel lugar sin dañar nada exterior a lo que se le mostraba, se acercó a los escudos abollados para ver en que condición estaban, si quería llevarse todas aquellas cosas no debía pagar por nada más “Aunque no sé si traigo conmigo el dinero suficiente” Se cuestionó mientras se acomodaba
Recordaba vagamente como sus soldados practicaban con las hachas, ahora se lamentaba de no haber dejado que su curiosidad ganara y haber aprendido, pero ya no podía hacer nada, se acomodó, estirando una de sus piernas hacia atrás para cargar el hacha como si fuese una alabarda primeramente, bueno, si era mucho más pesada de lo que la había sentido en principio – Interesante…- sonrió, moviéndose hacia el escudo, tocándolo primero suave, sin hacerle realmente daño, no estaba tan segura de cómo proceder, frunció un poco el ceño, se tomó unos segundos para decidir una forma de usarla – Si…podría servir – Cambio la posición, por el largo que tenía, podría manejarla tal y como manejaba su guadaña, así que comenzó a balancearla, comprobando que el espacio era suficiente, efectivamente así era; a pesar del peso considerable que tenía, no le llevo tanto esfuerzo hacerla girar en el aire, dando certeros golpes en el escudo frente a ella, se podía ver la experiencia que tenía en combate “Me gusta bastante, pero pesa, deberé entrenar más fuerte con ella… Podría pedirle a Sieg que en acompaña” se le ocurrió, mientras se detenía, mirando de reojo hacia la nekomata, hacía tiempo no se topaba con alguien de esa raza y quizás, podría pasar un momento divertido o hacer un buen negocio, quien sabe
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Post by Gunnhild Næss on Nov 30, 2017 3:15:38 GMT
Eran días bastante entretenidos para la dragona, en especial cuando entrenar se trataba aunque no fuera necesario ella lo hacía de todas formas para no perder las técnicas que observaba a escondidas de otros guerreros. Aunque estuviera un clima frío, se encontraba toda sudada ante la práctica que obtuvo, su nuca le molestaba y los brazos se le acalambrabon por ejercer excesivamente la fuerza de su espada. Tras arduo ejercicio quizás probaría con tomar un poco y después tomar un buen baño, estirando sus brazos nada mas observó la espada y cual tras varias batallas no se encontraba del todo bien, así que necesitaría que le dieran una manito de gato a su bebé.
En eso tomo sus cosas y emprendió camino hasta la ciudadela tras buscar alguien que le ayudara. Un vago recuerdo comenzaba a aparecer en su mente de como algunos herreros forjaban y mejoraban las armas de otros guerreros, era bastante interesante y a su ves lo encontraba difícil; que quedaran de una manera, con cortes perfectos, tallados tan bien definidos...para Gunnhild era demasiado complicado debido a que era un cero a la izquierda con todo lo que se trataba utilización de manos en cosas manuales.
Horas después de llegar, miraba de un lado a otro en donde demonios encontrar una famosa herrería. Por suerte el humo era algo que destacaba de aquellos sitios debido a la emanación del fuego y el calor que a veces, llegaba a ser un poco insoportable. No tardó mucho en encontrar uno cual su apariencia la encontraba bastante peculiar, llena de armas, y aparte de otros artículos muy pintorescos. La enorme dragona entró y comenzó a ver todo sin tocar nada, o al menos hasta no encontrarse con algo realmente que le llegara a llamar su atención. -ahh...Buenas tardes- Lenta, torpe, pero respetuosa al estar en un lugar recinto ajeno obviamente. El aroma de carbón que emanaba del lugar era algo fuerte para la nariz de la dragona, pero tolerable y el calor en este muy acogedor. Volteó su mirada notando quien al parecer era la dueña del local, mirándola de arriba para abajo sonrió levemente -Hey~....necesito saber si puedes ayudarme en algo- comentó dejando a la vista su espada maltratada. -Crees que pueda tener solución, linda~?- No podía evitarlo, Gunnhild era una dragona que no poseía pelos en la lengua al momento de encontrar a una cara bonita, especialmente si se trataba de una dama.
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Dust.
La Resistencia
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Post by Dust. on Dec 3, 2017 22:23:56 GMT
Cuando la dependienta finalmente se desocupo decidió acercarse al mostrador, aunque mantuvo un poco de distancia con este, pues su baja estatura hacia complicado comunicarse con los vendedores. -Buenos días- Comento manteniendo una postura recta y mirando a la dependienta a los ojos. -Parece que tienen un conjunto de armas muy variado, estoy buscando algún arma interesante para practicar. Aunque como puede ver, me es bastante complicado utilizar armas demasiado grandes. - Comento con seriedad, no había pasado por alto la enorme hacha de combate que le había ofrecido a la otra mujer y podía estar segura de que si trataba de utilizar un arma tan pesada y voluminosa como esa fácilmente terminaría aplastada por el hacha.
-Me gustan especialmente las espadas. - Dijo mientras con un gesto mostro las tres armas que cargaba consigo. -Y esperaba encontrarme con algún nuevo estilo de pelea el cual poder aprender.- Tras Comentar esto pudo ver otro cliente entrar con la visión periférica, no podía distinguir nada de el sin darse vuelta pero no deseaba cortar con el contacto visual con la dependienta de la tienda, siempre le habían dicho que era un acto de cortesía el ser directo con los vendedores, aunque había veces que creía que le habían mentido, mas de una vez su actuar le termino metiendo en problemas con algún que otro vendedor.
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Hoko Sodza
Los Grises
Nuestro cuerpo es solo una frágil máscara de nuestra alma
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Post by Hoko Sodza on Dec 6, 2017 22:58:47 GMT
Observó tan solo por algunos segundos a que Salem se metiera al cuarto de pruebas. Se dio la media vuelta, regresando tras la barra de madera y piedra, observando a la pequeña arcana. La escaneó con la mirada; Pies y manos pequeñas, pero de seguro ágiles y hábiles, un porte estilo samurái con las armas atadas a cada lado de su cintura. Siempre le gustó mucho la cultura oriental. Hoko sonrió, acercándose a la arcana, y poniéndose en cuclillas la observó detenidamente de arriba abajo.
―Tengo algunos cuchillos de caza japoneses ―Hoko se puso de pie, frotando su barbilla, no muy convencida por su decisión ―Puedo mostrárselos si gustas, pero debido a tu tamaño, un arma personalizada estaría mucho mejor, así podría hacerla a tu peso, altura y que tan pesada o ligera quisieras que fuera. ―La mujer desapareció un poco tras el mostrador, y pasados algunos minutos, sacó algunos cuchillos de caza envueltos en paños de lino. ―Los cuchillos están hechos a partir de un trabajo llamado San Mai, que sería una hoja japonesa hecha de acero duro intercalado con acero blando, es muy suave de peso ―Dijo señalando un canal que daba desde la empuñadura hasta la punta, el cual daba una mayor ligereza y resistencia. ―Aunque también muy filosa. ―Le entregó el cuchillo de caza a la nekomata. ―¿Qué cosas nuevas te gustaría probar? ―Hoko la miró con cierta intriga ―Hay varios tipos de espadas, o por lo menos parecidas, Khopesh, Karambit, Alfanje, Espadín, un Dao quizás… ―Hoko nombró algunas otras, mientras buscaba un poco algún artículo a gran escala para mostrarle.
Sacó al final la última opción ―Quizás te guste una Guan Dao ―La Racksasha sacó un arma que empezaba desde un palo de madera delgado, el cual terminaba en una filosa cuchilla curveada, estaba finamente pulida de todo el borde, teniendo incluso algunos escritos chinos en la hoja. El arma estaba un poco más pequeña que todo el cuerpo de la gran mujer. ―Obviamente tendría que hacerte una que entrara en tus estándares para que puedas tomarla con mucha más comodidad, quizás una más pequeña… ―Hoko dejó recargado el Guan Dao en la pared para que Dust pudiera echarle un vistazo, se volteó de pronto, observando como una dragona de proporciones tan grandes como ella entraba por la puerta principal. Fergus tan solo los miró a todos con el semblante serio y de pocos amigos, metiéndose mejor a otro lado.
―¡Buen día! ¿En qué puedo ayudarle? ―Hoko se acercó a Gunnhild con ambas manos en las caderas ―Ah, ya veo ―Hoko estiró las manos hasta tomar la espada con cuidado, acomodó el arma en un ángulo en el que la podía ver por parte de la punta, cerrando un ojo, observó con sumo cuidado el artilugio. ―Puedo notar que tiene algunas grietas en la punta ―Hoko la movió un poco de un lado a otro, tanteando el peso ―Al menos no se ha roto, y no hay grietas que atraviesen la hoja, está un poco maltratada y la empuñadura se resbala de mi mano al moverla, pero no es nada que no pueda arreglar, con una pulida, una afilada y un tratamiento térmico, y mientras cambie esa empuñadura estará como nueva. ―Dejó el arma en la mesa ―Le cobraría por el trabajo unos 1500 Mirvos, estará lista dentro de algunas horas y será tan resistente que le prometo que cortaré un tronco y esta no se romperá.
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Post by Salem Exitium on Dec 11, 2017 19:54:28 GMT
Se quedó allí, probando aquella arma letal unos minutos más, el suave eco del metal chocando le hacía recordar los años de guerra, la sangre en sus armas brillar en la noche, sonrió de una forma maligna “que buenos tiempos” la gloria que le daba asesinar a aquella especie inmunda, los humanos aun no tenían su castigo, a pesar de que había algunos que no tenían ese rasgo asqueroso, era mejor quitar lo podrido de una sola vez, como en la jardinería. Un último fuerte golpe resonó en aquel espacio mientras la pesada hacha era bajada, Salem tenía una sonrisa de oreja a oreja, le había parecido perfecta, definitivamente se la llevaría, tendría obviamente que practicar mucho para llegar a darle un correcto uso. Camino con suavidad de vuelta al mesón, contoneando sus caderas con aquella sensualidad innata y el resonar suave de sus zapatos, mientras sujetaba el hacha aun, teniendo cuidado de no pasar a llevar nada por accidente, no podía permitirse un error tan tonto como ese. Espero pacientemente a que la mujer de gran altura estuviera un poco más libre para poder pagar, aunque probar otra arma le estaba tentando bastante, mirando al resto de los clientes, en especial a aquella pequeña criatura felina, viendo las tres espadas que cargaba consigo, le recordaba muy apenas a cierto viejo lobo, una sonrisa suave salió de sus labios
-Disculpa- hablo en tono suave, bajando su mirada para ver a la felina – Tengo curiosidad, puedo ver que llevas tres espadas a tu costado… ¿Qué estilo de combate usas? ¿Las combinas? – pregunto con aquella voz suave y aterciopelada, como una niña curiosa, aquel destello que evidenciaba la emoción que sentía, sin esperar respuesta ya comenzaba a imaginar como podría hacerlo, había visto realizar maniobras impresionantes a seres de la misma especie, incluso más bajos, la capacidad de los arcanos de aprender era sencillamente emocionante – Soy Salem, no ha sido cortes interrogarte sin presentarme debidamente – se disculpó, dejando lentamente aquella hacha recargada en el mesón, volteando a ver por el rabillo del ojo a las dos arcanas que hablaban mirando aquella espada, el comentario de Hoko llamo la atención de Salem, considerando la calidad de su trabajo podría traer sus viejas armas aquí para ser reparadas, aunque lamentablemente había una que no tenía arreglo, retuvo un suspiro, recordando vagamente aquella escena y su frustración, el maldito de Aakil le había dado problemas hasta muerto “ Murió como la rata que era… Al menos sirvió para algo” decidió dejar ese pensamiento de lado para volver su atención a algo muchísimo más importante en ese momento
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Dust.
La Resistencia
Posts: 16
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Post by Dust. on Dec 20, 2017 20:48:36 GMT
Sus ojos se ensancharon enormemente al escuchar hablar de cuchillos de caza japoneses, hacía mucho tiempo que no escuchaba de ellos, por un momento se perdió en el recuerdo de su maestro, manejando un cuchillo en cada mano mientras enfrentaba a tres o cuatros enemigos al mismo tiempo, el siempre era el más rápido en el campo de batalla. A causa de eso casi pierde la concentración mientras la vendedora aun hablaba con ella, instintivamente al reaccionar a la conversación se muerde la lengua un momento haciendo que sus orejas caigan vergüenza. -Tabien… Digo ¿también haces armas a medida? Muchas veces he tenido problemas probando armas debido a lo grandes que… - No es capas de terminar la frase al ver los cuchillos frente a ella, eran hermosos y muy felices recuerdos le asaltaban la memoria con tan solo mirarse en el reflejo de estos. -Mi ma… Una persona que conocí usaba cuchillos como estos, aunque jamás me quiso enseñar a usarlos, decía que soy muy directa para pelear y estos eran un arma que relucía mas cuando se usaban de forma furtiva. - Comento desviando al mirada del filo de las armas en la mesa a la dependienta. - Bueno, siempre he querido aprender a usar algún arma que me conceda un poco mas de rango en los combates. -
Un pequeño sonrojo se avisto por un momento en las mejillas de dust pues ella era bastante mala reconociendo la diferencia de las espadas, y mucho menos reconociéndolas por su nombre, solo podía identificarlas cuando practicaba con ellas y por supuesto cuando podía notar con sus manos las sutiles diferencias entre unas y otras. Cuando la dependienta saco la nueva arma y la puso parada frente a ella pudo notar que tal ves si le resultaba un tanto grande, pero no le incomodaba tanto, al contrario de la gran hacha de hace unos momentos esta no parecía tan pesada y muy probablemente no le aplastaría por el peso, aunque claro tendría que ponerse seria para probarla. Entonces una vos diferente la sacó de sus cálculos mentales, era la chica que estaba probando el hacha, por un instante se reprendió mentalmente estaba tan perdida en si misma que olvido por completo su alrededor, era imperativo mantener siempre la guardia en alto. -Emmm… Yo…- Por un momento le dedico una mirada un tanto fría, la mujer ni siquiera se había presentado, por suerte ella misma corrigió su error lo que suavizo inmediatamente la mirada de la felina. -Soy Dust, y me manejo en el kendo, la esgrima y la danza… Y jamás he combinado el uso de mis armas, no se llevan del todo bien cuando están juntas. - Comento mirando las armas que llevaba encima, era verdad el estilo de combate de sus armas exigía que cada arma tuviera un peso largo y resistencia especifico, y usar el arma incorrecta para pelear siempre terminaba en mellas o trizaduras en sus armas.
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Hoko Sodza
Los Grises
Nuestro cuerpo es solo una frágil máscara de nuestra alma
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Post by Hoko Sodza on Feb 28, 2018 23:59:39 GMT
Hoko miraba a sus clientes con un atisbo de curiosidad y malicia, intentando ver más allá de su carne, sus almas brillaban en tonos rojizos, azules y blancos en sus corazones, unos se movían más que otros, otros se quedaban quietos conforme hablaban, mientras que otra alma se movía al compás de su corazón. Notaba bondad, maldad… una fusión de ambos, casi pudo tocar la balanza que utilizaban para medir los pecados de las almas. Especialmente le gustaban las completamente puras, ya sea hablando del bien o del mal.
Agitó la cabeza cuando Dust le habló, haciendo que la mujer bajara de su mundo de pensamientos para concentrarse en la realidad. Aclaró la garganta, mientras intentaba recordar que es lo que exactamente estaba haciendo allí.
―Ah, si ―Hoko miró a la nekomata, dirigiéndole una sonrisa confiada ―Por supuesto, toda arma que desees, puedo hacerla a tu tamaño y peso, lo segundo es lo más importante, aunque con la práctica uno puede mover hasta el arma más pesada, pero siempre resulta ser más cómodo para el combate. ―Se quedó pensando un momento, dejando que viera los cuchillos de caza ―Rango, ¿Uh? De armas que combinen con tu forma de ser y de donde provienes, podría ofrecerte la kusarigama, es un tipo de guadaña atada con una cadena a un mango resistente. ―Hoko se irguió en su lugar ―Da un rango lo suficiente para atacar al enemigo de lejos con una gran potencia si se tiene la destreza adecuada para hacerla girar y atinarle al objetivo, por supuesto.
Ahora dirigió su mirada a Salem, recargando su codo en la mesa y la palma de su mano en su mejilla.
―¿Qué le pareció, señorita? ¿Hubo algo que le gustó? Me considero con la seguridad de decirle que mis armas con sumamente resistentes, y pueden durar con el filo mucho tiempo. ―Hoko comenzó a limpiar la hoja de uno de los cuchillos de caza, ―Siempre puede venir conmigo en el caso de que pierda algo de filo o de brillo, si es una de mis armas le cobraré menos.
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Post by Salem Exitium on Mar 7, 2018 4:42:49 GMT
La respuesta a su curiosidad fue saciada, mas no de una forma satisfactoria, la mujer de largos y ondulados cabellos vino emitió un sonido de comprensión mientras miraba las armas de la felina, pensativa, no eran realmente malas técnicas de combate y de trabajarlas en una forma más armoniosa sería una guerrera aún más letal… “Pero yo ya no me dedico a entrenar soldados” Frunció de forma casi imperceptible los labios, despejando su mente de esa línea de pensamiento, irguiéndose incluso, reconectándose para escuchar el intercambio de palabras entre ambas mujeres, la diferencia de tamaños era considerable, de seguro algún arcano podría bromear sobre eso, curioso cuanto menos, observaba con detalle a ambas mujeres mientras esperaba su turno, mirando a su alrededor, detallando aún más aquella estancia, los objetos más altos, todo le daba curiosidad, deseaba poder probar todo pero debía ser realista, conocía el valor del buen trabajo y aquel era más que eso, era excelente, no lo dudaba, ya deseaba probarlo en un combate real, no solo aquella enorme hacha a su lado, todas esas armas, en el fondo de su oscura alma deseaba volver a los campos de guerra, a recordarles a los humanos quienes eran… pero un leve retorcijón a su costado le trajo de vuelta a la realidad, se había quedado hacia unos días sin un ingrediente vital y aunque ya casi lo conseguía, se sentía estresada pro lo mismo, respiro profundo para aliviar su propia tensión, las ganas de simplemente enterrar sus dedos en su carne y buscar a aquella cosa eran muy grandes a veces, pero sabía que eso solo empeoraría todo, debía resignarse por ahora
Los ojos de la mujer esta vez le daban atención a su persona, sus gestos seguros eran algo ciertamente atrayente para la Baphomet, mas no en un sentido realmente romántico, deseaba hablar más con esa mujer, se podía ver que conocía bastante y Salem deseaba más conocimiento, ¿quién mejor para enseñar de armas que esa mujer? La mujer de intensos ojos naranja sonrió antes de dar una risa al escuchar lo último –Usted sí que sabe cómo complacer a una mujer- Bromeo acercándose un poco más y sonriendo con suavidad, su belleza era sin dudas algo encantador, aunque siempre habían alabado sus ojos, llenos de misterio, Salem no les tomaba importancia, no a menos que los necesitara – La verdad es que todo lo que me has mostrado me ha fascinado, eh probado el hacha y definitivamente deseo usarla más, sin duda la comprare, también quisiera llevarme el arco, las flechas, la daga y por supuesto el Khopesh- declaro sonriendo – Pero – se movió, acomodándose aun con su sonrisa, el escote de la mujer ciertamente era algo que llamaba la atención, pero dejaba ver lo justo y necesario – Creo que debo escuchar el precio, de lo contrario seguramente perderé mi alma – se rio ordenando su cabello – Pero el hacha si la llevo- Reafirmo mirando el arma
-También quisiera saber algo mas- comenzó a hablar nuevamente con un semblante más serio – Veras, me gustan mucho las armas y poseo algunas que pertenecían a mi familia, pero que debido a los años y el uso se han deteriorado un poco –Relato con un tono suave, aterciopelado – Ciertamente les tengo algo de apego y viendo su trabajo y la calidad de este me gustaría traerlas…- Termino de explicar volviendo a sonreír – Mi pregunta es la siguiente ¿Hay algún día en específico para aquello? Y también quisiera saber ¿Cómo funciona el pago? Seguramente cada arma tendrá su propio valor, eso es algo que comprendo… Pero quisiera saber si es que debo dejar alguna garantía o un adelanto- Pregunto finalmente con una sonrisa relajada, analizando los ojos de la mujer frente a ella, estaba dispuesta a pagar por supuesto, las armas de sus padres merecían aquel mantenimiento, los dioses sabían que si, después de tantos años guardadas tenían algunos pequeños detalles –Si debo confesar…soy un poco brusca a veces así que puede que haya algún daño un poco más complejo- le murmuro en un tono más bajo pero con una notable picardía en él, no era mentira, si a veces usaba más fuerza de la que debía, pero se había divertido… Excepto con Aakil
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