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Post by Deleted on Dec 4, 2017 1:22:37 GMT
Habían pasado horas desde en las que emprendí mi recorrido, desde el bosque donde todo lo que irradiaba era alegría y vida, ruidoso y lleno de colores vivos. La razón era una inminente preocupación que sentía en mi pecho, provocada por aquel asunto que había logrado leer en aquella tableta por la cual los Arcanos tendemos a comunicarnos... Se había perdido una chiquilla, mi corazón simplemente no pudo al ver como sus compañeros se preocupaban por ella. Mi empatía era demasiado grande, por lo que terminé por ofrecerme para ayudarles a buscarla, pensaba en sus hermanos los cuales debían de estar aterrados al pensar en lo que le podría suceder y más si el lugar en el cual desapareció era un lugar como este. Frío, silencioso a morir, solo se podía escuchar el viento gélido pasar entre la infinitas capas de nieve que cubrían hasta donde la vista se perdía, así se podía describir a aquel bosque y mi caminata por él era algo dificultosa. Debido a mi poco juicio, al preparar la junta con aquel hombre que se hacía llamar Raymond, solo llegué y partí, sin avisarle a nadie y sin ningún preparativo o abrigo, estaba descalza y mis pies ardían por la fría nieve que tocaba mis pies, sin embargo esto no era algo que me impidiera continuar.
El bosque era casi surrealista, no importa cuanto caminara, todo parecía verse igual, esto se me hizo alarmante, me hizo pensar en que tan dificultoso podría volverse el llegar al encuentro con Raymond. Mi caminata terminó al momento en el que encontré un claro entre la enorme masa de árboles, en estado de reposo por la nieve que les cubría. Me senté en la fría nieve, mi respiración podía verse en el ambiente, no negaría que estar en mi posición no es lo más sano, pero siento que vale la pena, visualizar este hermoso paisaje es algo que me llena de dicha. Tomé mi chal hecho de pelaje y lo puse alrededor de mi cuello, para cubrir un poco aquellos vientos gélidos que azotaban el silencioso y mortal lugar, por mi parte hubiera tomado mi forma de lobo, pero hacer eso podría ser algo peligroso y Raymond no lograría reconocerme, así que prefería arriesgarme al frío de la zona. Mi mente estaba serena, mientras escuchaba el viento resoplar entre los árboles, dejando al descubierto una hermosa sonata la cual no había apreciado antes.
Esperaba con paciencia, esperaría hasta que mi temple se quiebre, esperaría aún si muero antes de esto, no podría volver y quedarme impune al saber que no pude ayudar a encontrar a aquella chica y mi culpa sería mayor si el peor de los escenario se presenta, por eso me quedaba allí, minuto por minuto, en un trance y equilibrio espiritual que me brindaba el silencio y paz del bosque nevado, sin embargo esta paz por un momento llegó a su fin. Me sentí perturbada por una presencia, de alguien o algo, sin embargo en vez de reaccionar a la defensiva como lo haría cualquier otra persona, me levanté con serenidad, retiré el chal de mi cuello para dejar al descubierto mi rostro, se podía ver mi piel morena, mis ojos castaños y la enorme cicatriz que adornaba desde mi parpado hasta la mejilla. Por suerte el sol aún se encontraba en el cielo, pero no faltaba mucho para la que la noche nos terminara por cubrir
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Raymond Clive
La Resistencia
"¿Qué? ¿No tienes nada importante que decir? Entonces no estorbes"
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Post by Raymond Clive on Dec 4, 2017 2:52:31 GMT
El frío de la montaña era acompañado por el duro silencio. Raymond, luego de acordar el punto de reunión, había merodeado por el bosque durante un muy buen rato. Sus pies descalzos sobre la nieve seguro estaban ya lo suficientemente duros como para ser casi insensibles al frío, su abrigo de piel junto a sus pantalones eran lo único que protegía el resto de su cuerpo de las crudas ventiscas. Ante el panorama, lleno de árboles secos por el frío, aquel era su paso: Firme y seguro sobre los montones de nieve que se hundían cada vez que pisaba. El bosque, no había ido a parar ni más ni menos que al bosque nevado, aquel paraje eternamente blanco que se extendía mucho más adelante.
"Deborah" Ese era el nombre de la mujer con quien debería encontrarse en aquel lugar, con quien debería encontrarse en aquella situación tan sencillamente preocupante y sin dudas hasta deplorable para él. El perder a un miembro de la manada totalmente era algo que no podía permitirse, menos cuando se trataba justamente de una de las más jóvenes en el grupo. Raymond gruñó, había estado gruñendo desde que en la desesperación por encontrar alguna pista había dado información sobre donde se podía encontrar la manada ¿Cuanta gente habría leído aquello? era un error que no planeaba cometer nunca de nuevo.
Pronto, frente a él pudo ver un claro. Un lugar despejado, y había alguien allí. Raymond frenó sus pasos en seco, observó en silencio ¿sería ella? No podía saberlo con exactitud. Tragó grueso y estiró los labios, sus ropas se desprendieron de su cuerpo cuando pasó de las dos piernas de humano a las cuatro patas del lobo que prefería ser en muchas ocasiones, ésta, era una de ellas. Su apariencia en Lupus no ocultaba las cicatrices, en lo absoluto, pero la apariencia le ayudaba a permanecer como un rostro desconocido
"Podrá identificarme por la cicatriz en forma de rayo sobre mi ojo izquierdo" Recordó le había dicho Deborah.
Quizá era su día de suerte...
El lobo, se sentó sobre sus cuartos traseros ante ella, el lomo recto, las orejas alzadas al máximo, luego bajó la cabeza a modo de saludo. Era mejor ir despacio aún, no sabía si realmente podía confiar totalmente en ella... aunque ya hubiera visto que había sido capaz de mantener su palabra y viajar desde donde fuera que había estado hasta allí: un lugar tan desolado y muerto como ninguno.
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Post by Deleted on Dec 4, 2017 3:52:59 GMT
De pie, entre todo aquel color que cubría desde el suelo hasta la copa de los árboles esperaba a que la presencia se hiciera presente, más temprano que tarde esta comenzó a dar unos lentos pasos, era un lobo, por mi mente pasaron muchas situaciones. Quizás no era el hombre con el cual tendría el encuentro y era otro que piensa que invado su territorio. Su pelaje era de un rubio brillante y presentaba una enorme cicatriz, su tamaño era bastante considerable para ser un lobo, esto me hizo darme cuenta de que si realmente fuera un enemigo, presentaría hostilidad, pero en él se veía una serenidad y dureza, tanto en su rostro como en los pasos que daba, aquellos que sonaban con la nieve cada vez que se iba acercando más.
No sentí tensión, de hecho su aparición me provocó más calma pues el estar en este lugar, con el silencio penetrando mis oídos y sin siquiera una ánima por los alrededores se hacía hasta cierto punto algo perturbador y la presencia de este canino me hacía sentir acompañada. Se plantó en el suelo, frente a mi, me confirmó aquello de lo que sentía algo de duda... Era Raymond el cual mostraba poseer una gran disciplina, la cual dejaba al descubierto sólo con su postura. Me hizo un leve saludo al cual contesté haciendo el mismo gesto. -" No hay peor sentimiento que la soledad, gracias por hacerte presente "- Mi voz era suave, bastante característico en mi, normalmente decían que mi voz provocaba una sensación de calma, aunque no estaba segura de si esto aplicaría con él.
Me arrodillé frente a él, para verlo a los ojos, en su mirada se podía ver una notable duda, eso era algo obvio, pues era alguien desconocido, pero sentía la necesidad de inspirar confianza, eso sería lo principal para poder hacer mi cometido y la razón por la que estaba aquí, la cual era encontrar a aquella chica que se encontraba perdida. Sentí por un momento unas ganas de acariciar su pelaje dorado, pero bien sabía que no sería la mejor opción, en conversaciones siempre se mostraba como alguien reacio y sentir las caricias de un extraño era algo simplemente perturbador. -" He cumplido mi palabra y me tienes aquí, me llamo Deborah, cual es tu nombre? "- Mi intención era el poder comunicarme con él de la mejor manera posible, además de que necesitaba saber un poco más de información de lo acontecido para poder comenzar a buscar.
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Raymond Clive
La Resistencia
"¿Qué? ¿No tienes nada importante que decir? Entonces no estorbes"
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Post by Raymond Clive on Dec 10, 2017 19:16:09 GMT
Raymond, se mantuvo quieto, en silencio total. No emitió un solo sonido, al menos no mientras no estuvo convencido de que era ella. Sus ojos ámbar la estudiaron, una, dos veces, quizá más; Raymond con cautela esperó los gestos de la mujer. Le vio ponerse de rodillas, sus ojos se encontraron con los de ella y de pronto pasó de la duda a la desconfianza, al enojo ¿Por qué había decidido ceder a la desesperación? Raymond no podía estar enojado con ella, no tenía derecho ninguno de ello. Toda esa rabia se enfocó en si mismo.
Patético, eso es lo que era.
Sus orejas se movieron un poco al escucharle hablar, su cabeza se alzó otro poco, con dominancia, imponente y firme. El licántropo enderezó su postura un poco más antes de pararse y dirigir su camino de regreso al bosque. Raymond poco a poco recuperó su forma, la que tanto despreciaba. Sus cicatrices quedaron a plena vista, sin ningún pelaje que las ocultara por algunos instantes hasta que finalmente recogió su abrigo de piel; los pantalones también, pues por más que odiara ir vestido el frío era el suficiente para obligarlo a llevar algo de ropa encima. Era poca, el licántropo ya tenía una costumbre en esos climas, su piel dura resistía bien las ventiscas, resistía bien las duras condiciones, estando acostumbrada a resistir todo tipo de maltratos, y de ese modo: él no flaqueaba ante la temperatura extrema.
—Raymond —fue su única respuesta. De resto, fue directo al grano:—El último rastro que encontré no está lejos. Múevete, no podemos dejar que se enfríe más.
Directo, seco. No tenía nada de interés en ella definitivamente.
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Post by Deleted on Dec 23, 2017 1:46:36 GMT
Tras mis palabras el lobo no se hizo de esperar y con un desplante firme se fue caminando hasta adentrarse de nuevo entre los árboles. No pasó mucho tiempo hasta que la figura de un hombre muy alto se hizo presente, al parecer era quien estaba buscando. Unas grandes cicatrices se marcaban en su piel y vestido una vez más me dijo su nombre para luego proseguir con una dureza en sus palabras bastante peculiar, pero tenía razón, si había venido hasta aquí sería para ayudar y teníamos que hacerlo lo más rápido posible. -" Donde debemos ir exactamente? "- El ambiente se sentía con demasiada calma, la nieve no tenía piedad y no dejaba ni un rastro el cual al menos a mi, me sirviera para poder saber que buscamos exactamente -" No siento olores peculiares en el ambiente y el silencio que abunda es demasiado, llega a ser sospechoso "- Intentaba no distraer demasiado con mis palabras, no era tiempo para andar con palabras dulces y poéticas.
Sin mucho preámbulo me levanté para caminar hasta quedar a un lado del hombre, intentaba poner atención en el ambiente para ver si lograba captar algo, sin embargo aunque sintiera un olor particular no me aseguraba que sería aquello que buscamos, no conozco el olor o apariencia de la chica, eso me limitaba bastante en cuanto a la busqueda, pero intentaría hacer lo que estuviera a mi alcance. -" Podrías darme más detalles de lo sucedido, quizás así podría buscar pistas de manera más certera"- Mi voz se podía escuchar entre el profundo silencio que había entre los árboles cubiertos de la blanca nieve.
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Raymond Clive
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"¿Qué? ¿No tienes nada importante que decir? Entonces no estorbes"
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Post by Raymond Clive on Dec 31, 2017 17:04:08 GMT
Especificar, eso era lo que no había hecho. El viejo licántropo empezó a hablar entonces; le describió: “parece una niña, cabello negro, ojos verdes...” fue tan exacto como pudo, describió cada detalle, incluso hizo un pequeño énfasis en su forma de actuar; fue siempre impersonal. Su interior disputaba entre lo patético que se sentía y la urgencia de encontrar a la muchacha de una vez por todas; tal era la disputa titánica entre su pisoteado orgullo y su preocupación que, sin que él lo notara había empezado a gruñir. Sus dientes se mostraron, sus puños se apretaron ¿por qué no podía concentrarse?
De regreso. Habían sido pocos minutos entre el lugar donde se encontró con la mujer y el punto en el que estaban ahora, el punto donde perdía el rastro. Alrededor habían árboles caídos; entre el manto blanco, aquel lugar que antes fácilmente era un claro apenas tenía pequeños rastros, como si toda la nieve hubiera sido barrida haría muy poco. Los ojos del licántropo se enfocaron en la mujer de nuevo ¿cual era su nombre? Cierto:
—Dime, Deborah —su voz, estoica y lenta se alzó a la par que sus brazos se extendieron a los costados— ¿No estoy en mi derecho de preocuparme?
Y era, que la descripción que él había dado de la muchacha dejaba evidente que aquel catastrófico escenario había sido producto de cualquier otra criatura, una quizá de proporciones monstruosas.
—el rastro se desvanece allí —apuntó entonces al extremo opuesto del claro— mi olfato es inútil, hay tela rasgada entre los árboles y creo escamas en el suelo; no las he tocado para que preserven su esencia.
Práctico, consistente, así se comportaba su pensamiento y así se comportaba con él. Sorprendente: había mantenido un contacto en exceso distante y sin dudas lejos de la subjetividad. Apeló a la amabilidad sin exponer su propio tormento más allá de lo necesario. Al menos eso quería creer.
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