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Post by Boher Sargas on Jan 16, 2018 4:10:25 GMT
Las palabras duras provenientes de los labios tan filosos como su daga le divertían en cierta manera, se le hacía tan hermoso ver como la muerte, el miedo y el odio se convertían en un solo lugar como si fuera un perfume con el más embriagante de los olores. La arcana inhaló profundo mientras el fuego, la sangre, las lágrimas y los palpitares tanto débiles como estruendosos se unían en un solo lugar. Su piel se erizó y sintió que su pecho sentía aquello que muchos arcanos y humanos llamaban felicidad.
No respondió la primera pregunta de la Baphomet, tan solo la observó en silencio, sentada en el suave sillón de algodón, con los labios sellados y la mirada concentrada, como si estuviera admirando una obra de arte. La plata comenzaba a hacer efecto en su cuerpo y podía notarlo, por la manera en la que el terror se esparcía por sus pensamientos, su corazón… su alma… Un alma tan negra como la oscuridad de la noche en el bosque susurrante, no, no se le comparaba, el bosque de los susurros estaba lleno de agonía y sufrimientos estúpidos, muertos que no son lo suficientemente valientes como para enfrentar lo que les depara el otro lado, esto era diferente, almas luchando contra las garras de la perdición y dolores del pasado que sucumbían ante ellos como nubes negras en el océano a punto de destruir un navío a penas sostenible. Observó la escultura en frente de ella, el mismo infierno parecía estar dentro de la detective mientras su forma verdadera se mostraba ante ella como una revelación pura. Boher observaba la escena con terror, sus ojos abiertos de par en par observaban el sufrimiento ajeno y su corazón le dolió tanto como el cuerpo de la baphomet, algunas lágrimas brotaron de sus ojos mientras aún intentaba desatarse, produciendo quemaduras por la fricción de la soga. La sirena se puso de pie, caminando hacia ella, haciendo sonar el tacón de su bota y el pico del hierro contra la madera, se sentó en la mesa, estirando su mano hacia su pecho para retirarle el objeto de plata por unos momentos, estaba ardiendo, como si hubiera sido hecho directamente de las fosas más profundas de draconia. La arcana dejó con suma lentitud el botón en la mesa de madera, sintiendo como el material destruía la carne de sus dedos a través del guante, como si de alguna manera, disfrutara el dolor producido por el suyo y el de ella con ese solo pedazo de plata pura. Se acercó a ella, acomodando los labios cerca de su oreja.
―Tan solo soy una mensajera ―Susurró mientras se volvía a sentar. Abrió su saco, de donde sacó una carta de póker, la tomó con ambos dedos mientras le daba la vuelta. Un jóker sonreía a la nada, manteniendo un reloj de arena sobre las manos en conjunto con todos los símbolos: La pica, el corazón, el trébol, el diamante. ―¿Alguna vez has pensado cual es la carta más poderosa de la baraja? ―La mujer observó la carta con un gesto de tranquilidad. ―Todos pensamos que es el rey, poderoso, tiene todas las tierras, pero es tan libre como un pájaro en cautiverio, el verdadero poder está en ir hacia ningún lado y a un lado a la vez, a hacer las cosas y a no hacer nada… eso es lo que nos ha enseñado… y es tan hermoso ―La mujer dejó la carta del Jóker sobre la mesa con sumo cuidado.
Boher las miraba con el miedo acumulado en su interior.
―Pero también me gustan los negocios ―Continuó la mujer, poniéndose de pie, tomando el botón de plata entre sus dedos, para volver a meterlo en el saco de la arcana, esta vez, separándolo de su cuerpo. Se paseó detrás del sillón, tomando la solapa de la gabardina de Desdemona. ―Un negocio que puede ayudarnos a todos.
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Post by Desdemona Grimm on Jan 18, 2018 2:14:45 GMT
Era difícil prestar atención a las palabras de la desgraciada mujer; entre el sufrimiento de un dolor que no era bienvenido, su significado se perdía entre los ecos de sus propios tormentos. Su cuerpo se movía entre espasmos dolorosos que se agravaban por el sometimiento de sus manos las cuales deseaba con todas sus fuerzas poder desatar para arrancarse la piel que ahora se sentía tan ajena a ella. Sin embargo, pudo comprender los tonos con los que hablaba y que su postura estaba condicionada para tomar un rumbo que pudiera beneficiarle. Echó el cuello hacia atrás, haciendo visible la tensión de sus músculos que amarraban un grito que estaba ahogándose muy dentro de sus entrañas. Gruñó por un instante en que su cuerpo se elevó bruscamente por el crecimiento de sus alas que la empujaban al salir y entrar.
Giró la cabeza, viendo entre su locura el rostro de Boher entre lágrimas y el terror, con los ojos fijos sobre ella. Arrugó la nariz mientras volvía a privarse de la vista, aferrándose a la oscuridad interna que por segundos parecía más acomodada que el agobio de aquella situación. Dejando de sentir por momentos el dolor, ahora sí, teniendo oportunidad de prestar mayor atención a sus palabras. Fue poco el tiempo que tuvo en quietud. Sus manos se encontraban aferradas sobre los descansa-brazos de la silla, temblando por la rabia que brotaba en su interior, sin embargo, sonrió, entre el sudor que comenzaba a correr desde su frente y los cabellos que rebeldemente le cubrían el rostro. Nuevamente, el ardor se apropió de ella, poco a poco haciéndola rehén de la tortura. Tensó la mandíbula; por un momento parecía que se le reventaría la mandíbula y que sus propios dientes levantarían la carne de su boca.
Negocios. Algo que Desdemona conocía bien; parecía tener un olfato sensible a ello; no se tocaba el corazón al concretar tratos con nadie. Sin embargo, la imagen de Denard con la carne desgarrada en la pared, movía en su interior una furia que no creía capaz de derramar por nadie. Logró someter el dolor y entre el agobio de la tortura le miró fijamente. Su rostro temblaba puesto que las fuerzas que disponía para hablar con cordura estaban absorbiéndole la vida. -Habla- fue lo más que pudo decir. Primero necesitaba saber qué era lo que quería, por parte de quién venía. Si bien, el dinero era algo que buscaba, no le hacía falta, pero su compañero había logrado perfilarse entre lo que ella consideraba "sus adquisiciones más preciadas" algo distinto al brillo del oro. Era egoísmo, sí, pero uno diferente al que antes llegó a manifestarse en sus impulsos.
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Post by Boher Sargas on Jan 18, 2018 3:17:29 GMT
El brillo del fuego de la chimenea contra los dientes afilados se hizo notar rápidamente ante la gran sonrisa de la sirena. Sacó del botón del bolsillo de la mujer, mientras lo arrojaba algunos centímetros lejos de su mano, como si estuviera jugando con una pelota.
―Nuestra organización siempre ha estado atenta de las necesidades de los arcanos que buscan de nuestros servicios ―La arcana caminó lejos de la baphomet, para pasarse hacia el minotauro, depositando el botón de plata en su bolsillo del chaleco, el arcano cerró los ojos, bajando la mirada mientras el dolor en su corazón se extendía hasta ir por el camino de la ira y el odio, sentimientos lejanos del minotauro, pero no eran imposibles si el alma se podía apretujar hasta el punto de tocar fondo. Y justamente eso es lo que deseaba lograr.
Dejó al minotauro para pasearse por la casa oscura, tan solo siendo iluminada por la chimenea y la abertura de la entrada debido a la puerta destrozada. ―Tan solo tomamos lo que nos pertenece cuando algunos arcanos se pasan de listos al creer que somos estúpidos, o que no pagan lo que deben… les damos tiempo, mucho, mucho tiempo, pues sabemos que el dinero no se consigue de los árboles ―La arcana se acercó al cuerpo de Denard, levantó la bota, acomodando el tacón contra la punta sin filo del arpón y lo empujó hacia adelante, clavándolo más en el cuerpo del detective mientras la sangre brotaba con más velocidad. Detrás de ella se escuchó el grito desgarrador siendo cubierto por la mordaza del minotauro, pudiendo notarse un gruñido entre su garganta.
―Pero… ―Su voz pareció romperse por algunos segundos, alejándose del cuerpo mancillado del grifo ―Hay uno que otro arcano que no siguen las reglas del juego ―Se regresó hacia la baphomet, mientras su sombra bailaba contra los muros de la cabaña ―Sabemos que eres una mujer con muchos atributos, Desdemona Grimm, uno de ellos es que tienes esa peculiaridad de desenmascarar a aquellos que no hacen lo correcto, los rumores se extienden y llegan a oídos importantes ―Sonrió la mujer, refiriéndose a lo que había pasado con el incidente de Atlas. Se arrojó al sillón, sentándose cómodamente, cruzando la pierna. ―Por eso necesitamos que nos mantengas informados de alguien… un arcano muy escurridizo, no te preocupes por encontrarnos, te enviaremos mensajes cuando estés dispuesta a decir algo ―Levantó ambas manos ―No te presionaremos, mi jefe es una persona sumamente paciente…
La miró un momento.
―Ya sé que es lo que esperas, ¿Qué recibirás a cambio? ―Se acomodó en el sillón, regodeándose de su poder ante las negociaciones ―Primero, no interferiremos en tus investigaciones aparte de la nuestra mientras tu no interfieras en las nuestras, recibirás un pago inmediato cada vez que la información haya sido recibida, y como nos consideramos muy… generosos… ―Apuntó con su dedo índice hacia el cuerpo de Denard ―No le tocaremos un solo mechón de cabello a tu compañero si no mete sus narices donde no le llaman, eso, y todos los gastos que él pueda necesitar ―Se quedó un momento en silencio, apoyando su barbilla contra su brazo, mirando al detective. ―Creo que deberás hacer un pensamiento rápido, el señor Fantome no tiene mucho tiempo. Es curioso, mientras más lento el corazón, más rápida la muerte… ―Volteó a ver a Desdemona, mientras Boher se sumía en su propio dolor y oscuridad. ―¿Qué piensas, querida? ¿Harías ese pequeño trabajo para nosotros?
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Post by Desdemona Grimm on Jan 18, 2018 3:30:45 GMT
Suspiró profundamente como si estuviera recibiendo aire por primera vez en su vida. Bajó la cabeza por un momento, negándose de la visión de la mujer al pavonearse por la habitación pero escuchaba bien su voz y todo el palabrerío que lanzaba a su dirección. Había estado equivocada todo ese tiempo, había sido por ella que todo ese juego se había dado por completo. Arrugó el rostro con furia, antes de levantar la cabeza para mirarle. Se borró el gesto, no había rastro de la rabia; lo sustituyó por un fingido interés, como si estuviera ajena al miedo, como si su corazón no se hubiera apretado con violencia al ver el río de sangre correr con mayor fluídez en la madera. No le despegaba la mirada puesto que sus ojos parecían estar adheridos a ella por el odio que comenzaba a brotarle en el pecho. Los sonidos de Boher, silenciados por la mordaza llenaban los espacios en los que había algo de silencio. Su alma comenzaba a pudrirse a cada segundo que transcurría la visión de su amigo caer al abrazo de la muerte. Las arenas del tiempo caían más y más rápido. No había tiempo de pensar. -¿A quién tengo que investigar?- preguntó con el peso de su aliento estorbándole para responder con fluidez. Detestaba tener que caer al juego pero ya tendría tiempo después para pensar en cómo cobrárselas.
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Post by Boher Sargas on Jan 18, 2018 4:02:44 GMT
Soltó un pequeño grito de júbilo como si de una niña se tratase, se irguió en la silla, sacando de el saco de su bolsillo una carta de póker de picas, exactamente igual a la que habían recibido con anterioridad, antes de que todo aquello pasara, antes del desastre.
La arrojó sobre la mesa de madera, quedando con el símbolo de la carta de cara hacia Desdemona.
―Zaniah Neshmet
Su voz hizo eco conforme al nombre de la arconte como si su misma lengua le repudiara nombrarlo.
―Una cierta arcana que se ha atrevido a meter las manos al fuego por cosas que no le pertenecen ―La mujer soltó un suspiro pesado mientras observaba de vez en vez al minotauro que parecía sucumbir poco a poco ante las desgracias de su propio pasado, mientras bajaba la mirada, entrecerrando los ojos, respirando con dificultad.
Ahora eran dos corazones débiles.
―Caza tesoros muy escurridiza, lo único que puedo advertirte sobre ella, es que parece tener más vidas que un gato… no sabemos si es peligrosa o no, pero, por eso nos hemos tomado la molestia de contactarte... ―El ojo amatista brillaba con intensidad, observando a la arcana con una media sonrisa, se puso de pie, acercándose a la mujer, quedando tan solo algunos pasos alejada de ella. ―¿Acepta el trabajo, señorita Grimm?
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Post by Desdemona Grimm on Jan 18, 2018 4:25:35 GMT
El nombre le sonaba, lo había escuchado por boca de Velfast o alguno de sus sirvientes pero poco sabía sobre la mujer. Le escuchaba atenta, con el gesto ahora serio mientras poco a poco recobraba el aliento. Se preguntaba qué buscaban ellos con Neshmet pero por ahora, no había tiempo para indagar al respecto. Lo único que Desdemona quería era que la mujer se largara de una vez. Sonrió con cierto cinismo. -Me gusta poder estrechar la mano cuando concreto un trabajo; como puede ver, estas ataduras me lo prohíben- esto diciéndolo entre dientes, mirando muy bien a la sirena a ese ojo que deseaba algún momento poder tener en sus manos y estrujar hasta destruírlo. -Acepto- dijo al fin. No veía la hora para verla salir por la puerta y tener tiempo para resolver lo necesario en su cabeza.
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Post by Boher Sargas on Jan 18, 2018 5:07:51 GMT
La sonrisa. La maldita sonrisa cínica que siempre cargaba consigo.
―Excelente ―Masculló con un tono tranquilo mientras sacaba el cuchillo de su bota y se alejaba de la baphomet ―Todo arreglado entonces. ―Se acercó al minotauro, quitando el botón de plata de entre sus ropas, mientras Boher volvía a respirar, aunque aún con la mente abrumada y las gotas de sudor paseándose por su rostro. Se detuvo de pronto, dándole la espalda a Desdemona mientras levantaba el cuchillo.
―Una cosa más ―Interrumpió mientras daba una vuelta a la navaja entre sus dedos ―Debes saber, que los cazadores cumplimos nuestras amenazas tan bien como nuestras promesas ―Discursaba mientras la miraba de reojo ―Un movimiento en falso, señorita Grimm, y yo misma me encargaré que fundan toda la plata necesaria para que tu corazón parezca que la bombea… ―Llevó el cuchillo hacia la soga de Boher y desató solo una, lentamente, disfrutando de los últimos momentos que le quedaban con ellos.
―Dile a Denard que esto será un recordatorio de qué es lo que pasa cuando intentas meterte en asuntos que no te incumben ―El filo del cuchillo se alejó de las sogas, adentrándose de pronto en la carne del minotauro, el hombre soltó un grito ahogado mientras intentaba moverse, pero le mujer lo detuvo con su propio cuerpo, ayudada del veneno que el corazón de Boher ya no podría soportar mucho más. ―Después de todo, solo soy una mensajera ―Le dio la vuelta al cuchillo, adentrándose en la piel, manchándose las manos del líquido carmesí mientras goteaba hacia las piernas del arcano, las lágrimas del minotauro adornaron las mejillas del mismo, mezclándose con la sangre al brotar de la herida profunda, cruel…
Un mensaje… un recuerdo… una advertencia…
Sacó el cuchillo con ferocidad, manteniendo la mirada fija en su víctima mientras Boher se retorcía bajo su toque, encaminándose al pasillo sin retorno con dolor. Acto seguido, se volteó hacia Desdemona, mostrando el cuchillo con una mano.
―Intenta regresármelo cuando puedas ―Dijo, al momento que lo lanzaba hacia Desdemona, encajándose contra la mesa de en frente con un ligero zumbido y un estruendo.
Un estruendo demasiado fuerte para el sonido del hierro.
La nube de humo grisáceo pronto se disipó, dejando ver una diminuta explosión en medio de la sala, destellos blancos, amarillos y rojos fueron parte de la escena cuando una parte del cuerpo ajeno voló por los aires hasta desaparecer por la oscuridad. La arcana se quedó completamente quieta, intentando dar a entender a su mente qué es lo que había sucedido exactamente. Miró a Desdemona por unos segundos, incrédula, y dándose la vuelta lentamente, tranquila de dejar escurrir los hilillos de sabor metálico sobre su piel gris opaca observó al hombre sentado contra la pared.
―Llévale este mensaje a tu jefe, desgraciada… ―Denard sostenía el arma humeante en la mano, con la vista tan oscurecida como su mente, jadeante, aunque aún con las fuerzas suficientes para hablar. ―Y de una vez haznos el favor de largarte.
Manteniendo el orgullo al tope, con la promesa de Desdemona entre líneas y el hecho de que el trabajo estaba completo, lo miró fijamente. No dijo nada en ese momento. Tan solo comenzó a caminar hacia la entrada, resonando el tacón y el hierro contra la madera, intentando de que recordaran sus pasos.
―Las cartas ya están sobre la mesa ―Al decir esto, la mujer desapareció por la entrada, dejando la cabaña en un silencio sepulcral, acompañado de los mismos quejidos, jadeos y respiraciones de los tres arcanos.
―Desdemona... ―Denard intentó moverse, pero cada vez que lo hacía el dolor incrementaba, en conjunto con la sensación de pisar el vacío. Miró a Boher en silencio, ocultando todo el dolor que su corazón pudiera llegar a sentir, peor que un arpón atravesándole las entrañas. No había tiempo en ese momento para sentir pena por sí mismo.
Debían de salir vivos primero.
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Post by Desdemona Grimm on Jan 18, 2018 5:28:15 GMT
Todo pasó demasiado rápido como para que Desdemona pudiera formular lo ocurrido. Sus ojos se abrieron con sorpresa, admirando frente a ella los trozos de carne que se esparcieron en la habitación, algunos incluso cayendo en su regazo. La voz de Denard, quebró con la incertidumbre, de pronto sintiéndose pesada sobre ella. Al verla salir y alejarse de su vista, sintió impotencia pero era lo que deseaba más que nada en aquél momento. El comando a su nombre fue puntual, ni siquiera se acercó al puñal que aún se hallaba clavado a la madera. Con las manos atadas se hincó frente al detective, cayendo en cuenta de que bien podrían ser los últimos minutos del hombre en el mundo de los vivos. Los ojos le temblaban y el hueco en su estómago se abría para recibir un enojo distinto al de antes. -Fuimos engañados Denard- pronunció con rabia. Podía vérsele en la cara. Sus ojos volvieron a enrojecerse al caer nuevamente presa de la furia. Su cuerpo experimentó un calor casi tan intenso como el de la maldición del objeto, sólo que esta vez era la venganza que ardía en ella. -Boher- llamó al minotauro, ajena al pesar del pobre hombre. -Desáteme y traiga agua caliente- ordenó. -¡RÁPIDO!- masculló.
El hilo de la vida se encontraba frágil frente a ella. La palidez en el rostro del grifo era muestra del aliento tan delgado que respiraba, que apenas tenía presencia en la realidad. Con las manos aún atadas, se golpeó los muslos haciendo una rabieta que no se le había visto. Cada gota de sangre era un segundo menos de vida, así lo sentía. Sus rodillas comenzaron a mancharse del rojo que brotaba de Denard, haciéndola sentir esa sensación cálida tan típica del líquido vital. Por primera vez el sufrimiento ajeno no le era plácido. El rostro rojizo de la mujer, tenso por las emociones llenas de venganza y odio, lo hacían rígido y distinto al cinismo que siempre llevaba enmascarando su persona. Esta vez las emociones que se desembotellaban eran puras y ajenas a ella; resurgían del pasado guardado en su memoria.
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Denard Fantôme
Los Grises
El pasado es solo una sombra que yo mismo puedo pisotear
Posts: 178
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Post by Denard Fantôme on Jan 18, 2018 5:52:17 GMT
―No tenías otra opción ―Denard la miró con cierto aire de tranquilidad a pesar de que todo su mundo se movía demasiado rápido, y de pronto, demasiado lento, no era la primera vez que la muerte tocaba a su puerta, y estaba seguro de que tampoco sería la última ―Si no aceptabas, probablemente iba a matarnos a todos… ―Arrojó el arma aún con rastros de humo y pólvora en su interior, quitándola de su camino. Tosió, intentando respirar, aunque con pesadez.
Boher cayó de rodillas contra el piso, poniendo su mano en la boca del estómago donde la arcana había clavado el arma letal, aguantó la respiración un par de veces, concentrándose todo lo que podía para no dejarse caer. Se puso de pie, caminando hacia el cuchillo encajado en la mesa, se regresó hacia Desdemona lo más rápido que pudo, poniéndose en cuclillas mientras tomaba las manos de la mujer con sumo cuidado a pesar de todo, acomodó la parte afilada por debajo y de un solo rasguño rompió todas las cuerdas de las muñecas de la arcana.
―Tengo algunos medicamentos que pueden cerrar la herida en poco tiempo.
―Boher, trátate primero, morirás antes de poder calentar la estúpida agua.
El minotauro lo miró con una sonrisa cansada, poniéndose de pie, e ignorándolo por completo, a pesar del goteo de la herida, se fue caminando hacia la cocina. Denard cerró los ojos con frustración, pero los abrió al momento de escuchar a la Baphomet, estiró el brazo izquierdo llegando a acariciar con la yema de sus dedos la mejilla rojiza.
―Hey, hey hey, tranquila ―Masculló Denard con lentitud, mirándola en silencio por largos segundos ―Lamento habernos metido en todo esto ―Susurró al final, bajando la mano hasta que la posó sobre sus rodillas ―No tenía la cabeza fría, estaba demasiado preocupado de qué es lo que podía perder que no me di cuenta de nosotros mismos, de ti, eres mi compañera, y no pensé en un trabajo en equipo ―Denard soltó un suspiro desviando su vista hacia las facciones del rostro de Desdemona, viéndolas borrosas de vez en cuando. Boher regresó con una cubeta llena de agua caliente, alcohol, trapos limpios, toallas, algunas hierbas medicinales, hilo, aguja, y un pedazo de madera para morder.
―Vamos a tener que sacarlo de ese hierro y parar el sangrado lo más rápido que podamos ―Comentó el minotauro, importándole poco la herida que seguía expandiéndose por su propio cuerpo, quitándole el saco con sumo cuidado al detective, para después abrir el chaleco tinto, dejando a Denard con su camisa blanca ahora con manchas rojas. Movió su brazo hacia el hombro de Denard, el cual siseó mientras apretaba los puños, Boher respiró profundo esperando a que Desdemona le ayudara para sacar al detective de la pared.
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Post by Desdemona Grimm on Jan 18, 2018 15:47:03 GMT
No miró a Boher al momento en que éste la liberara de las cuerdas, puesto que su atención estaba sumamente enfocada en la respiración del detective. Tan ensimismada a ello estaba que ni siquiera se había fijado en lo herido que se encontraba él y lo crítico también de su condición. Las indicaciones de Denard sirvieron para que girara el rostro para verle, apenas pudiendo estar consciente, con la sangre brotándole también del cuerpo. Fue el tacto sobre su mejilla lo que la hizo volver al rostro de su compañero; esa sensación no la había experimentado jamás. No era un ser que inspirara al cuidado ni a la ternura, por lo que no estaba totalmente segura cómo es que debiese actuar ni recibir aquello. No dijo nada, su silencio fue parte de adaptarse a esa novedad. Sin embargo, sabía perfectamente que si había de haber culpable, era ella puesto que fue por sus actos que terminaron en esa investigación.
Al llegar el minotauro, se puso de pie, enfocándose en el arpón que se clavaba mortalmente en el pecho de Denard. Jalar el objeto invasor no era la estrategia a seguir, por lo que tuvo que agacharse para rodear al detective en sus brazos, ejerciendo fuerza en su espalda con las manos. Su rostro reposaba sobre el hombro ajeno, por un instante no se movió ya que calculaba con la precisión que le era posible lo que haría después. Sin embargo, hubo un momento en que dejó salir la frustración por medio de un susurro que depositaría en el oído de su compañero. -Aguante un poco más, de lo contrario me veré forzada a buscar su alma en los rincones del infierno-. Usando aquello como impulso, jaló del cuerpo de Denard con todas sus fuerzas, escuchando cómo la sangre se resistía sobre el fierro, hasta que al fin, la tensión desapareció. Los cuerpos de ambos detectives cayeron nuevamente al suelo.
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Denard Fantôme
Los Grises
El pasado es solo una sombra que yo mismo puedo pisotear
Posts: 178
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Post by Denard Fantôme on Jan 19, 2018 1:05:11 GMT
―Espero que mi sentencia no le haga demasiado difícil el camino ―Susurró de vuelta el hombre mientras apretaba los puños, listo para lo que venía ―Estaré bien… tan solo es una nueva cicatriz más… ―Tomó aire, y cuando sintió que su cuerpo fue extraído del hierro frío y caliente a la vez, soltó un grito, el cual ahogó en su garganta, Boher le introdujo la madera entre los dientes, la cual apretó con suma fuerza, dejando sacar sus colmillos de felino para encajarlos con voracidad.
Su cuerpo libre del arpón fue cuando al fin te sacabas una espina del pie, o un pedacito de uña mal cortado, sin embargo, los gruñidos no se detuvieron, comenzando a sentirse profundamente débil, debido a la pérdida de sangre, entrecerró los ojos, viendo todo en penumbras, hasta que las mismas palabras de Desdemona y Boher lo mantenían despierto, pues, sabía que, si llegaba a dormirse, no despertaría nunca. El minotauro tomó una de las toallas con agua caliente y apretó con cuidado el agujero en la carne, Denard frunció el ceño, sintiendo algunas gotas de sudor pasar por su frente, lo elevó, sentándolo, haciendo que se recargara contra la pared para reducir el flujo sanguíneo.
―Mantén presionada esa parte y la de atrás ―Boher le dio otra toalla húmeda a la Baphomet, acomodando la mano femenina sobre la toalla en el cuerpo de Denard, la cual, se llenaba lentamente de el líquido carmesí.
Boher se dio la media vuelta, tomando las hierbas medicinales entre sus manos y acercándose a Denard, lo observó por unos momentos. ―Al parecer no atravesó ningún órgano vital ¿Puedes respirar, Denard?
El hombre asintió con la cabeza, recargándola en la pared de madera.
―Si me quisieran muerto, ya lo hubiera estado… ―Denard bajó la cabeza, mirando sus propias manos ensangrentadas ―Todo esto tenía un solo sentido, cumplir órdenes… hacer que un trato se cumpliera…
―Si, ya verás tus pensamientos detectivescos luego, amigo ―Boher acercó las hierbas a la herida ―Esto te va a doler un poco, pero estarás bien ―Dijo, insertándolas con cierto grado de cuidado y agresividad a la vez, Denard soltó un grito de dolor, dejando a un lado el pedazo de madera. Las hierbas se extendieron al contacto del líquido como si fuera un tipo de esponja, la cual soltó un olor a menta y pasto mojado, deteniendo el sangrado casi al instante. El detective jadeó, tosiendo un par de veces. Boher le pasó las vendas a la mujer mientras se tentaba el área herida con un gesto de cansancio.―Átalas alrededor del pecho, el hombro y el brazo ―Susurró Boher mientras comenzaba a gatear, acomodándose al lado de su amigo, recargándose de igual manera, mirando hacia la chimenea. Se limpió el sudor con el dorso de la mano, recargando su brazo en la rodilla de el grifo. ―Estarás bien, lo prometo… ―El hombre hablaba tan débil como su corazón.
―Desdemona, hazme el favor de ponerle unas hierbas iguales a Boher.
El minotauro rio.
―Ya no hay más.
Denard volteó hacia él con un gesto que nunca se había visto en el rostro del detective: Miedo, dolor, desesperación. Sus ojos resaltaron con un brillo peculiar, como de aquellos de alguien que estaba a punto de perder algo que amaba.
―Debe haber algo que… que hacer… ―Susurró Denard, sintiendo que todo le daba vueltas, intentó ponerse de pie, pero le fue imposible. Había perdido demasiada sangre. ―Ayúdalo… ―Miró a Desdemona, su mirada parecía un tipo de orden, pero en su voz se notaba la súplica.
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Post by Desdemona Grimm on Jan 19, 2018 2:25:56 GMT
Desdemona seguía las órdenes del minotauro, envolviendo las partes necesarias para que la herida de Denard estuviera libre de más daños. No sentía pena al escuchar el dolor de Denard puesto que era algo natural, algo que debía esperarse de una herida tan profunda pero estaba de acuerdo con él; ya estaría muerto si así lo hubieran querido. Podía ver con el rabillo del ojo a Boher arrastrándose a Denard; le miró débil pero asumió que era por la pérdida de sangre. El terror en los ojos del detective fue lo que la hizo reaccionar. Aún con las manos colocadas sobre las vendas, observaba al otro hombre ahora pendiendo de un hilo entre la vida y la muerte. Por sí sola se habría quedado sin hacer ni decir nada puesto que la vida del minotauro no representaba nada para ella. Lo miró en silencio por un momento, casi admirando como el alma parecía escapársele del cuerpo. Devolvió la vista hacia Denard y se aseguró de ajustar bien las vendas que Boher le había indicado.
Se puso de pie, sobando sus muñecas un momento antes de siquiera formular palabra alguna. Ya no tenía prisas, al menos no de modo personal, pero debía mantener a Denard contento. -Se va a morir- dijo con poco tacto, mirando por encima a Boher quien perdía sangre a cada momento. El rostro de la mujer volvió a ser neutro, sin mostrar la rabia de antes. Suspiró. Se sobó la frente con las yemas de sus dedos, un instante antes de siquiera pensar en una estrategia para salvarle la vida al miserable. -Yo no sé de herbología, Denard; aunque quisiera, si salgo al bosque a buscar cualquier hierba seguro que le traigo hiedra venenosa- entrecerró los ojos echando un vistazo hacia afuera. Comenzaba a amanecer. -Ayudo más si se muere y entonces de ahí, ya tomarás una decisión- una sonrisa quiso dibujarse en su rostro pero por respeto a su colega se contuvo. Las opciones iban haciéndose cada vez más limitadas y lo que quedaba era como estar acorralado en una esquina estrecha contra el filo más mortal del mundo. -Eso y... que la decisión que probablemente tomes no sea la que él tomaría- movió la barbilla para señalar al pobre hombre quien estaba ya por dar su último respiro. Se llevó las manos a la cintura, bajando la cabeza mientras hacia chocar su tacón sobre la madera con cierta impaciencia. -Toma su mano antes que deje de respirar-. Miró hacia los ojos de Denard con seriedad.
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Post by Boher Sargas on Jan 19, 2018 6:24:53 GMT
Ahora su corazón no sabía si sentir furia, miedo, impotencia… Denard miró a Desdemona con los ojos inyectados en su mismo dolor, en cierto modo sintiéndose culpable por haberla fulminado con la mirada por algunos segundos, abrió la boca para decir algo, pero Boher lo detuvo, tocando su hombro con suma delicadeza, aquellas manos tibias se sentían igual de amables y llenas de cariño aún en su lecho de muerte.
―Tiene razón ―Asintió Boher mientras miraba a Denard con una pequeña sonrisa y aquellos ojos caídos de color morado puro ―Y aún si me hubieran sanado las heridas, el veneno de la plata hubiera acabado conmigo, pude sentirlo, pude sentir la enfermedad, o la vejez, quien me alcanzara primero… ―Boher recargó su cabeza en la pared ―Me di cuenta, Denard, que desde hace mucho tiempo, no sentía una alegría como esta… cuando sabes que estás a punto de morir hermosos recuerdos vienen a mi cabeza, amigos, conocidos… todos aquellos por los que vale la pena sonreír…
Denard no lo miraba, se concentraba en perderse en las manchas rojas del piso.
―¿Recuerdas aquella vez en el castillo, el día que te diste cuenta quien eras y te aventaste por una de las torres para volar? ―El detective soltó una risa seca, dejando sus dientes blancos mostrarse.
―Sí, lo recuerdo, me rompí una pierna.
―Desde ese día, me di cuenta de que eras alguien muy especial ―Boher lo miró con seriedad ―Denard, quiero que sepas, que pase lo que pase, nunca dejes de amar, el amor puede ser mucho más fuerte que el odio, aquel solo inmoviliza el corazón, lo parte, lo oscurece, y poco a poco comenzarás a sentirte tan solo que ni las personas a tu alrededor podrán curarte… ―Llevó dos de sus dedos al pecho del grifo ―Pero con el amor en tu corazón, no importa que tantas montañas tengas que atravesar, ni los problemas que aflijan tu alma, siempre te darás cuenta de las cosas que verdaderamente importan ―Al decir esto, se llevó la mano al dije que siempre portaba en su pecho de ambas rocas unidas sin tocarse, tomó la mano del arcano, acomodando la piedra entre sus dedos pálidos mientras que, con la otra, la cerraba en torno a la piedra.
―No tienes que irte.
―Algún día tenía que hacerlo, he hecho demasiadas cosas en esta vida Denard, no todas de ellas han sido del todo buenas, pero siempre intenté ayudar a los demás para enmendar mis propios errores… ahora… quizás por fin pueda volver a verla… ―Boher recargó la cabeza contra la pared con una gran sonrisa ―Después de todo, mi corazón de cristal no perteneció a nadie más que a ella. ―Boher bajó la mirada, observando a la Baphomet por un momento, dedicándole una sonrisa cálida ―Denard me habló mucho de ti, es una lástima que no pude hacerte mi famoso pay de moras, cuídate mucho, me dio gusto haberte conocido.
Denard se quedó en sumo silencio, llevando su mano con lentitud hacia la cabeza de Boher. No había nada más que decir, no había palabras de aliento que nombrar, tan solo esperar, esperar a que el camino de el minotauro fuera el más pacífico y hermoso de todos. El grifo empujó la cabeza del minotauro hasta que la posó sobre su regazo, apretando los dedos de la mano contra la piedra, tan solo mirando hacia un punto lejano. Boher acomodó ambas manos sobre su pecho, cerrando los ojos con una larga sonrisa, como de aquellos que podían despedirse sabiendo que nada de lo que dejaban atrás les pesaría en su viaje.
―Hasta luego
Se mantuvieron así por largos minutos, tan solo escuchando el zumbido de los árboles alrededor, el cántico de uno que otro pájaro y las respiraciones pesadas de ambos arcanos. Pronto, tan solo dos corazones latieron en esa rústica y hermosa cabaña, Denard acomodó su mano sobre la frente de Boher, palpando los dedos con lentitud, como si así pudiera decirle su último adiós.
―Buen viaje, viejo amigo ―Susurró el detective con un nudo en el estómago y el dolor en la garganta, observando como el rostro del arcano se tranquilizaba cada vez más.
Hasta que ya no hubo oídos que escuchar.
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Post by Desdemona Grimm on Jan 19, 2018 6:48:40 GMT
Fue testigo del baile de la muerte que arrulló al minotauro hasta que su alma se rindió ante el camino del más allá. Ahora lo recorría, distante a ellos. Cuando el minotauro se dirigió a ella, Desdemona apenas sonrió, puesto que podía ver esa simpatía desinteresada, una que le resultaba de lo más ajena, pero ni siquiera la baphomet pudo resistirse ante la nobleza del pobre hombre. Observó en silencio, permitiéndoles a ambos tener sus últimos momentos en paz, conversando y recordando viejos tiempos. Era claro que la decisión de Denard estaba hecha, que el alma de Boher estaría intacta, sin ser corrompida para regresar a la vida. Tal vez era lo mejor.
El sol comenzaba a asomarse, dejando entrar los rayos del sol a la cabaña, tiñiendo los espacios de la luz cálida que comenzaba a acogerlos, como si lo ocurrido antes hubiera sido sólo una larga y oscura pesadilla en medio de la noche. Soltó aire con pesadez, quebrando el silencio tan apacible que se había creado durante la triste despedida. El pecho de la mujer se sintió más relajado, aunque el agobio de otro misterio y uno que atentaba contra su integridad y la de Denard, se encontraba latente, esperando a ser activo en cualquier momento. Volvió a colocarse de cuclillas frente al detective quien era soporte para el cuerpo sin vida del minotauro quien parecía estar sumido en un plácido sueño. -Lo lamento Denard; incluso yo debo decir que el alma de tu amigo no merece ser manchada con un ritual oscuro- declaró, al mismo tiempo revelando la única opción que tenía en mente para "salvar" al hombre. Echó un vistazo al rostro de Boher, tan tranquilo y sereno, como si su alma no hubiese sido torturada por los males del botón de plata. -Prometo cobrar venganza por lo que ocurrió en este lugar- maldecir era lo que deseaba hacer pero un chispazo de decencia la dominó, moderando las palabras que ardían por salir de su boca. -Y asegurarme de que esa mujer no tenga pulmones para respirar; sea una mensajera o no, fue por su mano que saliste herido... en cuerpo y espíritu-. Las manos de la baphomet se hallaban reposando sobre sus rodillas obligándose a mantenerse alejada de la situación, sin embargo, fuese por los recuerdos de su infancia o el traumatismo de su dolor, que sintió la necesidad de brindar consuelo de manera muy burda. Posó su mano sobre el hombro de Denard, mirandole con los ojos serios y el rostro sereno. Muy distinto al cinismo que usualmente pintaba su gesto.
Sería prudente enterrarlo, eso era lo que no podía dejar de pensar. Pero era probable que Denard quisiera pasar más tiempo con él, aunque fuese sólo un cuerpo abandonado de vida. Lo que era imperativo, era comenzar con las investigaciones y que Denard descansara. Desdemona suspiró. -Debo confesarte que este día ha sido uno lleno de emociones que pensé había olvidado; la culpa una de ellas- alzó la mirada para encontrarse con la ajena, mostrando cierta frustración infundada principalmente por la confusión de su espíritu. -Me sentiré... ¿mejor? Si permites ser cuidado por mis sirvientes, así podré estar segura que tu bienestar no ha sido ultrajado nuevamente y yo podré continuar con el caso cerca de tu oído-. Pronunciar esas palabras le resultaba complicado, casi físicamente doloroso, puesto que no era costumbre para ella manifestar preocupación de esa forma pero sabía que no estaría quieta de ocurrir lo contrario.
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Denard Fantôme
Los Grises
El pasado es solo una sombra que yo mismo puedo pisotear
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Post by Denard Fantôme on Jan 19, 2018 19:38:00 GMT
Denard estaba acostumbrado a la muerte, pero nunca dejaba de sentirse tan irreal cuando sucedía, como si todo fuera tan solo un sueño del que algún día vas a despertar, de manera inconsciente pasaba los dedos por la cabellera canosa mientras su mirada oscurecida por las energías a penas reponiéndose.
―Está en un mejor lugar ahora ―Denard miraba el rostro plácido de su compañero ―Desde que lo conocía ha vivido con un pesar en su corazón tan profundo que no comprendía el por qué estaba tan feliz, quizás solo le adelantaron su muerte… siempre se vio enfermo ―El detective guardó la piedra del minotauro en uno de sus bolsillos. ―De ahora en adelante debemos ser precavidos, así como ellos lo han sido con nosotros, jugar su juego, seguirles la corriente, tener paciencia… ―Los ojos grises volvieron a incrustarse de piedras frías en una isla congelada ―Esto no se va a quedar así.
Denard tomó la cabeza del minotauro con sumo cuidado, alejándose de él para ponerse de pie, ayudándose con la pared, intentando no mover su brazo herido, tomó su saco y se lo puso de una manera en la que el brazo lastimado quedara pegado a su cuerpo. El detective asintió con la cabeza. ―Estoy de acuerdo, se lo agradezco mucho, señorita Grimm ―Se puso completamente de pie, recogiendo el arma para guardarla en su lugar y comenzó a caminar hacia afuera, las palabras del hombre salían tan muertas como el bosque a su alrededor. ―Pero tengo que hacer algo primero. ―Salió por las escaleras, moviendo su cuerpo como si el alma aún no hubiera vuelto a él por completo. Después de un rato afuera, el detective hizo como una cama de hojas, pasto y ramitas secas lo suficientemente alto y grande para que el cuerpo del minotauro cupiera allí, después se regresó dentro, tomando su forma verdadera.
El grifo se acercó al minotauro, tomándolo con su poderoso pico, el cual a penas si rodeaba el torso arcano, lo arrastró como pudo hacia afuera, para después subirlo a la cama de hojas, al tomar su forma sellada, acomodó los brazos del hombre sobre su pecho, arrancando una rosa de su escaso y hermoso jardín para posarla entre sus dedos. Se alejó unos pasos, sacando una cajita de madera que se había encontrado dentro de la casa del hombre, donde generalmente guardaba sus bayas y frutos favoritos.
―Estoy seguro de que las almas a quienes las esperan del otro lado no necesitan un camino que debe ser mostrado ―Denard dejó la caja en el suelo, sacando un fósforo de su gabardina, lo encendió y lo echó a las hojas secas, las cuales prendieron con furia, como si supieran que se trataba de una ceremonia sagrada. ―Que tu sacrificio no sea en vano, querido amigo ―El detective sacó una placa dorada de uno de los bolsillos más escondidos y lo puso sobre sus ojos mientras decía algunas palabras susurrantes. Al final se hizo hacia atrás, dejando que las llamas consumieran el cuerpo arcano. Quedándose parado allí, sin moverse de su lugar a pesar de sentir el calor de las llamas contra sus mejillas.
Era una pena que no conociera a los amigos del minotauro, porque estaba seguro de que había tenido algunos, pero nunca les interesó hablar con ellos, o quizás lo hizo alguna vez sin darse cuenta. Al menos pudiera avisarles, pero sabía que se iban a dar cuenta tarde o temprano si realmente eran tan cercanos, después de todo, no quería darle la satisfacción a los cazadores de saber que su muerte le había llegado a afectar demasiado. Era muy peligroso para él y para Desdemona darles esa gratitud.
Pasaron algunas horas antes de que todo quedara reducido en cenizas, las cuales tan solo fueron completo silencio por parte del detective. Cuando la tierra hizo su trabajo, Denard se puso en cuclillas para tomar con sumo cuidado las cenizas para acomodarlas dentro de la cajita. Se irguió, volteando hacia atrás, sellando la caja con el pequeño cerrojo que portaba con ella.
―Ya no hay nada más que hacer aquí ―Habló, mientras se daba la media vuelta ―El bosque de los susurros no es un buen lugar para las cenizas de un difunto como él ―Comenzó a caminar, alejándose cada vez más de la cabaña, ya sabría él donde las pondría para el descanso eterno. ―La sigo, señorita Grimm ―Dijo al final, mirando a Desdemona, estando dispuesto a asistir a sus cuidados, pues, a pesar de que la herida había dejado de sangrar, no había que confiarse demasiado de la buena suerte.
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