Denard Fantôme
Los Grises
El pasado es solo una sombra que yo mismo puedo pisotear
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Post by Denard Fantôme on Dec 4, 2017 5:01:39 GMT
El camino había sido rápido, pues el vuelo les había ahorrado muchas horas de camino, y tan solo tuvieron que andar algunos pasos desde su punto de aterrizaje para llegar a aquella fuente que había sido nombrada en la carta. Denard se asomó desde la esquina de una casa hecha de piedra. La plaza estaba totalmente vacía, pues ya las tiendas a su alrededor estaban cerradas, oscuras y posiblemente con uno o más arcanos durmiendo plácidamente en sus camas, esperando un nuevo día en la nublada ciudad de Reapergate.
La mansión de Leon Damasco era como si pudieses ver todo el ejemplo barroco en un solo lugar, pues ningún espacio estaba vacío. Todos y cada uno de ellos estaban abarrotados de decoraciones, ya fuese con ángeles que susurraban a los oídos de los arcanos palabras bellas, como pequeñas gárgolas apoyadas sobre las esquinas del edificio, cuidando de que ningún alma mundana cruzara su vigilancia. El detective avanzó con sumo cuidado, metiendo las manos a los bolsillos de su saco donde, en una de las mangas la filosa daga se tanteaba nerviosa contra la muñeca del detective, lista para ser usada en caso de cualquier movimiento.
Cuando llegaron a la puerta, la cual medía casi dos metros, hecha de madera pura y adornada con una que otra indumentaria de hierro, Denard se detuvo. Volteó a ver a la mujer con un semblante oscuro, indicándole que estuviera lista para lo que pudiera suceder. Estiró la mano hasta alcanzar una manija de hierro, la cual estaba formada por un león que sostenía dicho elemento, y tocó varias veces. El eco que se propagó por el material pareció resonar por toda la plaza, el Grifo volteó a ver de reojo las gárgolas que protegían la estructura.
Pronto, la puerta retumbó, y comenzaron a sonar varios chasquidos, señal de que había varios seguros detrás de la madera, a pesar de aquello, Denard apretó su puño, sentenciando la daga que portaba con él. Cuando la puerta se abrió, el olor a alfombra vieja y velas pronto se hizo presente, y con ello, una muchacha la cual a penas si llegaba a la altura de los hombros de Desdemona, la mujer vestía prendas que daban a indicar que era la ama de llaves, portaba ojos café claro como la miel y un ligero corte de cabello hasta las mejillas pálidas. ―Ustedes deben ser el señor Fantome y la señora Grimm ―Susurró la mujercita mientras miraba a todos lados ―No sabe lo aliviados que estamos porque hayan llegado tan rápido ―Se hizo a un lado, dejándolos entrar ―Pasen, por favor, pasen, dentro de un momento los llevaré con mi señor.
Denard entró a la ostentosa mansión, con paredes altas y adornaciones excesivas, dejó que pasara Desdemona y se mantuvo en un cordial silencio, tan solo dedicándole una pequeña sonrisa falsa a la ama de llaves.
El lugar era mucho más elegante por dentro, mostrando tapices finos y decoraciones más brillantes, pero, tanto como afuera, ningún espacio permanecía vacío.
La mujercita cerró la puerta, poniendo los seguros como antes, se encaminó hacia al lado de ambos detectives.
―Mi amo se encuentra en la última habitación de este mismo pasillo ―Indicó la arcana mientras acomodaba sus manos una sobre la otra ―Por favor, síganme. ―Dijo en un tono sumiso, dándose la media vuelta y caminando por el pasillo, esperando que ambos detectives la siguieran, adentrándose un poco más a la mansión.
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Post by Desdemona Grimm on Dec 4, 2017 5:55:30 GMT
La casona tenía tintes súmamente siniestros, algo que hizo sentir a la baphomet como en casa. Sin embargo no se dejaba caer en confianza por simples apariencias; mantenía los ojos al tanto de lo que la rodeaba, pezcando hasta la mínima partícula de polvo en busca de respuestas. Siguiendo a la menuda jovencita, miraba de pronto a Denard, asegurándose de que ambos estuviesen tan desconfiados como antes de poner un pie en la propiedad.
Estando en la mansión se preguntaba cómo es que jamás había escuchado el nombre del tal Damasco teniendo semejante palacio a su disposición en la capital oscura. Tomó nota mental de ello como parte de sus primeros cuestionamientos; ¿qué era lo que hacía exactamente el dueño de este lugar? Su ocupación, trasfondo familiar... y más conceptos eran los necesarios para hacerse de un perfil completo sobre el cliente quien, para la mujer, era también un sospechoso. -¿Será soltero?- dijo a modo de broma acercándose al oído del detective mientras entrelazaba su mano en el brazo ajeno. Pretendía también que la mujercita la escuchara de manera que pensara que se encontraban con la guardia baja, sin tener la más mínima sospecha hacia su patrón.
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Denard Fantôme
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Post by Denard Fantôme on Dec 5, 2017 2:36:52 GMT
Denard sonrió ante el comentario de la Baphomet muy a pesar de la presencia de la sirviente. ―Probablemente ―Se atrevió a comentar el grifo ―O quizás viudo, los hombres demasiado solitarios y ricos tienden a llenar los vacíos de su alma con adquisiciones materiales. Al llegar a la puerta, la mujer se dio la media vuelta encarando a los detectives.
―Por aquí, por favor ―Dijo la mujer, abriendo la puerta poco a poco, entró tan solo para que fuera vista en la habitación ―Mi señor, el señor Fantome y la señora Grimm han llegado.
―Hazlos pasar… ―Se escuchó en un hilillo de voz. La mujer asintió con la cabeza, y haciéndose hacia un lado, dejó el paso libre a ambos arcanos.
La habitación era tan grande que podían caber casi tres veces la oficina de Denard allí dentro, al igual que todas las demás paredes, rebosaban de artilugios dorados, estatuas y pinturas. Una ventana de cristal estaba cerrada a su lado derecho a tan solo algunos pasos de la enorme cama de roble con detalles dorados. El señor Damasco se encontraba en medio del colchón, cubierto por la manta de seda roja hasta el pecho.
El hombre tenía la piel pálida, manchada y arrugada como si en vez de ver a un arcano estuviesen viendo a un muerto a punto de ser enterrado, sus ojos, grises como dos lunas vacías, miraban hacia una dirección en específico, como si el hombre a penas si pudiese ver bien debido a las cataratas que poco a poco se hacían notar.
―Detectives ―La voz de Damasco era ronca, gruesa y rasposa, como si le costara trabajo pronunciar palabra alguna, tosió un par de veces cubriéndose más con la sábana ―Gracias a todos los dioses que han venido, supongo que ya estarán al tanto de la situación debido a la carta que he enviado, temía tanto que no llegara.
―¿Qué es exactamente lo que está pasando con usted, Damasco? ―Denard lo miró con una seriedad absoluta, ignorando por completo que el hombre estuviera enfermo, no confiaba en él.
El hombre tosió un par de veces, acomodando un pañuelo sobre su boca. ―Todo comenzó desde hace algunas semanas, mis hombres traían un pago importante por las afueras de Reapergate, un poco de seda, piedras preciosas y alfombras que venían de la ciudadela, donde fueron atacados justo antes de salir de el bosque de los susurros, pensé que al principio eran unos simples ladronzuelos, pero luego comenzaron a lanzar piedras a la casa, rompiendo varias ventanas con extraños mensajes en ellos.
Leon señaló con el dedo tembloroso hacia un escritorio de madera donde reposaban varios sobres, y cartas abiertas, un incienso de manzana y tinta china.
―No logro entender qué es lo que está pasando o por qué querrían atacarme…
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Post by Desdemona Grimm on Dec 6, 2017 6:03:18 GMT
Al abrirse la puerta, Desdemona adoptó un semblante más serio aunque no cerrado ante el cinismo, aún así, la sonrisa que antes se hallaba dibujada en sus labios se borró una vez que pusiera un pie en aquella alcoba. En efecto, el cuarto era una muestra evidente del ostento del lugar. Aunque sus ojos desearan vagar hacia las paredes y sobre la superficie brillante de las estatuas, era aún más interesante observar a la figura que yacía tan débil sobre aquella cama. Junto con Denard, se acercó, cruzándose de brazos mientras sus ojos se posaro sobre el rostro del miserable señor Damasco. No se sentía empática por su estado, incluso sentía algo de disgusto de ver a alguien en semejantes condiciones; por ella que mejor muriera, parecía que le hacía falta. Sin embargo, sabía que habría dinero de por medio y fuese lo que fuese, el asunto era un negocio y lo que era aún más importante, parecía estarla involucrando personalmente.
-Entonces un grupo de escluincles decidieron atormentarlo con cartas anónimas- decía mientras caminaba hacia aquél escritorio de madera. Le pasó las yemas de los dedos por encima antes de tocarlos, percibiendo sobre ellos una ligera capa de polvo. -Bueno señor Damasco, a juzgar por su humilde morada, yo creo que tienen un motivo bastante convincente, ¿no lo cree?- dijo con un ligero tono de burla aún sin mirar de vuelta al hombre. -¿Hay algo más aparte de los mensajes, señor?-. Todo le pareció de pronto una estupidez.
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Denard Fantôme
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Post by Denard Fantôme on Dec 6, 2017 22:13:46 GMT
El señor Damasco se movió de un lado a otro en un intento por ponerse de pie, pero sus mismas articulaciones adoloridas no permitieron dichos movimientos, Leon se acostó de nuevo en la cama. ―Escuincles, escuincles, hablan de ellos como si fueran el pormenor de los problemas ―Se quejó el hombre mientras tosía debido al esfuerzo. ―Si, a veces dejan hojas completas de árbol del bosque de los susurros…
―Se consideran de mal augurio debido a la carga negativa de las almas que andan en pena por ahí… ―Terminó de decir Denard mientras se acercaba al señor Damasco. ―¿Y que hay de las cartas?
―Carta, querrá decir.
―Usted ha enviado esto ―Denard acomodó el As de picas sobre la cama, el señor Damasco la miró por un momento, con los ojos entrecerrados.
―Yo no he enviado eso. ―Dijo en un tono algo rasposo por la tos, pero parecía confundido.
La ama de llaves, en el umbral de la puerta, aprovechando que el detective le hacía las preguntas necesarias para mantener al señor Damasco ocupado, la mujercita llamó en un tono bajo, casi como un susurro a Desdemona. Esperó a lograr captar su atención.
―Señorita Grimm ―Dijo la mujer, casi escondida tras la puerta, observando de vez en cuando a Leon por si se daba cuenta de su presencia, esperó a que la mujer se acercara lo suficiente para hacerse hacia atrás, intimidada por la mera existencia de la Baphomet, bajó la mirada de vez en cuando.
―No debería de decir esto pero creo que puede serle de utilidad ―La mujer se hizo un poco hacia atrás, metiendo su mano dentro de los bolsillos de su mandil para sacar un botón de plata ―Hace muchos años, el señor Damasco estaba en completa bancarrota, estaba a punto de perder todo lo que poseía, era un hombre tan sano, tan vivo y sus ojos parecían brillar, pero siempre le gustaron las apuestas… ―La mujer dejó el botón sobre la palma de la mujer ―Así que, una noche, mandó llamar a alguien que pudiera ayudarlo, supongo que prestándole un poco de dinero para poder saldar las cuentas, nunca lo vi, tan solo escuché su voz… Pasaron los días, y la fama y prestigio de mi señor volvieron a salir a flote, pero… ―Se calló de pronto, esperando a escuchar de nueva cuenta la voz de Denard hablando con Damasco para poder continuar ―Una noche, llegó un cobrador, tenía una máscara, y pidió el pago a mi señor, pero se negó a dárselo por motivos que desconozco, el inquilino portaba un saco de color negro… ―La mujer cerró los ojos para poder recordar a pesar de que aquel suceso había pasado hacía tantos años. >>El inquilino se fue por la puerta principal, dejando caer este botón de plata ―Señaló lo que le había dado a Desdemona ―Tan solo había sido un susto, pero no había pasado nada, todo se mantuvo tranquilo por años, pero desde hace algunas semanas… de pronto la salud de el señor Damasco se vio afectada, no puede moverse, tiene fiebres tan altas unas noches y a veces está tan frío como la noche… y desde hace pocos días empezaron las amenazas. No sé si aquello esté enredado con lo que nos está pasando ahora, pero… yo, era necesario que se lo contara, me preocupa la salud de mi señor ―La mujercita bajó la mirada, aguantando las lágrimas ―Es muy importante para los sirvientes que nos quedamos al lado del señor Damasco que ustedes estén aquí, a penas si pude encontrar la manera de enviarle la carta. ―Levantó el rostro, encarando a la mujer con aquellos ojos a punto del llano ―Por favor, ayúdennos.
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Post by Desdemona Grimm on Dec 10, 2017 21:25:25 GMT
Desdemona caminó hasta donde se encontraba la sirvienta y escuchó a cada palabra sin interrupciones. Recibió el botón de plata en una de sus manos, inspeccionándolo por breves instantes antes de guardarlo en uno de los bolsos atados a su cintura. La desesperación de la mujer le era sumamente satisfactoria, le hacía sentir euforia; si tan sólo pudiera disfrutar de su sufrir y lágrimas un poco más pero estaba comprometida a su trabajo y lo realizaría sin distraerse en sus deseos personales. La baphomet no se consideraba una mujer heroíca; no estaría comprometida a la causa por justicia y por moral por lo que las palabras no salieron de su boca con afán de calmar los nervios y desolación de la mujercilla. -Con este botón será más que suficiente- le dijo con una sonrisa que en realidad no calmaría a nadie. Se dio la vuelta sin preocuparse de mantener la puerta abierta, volviendo a tomar su lugar al lado de Denard.
-Pues alguien está tomando su modus operandi, señor Damasco- prosiguió como si nada. -Tal vez sea conveniente que nos diga un poco sobre sus amistades más cercanas; un detalle tan personal sólo alguien de suma confianza- al decir esto sus ojos volvieron hacia la puerta, comenzando a figurar sospechas en otro sitio fuera de aquella habitación. -Eso y otros detalles importantes- prosiguió. Lo que le llamaba la atención es que, lo que hasta ahora el señor había dicho respecto a los delincuentes era sumamente simple... debía de haber algo más. Algo ocultaba.
Le echó una fugaz mirada a Denard, tratando de comunicarle que se había hecho de nueva información. Debatió por un segundo si debía mencionarlo frente a Damasco o no. Dio oportunidad de soltar más preguntas esperando que por sí solo hiciera mención del suceso. -Además de todo... señor, ¿habrá alguna otra causa por la que crea puede estar ocurriendo todo esto? ¿Alguna disputa o deuda no pagada quizá?- Desdemona sonrió de manera burlona, si bien, hacía bien su trabajo, no se reservaba de expresar sus sentimientos respecto a sus clientes. Le parecía de lo más descuidado que un hombre de tanta fortuna dejara cabos sueltos de esa manera.
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Denard Fantôme
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Post by Denard Fantôme on Dec 11, 2017 18:09:52 GMT
El señor Damasco debían de ser ese tipo de pruebas en las que se ponía a flote la paciencia que el grifo cargaba consigo. Era una lástima que, en ese momento, las cartas de póker se habían robado una parte importante de ella. Denard se mantuvo en un perfil calmado, caballeroso y con ambos ojos fríos que no daban a entender nada mas que el regreso de la mirada, muy a pesar de que, a veces le gustaría hacer las cosas a su manera. Sabía que a Desdemona no le importaría de todas formas, sin embargo, respiró profundo y guardó la calma.
¿Por qué ocultar lo evidente? Se podía olfatear a kilómetros de distancia que este hombre ocultaba algo más que un simple negocio de alfombras costosas, según lo que le había contado… Denard soltó un suspiro enfadado por su nariz. Solo hacía el trabajo más largo y pesado. Volteó a ver a la mujer de cabellos oscuros, preguntándose por escasos segundos a dónde había ido, dirigió su mirada por unos breves instantes a la puerta, ahora completamente vacía, pero con la sensación de que alguien había estado allí.
―No tengo muchas ―Contestó Damasco mientras se quedaba pensando ―Mi proveedor de materiales, se encarga de que todo esté en orden antes de mandar las alfombras fuera de Reapergate.
El señor Damasco observó a los ojos a la Baphomet cuando escuchó aquellas palabras, el hombre abrió la boca, seca, con las palabras en la punta de la lengua, sus ojos dejaban claro de que sabía de lo que hablaba, y por un momento, su piel se vio mucho más pálida a lo que era. El hombre intentó decir algo, pero una tos peligrosa comenzó a pegarle en el pecho, su respiración parecían como piedras golpeándose una a las otras, haciendo que el arcano se ahogara por lapsos de tiempo, el hombre tembló.
―Eh… él… ―Damasco intentó hablar ―Años… atrás… ―La tos incrementaba, golpeando su pecho con una ferocidad horrible. ―No… ayu… ―Pronto ya no pudo decir nada más, pues la tos no lo dejaba. La sirvienta que anteriormente había llamado a Desdemona entró corriendo a la habitación, preparando lo más rápido que podía una pequeña poción de hierbas y agua caliente.
―¡Otra vez! ―La mujer comenzó a atender a su señor, que parecía estar en medio de una batalla consigo mismo.
―Hablaremos con su proveedor de materiales mientras se recupera, ¿Dónde podemos encontrarlo? ―Denard miraba a cualquiera de los dos.
―A tres calles de aquí… a la derecha… ―Damasco intentaba con todas sus fuerzas pronunciar palabra alguna ―Casa… de piedra… puerta… dice… Damasco… ―La mujer lo interceptó, acomodando las hierbas sobre su pecho con una mirada asustada de que su señor muriera en cualquier momento.
Denard observó al hombre por un momento, se dio la media vuelta y salió de la habitación para dejar descansar al arcano perdido en la enfermedad. Esperó a que Desdemona saliera para cerrar la puerta, el frío se filtraba a pesar de que todas las ventanas estuvieran cerradas.
―Su mirada brilla como si hubiera encontrado algo interesante, señorita Grimm ―Comentó Denard, mirando con curiosidad a la mujer, mientras avanzaba por el pasillo para alejarse de los oídos y miradas curiosas.
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Post by Desdemona Grimm on Dec 12, 2017 5:13:30 GMT
Desdemona siguió a Denard sin siquiera mirar hacia atrás; aún podían escucharse los intentos del señor Damasco por recuperar el aliento pero no existía ni un pedazo de piedad por el moribundo hombre. Sacó del bolsillo el botón que antes había estado en manos de la mujer, tomando la mano del detective para colocarla dentro de su palma. -Rastro dejado por un posible cobrador- comentó como si se tratara de cualquier cosa. -No hay referencias sobre él sólo que llevaba una máscara cubriéndole el rostro. La sirvienta insiste en que nada parecido volvió a ocurrir después de que nuestro inocente cliente se negara a liquidar un pago hasta hace poco. No hay forma de vincular un evento con el otro por ahora pero la chiquilla parece tener razones para sugerir que algo de todo esto tiene que ver con el tipo-. Se cruzó de brazos mientras su compañero inspeccionaba el artefacto; el botón parecía ser confeccionado de manera personalizada. La insignia le resultaba algo familiar pero no lograba colocarla en algo en específico por el momento.
-¿Considera prudente examinar los remedios que se le den al señor Damasco?-. Desdemona no deseaba descartar la posibilidad de que probablemente el hombre estuviera siendo envenenado por su propia servidumbre; alguien con tanta gente a su disposición debía de ser cercano aunque fuese en los modos más hostiles. Muchos seguramente le conocían secretos que se llevarían a la tumba. Miraba por encima de su hombro para asegurarse de que no hubiese nadie escuchándolos; su voz se volvió más baja así como más corta la distancia entre ellos. -No estaría de más nosotros hacer nuestras propias vinculaciones. La mujer parece contar con información bastante valiosa... una simple sirvienta no está para saber asuntos tan privados como los de las deudas de su patrón a menos que sea la ama de llaves de confianza; este botón puede ser una pieza clave de evidencia o de distracción para desviarnos del principal sospechoso-. El hilo de pensamiento de Desdemona podría bien estar fracturado e incluso, era probable que estuviera muy lejano a lo que estaba sucediendo en realidad, pero la baphomet intentaba atar todo cabo suelto que hallaba en misterios como ese.
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Denard Fantôme
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Post by Denard Fantôme on Dec 12, 2017 5:39:26 GMT
―¿Un cobrador, uh? ―Denard observó el botón con suma atención ―Debió haber tenido una gran deuda que saldar para que a pesar de los años, sigan arremetiendo contra él… ―El grifo levantó un poco el botón para observar el grabado, era una pieza preciosa. ―Nunca hay que descartar una buena posibilidad ―Denard asintió con la cabeza ―Es muy casual que el patrón sea asesinado por sus mismos sirvientes… venganza, dinero, prestigio robado, o simplemente con la misión de deshacerse de él desde un principio… hay muchas posibilidades, pero… extrañamente el señor Damasco no parece ser alguien que trate mal a sus empleados.
Denard se quedó en sumo silencio por varios segundos, y frunció el ceño.
―Lo que me tiene con la duda es… en el caso de que la mujercita diga la verdad, y que todo ha ocurrido después de tantos años, la pregunta es, ¿Por qué el señor Damasco sigue vivo? Un cobrador común se hubiera deshecho de él desde hace mucho tiempo, ¿Por qué solo enviar advertencias? Estoy seguro de que saben que el hombre está enfermo, con tan solo un viento frío podría quedarse allí tendido para siempre… pero no lo hacen…
A su mente vino de nuevo la sirvienta, y la pregunta que sí, estaría jugando con el señor Damasco así como un gato con el ratón. Lentamente. Denard frunció el ceño.
―Vayamos con el proveedor ―El arcano movió el botón de un lado a otro en su mano enguantada, sintiendo un peso peculiar cuando estaba en sus manos. ―Y veamos qué tiene para nosotros…
El detective abrió la puerta de la mansión, dejando salir a Desdemona primero, sin esperarse a que algún sirviente le abriera la puerta, se quedó en la entrada por un momento, observando el interior con la mirada fría, y guardando el botón en uno de los bolsillos interiores del saco, cerró la puerta aglutinada de decoraciones, para dirigir sus pasos hacia la derecha. Donde, a tan solo unas cuadras estaba la tienda de alfombras y artículos lujosos para los clientes más ostentosos, afortunadamente estaba relativamente cerca. El viento sopló contra la nuca de la mujer, acariciando con sus dedos fríos su piel rojiza, y de pronto, la Baphomet sintió aquel escalofrío recorriendo su espina dorsal, como si alguien la observara.
Sin embargo, era algo difícil ver con la oscuridad a su alrededor, tan solo siendo decorada por los faroles encendidos, iluminando ciertas partes de la ciudad, dejando aberturas de una penumbra negra como el carbón entre luz y luz. El sitio estaba silencioso, tan silencioso que solo las respiraciones de los arcanos se escuchaban en conjunto con los pasos… no se escuchó una tercera respiración.
Pero la sensación continuaba ahí.
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Post by Desdemona Grimm on Dec 22, 2017 0:11:34 GMT
-Algún provecho ha de tener estando en esa condición- agregó a las especulaciones de Denard. Le siguió el paso para salir de la mansión, tomando su camino por las calles ya en la oscuridad profunda de la noche. Cobijados entre la niebla que siempre descendía para cubrir los callejones de Reapergate, se dirigían a un nuevo destino que potencialmente descubriría respuestas a las preguntas que ya se formulaban en sus mentes. Sin embargo, la determinación de Desdemona se vio interrumpida por un instante. El roce en su nuca, el frío sobre su piel. Se dio la vuelta de inmediato pretendiendo encarar a quien parecía querer llamar su atención pero no había nadie. Estática en medio de la calle permanecía de pie intentando hacer razón de lo ocurrido.
Estiró el brazo para tomar el de Denard y captar su atención. Había una sensación sumamente extraña que indicaba que algo no estaba del todo normal. Podía percibir una presencia entre ellos pero ningún indicativo que fuese un ser que habitara en su misma realidad. -¿Puede sentirlo?- preguntó sin mirarle, observando entre los tejados y el cielo sombrío que parecía ocultar miles de secretos de ellos. Ecos, sonidos provenientes de otros edificios y uno que otro vagabundo que merodeaba por ahí más ninguna seña de que alguien pretendiera hablarles directo.
La sensación fue penetrante al grado que parecía haber tocado el fondo del alma de la baphomet. Sonrió puesto que la sensación fue agridulce. La oscuridad parecía llamarla pero despertaba recuerdos que no estaba del todo segura ser capaz de repetir. –Tal vez esto va más allá que una simple deuda como usted sugiere, Denard- rompió el silencio.
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Denard Fantôme
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Post by Denard Fantôme on Dec 22, 2017 4:44:57 GMT
Denard asintió debido a lo que Desdemona apuntó, si, era muy probable viendo las circunstancias y el escenario de que necesitaban al señor Damasco, pero, ¿Para qué? ¿Por qué? El grifo siguió pensando por varios segundos aquellas preguntas, intentando encontrarles respuesta alguna mientras miraba hacia el frente, sin ver realmente. La mano de la mujer le sacó de sus ensoñaciones dentro de su mente.
El detective se quedó mirando hacia el punto de oscuridad total que rodeaba a ambos arcanos, justo donde una brisa gélida golpeó los rostros de ambos. No había nada. Pero el escalofrío que sintió Denard en ese momento hizo que apretara los ojos, forzando a su agudizada vista, intentando apartar la penumbra para descubrir la máscara… Ambos se quedaron parados allí, listos para lo que sea… Denard miró a la mujer, con un semblante serio mientras sacaba de entre su bolsillo la carta de póker.
A punto de decir algo, el sonido de un portazo despertó los sentidos del arcano como la mecha de un cañón, volteó de pronto, preparando la daga que portaba en su manga, se acercó hacia el sonido tan rápido como pudo, mirando a todos lados, quizás era mera paranoia, pero, las sensaciones de algo tan extraño no eran fáciles de quitar. Un hombre intentaba cerrar la puerta de un negocio cercano, y cuando, de una patada, pudo hacer que la puerta cediera, tomó una llave, volteó asustado al escuchar pasos y dirigió un quinqué de hierro que tenía en la mano izquierda.
―¡Ya cerramos! ―Masculló el hombre con voz temblorosa.
Denard miró al hombre estupefacto, pensando en que, tan solo era el ambiente el que lo ponía tan nervioso. No sabía el por qué de pronto se había puesto tan tenso. El hombre miró un poco hacia arriba, la luz de la vela del quinqué alumbraba un letrero de madera.
El corazón del detective de pronto comenzó a palpitar un poco más calmado, y retomando la compostura, su rostro se apaciguó, mostrando aquella sonrisa en el rostro.
―Señor Fantome y señorita Grimm, estamos aquí por el caso del señor Damasco.
Miró a la Baphomet, luego al grifo, y mirando hacia atrás, metió la llave en el picaporte.
―Llegan justo a tiempo ―Suspiró el hombre, mientras agitaba un poco su cabeza, haciendo algunos mechones de color marrón a un lado ―Estaba a punto de irme, no me gusta tener abierto el negocio hasta la noche por lo mismo… ―Abrió la puerta, entrando un momento para dejar el quinqué, y luego regresándose para tomar una caja con algunas alfombras envueltas con cuidado. ―Pasen, por favor ―Indicó el hombre mientras caminaba al interior.
La tienda era más grande de lo que se podía apreciar a simple vista, cientos de alfombras de distintos colores, formas y grosores se extendían por el local, y del otro lado, algunas telas cortadas estaban en exhibición para que el cliente pudiera escoger su preferida.
―Hemos podido sobrevivir este caos gracias a que las ventas siguen en pie, aunque muchos de nuestros clientes han decidido no seguir con nosotros debido a lo sucedido. ―El hombre dejó la caja en el escritorio de en medio.
―¿Qué relación tiene con el señor Damasco?
El hombre los miró por un largo momento, frunciendo los labios.
―Soy su hermano, Dante Damasco ―Dante apoyó su mano en su frente, apretándola un poco un par de veces, a diferencia de su hermano, Dante portaba prendas más humildes, una camisa de manga larga de color negro, pantalones holgados y unas botas negras. ―La tienda es lo único que no nos heredaron ―Se cruzó de brazos mientras miraba hacia la puerta ―Todo eso, la mansión, los sirvientes, lo elegante, es como un libro con portada hermosa, pero vacío…
Afuera, el silbido del viento se escabullía contra los muros. Dante los miró como si con lo que decía se quitara un enorme peso de encima.
―Si, hubo un tiempo en el que fuimos millonarios, nuestros padres nos heredaron el dinero y la mansión, Leon y yo utilizamos una parte de la herencia para abrir la tienda, pero… Leon siempre se escabullía, se iba a bares de mala muerte a apostar todo lo que tenía y llegaba ebrio, sin un solo mirvo en los bolsillos y a veces malherido, nunca entenderé aquella obsesión, no entiendo cómo llegamos a esto… ―Dante se sentó al fin en su silla, cubriendo su rostro con sus manos.
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Post by Desdemona Grimm on Dec 22, 2017 5:35:46 GMT
Desdemona entró junto con el grifo al local, escuchando la voz del hombre sin mirarlo. Estaba concentrada en analizar los alrededores, grabarse cada detalle y cada fibra existente sobre aquellas alfombras. El contraste entre la tienda y la mansión eran sumamente notables. –Es curioso que su hermano siga aferrándose a la imagen de un millonario ostentoso- sentenció la mujer con tono burlón. Era curiosa la situación; las antigüedades que estaban expuestas en el hogar de León Damasco parecían ser lo suficientemente caras como para capturar el interés de los coleccionistas. Había dinero reposando en los objetos que aún adornaban la casona, ¿qué los detenía de recuperarse económicamente gracias a ello?
La mujer se acercó hacia una de las alfombras, tanteando la superficie con sus dedos como si se hallara despreocupada de la situación por completo. -¿Y cómo se siente usted al respecto, Dante? ¿Ha sido usted el responsable de este lugar desde entonces? ¿Qué tanto se ha involucrado su hermano en la economía familiar?-. La descripción del hombre hacía sonar a León Damasco como alguien despreocupado y deficiente ante asuntos financieros. Los hilos iban entrelazándose poco a poco, sin embargo, Desdemona estaba casi segura que las cosas iban más allá de un simple desobligado ludópata. –De ser usted afectado más allá de las riquezas familiares, sería comprensible que usted sintiera rencor hacia su hermano-. Estaba tentándolo, presionando sus botones para sacarle una reacción. Desdemona comenzaba a sentir la sed de su naturaleza por incitar al conflicto lo cual podría jugar una parte fundamental para obtener respuestas. De ahí, analizar la reacción de Dante Damasco.
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Denard Fantôme
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Post by Denard Fantôme on Dec 23, 2017 5:33:08 GMT
Dante levantó la mirada llena de lágrimas a punto de salir, respiró profundo para responder las preguntas de la Baphomet. ―Desde que enfermó ha estado así ―Negó con la cabeza mientras miraba sus ojos, muy a pesar de que aquellos orbes hicieran que su corazón se encogiera.
―Estoy devastado, por supuesto, pero intento trabajar para que a mi hermano no le falten las medicinas, y que la casa se mantenga en su lugar, es de nuestros padres, tenemos que perseverar su recuerdo… su legado ―Dante dijo aquello como si le pesaran las palabras, definitivamente al igual que Desdemona, pensaba en deshacerse de todo lo valioso, por lo menos para librarse de la maldición que los perseguía. ―Con su estado es imposible que pueda hacerse cargo de algo ―Comentó con cierto grado de preocupación mientras masajeaba su frente. Denard, por su parte, se limitaba a observar y a escuchar, se mantuvo en su lugar mientras inspeccionaba todo el lugar con su aguda vista, parecía ser un lugar bastante común…
Solo cuando Desdemona dijo la última frase, Dante se puso de pie, dejando el estado lamentable que portaba a uno más agresivo, golpeando ambos puños sobre la mesa con fuerza. ―¡La familia Damasco no podrá ser la mejor en su estatus! ―Dante fulminó a la mujer con la mirada, mientras apretaba la quijada ―¡¿Está insinuando que sería capaz de hacerle algo a mi propio hermano?! ¡Jamás! Primero tendrían que tirar el negocio o quemarlo si así lo desean.
El detective se movió hacia un lado, listo para inspeccionar alguna alfombra, para percibir algún olor, pero de pronto, como si todo su alrededor se hubiese movido, hicieron que el arcano se tanteara peligrosamente hacia un lado, el cuerpo le pesaba, algunas gotas de sudor frío recorrieron su frente y en un intento de mantener su equilibrio, se agarró con fuerza de las alfombras, las cuales cedieron ante su tacto, y al final cayó de bruces contra el suelo.
―¿Qué, que le pasa? ―Masculló asustado el hombre mientras apuntaba al grifo con el dedo índice, escondiéndose tras su silla.
De pronto todo fue oscuridad, y un par de puntos casi azules en la mente del detective, comenzó a jadear mientras se ponía sobre sus codos, soltando una maldición, pero cada vez que levantaba la cabeza, ésta comenzaba a darle vueltas, el estómago se le revolvió, casi queriendo vomitar, pero lo evitó cerrando los ojos aún en el suelo, el hombre gruñó, mientras apretaba sus dedos contra su pecho, como si algo le estuviera quemando.
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Post by Desdemona Grimm on Dec 24, 2017 23:05:35 GMT
La mirada de Desdemona se conectó con la de Dante Damasco quien en ese momento parecía fiera enjaulada. Un sometimiento de sus emociones podía verse claro por la forma en que sus facciones tensas se imponían ante ella en una muestra de una clara explosión ante las provocaciones de la mujer. Sonrió satisfecha obteniendo tal cual era lo que tenía dispuesto con sus palabras y tonos punzantes, sin embargo, hubo otra circunstancia que no tenía predicha de ninguna manera. Su colega parecía haber sido embestido por una fuerza misteriosa; poseído por algo más allá de lo que sus ojos sencillos pudieran ver.
Intercambió miradas con Damasco quien ahora parecía un ratón asustadizo, oculto tras la figura frágil de su silla; como si aquello pudiera protegerlo de la amenaza que se estaba manifestando ante ellos. Por un momento Desdemona permaneció de pie en su sitio, observando la escena paralizada por la confusión. Sus ojos agrandándose capturando la novedad del suceso y la violencia con la que el cuerpo de Denard se sometía de su voluntad. Caminó al fin hacia él hasta que se colocó de cuclillas a su lado. Lo sostuvo de los hombros intentando clavarse con su mirada como si através de esas ventanas pudiera hallar la respuesta de lo que ocurría. -No sé- contestó al fin al aterrorizado hombre. No podía negarlo, ella también se hallaba asustada, confundida pero sobretodo impotente. Podía sentir una presión a su alrededor como la que había sentido poco antes de adentrarse al establecimiento.
Sus ojos se enrojecieron brillando entre las sombras y la ténue oscuridad del lugar. -Debo asumir que esta es la primera vez que sucede algo como esto-. Su voz dividida en tres tonos como si vinieran acompañada de espíritus más allá del umbral de la luz. Una sonrisa se encontraba dibujada en su rostro pero no reflejaba ningún tipo de paz; transmitía la agitación de su espíritu, la incertidumbre latente de una situación desconocida. Denard volvió a jadear lo que provocó que la mujer devolviera su atención hacia él. Las manos del hombre se aferraban a su pecho como si algo estuviera lastimándole en su interior. Tomó sus manos para alejarlas y descubrir de entre sus ropas su piel.
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Denard Fantôme
Los Grises
El pasado es solo una sombra que yo mismo puedo pisotear
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Post by Denard Fantôme on Dec 27, 2017 4:15:25 GMT
Denard sentía que una voz le susurraba cosas al oído que hace años ni siquiera volteaba a ver en su cabeza. Sintió quemaduras sobre cicatrices ya casi borradas por el tiempo y un sometimiento en el cuello que casi lo asfixió, el hombre le regresó la mirada a Desdemona, aquella estaba vacía, sin vida, como si alguien o algo le hubiese arrancado un pedazo de alma al cuerpo del detective. El grifo apretó los dientes, frunciendo el ceño mientras intentaba que los gritos debido al dolor no se atrevieran a brotar de su garganta mientras intentaba buscar en conjunto con la Baphomet el lugar de donde provenía dichas quemaduras.
Entre el movimiento de las manos de la mujer y el del cuerpo del arcano retorcerse, del bolsillo derecho del saco comenzó a brotar un objeto.
Denard comenzó a respirar de nuevo mientras de su mano salía un poco de humo al intentar quitarse las ropas de encima.
El botón de plata rebotó unas cuantas veces fuera del saco de Denard, dejando un rastro negro cada vez que tocaba el suelo, el botón brillaba de un color rojo puro, y cuando tocó el suelo por completo, aquel pequeño objeto volvió a su color normal.
―Magia negra… ―Susurró Dante asomándose desde la silla, con los ojos muy abiertos y los labios temblorosos.
Denard tosió un par de veces, mirando hacia el botón, el cual, poco a poco comenzaba a ser más claro, todo a su alrededor se calmó, y de pronto, el detective sintió una extraña paz, la cual se transformó en un cosquilleo incesante en el pecho.
―¿Qué dijo? ―Denard aún sentía los oídos punzando contra sí.
―Aquella que solo utilizan los que regresan de la muerte… ―Dante se acercó paso a paso hacia ambos hombres y se acercó al botón, talló un poco sus dedos antes de acortar distancias con el objeto, tomándolo entre sus dedos. Estaba frío. ―Maldito solo para aquellos que tienen una deuda que saldar… ―Acercó un poco el objeto de plata a su rostro, observando un detallado de un escudo con un lobo en medio y dos espadas atravesando su cuello. El hombre levantó la mirada asustado hacia Desdemona ―P-pertenece al clan de los cazadores, m-mi hermano se atrevió a pedirles prestado dinero hace muchos años ―Dante dejó el suelo con sumo cuidado en el suelo, mirando hacia ningún lado ―Pero… pensé que habían desaparecido hace mucho tiempo… ―Dante volteó hacia un lado, donde observó la carta de As de Picas en el suelo, lo tomó con cuidado y la miró detalladamente. ―No hay escapatoria.
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