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Post by Dorothy Blair on Dec 7, 2017 2:05:49 GMT
¡Tú, venir aquí! ¿Aww, a tonton no le gusta jugar con la comida~? ¡Pájaro, dejar de huir! ¡Mejor tú corre más rápido, grandulón! ¡TE MASTICARÉ MÁS FUERTE! ¡Alcánzame primerooo~!
Eran los gritos poco claros y hasta bajos que se podían escuchar a la distancia, los cuales eran acompañados de sonidos de ramas rompiéndose y golpes fuertísimos por aquí y por allá, los cuales hacían la tierra retumbar y causaban que la mujer que parecía encontrarse por ahí comenzara a reír. Acercándose al lugar de donde provenían los sonidos, la escena era de lo más peculiar: Una olla gigante al fuego llena de algún caldo que desprendía un apetitoso aroma, un pequeño campamento improvisado, verduras varias en un gran costal, una gran cuchilla recargada en una pared de piedras, un gran ogro corriendo torpe y lentamente de aquí para allá con un enorme martillo en mano mientras daba golpes a todos lados, y para finalizar una jovencita de coloridas plumas rojizas y anaranjadas en lugar de cabello, la cual se encontraba de cabeza debido a que estaba amarrada con una cadena del pie izquierdo, pero eso no le impedía balancearse rápidamente de un lado a otro a gran velocidad, alejándose y riendo cada vez que el orco intentaba sujetarla. - ¡Corre, pequeño ogro bebé, corre! - Gritaba la chica de forma casi divertida, la cual ya estaba toda rasguñada debido a los golpes que se había dado con las cortezas de los árboles al moverse bruscamente de un lado a otro. - ¡EMIR YA QUERER COMER! - Gritó fúrico el ogro, el cual no dejaba de dar golpes por aquí y por allá. La respuesta de la chica ante aquel grito no salió precisamente de su boca, pues lo único que pudo escucharse fueron dos tronidos al unisono viniendo de la pobre extremidad aprisionada. - ¡CREO QUE SE ME ACABA DE DISLOCAR LA PIERNA Y EL TOBILLO, JAJAJA! - Y aún así, la chica no dejo de moverse.
Que cosas más raras se veían en la selva.
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Hoko Sodza
Los Grises
Nuestro cuerpo es solo una frágil máscara de nuestra alma
Posts: 26
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Post by Hoko Sodza on Dec 7, 2017 2:39:50 GMT
El clima de Shangri Lax nunca fue de sus favoritos, demasiada humedad, lodo e insectos que solo buscaban alimentarse de ella, cuando se suponía que debía ser al revés, además de que odiaba tener que quitarse el chaleco cada vez que sentía que se le pegaba a la piel, no era un calor igual al del desierto, aquel era mucho más agradable, seco, y por lo menos si llegabas a morir sería calcinado, no ahogado en tu propio sudor. Pero, ahí estaban las frutas más deliciosas de todo Mirovia, y no se diga del musgo que salía de las rocas, el cual llegaba a darle un acabado demasiado bello a sus armas. Hoko se detuvo un momento en un montón de piedras, de las cual, los pedazos verdes de humedad eran sumamente notorios, la Rackshasa sacó un cuchillo kukri de casi el tamaño de su brazo y comenzó a desprender el moho de la piedra. La mujer se quedó un momento en silencio, cortando de pronto el murmullo de su propia voz en cánticos, y miró hacia abajo, frunciendo el ceño.
¿El piso se había movido? Se quedó totalmente quieta, sintiendo un segundo retumbo bajo sus pies. ¿Qué es eso? Hoko levantó la mirada, guardando el moho que había recolectado en un saquito de cuero y lo guardó entre sus alforjas. Caminó con lentitud, rodeando el montón de rocas, pasto y parte de árboles exóticos que adornaban la jungla, pronto el olor a un caldo recién puesto en el fuego inundó sus fosas nasales.
―Alguien está preparando la cena ―Dijo en voz alta mientras caminaba cada vez más rápido hacia ese lugar solo por mera curiosidad. De pronto, varios gritos la hicieron detenerse, se arrojó hacia los arbustos más cercanos y tan solo el cabello esponjado se asomó de las tonalidades verdes y grises.
―Un ogro ―Masculló la mujer observando como el arcano corría de un lado a otro, no le agradaban, incluso en cierta medida le asqueaban, pues no sabían comer, todo lo querían devorar de un solo bocado, sin dejar nada, y la forma en la que lo preparaban era demasiado grotesca, tanto que incluso llegaban a comerse a los arcanos de una manera demasiado violenta. Hoko siempre tuvo un sexto sentido culinario, la carne no era demasiado sabrosa, menos cruda, ella prefería lo de adentro, lo que en realidad importaba. ―¿Dónde está lo que estará cocinando? ―Murmuró la mujer hasta que observó a un pequeño montículo de lo que parecían ser hojas, hasta que cayó en la cuenta de que era una arcana. ―Ah, ahí estás. ―Hoko observó de manera divertida como la mujercita corría de un lado a otro y de vez en cuando se reía a pesar de la situación en la que se encontraba. Sería una pena que llegara a ser comida por un ser tan desagradable…
Hoko salió de los arbustos, observando como el ogro perseguía a la arcana, con aspecto divertido, tomó aire y dio un fuerte grito, haciendo que el ogro la volteara a ver por pocos segundos.
―¡Oye grandulón! ―La gran mujer se puso ambas manos sobre las caderas, hablando claro y fuerte, haciendo eco con su gruesa voz―¿Qué nunca te enseñaron modales? ¡Siempre hay que preguntar antes de sentarse a comer!
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Post by Dorothy Blair on Dec 7, 2017 21:16:02 GMT
La pequeña arcana comenzó a girar y a moverse descontrolada siendo guiada por su propio peso, lo cual hizo que pronto se llegara a descontrolar y no viera la dirección a la que se dirigía, al menos no hasta que por mala o buena suerte, terminó chocando de espaldas con el martillo del gigantón, el cual creyó que por fin la tenía donde quería y no dudó en dar un golpe fuertísimo contra la pared de piedra esperando así aplastar a la fénix, pero oh cruel destino al parecer ella había aprovechado aquel contacto para poder estabilizarse y hasta se le había escapado nuevamente. - ¡Gracias por la ayuda, Tontón! - - ¡MI NOMBRE NO SER TONTÓN! - Respondió de forma irritada el gran hombre, el cual intentó sacar su martillo de las piedras de un jalón pero al parecer se había quedado realmente atorado. - ¡HMMM! ¡NO NECESITAR MARTILLO PARA ATRAPAR CENA! - No había de otra, tendría que conformarse tan solo con sus manos para atrapar a la escurridiza muchacha si de verdad quería comer. Así pues, nuevamente la misma escena del gato y el ratón se vio presentada pero ahora sin el martillo, el cual había quedado abandonado el pobresito. Entre risas y corajes, una voz femeni... masculi... Una voz se hizo presente, haciendo que los dos arcanos que ahí se encontraban se callaran de una vez y se distrajeran enormemente por la sorpresa, no pudiendo evitar voltear hacia donde venía el sonido, topándose con la mujer de cabello esponjado y tez morena, la cual por su posición y su fuerte tono parecía ser muy segura de sí misma. - UH OH... - Sí, todo hubiera sido perfecto... De no ser porque a pesar de la distracción, la jovencita no podía dejar de moverse debido a que anteriormente se estaba balanceando, por lo que terminó yéndose para atrás y golpeando su cuerpito contra el del... Orco, ogro... Lo que fuera, y éste sin desaprovechar aquella gran oportunidad la agarró entre sus brazos, trozando la cadena que aprisionaba el pie de la chica con sus propias manos y por fin yendo a echar a la mujercita al caldo, tapando la olla después e incluso poniéndole una gran roca para que no pudiera escapar. - ¡JAJAJA! ¿NO QUE MUY RÁPIDO, POLLO? - Festejó el hombre, el cual después de aquello volteó a ver a la mujer que valientemente había salido de los arbustos. - EMIR NO PREGUNTAR, EMIR SÓLO PREPARAR CENA. ¡¡Y NO COMPARTIR CON NADIE!! - Bufó, mirándola de mala manera antes de tomar otra gran roca y lanzársela para ahuyentarla.
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Hoko Sodza
Los Grises
Nuestro cuerpo es solo una frágil máscara de nuestra alma
Posts: 26
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Post by Hoko Sodza on Dec 8, 2017 1:02:07 GMT
Bueno… eso…
No salió como esperaba.
Hoko observó la escena con un semblante algo confundido, ¿Por qué no había escapado? Siguió con la mirada todos los movimientos del orco y de la mujercita, manteniendo sus manos tranquilas. ¡Ah, que fácil había sido! Su sonrisa se borró cuando la arcana dio a parar a la olla, Hoko sabía que no tenía mucho tiempo antes de que el agua comenzara a hervir y el enorme arcano de verdad se hiciera un delicioso caldo de pollo.
La mujer frunció el ceño al ver la gran roca acercarse, su mano comenzó a deformarse hasta que las garras crecieron de un tamaño adecuado para la situación, se quedó completamente quieta, y cuando tuvo la roca a tan solo escasos centímetros de cercanía, movió su brazo con fuerza soltando un rugido. La roca se partió a la mitad, alejando cada pedazo lejos de ella. Hoko, con la mirada encendida, salvaje y de un color dorado brillante, sonrió de oreja a oreja, dejando mostrar sus colmillos.
―¡Ah! Tenemos a un fortachón por aquí, nada amable por lo que puedo ver, partir esa gran roca me ha abierto el apetito ¿A qué sabrá tu alma? ―La mujer pasó la lengua por los colmillos, y tomando su fiel martillo, Juok, la mujer corrió lo más rápido que pudo, tomó impulso de la madera con la que había encendido el fuego, y levantando el martillo, apretando todos sus nueve dedos alrededor de la empuñadura, golpeó con suma fuerza la piedra que había puesto encima de la tapadera, dirigiéndola justamente al rostro del arcano.
―Nada como pulir los músculos con una pequeña pelea antes de comer… ―Hoko se alejó del caldero, y aprovechando la distracción de la roca, levantó su martillo para asestar un segundo golpe, aquel que iba directo a su estómago.
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