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Post by Lysander Velfast on Dec 14, 2017 21:38:07 GMT
Desde su toma de poder, la atención de Lysander Velfast se había concentrado enteramente en que las relaciones entre Draconia y Ajani del Verano se reforzaran mediante pactos que ni ellos mismos vieron venir. Todo estaba siendo movido con pinzas, calculado fría y escrupulosamente por la cabeza del vástago que, ni siquiera por un día, vió descanso. Sin embargo, fué imposible que a sus oídos no llegase el rumor de discrepancias que sucedían en su propia morada, con sus propios sirvientes. Ya había castigado a las cabecillas en una ocasión, cosa que aún le retumbaba en el fondo de sus recuerdos. ¿Qué tanto podía confiar en ellos?… De una manera u otra, se había dado por enterado que el revuelo venía por parte de Sven Ulgriff, quien había llevado sus castigos a niveles que ni siquiera el mismísimo Lysander había permitido. No le sorprendía, sin embargo, se halló a si mismo preocupado por la situación. ¿ Acaso había llegado la hora…? Sin dejar pasar un momento más, mandó a llamar a Sven a su recámara principal. Aquella en la que pocos habían puesto un pié dentro. Un lugar aún más misterioso que las mazmorras del castillo. Se sentó en la mesa de té que tenía en el balcón empedrado con vista a Reapergate y a un poco más allá de sus afueras, cerca de uno de los hermosos ventanales que reflejaban la luz de la luna de tal modo que las velas no eran necesarias. -Creo que… es una noche perfecta para esto. - Se dijo a si mismo, esperando a que el hombre llegase a donde había sido llamado.
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Post by Sven Velfast on Dec 14, 2017 22:23:25 GMT
Cada día pasaba turbio y cada noche sumamente fría. Consigo, las horas revelaban nuevas sorpresas y situaciones que sacudían el presente del veterano. Muchas de estas circustancias, sin embargo, no eran necesariamente bienvenidas, pero conformaban parte de fatídicos dilemas en que un arcano tenía hacer lo que era debido, indiferentemente de lo que danzara en su moral o corazón. Ulgriff, uno de los mayordomos con más historia en el castillo, había acarreado los deseos de su lord, un poco ciego a los extremos de sus acciones, mas anteponiendo completamente la seguridad y lealtad absoluta hacia aquel a quien servía.
No fue inesperado cuando fue convocado a la presencia de Velfast. Eventualmente tenía que reportar y encarar aquello que había perpetrado entre los suyos hacia su benefactor. Lo que fue un tanto sorpresivo, fue el lugar preciso de la reunión- la habitación del mismísimo Lysander, lugar en que se recluía de la vista de todos, y que ni el más fiel de sus seguidores tenía acceso, nisiquiera para ordenar. Restaba decir que dicha zona era un misterio para Sven, aún a pesar del incidente de la luna roja, donde fueron unos cuantos los que llegaron a avistar dichos dominios.
La hora era justa y la luna dislumbraba entre unas cuantas nubes, plena y completa, bañando los recovecos del castillo por cada ventanal en que se filtraba. El fénix se alistó de forma apropiada, en ropas adecuadas a su labor, pero no menos sobrias y elegantes. Había una pizca de incertidumbre que retumbaba en su cabeza, muy a pesar de aceptar sin chistar cualquiera que fuese el destino que le deparara dicha reunión. Con pulcritud absoluta y de manera temprana, se encaminó a la torre más alta del castillo.
Al umbral de la puerta de la habitación del Lord, esperaba una criada, la cual con la cabeza gacha y un semblante submisivo, tocó dos veces la puerta, de forma suave, anunciando con extrema formalidad la llegada del arcano. Sven asintió hacia la mujer, la cual sin más propósito se retiró cabizbaja, perdiéndose en la oscuridad del pasillo. Antes de abrir la puerta que lo llevaría a la presencia de su jefe, el ave acomodó su cabello de manera que aquella marca reciente en su oreja que había sido provocada por la aprendiz del mismo no fuese visible.
Finalmente abrió la puerta, y con unos pequeños pasos se adentró, inmediatamente inclinando su torso en forma de reverencia y bajando la mirada ―Lord Velfast― anunció ―a su servicio―.
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Post by Lysander Velfast on Dec 14, 2017 23:30:47 GMT
Sus largos y fríos dedos que reposaban sobre su quijada se deslizaron hacia abajo cuando escuchó la voz de Sven. Con un suave giro de su cabeza, los ojos del vastago se posaron en lo de el hombre quien con premura y mucha educación, se había parado no muy lejos a el, reverenciándose con aquel porte tan distintivo. Lysander alzó una mano y señaló hacia la silla alfrente suyo, pidiéndole con ese sencillo gesto que tomara asiento.
Una vez hecho esto Lysander solo se le quedó mirando unos instantes, sosteniendo su sien con aquellos dedos tersos y blancos equiparables al mármol más fino. - Ha llegado a mi conocimiento que haz impuesto un cierto “orden” en el castillo Sven. ¿Podrías contarme un poco sobre esto? Estoy… muy intrigado. - Dijo con una voz suave, no parecía molesto del todo pero si bastante curioso.
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Post by Sven Velfast on Dec 15, 2017 0:13:13 GMT
De reojo pudo alcanzar a notar la invitación que, silenciosa y tan simple como lo era un gesto físico, le llevaban a tomar asiento a presencia de su amo. No deparó en acatar a aquello, por lo que irguió la espalda y caminó hasta alcanzar el borde de la silla, apartándola apenas para tomar asiento, evitando cualquier disturbio o torpeza que alterara el ambiente que se respiraba.
Hubo un breve silencio antes de que la voz profunda e inalterada del vástago partiera finalmente el silencio, cuestionando lo que el ave suponía debía haber sido mencionado desde hacía ya unas cuantas lunas atrás. Era costumbre del fénix el analizar hasta los más susceptibles detalles, con tal de recrear escenarios o asunciones que lo prepararan de antemano el responder o actuar en un escenario preciso. Era mentir el pretender no estar listo para justificar sus acciones, las cuales fueron ejecutadas aquella noche con suma intención, pero nunca quitando del renglón el bien de su Lord.
El mayordomo cuidó con recelo su lenguaje corporal, el cual era reservado, frío y casi inerte. Llevó su mirada a la del vampiro y respondió con adecuo ―Por supuesto, mi Lord― inició, siendo educado en su tono ―bajo la orden de extender el castigo ordenado por su persona, junto con la sirvienta Haru, elaboramos un castigo proporcional a la ofensa perpetrada con anterioridad― explicó pacientemente, sin retirar la vista de la ajena en un solo momento ―sin embargo, hubo un perturbador pensamiento que atracó mi mente, al momento de observar a cada una de las serpientes firmemente alineadas ante mis ojos― acotó conforme una de sus manos previamente sobre su regazo se hacía visible sobre la mesa, abierta, como si estuviese sosteniendo una esfera imaginaria en la misma ―¿Realmente existe un castigo en carne que compruebe de manera definitiva la lealtad?―
Sven permitió un silencio propagarse para invitar a un cuestionamiento interno, antes de continuar ―La carne es débil, las heridas cicatrizan, el dolor se desvanece con el tiempo. La única forma de obtener la pureza en las intenciones ajenas, es el explotar las vulnerabilidades pertinentes― al decir aquello, la palma abierta se cerró, formando un puño ―El joven Aishling, el elemento más puro de entre su élite, quién paralelamente sirve de apoyo moral para la mayoría, era justamente la pieza indicada para aflorar dichas vulnerabilidades.― la certeza con la que explicaba aquel macabro acto, la convicción y calma del mismo, revelaban que no existía un gramo de empatía hacia la estabilidad emocional ni física de los otros sirvientes.
―El orden que impuse, no fue más que un filtro para delatar la verdadera lealtad y compromiso de cada serpiente a con su persona, señor Velfast― sentenció con seguridad, demostrando su devoción íntima a su labor y su amo. ―Algunos se rindieron, otros exhibieron una dedicación impecable― comentó, colocando ahora sus manos sobre la mesa, enlazando los dedos en una pose paciente ―Yo sólo busco la excelencia absoluta para usted y sus planes, Lord Lysander―
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Post by Lysander Velfast on Dec 15, 2017 0:28:10 GMT
Con cada palabra que Sven soltaba a su amo, la sonrisa de Lysander iba creciendo cada vez más. Si, sus acciones habían sido exageradas, terribles. No le bastó con el dolor de la carne sino que también hirió sus corazones y ultrajó sus pensamientos, solo para así saber quién de verdad era leal. No le cabía la menor duda que… Sven era el indicado.
- Cualquier otro en mi lugar te mandaría a asesinar Sven. - Dijo el vástago aún mirándolo a los ojos. - Pero…Haz esclarecido las dudas que tenía sobre ti. - Lysander se puso de pié con elegancia y caminó lentamente hacia el hombre que aún yacía sentado frente a el. Alzó su mano y quitó el cabello que se anteponía sobre la frente de Sven. - ¿Recuerdas lo que te mencioné en las mazmorras? - Lo miró desde arriba, proyectando una sombra en donde solamente su cabello platinado delineaba su silueta ayudado por la luz de la Luna, y sus ojos fríos y azul pálido, brillaban entre aquella oscuridad creada por su propio cuerpo.
Lysander se inclinó un poco más, haciendo que su cabello cayese como una cortina sobre sus hombros. - Dime Sven… ¿Aceptarías mi obsequio? ¿Aceptarías… volver a nacer? -
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Post by Sven Velfast on Dec 15, 2017 1:38:15 GMT
Lo que mencionó la dragona en alguna ocasión retumbaba en su cabeza, dejando ecos remarcados en su inerte consciencia "Eres un monstruo, Sven Ulgriff". Sí, realmente lo era. No porque entendiese la frialdad o extremismo de sus sádicas acciones, si no por la falta de emoción al llevarlas a cabo. Se había convertido sin duda, en un monstruo del mismo calibre a aquel que fue protagonista de las tragedias de su pasado. Al escuchar aquella aclaración por parte de su Lord no le tomó con mucha sorpresa, puesto que era lo más ideal el suprimir alguien que se hubiese atrevido a mancillar propiedad que no le pertenece, fuese así bajo el concepto de lealtad.
No obstante, su curiosidad picó exponencialmente con la declaración del ajeno, aún más cuando este se retiró de su asiento y se postró frente suyo, opacándolo con la frialdad de la sombra que proyectaba. Si, recordaba con suma claridad aquella noche de las mazmorras, donde la espalda se le partía con cada azote del látigo. Pero especialmente, recordaba con precisión la ola de sentimientos que se habían desplegado ahí, en conjunto. Difícilmente podría olvidar una memoria que se había grabado en su cerebro, que lo había conllevado a actuar de aquella fuerte manera.
Admiró el perfil del vástago, danzando analíticamente en cada detalle de su apariencia. Al acercarse, sintió la necesidad de retroceder, como si no fuera digno de la oferta que le era ofrecida. Aún así, se mantuvo inamovible, fundiéndose en los ojos pálidos del vampiro. Volver a nacer. Es como si hubiese abierto lo profundo de su alma y diseccionado en sus más recónditos deseos, aquellos donde el deseo por morir o renacer le azotaban constantemente. Renacer... era un concepto distante mas no ajeno, puesto que su naturaleza racial le ofrecía la posibilidad de nacer de las cenizas, marcando un nuevo inicio desde el final de una vida anterior. ¿Acaso era eso lo que le ofrecía? ¿El sellar una vida fatídica e iniciar una nueva? La tentación inflaba sus instintos como nunca antes, invitándolo a beber de la copa que se le ofrecía.
―Lo acepto.― dijo firmemente, sin titubeos. ―Haga con esta carne su voluntad, puesto que mi lealtad yace en sus manos. Acepto esto que me ofrece, gustoso y complaciente.―
Al mencionar esas palabras, había pisado un terreno que daría un vuelco a su existencia.
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Post by Lysander Velfast on Dec 15, 2017 3:57:09 GMT
Las nubes cerraron el cielo por completo, obstruyendo el paso de la luz de la luna, quedándose ambos hombres en penumbra, con una muy leve iluminación proveniente de la ciudadela de Reapergate.
Silencio. Y el viento soplando con debilidad en ese alto y frío balcón.
Era como si la noche se prestara para el mismo renacimiento de quien ya no tenía nada que perder.
Las manos de Lysander tomaron el rostro de Sven, indicándole que se levantara poco a poco, y cuando al final se encontraron cara a cara, aún sosteniendo al fénix de sus mejillas, el vástago acortó la distancia entre ambos. Tan cerca estaban, que Sven bien podía respirar el mismo aliento que su amo y viceversa. - No somos tan diferentes Sven. Hay oscuridad dentro de ti, quieres olvidar tu pasado... Enterrarlo y deshacerte de todo aquello que alguna vez te hizo sentir tan miserable. Lo he visto a través de los años. Tu rostro quizá sea sereno e inquebrantable, pero tu mirada siempre ha estado rota. - Dijo con una voz baja, una voz que solamente Sven podía escuchar, el susurro de un monstruo que sonaba de lo más atrayente, pero de un monstruo al fin y al cabo.
Los labios de Lysander apenas y rozaron los de Sven, cuando este dió varios pasos hacia atrás y caminó hacia su habitación, con aquel caminar tan elegante pero apresurado, volteando a ver a Sven, incitándolo a seguirle.
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Post by Sven Velfast on Dec 15, 2017 4:47:27 GMT
¿Acaso había sido demasiado obvio? ¿Su profesionalismo había resbalado entre sus dedos y demostrado esa debilidad de un tormento antiguo que lo perseguía? No. Eso no había sido. Tal y como el vástago lo mencionó, no eran tan diferentes- había una partitura en la melodía que aquellos que había experimentado en carne conocían muy bien, y era fácil de determinar con un avistar en la mirada ajena. El mayordomo había sido ingenuo quizás, tras ocultarse en su absoluta labor, creyendo que el silencio era todo lo necesario para enterrar sus secretos. Las sensaciones que nacían a la cercanía y roces de la piel ajena, junto con el escudriñamiento de su alma.
Se dejó guiar completamente por las gesturas del ajeno, siguiendo fielmente las órdenes que las manos esbeltas del contrario comunicaban. Podía sentir como la calidez que brotaba naturalmente de su cuerpo era amenazada por el frío del ambiente, el cual se había vuelto más pesado y gélido que antes. Por una fracción de segundo persiguió la esencia del otro, deteniéndose en seco en el momento preciso que este caminó hacia atrás, apartándose de su presencia para finalmente adentrarse a su recámara.
La mirada pálida del vampiro invitaba sin la necesidad de mencionar palabra alguna, conllevando al ave a seguirlo sin un segundo pensar. ―Las máscaras apenas pueden alcanzar a cubrir tanto― murmuró de forma críptica, haciendo referencia al comentario anterior. Pocas veces se daba el lujo de inspeccionarse a sí mismo, mayormente por el asco que le provocaba el estudiarse a nivel personal, pero era evidente que su porte y su manierismo fueran una cubierta para, precisamente, ocultar su misera existencia. Pero hacía tanto de aquello, de casarse con esa actitud, que se fundió como una máscara indiscutible en su propia esencia.
Caminó paciente, pero con paso certero, siguiendo a su amo a la recámara y esperando la siguiente acotación. Le intrigaba que vendría después, la raíz de aquel regalo que pactaría una diferencia en su pequeño mundo. Aunque las asunciones estaban ahí, no se atrevía a dar por sentado lo que pudiesen ser.
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Post by Lysander Velfast on Dec 15, 2017 6:06:43 GMT
Una vez dentro de la habitación, Lysander no fué visible. Parecía ser que se había esfumado, pero su esencia seguía ahi, y su mirada pesaba sobre la nuca del fénix. - Después de hoy ya no habrá nada que cubrir. - Dijo aquella voz desde la penumbra de la habitación, apareciendo detrás de Sven hasta hacer que sus piernas toparan al borde de la gigantesca cama que poco o nada era usada jamás. -Deja salir aquello que mas te acongoje. Vuelca todo aquello que te reprime. Solo así... solo así tu renacimiento será pleno y sin ataduras. - Las manos de aquel vampiro se deslizaron hacia las muñecas de Sven, sosteniéndolo con firmeza. - Deshazte en mi, Sven. Que a partir de hoy no seré solamente tu amo. Seré tu padre, tu amante y tu maestro... - Los colmillos de Lysander comenzaron a crecer, saliéndose levemente de su boca, esperando la respuesta del hombre a quien por tanto tiempo había esperado para llevarse consigo.
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Post by Sven Velfast on Dec 15, 2017 19:16:20 GMT
La imposición, la esencia macabra de dicho vástago y la presión que ejercía sobre su voluntad eran equivalentes a un peso apenas soportable que aplastaba su espalda. Aquellas preguntas descaradamente desnudaban su alma, y añadían a la pila de gravedades que se acumulaban sobre sus hombros. Se sumió en todo aquello que había bloqueado previo a su llegada a la isla. La vida que pensó había enterrado y que jamás saldrían a flote, o siquiera causarían ningún tipo de repercusión en su presente. Delirio y cuestionó en dichas memorias, hasta que sus piernas tocaron aquel filo que lo retornaron momentáneamente al presente.
La cama se veía tentadora, como para desplomarse y caer en un fatídico abrazo de morfeo, sin la intención de retornar pronto. Al sentir las manos del vástago aprisonar sus muñecas, la presión ajena apretaba su mismo corazón, el cual revoloteaba agitado dentro de su pecho, sumergido en instintos de peligro y desespero. El ave inhaló profundamente, y sus labios temblorosos finalmente partieron -Creí, creí alguna vez, al umbral del dolor y la tragedia, en una mano ajena a la mía. Hay un odio y sed de venganza propios de quienes lo han perdido todo, que me llevarían a caer en un mundo más tenebroso del que ya creía conocer-
Cada palabra que escapaba sus labios adormecían pequeñas partes y esquinas de su raciocinio. Poco importaba aferrarse a un secreto absoluto, siendo este el pilar a destruir para marcar un nuevo comienzo -La comedia de los dioses, la debilidad del arcano- el teatro indiscutible donde mi ingenuidad fue servida, con la intención de que cada demonio festejara en mis entrañas, tal cual grotesco festín- las manos del fénix se tensaron, y su piel parecía elevarse en temperatura, debido al frío que comenzaba a corroerle de forma interna -El primer acto: La muerte, el vacío. El Segundo: La venganza, la confianza. El tercero: La felicidad, la victoria.- hubo una breve pausa, donde la piel del veterano se erizó -El cuarto: La traición, el infierno. Quinto: El asesinato, mi fin.- conforme condensaba cada fase de su pasado, la voz empezaba a desencajar sutilmente de su habitual tono -Sexto: El placebo, la soledad. Séptimo: El entierro, la máscara.? los músculos del pelinegro tiritiaban, como si estuviesen cediendo al peso emocional que lo trituraba -Octavo: La huida, la aceptación. Noveno acto: Mi elección, la servidumbre.- sus ojos se humedecieron, con mirada vacía y quebrantada, mirando a la nada en aquella inmensa oscuridad que se abría frente suyo.
-Con estas manos que entregé a su causa, a su persona, fueron las mismas que alguna vez sirvieron ciegamente para perpetrar horrores inmencionables. Las mismas que terminaron con la vida que juraron proteger, las que fallaron en rescatar. Las mismas que destruyen todo aquello que tocan, apartan lo que se acerca.-
-Y estoy cansado, tan cansado. Del peso, de los remordimientos, del dolor.-
Era una sensación ajena que había olvidado hacía tantas lunas como se sentía. El querer partir en llanto con lo que le permitiese el aliento. Pero las lágrimas no brotaban, muy a pesar de que su alma gritaba y su corazón se desbordaba. Como un delirio producto del vuelco de su cordura, vio la imagen inmaculada de su familia, de su esposa y de su amante formarse entre las sombras, vestidos en negro, como si aquello fuese la perspectiva de quién mirara fuera de su propio ataud.
-Ha terminado mi condena.- musitó para sus adentros, sellando la vida y ataduras que tenía con aquellos que no seguían en este mundo, dejando su aliento esacapar una última vez para finalizar la saga de tortura que arrastró por dos largos y eternos siglos. -Hasta nunca-
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Post by Lysander Velfast on Dec 15, 2017 21:07:50 GMT
Justo como lo sospechaba, Sven tenía toda una vida de tragedia escondida en su interior. No necesitó ahondar demasiado ni explicar los detalles de su tormento, pues Lysander comprendió de poco en poco a lo que el hombre se refería.
Llevó sus manos al cuello de su sirviente, y con una delicadeza envidiable comenzó a despojarlo de la ropa que le cubrían los hombros, el pecho y el torso en general. Podía sentir el calor acumulado en el rostro del hombre, aquellas lágrimas atrapadas, prohibidas de salir a cualquier costo. Por un momento sintió el eco de aquel dolor retumbando en lo más profundo de su ser. Aquella empatía de compartir el dolor ajeno y el entendimiento de los sucesos que llevan a un hombre a convertirse en un monstruo.
Lysander pegó su frente contra la de Sven, tomándolo una vez más de aquella definida quijada con ambas manos y acercó su rostro de nueva cuenta al de el. -Si, ha sido demasiado… Déjame ayudarte a sanar ese dolor… - Y sin más, la boca del vástago viajó hacia los labios del fénix, invitándolo a dejarse caer hacia atrás.
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Post by Sven Velfast on Dec 17, 2017 16:36:51 GMT
La forma precisa y delicada con que desvestía su torso, prenda por prenda, siendo de esos atuendos de la época que excedían en extras, le causó un pequeño escalofrío. No era miedo ni disgusto, mucho menos incomodidad- se trataba más de una sensación nueva y extraña sobre su piel, la cual respondía gustosa a cada roce de la fría piel del contrario.
Al ser despojado de aquello, junto a las palabras que resonaban con la validación de su tortura y tragedia, fue como si sus cargas se hubiesen aligerado contrastantemente, a un punto donde logró soltar sus hombros, aún con algún rastro de tensión, pero ahora a raíz de su actitud reservada. Su rostro, al ser atrapado entre aquello dedos perfilados, provocó que su quijada se apretara levemente. No obstante, al momento que sus labios se conectaron, hubo una contienda interna, donde las tradiciones y restricciones internas amarraban sus intenciones, traduciéndose en un apenas notable forcejeo, mientras que sus deseos ahora aflorados, la presencia de aquel a quien servía junto a la forma en que su esencia plagaba los sentidos, causaban que cada una de las ataduras que su naturaleza instalaba en su moral reventaban una tras otra, con cada tacto y cada beso.
―Tome estas piezas rotas y haga a su voluntad― murmuró en un susurro, conforme se dejaba vencer sobre aquella cama, ofreciéndose al contrario sin reserva alguna. La conceptualización de su servidumbre le daba la noción de que cada aspecto de su persona, físico, emocional y espiritual, le pertenecían al vástago, su amo. El no se veía más allá que un lacayo, al nivel de un canino de compañía, donde su valor se cuantificaba únicamente en su utilidad como un recurso fiable. Sin embargo, desde la noche del castigo estas nociones se difuminaron y agitaron sus percepciones. Esa noche en específico, expuesto de manera tan furtiva y siendo tratado de una forma tan... humana, lo hacían ahondar en un mar de sensaciones desconocidas.
Sobre aquella cama que pocas historias tenía que contar entre sus sábanas, llevó una mano a la nuca de Lysander, suavemente, sin la intención de anteponerse dominante, y jugó en dichos finos y fríos labios. En lo profundo de su mente hacían eco aquellas experiencias donde servía de platillo al vástago, donde su piel se erizaba y su carne gritaba por poseer la contraria, en medio del éxtasis y el placer.
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Post by Lysander Velfast on Dec 20, 2017 0:41:52 GMT
Las manos de Lysander viajaron hacia las de Sven, entrelazando sus dedos a mitad de aquel extraño pero no menos añorado beso. Lo único que lograba romper el silencio era el intercambio de respiraciones entre ambos cuerpos lo cuales eran espaciados y largos, apenas intentando recobrar el aliento, sin escatimar el tiempo invertido en el. El vástago pudo sentir como el calor de Sven le invadía el cuerpo, más no era suficiente para poder entibiarlo por completo. Así pues, recorrió aquellos helados labios por el rostro del contrario hasta su quijada y luego hacia aquel robusto y pálido cuello. Sin hacerle esperar demasiado, clavó sus largos colmillos en la piel del fénix, abriendo así las puertas de lo que prometía ser una noche inolvidable.
La sangre se disparó a borbotones hacia la garganta del monstruo, quien con habilidad ancestral no dejó derramar ni una sola gota de aquel preciado y vital líquido. Mientras más bebía, su cuerpo, como era bien sabido, se comenzaba a calentar como si se tratara de un ser vivo normal y no un cadáver ambulante. Aquel mismo efecto hasta parecía teñir el cabello del vampiro de colores más cálidos, reflejando una vista similar a como se hubiese visto cuando sin maldiciones, estaba vivo.
No extrajo demasiada sangre de Sven, solo la suficiente para hacerle recobrar esa calidez. Al terminar, el suave roce de su lengua fué aquello que cerró la herida del sirviente. Una caricia lasciva que acompañaba aquel mar de sensaciones en las que era fácil ahogarse.
El hombre de cabello platinado como la misma luna se alzó levemente de donde estaba, reafirmando su imposición sobre el contrario y con la misma delicadeza, se deshizo de su propia ropa superior, dejando su pecho descubierto, agradecido de sentir el frío del ambiente en su espalda. - No tengas miedo, Sven… - Susurró con una voz serena, al mismo tiempo en que nuevamente tomó las manos de quien sometía para guiarlas hacia sus costados, dándole el paso libre a que tocase su piel expuesta.
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Post by Sven Velfast on Dec 20, 2017 1:51:04 GMT
Primero, el frío. Los gélidos dedos acariciando los ápices de su piel provocaban que su piel se erizara, otorgando sensaciones agradables e únicas a su ser. Cada toque ocasionaba que el deseo del fénix por dar rienda suelta a sus emociones se intensificara, nutriendo un hambre y desespero interno en sus instintos más bajos.
Luego, la mordida. Iniciando punzante y electrizante, con colmillos enterrándose en sus venas. Era un sentimiento inexplicable que, sin importar cuantas veces antes lo hubiese experimentado, continuaba siendo algo delirante, extasiante, único. Era difícil comparar la experiencia con alguna otra vivencia o sensación, debido a la naturaleza de dicho acto y de quienes lo perpetraban. El cuerpo del ave se plagaba de un placer notorio que colmaba cada fibra de su cuerpo, haciéndose manifiesto inclusive en aquella zona aún cubierta por prendas en su cuerpo. El veterano se retorció apenas, dejando salir un suspiro ahogado que enfatizaría en el arrebato de aquella sensación que lo colmaba.
Al momento que el vástago se separó de su cuello, pudo verle en una luz distinta- más vivo y tenaz. Aunque no fuese una vista novedosa, siempre había un encanto destacable en la imagen tan contrastante que obtenía una vez que se alimentaba. Al exponer su torso ante el mayordomo e invitarle a investigarlo, poco podía ahora resistirse a aquello. Apretó con firmeza en los costados del vampiro, explorando la tez cuya frialdad había mermado gracias a su sangre. Las caricias se instalaban con deseo y una lujuria incremental, con dedos clavándose tenuemente en los músculos ajenos para arrastrar al vástago a su cercanía.
Está vez el torso de Sven se despegó de la cama, y se irguió con el propósito de interceptar el de Lysander contra el suyo. Lo recibió clavando su rostro en el cuello del contrario, conforme sus manos apretaban el cuerpo contra el suyo íntimamente, desvistiendo el hambre carnal intolerable que se propagaba en su ser. Las caricias eran toscas y desesperadas, conforme su aliento escapaba entrecortado sobre el trapecio del Lord. Su rostro subió al costado del otro, de manera que las mejillas se tocaban y los labios del fénix estaban en cercanía al oído del no-vivo. ―No me atrevería― murmuró la serpiente en un leve gimoteo. No estaba afirmando que tuviese miedo- al contrario, aquello era algo que su subconsciente había anhelado hacía ya tanto tiempo, pero que hasta ahora se hacía obvio para él mismo.
Las manos del ave descendieron hasta forzar el roce de las caderas ajenas contra las suyas, maldiciendo la barrera en tela que los separaba. Se dejó sentir sin tapujos, cada vez importándole poco su estatus o reserva característica que forzaba constantemente en presencia de su amo.
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Post by Lysander Velfast on Dec 20, 2017 2:55:14 GMT
Sven se había alzado con desespero, y justo como lo había presentido, la sed por beberse su cuerpo era salvaje e incontrolable. Por más que de sus labios saliesen aquellas palabras de no atreverse a realizar lo indebido, las expresiones corporales del sirviente pedían a gritos lo contrario. Aquellos besos sobre su cuello, con el rostro del contrario enterrado en su piel, le hicieron alzar el rostro y morderse el interior de los labios. Sus dedos se enredaron en el abundante cabello de Sven, apenas rozando su nuca.
Estaba jadeante, expectante. Rozándose con añoro sobre su amo quien, con una enternecida sonrisa y después de haber jugado con aquellos hilos azabache, llevaba las manos a la orilla de los pantalones de Sven, deshaciéndolos para liberarlo una prisión abstenida de impurezas y embriague carnal.
Con expertise y entre sus manos ahora cálidas, acarició a su sirviente cual un amante, atendiendo aquellas pulsaciones impertinentes que entre cada roce, se volvían más constantes. - De haberte sentido antes quizá hubiese adelantado mi regalo. - Dijo entredientes, intentando aligerar aquella tensión casi palpable en el aura de Sven. El vástago, aunque poco explorado también tenía su lado amable y sencillo. Eran ecos frescos de quien fué cuando era un humano, lejanos al ser tirano que toda Mirovia temía u odiaba. Esperó a Sven reir, siquiera gesticular una sonrisa, pero supuso que eso no sucedería tan fácilmente. Cayó en cuenta que había sido mucho más sencillo esperar 80 años para poder intimar con el fénix que hacerle exhibir un mínimo gesto de felicidad. Sin embargo, ante su fallido intento, Lysander no borró la sonrisa de su propio rostro, y mientras continuaba sus manualidades, besó el cuello de su sirviente un par de veces más. - No te contengas... -
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