Post by William Tolkien on Dec 18, 2017 1:43:57 GMT
Era hora de zarpar a aguas no exploradas, bueno más bien solo encontrar otro lugar para explorar y conocer mejor las tierras, además de información y venta de objetos en el barco, el Enchantress Maryam tenía que ser reconstruido dada la situación pasada con el arcano Beltaine que le había propiciado una golpiza que hacía años no experimentaba, ha envejecido y en aquella batalla había quedado más que claro.
Estaba sobre el barco más temido de los 7 mares, el único barco que amaba casi tanto como a su propia vida, Bloody Dragon era su nombre, la estructura de este era intimidante para cualquier arcano desconocedor de lo que era ese símbolo, los maderos de la cubierta habían sido bañados de sangre tantas veces que el color rojizo se había impregnado en los mismos, por más que los grumetes desearan limpiarlos era algo que ya se había unido al barco, salió de su escondite en las cuevas marinas más alejadas de los ojos arcanos, incluso de los marinos y el mismísimo guardián de Aqualia, las botas negras del pelirrojo resonaron en la cubierta pues la noche había caído ya que prefería estar en su camarote en el transcurso del día.
—Hm…Espero que ella no me de líos esta noche. —
Dijo para sí mismo mientras sentía la brisa marina bañar su rostro como si el mar le diera la bienvenida a un viejo amigo, paso tras paso se dirigía hacia un dormitorio cerca del suyo mismo, mantener cerca, lo más cerca posible al inquilino de aquella habitación era lo más importante para el capitán, que al estar frente a la puerta, saco un juego de llaves y abrió el cerrojo de la misma encarando a la mujer con una mirada tranquila pero en cierta forma fría, esos ojos resaltante de tres colores.
Encontrado con una mujer de alto porte, figura delicada, ojos cual Jade que eran tan hermosos, tan brillantes y que lo hacían sentir como si las vísceras se le revolvieran y sintiera el fogón arder en su interior con fervor, era una sensación desagradable que por algún motivo ella causaba en el pirata, sus pasos pesados y firmes llegaron hasta ella yaciendo con su brazo izquierdo tras su espalda y con el derecho acercarse casi rompiendo aquella distancia entre ambos mientras su mano acariciaba la clavícula tan delgada y recorriendo su cuello barbilla y finalmente sus labios.
Sentía un ardor terrible en sus dedos cada que tocaba aquella suave piel pero su rostro no se inmutaba, prefería no expresar gesto alguno hacia la dama pero…aun así se encontraba extraño.
—Nameless…. —