Q1-005 - La ninfa misteriosa (privado)

El río fluía con ritmo tranquilo ese día. La ninfa dormitaba sobre una roca exponiendo su piel a los rayos del sol. Sus cabellos se unían al agua al punto en que ella y el elemento se hacían uno solo como si el cauce del cuerpo acuático naciera de la punta de su larga cabellera. Desnuda ante la naturaleza, descansaba sin preocupaciones sin molestia alguna, eso hasta que una voz interrumpió sus sueños. Se incorporó precipitadamente sobre la roca con un gesto de enfado que demostraba lo molesta que se encontraba. ¿Quién osaba cantar semejante canción con tan terrible voz? Alzó el cuerpo ayudada del flujo del río, usándolo como un gran cobertor que la hacía ver imponente y majestuosa. -¡¿QUIÉN SE ATREVE A INTERRUMPIR MI SIESTA?!- exclamó creando un gigantesco rostro con el agua que se enredaba por todo su cuerpo.

La ninfa estaba sumamente enfurecida, no sólo la mujer se atrevía a andar por sus territorios sin preocupación alguna pero encima se puso a dar excusas. El agua aún seguía enredándose en su cuerpo, proporcionándole a la arcana un tamaño y presencia inigualables. Le miró de pies a cabeza aún sin bajar la guardia ni su intimidante manifestación acuática. Mostró desdén ante ella sin reparar en los gestos de su rostro. Se mantuvo callada simplemente esperando el momento apropiado para tomarla y ahogarla. -De haber sido un chico apuesto te habría perdonado- dijo con descaro mientras las aguas se elevaban más y más provocando que una sombra se impusiera ante la kelpie.

Por un instante la ninfa descendió desde las alturas aún envuelta entre el agua mas no a las dimensiones tan imponentes en las que se hallaba. La mujercita había captado su interés, haciéndole pensar que le daría algún obsequio, sin embargo, por mala suerte de Rosse, la pfrenda de paz de la kelpie de momento le sentómal a la ninfa. Cualquiera estaría agradecido con semejante propuesta pero para la insegura mujer eso había sido una manera sugerir que su cabello era feo y desarreglado. De nuevo volvió a elevarse entre corrientes de agua, sólo que esta vez, arrastró a la mujer consigo. -¿CÓMO TE ATREVES A DECIR QUE MI CABELLO ES HORRIBLE?- exclamó.

La ninfa se mantenía escéptica; los intentos de la mujer por componer lo dicho eran inútiles puesto que la rabia de la arcana iba haciéndose cada vez más y más grande. -¿Entonces dices que mi cabello no es perfecto tal y como es?- dijo entre dientes. El agua comenzaba a enredarse en el cuello de la kelpie como si dejara su estado líquido y fuese un sólido potente capaz de ejercer una fuerza tal que podría reventar los huesos de la pelirroja en seguida. -Vale más que escojas bien tus palabras o ese bonito cuello que tienes terminará más flácido que...- la mujer comenzó a dudar de sus palabras, de momento dejó el semblante lleno de ira en su rostro para notarse confundida, sin embargo la presión en el cuello de la kelpie era más y más intensa. -¡MÁS FLÁCIDO QUE EL ESTÓMAGO DE UN ONI OBESO!- exclamó notándose molesta de nueva cuenta.

Mientras Rosse era atrastada por la ninfa, escuchaba cada palabra que le respondía por su estado del cabello, algo que si estaba segura ella era que el poder que tenia ella con el control de las aguas, era mucho mas poderosa que el poder de Beltaine.

Lo lamento...no fue intencion sentirla tan mal...solo quería...quería hacerle un favor..quería ser su amiga...su cabello es tan perfecto como es..solo que usted...

El agua que formaba alrededor de su cuello, sentía que su fin se acarcaba cada vez mas cerca, la ninfa estaba decidida acabar con ella si al menos la kelpie lograra decir las repuestas correctas, algo que ella deseaba escuchar de ella.

Solo...digo...que...me...recuerdas..a...mi..madre..

Su cuello le dolía demasiado y con la falta de respiración aún mas, pero una suave y tierna y reconocida voz se escuchó a lo cerca de ellos..una presencia de un arcano estaba en esa escena, no podía mirar, pero sabia quien era.

Ra....llis!!!! A...mi...go..

El castaño miro como la Kelpie había sido soltada de esa posible muerte acuática; sonrió tranquilo y miro como la joven se mantenía confundida ¿asustada quizá? Nerviosa tal vez…pero se podía sentir como la pobre dama sentía incertidumbre o inclusive ¿penas?, el arconte le dio una cálida sonrisa y pensó en un lindo gesto hacia ella, para tomar su canasta y sacar dos pequeños obsequios, no sin antes ver a su amiga si estaba en buenas condiciones.

—Me alegra verle de nuevo Rosse, pero me temo que ha hecho molestarse a la señorita del rio…—

Este se acercó lentamente hasta una distancia prudente a la dama y con esa cálida sonrisa expreso.

—Disculpe por favor a mi compañera, no debió haber venido sin su autorización….le pido acepte estos presentes como muestra de una disculpa, además de un regalo de un nuevo amigo si así me lo permite señorita…—

Extendió sus manos mostrando un pequeño pero hermoso collar en forma de una pluma que yacía con ligeras piedras brillantes, la cadenita era larga por lo que podía usarse como pulsera o como collar, en la otra había una rosa blanca como la nieve en una pequeña maseta.

—Esta pequeña flor me acompaño en un viaje largo, la traje hasta estos bosques con la intención de plantarla en un lugar donde pudiera estar feliz, pero ahora que la conozco no habrá mejores manos que le den felicidad que las de una hermosa dama como usted, una flor hermosa para una chica hermosa…—

Este le dejo los presentes para ver a Rosse y ayudarla a levantarse, lo que ella había expresado antes de que la dama del rio le liberara pero más le dejo con duda cuando esta no le dio a conocer su nombre para sentarse en el césped cerca del rio y expresar.

—Sabe, cuando era joven me costaba recordar a veces mi nombre pues estaba en gran soledad ¿le molestaría si le llamo de otra forma? Quizá podría llamarla con el nombre de su flor favorita señorita…—

Miro a Rosse y esperaba que la dama de cabellos cereza se disculpara con la ninfa y expresar las razones del por qué había mencionado que ella le recordaba a su madre, pero la duda era más curiosidad, aunque prefería que solo ambas arcanas arreglaran sus problemas sin llegar a una batalla.

—Rosse, por favor discúlpate con la señorita…—

La mujer recibió con cierto recelo los obsequios, mirando con cierta desconfianza. Cerró los ojos intentando recordar pero era en vano... sólo aquél nombre que se le había dado hace no mucho, Lotte... pero no estaba segura desear revelarlo. Que fuese un secreto lo hacía bello, único. Un nombre pronunciado solamente por sus labios y no de nadie más. Suspiró. Alzó el rostro con una actitud un tanto altiva, como si las disculpas por parte de ambos no fueran dignas de ser escuchadas por ella, pero no dijo nada. Los cabellos le cubrían el rostro apenas dejando ver sus ojos que aún parecían salvajes y huraños. -Está bien, acepto las disculpas- musitó en un tono infantil mientras presionaba los obsequios contra su pecho, como si temiera de que le fueran a ser hurtados. -Dijiste que me parecía a tu madre...- tocó el tema nuevamente, aún reservándose a ellos mediante su lenguaje corporal.