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Post by Sieg Stahlzahn on Dec 30, 2017 4:30:26 GMT
Su ligero gesto parecía darle cierta calma a la contraria, podía notarlo en sus acciones, en sus leves pero notorio movimiento, incluso en el momento que ella simplemente se había dejado caer sobre su pelaje, él ni se inmuto, se mantuvo tan calmado como lo había estado hasta el momento, pues tal y como había pensado, iba a dejar que la ajena se calmara para siquiera pensar en moverse de esa posición.- No fue muy difícil darme cuenta de aquello...- Respondió a su comentario mientras su cabeza bajaba suavemente para observarla mejor, tratar de ver mejor sus rasgos faciales, incluso con esa seriedad que ella mostraba, podía notar a alguien con muchos sentimientos encerrados, aprisionados en un corazón adolorido, algo que de alguna forma le causaba cierta tristeza, pues él era igual, a pesar de mostrarse amable, comprensivo... Había una gran cantidad de emociones que ya no era capaz de mostrar, que parecían ya no existir en el licántropo, como si algo se hubiera encargado de matar de raíz esas expresiones, esos sentimientos... Destruirlos como si se aplastara alguna flor o insecto. Podía sentir como ella se apegaba a él, podía sentir su palpitar, calmado al igual que el suyo, era extraño estar en esa situación con alguien desconocido, pero sentía que al menos le estaba dando algo de paz a la ajena, y eso era suficiente para él.
La contraria no tardo mucho en dejarse caer hacia un lado, mientras el licántropo la observaba de manera tranquila, amable incluso, mientras escuchaba sus palabras llenas de verdad, las cuales el lobo albino ni siquiera se molesto en cuestionar.- Tiene usted toda la razón, no es el momento... Al menos, me alegra el ver que ha podido calmarse un poco.- Dijo agachando la cabeza como si de una pequeña reverencia se tratara, ladeando la cabeza un poco para ver la oscura katana de la contraria. Se levanto lentamente del suelo, posándose sobre sus cuatro patas, desviando nuevamente su mirada a la mujer quien había dejado escapar su voz en un pequeño acto que le estaba brindando, confianza, algo como lo que él le estaba ofreciendo. No tardo mucho en volver a tomar la forma de aquel pelinegro con la marca en su rostro, el cual se volteo a verla con una suave sonrisa mientras cerraba los ojos.- Así que el mismo ofrecimiento...- Murmuro girándose y caminando en dirección a la katana de la contraria, agachándose para tomarla de manera delicada de la empuñadura, mirando el filo con cierto detenimiento antes de reincorporarse, volteándose nuevamente, caminando de manera lenta en dirección a ella pero con la mirada baja.- La maldición de la licantropía... Algo que uno puede escoger... O puede llegar como algo tan repentino... Algo tan aborrecible.- Comento con cierta seriedad, pero en ese tono calmado característico.
''Los perdiste por tu idiotez...''
- No decidí ser lo que soy, me llevo a perder algo importante... Algo que alguna vez ame, pero he aprendido a aceptarlo, a llevarlo como una lección.- Agrego, extendiendo la katana a la contraria y devolviéndosela.- Y ahora es mi fortaleza.- Concluyo sonriendo amablemente, y volteándose a recoger tanto su Saya como su katana, esta ultima aun con los rastros de sangre de la contraria en el filo. Una vez que el arma estuvo en su envoltura, se giro para verla con curiosidad.- Dijo que debía cortar bambú, ¿Me permite ayudarle? No se preocupe por algo como gastar mi tiempo, no tengo algo que hacer realmente.- Ofreció mientras dejaba su saya en su espalda, en espera de la decisión ajena. No esperaba molestarla con ese ofrecimiento, solo quería hacerle más fácil el trabajo, pues realmente no tenia mucho que hacer más que meditar, y prefería serle de ayuda a alguien que solo sentarse a esperar que el día siguiente llegara, prefería útil por decirlo de otra manera
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Alek Layne
La Resistencia
“Mi voz es un silencio sin adornos.”
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Post by Alek Layne on Dec 31, 2017 22:49:32 GMT
- Lamento haber arruinado la práctica. - Las palabras salieron por si solas, algo cortantes mientras que se reincorporaba sin muchas ganas, quedándose sentada por un momento. Aquella explicación que dio el ajeno le hizo comprender ciertas cosas, cosas que ella misma había llegado a pensar también. Aunque bien sabía que era cierto, no podía evitar sentirse algo ofendida; pero no podía negar algo tan cierto como los instintos salvajes de una bestia hambrienta y cegada, ella misma odiaba ese lado de los de su raza, pero... Había cosas que simplemente se tenían que aprender a controlar, incluso sabiendo ello se sentía más culpable, comprendería el odio hacia ella y los de su raza con total normalidad por parte contraria; pues aquellas palabras se hacian escuchar con sumo dolor y arrepentimiento.
No dijo nada, no podría decir algo tan simple para algo tan serio dado que no estaba en posición para opinar al respecto. No ignoró su voz pero de cierto modo lo intentó, comprendía la situación, pero prefería mantener un poco de distancia para no incomodarlo, si algo sabía bien, era que hablar de algo tan doloroso siempre era complicado, mucho más tratándose de dos completos extraños. Quería ayudarle, pero tenia miedo de no saber como manejar tantas emociones ella sola, emociones que desconocía y había olvidado por el paso de los años.
Su cabeza punzaba, era señal clara de que debia descansar, incluso hasta cierto punto dejó de escuchar la voz ajena, pues verlo frente a ella mientras le devolvía la katana le tomó por sorpresa, ni siquiera lo había visto por estar atenta a sus heridas y sus propios pensamientos. ¿En qué momento había regresado el otro a su forma sellada?
Poco importó, Tian dudó por un momento, ¿Debía tomar el arma? De una u otra forma lo hizo, siendo ella quien viese ahora el filo de su propia espada sin moverse del suelo. Seguía sentada, acercando su katana con ambas manos, su semblante estaba serio y su mirada perdida; sólo veía su propio reflejo en el arma, mirando nuevamente aquel pequeño hueco en su rostro. Una pequeña risa escapó junto con un suspiro, y sin más, se reincorporó por completo, colocándose de pie sin mucha dificultad. - ...Fortaleza. - Murmuró para sí, caminando hacia donde se encontraba su Saya. Una vez cerca, se inclinó con calma y la tomó mientras que portaba su espada por un costado con el filo hacia abajo. La voz del otro no se hizo esperar para sonar nuevamente; otro ofrecimiento que le hizo dudar, más sin embargo, cuando estaba a punto de declinar su oferta le fueron dadas las mismas razones que ella usaría como excusa. Ella no volteó para verlo, sólo asomó parte de su rostro por un lado, viéndole de reojo con total normalidad.
- ¿Por qué querría ayudar a un extraño con algo como eso? - Cuestionó con naturalidad, avanzando sin duda hacia sus propias pertenencias para buscar más vendajes. Aquel porta arco de piel reposaba en las rocas aún, ella únicamente llegó y colocó a un lado el Saya, y acto seguido, rebuscó entre las flechas y sacó más vendajes. - No me malinterprete, sólo me parece algo extraño...- Musitó apacible, colocándose las vendas con total normalidad sin perder el tiempo, sin ver al licántropo nuevamente. Una vez terminó con aquello, elevó su rostro por un instante, apretando las vendas. - No podré pagarle por su ayuda, aunque quizá a quien le llevó el bambú pueda hacerlo. - Añadió sin prisa, cerrando y abriendo sus palmas varias veces para comprobar si estaba bien. Una vez lista, caminó con su espada hacia donde estaban los enormes tallos de bambú, casi tan cerca de sus pertenencias y de donde habían combatido hace recién.
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Post by Sieg Stahlzahn on Jan 1, 2018 23:22:40 GMT
Considerar maldición la licantropía era algo que muchos hacían, pues era el perder el control de si mismo, volverse una bestia en busca de alimento, incluso podría significar perderse uno mismo y volver a nacer como algo aborrecible, pero en ese momento, para Sieg ya significaba otra cosa, era un poder que, bajo control, podía ser una gran fortaleza, una ventaja poco considerada para muchas situaciones. Ante lo dicho por la contraria respecto a aquella practica improvisada, una suave sonrisa se dejo ver en el rostro de pelinegro, quien negó suavemente con la cabeza a la par que intercambiaba miradas por unos breves segundos con ella.- No se disculpe por eso, solo fue algo clandestino, y fue una buena practica, sin duda, fue honor haber combatido con alguien con buena habilidad.- Halago pero manteniendo el tono calmado que siempre llevaba, sin quitar la amabilidad de sus palabras, realmente había sido así, años ya desde la ultima vez que se había enfrentado a alguien que le hiciera usar su técnica de Horris Lupus para luchar.
En el fondo se preguntaba que clase de perdida habría tenido la persona que se encontraba a tan poca distancia de él, que la habría vuelto de esa manera, tan... Parecida a su persona, a su forma de ser, ¿Familia? ¿Ser cercano? ... ¿Alguna guerra? Habían tantas posibilidades que comenzar a sacar conclusiones en ese momento no lo iban a llevar a nada realmente eficiente, por lo que solo iba a dejar de pensarlo, al menos de momento. A pesar de todo, le hubiera gustado poder ayudarla, tratar de aliviar un poco lo que quizá era un alma fragmentada con el dolor del pasar del tiempo, con la crueldad del mismo destino, ¿Pero que tanto podía hacer alguien fragmentado con la misma crueldad? El destino se había encargado de alguna forma de generar ese mismo pensamiento en él, aunque quizá con varias diferencias notorias.
Vio a la contraria dudar de tomar el arma, aunque lo hizo de todas maneras, quedándose dudando, a la par que el tomaba sus cosas. Esperaba que su ofrecimiento no fuera incomodo para ella, aunque claro, como no serlo viniendo de un total desconocido, a pesar de que esa misma lógica se podía aplicar al combate y posteriormente a la propuesta de ambos de dejar que el otro se sincerara. Una pregunta fue formulada, una que el licántropo escucho de manera atenta, respondiendo primeramente con una sonrisa amable, y luego con sus palabras.- ¿Por qué no? No tengo una razón realmente para hacerlo, quizá solo facilitarle un poco su trabajo, y así darle un uso útil al tiempo que tengo libre.- Respondió observando como esta se vendaba nuevamente, viendo por alguna razón los detalles de como esta lo hacia, quizá con algo de nostalgia de cuando él lo hacia en sus tiempos de guerra, horas vendando heridas, tanto propias como de compañeros, algunas que funcionaban, otras que solo servían para gastar el material.- No es necesario que me de una paga por una ayuda que yo mismo estoy ofreciendo, así que, ni usted, ni esa persona, vayan a preocuparse por eso.- Dijo en un tono calmado, pues era verdad, no iba a comprar por algo como eso.
No tardo en acomodar sus cosas en su espalda, aunque esta vez volvió a sacar la katana del Saya, moviéndola y un poco y caminando hasta donde los tallos de bambú se extendían desde el suelo. Observo uno de estos con detenimiento, acercando suavemente su katana a tantear la superficie de este, y pensando un momento en como debía proceder a cortarlos. No tardo en echar su katana hacia atrás, tomando una suave bocanada de aire, y luego dejando escapar este, para dar un veloz corte al tallo de bambú, dejándolo caer hacia atrás, pero alcanzando a sostenerlo con la mano, listo para cortarlo a la medida que la contraria considerara conveniente.- ¿Alguna medida en especifico?.- Pregunto sin más, sin dejar de lado esa amabilidad notoria en sus palabras, con ese semblante calmado. Se había percatado de algo en todo eso, por lo que no dudo en voltearse a la contraria, sin soltar el tallo de bambú.- A todo esto, creo que no me he presentado, mi nombre es Sieg Stahlzahn, es un gusto.- Se presento con una suave reverencia, más que nada agachar un poco la cabeza y luego levantarla. Si, ella no le había pedido su nombre, pero creía que no hacia daño en absoluto presentarse, y menos con alguien con quien acababa de combatir.
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Alek Layne
La Resistencia
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Post by Alek Layne on Jan 8, 2018 7:35:11 GMT
Se mantenía callada ante aquella explicación casi fundamentada, le resultaba algo extraño que aquel hombre intentase ayudarle pese a que ella era una desconocida, más aún tomando en cuenta los acontecimientos recientes. Se avergonzaba de ello, pero su semblante permanecía calmado y frío, viendo con total cuidado como el ajeno actuaba pese a que ella aún no respondía. No se quejó pero sólo pudo acercarse a donde los tallos, quedando a lado del ajeno.
-Nunca accedí a su ayuda. - Murmuró tranquila, tomando con ambas manos su espada, para así, tomar impulso y cortar con bastante fuerza y velocidad 5 tallos de bambú al mismo tiempo. Los dejó caer por un lado, mientras miraba de reojo al hombre. - ...Dos metros. - Añadió sin muchas ganas a aquella duda, permitiéndole que siguiera cortando si realmente quería, no podría obligarle de todos modos a que dejase de hacerlo. Una vez dicho aquello tomó nuevamente su arma y a punto de llevar sus brazos hacia atrás para impulsar el corte, la voz del hombre le hizo detenerse lentamente por unos momentos.
" Sieg Stahlzahn"
Pensó su nombre mientras lo veía de reojo, y sin esperar, cortó nuevamente otros cuantos tallos. Dejó caer el bambú encima de los otros, el ruido hizo un tanto incómodo el momento. No, ella no había pedido su nombre, no lo necesitaba... eso quería pensar, aunque muy en el fondo estaba bien con saberlo. - Tian. - Murmuró su nombre mientras permanecía con la cabeza un tanto baja, sujetando sin tanta fuerza la empuñadura de su espada. Lo había dicho por cortesía, quizá. Después de todo, aquel licántropo había demostrado bastante amabilidad. - Tian Layne. - Acompletó su nombre e hizo una muy leve reverencia por respeto, tomando de nueva cuenta su arma ya con fuerza para seguir cortando.
Pasaron los minutos conforme ambos cortaban, el silencio entre ellos era aún más inquietante para ella que el fuerte ruido de la cascada. No se sentía nerviosa, pero había algo en el sujeto que le hacía sentir rara, incómoda y cómoda al mismo tiempo. Un suspiro escapó de sus labios mientras bajaba su arma y colocaba la punta de la misma contra la tierra, observando ya la gran cantidad de tallos en el suelo y los que estaban recién cortados frente a ellos. Por innercia se estiró un poco y luego limpió con su antebrazo unas cuántas gotas de sudor que tenía en la frente. Estaba hecho.
La licántropo estaba dispuesta a agradecerle por seguir ahí, por haberle hecho compañía pese a lo ocurrido, por fingir que nada había pasado; pero una vez que desvió su mirar al ajeno, se sorprendió nuevamente. Aquel gesto de cierto esfuerzo por cortar el bambú en el rostro del arcano le trajo recuerdos de su hermano, provocando que viese su imagen justo por un lado del mayor; era como si ambos estuviesen ahí para ella. No se sentía sola pese a que era consciente de que sólo eran ideas suyas, pese a que sabía que aún eran extraños, pese a a su hermano estaba muerto. La mujer reaccionó, más sin embargo se atrevió a actuar; acercando lentamente su mano al rostro ajeno. Su mirada estaba más tranquila que antes, le miraba en silencio mientras acercaba sutil su diestra, palpando gentilmente la mejilla del mayor en cuestión de segundos, sin muchas dudas al respecto. Su única intención era comprobar que era lo que le causaba tanta confusión. No se inmutaba ante aquello pese a que sabía que había invadido su espacio personal, suavemente acarició con su mano aquel rostro abatido por el pasado, palpando con su pulgar con suma delicadeza. A los pocos segundos su mano avanzó aun más, llevando unos mechones detrás de la oreja del licántropo, descubriendo un poco más aquel rostro para verle con más claridad, pero alejando su mano con algo entre ella después de unos pocos momentos; un pequeño trozo de bambú que se encontraba entre aquellos cabellos oscuros. Tian alejó su mano con suma naturalidad y cuidado, agachando un poco la cabeza mientras veía su propia palma con aquel trozo de bambú en ella, agradecida por lo conveniente que resultaba. Una excusa bastante tonta para justificar aquello. Lo miró calmada y al instante elevó el rostro para ver al ajeno, intentando comprender, pero sin mucho éxito.
- Gracias. - Musitó gentil mientras dejaba escapar una sonrisa cálida para el otro, inconsciente de haber sonreído pese a todo. Luego de haber hecho ello, se giró con calma y con total normalidad, inclinandose para comenzar a tomar los tallos con cuidado. Era buen momento para llevarlos al taller, y ella permanecía calmada tras haber hecho todo eso sin razón aparente, más con el simple hecho de que no era consciente de que había sonreído después después varios años.
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Post by Sieg Stahlzahn on Jan 9, 2018 1:09:20 GMT
Había bastante verdad en las palabras de la peligris, ella no había aceptado su ayuda en ningún momento, pero también se notaba que no había molestia por esa situación, cosa que de alguna forma lo aliviaba bastante. Dejo ver una suave sonrisa al escuchar la medida que quería en los tallos de bambú, por lo que no tardo en cortar el que tenia en su mano para dejar los trozos de dos metros, llevando su arma a cortar varios tallos más, repitiendo el proceso con el debido cuidado de no hacer ningún corte innecesario en la superficie del material, clavando su mirada en ellos cada vez que movía su mano con su arma. Escucho atento el nombre de la mujer, causando que se detuviera de cortar los tallos para mirarla un tanto curioso ''Tian Layne...'' Repitió en su cabeza, no sin antes notar que le había devuelto aquella reverencia, lo cual le demostraba lo respetuosa que podía ser la contraria.- Es un gusto, Tian.- Dijo para voltearse de manera lenta, llevando su espada hacia atrás, y continuando con los cortes a los tallos de bambú. Su mano junto con su arma se movían veloces, apenas terminando un movimiento cuando otro ya era efectuado; Los trozos de bambú de casi exactamente dos metros caían al suelo, muy cerca unos de los otros. Se encontraba un tanto concentrado en ello, estar en esa situación le recordaba un poco a su pasado como leñador, cuando usaba su hacha para talar los arboles, vender la leña, no sin antes llevar un poco a su hogar para pasar el frio que aveces hacia en las tierras alemanas en algunas épocas del año. Dejo escapar un suspiro apenas audible, quitándose un poco esos recuerdos de la mente para notar la cantidad de tallos que ya habían en el suelo, ¿Cuantos necesitaría la contraria? Suponía que con los que ya había eran suficientes. Apenas y se sentía cansado por lo hecho, ya era rutina siempre estar moviéndose, ya sea atacando o simplemente corriendo, por lo que podía soportar mucho de hacer esfuerzo sin derramar una gota de sudor. Bajo su katana, y se iba a disponer a dejarla en el Saya que reposaba en su espalda, pero esto fue interrumpido por el gesto ajeno, el simple hecho de notar como su mano se acercaba a su rostro. El licántropo se quedo quieto, curioso pero a la vez con una mirada calmada en sus ojos, observando también la tranquilidad por parte de la peligris. Sintió finalmente la piel de la diestra ajena con la de su mejilla encontrarse entre si, ¿Por qué esa sensación era tan familiar? El sentir la gentil caricia, el calor de se contacto... Entonces, cual ilusión en el desierto, pudo ver por algunos momentos, justo frente a él, a su fallecida esposa Anastasia, ser quien acariciaba su mejilla, pudiendo escuchar su voz aunque fuera solo en su mente... ''Ich liebe dich, mein Schatz...''
De alguna u otra forma, se sentía totalmente sumido en el recuerdo del pasado tan solo por un gesto de razón desconocida aun por el licántropo, y aunque su rostro se mantenía calmado y curioso ante ese hecho, por su mente pasaban tantos pensamientos que describirlos todos era considerablemente difícil. Volvió en si en el momento que pudo ver el trozo de bambú ser retirado por parte de la contraria, mirando este y luego posando su suave mirar en el ojo ámbar de la contraria, ¿Por qué se había sentido con una sensación tan familiar? No lograba entender del todo que había sucedido, pero no iba a replicarle nada a la mujer. Finalmente llevo su katana a su Saya, en lo que podía notar a la ajena observar el bambú que había retirado de su cabello, pero lo siguiente había sido un tanto inesperado, no extraño, pero si curioso. El ver la sonrisa cálida por parte de Tian le había causado inconscientemente devolver aquella sonrisa, de la misma manera, amable, cálida, algo que pocas veces podía expresar con cierta verdad y no por mera cortesía.- No hay de qué.- Respondió. No lo menciono, solo dejo que el momento perdurara hasta que ella comenzó a tomar los tallos para llevarlos a donde suponía que debía dejarlos. No se hizo esperar mucho, acercándose un poco más, pero manteniendo una distancia prudente con ella.- La cantidad de tallos es bastante, no es por subestimar su capacidad, pero me ofrezco a ayudarla a llevarlos a su destino.- Ofreció con sumo respeto, pero con una notoria amabilidad en sus palabras, realmente no tenia problemas en acompañarla a donde fuera que debía dejar esos tallos. Llevo su mano a tomar su mochila que reposaba debajo del manto gris que cubría su cuerpo, abriéndola y sacando algunas cuerdas que solía llevar.- Podemos usar esto para evitar que sean incómodos de llevar, y más fácil de transportar, claramente.- Agregó mientras su mirada se mantenía posada en su ojo ámbar, no se lo explicaba totalmente pero, había algo en esa mirada que le parecía curioso, quizá familiar, consigo mismo, esa calma latente, frialdad incluso, pero también determinación. No tardo en reunir una gran cantidad de esos tallos de bambú cortados a la misma medida, comenzando a usar la cuerda para amarrarlos, primero desde un lado, luego del otro, atándolos por los dos extremos para que se mantuvieran firmes y ninguno llegara a caerse. Ofreció algo de cuerda a la peligris para que ella también pudiera atar la cantidad de bambú que aun quedaba sin amontonar. Vio todos estos ya listos para ser transportados, una cantidad muy elevada pero que seguramente serian muy útiles para lo que sea que Tian quisiera hacer con ellos, quizá venderlos o usarlos, cualquiera fuera el caso, ese encuentro le había dado algo que hacer con su tiempo libre, y había conocido a alguien realmente interesante a su parecer.- Creo que esta todo listo.- Comento acomodando su mochila y su katana en su espalda, y no solo eso, si no que también varios de los tallos de bambú atados, de manera que al transformarse en Horris lupus, estos se mantuvieran en su lomo.
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Alek Layne
La Resistencia
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Post by Alek Layne on Jan 11, 2018 7:21:21 GMT
La licántropo se mantenía atenta, con una sensación molesta en el cuerpo, no era cansancio ni mucho menos dolor; era algo que iba más lejos de su comprensión, algo que no entendía en lo absoluto. Un suspiro escapó de entre sus labios mientras se percataba de como el otro se acercaba, nuevamente mostrando amabilidad, demasiada incluso. Tian se reincorporó con calma mientras sujetaba un tallo en sus manos, mirando de reojo como el otro actuaba sin siquiera ella haber accedido nuevamente. No le resultaba desagradable, apreciaba el hecho de tener ayuda con ello, pero se sentía incómoda; pues ese tipo de trabajos siempre los realizaba por sí sola, más que nada porque le servía para ganar resistencia y porque estaba acostumbrada a estar sola. Pero esta vez, solamente se limitó a asentir con calma. ¿Por qué había permitido que el otro siguiese? ¿Qué cambiaría? Nada, nada cambiaba realmente, pero aún incluso con sus dudas prestaba atención a lo que el mayor tenía por decirle mientras sólo le observaba con detenimiento como sacaba aquellas cuerdas. Parecía tener un plan.
Su ojo observó y analizó los nudos que el licántropo hacía, para copiarlos una vez que este le ofreció una cuerda para los demás tallos que faltaban. La tomó sin dudar y en cuanto estuvo lista, hizo lo mismo que Sieg; atar los tallos restantes por ambos lados y dejar un poco de cuerda para colgarlo en su espalda. Seguía haciendo nudos con la cuerda, no fue hasta que la voz masculina le hizo saber que estaba listo, provocando que Tian hiciera el último nudo con más fuerza y velocidad. - Puede adelantarse si quiere, enseguida le alcanzo.- Le dijo al otro, mientras dejaba los tallos en el suelo y se dirigía con calma a por sus cosas; guardando la katana junto con su arco y flechas en aquel morral que llevaba consigo, ligeramente aturdida por sus propios pensamientos y, quizá, su apetito.
"¿Siempre será así? "
De cierto modo, la mujer se hizo tal cuestionamiento respecto al hombre que acababa de conocer. Sabía lo suficiente como para conocer la amabilidad que alguien podía ofrecer, pero desconocía tanto respecto a cuán superable era ese límite y las razones de una actitud así. Era extraño, pero agradable. Igualmente nada cambiaba, quizá aquel sujeto era así con todos, esa era su personalidad... ¿Pero como era posible? Pues en aquellos ojos bicolor había tanto dolor guardado. ¿Qué la hacia diferente a otros arcanos como para recibir tales gestos amables? No había diferencia, pero la mujer se lo replanteaba con bastantes dudas, intentando librarse de cualquier pensamiento innecesario. No había significado detrás de todo ello, y quería estar convencida de eso; sólo era un hábito por parte contraria. Los segundos seguían pasando, y ella, soltando un leve quejido colgó su porta arco en su hombro, de forma cruzada; mientras miraba a la distancia al lobo color blanco con los tallos de bambú y sus demás objetos. Al instante no pudo evitar soltar una leve risa al pensar lo parecidos y diferentes que resultaban ser, tan irónica era la vida que decidia juntar a un par de lobos tan raros.
Una vez que tuvo listas sus cosas avanzó a donde los tallos, y en cuestión de segundos, se transformó en silencio a su forma Horris Lupus. No hizo ningún ruido, solamente llevó su hocico al suelo, buscando acomodar la cuerda por alrededor de su cuello. Se colocó la cuerda y reacomodó los tallos encima de su lomo, al igual que sus demás pertenencias por un costado, y sin más, comenzó a andar, primero a pasos lentos. Sus pensamientos estaban un poco más tranquilos, pero conforme se acercaba a él, sus cuatro patas comenzaban a moverse más y más rápido, primero trotando y luego, corriendo. Alcanzandole rápidamente. De un momento a otro una figura bastante grande color negro; con los tallos y demás objetos pasó corriendo a prisa a lado del otro enorme lobo, dejándole unos pasos atrás, girando un poco su cabeza para verlo de reojo, solamente para revasarle un poco sin detener su carrera. Detuvo su carrera por un segundo para verlo con tranquilidad, pero en cuanto pudo, regresó la vista al frente para correr de nueva cuenta, sin perder tiempo ni ritmo. Ni muy lento ni demasiado rápido, neutro.
Ella comenzó a correr por mero gusto. Pues era una forma efectiva de contrarrestar toda aquella energía que había retenido por el combate, era una forma un tanto inusual para reprimir y olvidar las situaciones que le confundían o le generaban malestar. Correr era una parte de ella, era igual que huir, algo a lo que estaba acostumbrada. Quizá sólo huía de él o de sus propios pensamientos. Ella no lo sabía aún, pues ignoraba bastante su propio ser.
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Post by Sieg Stahlzahn on Jan 12, 2018 20:24:05 GMT
Nuevamente había actuado sin el consentimiento previo de la otra persona, a pesar de querer ayudar, quizá debió pensar un poco en que la peligris se sentía incomoda con su presencia o con su ayuda repentina, pero aun así, una corazonada le decía que no se sentía molesta con aquello, esperaba que así fuera. La ajena no tardo en copiar el proceso de amarrar los tallos de bambú los unos con los otros para que estos fueran más fácil de transportar en dirección a donde ella se dirigiera. Aun sentía esa nostalgia en estar realizando un trabajo como ese. Los días de juntar la madera cortada, cargarla en su espalda y venderla en los pueblos cercanos... Ya no le veía el sentido de seguir anclado a esos recuerdos pero aun así, ¿Quizá el deseo de volver a esa época aun existía? Habían pasado tantas décadas que no podía estar seguro de si volver o no seria una buena idea, aunque eso fuera imposible en todo sentido. Dejo escapar un suspiro nostálgico de manera inconsciente, antes de escuchar a la ajena pedir que se adelantara, lo cual reconsidero unos momentos antes de asentir suavemente.- Entiendo, iré despacio entonces.- Respondió a sus palabras, tomando rápidamente su forma de Horris Lupus, con las collas ya en su espalda, y comenzando a caminar despacio en dirección al gran conjunto de arboles que daba a la salida de ese lugar. Sus ojos se alzaron a ver la luz que se filtraba por entre las múltiples hojas de los arboles, cuestionándose a si mismo, dudando de su propia actitud, ¿Esa amabilidad era signo de debilidad? Era una pregunta que solía hacerse bastante. Cerro los ojos mientras caminaba despacio, pensando en su amabilidad en los tiempos de guerra. Jamas había significado una muerte innecesaria, una trampa o algo por el estilo, pero... ¿Y si algún día esa amabilidad lo llevaba a la muerte?. Negó con la cabeza, nunca estaba demás ser amable con alguien aun cuando esa persona no quisiera, tal como la mujer con la que se había encontrado demostraba. Quizá era por mera costumbre que se comporto así con ella, o tal vez había algo más, algo que le causo tener la necesidad de comportarse de esa manera con ella. ''El dolor de ver como es la vida...''
Esas palabras pasaron por su mente, quizá de alguna forma sabia que las experiencias que ambos llevaban encima, podían ser tan diferentes, pero a la vez tan similares. No podía saberlo con certeza, no la conocía, no conocía su historia, su pasado, sus penurias... Ni su dolor, no podía llegar y sacar conclusiones, pero en el fondo, quería saberlo, quería conocer más de ese transfondo que ocultaba ese único ojo de un intenso ámbar, al punto de intentar querer ponerse en su posición. Sus pensamientos fueron cortados, por el sonido de las pisadas veloces detrás de él, lo cual lo hizo mirar de reojo hacia atrás, viendo como la ajena lo pasaba casi de inmediato, aunque claro, sus pasos no eran rápidos realmente, aun así, le saco una suave sonrisa ver que al parecer ella estaba más animada que antes. No se hizo esperar, comenzó a aumentar más su velocidad aunque no demasiado, por alguna razón quería disfrutar un poco más de esa compañía que tenia junto a la desconocida, aunque ya no lo eran tanto: Habían luchado, hablado, incluso... Sonreído para el otro, definitivamente no eran desconocidos ya. Sus ojos bicolor se posaron en la ajena que iba claramente delante de él, aunque aveces aumentaba la velocidad y otras la reducía, sin razón alguna realmente. Hubo un momento en que ella se detuvo a mirarlo, aunque eso duro pocos segundos y casi nada, pues de inmediato ella volvió a correr. Pasaron varios momentos antes de que el licántropo dejara escapar un suspiro, y así, aumento en gran medida su velocidad, quedando a la par de la loba de oscuro color, mirándola de reojo y volviendo a mirar al frente para así correr más rápido que ella. No la dejo muchos pasos atrás, pero si lo suficiente como para que se hiciera notar la ventana del lobo albino. De cierta manera se sentía como una breve competencia, algo por mero gusto o capricho por parte de ambos, pero sentía una ligera adrenalina ante eso. Tal era la rapidez de ambos lobos que habían avanzado bastante, incluso a la gran distancia ya podía verse la Ciudadela, lo cual solo hizo que Sieg aumentara la velocidad de su andar. Miro hacia atrás a la contraria por unos segundos. Esa carrera improvisada, en si le recordaba a cuando batallaba con su mejor amigo, y su líder, Rhonan, el como este siempre lo vencía en lucha, en estrategia, en todo menos en algo, en rapidez. Siempre solía ganarle cuando se trataba de velocidad de reacción o simple agilidad. Desde que se había vuelto el Aullido Espectral que era así, su velocidad era su mayor cualidad, su fuerza como segunda. Nuevamente algo lo hizo dejar de estar en esa burbuja de recuerdos y pensamientos... Algo que no le gustaba aceptar y muy pocas veces le molestaba: Hambre. No había comido bien en los últimos días, o más bien, ni siquiera se había molestado en cazar algo para comer, porque se le olvidaba o simplemente no quería. Eso le saco un suspiro, uno pesado, quizá, después de todo eso podría pasar a alguna taberna o algo, y gastar algunos mirvos para poder tener algo en su estomago, y recuperar fuerzas, ademas, no se encontraban lejos de la Ciudadela, por lo que dedujo que no se tardarían mucho. En efecto así fue, llegaron al cabo de ese viaje que se hizo extrañamente corto, a pesar de haber recorrido una gran distancia desde Shangri Lax hasta ahí. Alzo la mirada a ver la entrada a la Ciudadela, y sin tardar más, tomo su forma sellada, dejando ver al hombre pelinegro, quien acomodo sus cosas en su espalda para luego voltear a ver a la ajena.- La sigo.- Dijo de manera amable, mientras daba unos pasos hacia atrás para que ella lo guiara a donde debían entregar aquellos tallos de bambú. Su vista se desvió unos momentos a los arcanos que entraban y salían de la Ciudadela. Varios los miraban, curiosos, o quizá algo dudosos por el hecho de que llevaban pertenencias parecidas, los tallos de bambú y una katana, pensaban que probablemente eran buenos amigos o algo así, cosa que era errónea, solo conocidos en circunstancias bastante extrañas, pero que realmente no le desagradaban.
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Alek Layne
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Post by Alek Layne on Jan 13, 2018 8:46:06 GMT
Sus pisadas eran ligeras contra el suelo, pues ella sabía perfectamente que si de velocidad se trataba saldría perdiendo ante aquel mayor, igualmente no se limitaba a pasar el rato de tal modo. Aquel trayecto que antes le había demorado horas bastante fatigantes; ahora había sido interesante, inclusive lleno de cierta adrenalina. La brisa golpear contra su pelaje oscuro era sumamente relajante, quería sentirse así por siempre, quería permanecer de ese modo un poco más, deseaba y anhelaba sentir más hasta que llegase el momento de decaer ante la derrota misma del tiempo contra su vitalidad, hasta que su cuerpo no diese más de sí. Pero aún era demasiado pronto para ello, pero nunca se era demasiado joven para dormir por siempre.
Corría, corría con naturalidad y cierta concentración, apreciando a aquel lobo color blanco por el frente; limitándose para no dejarla atrás. Era consciente de sus actos pese a no querer prestar demasiada atención al licántropo, pero por inercia analizaba lo que podía captar fácilmente de los demás para protegerse, era una costumbre necesaria para no enfrentar problemas confusos después, era una ruta de escape antes de perder el mando de sus propios impulsos. Sacudió su cabeza con cuidado mientras aún corría, su mente divagaba en situaciones que realmente no requerían demás. Se limitó a enfocar la pobre vista al frente, notando la Ciudadela ya bastante cerca. Le resultaba bastante curioso el simple hecho de que con permanecer cerca de aquel sujeto el tiempo parecía pasar más rápido, era extraño pero bastante tolerable, e inclusive, agradable. Miraba al lobo, permitiéndole que avanzara más o menos que ella, de cualquier modo, terminarían en el mismo lado. Era una carrera que sabía que perdería, pero lo tomaba con bastante normalidad.
Sus pasos disminuian conforme ambos se acercaban más, hasta que ella se detuvo en seco justo en la entrada de la Ciudadela, viendo como el licántropo volvía a su forma sellada. Ella dudó por un momento, ¿Y si le dejaba ir? Lo más que perdería eran aquellos tallos, pues era preferible a tener que soportar los cuestionamientos de su colega. Sin más, soltó un gruñido un tanto molesta, y comenzó a andar nuevamente, tomando su forma sellada conforme cada paso que daba, quedando de pie en un parpadeo. Sus pensamientos y planes a vieron volcados al instante por la voz masculina, quien indicaba estar listo. - Bien. - Murmuró calmada mientras se deslizaba por aquella cuerda que portaba el bambú y los colocaba sobre el suelo un momento, para así, acomodar su morral de mejor manera, revisando de reojo el que todo estuviese ahí... Hasta que se percató de algo, faltaba un pequeño saco que llevaba dentro, seguramente habría caído.
Tian no se sorprendió demás, eran las consecuencias de correr sin prestar demasiada atención a sus propias pertenencias. Dejó escapar un suspiro de pesadez a la par que colgaba de nueva cuenta sus cosas en su hombro. - Vamos. - Musitó con voz neutra, ocultando eficazmente la molestia que sentía consigo misma. Ocultando cuán irritada estaba respecto a perder aquel pequeño saco. Una vez dicho aquello, la mujer tomó los tallos con ambas manos y los colocó por encima de su hombro, cargandolos con suma facilidad por entre la gente. Su andar era lento, podía sentir claramente el calor del piso contra sus dedos y vendajes, pero poco importaba. Escuchaba los murmullos de los ajenos al verlos a ambos en situación tan extraña y poco común, pero se mantenía al margen, sin siquiera tomarse la molestia de pensar en que era algo relevante, se mantenía sería mientras caminaba a sólo un par de pasos frente al mayor, guiando el camino en silencio. Pensativa de donde podría estar aquella pertenencia suya.
Pasaron varios minutos, quizá muy pocos considerando la gente que había; el ambiente entre ambos no era tenso pero podía sentirse ligeramente distinto a como antes, quizá más apacible o solitario. Tian detuvo su andar, viendo justo al frente aquel gran taller que le pertenecía a su "hermano". -Espere aquí un momento. - Le pidió al ajeno y sin esperar respuesta avanzó ella primero al local, totalmente segura y calmada como siempre; pero conforme se acercaba, él dueño del taller le vio enseguida, saludandole con bastantes ánimos mientras saltaba por encima de un pequeño mostrador de madera que tenía ahi dentro solamente para ir corriendo a donde ella, con gusto.
Tian se mantenía inmutable ante aquella personalidad tan contrastante, únicamente lo miraba con más relajación, escuchando lo que su amigo tenía por decirle. El otro le hablaba enérgico, alegre y con total espontaneidad; le ofrecía ayuda por llevar el bambú pero ella se negaba con amabilidad, él que parecía ser un Rackshasa reía ante aquello con bastante familiaridad, pues era algo habitual de ella; sin más, el otro revolvió ligeramente los cabellos de la licántropo y le señaló que podía entrar de una buena vez, invitando incluso a pasar al otro hombre que se mantenía alejado, haciendo la suposición de que venían juntos con sólo ver los tallos. El compañero de la licántropo le sujetaba del hombro y le abrazaba con calma mientras ambos avanzaban, entrando con lentitud por aquella enorme puerta.
Tian soltó una leve risa un tanto irónica, y sin más, colocó los tallos de bambú dentro del taller; esperando a que Sieg hiciese lo mismo una vez entrase, regresando al silencio nuevamente mientras le miraba de reojo.
- Puedes dejarlos por ahí - Exclamó con confianza el extraño mientras miraba sonriente al licántropo de cabellos oscuros, señalando a donde se encontraba la contraria depositando los demás tallos. - Gracias por ayudar a Layne, ¿Sigue siendo terca? - Le cuestionó de forma casual, riendo calidamente mientras tomaba asiento en un pequeño banco, viendo de reojo aquellos tallos con cierta nostalgia.
- Sieg, eso fue todo. - Murmuró la mujer mientras se reincorporaba tranquila, ignorando un poco los comentarios innecesarios. - Le agradezco su ayuda, puede retirarse o conversar con Guan respecto a un pago, yo tengo que hacer algo rápido ahora. Si no le veo cuando regrese...- Dijo calmada mientras avanzaba hacía él, manteniendo su vista tranquila justo en los ojos contrarios, mirando al ajeno con cierta serenidad; a la par que extendía su mano al frente con amabilidad, expectante a sujetar su mano. - ...supongo que será una despedida. - Tian estrechó su mano con la del otro por breves momentos, y sin esperar respuesta le soltó con cuidado, dándose la vuelta casi al instante para adentrarse al fondo del taller, pasando a través de unas cuántas hojas largas que tenían función de puerta, desapareciendo en brevedad.
Hubo silencio por unos cuantos segundos, segundos en los cuales el dueño del local no pudo evitar tomar interés en aquello, evitando reír como fuese. -¿Sieg?...- Interrumpió el silencio y, posiblemente, los pensamientos ajenos, recargando su espalda en la pared mientras miraba al otro con gentileza. - Toma asiento mientras hablamos, seguramente querrás descansar, o incluso un pago por la ayuda. - Sugirió y de cierta forma, le ordenó al otro a la par que extendía su mano para señalarle otro banco dentro del taller, expectante a ver que haría el otro. Interesado en el extraño que había traído su compañera, pues era la primera vez que la veía actuar de esa forma con alguien que no conociese.
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Post by Sieg Stahlzahn on Jan 14, 2018 22:03:31 GMT
La Ciudadela desprendía ese vivaz animo que todos los días tenia, gracias a la gente que siempre recorría ese lugar. Podía observar algunos conocidos, clientes que había tenido en alguna momento o solo personas con las que se había encontrado en sus viajes en algún momento. Su paso era quizá un poco más calmado que el de ella, escuchando el sonido de la tierra ser pisada por ambos licántropos, en lo que llevaban las cosas en dirección a donde la ajena tuviera que dejarlas. Su mirar se desvió suavemente, observando de reojo que en una de las tabernas cercanas, parecía haber una especie de oferta en comida picante, ¿Quizá era demasiado conveniente? Amaba la comida picante, y a pesar de comer lo que fuera, era una comida que le gustaba comer cuando fuera y donde fuera, tal como lo era el ron cuando se trataba de beber alguna bebida alcohólica, así que realmente tomo en cuenta lo de ir a comer a ese lugar. Existía la posibilidad de invitar a la contraria, quizá también tenia hambre, pero pensaba que probablemente era creer que la confianza había aumentado tanto, siendo que no era así, o eso pasaba por su mente.
El silencio perduro entre ambas figuras mientas el recorrido se fue dando. No era un silencio incomodo, era relajante de cierta forma, después de esa carrera improvisada que habían tenido, un momento de paz jamas era mal venido. Sus ojos de vez en cuando la miraban caminar, parecía distraída con algo, o quizá todo lo contrario, muy concentrada en sus pensamientos, ¿Afligida por algo? Nuevamente se ponía a deducir cosas, pero no podía evitarlo, desde el encuentro que esa mujer le había parecido una persona interesante, y conocerla un poco más se había vuelto de manera inconsciente algo que gustaría hacerlo, pero no podía forzar nada, o más bien, no podía intentar nada de momento.
Detuvieron su andar justo en frente de lo que parecía ser un taller, y uno de considerable tamaño, lo cual sorprendió un poco al licántropo, pues hacia un tiempo relativamente largo que no veía uno así, de hecho, no entendía como no lo había visto en sus tantos recorridos por ese lugar.- Entiendo.- Contesto a su comentario, dando un paso hacia atrás en espera de ella. Se mantuvo calmado, sin mucha prisa realmente, o casi nula, incluso cuando vio a alguien que parecía considerablemente cercano a ella, invitarlo a pasar.- Con su permiso.- Dijo con una suave reverencia antes las palabras del desconocido, entrando así y siguiendo a la peligris dentro del taller, que parecía verse más grande por dentro que por fuera. No se hizo tardar para tomar los tallos de bambú, y dejarlos junto a los demás que la mujer había llevado, mirándola de reojo en el proceso.- ¿Aquí esta bien?.- Pregunto al hombre desconocido luego de dejar los tallos, y luego escuchando la pregunta que lo tomo un poco por sorpresa, ¿Ella era terca? no lo sentía así, por lo que solo negó con la cabeza algo dudoso antes esas palabras, aunque realmente interesado en saber el porque de esa pregunta.
Ante el acercamiento y las palabras de la ajena, sus ojos bicolor se conectaron el único ojo ámbar de la contraria, mirándola de manera calmada, un contacto visual considerablemente agradable. No tardo en estrechar la mano de Tian con una suave sonrisa en su rostro, agitándola suavemente y luego notando como esta se retiraba sin esperar una respuesta de vuelta, cosa que le causo cierta molestia, a si mismo, no contra ella, pues le hubiera gustado despedirse como era debido, lamentablemente esa oportunidad se había alejado casi de inmediato, como una hoja que se escapa en el viento.
Vio como ella desapareció entre las hojas que hacían función de puerta, quedándose un momento mirando ese lugar, como si sintiera cierta inquietud por no haberse despedido de ella como era debido, cuando la voz de Guan lo saco de ese bucle de pensamientos, provocando que se girara a verlo, luego mirando el asiento que el contrario apuntaba.- Se lo agradezco.- Dijo de manera calmada, dirigiéndose a aquel asiento y sentándose despacio, dejando escapar un suave suspiro, y así disponerse a hablar nuevamente.- No es necesario que me de una paga por aquella ayuda, como le dije a Tian, fue mi decisión ayudar, pero agradezco que me deje descansar unos momentos.- Comento con sumo respeto a la persona que tenia en frente, pues el lugar pertenecía a él, y no quería hacer o decir algo que pudiera tomarse a mal.- Si no es molestia... .-Dijo de imprevisto, siendo consumido suavemente por la curiosidad.- ¿Para que ocupara el Bambú?.- Pregunto mientras su mirada se fijaba en la del contrario, de manera calmada, sin apresurar una respuesta, ni siquiera esperarla por si el contrario no quisiera responder, si se diera el caso.
Nuevamente llego a su cabeza la oferta de comida picante, ahora sintiendo un hambre ligera asaltarle, pues el hecho de comer solo algunas frutas en los tres días que llevaba cazando, no era algo bueno para nada. Comenzó a cuestionarse si esperar a que la ajena regresara para decirle sobre ello, pensar que quizá también tenia hambre, pero la sensación de sentir que era sobreconfianza también lo invadía.- Creo que debería retirarme.- Comentó, levantándose suavemente del asiento.- Hay una oferta de comida picante aquí cerca, y creo que debería aprovecharla en lo que dura mi estadía en la Ciudadela.- Agregó, explicando la razón por la que se iba a retirar.- Agradezco su hospitalidad, y despídase de Tian de mi parte... Nos vemos.- Pidió agachando la cabeza en una suave reverencia, y preparándose para retirarse del lugar.
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Alek Layne
La Resistencia
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Post by Alek Layne on Jan 17, 2018 7:49:34 GMT
El dueño del taller se matenia ajeno a lo a que ocurría afuera solamente para ver a aquellos licántropos dentro de su taller, le parecía curioso que se viesen casi iguales y que nunca se hubiesen visto antes. Soltó una leve risilla y únicamente tomó uno de los tallos del suelo para admirarlo unos momentos; percatandose a la vez de como el joven Sieg accedía a tomar asiento.
- Fue tu decisión no aceptar el pago, pero nunca comprobaste si Layne había accedido realmente. - Comentó curioso, insinuando que probablemente ella había hecho algo más, incentivando a que el ajeno buscase entre sus pertenencias, pues seguramente encontraría algo ahí. -Puedes comprobarlo tu mismo- Le dijo finalmente, señalando las cosas ajenas con el tallo de bambú y luego soltando una leve risa al respecto. Breves segundos pasaron y el tigre tenía razón, había unos vendajes en las cosas del ajeno, con unos cuentos mirvos en el interior. En cuanto el mayor se percató de ello, soltó una risa un tanto confiada, no burlándose, solamente riendo ante la situación tan "inocente" - Parece que no cambia. - Añadió entre murmullos mientras agachaba ligeramente la cabeza y comenzaba a analizar a detalle el tallo de bambú, dejando ver una leve sonrisa sin perder ánimos.
Fue sacado de sus pensamientos con sólo escuchar la voz ajena, sin más, elevó la mirada y le vio con sumo interés. ¿Acaso la licántropo no le había comentado? No le parecía extraño, pero ya que habia permitido su ayuda, Guan pensó que probablemente le habría dicho. - No es molestia. - Contestó mientras recargaba su espalda contra la pared y dejaba de lado aquel enorme tallo. - ¿No crees que son demasiados tallos? - Divagó un tanto curioso mientras le sonreía, incentivando la curiosidad del extraño. - Layne usualmente sólo ocupa cuatro tallos. - Añadió mientras cerraba los ojos y cruzaba un poco su pierna y, de igual modo, se cruzaba de brazos; relajandose frente al licán. - Ella me pide que le haga flechas con ellos, ya que su fuerte es la arqueria. Al igual que tú, siempre le he dicho que no es necesario que me pague ya que ella misma trae el material y son dos flechas por tallo...- Hizo una breve pausa, levantándose con calma para luego caminar a donde él, tomándose la confianza de sujetarle del hombro con gentileza, dando unas cuántas palmadas. - ... Pero ella sabe que me gusta hacer muebles, así que los demás tallos me los obsequia como pago. De hecho, estas sentado en un banco que hice del bambú que ella trajo hace varios años. - Remarcó curioso, señalando con sus pies descalzos las patas del asiento. Sin esperar, se alejó de ahí y regresó de nueva cuenta al mostrador ya más relajado, pues el contrario le brindaba paz, no era alguien de desconfianza; o al menos eso aparentaba. Igualmente no le importaba demasiado, sabía que Layne se podría cuidar sola. - No es el tipo de persona que acepte recibir algo sólo porque sí, ella usualmente se siente culpable y cree no merecer la ayuda de nadie. Así que es una manera un tanto... inusual de encargarse de ello. - Terminó de hablar, y solamente soltó un leve suspiro y luego un pequeño bostezo. - Por eso pienso que es terca, aunque realmente pienso que es muy noble. Se mantiene firme a sus decisiones y a su convicción. - Guan buscaba entre los pequeños espacios del mostrador con calma mientras hablaba, hasta que se quedó callado. Hubo silencio por unos breves momentos, hasta que la voz del otro le anunciaba que era hora de retirarse. Le miró de reojo y solamente le dedicó una sonrisa, percatandose de como Tian regresaba por la parte trasera del taller, ella había vuelto. - Puede despedirse usted mismo, acaba de regresar. - Añadió en voz baja, colocándose de cuclillas frente a su mostrador mientras sacaba unas cuantas herramientas para ponerse a trabajar. - Y Sieg. - Interrumpió el andar del otro, reincorporandose con tranquilidad mientras colocaba ambas manos en su cintura, dedicándole una sonrisa gentil y hospitalaria. - Hacen descuentos si hay más gente. - Le insinuó, mientras le lanzaba un mirvo directo a las manos y, acto seguido, le señalaba con la vista a la licántropo que regresaba calmada por las hojas en las que habia desaparecido hace poco.
- ¡Layne! - Le gritó alegre mientras caminaba a donde ella, fingiendo que nada de lo que le había dicho al otro hubiese salido de sus labios, confiaba en el que el ajeno comprendería la indirecta y la situación. - Tus flechas estarán listas en unas horas, ya sabes como funciona esto. Pueden regresar más tarde por ellas. - Le comentó a la fémina mientras le invitaba a pasar nuevamente, hasta que ella se percató de la presencia del ajeno aún presente. La mujer lo vio sería, algo sorprendida realmente, y sin esperar solamente asintió a las palabras de Guan; saliendo por el frente del taller a paso lento. - Regreso más tarde entonces. - Le comentó, y acto seguido le dedicó una leve reverencia con la cabeza, viendo de reojo como Sieg también salía.
- Me sorprende verlo aún aquí. - Añadió amable, poniéndose justo al frente del ajeno para ver aquellos ojos nuevamente. - Supongo que ahora si es momento de una despedida más adecuada...- Le ofreció la opción de despedirse mejor, ignorante al hecho de que había una oferta de comida cerca. La mujer extendió de nueva cuenta su mano para estrechar la del licántropo, pero antes de ello, un sonido impertinente se hizo escuchar, su estómago le delató de inmediato; revelando que la mujer tenía hambre. No dijo nada y solamente sintió un poco de vergüenza, pero sin demostrarlo realmente. Esperó paciente a que el mayor le diese la mano para poder retirarse a comer algo cuanto antes, ya no quería entretenerle más de lo debido, pues seguramente tendría cosas mejores que hacer.
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Post by Sieg Stahlzahn on Jan 18, 2018 2:10:03 GMT
Definitivamente no se lo había esperado, un acto tan rápido que ni siquiera él con sus rápidos sentidos de percepción se había percatado. Al revisar su mochila, efectivamente estaban los vendajes ajenos escondiendo una cantidad considerable de Mirvos, lo cual le causo que un suspiro escapara de sus labios, mirando con cierta curiosidad el dinero dentro de su mochila.- Así que a esto se refería con que es terca... .-Comentó en voz baja mientras giraba su cabeza a mirarlo, y luego volviendo a mirar el dinero.- No me los recibirá de vuelta, ¿No?.- Pregunto a pesar de saber que respuesta le daría el contrario. La respuesta a su pregunta respecto a los tallos de bambú, fue una pregunta curiosamente. Miro el montón de tallos de bambú con cierta curiosidad, ¿De verdad eran muchos? Sentía que eran los necesarios, aunque, tampoco sabia aun para que iban a ser utilizados, quizá al saberlo se haría una idea, y así fue. El contrario le respondió que esos tallos eran para hacer flechas, y que la maestría de Tian era en efecto la arquería, lo cual le dio cierta curiosidad, una notoria apenas en su mirada, ¿Por que razón?, pues había conocido a un muy ágil arquero en sus tiempos de general, uno que era capaz de dar un tiro preciso aun con la presión de la guerra alrededor... Lamentablemente, su final fue claro, al igual que casi todos en el Escudo de Plata, la muerte.- Así que flechas... Entonces si nos excedimos... .-Murmuró mientras su mirada se desviaba al montón de tallos, aunque claro, la licántropo nunca le especifico que cantidad debían llevar. Volvió su mirar al hombre frente a él, el cual contaba su afán por fabricar muebles con el bambú, lo cual era impresionante de gran manera, mirando hacia abajo y notando que efectivamente el asiento estaba hecho con tallos de bambú.- Es muy habilidoso, sin duda... Si tuviera un hogar definido, no dude en que le compraría varios.- Comento con una sonrisa bastante suave mientras halagaba el trabajo del hombre, ¿Y como no hacerlo? Se notaba su habilidad con eso, su trabajo, incluso el cariño que le ponía a su trabajo. Observo como el sujeto se levanto y se dirigió al mostrador, de cierta manera ese hombre parecía de confianza, y no se veía como alguien difícil de tratar, eso lo calmaba un poco, o más bien, calmaba sus problemas para socializar con gente que no conocía.- ... No merecer ayuda... .- Susurró, esas palabras resonaron en su cabeza mientras su vista se agachaba al igual que su cabeza, aun podía escuchar al contrario, pero su mente comenzó a divagar en esas palabras. ''No merezco ayuda...''
''No soy digno de ella...''
' ... No soy nada...''
Un suspiro escapo de sus labios para alzar su vista al hombre.- Pude notar su convicción casi de inmediato, de eso no hay duda.- Comento en un tono serio, pero también se podía notar la amabilidad en sus palabras, pues a pesar de todo, en Tian, había un reflejo suyo, y sentía que ella, también veía cierto reflejo en él.- Eso es algo por lo que claramente se siente orgullosa... Y eso es muy bueno.- Agregó, levantándose ya de la silla, después de todo, ya había anunciado que debía retirarse y no quería seguir gastando el valioso tiempo de aquel artesano que seguramente estaría bastante ocupado... Pero fue interrumpido por esa misma persona. Se giro a escuchar sus palabras, alzando la mano para atrapar el mirvo lanzado, y ver que en efecto, la Licántropo salia de la otra habitación que era tapada por la cortina de hojas. Su vista se poso unos momentos en la moneda que habia en su mano, entendiendo lo que queria decirle pero, aun asi dudaba un poco.
Observo de nueva cuenta como Guon volvía a ser tan afectivo con la licántropo, le daba cierta gracia esa actitud, todo era tan nostálgico, Rhonan siendo así con él... Extrañaba esos tiempos, pero sabia que de ninguna forma estos volverían, no había forma de que ocurriera. Salio de la tienda junto a Tian luego de que las palabras del Artesano anunciaran que las flechas estarían listas en unas horas, quedando asi nuevamente en la concurrida calle frente al taller. El licántropo alzo la mirada a ver el sol que los iluminaba, aunque por su posición, ya se acercaba la tarde, eso era notorio. Se giro a Tian para que sus miradas se conectaran como en varias ocasiones, esta vez sentenciando una despedida definitiva en ese día. Iba a resignarse a ir a comer solo, pues sabia que con lo dicho por Guon, se iba a negar, hasta que la interrupción por parte del estomago de la peligris le hizo mirarla con cierta curiosidad, y casi con cierta inconsciencia, dejar escapar una corta risa apenas audible, a la par de una sonrisa amable. - Hay una taberna que tiene una oferta de comida picante aquí cerca, y dicen que hacen descuento por ir más de una persona.- Comento con una sonrisa amable mientras acomodaba su mochila, y guardaba el mirvo que Guan le dio en su bolsillo.- Quizá podemos gastar ahí el dinero que dejo en mi mochila, ¿Le parece?.- Pregunto con sus miradas conectadas, ahora sabia que ella definitivamente tenia hambre, aunque aun había una incógnita de por medio.- A menos que a usted no le guste la comida picante, en ese caso, siempre se puede pedir otra cosa.- Añadió de manera calmada, ya volteándose para comenzar a caminar en dirección a la taberna.- El lugar queda por aquí.- Indicó, esperando que Tian lo siguiera y al menos pudieran compartir una comida antes de despedirse.
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Alek Layne
La Resistencia
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Post by Alek Layne on Jan 23, 2018 6:35:08 GMT
El ajeno le ofrecía ir a comer, ciertamente tenía hambre pero había pasado ya bastante tiempo en que la licántropo no comía algo preparado que le resultaba un tanto extraño ahora; ya se había acostumbrado a comer carne cruda con ese delicioso sabor y con la enorme satisfacción de cazar su propio alimento... Debido a ello que estuviese a punto de negarse, hasta que escuchó respecto a la comida picante. Recuerdos florecieron en su mente al instante, días en los que su padre y su hermano solían prepararle algo, inclusive aquellos días en los que su maestro le mostraba como cocinar correctamente... Recuerdos gratos y preciados ¿Por qué no volver a revivir aquellos días una vez más?
No dijo nada en el momento, se limitó a seguir al ajeno con calma mientras que ocultaba sus manos dentro de sus prendas. Miró al frente en busca de la taberna, no concurria dichos lugares porque nunca había tenido tal necesidad. - Así que Guan le dijo. - Hizo el pequeño comentario respecto a los mirvos mientras que caminaba por un lado del mayor, sin sorprenderse realmente pues era algo que ya se esperaba; el artesano era predecible.
- Espero tengan buena comida, no quiero desilusionarme con algo que me apetece demasiado como lo es la comida picante. - Aquella frase escapó de sus labios sin culpa alguna, cuál breve suspiro calmado; tenía altas expectativas de poder degustar algo bueno. Continuó caminando por un lado del ajeno, buscando con la mirada entre todas las personas aquella taberna, sin lograr mucho realmente debido a la multitud y la cantidad de sol que le resultaba un tanto molesta. - ¿Ya ha comido en dicho lugar? - Cuestionó sin apartar la vista del frente, curiosa debido a que sabía inclusive respecto a descuentos de aquel lugar al que iban ahora, ¿Quizá habría ido antes? No lo sabía, pero le causaba cierta curiosidad debido a la comida, pues podría tener buena referencia por parte del licántropo.
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Post by Sieg Stahlzahn on Jan 26, 2018 17:06:32 GMT
- De una u otra forma iba a darme cuenta de que había puesto los Mirvos en mi mochila, Tian.- Respondió a su comentario mientras le dedicaba una sonrisa cálida, amable y a la vez apenas notoria en lo que notaba como la mujer lo seguia, dandose a entender como que había aceptado la invitación para ir a comer aquel alimento picante que ofrecían en una taberna. El suave viento que corría por el lugar movía los cabellos grises de la mujer y los oscuros del licántropo, como una pequeña caricia del mismo ambiente a ambos individuos, y claramente a todos los que se encontraban transitando por aquellas calles de la enorme Ciudadela. Aun recordaba esos viejos tiempos donde la comida picante era una de sus fieles compañeras a la hora de decidir de qué alimentarse, o simplemente comer un aperitivo antes de salir a alguna misión junto a sus compañeros de utopía. De manera inconsciente, una sonrisa nostálgica se poso en sus labios al recordarlo, a la par que escuchaba las palabras de la mujer quien parecía estar expectante de lo que ofrecian en la taberna desconocido.
- Opino lo mismo, ansio ya poder probar aquella comida, y que realmente se gane su título de comida picante.- Comentó dejando escapar una suave risa ante su propio pensamiento, pues cuando se trataba de ese tipo de comidas, o ardia, o no era realmente algo picante. Ese pensamiento era algo curioso sin duda, pues habia probado una gran cantidad de variedades cuando se comida picante se trataba, y no recordaba la ultima vez que una de esas le hubiera causado la sensación de estar ardiendo en vida, era un sentimiento curioso o más bien, una sensación que en el fondo extrañaba. Extrañaba esa comida, degustarla con sus compañeros, con su familia, pero al mirar a la mujer, se daba cuenta de que al menos, podría disfrutar de ella con una reciente conocida, cosa que no le molestaba.
Su paso se volvio ligeramente más lento al escuchar las palabras de la licántropo, pensando un momento.- La verdad no, es primera vez que voy a ella, solo lei un cartel que hablaba de aquella oferta… Aunque vi una cantidad de gente considerable entrando y saliendo, supongo que el lugar debe ser bueno.- Explicó en un tono tranquilo mientras avanzaban. Poso sus ojos bicolor finalmente en la taberna que había mencionado, la cual aun se encontraba relativamente concurrida, pero no tanto como durante la mañana.- Aqui es… .- Comentó mientras veía aquel cartel que hablaba de la comida picante en oferta, y su aumento si se comía con más de una persona.
Ambos licántropos entraron al lugar mientras admiraban el estilo rústico que esta tenia, bien decorada y cuidada, un lugar de buen ambiente para poder comer algo. Se dirigió a una de las mesas vacías esperando que la peligris lo siguiera, precisamente habia una mesa con dos sillas a un lado de la pared del lugar. Cuando ya estuvieron sentados, una mesera se acerco a la mesa, bastante alegre por los nuevos clientes.- ¡Buenas! ¿Que les sirvo?.- Preguntó está en un tono feliz mientras los miraba.- Buenas tardes, pues en el cartel decia que habia una oferta de comida picante.- Mencionó el licántropo en un tono calmado, relativamente frio.- ¡Asi es! Nuestro especial de comida picante de este dia es el ‘’Sik Sik Wat’’, un plato del exterior de Mirovia, ¡Muy pocos aguantan su picor!.- Exclamó con cierta euforia mientras los miraba. El pelinegro desvió su mirada a Tian, esperando ver su reacción.- Entonces, que sean dos platos de ese Sik Sik Wat, por favor, y para mi un vaso de Ron.- Agregó.- P-pero señor… ¿Seguro que quiere combinar una bebida asi con esa comida…?.- Preguntó la mesera, extrañada y ligeramente impresionada.- Puedo aguantarlo.- Sentenció el licántropo, esperando asi que la mesera anotara y se dirigiera a decir las ordenes de comida picante.
- ¿Es experimentada de la comida picante?.- Preguntó a la mujer, esperando generar algo de conversación mientras esperaban por su comida en ese momento. La verdad es que jamas habia escuchado hablar del platillo que la mesera había mencionado, pero si decia que pocos lo aguantan, suponia que debia ser un platillo para respetar, lo cual lo tenia algo ansioso de probarlo.- Debo decir que mi expectativa de ese platillo es alta… .- Comentó mirando un poco alrededor, notando que no había más clientes que habían pedido esa comida, lo cual le extrañaba, ¿Quizá eran cobardes? Era lo más probable, o quizá solo no les habia gustado, podía ser una u otra razón.
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Alek Layne
La Resistencia
“Mi voz es un silencio sin adornos.”
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Post by Alek Layne on Feb 13, 2018 23:13:09 GMT
-Soy consciente de que lo sabria en algún momento, pero estaba esperanzado de no estar presente cuando lo hiciese. - La respuesta fue conscisa, lejos de quejarse sólo daba su punto de vista al respecto de la situación, asi era ella. Se mantuvo sería, caminando por un lado del mayor mientras que miraba sus propios pies, y viendo de reojo aquella sonrisa nostálgica que se asomaba en el rostro masculino. Sus pasos no se detenían, ambos iban lento mientras que Tian alzaba la mirada y la fijaba finalmente en aquella taberna.
Sin mucho cambio en su actitud entró, siguiendo detrás al ajeno mientras que miraba de reojo cada detalle del lugar, analizando con cierto recelo en donde estaba; nunca lo había visto pese a que parecía ser bastante concurrido. Una vez recobró el sentido, miró los asientos que el ajeno había ubicado, yendo con calma a donde él para luego, tomar asiento mientras esperaba a que tomasen su orden.
Durante todo ese momento se mantuvo silenciosa, escuchando la orden que el licántropo hacia para el, y al parecer, para ella también. Fijó su vista en la mesera por un momento, percatandose del como era sumamente extrovertida. Soltó un ligero suspiro y sin más, pidió una bebida para acompañar el platillo que había sido ordenado para ella - ¿Saben preparar "Lassi"? - Cuestionó con seriedad mientras la miraba calmada, clavando su vista en ella sin emoción aparente. - ¡Oh! Por supuesto, no es muy común pero tenemos un cocinero experto en bebidas y platillos del exterior de Mirovia. ¿Qué sabor desea joven? - Hablaba de manera gentil la mujer, cuestionando a la licán de orbe color ámbar. - Mango. - Respondió, y una vez dicho aquello regresó su vista a la mesa, cerrando sus ojos mientras esperaba a que la extraña se fuese. - ¡Excelente elección! ¡Dos órdenes de Sik Sik Wat, un vaso de ron y un lassi de mango! ¡En seguida traeré su orden! - reiteraba la orden para comprobar que era correcto; demostrando ánimo y naturalidad al hablar. Una vez dicho ello, la mesera se retiró a pedir la comida y la bebida.
Tian por su parte permaneció inamovible, abriendo de nueva cuenta sus párpados al escuchar la voz masculina nuevamente. - Algo, disfruto bastante este tipo de comidas porque puedo sentir el ardor en la garganta, es semejante al dolor. Supongo. Igual puedo decir que tengo altas expectativas; que sea picante y bueno, hace tiempo no como algo así... - Respondió con neutralidad, fijando su vista en el varón por un momento. -...Usted...¿Siempre es así? ¿Ordena por los demás? - Cuestionó amable, no se quejaba pero le parecía extraño, pues de donde venía no era normal, mucho menos para ella; quién no había convivido de una manera más personal con alguien ajeno a su persona. Nuevamente se sentía fuera de sí.
Hubo silencio un momento, la mujer ante ello solamente pudo girar su cabeza con suavidad, viendo ya más tranquila el interior del recinto en el que se encontraban. - ¿Sabe con qué se debería comer esto? - Cuestionó como si nada, regresando de nueva cuenta su rostro al frente, percibiendo con un poco más de facilidad los rasgos faciales de aquel que tenia al frente; al igual que ella, tenía una cicatriz en el rostro. - Hace años que no como algo con palillos... o con las manos... - Declaró mientras agachaba ligeramente su cabeza para ver sus propias manos, extendiendolas frente suyo, sin mostrarlas por encima de la mesa. Después de ello ya no tuvo más que decir, sólo se limitó a desviar la mirada a la pequeña parte de la cocina que se podía percibir, admirando como la misma mesera que les había atendido tenía más trabajo del que parecía.
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