Alek Layne
La Resistencia
“Mi voz es un silencio sin adornos.”
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Post by Alek Layne on Dec 24, 2017 23:30:58 GMT
Por más que se sea insistente, el olvidar aquellos recuerdos tan claros era bastante difícil. El añorado olvido era algo lejano, pero de igual modo, era un insistente brillo que le daba respuestas, una razón para seguir, una sola respuesta que conllevaba a aún más preguntas sin contestar, pero poco importaba; los tiempos cambiaban, estaba a salvo, y seguiría adelante sin importar el qué o el como, sin importar cuántas preguntas intentarán perturbar su calma y su espíritu.
Tian visitaba a uno de sus hermanos para hablarle de sus prácticas y quizá beber un poco de té, pero entre aquellas conversaciones surgió el recuerdo de un día de práctica; la última vez que había estado practicando con su arco había pasado un momento un tanto desagradable, un encuentro inesperado que le hizo sacar de sus casillas aunque costase admitirlo. Ella le comentaba a su compañero que debido a ello era más difícil volver a aquel lugar, además de que había perdido unas cuántas flechas y que necesitaba que él elaborase unas cuántas para ella. Era el único que sabía respecto a su situación física por ser uno de sus colegas más cercanos desde que había llegado, y al instante accedió a elaborar más flechas para ella. La licántropo soltó un suspiro aliviada, más sin embargo había olvidado que antes que nada, el bambú era primordial para que su compañero pudiese trabajar, tenía que conseguirlo ella misma nuevamente como hace algunos meses, pero para ello tendría que viajar lejos y utilizar algo filoso que no veía hace años. Ambos accedieron, pero la idea le sacaba de su zona confort, usar esa katana le traía recuerdos conflictivos; agradables y desagradables. La licán le pidió a su compañero que le permitiese sacar aquella espada, pues él almacenaba objetos preciados de la mujer. Una vez dejó y sacó lo necesario se despidió y salió de viaje, aproximándose al único lugar que creía que tendría lo que buscaba.
Su viaje duró más de 4 horas a pie, ni tan lejos ni tan cerca. Hasta que finalmente llegó a la Cascada del Trueno, el único lugar que se le ocurría que podría tener bambú en buenas condiciones. Tian caminó a paso lento entre aquellas plantas tan altas, mirando de un lado a otro en busca de aquello que necesitaba, portando sobre su hombro y espalda su estuche de arqueria; con el arco y flechas que aún conservaba, y aquella katana un tanto olvidada. ¿Cuánto tiempo había pasado que no utilizaba esa espada que no era suya? Esa pregunta le sacó de sus pensamientos, haciéndole detenerse en un area libre y vacía. Agachó la cabeza un momento y únicamente soltó un suspiro lleno de aflicción.
Debía seguir.
Caminó durante más de veinte minutos antes de poder percibir los enormes tallos de bambú que tanto buscaba. No estaba cansada pero sabía cuán importante era que su cuerpo descansase, sabía cuanto debía cuidar y cada cuanto; sus vendajes de los pies estaban un tanto húmedos pero no le afectaba en lo más mínimo mientras que no fuese de su propia sangre. Tomó asiento en una roca cercana a la cascada, depositando sus cosas por un lado; su hakama le permitía sentarse de una forma cómoda, al igual que la parte superior de sus prendas. Inspeccionó sus pies para ver si tenía heridas, pero no había nada.
Se levantó de nuevo y tomó la katana entre sus manos; se apartó un poco de las rocas y dejó que el ruido de la cascada le trajera paz. Esperó en silencio unos cuantos segundos, y sin más, desenvainó velozmente la espada japonesa que su maestro le había obsequiado, un característico sonido se hizo escuchar ante aquella acción. Mantuvo la calma y sostuvo la katana entre sus manos, preparándose con suaves movimientos básicos para poder comenzar cuanto antes la recolección del tallo.
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Post by Sieg Stahlzahn on Dec 25, 2017 0:29:11 GMT
Ese día específicamente, había llegado muy temprano a la Ciudadela de Mirovia luego de un viaje nocturno de consideradle duración, de aproximadamente seis a ocho horas, en las cuales no había pegado un ojo para intentar dormir, y apenas se había alimentado, ¿La razón? Se le habían juntado una gran cantidad de encargos de cazador, todos para el mismo día, y los había realizado sin mucho problema, a pesar de haberse visto en un corto plazo para entregarlos. Llevaba en una mano el saco con todos los materiales que habían sido ordenados, adentrándose ya en la ciudad en busca de los hogares de sus clientes. Fue de un lado a otro, desde las casas cercanas a la Taberna del Dragón ahogado, hasta el Mercado, y de ahí a entregar algunas garras de pantera a los hogares de la forrajera. Se sentía bien de haber podido cumplir con todos los encargos a tiempo, y aunque fuera extraño, no se sentía para nada cansado, quizá porque estaba acostumbrado a que su cuerpo pasara por esas condiciones de presión, que curiosamente nunca le habían pasado la cuenta, o al menos eso recordaba. Su vista se desvió unos momentos al ver el cartel de una herrería, pensando en la katana que por tanto tiempo había llevado, y que podía gastar algo de dinero en hacerle aunque fuera una pequeña mantención. Se adentro en aquel lugar que desprendía un curioso calor, haciendo sonar la campanilla de la puerta que avisaba de un nuevo cliente, siendo recibido así por el dueño de esta. El Licántropo no tardo mucho en explicarle cual era su petición, a lo que el contrario acepto sin chistar.
Se dirigió a sentarse en una silla de clientes mientras el herrero trabajaba en su preciada arma, mirando alrededor la cantidad de armamento que había, armaduras, espadas, hachas, escudos... Tantas cosas que de alguna manera le recordaban a la Utopía donde había vivido por tantos años, décadas incluso, donde aprendió tantos tipos de artes... Y donde aprendió que el mundo era un lugar cruel en muchos sentidos. Se mantuvo en ese estado pensativo por varios momentos, perdiendo la noción del tiempo, hasta que el herrero le aviso que la mejora a su arma se encontraba lista. El pelinegro tomo su katana, observando el filo renovado de esta e incluso una mejora de equilibrio, algo que apreciaba bastante. No tardo en sacar un pequeño saquito de mirvos y entregárselo al contrario, agradeciendo por el buen trabajo y así retirándose de ese lugar luego de devolver su arma al Saya que siempre la cubría. Sus pasos comenzaron a guiarlo de vuelta a la salida de la Ciudadela, los encargos se habían acabado de momento y probablemente no habrían más hasta el día siguiente, y sus maneras de pasar el tiempo eran considerablemente aburridas.- Necesito meditar...- Murmuro cabizbajo mientras recordaba la batalla que había tenido con Salem en su hogar, nunca se imagino como terminaría ese día, y prefería realmente no recordarlo.
Una vez fuera de la Ciudadela, acomodo sus cosas de tal manera que, al tomar su forma de Horris Lupus, estas quedaron sobre su lomo sin el peligro de que se cayeran, dando una ultima mirada al conjunto de construcciones, y partiendo así al lugar que siempre había considerado el mejor para meditar, Shangri Lax y su Cascada del Trueno. El viento movía suavemente el pelaje del lobo albino, mientras algunas huellas quedaban marcadas sobre la tierra con el veloz andar que llevaba. Seguía sintiéndose bien con su agilidad, era su mayor virtud después de todo, su fuerza incluso había aumentado desde que aprendió a controlarla posterior a su transformación en licántropo. Pronto pudo divisar la frondosa jungla que marcaba bastante bien su territorio, ralentizando su andar para empezar a caminar y adentrarse entre las hierbas y arboles del lugar. Su nariz se agitaba en el momento que los olores tan variados llegaban a ella, su olfato agudizado siempre le permitía percibir cosas que otros generalmente no podrían, pero aveces también era molesto con los olores muy fuertes, como un arma de doble filo pero menos letal. El sonido del agua cayendo violentamente le indicaba que estaba cerca, pero al momento de llegar, lo que vio lo sorprendió momentáneamente, una persona practicando con nada más y nada menos que una katana, una que se veía curiosamente antigua.
Volvió a tomar su forma sellada, mientras la luz del sol iluminaba el agua y parte del césped de esa área, acomodando su mochila y su katana en su espalda mientras caminaba despacio para rodear a la persona desconocida. Analizo sus ropajes con la vista, para sin más y con bastante cortesía, hablar.- Sus movimientos son limpios, si me permite decirlo.- Halago en un tono bastante calmado mientras avanzaba hasta una de las rocas cercanas.- Lamento haber interrumpido, por cierto.- Agregó, disculpándose por haber hablado de manera repentina, pues le resultaba extraño ver a una persona a esas horas en ese lugar, por lo general era un área solitaria, sin mucho visitante que no fueran cazadores, ¿Quizá lo era? Era una opción, no podía estar seguro realmente, solo esperaba que su presencia no perturbara a esa persona.- Se nota que no es la primera vez que porta esa arma, ¿Tiene vasto conocimiento con ella?.- Pregunto de manera directa, no sabia porque en ocasiones que se trataba de conocimientos compartidos, podía hablar con tanta naturalidad, tales como lo eran el uso de armas o incluso, el hablar sobre licores, cosas que no se podía explicar a si mismo, pero que aveces le facilitaban la comunicación con otras personas.
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Alek Layne
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Post by Alek Layne on Dec 25, 2017 1:28:47 GMT
Sus movimientos eran calculados y algo fluidos, pero pese a ello, no se consideraba buena en ello. Sus párpados permanecían abajo, sintiendo la frescura del aire invadir sus pulmones conforme cada inhalación, sin más, hizo una simulación de corte horizontal con sólo un brazo, deteniendose en seco al escuchar una voz hablarle. Bajó con calma la katana mientras que levantaba sus párpados y buscaba con la vista a quien hablaba, aquella persona le hizo una pregunta y Tian únicamente pudo mirarlo por unos segundos, analizandolo, percibiendo su aroma. ¿Quién era y qué quería? Aquel hombre parecía calmado, no había necesidad de pensar demás, no habría nada malo de contestar aquellas palabras. Más que nada por cortesía.
- No diría que es vasto, sólo lo más básico. - Contestó a la cuestión que recién le habían hecho, con una voz neutra y un tanto apacible. - Y no interrumpe nada, no debe disculparse; únicamente estoy practicando un poco antes de utilizarla. - Explicó mientras volvía a tomar la espada con ambas manos y se colocaba nuevamente en posición, aún mirándolo de reojo, hasta percatarse de que también portaba una katana. Su cuerpo perdió tensión y se calmó un poco, el haber visto aquella arma le hizo comprender parte de la curiosidad que demostraba el extraño.
- Por lo que veo, usted también utiliza una... ¿O me equivoco? - Preguntó curiosa, mirando con un semblante serio a aquel sujeto que permanecía cerca. Se percató de sus palabras pero solamente se quedó callada, era de las pocas veces que se tomaba la molestia por preguntar acerca de algo tan personal, o al menos así lo consideraba. Retomó su vista al frente y soltó un suave suspiro, bajando nuevamente aquella espada antigua para esperar respuesta, con calma se giró al sujeto y únicamente sintió la brisa remover sus cabellos. - Si no le molesta...- Interrumpió aquel momento silencioso con su voz. - ¿Podría ver su katana? - Añadió amable, pero permaneciendo a una distancia considerable. La licántropo no tenía verdaderas intenciones realmente, sólo curiosidad por el arma ajena, pues ya habían pasado bastantes años sin ver a otro portador de una espada así; le parecía extraño pero también le traía recuerdos de aquellos días en los que entrenaba arduamente para saber como tomar siquiera dicho armamento.
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Post by Sieg Stahlzahn on Dec 25, 2017 5:12:07 GMT
Sus ojos recorrieron durante algunos momentos las reacciones y los gestos de la persona frente a él, ante las preguntas y las palabras que el licántropo había dejado escapar, ciertamente no podía culparla de sentir desconfianza de alguien que llega y te habla de la nada, pero la curiosidad de ver a alguien más portando un arma como esa había sido mayor y no había podido evitar hablarle para aclarar esas dudas. No se lo había esperado del todo, pero la persona había decidido aclarar un poco sus dudas, y a pesar de haber dicho que lo básico era lo que más conocía, eso ya era un aprendizaje considerable, tomando en cuenta el tipo de arma que se encontraba portando, no una fácil de utilizar, y mucho menos, fácil de amaestrar.- Lo básico... Ya veo.- Dijo en voz baja mientras mantenía ese semblante calmado, disfrutando un poco de la brisa que podía sentir en ese lugar, combinado al sonido del agua cayendo con cierta violencia.- Aun así, prefería asegurarme.- Respondió ante su comentario sobre su disculpa, quizá podía considerarse una mala costumbre, pero disculparse en esas situaciones era una especie de acción frecuente en él. - No se equivoca, he empuñado esta arma desde hace años.- Explico mientras desviaba su mirada a ver la empuñadura de la katana propia, teniendo tantas memorias, de momentos trágicos, sangrientos, y cruentos. La pregunta de la contraria lo impresiono de manera notoria, mirándola con cierta sorpresa, más no duro mucho, pues luego esta fue reemplazada por una suave sonrisa mientras el licántropo cerraba momentáneamente los ojos, y luego los abría para acercarse a una distancia prudente de la persona desconocida.- Por supuesto, no tengo problemas con ello.- Dijo mientras llevaba su mano hacia la empuñadura de su arma, sacándola velozmente, y moviéndola en su mano con cierta habilidad para luego sostenerla con el filo hacia abajo, ya entregándosela de la misma manera que ella había formulado la pregunta, amable.- Puede que se vea algo gastada, pero esta compañera me ha ayudado en tantos momentos que no puedo recordarlos todos.- Explico mirando el filo, con cierto orgullo, y a la vez, una nostalgia notoria. Su vista se levanto suavemente, notando los rasgos faciales de mejor manera, unos interesantes, que demostraban que esa persona había pasado por momentos ciertamente difíciles, ¿Un accidente quizá? El licántropo no iba a preguntar algo de ese tipo a alguien que recién conocía, pero si hubo una pregunta que si decidió formular.- Dijo que utilizaría pronto esa katana, ¿Es para algo en especifico? Claro, si no es mucha molestia preguntar.- Pregunto mientras observaba la katana de la persona, se notaba la diferencia con la suya, podían ser mínimos detalles diferentes, pero había pasado tanto tiempo con ese objeto que ya podía distinguirla de otras katanas.- Se ve que también tiene una antigüedad considerable.- Agrego analizándola un poco más, esperaba que su curiosidad no fuera un tanto molesta. Attachments:
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Alek Layne
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Post by Alek Layne on Dec 25, 2017 12:49:37 GMT
Atendió sus palabras con total normalidad, dejando de lado aquel murmullo que sus oídos no pudieron percibir claramente. En el instante en que su primer pregunta fue respondida no pudo evitar sorprenderse un poco, tal parecía que aquel hombre le mostraba cierto aprecio a su katana con sólo verla; aquellos ojos demostraban tantos sentimientos sin siquiera darse cuenta, Tian sólo podía observar en silencio y prestar atención. Era un poco envidiable ese tipo de respuesta física, tan natural y espontánea. Justo después de haber hecho aquella petición anterior, esperó respuesta ajena, más sin embargo, ver la reacción sorpresiva del contrario le hizo dudar; pero al instante una sonrisa gentil se asomó en aquel rostro, eliminando cualquier rastro de duda y arrepentimiento en la licántropo ante sus propias palabras. Se acercó un poco al otro, sin dejar de prestar atención a aquellos movimientos veloces y hábiles que demostraba el mayor, tan similares a los que alguna vez intentaron enseñarle y nunca pudo concluir. La mujer esperó breves segundos y en cuanto tuvo oportunidad, tomó la katana con su mano, dejando ver aquellos vendajes que parecían cubrir la mayoría de su cuerpo. - Se nota fácilmente que es habilidoso con ella, no cualquiera ejecutaria esos movimientos...- Soltó un pequeño halago mientras tomaba la empuñadura de la misma con su diestra, y con la zurda sostenía la propia. Tian analizó curiosa aquella katana ajena, llevándola al frente y colocandola en posición horizontal para ver el filo de la misma, a la par que escuchaba la explicación del otro respecto al tiempo que parecía cargar el objeto mismo, además de los recuerdos del licántropo. Analizaba el trabajo del filo, parecía que algún herrero experto lo hacía, se notaba fácilmente por el tipo de forma que se le daba, era diferente a la forma tradicional que le habian enseñado; permanecía silenciosa mientras miraba, ignorante al hecho de que era observada. En cuanto pudo escuchar nuevamente la voz contraria desvió su mirar a donde él estaba y bajó con calma el arma del extraño, él le hacía una pregunta.
- Cortar bambú. - Respondió sin prisa, mostrando el sosiego de sus palabras para después hacer un movimiento corto, entregando nuevamente el arma a su portador. - No es molestia, no se preocupe. -Añadió- Vine aquí para recolectar bambú, y cortarlo con la katana me resulta más sencillo porque hace años me enseñaron a hacerlo. - Explicó mientras presionaba un poco la empuñadura de su propia espada, elevandola lentamente al ver como el otro la observaba; haciendo un comentario al respecto de la posible antigüedad de esta. Y no, no se equivocaba, debido a ello que no pudiese evitar dejar escapar una leve sonrisa, igualmente dejando ver un poco de nostalgia en su rostro. - Es bastante antigua realmente, ha pasado por generaciones en la familia de mi maestro, pero al morir él me la obsequió. - Comentó con la voz calmada, intentando no demostrar más emociones en su rostro o inclusive en su voz, sin más, bajó la punta de la katana y se la ofreció al ajeno para que pudiese verla si así lo deseaba, quizá tendría curiosidad y parecía justo después de haber sido ella la primera en ver el arma contraria. - Aunque para serle sincero, me avergüenza no darle un buen uso como él lo hacía. - Añadió sin preocupación, pues el hablar de ese tipo de cuestiones no le afectaba tanto al ser un tema respecto a armas.
En cuanto la licántropo alejó su espada y la comparó por unos segundos con la del otro se percató de algo bastante normal, el color de la hoja también era distinto. - Me doy cuenta de que también la hoja de nuestras espadas son distintas, supongo que ya no hacen muchas con este material negrizo. - Explicó sería, mirando ahora el filo de su arma y lo gastada que estaba la empuñadura, podian verse incluso algunos raspones en aquel recubrimiento, pero la hoja aún permanecía filosa y en buenas condiciones pese a los años. Las diferencias si que eran notorias, pero no eran tan importantes, ambas tenían su historia, ambas eran el reflejo de su portador.
- Si me permite, ¿Puedo saber porqué porta una katana? Me parece curioso encontrarme con alguien más en estos lares que también lo haga, no digo que sea extraño, sólo un poco inusual - Cuestionó interesada mientras desviaba un poco su mirada a los alrededores y luego regresaba su vista directo al rostro del mayor, percatandose de aquella marca que tenía, pero sin inmutarse ante ello; al igual que ella, también tenía marcas bastante notorias del pasado que delataban ciertos aspectos "interesantes" de sus vidas.
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Post by Sieg Stahlzahn on Dec 25, 2017 20:33:09 GMT
Podía considerar su habilidad con la katana una de las pocas virtudes que aun le quedaban intactas, siendo la otra su gran agilidad obtenida con sudor, lagrimas, e incluso sangre en las tantas guerras que libro estando en las tierras de Alemania, sirviendo a la utopía del Escudo de Plata. No tardo la contraria en tomar la espada por la empuñadura, parecía analizar el filo con sumo cuidado, el cual era notoriamente diferente al de su propia katana. Los ojos del licántropo no puedo evitar posarse en los vendajes que podían verse en la mano de la persona, ¿Algún otro accidente? No podía deducirlo del todo, quizá solo eran vendajes de algún entrenamiento, recordaba haberlos usado también cuando se encontraba practicando temprano, esos entrenamientos que después de meses de sesiones repetitivas, habían dado grandes frutos para su tiempo como general.- Eso sucede cuando se lleva tanto tiempo usando algo... Uno aprende cosas como esas.- Explico mientras se mantenía paciente que ella viera lo que quisiera en su arma, pues no veía razón alguna para negarse o molestarse por la petición que ella había hecho. El arma propia fue bajada para que la extraña pudiera contestar a su pregunta, una respuesta, si bien un tanto inesperada, no era algo de otro mundo.- Cortar bambú, entiendo.- Fue lo único que respondió mientras mantenía esa sonrisa leve en su rostro, recibiendo el arma de vuelta.- A pesar de que este armamento puede ser considerado uno de los más delicados, su eficacia puede llegar a ser sorprendente.- Explico, más que nada repitiendo en parte las palabras que su viejo amigo y maestro le había dicho cuando le enseño.
Noto casi de inmediato como una sonrisa suave se había posado en el rostro de la extraña, con ese aire de nostalgia que él solía tener las veces que hablaba del pasado, cosa que de cierta manera, le dio más curiosidad.- Un regalo de alguien más, notoriamente importante para usted... Eso le da un valor casi invaluable.- Comento de manera amable, notando el gesto de tener el permiso de observar la katana con más detenimiento, a lo que el licántropo respondió tomándola de forma delicada, como si fuera el objeto más importante del mundo en ese instante.- Ese sentimiento suele ser recurrente con objetos que en algún momento, eran de alguien más.- Respondió a su comentario mientras dejaba el arma de manera horizontal para admirar el oscuro filo de esta, a pesar de notarse antigua, podía percibirse que el cuidado era constante, digno de un objeto con ese valor sentimental.
Se alejo unos pasos para dar un suave corte al aire con la katana ajena, luego dando uno con la propia, notando que, en efecto, esta era más pesada que la suya, debido al material suponía, y la contraria recalco eso ultimo pues era bastante notorio que el material de ambos filos era distinto.- Tiene razón, es difícil ver en este tiempo armas de ese material, pues la obsidiana siempre ha sido un material escaso, pero increíblemente eficiente cuando se trata de armamento.- Explico observando el arma ajena con mayor detenimiento, pues esta parecía tener un potencial enorme, incluso con su empuñadura con algunos defectos, era un arma digna de portar. No tardo en devolver la katana a su dueña, mientras escuchaba esa duda que, de alguna manera podía tener varias respuestas, pero muchas de ellas prefería no mencionarlas.- Esta en lo correcto, es algo poco usual... La razón, es que un viejo amigo me enseño a sobrevivir aprendiendo el arte de esta arma hace varios años ya, ademas, me ayuda con mi trabajo de cazador.- Explico admirando el filo de su propia espada, luego mirando el de ella, sentía que de alguna forma, el potencial no solo se encontraba en el arma, si no que, en la persona también, una corazonada más que otra cosa.
- Quizá suene algo repentino, pero, si tiene algo de tiempo, ¿No le molestaría un pequeño enfrentamiento?.- Pregunto llevando su espada al Saya en su espalda, posteriormente removiéndolo y dejándolo cerca de la roca, junto a su mochila, despojándose también del manto gris que lo cubría y dejándolo con aquel chaleco verde oscuro que portaba.- Más que nada, porque me gustaría comprobar algo.- Agrego volviendo a tomar su arma con la envoltura, girándose a ella y esperando por la respuesta con una mirada calmada y una sonrisa suave.
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Alek Layne
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Post by Alek Layne on Dec 26, 2017 0:56:21 GMT
-Es la delicadeza del corte lo que caracteriza este arte, un sólo corte, sólo eso es necesario- Comentó en voz baja mientras devolvía el arma, justo después de escuchar aquellas palabras que no a equivocaban en lo más mínimo.
-¿"Valor invaluable"? - murmuró para sí misma, mirando sus propias manos por un segundo, apretando los puños con cierta fuerza a la par que continuaba escuchando la voz masculina, percatandose de como el otro simulaba un corte. Tian relajó sus manos y miró atenta al hombre a su lado; extrañamente era el tipo de conversación en que ambas partes parecían comprender un poco del otro, no era incómodo pero la licántropo no estaba acostumbrada a ello, el hablar tan fluidamente como el extraño hacia no era lo suyo, mucho menos recordar aquellos sucesos a dichas horas. - Supongo que tiene razón...- Añadió con brevedad, un poco insegura de sus palabras, sin saber a que le daba la razón; si al valor sentimental o al valor monetario que representaba por la obsidiana y escasez. Soltó un suave suspiro sin apartar la vista, tomando nuevamente su arma una vez que el ajeno se la ofreció de vuelta, escuchando la respuesta a la pregunta que le causaba curiosidad.
- Ya veo... Esa persona...- Comentó una vez que el ajeno terminó su explicación-... seguramente fue importante para usted. - Simplemente habló, segura esta vez de sus palabras pero dejando ver aquel semblante serio, sin rastro de duda alguna. Con calma guardó su katana y a punto de darse la vuelta, la voz del hombre interrumpió sus acciones; una oferta tentadora llegó a sus oídos, pero también bastante repentina. Tian atendió sus palabras mientras regresaba la vista al sujeto; quien se preparaba con antelación a su respuesta. Aquella simple oración le causó intriga ¿Exactamente que quería comprobar? De igual modo, no ganaría nada, a decir verdad, ninguno ganaría nada... Pero la licántropo no podía negarse, el entrenamiento era algo que disfrutaba y ya había pasado bastante tiempo desde la última vez que se enfrentaba a alguien, o mejor aún; había pasado bastante tiempo en que no se enfrentaba a alguien que demostraba tener aún más ventajas que ella. La mujer ladeó con la cabeza, dejando escapar una leve sonrisa para luego sólo verle directo al rostro; clavando su mirada en este. - Seguro. - Accedió sin problemas a su petición, mientras se alejaba un poco, dirigiéndose a paso lento al centro del lugar con la espada en manos. - Será bueno para practicar, ha pasado bastante tiempo desde la última vez que utilicé un arma como esta. - Añadió sin prisa, dándole la espalda con total normalidad mientras comenzaba a colocarse de rodillas contra la tierra casi húmeda. La mujer se colocó en posición, apoyando su cuerpo sobre sus piernas y llevando con calma la katana al frente, primero en forma vertical, para acto seguido, colocarla en posición horizontal y comenzar a bajarla con sumo cuidado, depositandola en el suelo aún dentro del pequeño estuche. Su mirada se mantenía fija, y ella permanecía inmóvil, silenciosa y apacible. Cerró su ojo por un momento mientras que apoyaba sus manos sobre sus piernas con firmeza, y sin más, comenzó a llevarlas con cuidado hacia arriba; formando un pequeño triángulo con estas directo al cielo. Era un pequeño ritual al que se había acostumbrado antes de usar esa espada, algo que no olvidaría fácilmente, algo que simplemente le permitía mezclar sus energías de una mejor manera con su arma. La licántropo dejó sus manos arriba por breves momentos hasta que comenzó a bajarlas lentamente, colocandolas justo encima de su espada; al mismo tiempo que ella inclinaba su cuerpo al frente, agachando la cabeza para apegarla a sus manos. Una reverencia silenciosa que le traía calma, reverencia en honor al antiguo portador; agradecida de poder tener la oportunidad de portarla una vez más. Transmitiendo su energía a la obsidiana, entregandose nuevamente en cuerpo y alma.
Sin esperar demás, levantó la cabeza y llevó sus manos a sus piernas; dejando escapar el aire de sus pulmones. No dijo nada al respecto, únicamente comenzó a reincorporarse con un aire diferente en ella; más concentrada y enfocada, determinada.
- No dude en atacar a este extraño si lo creé necesario. - Hizo ese breve comentario mientras se giraba a él, sin afán alguno de ofenderle o burlarse siquiera; sus palabras iban enserio. Una vez dicho ello, tomó posición y sacó nuevamente su espada, dejando caer con cuidado la Saya de color oscuro por un lado, optando por una pose más acorde a su estilo; colocando la katana sobre su cabeza con una sola mano. Guardó silencio y miró con su único ojo a quien era ahora su adversario, esperando a que este se moviera primero, preparada a la posibilidad de sentir el primer golpe debido a la diferencia de experiencia, esperanzada de que aquel extraño no se contuviese.
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Post by Sieg Stahlzahn on Dec 26, 2017 15:18:03 GMT
Se mantuvo un tanto pensativo al escuchar las palabras provenientes de los labios de la extraña, no se equivocaba, esa persona si había sido alguien especial para el licántropo, Rhonan siempre se había encargado de enseñarle de manera detallada cada entrenamiento, cada cosa, por más mínima que fuera, él se la decía como si fuera lo más simple del mundo, y más que su maestro, era su amigo, su compañero.- Si... Ciertamente lo era.- Respondió mientras alzaba un poco la mirada a ver las estrellas, con una suave sonrisa en su rostro, y una notoria nostalgia, quizá tristeza, por haberle fallado en los últimos momentos a ese buen hombre. La ajena no tardo en esbozar una sonrisa suave ante su petición, o quizá la palabra más correcta era reto directamente, y le parecía interesante que la contraria aceptara este sin dudar mucho. Era cierto que ninguno de los dos demostraría nada con ese duelo improvisado, pero si él tenia razón en lo que pensaba, tanto ella como su arma tenían un enorme potencial de ser compañeros el uno del otro.- Me alegra que acepte.- Dijo de manera cordial mientras le dedicaba una sonrisa amable a la extraña, notando como esta se ponía de espaldas y se arrodillaba de manera considerablemente formal. Lo que parecía estar haciendo era una especie de muestra de respeto, un acto de honor antes de comenzar un combate, y el pelinegro se encargo de observarlo con detenimiento, curioso y a la vez interesado en ello.
Los gestos de ese acto no parecían ser normales, pero tampoco parecían carecer de sentido, se notaba la concentración, la precisión de sus movimientos, ninguno innecesario, todo casi a la perfección. El licántropo se mantuvo en silencio, no iba a interrumpir algo que quizá era muy importante para alguien, como una especie de ritual. Una ultima reverencia parecía haber terminado con ese acto tan interesante, y posteriormente la contraria se reincorporo a la mirada de ambos se conectaban, a la par que sus palabras volvían a hacerse escuchar, unas con un significado claro, que no se contuviera al luchar, a lo cual solo asintió suavemente. Esa petición era un tanto difícil, aunque no quisiera hacerlo, de manera inconsciente iba a limitarse aunque fuera un poco, después de todo se trataba solo de una pelea amistosa, no quería lastimarla. Noto como la posición de su oponente comenzaba a mostrarse como tal, una que no había visto pero que parecía tener ese aire defensivo que él también ocupaba, suponía que le estaba permitiendo dar el primer ataque. Tomo una bocanada de aire suavemente, y luego dejo escapar este mientras llevaba su arma frente a él, aun cubierta por su envoltura, tomando la empuñadura y sacándola lentamente, hasta que el arma se despojo del Saya. Acto seguido, el licántropo se giro unos pocos grados con su frente hacia la derecha, pero su mirada conectada a la contraria, sujetando el extremo superior del Saya, con la extensión hacia atrás, y su katana con la extensión hacia abajo, empuñándola con la mano a un lado de su cabeza, con el filo apuntándola a ella.
Su posición se encontraba lista, pues el Saya también era una herramienta que ocupaba para combatir, pues el mismo había dominado una técnica con el y su katana, una defensa con la que siempre se había sentido cómodo y que incluso Rhonan le había felicitado por dominar. La brisa movía los cabellos de ambos en ese lapso de tiempo donde ambos se encontraban en sus poses de combate, y en un suave suspiro, una veloz zancada por parte del licántropo dio inicio al duelo. Agacho su cabeza a la par que dejaba ir su cuerpo hacia adelante para correr directamente hacia ella, llevando el Saya hacia un lado, amenazando con golpear el lado izquierdo de la contraria, pero esa solo había sido una finta, pues el Saya se desvió para dar un golpe en el lado derecho, más arriba de la cintura y no con mucha fuerza, a la par que el filo de ambas katanas se encontraban la una con la otra en un choque que genero el clásico sonido de los metales golpeándose. La mirada del licántropo no perdía esa calma tan notoria en él, era como si pareciera subestimarla, pero no lo hacia, en ningún momento lo hizo con ningún oponente, pues sabia que confiarse era un arma que podía acabar con su propio portador, por eso respetaba y admiraba a cada oponente que se enfrentaba. Empujo el filo de la contraria con el propio, solo para dar velozmente otro golpe con el Saya en el área del antebrazo izquierdo, y posteriormente dar un salto largo hacia atrás, volviendo a su posición de combate inicial, con la misma pose.
- Lo mismo le digo, puede atacar con lo que guste.- Dijo en un tono más serio.- Por eso es un duelo, si bien no probamos nada, hay que tratar de darlo todo, en honor al oponente que se tiene en frente.- Agregó, esta vez esbozando una suave sonrisa para indicarle que lo que decía era cierto, y preparándose así para un contraataque.
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Alek Layne
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Post by Alek Layne on Dec 29, 2017 1:11:36 GMT
Conectó su mirada con la del ajeno, prestando atención a sus movimientos e incluso a su respiración. Sostuvo con firmeza la katana y en cuanto le vio moverse se mantuvo quieta, mirando con cuidado cada reacción, percatandose de lo rápido que era a diferencia suya. Dio un paso hacia atrás, únicamente levantando su pie por un segundo para tomar impulso; corriendo a enfrentarle en cuanto tuvo oportunidad. El choque entre los filos era un sonido armonioso, quizá igual de fuerte que el que producía la cascada.
Los recuerdos le invadieron al instante.
Primeramente rememorando a su maestro afilando la katana que ahora ella portaba, seguido de ello, los enfrentamientos que tuvo con él y luego... Nada, únicamente un color rojizo manchando sus manos y el filo mismo. "Un sólo corte basta" Pensó mientras aflojaba la presión que ejercía en la empuñadura, recordando aquella época en la que había sido vendida. En un instante volvió en si al ver la amenaza de golpe, pero cayó en la trampa pese a imaginar que era un finta; sintió un golpe seguido de otro, más sin embargo se mantenía firme, mirando únicamente los ojos del ajeno, se desconcentraba al verlo. En cuestion de segundos ambos se separaron con un salto, Tian bajó el filo de su espada mientras le escuchaba con atención y recuperaba el aliento, ¿Por qué había tenido que recordar algo así? Chasqueo un poco la lengua y guardó silencio, percatandose de aquel tono más serio eigual de calmado, pero con un aire diferente. Ella lo había subestimado erróneamente. Tragó en seco al escuchar tal frase, debido a ello que sólo pudiese soltar un suave suspiro. - De acuerdo. -Musitó sin mucha emoción, cerrando con cuidado su ojo para tomar aire; debía concentrarse mejor. Tomó posición y mantuvo su vista lejos del asunto, confiando en su sentido auditivo y en sus enseñanzas. - No creo merecer tal honor, pero sólo permítame decir una cosa...- Comenzó a hablar mientras sus pies sentían con cada paso la tierra húmeda, avanzando más rápido y constante, encontrando nuevamente el sonido del filo de sus espadas, forzando al ajeno a responder a su ataque pese a que ella no lo veía. - ...no subestime su propia fuerza ni su potencial, soportaré lo que tenga que soportar. - Inquirió calmada, y en cuestión de segundos, llevó su cuerpo hacia abajo mientras se giraba, golpeando con su pie parte de las piernas del extraño para hacerle caer, sin soltar la katana que defendia su rostro. No esperó respuesta, únicamente dio un salto hacia atrás aprovechando que su contrincante habia caído, y permaneció silenciosa mientras sujetaba con fuerza la espada, sin intenciones de mirarlo aún. La licántropo no se contenía al luchar, sabía que podia poner más fuerza y velocidad en sus propios movimientos, pero al igual que ella; el sujeto que estaba al frente era aún más peligroso por la experiencia misma que poseía, Tian supuso fácilmente que ambos únicamente se contenían para no matarse en vano, ambos sabían el poder de un sólo corte; pero ella en cierto modo anhelaba sentir "ese" corte, finalizar todo, sentir dolor por primera vez, reencontrar algo que había perdido. Un deseo bastante egoísta. Bajó ligeramente el mentón y escuchó su alrededor, intentando deducir que tan rápido llegaría a ella. Pero antes de escuchar que el licán se levantase, ella sintió un fino corte en el rostro, pues la sangre salió lentamente de la herida. No sentía dolor ni ardor, sólo podía sentir ese espeso líquido cayendo lentamente por su mejilla. Al instante la herida comenzó a cerrarse, desvaneciendose como si nunca hubiese estado ahí; había sido tan fino el corte que la cicatrización fue casi inmediata, habia sido tan veloz que no se percató del momento en que recibió el corte por parte ajena. Dejó escapar una leve sonrisa y esperó a escuchar los pasos del hombre para saber en que momento comenzar de nueva cuenta, más concentrada, sintiendo fuerza en sus propias manos; como si su propio maestro sujetase por ella la katana y guiase sus movimientos.
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Post by Sieg Stahlzahn on Dec 29, 2017 3:05:17 GMT
Esperaba que sus palabras le llegaran a la contraria en ese momento, que le sirvieran para que no se contuviera a pesar de que él mismo lo estaba haciendo, ¿Con que razón reducía su fuerza? Miedo a un mal ataque quizá, a uno que no calculara y terminara en una herida grave para cualquiera de los dos. Cerro sus ojos durante algunos momentos, pensando en sus entrenamientos con Rhonan cuando vivía en Alemania, el como los constantes entrenamientos podían dejarle heridas graves de las que pocas veces se preocupaba, incluso, su mismo maestro terminaba por obligarlo a tratarlas. Esa nostalgia siempre se encontraba presente en el licántropo, como una marca impregnada en su alma, no podía negar que extrañaba los momentos que pasaba en la utopía del Escudo de Plata, que le gustaría volver atrás para jamas haberse ido, pero ese solo era un deseo lejano, imposible, ilógico realmente, pues sabia que es lo que había pasado tiempo después de su partida... El como la masacre le llego a tan maravilloso lugar, y como al muerte sello su final.
Sus ojos se abrieron lentamente al escuchar las palabras de la ajena, notando como esta cerraba su ojo, queriendo confiar en su otro sentido, lo cual le hizo sonreír suavemente casi de manera inconsciente, a la par que mantenía su posición, escuchando el choque de sus filos por el ataque contrario, y nuevamente escuchando la voz de la desconocida, palabras que de alguna forma hacían peso en el licántropo, pues eran palabras que reconocía, de un tiempo pasado, de sus dos maestros, quienes le decían siempre que confiara en su fuerza. A pesar de notar el siguiente movimiento de la contraria, se dejo caer al momento de que esta decidió lanzarlo al suelo, usando sus codos para evitar que su espalda tocara el suelo. No hubo movimientos innecesarios por parte del pelinegro, solo se acomodo para girarse y quedar con una rodilla apoyada sobre la húmeda tierra bajo él. Lentamente se levanto, y por muy breves momentos, pudo sentir el olor de ese liquido carmesí proviniendo de la contraria. Agacho la mirada a la punta de su katana, el muy pequeño y apenas notorio rastro de sangre en esta, ¿Podía dejar de contenerse como él le decía?... ''Subestimar a alguien puede ser tu perdición'' Las palabras de ese hombre resonaron en su cabeza, con una verdad absoluta, estaba siendo tonto en subestimar a alguien, incluso, ella podía considerarlo insultante, el ser subestimada, mirada en menos. Respiro profundamente, llevando su katana y el Saya hacia abajo, y cruzándolos entre si.- El dolor nos ve nacer... La guerra nos funde y nos moldea... La sangre nos forja...- Pronuncio en voz baja, más para si mismo que para ella a la par que cerraba los ojos, tomando muy lentamente la posición de combate que había tomado con anterioridad.- ... Desde el abismo... El aullido se escucha... Y el espectro... Se libera.- Concluyo en el mismo tono bajo, abriendo los ojos, listo para continuar.
Dio un paso hacia adelante, y luego, una veloz zancada que no tardo en dejarlo frente a la contraria, haciendo chocar sus filos nuevamente, pero no una, si no dos, tres, cuatro veces y contando, los ataques no dejaban de llegar en contra de la ajena, en movimientos que no parecían tener un patrón fijo, pero si eran precisos, sabían donde atacar, en que puntos negar un contraataque, y como evitar que la presión se redujera. Su mirada no se alejaba en ningún momento de su contrincante, y en un veloz movimiento, el Saya se encargo de golpear la muñeca de su oponente, y sin dar tiempo a alguna respuesta, los filos chocaron nuevamente, empujándola hacia atrás.
El licántropo llevo hacia abajo el filo de su katana, y luego hacia atrás a la vez que agachaba su cuerpo y sus pies y piernas iban hacia atrás, dando otra zancada en contra de la contraria, con una mirada más seria, fría incluso, comparable a la mirada de una bestia calculadora al momento de cazar a su presa. Un veloz corte al aire fue dado, moviendo muy suavemente los cabellos frontales de la contraria en el momento que la punta del filo de la katana paso a tan solo centímetros de su rostro, provocando un corte igual de leve que el de su mejilla, y luego alejándose de un salto hacia atrás, sin quitar su vista de su oponente, y manteniendo su pose de combate, ansioso por ver la respuesta a aquellos ataques.
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Alek Layne
La Resistencia
“Mi voz es un silencio sin adornos.”
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Post by Alek Layne on Dec 29, 2017 6:02:01 GMT
Si, siempre había odiado ser subestimada por los extraños y por su familia, ella sabía cuan fuerte podía ser, sabía cuanto había recorrido, sabía lo que era la humillación. La guerra era un lugar sangriento, y ella lo había superado, escaló desde lo más bajo del mundo, pasó humillaciones y escaló con fuerza para poder encarar la verdad, sobrevivió días de hambre y escaló; aprendió y aprendió, se olvidó de su "yo" del pasado y continuó por ellos, por ella. Escaló desesperada para subir al mundo que tanto odiaba.
Presionó con fuerza la empuñadura de su espada y respiró hondo, calmando sus instintos salvajes, manteniendo la quietud de su verdad con ella. Si, ella había aprendido a ver la violencia como una solución, la sangre como una armadura y un trofeo, pero también le fue enseñada una verdad; derrotar al enemigo sin necesidad de violencia era aún más placentero y satisfactorio. Ese recuerdo siempre la traía paz, las palabras de su maestro y la imagen de su rostro le traía sosiego.
Primero un paso, eso escuchó; seguido de ello lo que parecía ser un salto. Pero ella se mantuvo firme, no retrocedió ni cedió, sólo esperó a escuchar el filo.
Hasta que resonó con fuerza.
Velozmente intentó moverse, pero le era imposible; sonrió gustosa ante ello. Únicamente mantenía su katana contra la del ajeno, sin intenciones de retroceder siquiera un paso, presionando con fuerza e insistencia el filo de su arma. Los golpes poco le afectaban, no sentía nada; pero le bloqueaban sus movimientos a propósito, lo notó al instante, y en cuestión de segundos fue apartada hacia atrás. Sus pies derraparon contra el suelo, lanzando por un lado un poco de polvo. Habían sido aproximadamente cinco choques, todos en posición vertical a excepción del último que fue horizontal para ejecutar el golpe. Tian analizó ello con calma, debía usarlo, de una forma u otra ella era consciente que además de ser un enfrentamiento físico, también lo era mental. Las estrategias debían servirle.
En cuanto pudo escuchar de nueva cuenta al hombre su cuerpo se tensó, no hubo tiempo siquiera para reaccionar correctamente; pues en cuestión de segundos sintió nuevamente la sangre derramarse por su rostro junto con una bocanada fuerte de aire. Se quedó inmóvil, permitiendo que la herida se cerrase y la sangre fluyera. - Interesante...- Murmuró mientras bajaba por un momento el filo de su arma y con su pulgar quitaba la sangre, insistente en mantener sus ojos cerrados. Él era demasiado rápido y muy ágil, estaba en desventaja.
"Los ojos no sirven de nada a quien posee alma ciega, usa a tu favor tus sentidos y tu espíritu, usa tu debilidad como una fortaleza."
Repitió las palabras de aquella carta con sumo cuidado, ignorante siquiera de si el ajeno le escuhaba o no, palpando con sumo cuidado la sangre entre su pulgar y su índice, hasta que guardó silencio, y sin más, llevó su pulgar a su labio y lamio con cuidado su propia sangre. - Gracias...- Agradeció en voz baja, y sin más comenzó a correr a donde se encontraba el ajeno, colocando la espada a un costado suyo con el filo hacia abajo y sin siquiera pronunciar alguna palabra más. Más que un plan, estaba dejando que su cuerpo se moviese por si sólo, cuál río fluyendo. No subestimaba al ajeno ni ella se regocijaba de sus habilidades, únicamente confiaba.
El filo de su arma se encontró con el del ajeno, un impacto bastante fuerte que en cuestión de segundos hizo que ella se separase. La mujer atacaba fuertemente sin darle oportunidad de tocarle, atacaba con la punta de su espada cerca de la empuñadura del mayor para desequilibrarle y alejarse cuanto antes; así lo hizo varias veces, aturdiendole para que no pudiese correr a donde ella y mucho menos atacarle mientras lo hacía. Tian no miraba, pero en brevedad dio un salto, elevando la katana por sobre su cabeza, como si de un golpe final se tratase.
Una vez en el aire levantó sus párpados y lo miró, al instante su ojo se clavó en los del licántropo y su pupila se contrajo; un brillo color ámbar se hizo notar. Sus prendas cubrían parte de su rostro, pero por un momento se vio su semblante, serio y concentrado en atacarle directo al cuello. Pero antes de ser detenida por el extraño, giró su cuerpo y la espada también, para así, golpear con fuerza la espalda del ajeno con la empuñadura de su propia katana, tirandolo al suelo al igual que la espada contraria. Ella aterrizó encima de él, obligándole a mantenerse quieto a la par que ahora posaba la punta de su arma frente al rostro ajeno, prohibiendole tomar nuevamente su arma a pesar de lo cerca que estaba. No, no habia ganado, solo intentaba manejarlo antes de que se le escapase de las manos.
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Post by Sieg Stahlzahn on Dec 29, 2017 16:24:07 GMT
A su nariz había llegado nuevamente el olor de la sangre de la contraria, por unos breves momentos luego de haber efectuado ese corte leve y rápido, uno que no iba con la intención de generar una herida que ella no pudiera curar. Por alguna razón sentía cierta impaciencia de ver como la contraria iba a responder a sus ataques, después de todo, la razón de ese combate, al menos para él, era comprobar la capacidad de su oponente con esa arma, y hasta ahora, se estaba llevando una muy buena impresión sin duda. Aunque fuera el mínimo gesto, el licántropo los observo con sumo detenimiento, incluso el hecho de que ella probara su propia sangre, ¿Por qué se le hacia conocido ese gesto? Lo recordaba, su maestra tenia esa costumbre, y no solo con la suya, si no con la de sus enemigos, ella siempre había sido alguien tan fuera de lo normal, que el interés que le causaba al pelinegro era bastante, aunque ese ultimo tiempo, nada había sido como él esperaba, era como si el destino hubiera querido que las cosas lentamente empeoraran, sin poder hacer algo para evitarlo... Un choque de pensamientos que lo había superado en todo sentido, pero prefería dejar de pensar en ello, y seguir concentrándose en la batalla.
Su mirada se afilo de inmediato cuando la contraria comenzó a correr en su dirección, pero a la vez que una suave sonrisa se volvía a esbozar en su rostro, recibiendo gustoso el filo contrario con el propio, sosteniendo su katana con su diestra y bloqueando con esta, solo encargándose de eso realmente, bloquear, mover su katana de forma que el filo contrario no alcanzara su piel o su ropa, sin quitar su mirada del rostro de la ajena. Su cabeza se mantuvo quieta, pero sus ojos se dirigieron hacia arriba cuando ella dio un salto, como si se preparara para acabar con ese duelo amistoso, pero había algo, un duelo amistoso no iba a terminar en un ataque de tal letalidad, no había razón de ser ''Una finta...'' Pensó, volviendo a sonreír de manera suave y bajando su arma en el momento que la empuñadura del arma contraria golpeo su espalda y lo obligo a caer, siendo apuntado con el filo de la katana de oscuro tono. El licántropo suspiro mientras alzaba la vista.- Esa fue una buena finta, no cabe duda, su habilidad con la katana es precisa y limpia... .- Halago mientras desviaba la mirada a la suya, ¿Cuantas veces se había visto en esa situación mientras entrenaba? Caída, levantarse y seguir, esa fue su rutina durante tantos años... Años que le habían dejado demasiada experiencia, incluso más de la que alguna vez espero.
Volvió a mirar al frente, sin mover el cuerpo, manteniéndolo tranquilo, incluso en la mirada del licántropo podía verse su calma, ¿La razón? Su Saya aun se encontraba en su mano, y en un veloz movimiento, golpeo la katana de la contraria con este, y luego su mano para alejar el filo de su rostro. Su cuerpo esta vez se movió, de manera que lo giro y uso sus piernas para desequilibrar a la contraria y hacerla caer, y así, dar una zancada a la par que tomaba su katana, quedando a una distancia considerablemente segura de ella, y en lo que se levantaba, el pelinegro ya se había vuelto a poner en su posición de combate que lo caracterizaba, una tanto defensiva como ofensiva que le permitía reaccionar a múltiples situaciones.
Su vista no se alejaba de su oponente, definitivamente era una de las batallas que más estaba disfrutando en bastante tiempo, sin limitaciones, dejando que la verdadera fuerza de ambos se mostraba, ¿Pero esa era la verdadera fuerza del licántropo? No aun, aun le quedaba la razón de su apodo en esa época de General, la razón de haber sido temido por varios de los hombres enemigos en las guerras, la naturaleza del nombre Aullido Espectral. Respiro profundamente, para luego dejar escapar el aire mientras cerraba los ojos, escuchando los sonidos de la naturaleza que lo rodeaba, recordando los momentos del pasado, una de las guerras, dejando que ese recuerdo lo envolviera momentáneamente, para luego abrir los ojos con una determinación notoria en ellos. Dejo caer el Saya al suelo, moviendo su katana para que el filo fuera hacia atrás, esperando que la contraria estuviera lista para seguir, y cuando lo estuvo, su siguiente movimiento se efectuó. Rápidamente lanzo la katana al aire, como lanzándola en dirección a la contraria, y rápidamente, comenzó a correr en dirección de ella. El cuerpo del licántropo cambio drásticamente, el pelaje albino se hizo ver, los ojos bicolor destacaban en el pelaje blanco que lo cubría, y de un salto, la empuñadura de la katana quedo en su hocico, cayendo en dirección a la contraria, causando que los filos volvieran a chocar. Los choques comenzaron a hacerse escuchar rápidamente, mientras el licántropo daba ataques totalmente limpios, sin ningún movimiento innecesario en ellos, cambiando de lado la katana en su hocico con cada uno, y en un movimiento, haciéndole retroceder con un choque de sus katanas, dando un salto y volteándose para empujarla fuertemente con sus patas traseras, obligándola a caer al suelo, y dando un salto para alejarse de ella, volviendo a mirar, y acomodando mejor la empuñadura entre sus fauces.
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Alek Layne
La Resistencia
“Mi voz es un silencio sin adornos.”
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Post by Alek Layne on Dec 29, 2017 21:19:37 GMT
La licántropo observó atenta los movimientos del contrario, pero perdiéndose vagamente en los ojos del hombre, quien lucía calmado pese a estar siendo apuntado; algo planeaba. Al instante la mujer desvió la mirada a la mano del contrario, quién aún mantenía el Saya en ella. Lo había olvidado. Ella intentó moverse, más sin embargo fue demasiado tarde, sintió el golpe en la katana y luego en su mano, obligándole a soltarla. El ajeno logró desequilibrarle y ella a punto de caer sólo pudo ver como daba una zancada; la había leído tan fácilmente. Tian soltó un suave suspiro y sin más, giró su cuerpo con velocidad antes de caer al suelo, apoyando su mano en la tierra para mantener el equilibrio, a la par que elevaba su mirar a donde él, alcanzando su arma sin apartar su vista. Ambos estaban listos.
Mantuvo su mirada en él, intentando leer que haría; pero con sólo ese instante en que el mayor soltó su Saya la mujer dudó, pues algo estaba diferente. En cuanto pudo se colocó en posición defensiva, esperando a que fuese directo a ella, expectante. En cuestión de segundos vio la katana ser lanzada a donde ella, la vio sin perderle de vista, hasta que reaccionó que debía verlo a él... Pero en cuanto le vio se quedó perpleja y sin voz; ese sujeto también era un licántropo y eso sólo empeoraba las cosas. Aquel pelaje color blanco hizo que algo en su interior se quebrase por completo. Sujetaba con firmeza la empuñadura de su arma pero aquellas manos temblaban, algo había cambiado. Estaba dudando. Sin demorar demasiado avanzó de frente con el licántropo, haciendo que sus armas se encontrasen nuevamente; Tian se defendía sin ganas, sus movimientos eran un poco más lentos y su vista se mantenía en otro lado, intentando no verle.
Inconscientemente bajó su arma y en cuestión de segundos sintió el fuerte golpe en su cuerpo, golpe que le hizo caer y rodar por el suelo debido a su falta de atención. Su katana se había escapado de entre sus manos vendadas y únicamente cayó al igual que ella, lejos de su alcance.
El cuerpo tendido de la mujer permaneció ahí, de costado y desvaneciendose lentamente, su respiración aún se percibía pero poco a poco se iba. Hubo silencio por su parte hasta que su cuerpo se giró, quedando su espalda contra el suelo y su antebrazo cubriendo parte de su rostro. La mujer mordió con fuerza su labio, provocando por error que sangrase; se notaba que estaba mal, y ella unicamente cubría su rostro con vergüenza ante la impotencia que sentía, no podía creer que era él. No, no era él, pero se parecía demasiado... y eso le afectaba de una manera terrible.
Tenía una oportunidad... ¿O no?
En cuestión de segundos la mujer se reincorporó y la herida de su labio se cicatrizó. Giró su rostro hacia la dirección contraria donde estaba el sujeto; ella no deseaba que la viese en ese estado, a punto de derramar lágrimas. Tian se reincorporó por completo, apoyando su mano en el suelo para moverse más rápido. Una vez lista, comenzó a correr a donde se encontraba el enorme lobo; estaba tan apresurada y centrada en llegar a él que ni siquiera se tomó la molestia de recuperar su katana. Ella corrió de frente, clavando su vista en los ojos del mayor para no darle pista de lo que haría. Sin más, la mujer dio un pequeño salto y su cuerpo se derrapó contra el suelo, llegando directo a él por debajo, era una finta. No se hizo esperar y ,en cuestión de segundos, la mujer giró su cuerpo, golpeando con sus piernas las patas traseras del licán, tirandolo por un lado. Ella salió de ahí y dio un golpe fuerte con su palma extendida al costado del albino, no queria que se moviese; pero habia un problema. La katana.
Miró el hocico del animal y una vez que este se reincorporó; Tian sujetó con fuerza una de las patas delanteras del ajeno e hizo un movimiento como si de una pluma se tratase; un kotegaeshi ejecutado limpiamente, imponiendo el peso y la fuerza contraria a su favor.
El lobo cayó y ella sin soltar su pata se atrevió a quedar encima de él. Era su oportunidad. La mujer lo miró con dolor y sin pensarlo demasiado sujetó con fuerza la katana que aún se encontraba en el hocico ajeno, intentaba tomarlo por la empuñadura pero no podía; en su desesperación la tomó con ambas manos por el filo, forcejeando con el extraño para que la soltase, derramando en vano su propia sangre pero sin inmutarse siquiera ante ello. Forcejeó hasta que finalmente logró despojarlo, y en cuanto la tuvo, la arrojó por un lado.
Hubo un breve silencio mientras ella miraba sus vendajes mancharse y luego lo veía a los ojos. Entrecerró con lentitud sus párpados mientras acercaba sus manos al pelaje del hocico del lobo, manchando al instante.
- Alek...-
Fue lo único que se escuchó de entre sus labios, casi imperceptible por el dolor que su voz dejaba escuchar; una vez dicho ello, la mujer soltó al ajeno y agachó su cuerpo, ocultando su rostro en el pelaje color blanco, bajando lentamente sus manos al pescuezo del animal, presionando suavemente. Habia un sutil tremor en sus manos y un silencio incómodo.
No dijo más, no era capaz de más en ese instante.
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Post by Sieg Stahlzahn on Dec 29, 2017 23:36:11 GMT
Los ojos bicolor del licántropo se mantenían fijos en la ajena, en que haría como siguiente movimiento luego de que el lobo albino mostrara una de sus mejores habilidades, pelear con la katana en forma de Horris Lupus. Nada ocurrió de momento, la ajena solo se encontraba de espaldas en el suelo, con su antebrazo cubriendo su rostro, o al menos parte de este, ¿Había sido muy brusco? No, no era el caso, había algo más, algo que no estaba previsto en esa pelea. La duda se hizo notoria en el lobo de blanco pelaje, incluso en el momento que la contraria se levanto, rápida, como si el ataque no hubiera sido recibido, pero nuevamente, el licántropo noto que había algo que no estaba bien en ese momento, afilando su mirada, expectante, ansioso incluso, pero con una corazonada que le decía que no debía contraatacar. El primer indicio que le mostraba que algo sucedía con ella, era que ni siquiera se había tomado la molestia de recoger la katana que se suponía significaba tanto para ella, ¿Por que razón? Quizá se había cegado por la batalla, pero incluso así, no parecía que ella fuera tan impaciente por algo, o quizá estaba analizando la situación de sobremanera. Observo con claridad los movimientos de su oponente, mirándola pasar por debajo suyo y botarlo hacia un lado por medio de un golpe a sus patas traseras. Acto seguido, recibió un fuerte golpe en su costado, por parte de la palma abierta de la contraria, y aun así, no iba a soltar su arma que permanecía sujetada en su hocico gracias a la empuñadura de esta. Una de sus patas delanteras fue sujetada con cierta fuerza, podía notar como la ajena era más fuerte de lo que se mostraba, aunque eso lo había comprobado tan solo con los choques de espada que habían tenido hasta hace unos pocos momentos, pero el sentimiento que la llevaba a hacer uso de ella en ese instante era totalmente desconocido, pero el objetivo totalmente claro, despojarlo de su katana. Se dejo caer al suelo con la fuerza que ella había impuesto, dejando escapar un corto quejido por el movimiento recibido, y aun dudoso de cual era la intención de la contraria. La ajena había quedado sobre él, mientras este la mirada directamente a su ojo con esos ojos heterocromaticos, mostrando cierta confusión, pero a la vez mostraban esa tranquilidad del licántropo ante la situación, después de todo, también había sido entrenado para mantener la calma en cada situación que se le presentara. La mujer intento tomar la katana desde su empuñadura de forma fallida, no había forma de que el licántropo la soltara, no estaba dispuesto a dejar caer su arma. Hubo algo que le hizo abrir los ojos con preocupación, fue el hecho de que la mujer tomara la katana con sus manos desde el filo, forcejeando, con una desesperación notoria para despojarlo de su arma. Cuando por fin reacciono, no dudo en soltar el arma de sus fauces para ver como era arrojada hacia un lado con los rastros de sangre manchando la hoja, pero se encontraba más preocupado por la mujer que aun se encontraba sobre él. Los ojos de la contraria mostraban dolor... Algo que de alguna forma reconocía, dolor de una perdida... De recuerdos del pasado que hacen mella en ti de manera que parecieras morir por dentro, conocía perfectamente ese sentimiento.
''¡¡N... no...!! Alger... Anastasia... N... no es... posible...'' Las memorias volvieron a su cabeza casi al instante al verla en ese estado, se veía a él mismo, afectado, ensangrentado y en un llanto indetenible al verla en ese estado emocional. Pudo escuchar apenas las palabras de la contraria que lo hicieron volver un poco a la realidad en la que se encontraba ''Alek...'', repitió esa palabra en su mente durante algunos momentos en su cabeza, mientras esta lo soltaba, y a la vez se ocultaba en su pelaje, como una pobre niña incapaz de soportar una tristeza, un dolor naciente que carcomía su piel... como él mismo el día en que sus propias garras y dientes, cegaron la vida de los seres que más quería en el mundo, su propia familia. Sintió esa presión en su pescuezo, era leve, sin fuerzas, sin ganas incluso. El licántropo pudo sentir ese temblor en sus manos, en su cuerpo en si, ¿Que debía hacer en esa situación? ¿Cual era la manera correcta de actuar? No lo sabia del todo, pero dejando que su instinto lo guiara, se movió para acomodarse de manera que pudo acercar su hocico al rostro de la mujer, moviéndolo suavemente, causando que dejara ver su cara, mientras la expresión de sus ojos mostraba amabilidad, comprensión... Mostraba entendimiento de aquel sentimiento.- Algo la aflige... Algo no la deja tranquila, ¿No es así...?.- Pregunto en un tono amable, a través de la mente con esa curiosa habilidad que esa forma le brindaba.- El dolor... Puedo notarlo en su mirada... La perdida de alguien... El sentir que se esta solo luego de ello.- Agrego mientras se mantenía observándola, dejando que el peso de sus propias palabras cayera sobre él.
''Solo porque conoces ese sentimiento...'' Volvió a acomodarse, de manera que esta vez ella pudo estar más cómoda en su pelaje, si ella lo encontraba reconfortante de alguna manera, y si eso podía ayudarla aunque fuera un poco, no iba a negarle tal acto.- Se que solo soy un desconocido que no tendría razón de decir esto, pero...- Se pauso unos momentos mientras ladeaba un poco la cabeza, aun con las miradas de ambos conectadas.- Si necesita a alguien que la escuche, que comprenda ese dolor, ese sentimiento... Le doy mi palabra, jurando sobre mi honor, que lo que usted diga no saldrá de mi persona, ni siquiera el día en que la muerte me reclame.- Sentenció, esperando poder darle algo de confianza... Algo que alivianase esa carga que sentía, pues a pesar de todo, los demonios del pasado pueden ser enemigos... Que es imposible destruir solo. ''Así como tú lo intentaste...''
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Alek Layne
La Resistencia
“Mi voz es un silencio sin adornos.”
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Post by Alek Layne on Dec 30, 2017 2:12:00 GMT
Se sentia débil, siempre había tenido ese problema con sólo ver lobos blancos; su gemelo bien pudo ser uno igual, bien podría haber sido como cualquier otro lobo, pero el destino simplemente era cruel. No, ella nunca conoció al Alek mayor, nunca sería capaz de verlo nuevamente, pero ver otros licán con dicho color siempre le resultaba doloroso, un sólo pensamiento surgía con sólo verlos "Quizá así pudo haber sido..." "Quizá", la constante duda siempre le carcomia y le ponía de nervios, le dejaba mal. Se limitaba a imaginarlo y callarse, culparse continuamente. La licántropo calmó su respiración, apretando suavemente unos cuantos mechones de pelaje contrario, sintiendo a los pocos segundos como era motivada a elevar el rostro; encontrándose con aquellos ojos bicolor. Los miró, permaneció con un semblante apacible pese a todo, clavando su mirar sin mucha emoción en ellos, despertando finalmente de la ilusión; despertó gracias al aroma que desprendía el otro, aunque el olfato de la mujer era algo pobre, sabía diferenciar, y ciertamente, ése aroma no era lo que recordaba... pero no le disgustaba. Le traía calma.
Escuchaba sus palabras con atención pero sus acciones parecían dictar lo contrario; sentía su amabilidad y como le brindaba esa confianza. No podía separar su vista de aquellos ojos, pero le resultaba imposible siquiera hablar de aquel tema con tal sujeto, si, le interesaba ese hombre al ser tan peculiar, pero jamás hablaría de algo tan importante sólo para calmar esos nervios que tenía siempre, por más curiosidad que tuviese no podría abrir fácilmente esa puerta. No habló en ese momento, estaba avergonzada como para hacerlo, únicamente bajó la mirada y soltó aquellos mechones rojizos que tenia entre sus manos, dejando caer lentamente su cuerpo sobre el del ajeno, reposando cual ligera pluma. - Así que se dio cuenta ¿Eh?...- Murmuró mientras apegaba su rostro como si nada al otro, escuchando con sumo cuidado el palpitar contrario. Ella hablaba más acerca del hecho de que él pudiese notar que era mujer, irónicamente era el primero en hacerlo durante su estancia en Mirovia. Un suspiro escapó de sus labios y sin más dejó caer sus párpados por un momento, intentando fingir que todo aquello no había pasado; su ataque de paranoia y las palabras que le fueron dedicadas, nada había ocurrido, eso quería imaginar. Simplemente se rindió, ocultó su rostro entre el pelaje y se limitó a respirar; todo era tan cálido comparado con el frío al que estaba acostumbrada.
" Es normal tener miedo..."
Las palabras de su hermano resonaban con fuerza en su cabeza, siempre tan gentil al intentar calmarle incluso cuando ella sabía que todo era una mentira... Sin más, dejó escapar otro suspiro y lentamente se dejó caer por un lado, rodando al suelo sin mucha culpa o prisa; su espalda quedó contra la tierra y sólo pudo cerrar los ojos un momento, ya más tranquila. - No soy el único al ver dolor, pero por ahora... es muy pronto para que ambos hablemos de eso ¿No es así? - Cuestionó con seriedad y amabilidad mientras giraba un poco su cuerpo, colocándose de costado para verlo con calma. Se limitó a verlo por unos breves segundos hasta que regresó a la posición de un principio, relajada sobre la humedad del suelo, cicatrizando lentamente sus heridas pese a que seguían sangrando. - Agradezco su amabilidad, pero por ahora no la necesito y mucho menos la merezco; aunque igual me atrevo a ofrecerle lo mismo pese a todo, incluso sin un ojo soy capaz de ver lo obvio. - Murmuró, de algún modo u otro estaba huyendo de la posibilidad de sentir confianza, pero se mantenía ahí, intentando ayudar a quien le ofreció apoyo antes. -Será mejor que me vaya, aún tengo cosas por hacer...- Explicó calmada, no quería siquiera hablar sobre sus problemas personales pues era bastante reservada respecto a ello. Auque ella había dicho que se iría, permaneció un momento en el suelo, reposando su cuerpo, no era dolor pero sentía pesadez; sería bastante difícil moverse si no recuperaba la fuerza necesaria, había hecho demás por la paranoia.
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