Post by Boher Sargas on Dec 28, 2017 2:08:44 GMT
Había sido un buen día.
Para Boher no había nada mejor en el mundo que pasar algo de tiempo con personas que amabas o querías, recordó el hermoso sonido por parte de el violín de su amigo Denard, el cual a penas si se atrevía a desempolvar, era una lástima, a veces le gustaría que fuese músico en vez de detective, siempre que se enteraba de un nuevo caso tenía el corazón en la garganta, tenía miedo de que algo pudiera pasarle, era una verdadera lástima que el mundo fuese igual de peligroso estés donde estés, aún si son de la misma especie. Boher dejó una tetera al fuego con algunas hierbas y agua que había sacado del lago de las hadas, pues era mucho más fresca y limpia que la del lago que tenía del bosque de los susurros. Y para el té, era excelente. El minotauro revisó un poco los estantes, logrando sacar una canasta donde había algunas moras y galletas de avena.
Intentó sacarse los pensamientos malos de la cabeza. No era nada bueno aquellos sentimientos para las pobres almas del bosque que a penas si podían cargar con sus propias tristezas.
Sonrió para sus adentros recordando la cálida charla que pudo haber durado horas si tan solo anocheciera más despacio, o si Denard no tuviera cosas que hacer, Boher se metió una galleta a la boca mientras veía el cálido fuego que a penas estaba por chispear en su chimenea, sonrió al recordar ciertas situaciones que le habían pasado con el tiempo.
Recordó a la pequeña sirenita de colores alegres, al zorro de ojos llorosos pero un gran corazón y valentía, ¡Qué disparate aquel de los piratas, y de la casa embrujada! Boher reprimió una carcajada al recordarse a sí mismo correr por el bosque con aquellos arcanos entre sus brazos, al menos todo había terminado bien. En serio quería volver a verlos.
También vino a su mente al pequeño arconte de cabellos largos y sonrisa brillante, con tantas ganas de platicar a pesar de las heridas de su cuerpo, y que portaba aquellos cálidos sentimientos muy a parte del sufrimiento del pasado. Ojalá el pudiera hacer lo mismo. Tan solo contarlos como historias de muy atrás…
No se olvidó del par de arcanos que lo habían ayudado a deshacerse de los peces del lago de las hadas, su cuerno sin punta lo recordaba también, Boher se metió otra galleta a la boca, poniéndose de pie solo para acercarse a la tetera que ya chiflaba, señal de que el agua ya estaba lo suficientemente caliente como para servirse.
Muchos recuerdos vinieron a su mente: El baile, el momento en el que conoció a Cereza, al rubio amargado y a la mujercita con cabellos de plata. Suspiró, observando la taza llena de aquel líquido con sabor agridulce, así como sus pensamientos. Era tan hermoso saber que había gente por la cual salir adelante, por la cual olvidar todo el dolor del corazón… Y a pesar de los pocos momentos en los que pasaron juntos, en el fondo, los quería a todos. A cada uno de ellos, incluso a los integrantes de los Light Riders, los cuales tan solo había visto una que otra vez entre la junta o en algunos puntos de Mirovia. No importaba.
Boher revisó la lista de deberes que a veces anotaba en caso de que llegara a olvidar algo, y revisó una canasta que siempre llevaba cuando iba a comprar algo al mercado: Tenía la fruta, la leche, la harina de trigo y algunos huevos. El minotauro quitó las cosas de la canasta para acomodarlas en su cocina, hasta que un último objeto se quedó solo, pequeño y brillante entre los hilos de palma entretejidos.
Un botón de plata.
El minotauro lo tomó entre sus manos de manera tan delicada que no se creería que los dedos de semejante arcano pudiesen hacerlo. Boher lo acercó a su rostro, intentando ver el grabado muy a pesar de su vista que ya estaba fallando por la edad, pudo notar el semblante de un lobo acompañado de unas espadas. Un diseño bastante peculiar. No sabía en qué pudiera utilizarlo, pero la muchachita en Reapergate antes de llegar a su hogar se veía tan desesperada por venderlo que no lo pensó dos veces.
“Por favor, señor, es para pagar unas medicinas para mi amo, no tenemos el dinero suficiente para pagarlas, acepto lo que sea”
Boher le había dejado una buena cantidad de Mirvos, y aunque con el dinero era suficiente, el hombre se había desecho de uno de sus aretes de cristal azulado para dárselo a la muchachita. Un arete por una vida. Un costo bastante pobre para algo tan valioso, y si no fuese por que el objeto le había causado suma curiosidad, le habría rogado que se lo quedase, para que pudiera venderlo a otra persona.
Pero había algo encantador en él.
¿Qué era?
El hombre acomodó el botón dentro de el bolsillo de su chaleco, de seguro habría algún saco por ahí que necesitara un botón nuevo.
A punto de ir a buscar alguna prenda de ropa, justo en medio de la casa un dolor en el pecho le carcomió tanto el cuerpo que tuvo que sujetarse de una silla, el hombre tosió un par de veces, tomándose la cabeza. ¿Se habría levantado muy rápido? El hombre caminó un par de pasos hasta llegar a su sillón y se sujetó con firmeza, levantó la mano, estaba temblando.
¿Por qué?
Algunas gotas de sudor se extendieron por su frente, sintiéndose extrañamente enfermo.
―Me estoy volviendo viejo cada vez más rápido ―Se quejó Boher mientras caminaba hacia su cocina. Estaba seguro de que tenía algunos remedios para la fiebre. Un ruido le sacó de su dolor de cabeza, volteando hacia atrás. Lo único que pudo ver es el haz de luz que daba la chimenea y algunas chispas revoloteando dentro de la misma.
Boher se quedó totalmente en silencio. Quizás había sido algún animalillo del bosque.
Para su decepción no tenía las hierbas contra la fiebre, debieron habérsele acabado la semana pasada cuando pasó casi dos días en cama por andarse mojando bajo la lluvia de regreso a casa, los días estaban fríos, habría que tener cuidado, más con un cuerpo tan acabado como el suyo.
“Quizás Cereza tenga algunas”
Pensó el hombre mientras intentaba ignorar el dolor de cabeza que se ensanchaba por sus oídos hasta la nuca. Si quería deshacerse pronto de aquello, debía de partir de una vez, al fin y al cabo, Reapergate no estaba demasiado lejos. El minotauro posó su mano sobre la perilla de la puerta, y al abrirla, sintió una gran fuerza cerrarla de pronto, el hombre se hizo hacia atrás algunos pasos frunciendo el ceño.
Una sonrisa brilló entre la oscuridad acompañada un punto de color violeta como los suyos, aunque tan solo uno lo miró, pues el otro estaba cubierto por una tela de color negro como la oscuridad. El individuo acarició la madera de la puerta con sus dedos enguantados, hasta separarlos uno por uno, Boher apretó los puños en señal de advertencia mientras se separaba de la figura que impedía que saliera de su casa.
―¿Ibas a algún lado? ―Una poderosa voz femenina se hizo presente, haciendo eco en toda la casa tan vacía y silenciosa hasta el momento.
―¿Qué quieres? ―Boher clavó sus ojos en los de la mujer. ―Si lo que quieres es dinero, llévate todo lo que quieras, pero tan solo vete lo más rápido que puedas, no quiero tener problemas.
El sonido del tacón no fue lo único que se escuchó, el picotazo del hierro contra la madera también sucumbió contra el silencio, y pronto la luz de la chimenea hizo brillar la parte más filosa de un arpón que utilizaba como pierna, mientras el saco se movía de un lado a otro debido al constante movimiento de las piernas de la arcana. Era alta, incluso tanto como Boher, con un parche sobre algunas cicatrices en el ojo izquierdo, tenía el cabello tan blanco como la nieve y la sonrisa opaca, casi grisácea al igual que su piel.
―Solo quiero que se siente, Boher Sargas ―La mujer apoyó uno de sus pies en su estómago, con la sonrisa de oreja a oreja, el minotauro intentó detenerla, pero a cada movimiento que hacía, el dolor en su pecho y cabeza incrementaban, el pie de la arcana lo empujó con fiereza hasta que el hombre cayó en una silla, siendo arrastrada hacia atrás debido al peso de su cuerpo.
―¿Quién eres? ―Jadeó Boher mientras miraba hacia abajo, de pronto cansado… tan cansado…
―No importa quien soy, Sargas ―La mujer se sentó en uno de los sillones, cruzando la pierna buena mientras comía algunas de las galletas del hombre y bebía un poco de té ―Solo importa que el show está a punto de comenzar.