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Post by Evangeline on Jan 18, 2018 17:43:06 GMT
Desconocía las circunstancias que lo habían llevado a negarse de recibir bondad y gratitud. Era una de las preguntas que deseaba poder hacerle pero aunque tuviera el permiso del hombre para extenderlas hacia él, se resistía ya que podía percibir una gran resistencia de su parte. Fue testigo de ello, al momento en que se refugió en el calor de sus palmas, ocultando seguramente una pena que le invadía el rostro. Las manos sobre sus brazos se presionaban mas no de forma dolorosa. Se aferraban a ella temerosas de dejarse ir, de perderse entre ese miedo que justamente mencionaba. El rostro de Evangeline se llenó de aflicción; sintió dolor por él. Estaba siendo víctima de su profunda empatía que la hacía acompañarlo en esa pena que estaba sintiendo casi como si fuera suya. Le escuchó, abriendo sus oídos para permitirle ser cofre de aquellas emociones que le invadían. Agitó suavemente la cabeza, negándose a lo que estaba escuchando. Bajó hasta dejar descansar su cabeza sobre la del hombre, refugiándolo por un momento. -Para nada señor. ¿Quién soy yo para juzgarlo?- rozó su mejilla contra el cabello aún húmedo del amphitere. -Tal vez usted no lo sepa- susurró -pero cada segundo que pasa usted con esa carga se vuelve más y más pesada... terminará más roto que antes; incapaz de ver con claridad. Si su visión al futuro se encuentra ya nublada... terminará envuelto en las tinieblas-. Suspiró. Había sido testigo de muchas vidas que se eclipsaron en el dolor de una pérdida, en el frenesí de la venganza; manchadas entre el sufrimiento de existir en una realidad incompleta. No le deseaba eso a nadie y menos a alguien que hasta ahora no había hecho más que darle una luz para alumbrar su camino incierto. Movió sus manos para envolver las mejillas de Ivka enter sus palmas. Alzó el rostro ajeno, asomándose para mirarlo a los ojos. Podía ver esa vulnerabilidad hablándole con la mirada; con la minúscula sonrisa que se dibujaba resignada ante ella. -No tenga miedo; no sufra en soledad. Créame, para mí la felicidad reside en poder ser de ayuda para quien lo necesite, en este caso usted. No puedo mantenerme aislada de su dolor si lo tengo aquí enfrente- una minúscula sonrisa se dibujo en su rostro antes de aproximarse a él para depositar un pequeño beso en su frente. -El miedo es... inevitable pero hay que espantarlo, hacerlo que se vaya lejos; déjeme ayudarlo para que así sea-.
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Post by Ivka Lawson on Jan 19, 2018 8:13:23 GMT
Estaba acostumbrado al frío, la sensación helada sobre la piel misma que se ocultaba con temor tras un pequeño manto y una solitaria vela; ese era el recuerdo más burdo que poseía casi por completo, era inquietante el simple hecho de revivir nuevamente el pasado. Las palabras no llegaban a oídos sordos, ¿Cuántas veces había escuchado aquello? Demasiadas, pero siempre era lo mismo, el resultado siempre daba a la limitación de sus sentidos y sus palabras; se sentía afortunado de recibir ayudar de varios, pero el simplemente se negaba. No buscaba librarse de aquellas cargas que portaba en la espalda, anhelaba recordarlas cada día por el simple hecho de que le mantenían con cordura y estabilidad. Le brindaban una libertad bastante limitada a la que nunca estuvo acostumbrado. - Claro que lo se, sería imprudente de mi parte no saberlo siquiera... Pero aquellos que han quedado ciegos por el miedo desde hace tiempo no pueden ver nuevamente; quienes se rompieron en fragmentos por cuenta propia en el pasado no tienen el derecho a querer ser una pieza completa en el futuro, porque ¿Qué se necesita para poder estar completo, cuando lo único que completaba tu ser y tu existencia misma ha muerto por culpa de tu egoísmo? - Las palabras escapaban con suma tranquilidad mientras que sentía las manos de la fémina rodear su rostro, cálidas y delicadas manos que intentaban convencerle. Aquellos ojos sumidos en cansancio la miraban, perdiéndose vagamente en los orbes cristalinos, tan puros y nobles. Era sofocante pero agradable, y sus palabras le hacían sentirse agitado, provocando que su interior se estremeciera. Cada fragmento de su persona se resquebrajaba poco a poco, pero procuraba mantenerse hasta que la hora le llegase; por primera vez sentía que podía soltar aquellas cargas que le pesaban con suma satisfacción únicamente para tomar un respiro. Si, eso necesitaba, descansar un momento de todo y todos... y luego seguir con ello nuevamente.
No reaccionó hasta que sintió los labios contrarios sobre su piel; provocando que el dragón elevase ligeramente el rostro para verle. Mantuvo un semblante apacible pero confundido, limitando sus propios movimientos y siendo capaz de únicamente alejar sus manos de ella. Él era terco y estaba consciente de sus propios problemas, sabía que eran menores comparados con otros, y por ello se acostumbraba a pensar que era algo mínimo y normal, una decadencia mundana. - Bien. - Murmuró con cierta duda, a la par que posaba sus manos sobre sus propias piernas, presionandolas con un tanto de nervios. - Intentarlo no causará daño, y confío en que se abstendrá de sentir lástima o pena... Es lo que menos necesito. - Añadió con cierta crudeza, apartando su rostro de ella y agachando la cabeza con cuidado; sin esperar demás, el amphitere se dispuso a sacar su reloj del bolsillo, manteniendolo cerrado en su propia palma. Se refugiaba en él, al igual que sus recuerdos.
- ¿Por dónde empezar? - Preguntó, ni siquiera sabía como se hacían esa clase de conversaciones, pues hablar de sí mismo era algo nulo; no lo hacía. Un suspiro escapó de sus labios, redirigiendo su mirada a aquel rostro tan gentil. La observó con cuiado y analizó con discreción; no le mentiría, pero tampoco deseaba contar toda la verdad de sus memorias.
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Post by Evangeline on Jan 19, 2018 17:31:44 GMT
Le sonrió, sintiendo una pizca de orgullo. No diría que parecía ser desesperación pero una chispa de esperanza la que seguramente habitaba en el corazón del amphitere.... aunque bien podría ser resignación. Fuese lo que fuese, abriría su corazón para contar su historia y Evangeline escucharía, con la mente y oídos abiertos, sin sentir lástima o pena. Concentraría sus capacidades en buscar la mejor solución o encaminarlo a ella, pero fuese lo que fuese, comprendería las circunstancias que lo marcaban; ese era su propósito. Bajó las manos hasta su regazo donde se mantuvo quieta por un instante, correspondiendo a la mirada impuesta sobre ella. No se sentía extraña ni ansiosa por ello, muy a pesar de que la luz cada vez era menor, dejándolos casi en las tinieblas. -No se agobie por empezar por tiempos coherentes... expláyese. Si su corazón necesita hablar, que hable con lo que sienta en este preciso instante-. Se reservó sus manos para ella puesto que no era su deseo intervenir en el camino de Ivka.
Esperaba paciente por escucharle, por poder proporcionar algo de lo poco que creía podía hacer por él. -Podría tal vez... decirme, ¿por qué se subestima tanto? Se niega de la piedad, la bondad e incluso algo tan puro como la amistad. No me corresponde asumir nada sobre usted pero, ¿podría ser que lleva cargas que hasta ahora, le pesan por la culpa? La vida está llena de pecados y no podemos escapar de eso... Nacimos siendo pecadores, eso es claro... más que claro. Muchos caen más porque deciden andar sobre un camino empedrado, porque tal vez es el más corto... pero el más ajetreado- sonrió prometiendo no pintarse la pena en el rostro. -Pero usted dígame... no se sienta obligado. Puedo esperar toda la noche si así lo desea; el silencio no me asusta señor Ivka y menos estando a su lado-.
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Post by Ivka Lawson on Jan 20, 2018 8:08:31 GMT
La pregunta fue planteada, sus palabras llegaban a él y sin sentirse alterado las recibía, quedándose inamovible. Mantenía su cabeza agachada por mera costumbre y se disponía a cerrar sus ojos para evitar revelar demás con ello; sabía lo vulnerable que era cuando hablaba. - No me subestimo, fui educado para saber cuál era mi lugar y mi valor en la vida. - Murmuró con calma. - Y ...el silencio no asusta cuando tienes la libertad de controlarlo, aunque admito que lo prefiero por estar acostumbrado a ello...- Interrumpió, y sin más, presionó con cierta fuerza el reloj entre manos, abriendo de nueva cuenta sus ojos para verlo con suma añoranza y pena. - Siempre llevaré esas cargas en la espalda Evangeline, me mantienen consciente de mi mismo, impiden que me desvanezca, me dan una razón para seguir. La culpa que me causan es basta, y debido a esos recuerdos me niego a aceptar que algo ajeno se adentre otra vez; no deseo volver a cometer los mismos errores, no quiero herir a nadie y mucho menos quiero volver a sentir ese dolor ante la pérdida, ya es suficiente el dolor que cargo por los acontecimientos que viví hace años. - Hizo una breve pausa, y con calma extendió su mano, ofreciéndole por un momento sujetar el pequeño reloj color oscuro. - Soy totalmente capaz de librarme de estos sentimientos cuando lo crea conveniente, pero me niego a hacerlo. No quiero olvidar tan fácilmente a quienes me dieron una razón para seguir viviendo, anhelo poder verlos de nuevo; incluso si eso significa permanecer sólo, o inclusive, terminar con mi vida cuanto antes.. - Soltó el reloj, dejándolo caer en las delicadas manos contrarias mientras que su mirada se posaba ahora en el rostro de la arconte. - Pero no puedo terminar con algo que sé que se fracturó hace tiempo, parte de esta "vida" que aún poseo se encuentra aquí, en esta mansión, a lado del Lord. Yo le entregaré lo que me queda a él, pues me hizo recordar el ferviente deseo de cuidar algo y vivir por algo, puedo sentirme útil y necesario, aunque sé bien que no es completamente verdad. Es egoísta, pero dedicarme a él me llena de un placer difícil de describir, esta sensación complementa lo que queda de mi ser. Es por eso que lo que aún sirve y es útil de mi persona... se lo entregaría sin dudar, pero los demás fragmentos...- Su voz comenzó a detenerse un poco, sentía que el aire comenzaba a irse lentamente. Se tomó un momento para calmarse y en cuanto volvió en sí, llevó su mano a su propio pecho, aplicando un poco de presión algo dudoso. - ...con el tiempo, los demás fragmentos de lo que solía llamar "vida" solamente se perderán cuando cumpla mi promesa. Esos fragmentos que tanto me niego a olvidar dejarán de perforar mi corazón cuando me llegué la hora, y en ese momento, mi promesa será cumplida; "Amar solamente a quien me dio su amor, vivir por quien se sacrificó por mí, continuar como fuese hasta que esa persona volviese por el pobre ciego que dejó atrás, morir para seguirle, recuperar la visión que me fue privada hace años... Estar a lado de ellos otra vez, pero sólo podré hacerlo una vez que haya aprovechado el tiempo que consiguieron para mí, solo volveré para sentirme completo una vez más... Sólo me iré de este mundo para volver a sentirme pleno a su lado" Esa es mi obsesión, es el tipo de amor que siento, es el tipo de sensación que me hace sentir verdaderamente completo, es lo único que me aflige y, al mismo tiempo, me mantiene en paz. Es mi egoísmo lo que me mantiene aquí, y es por ello que me niego a la bondad o la piedad, porque es algo que no merezco y no necesito. - Después de haber dicho aquello, bajó su mano y dejó escapar una leve risa un tanto irónica. - Estos ojos ni siquiera me pertenecen, puedo ver claramente, pero hace muchos años que permanezco ciego a la verdad que tengo al frente. Olvidé lo que eran los colores brillantes, me acostumbré al blanco de la nieve y al negro de la noche. Me olvidé de como era ver a alguien, ahora sólo estoy acostumbrado a analizar para evitar. Estoy ciego, y eso esta bien; porque viví los años suficientes para acostumbrarme y formarme en la oscuridad del solitario mundo. Crecí en ello, y salí adelante, es por eso que ya no necesito ver, es por eso... que me culpó día a día; porque la persona que más amaba me dio inocentemente una oportunidad para volver a ver algo que yo no necesitaba, me dio una oportunidad que no quería a costa de su propia vida. - Las palabras salían de sus labios con dificultad, al mismo tiempo que parecían quebrarse débilmente. Agachó el rostro y en un acto de debilidad llevó sus manos a su rostro, cubriendo aquellas lágrimas que comenzaban a escapar. - ¿Y sabe que hice? - Cuestionó con molestia, sin dejar de ocultar su rostro lleno de vergüenza.- Nada, no le salvé, me quedé quieto y acepté que se fuera. Tuve que ver con sus ojos su muerte, y solamente me quedé de pie, solo viendo. - Mantenía sus ojos cerrados ante la impotencia que sentía al hablar de ello en voz alta, era difícil y sumamente doloroso. - Ni siquiera los golpes o las quemaduras con las que me educaron me hicieron sufrir tanto como aquel día. Lo recuerdo claramente, pues antes de que esa persona muriese... lo único que hizo fue desearme lo mejor... ¿Cómo puedo aceptar la bondad de otros cuando realmente ni la merezco? ¿Cómo podría atreverme a desear algo tan puro cuando no puedo ofrecer lo mismo? Le soy indiferente a estos sentimientos porque no puedo ofrecerlos... No puedo. - Soltó sus últimas palabras con desprecio e ira, intentando mantener la calma a pesar del remordimiento mismo. Era una explicación tan pobre la que daba, pero no podía contar más, ni siquiera quería hablar más, le daba asco. - Las personas son egoístas Evangeline, pero cada una decide si serlo o no. Yo accedí a ser egoísta porque tenía miedo, usar mi amor como excusa es sólo parte del juego, ni siquiera se si puedo llamar amor a algo tan repulsivo como esto. - Separó sus manos de su rostro, permitiendo que las lágrimas fluyeran hasta que las mismas parecían detenerse. Su vista estaba nublada y el tremor se había ido, bajó su cabeza y solamente aprovechó el silencio. - No permanezca a lado de quien no lo merece. Intente salvar a quienes realmente quieran ser salvados...- Murmuró con la voz fría y seca, más tranquilo, sintiéndose ligeramente mareado; debía descansar.
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Post by Evangeline on Jan 20, 2018 19:03:18 GMT
Sostuvo el reloj en sus manos, inspeccionando sus características. Brillaba suavemente por las luces de las velas que aún no se consumían mientras las palabras de Ivka llenaban los espacios vacíos en la habitación. Volvió a mirar el rostro del dracónido mientras éste se explayaba más a explicar lo que el peso de la culpa representaba para él. Sufría, podía sentirlo. Con cada frase que pronunciaba escuchaba el dolor y la tristeza. Sintió un apretón en el pecho, como si su propia alma se retorciera con esos mismo sentimientos... pero había prometido no sentir lástima, no juzgar, ni experimentar pena por él. Fue entonces cuando también escuchó al miedo hablar; ese temor de abrir heridas nuevas, de exponerse a tal riesgo. Comprendía que su ofrecimiento y amistad representaban eso mismo para él pero no podía ser distante sabiéndolo tan roto.
Con el paso de los minutos el relato iba cobrando más y más tristeza, cargándose de pesares, de recuerdos rotos y oscuros que estaban cobrando lo mejor del hombre. Lo vio cubrirse el rostro, perdido en su dolor. Las lágrimas inevitablemente comenzaron a correr de las mejillas de Evangeline, mojándole la piel con los rastros de su impotencia. Estaba quieta simplemente mirándole, su figura derrotada al remordimiento y esas declaraciones que no le permitían recibir nada porque sentía no merecerlo. Al ver su rostro nuevamente se acercó, tomándolo de los hombros para que no tuviera escapatoria y la mirara a los ojos. -Somos seres complejos- declaró, aún con los cristales húmedos marcando camino por su cara. -El amor... es un sentimiento que no promete sacar lo mejor de nosotros-. Acercó sus manos hacia el rostro del dragón para secar con sus pulgares la humedad en las mejillas ajenas. Inevitablemente miró esos ojos que desde un principio le habían llamado; ahora conocía la verdad en ellos. -Fue egoísta de su parte, sí... pero tiene que perdonarse. Se le ha brindado una oportunidad... hágale honor a esa muestra de amor que le han dado, Ivka-. Sus manos abandonaron las mejillas del amphitere y en un movimiento suave, lo rodeó con sus brazos, intentando refugiarlo en el calor de un abrazo.
-Ese sacrificio hecho para usted... dígame... ¿cree que merece ser pagado con la resignación de su espíritu? La muerte... bajo su propia mano-. Refugiaba el rostro sobre el hombro del otro mientras sus manos suavemente se posaban sobre su espalda. Tanta pena... tanto dolor... Nadie merecía vivir así. -¿Qué es lo que necesita para convencerse de que usted es alguien bendecido?-. Cerró los ojos por un momento, de alguna manera permitiéndose descansar en él también. Ayudarle, la idea de servir de apoyo, le hacía sentir en casa.
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Post by Ivka Lawson on Jan 21, 2018 11:39:22 GMT
Aquellas palabras hicieron un eco en su mente mientras miraba a la fémina, aceptando su actuar pero sin corresponderlo. Su voz aún llegaba a sus oídos pero se limitaba a pensar guardando silencio, intentando no perturbar su propia "calma". Tenía razón, el amor era complejo y nunca sacaba nada bueno... pero era uno de los mejores placeres de la vida, era un deseo culposo que los humanos le habían enseñado, ¿Pero a que precio? Él ni siquiera lo sabía, ignoraba tantas cosas del mundo que entenderlo nuevamente era difícil, estaba confundido entre las enseñanzas forzadas de actuar como un animal y las enseñanzas de comportarse y vivir como un humano, tan semejantes y distintas al mismo tiempo. Sofocantes.
Sumido en sus pensamientos reaccionó hasta que la mujer palpó su rostro, limpiando el pequeño rastro de lágrimas que aún tenía el dragón. No pudo responder a aquellas palabras, pues antes de poder hacerlo la fémina le abrazó, tomándole por sorpresa. No tenía las fuerzas suficientes para negarse, únicamente bajó sus manos y escuchó callado; podía sentir la calidez que emanaba de la fémina, una calidez agradable y relajante, pero tan distante al mismo tiempo.
- ¿Por qué alguien que sobrevivió a duras penas a costa de otros debe considerarse bendecido?...¿Sólo por seguir en este mundo? - Cuestionó serio, levantando ligeramente su rostro a la par que posaba su mano sobre el hombro de la arconte. - Mi deuda fue saldada el mismo día en que esa persona murió; porque le entregué toda mi alma, mi esencia y espíritu. Busqué llevarle la paz que su entierro y su muerte merecían después de haber sido víctima de humillación por aquel pueblo; yo hice lo que estuvo a mi alcance para que estuviese en paz después de haber servido tantos años a gente que no le merecía...Mi actuar de antes y de ahora se basan en un principio, y es por eso que no le tengo miedo a la muerte; solamente le tengo miedo a perderme y olvidar...Sólo continúo aquí porque era lo que ellos querían. - Su explicación tenía huecos, pero poco importaba. El dracónido a duras penas comenzaba a separar a la mujer de si, alejando aquella calidez que tanto ansiaba conservar consigo. Ignorando de cierto modo el apoyo que le proporcionaba, era un poco grosero de su parte; pero ya no quería gastar más tiempo en cosas tan simples como lo eran los problemas personales. - Yo no pedí que nadie se sacrificase por mi, me negaba a aceptarlo. Pero los humanos son tan inocentes y raros, actúan antes de pensar... Hasta que un día, solamente deciden irse. Y aunque claro que estuve agradecido por sus consideraciones... Realmente hubiese preferido que me brindasen más de su tiempo, pues la vida humana es tan delicada y corta; sólo los quería a ellos, a quienes me dieron todo con su sola presencia. Fui "bendecido" con la opción de ver otra vez, pero a costa de perder lo que más me importaba. Fui "bendecido" al nacer como un dragón, pero de nada me sirvió cuando realmente necesitaba mostrarme. Soy "bendecido" al recibir su ayuda, su apoyo, su amabilidad y su ofrecimiengo a salvar algún fragmento... Pero de nada me sirve, porque no hay nada que salvar realmente. - Una vez alejó con cuidado a la mujer, se levantó con calma, apoyándose de la cama con su diestra. En cuanto estuvo de pie, se colocó al frente de la fémina, viéndola por unos cuantos momentos. - No tengo nada que ofrecer y nada que perder; pero es mejor así, nadie sale herido. - Sin más, el dracónido estiró su mano a donde se encontraba su camisa, la tomó y sin mucha prisa comenzó a vestirse nuevamente.
- Ya no hay tiempo para esto, tengo que mostrarle donde trabajará y como deberá desempeñarse...- Hizo el comentario con un tono neutral, abandonando aquellos sentimientos tan devastadores nuevamente. Como si nada hubiese pasado y nada hubiese sido hablado. - Evangeline... gracias. - Añadió con calma mientras terminaba de abotonar su camisa. Peinando un poco sus cabellos ya casi secos mientras mantenía su vista apartada. Ya era hora de comenzar con el trabajo nuevamente, debido a ello que un suspiro escapase de sus labios.
- Deberá portar el uniforme adecuado desde mañana, usted y los demás sirvientes de rango normal ya no tienen labores a estas horas. - Explicó apacible mientras se encaminaba a un mueble, abriendo las puertas cuanto antes; revelando dos uniformes y un calzado estándar dentro, preparados e impecables. - Debe ponérselo siempre, no puede utilizar otras prendas fuera de este cuarto, ya que es una regla.- Cerró las puertas y caminó con lentitud al pequeño espejo que había dentro, abriendo el cajón de la encimera con calma. - Puede guardar cosas personales en todos los muebles que se encuentren en esta habitación, pero procure tener este cajón con cosas más necesarias, papel o tinta por ejemplo... Le serán de ayuda en estos primeros días. - Del cajón sacó un pequeño frasco de tinta, una hoja y una pluma. Con calma colocó la punta de la pluma dentro de la tinta y enseguida se dispuso a escribir. - Las labores comienzan a primera hora, su vestimenta debe estar impecable al igual que su presentación; y deberá limitarse a lo que le sea asignado o encomendado. Habrá zonas que no podrá visitar dado que ya tienen personal o están meramente prohibidas, igualmente todo depende si algún sirviente de rango mayor solicite su ayuda...- Anotó todo ello en la hoja mientras hablaba en voz alta, explicando de forma más detallada en aquel trozo amarillento de papel.- Antiguamente éramos siete siervos de rango mayor, hoy día solamente somos cinco, los nombres que debe aprender son estos; Sven Ulgriff, Akane Enomoto, Xhime Rah y Aishling, mi nombre ya lo sabe, así que ya no es necesario anotarlo. Si alguno de ellos solicita su servicio no dude en actuar, cada uno es habilidoso y capaz... creo. Otro nombre de relevancia es de la aprendiz del Lord; la Srta. Zaniah Neshmet.- Murmuró, recordando las actividades y personalidades de cada uno... - Como dije antes, habrá zonas que tendrán limitación o estarán prohibidas, un ejemplo son las mazmorras; esa zona está limitada pues Xhime se encarga de cuidarlas personalmente, pero de ser necesaria su presencia le será notificada. A diferencia de las zonas prohibidas, las zonas limitadas suelen variar dependiendo del día o la actividad, igualmente estará ocupada con sus labores como para revisar cada una. Y no hay necedad de explicar lo obvio respecto a las zonas prohibidas, sólo le dejaré en claro que no puede estar "fisgoneando" ni mucho menos podrá entrar a ellas, la habitación de Lord Velfast por ejemplo, nadie entra en ella a menos que sea solicitada su presencia... Anotaré varias zonas que debe considerar. - Se mantenía calmado mientras hablaba y explicaba aquello, dejando ver su dedicación y esmero a lo que realmente le resultaba más importante, dejando de lado aquel suceso y el dolor mismo como si no hubiera ocurrido minutos atrás. - Mañana a primera hora le estaré esperando para mostrarle algunos pasillos básicos y las zonas en que deberá desempeñar su trabajo, y si hay "suerte" mostrarle quienes son los demás siervos... ¿Alguna duda? - Agregó finalmente, terminando de escribir, apartando la pluma del papel y tomando con su diestra dicha hoja para entregársela a la arconte, cada cosa que había dicho estaba escrita en el papel con letras pequeñas y mejor detalladas.
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Post by Evangeline on Jan 21, 2018 21:35:16 GMT
Recibió en silencio la retórica de Ivka, así como el aislamiento de sus cuerpos que parecía ya no poder tolerar. Se lamentaba por ver esa falta de fe y el resignamiento de su espíritu ante la desgracia y el conformarse con simplemente existir. -Bendecido porque del amor se le dio la oportunidad de nuevas experiencias- murmuró, fue algo más dicho para ella misma pero la voz se le había escapado. No podía juzgarlo porque no podía siquiera imaginarse lo que era su dolor; qué tan pesada era la carga que llevaba... ni tampoco tener ahogados los recuerdos de un ser amado al que ya no podía ver ni tocar como ella lo había hecho con él anteriormente. Suspiró, mirándolo ponerse de pie, marcando una distancia física pero también emocional; dedicándose a explicarle sobre sus tareas delimitando un borde invisible. Una línea que había puesto ya, que no podría cruzar hasta que él volviera a permitírselo. -No me agradezca- respondió suavemente, bajando el rostro hacia el reloj que había dejado sobre su cama.
Se puso de pie tomando el objeto del amphitere, siguiéndolo hasta el escritoro, observando lo que sus manos escribían con tan fina caligrafía. Tomó la hoja en sus manos, leyendo los nombres y cada detalle que se encontraba descrito sobre el papel. Volvió a encontrarse con sus ojos y asintió suavemente con la cabeza. -Le agradezco-. Repasaba cada una de las advertencias y características descritas por él; las áreas prohibidas despertaron su curiosidad, de igual manera las mazmorras. El lugar era enorme y era de esperarse que tuviera sus secretos... pero parecía haber una resistencia por parte de la servidumbre por compartirlos con otros. No tenía idea de lo que todo aquello significaba. Sus labores, asumía, serían tan simples como cualquier otra... no contaba en su futuro ni siquiera lo consideraba que podría llegar a develar situaciones oscuras que cambiarían la perspectiva de las cosas por completo. Extendió su mano para devolverle el reloj. -No lo decepcionaré. Y por favor, este espacio... puede volver cuando lo necesite. Cuenta con mi discreción en este asunto que le pesa tanto-. Bajó las manos, sosteniendo la hoja de papel frente a ella, no esperando nada a cambio por sus palabras. La luz comenzaba a abandonarlos, apenas podía distinguirse la puerta; en poco tiempo quedarían en penumbras.
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Post by Ivka Lawson on Jan 22, 2018 8:34:29 GMT
Puso sus ojos en las manos que le hacían entrega de tan preciado objeto, acompañado de unas cuántas palabras. La escuchó con cierto sosiego y recibió su reloj; ligeramente perturbado por lo sucedido hace recién. Se había doblegado tan fácilmente que le resultaba incómodo. - Eso espero. - Acortó a sus primeras palabras, a la par que depositaba el pequeño objeto oscuro entre sus prendas, inspeccionando el otro bolsillo sin dejar de mirar la tenue luz que parecía esfumarse. - ... Lo tomaré en cuenta. - Realmente consideraría el volver, pues una parte de sí mismo había encontrado calma al hablarlo, al dejar explotar aquellos sentimientos que se desbordaban desesperadamente. Sin más, de su otro bolsillo sacó otro pequeño reloj redondo, pero este bañado en un color claro y con una cadena delgada; era un objeto que pudo rescatar de su antiguo hogar - Tome, seguramente le será de ayuda, ya que es difícil saber que hora es en este lugar tan oscuro. - Le hizo entrega del objeto; depositandólo en las manos contrarias que aún sostenían el papel. - Confío en que sabrá desempeñarse de manera adecuada. - El breve comentario escapó de sus labios con calma, dándole la espalda una vez terminó aquello, dispuesto a retirarse a "descansar" un poco. - La veré mañana temprano Evangeline. Descanse. - Terminó, su mano palpó con firmeza la perilla y en cuanto pudo abrió la puerta, saliendo de ahí con total tranquilidad. El remedio sólo había sido colocado en su espalda, pero era tanta su necedad de querer escapar de ahí que prefería postergar el remedio que tanto anhelaba para volver a volar.
Había cerrado la puerta sin hacer ruido, y ahora sólo caminaba por entre los pasillos sin prisa alguna. No podría dormir, ya no lo hacía; sin mucha expectativa acudió a la cocina, probablemente un te serviría como para adormecerlo después de tal día tan agitado, le haría olvidar siquiera por unas cuántas horas.
Preparó agua hirviendo y unas cuantas flores de lavanda. Dispuso de una pequeña taza e hizo su infusión; tomando asiento, sujentando la parcela entre manos con el agua caliente dentro. Aguardaría un poco hasta que se enfriase lo suficiente, disfrutaría del pequeño calor que le brindaba.
Esperó en silencio con las tenues luces acompañandole y el casi imperceptible sonido de las manecillas moviéndose. Un día más había pasado.
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Post by Evangeline on Jan 24, 2018 2:12:18 GMT
Recibió el reloj con una de sus manos agradecirda por el gesto. Sólo le miró en medio de una confusión y cansancio que la envolvían ya demasiado como para responder algo; el dracónido se le adelantó, saliendo de su habitación sin más qué decir, dejándola nuevamente sola. Se acercó a una de las velas que se encontraban más cerca de su cama para avivar su fuego y así ver con mayor detenmiento el obsequio que acababa de dársele. Lo sustuvo sobre su regazo, dejando la hoja con anotaciones sobre la mesita de noche para poder tomarlo con ambas manos. Brillaba de manera hermosa con la luz de las velas, capturando en su superficie el entorno de manera casi precisa. Podía ver su reflejo distorsionado en su figura. Lo abrió. El reloj marcaba las dos de la mañana; debía dormir.
El tiempo era constante... era igual como en su hogar. Sería su única ancla a su pasado porque los días que vendrían cambiarían el curso de su historia y su ser. Sin saberlo, se había adentrado a las sombras, donde los secretos de las almas se ocultaban para no salir jamás.
Cerró los ojos por lo que quedaba de la noche.
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