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Post by Evangeline on Dec 28, 2017 4:57:24 GMT
Las semanas habían transcurrido con un peso que se cimentaba en la parte más tierna de su pecho. Mirovia... una tierra de esperanza y de promesa para muchos, o al menos así le habían contado. Donde arcanos llegaban con el deseo de una nueva vida y la posibilidad de matar sus pasados. Para Evangeline nada de eso se había presentado como una opción; cayó por suerte... por accidente tal vez pero al ver las piezas de aquella embarcación tocar la orilla de la isla, el cuerpo sin vida de uno de los que la perseguían le brindó una dolorosa verdad: volver no era una opción. Pondría en riesgo a su pueblo; a todos aquellos que la protegieron por tantos años... No podía devolverles tanta bondad con su egoísmo. Debería guardar su dolor y conformarse con que sin ella habría una vida libre de peligro.
Estaba sumamente agradecida con el hombre que la había rescatado aquella noche pero no podía darle más problemas. Se propuso a encontrar el lugar que a su criterio era donde podría dar servicios sobre lo que podía y sabía hacer. No tardó en escuchar sobre Reapergate y en la constante negativa que aquél sitio traía consigo. "Nunca vayas a ese lugar", "Sola ni de broma", "Si no quieres volver entonces es ahí a donde debes llegar" entre otros comentarios que despertaron el interés de la arconte. Debía de haber gente bondadosa en esa ciudad... los demás necesitaban de bondad. Decidió que ese era su destino, el de asentarse en ese sitio y retribuír como fuese posible a la sociedad. ¿Cómo? Aún no lo sabía pero con ayuda de una mujer que de manera gentil le donó una modesta cantidad de dinero, se preparó para llegar a la ciudad oscura.
La noche envolvía los edificios apenas permitiendo que las luces que iluminaban las calles fueran visibles conforme el carruaje se adentraba en la ciudad. A diferencia de la Ciudadela el aviente se sentía pesado, triste y sobre todo hostil. Evangeline miraba a través de la ventana las figuras que pasaban de largo y desaparecían en la distancia. No tenía nada que fuera suyo, sólo la ropa que llevaba puesta y un paquete de telas que envolvían algo de pan, frutas y los pocos mirvos que tenía. -Aquí está bien- le indicó al cochero asomando ligeramente la cabeza por fuera de la ventana. Descendió del vehículo, pagándole al hombre dos monedas antes de que se marchara sin mirar atrás. No tenía idea dónde estaba y lo que era peor, entre más se mantenía ahí de pie y sola, más llamaba la atención de los habitantes de Reapergate. Parecía una flama en medio de una habitación llena de polillas y de pronto parecía que cualquiera intentaría acercarse a la primera oportunidad.
Frente a ella parecía haber un pequeño restaurante apenas y lo suficientemente seguro como para no tenerla expuesta al público. Parecía el lugar indicado como para comenzar a buscar un sitio dónde dormir. Entró y de inmediato pudo sentir las miradas posarse sobre ella; fuese por su aspecto puro y contrastante o por mera curiosidad de los clientes por mirar hacia la entrada cada que alguien llegara. Sonrió esforzándose por no bajar la mirada. "Son arcanos como tú... ten fe" pensó mientras encontraba un lugar en una mesa en medio del negocio. Ignoraba los murmullos a su alrededor mientras intentaba leer los letreros que a lo lejos describían los platillos y bebidas del día.
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Post by Ivka Lawson on Dec 28, 2017 6:26:54 GMT
La noche como cualquier otra daba cobijo a los desprotegidos, a los débiles, a quienes huían. Si, la noche era su refugio, incluso podrían llamarle hogar, algo en lo que creces y te formas, no sólo te acostumbras a ello; tan pacífico y culminante. Un lugar al cual acudir. ¿Ya era hora de otro intento o sólo de huir? Los acontecimientos recientes le dictaban escapar cuanto antes de los problemas en los que parecía meterse él sólo, y así lo hizo; huyó por breves momentos para despejar su mente llena de estragos. Necesitaba pensar.
La desventaja era clara; no podía alejarse demasiado, su única opción era ir a los alrededores, echar un vistazo y tomar aire fresco, salvarse una vez más de sí mismo y su negligencia. Los pasos eran firmes, aquella piel blanquecina oculta bajo un manto negro avanzaba entre otras tantas figuras semejantes, oscuras y perdidas. Todos reunidos en un mismo momento, sintiendo la brisa que parecía estar acompañada de un frío petulante.
A pesar de toda la ira y la confusión que le dominaban en ese instante, se mantenía sereno y con un semblante calmo; los pasos se reducían y su cabeza se mantenía baja, únicamente mirando a los extraños de reojo ¿A donde iba exactamente? ¿Qué haría? Las preguntas sólo surgían debido a la impulsividad que tuvo en ese instante, más sin embargo, un color diferente llamó su atención, y al parecer, la de todos. El dracónido detuvo en seco sus pasos, e inclusive, sus pensamientos, y miró con cierta atención a la dama que bajaba del carruaje; aquel aspecto delataba lo perdida que estaba, pero sus acciones titubeantes le causaban intriga al sirviente; era notorio, ella no era de ahí, con sólo verla parecía que la oscuridad se disipaba. E Ivka lo notaba.
-No te entrometas...- Murmuró en voz baja para sí mismo mientras bajaba aquella capucha, descubriendo finalmente su rostro al otro lado de la calle; mirando por el ventanal a la mujer que tomaba asiento. Decirlo era bastante fácil que hacerlo. La desconocida estaba en un lugar lleno de gente, la multitud mirándola pero ella se mantenía silenciosa; no decía nada, no movía los labios más que para sonreír: simplemente se quedaba ahí, con sus pensamientos, causándole más curiosidad e intriga de la necesaria, preocupandole en vano. Fue débil, pero esa curiosidad siempre había podido más con él que sus propias palabras.
No dudó, cruzó y entró por la puerta a pasos lentos. La campanilla resonó un poco y únicamente siguió de largo, hasta que llegó a la mesa de la mujer. La miró en silencio y únicamente esbozó una muy leve sonrisa.
- ¿Le molesta si tomo asiento? -
Cuestionó amable mientras posaba su mano sobre la silla que acompañaba esa pequeña mesa, ignorando por completo las multitudes que únicamente acallaban sigilosamente sus murmullos debido a su interrupción. No hubo tremor en sus palabras ni en sus acciones, quería correr más riesgos para olvidar los pasados, ya no había nada que perder para él en ese mismo instante.
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Post by Evangeline on Dec 28, 2017 7:23:34 GMT
Se había decidido por un té de manzanilla, algo común pero que no costaría daño a su bolsillo. Bajó la mirada sobre su regazo donde se encontraba el dinero y demás pertenencias envueltas entre telas. Sin notar de inicio al desconocido, mantuvo los ojos bien puestos sobre las monedas que contaba pero algo en la cercanía de la voz le hizo pensar al fin que se dirigía a ella. Sus ojos se encontraron con los de él, tan profundos y serenos. Le devolvió la sonrisa. -No me molesta para nada- contestó extendiendo su mano para indicarle que el asiento frente a ella era digno de ser ocupado por él. Cualquier persona sentiría desconfianza, pensaría un poco más en brindar permiso a un desconocido pero Evangeline... ella creía fervientemente que la bondad habitaba en el corazón de todo ser, incluso de los más crueles. Su respuesta no se basaba en una corazonada, no... sino en la esperanza de que la bondad rigiera las acciones de aquél hombre.
En seguida una mesera se acercó a ellos; desganada apoyó una de sus manos sobre la madera de la mesa mientras la otra la dejaba reposar sobre sus caderas. -¿Van a pedir algo?- su voz rasposa transmitía enfado y hastío pero aquello se le resbaló a la arconte quien en seguida respondió. -Una tetera con té de jazmín y un pan de frutos-. Sin esperar a que el muchacho ordenara la mesera ya se había marchado. Por más que la avergonzada Evangeline intentara llamarla de vuelta, su voz se perdía entre el bullicio de los demás arcanos que se hallaban a su alrededor. -Discúlpeme por favor... debí de haber esperado a que usted pidiera algo-. Se llevó ambas manos a las mejillas sumamente preocupada por su falta de cortesía. Alzaba el cuello para ver si podía distinguir a la vieja oni entre los demás clientes pero ya había desaparecido detrás del cortinero que separaba el comedor de la cocina.
Suspiró tratando de relajarse; la mujer tendría que volver con su pedido, eso era algo seguro. -No suelo ser tan distraída y egoísta- continuó. No sabía siquiera como empezar ni tampoco si era prudente hablar sobre su pasado tan de pronto. Se hallaba en una situación bastante delicada; sin hogar, sin un sustento, nada mas que unos cuántos mirvos y comida para sobrevivir por unos días. -Justo acabo de llegar a Mirovia-. Lo diría así, limpio, sin muchos detalles. Finalmente muchos arcanos seguramente que estaban en la misma situación que ella, el muchacho tal vez compartía un pasado similar. La mujer ajustó la delicada tela que cubría sus hombros al sentir de pronto una corriente de aire. -Mi nombre es Evangeline- extendió una de sus manos pretendiendo que el otro la tomara para concretar el saludo. Le sonreía mientras sus ojos inspeccionaban bien su rostro; podía ver sus rasgos endurecidos, tal vez por un pasado difícil... no se atrevería a asumir absolutamente nada, pero era en rostros como el suyo donde encontraba una causa y un motivo. Sanar... tal vez, tal vez debía sanar. Había visto el dolor tantas veces que no le pasaba desapercibido cuando se volvía a topar con ese sentimiento. Se prendía de la esencia, dominando la mirada; una eterna noche esperando una luz inalcanzable.
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Post by Ivka Lawson on Dec 28, 2017 8:39:46 GMT
Prestó cierta atención a la dama que contaba aquellas monedas, clavando su mirada con cierta discreción sin inmutarse demasiado, silencioso. En cuanto tuvo respuesta sonrió gentilmente y apartó la silla con cuidado, tomando asiento justo después. -Se lo agradezco. - Añadió mientras que se reacomodaba en aquella silla, alflojando un poco el nudo de su corbata así como la tela color negro que le cubría, despojandose de ella con calma en cuanto escuchó la voz de la mujer preguntar por un pedido. No dijo nada, no fue capaz de hacerlo a la par que no podía interrumpir a la ajena al hablar, únicamente pudo mantener aquella tela sobre sus brazos, mirando a la mujer adolorida alejarse. Al igual que la idea de pedir algo.
No pudo evitar soltar una leve risa, apacible, ligeramente enternecido por el reaccionar ajeno. - No se preocupe, nunca dije que fuese su culpa. Ya volverá después. - Explicó, con la voz neutra, llena de sosiego para intentar traerle paz a aquella mente tan preocupada por su bienestar. No era su costumbre ser tratado de ese modo, le parecía extraño, había olvidado que podía recibir esa preocupación. Guardó silencio en cuanto la mujer hizo lo mismo, sólo se dispuso a sacar una pequeña bitácora de su bolsillo; con hojas manchadas de carbón y maltratadas por el tiempo. Mirando de reojo a la mujer que yacía sentada al frente, percatandose de los movimientos más sutiles que ella hacia por la brisa que llavaba consigo una sensación helada.
Sin más, el dracónido colocó sus materiales por un lado sobre la mesa y alzó la vista en cuanto le escuchó; sus "sospechas" eran ciertas, ella no era de ahí, estaba perdida en el sitio más oscuro. Sin rechistar siguió aquellos ojos claros mientras sus labios se movían, pronunciando palabras gentiles y un nombre que parecía quedarle perfecto, la miró extender su brazo y sonreír. Al instante el sólo pudo pensar que lucía bastante bella con sólo sonreír así, y sin hacerse esperar extendió su brazo, tocando con sumo cuidado la mano ajena, dejando que sintiese la frialdad de su piel. - Bienvenida entonces, Evangeline. - Musitó calmado, saludandole con sutileza y formalidad, agachando ligeramente la cabeza por costumbre. - Mi nombre es Ivka. Ivka Lawson. - Añadió sin prisa mientras soltaba la palma ajena y regresaba su mano a la prenda que yacía sobre sus piernas, tomandola al instante para ofrecerla con cuidado. - Disculpe mi atrevimiento, me gustaría que aceptase esto, es tarde y el frío no perdona. - Su comentario fue sencillo, y su ofrecimiento pura amabilidad; los recuerdos volvían a su cabeza con sólo mencionar la palabra "llegar", pues en su memoria estaba muy marcada aquella época en la que llegó sin nada, solamente con el deseo de llenar una copa vacía. Su cuerpo se tensó un poco, pero intentó no demostrarlo fácilmente; sólo se mantenía ligeramente expectante a que lo aceptase, pues a diferencia suya cuando llegó, ella lucía bastante fuerte comparado con el "yo" de su pasado. Desvió la mirada al ver a la mesera volver con la charola, sabía que iba directo a ellos; mostrando un rostro fatigado con sólo acercarse. El dracónido colocó la capa sobre la mesa, sin intenciones de tomarla nuevamente, y al instante sólo regresó la vista a la oni que bajaba ya la tetera que había pedido la arconte, colocando con cierto cuidado los objetos sobre la mesa - Té de jazmín y pan de frutos. ¿Algo más? - Musitó aquella mujer, irritada, sin siquiera verles. - Un té negro por favor. - Le habló a la mujer con la voz tranquila, posando su vista en ella y sus facciones; intentando percibir cada detalle de la fatigada fémina. En cuanto la mesera lo anotó, se retiró a prisa, sosteniendo nuevamente con bastante dificultad su propio peso.
Regresó la vista a la arconte por un instante y luego agachó la mirada, comenzando a abrir su pequeño cuadernillo. - Puede comenzar si gusta, no se preocupe, el té de jazmín sabe mejor mientras se conserve caliente... - Comentó, suponiendo de antemano que probablemente ella decidiría esperar a que su pedido fuese llevado a la mesa; pero él sabía que sería un poco tardado, su trabajo le dejaba bastante experiencia al tener que medir sus tiempos, además de saber que temperatura intensficicaba de manera correcta el sabor mismo del té.
- Y dígame...- Interrumpió el silencio, mientras miraba con un semblante calmado sus hojas, tomando con cuidado el carboncillo entre dedos; pintandose ligeramente en un instante - ¿Qué tal su día?...- Terminó aquella pequeña frase con una duda tan simple y sencilla, pero intencionada. Era precavido, no preguntaría algo que no fuese de su incumbencia, si la fémina le contaba por cuenta propia sería más seguro para ambos, no habría incomodidad ni compromiso al responder.
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Post by Evangeline on Dec 28, 2017 10:13:48 GMT
El té sobre la mesa, el tacto frío del hombre y su tono sereno; la sensación extraña de encontrarse en un lugar nuevo parecía alejarse poco a poco. El gesto cálido de su acompañante le brindó seguridad; se le hizo noble y desinteresado. Bajó la cabeza esbozando una suave sonrisa, agradeciéndole por su bondad por ofrecerle su capa, la cual tomó para cubrirse del frío. En el acto, percibió un suave aroma entre la tela dulce y agradable, seguramente proveniente de su dueño.
La ciudad sí poseía aquél aire del que tanto le habían hablado pero entre los actos silenciosos que llevaban consigo cierta tensión y maldad encontró a un hombre que desentonaba con esos prejuicios. La inevitable necesidad de sonreír se hizo una con ella, dibujándole en el rostro nuevamente aquél gesto que reflejaba los sentimientos de su alma. Tomó la tetera sirviendo el té en una de las tazas que habían sido dispuestas para ella. Vertía con cuidado, dejando sentir el calor de la bebida que acariciaba sus dedos poco a poco.
Acercó la cerámica a sus labios permitiendo que el té comenzara a pasar por su lengua hasta su garganta. Cerró los ojos ya que, aunque no era la mejor mezcla de té que había probado en su vida, había una sensación de paz que se venía en aquél trago. Sin embargo, se vio forzada a ver de nuevo, salir del breve aislamiento que sus párpados le proporcionaban. ¿Su día? -Ajetreado, me temo- contestó dejando que el té descansara un poco sobre la madera antes de volver a tomar. -He viajado desde la Ciudadela hasta aquí-. Su rostro tranquilo no delataba la incertidumbre que le hacía palpitar rápidamente el corazón. ¿Debía creer que el destino le había puesto a alguien en el camino? "Confía". Bebió de nueva cuenta deshaciéndose de la resequedad en su boca. -Estoy buscando un sitio donde pueda servir en esta ciudad; devolverle a esta isla el refugio que me ha brindado. Heme aquí... mi día ha sido ajetreado pero tomó un giro agradable, tranquilo... y por eso le estoy agradecida-. Había un pequeño cuchillo del lado del plato donde había un pastel, lo tomó para cortar un pedazo y comer un poco. Cubrió su boca con una de sus manos mientras volvía a mirar a Ivka. -Pero por favor, cuénteme sobre usted... Me encantaría escuchar... disipar un poco mi mente de los cambios que llegaron a mi vida; si es así la manera en como empezaré por servir en esta isla, me encuentro en la mejor disposición-. Sus ojos descendieron hasta las manos ajenas ahora ligeramente manchadas por el carboncillo que tenía entre los dedos, esperando a besar las hojas vacías que parecían ansiar por un trazo.
Se le ocurrió preguntar; indagar un poco sobre el contenido de aquél cuaderno pero prefirió guardar su curiosidad para otro momento. Parecía que a él algo también le aquejaba y tal vez por eso había buscado compañía en un extraño esa noche. Para muchas personas el hablar con un desconocido resultaba más sencillo, tal vez él se hallaba en la misma situación. La mesera regresó con la taza de té que colocó en seguida frente a Ivka; no hizo contacto de ningún tipo y volvió a marcharse de la misma forma antipática en que se había acercado por primera vez. Esperó en silencio dejándose al sabor de su bebida. Tal vez era ingenuo de su parte pero esperaba que el señor Lawson le abriera el camino; si bien no resolver sus asuntos, darle alguna pista sobre dónde debía empezar por buscar para lograrse de una nueva vida. Finalmente ella no estaba para pedir absolutamente nada; estaba consciente que tendría que trabajar duro por su subsistencia y por consiguiente, su contribución a la sociedad miroviana. Esperó paciente con los oídos y el corazón dispuesto para escuchar al hombre frente a ella.
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Post by Ivka Lawson on Dec 28, 2017 21:47:41 GMT
La miraba sin perderle de vista, ella sonrió y él pensó que su rostro era extraordinariamente bello cuando lo hacía, sus ojos se iluminaba y sus labios se curvaban de tal forma que la misma penumbra parecía desaparecer; cuál sutil destello en medio de una noche fría. Si, permanecía quieto, inamovible a la par que la poca iluminación del lugar parecía brillar más por el paso de los minutos; sintió un poco de alivio al ver que la fémina aceptaba usar lo que le había ofrecido, y al instante, ella bebía con sumo cuidado el té hasta que las palabras nuevamente surgieron de aquella mujer.
"Ajetreado" pensó el dragón sin interrumpir, indagando en su propia mente a la par que las hojas pasaban por entre sus dedos, dejando ver nada más que escritos y unos cuantos trazos sucios. La escuchaba hablar, sus razones sin tremor aparente, tan gentil y añorante por buscar la verdad y la salvación de un pueblo que realmente no lo necesitaba ni lo buscaba. Miró aquel cuchillo, rememorando por error aquel día en la mazmorra, desviando la mirada de nueva cuenta al carbón sobre sus dedos, el cual, sólo pudo presionar ligeramente, no había rastro de culpa siquiera. Conforme las hojas pasaban, hubo un momento en que se detuvo; una hoja en blanco a lado de unas letras poco entendibles, más sin embargo, la petición de la arconte le causó cierto nerviosismo.
Abrió un poco la boca para hablar, pero al instante una taza fue colocada frente a él, interrumpiendo en seco cualquier intención o pensamiento de huir, no tuvo tiempo siquiera para agradecer por el té que aún soltaba vapor.
Observó la taza por un momento, y a la brevedad mantuvo su cuadernillo abierto con una mano, mientras que, con la otra, sujetaba con cuidado la taza, acercando sus labios para beber un poco; estaba sumamente caliente. Bebió muy poco, únicamente para calmar la resequedad que se apoderaba de el; para atemperar su cuerpo. Bajó la taza y sólo le dedicó una muy leve sonrisa, fingida. Odiaba las bebidas sumamente calientes, le lastimaba.
A pesar de todos sus temores e inconformidades, la presencia de la mujer al frente suyo en la mesa le resultaba tranquilizador, tanto que bajaba la guardia. No se había sentido de ese modo hacia tanto tiempo ya, debido a ello que sus palabras tuvieran más cuidado al salir; no quería arruinar sus ilusiones con sólo negatividad o franqueza. Sentia la necedad de modular sus propios pensamientos, e incluso, sus movimientos; pues temía ser leído tan fácilmente. - Me temo que no hay nada que un humilde y simple siervo pueda contarle, señorita. - Divagó mientras regresaba ambas manos a sus hojas, evitando un poco el tener que hablar de sí mismo por esos momentos. ¿Habría algo de malo en ello? ¿Sucedería lo mismo que con la niña que conoció en aquel lugar lleno de nieve? Pensarlo hacía que al instante sintiera punzadas en la cabeza, él era un arcano bastante sencillo; pero fácil de preveer.
Soltó un suspiro y levantó la mirada para verle otra vez sólo por unos segundos, posando el carbón sobre la hoja conforme sus ojos volvían al papel. Trazó unas letras, y luego se detuvo. - Además... no se si sea correcto hablar de un pobre hombre que sólo quería escapar de la rutina tan vacía. Siendo sinceros, estoy agradecido de poder hablar con alguien, pero me resulta conflictivo interrumpir los pensamientos de ese alguien con más "problemas"... Pero, ¿Hay algo que desee saber en concreto? ¿O solamente busca una pista para partir en la labor que quiere realizar? - Agregó con una voz neutra, ligeramente curiosa. El amphithere dejó escapar un suave suspiro para así disponerse a tomar la taza de té entre la frialdad de su diestra, la cual no parecía aceptar el calor que emanaba el líquido, acercando de nueva cuenta a su boca la cerámica; soplando un poco para así beber. Sus palabras fueron claras, no vaciló demás en ello, era notorio que no deseaba incomodarle, a ello se debían sus palabras amables y directas, no había fachada más que la de un hombre intentando comprender que pensaba ella, un hombre bebiendo tranquilamente un simple té.
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Post by Evangeline on Dec 28, 2017 22:29:24 GMT
Si algo movía el corazón de Evangeline eran aquellos que no se creían lo suficiente para nadie. Cada ser en la tierra tenía un lugar y un momento en el cual brillar; las almas se movían por naturaleza entre un mar cuyas olas eran movidas por cada historia y decisión tomada por todo ser viviente. Su ceño se frunció ligeramente, sintiendo pena. Fuese literal o una manera de hablar sobre sí mismo, la servitud era una labor noble, digna e igualmente importante que cualquiera que se atreviera a dar su vida por otros. Agitó suavemente la cabeza negando las palabras de Ivka. -No sería una carga para mí... Se lo aseguro; tiene usted siempre mis oídos a disposición-. De sus labios salió un suspiro que no era más que la respuesta al cansancio y ajetreo constante en el que se hallaba su corazón desde aquella noche. Pero sería egoísta pensar en sí misma, frente a ella en ese instante tenía a un hombre que claramente llevaba cargas en la espalda. Las portaba con gracia, serenidad, paz incluso, muy a pesar de que através de esas profundas ventanas pudiera verse dolor, se podía ver dignidad y fuerza en su esencia.
Se presentó una oportunidad, no propiamente de plantarse sobre terreno firme pero de hablar, al menos de dejar escapar lo que se había fijado como propósito -Créame que en estos instantes no me siento en posición de pedir absolutamente nada... Estoy a merced de lo que su amabilidad guste otorgarme, que hasta ahora... ha sido suficiente- al mencionar esto último llevó una de sus manos hacia la capa que ahora la protegía del frío, jalándola suavemente hasta cubrir un poco más su pecho. -Vine a Reapergate sabiendo los prejuicios que muchos usan para definir esta ciudad pero es en la oscuridad donde pienso podría servir, donde mis manos y mi espíritu podrían ser útiles-. Agachó la cabeza por un momento, topándose de nuevo con las telas que envolvían los pocos mirvos y comida que le quedaban. -Y aún así me estoy moviendo por egoísmo... Llegué sin nada... estas ropas ni siquiera me pertenecen... no tengo nada-. A pesar de la vergüenza su rostro se alzó nuevamente, encontrándose con la tranquilidad del otro. Jamás había estado en esa posición en donde la caridad y la necesidad se encontraban generando un caos. -Estoy consciente que mi vida... mi servicio... mi causa... todo... todo será distinto. Creo que más que una labor en específico deseo ser de utilidad... encontrar mi lugar en esta sociedad...- sus dedos rodearon la taza, permitiéndole al calor ahuyentar el frío que la rodeaba. Sonrió mas en ese gesto había un tinte de resignación. -Por favor no piense que estoy pidiéndole algo... no me atrevería a abusar de su compañía de ninguna manera...- declaró con angustia.
Todo este tiempo, en que las palabras comenzaban a resbalársele de la boca, no había pensado en cómo impactarían a quien tenía enfrente. Estaba desahogándose, hablando por frustración y tal vez miedo, pero no era su deseo causar lástima, orillarlo a tocarse el corazón y mover lo que le rodeaba para acomodarla en un flujo ya existente. No... No tenía el descaro para pedírselo. -Incluso este lugar sería un buen lugar para comenzar... Lo que sea...- esto último se escapó de su boca; un pensamiento rebelde que abandonaba el silencio de la prudencia para salir desbocado a oídos ajenos. Evangeline comenzaba a experimentar la frustración como pocas veces en su vida; la impotencia y miedo por hallarse naufragada en un mar de gente extraña, en una tierra que desconocía por completo. Extrañaba casa.
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Post by Ivka Lawson on Dec 28, 2017 23:54:04 GMT
Bajó la taza conforme escuchaba las palabras de la arconte llegaban a sus oídos, sentía envidia de ella, de su amabilidad e ingenuidad. Únicamente fue capaz de sujetar con ambas manos aquella cerámica caliente sobre la mesa, calentando con suma lentitud sus manos; deseoso por sentir el calor invadir su cuerpo. La escuchaba hablar, pese a las palabras que escapaban, lucia segura de su objetivo, pero cada palabra que soltaba se iba perfiendo con impotencia. El dragón siempre se había considerado compasivo con los extraños; debido a ello que ahora tuviese miedo de relacionarse demás con otros, las probabilidades de resultar herido eran aún mayores. Esa mujer le recordaba tanto a cuando el era así, inexperto sobre el porvenir, sin nada ni nadie, sólo en un un mundo desconocido; a la deriva. Ciertamente sus prejuicios se doblegaron, pero con sólo escucharle decir "utilidad" sintió dolor en sus manos.
Se vio reflejado por un momento, el siempre añoró ser de utilidad, poder encontrar un lugar, aunque fuese pequeño, un sitio al cual encajar; y ser el siervo del Lord de Reapergate habia llenado ese vacío que afligia su alma, ¿Pero a qué precio? Ignorante de lo que habia perdido accedió y se entregó por completo, cosa que no le molestaba, más sin embargo, le hacía pensar: ¿Ella pasaría lo mismo, o sería más fuerte de lo que él fue? Una bocanada de aire escapó con lentitud y luego una leve risa, ocultando lo obvio - No me atrevo a pensar siquiera que usted quisese abusar de la amabilidad de otros, Evangeline. - Musitó mientras cerraba con brevedad sus ojos, y luego los abria de nueva cuenta; mirando así el color del agua que había en la cerámica entre sus manos.- No creo que pueda demostrar fácilmente lo agradecido que estoy ante sus palabras; pues hace años nadie me había hecho tal ofrecimiento tan desinteresado, quizá sólo pueda agradecerle con la amabilidad que usted ya merece. - Añadió - Pero he de decirle que no soy capaz de mentirle, me siento afligido, se nota claramente; pero con el tiempo me he acostumbrado a guardarlo, no puedo huir fácilmente... Por eso mismo le agradezco sus intenciones. - Explicó mientras sujetaba la taza, llevándola a su boca una vez más, sintiendo el cálido vapor en el rostro, bebiendo al instante un pequeño trago. No, no queria causarle lástima, deseaba dejar las cosas en claro; él no era alguien fuerte, únicamente era un miserable que no lo afrontaba, pero la máscara que llevaba encima ya parecía haberse mezclado con él.
-Usted...- Interrumpió el silencio que habia creado por sus palabras, acompletando sus pensamientos en voz alta.- ...tiene algo que nadie más, algo que muchos ya hemos perdido. Esperanza y espíritu. - Bajó la taza y sin prisa extendió su mano al frente, esperando a que la ajena posase su mano sobre la suya. Guardó silencio mientras que miraba su propia palma, sin mucha emoción realmente. -Por eso mismo me gustaría darle un consejo. Ya que ha venido al lugar más oscuro por cuenta propia, tenga cuidado, es muy fácil perderse a sí mismo entre tanta penumbra. Y si hay algo que pueda hacer por usted, no dude en hacermelo saber... No quisiera que alguien más experimenté esa impotencia que sentí hace tiempo, no si tengo siquiera una mínima posibilidad de brindar algo a quien creé egoísta el deseo de ayudar. - Fue lo último que se atrevió a decir, de cierta forma no mentía y no habia trampa en sus palabras; solamente una pequeña necesidad de abrirle los ojos de manera sutil.
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Post by Evangeline on Dec 29, 2017 5:52:53 GMT
Esperanza y espíritu... eran partes fundamentales de su esencia, algo que no podría arrancarse ni aunque así lo quisiera. Le escuchó con atención apreciando el tiempo que disponía para otorgarle un pedazo de sabiduría. -No se preocupe señor Ivka, la oscuridad no es algo que me asuste- respondió extendiendo su mano para tocar la ajena. Se sentía fría bajo su tacto; había una dureza más allá de la textura y sensación física pero no había forma de ubicarese sentir en algo concreto. Bajó la mirada hacia ambas manos; el contacto entre los dos extraños que decían poco pero expresaban mucho. Consuelo, súplica, apoyo; fuese cualquiera de esas cosas pero el tacto llevaba una carga fuerte para ambos. -Es para mí una gran fortuna haberme topado con usted; por muchos años escuché de la maldad... leí sobre ella pero nunca la sentí en carne propia hasta hace algunas semanas...- bajó la mirada en cuanto los recuerdos de aquella noche se colaban entre sus pensamientos. La luna en todo su esplendor iluminando la escena llena de violencia en la que el mar se había hecho testigo de una persecusión. El cansancio de su cuerpo... el dolor de su piel rasgada; todo como si estuviera viviéndolo en ese preciso instante.
Podía sentirlo; el hueco de su pecho haciéndose más grande, elevando la angustia a la boca de su garganta. Llevó su otra mano hacia aquél contacto, dándose valor suficiente para pedir un favor especial. -¿Cómo empezar de nuevo?- su voz apenas un murmullo, su mirada cristalina resguardando los brotes de lágrimas que se negaba a permitir desbocarse sobre su rostro. Una pequeña gota, cristalina y transparente acarició su piel; Evangeline sonrió apenas, despegándose del contacto para limpiarse con cuidado censurando los sentimientos que le aquejaban. -No tiene que responder- insistió, de nueva cuenta sin atreverse a mirarlo a los ojos. -Quiero confiar en que encontraré en este lugar un nuevo hogar; encaminaré de vuelta mi propósito...-. Volvió a limpiarse las lágrimas riendo ante la debilidad de su caracter; de haberse mostrado tan débil ante él. Seguramente pensaría lo peor de ella.
De pronto sintió una chispa encenderse en su interior; una idea que alumbró la repentina oscuridad de su corazón. Sonrió. -No es coincidencia haberme topado con usted-. Podía escucharse en su voz un entusiasmo renovado. Sus manos de nuevo le tocaron con suavidad, a tiempo delicado, sin premura. -Tal vez pueda ayudarle con su aflicción; escuchar las sentencias de su corazón. Si me lo permite, buscar de nuevo esa esperanza y espíritu que dice haber perdido... Créame... que esté perdido no lo hace inexistente; aún hay oportunidad de recobrar ese sentido, esa ilusión por hallar calma y paz-. Si bien su propuesta no resumía su meta y motivación en general, era una de tantas cosas que estaba dispuesta a hacer por los demás. Extender alivio a quien lo necesitara y buscara en ella.
Lo miraba expectante con el rostro tranquilo y una sonrisa apenas perceptible pero lo suficientemente firme para brindarle armonía a su gesto. No esperaba que llegara la mesera con un gesto aún más hastiado que antes advirtiéndoles que la fonda estaba por cerrar. La arconte soltó las manos del hombre de inmediato sintiendo una ola de angustia que la llevó a rebuscar entre las telas los mirvos para pagar la cuenta de esa noche. Ni siquiera había podido terminarse la taza...
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Post by Ivka Lawson on Dec 29, 2017 9:03:46 GMT
Llevó su vista a las manos que le sostenían sin dejar de prestar atención a lo que escapaba de aquella boca. Las palabras hasta cierto punto le quebraban el alma; ella se equivocaba, tenía una visión tan irreal de él que solamente era capaz de guardar silencio, ocultando el verdadero rostro de la moneda por miedo mismo. Elevó su mirada un tanto sorpresivo al ver ambas manos de la fémina sobre la suya; quedando inmóvil al ver aquella lágrima ser derramada. Tragó en seco y el silencio perduró en él, viendo como ella alejaba la calidez de su tacto para limpiarse; sin demorar se atrevió a buscar entre los bolsillos de su chaleco, sacando así un pañuelo. Tan cursi y poco usual. Dudó un momento, pero sin tremor alguno se lo ofreció con calma, no había necesidad de hablar, aquellos ventanales claros decían más que cualquier oración; no era lástima, era comprensión. No podría pensar nada malo de alguien que llorase de tal modo, quizá el era muy ingenuo o quizá ella era muy transparente. Fuese cual fuese el caso, no dudó de su actuar; él era débil.
Sus pensamientos estaban en blanco y su mirada ligeramente perdida, a punto de regresar su mano a su lugar sintió a prisa el contacto de la mujer, esta vez distinto. No pudo evitar sorprenderse, pero permaneció calmo pese a aquellas palabras tan emocionadas que la mujer le ofrecía.
Lo pensó y lo consideró seriamente, mirando aquel brillo en los ojos de la arconte; sintió culpa al instante. Él deseaba negarse, pero no podía por más que quisiese, no quería negarle el primer paso que estaba dando, pero había guardado ese asunto por tanto tiempo que hablarlo le hacía sentir náuseas, náuseas por el recuerdo mismo y por su actuar. Inconscientemente llevó su mano al cuello de su camisa y aflojó un poco el nudo de su corbata, viendo de reojo como la mesera les advertía por salir. Miró alrededor, notando como ciertamente todos salían y la dama se preparaba a prisas; dejando de lado la opción de siquiera poder terminar.
-...- Guardó silencio, pero antes de que la mujer se fuese, le llamó para que fuese a donde él con una señal muy sutil. Una vez la tuvo cerca le pidió que se acercase y le murmuró al oido, cubriendo aquello con su mano; quería un trato. Se desató cierta incomodidad en el ambiente, más sin embargo, la mujer accedió sorpresivamente con una sonrisa, yéndose a prisa a sacar a los demás clientes.
- Beba su té con calma, tenemos un poco más de tiempo. Sólo unos minutos quizá. - Fue lo único que dijo en ese instante, tomando de nueva cuenta su taza para beber como si nada, viendo de reojo como los demás clientes se retiraban. A los pocos minutos se notaba el vacío del local, solamente ellos estaban ahí, junto con unos pocos meseros. Serían pocos minutos, en los cuales sólo diría lo necesario para que la arconte digiriese la idea. - Evangeline. - La llamó por un momento, pidiéndole que pusiese su atención en él por un momento, quizá, interrumpiendo sus pensamientos. No había emoción en su semblante ni en sus palabras, estaba diferente, un poco más distante y disperso. - Agradezco su ofrecimiento, pero no lo merezco. -Hizo una muy breve pausa y soltó un suave suspiro, continuando así lo que debía decir.- A decir verdad, me atrevo a decirle que tiene una idea equivocada sobre mi, alguien que recibe lo que da no puede pedir salvación; mi espíritu y esperanza murieron hace muchos años, la única forma en que podré encontrar calma y paz será en cuanto mis sentidos se apaguen por completo y deje de respirar. - Explicó un tanto apático, dolido al tener que mostrar parte de su verdadero ser, pero pese a ello, la miraba de frente y sin agachar el rostro, era lo menos que ella merecía. Alejó sus manos con cuidado y guardó sus objetos en sus bolsillos sin prisa. - Confío ciegamente en que, como dijo, no le teme a la oscuridad; y será capaz de hablar con este pobre arcano pese a la oscuridad que ya invadió su ser. No me regocijo en ello, mucho menos pido su comprensión, solamente...quisiera que fingiese tenerme confianza a pesar de lo que pueda o no descubrir esta noche, y que crea firmemente en que lo que dije anteriormente no era mentira. - Su voz mantenía un tono bajo mientras que sus manos alistaban todo, al paso de unos cuantos minutos se levantó con cuidado y regresó la silla a su lugar. Acarició con cuidado la mesa, dejando sobre ella un pequeño saquito con las monedas; era el pago por lo de ambos y por esos minutos extra. Con hastío palpó la taza que ya no tenía rastro del té negro que había pedido, y solamente esbozó una muy leve sonrisa, posandose por un lado de la fémina a la vez que le extendía ligeramente la mano. - ¿Desea caminar? - Se atrevió a cuestionarle con dicho ofrecimiento, un tanto expectante a ver que respuesta daba; acceder a seguir con ese juego confuso, o escapar del dragón una vez que las luces del local se extinguieran por completo.
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Post by Evangeline on Dec 29, 2017 9:48:48 GMT
Se hallaba tan apresurada por pagar que el intercambio entre la oni e Ivka le pasó desapercibido de momento. Alzó la mirada al recibir la voz del hombre que le proporcionó algo de tranquilidad; confió en sus palabras y bebió sin sentirse del todo presionada por marcharse. Con los labios besando la cerámica fría, le miró a la mención de su nombre. Bajó la taza a la mesa, mirándole detenidamente. Sintió una sensación helada con cada palabra que él pronunciaba; sintió tristeza... tristeza de que tuviera tan poca fe en que su corazón y espíritu pudieran sanar. Que hablase así de su propia vida le suavizó aún más el ánimo. No era la primera vez que se topaba con un hombre derrotado, quebrado y desilusionado pero siempre respondía de la misma forma: dispuesta a demostrarles lo contrario.
Se dio permiso de sonreírle dándole negación a algo en específico. -Señor, yo ya confío en usted- le indicó, inclinándose ligeramente hacia él, compartiendo las palabras como un secreto. Al ponerse éste de pie, la arconte le siguió con la mirada, desde la forma tan sutil en que aquél saco fue colocado sobre la madera, hasta el detalle de colocar la silla de nueva cuenta en su sitio. Parecía ser un hombre de buenos sentimientos, detallista y consciente de sus alrededores; se dio la libertad de confiar y hacerse de su compañía un poco más.
La pregunta le llegó como un respiro, un descanso a su ajetreada consciencia. Darse la libertad de algo tan mundano... como si no hubiera existido la desgracia. -Me agradaría mucho- extendió suavemente la mano para sostenerse de la del dragón, poniéndose de pie con cuidado mientras sostenía sus pertenencias. Sus pasos pesaban puesto que el cansancio físico se había estado acumulando desde su llegada pero no perdería la oportunidad de rondar la ciudad en compañía de un habitante de Reapergate. Tomó el brazo de su acompañante, caminando a su lado mientras pasaban de largo a decenas de personas que les observaban al pasar. Muchos con miradas curiosas y otros con un aura en los ojos como si fuesen capaces de esconderse en los rincones más profundos de su alma. Evangelina tragó saliva puesto que era la primera vez que se exponía a semejantes muestras de hostilidad e incluso deseo pero eso no ahullentaba las ganas de permanecer en aquél lugar.
-Vayamos a donde usted guste- su voz era suave, casi podía perderse entre el bullicio de la ciudad. Miró hacia arriba para encontrarse con el rostro ajeno y sonreírle, muy a pesar de que por dentro se hallaba asustada y nerviosa. -No tengo a ningún lugar al cual llegar así que lo acompañaré hasta que decida volver a su hogar-. Aprovecharía el paseo para dar con alguna posada u hostal lo suficientemente barato para hospedarla un par de días... esperaba fuera suficiente para encontrar un trabajo, algo que pudiera asegurarle su permanencia en Reapergate. -Mientras tanto me gustaría saber un poco más de usted; es lo justo... Conocer sobre mi primer amistad en esta ciudad me sería sumamente grato-.
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Post by Ivka Lawson on Dec 31, 2017 4:35:10 GMT
"No puede confiar en quien no conoce."
Las palabras no salieron por si solas, unicamente un débil suspiro mientras que él sujetaba con sumo cuidado aquella palma que se posaba sobre la suya. Le guió para salir, manteniéndose cerca, ignorando a quienes rondaban. Podía sentir las miradas, pero sabía que sólo la veían a ella, inevitable al ser tan diferente a lo que se veia en aquel páramo perdido y un tanto tenebroso. La pesadez de las palabras le causaban estragos, intentando apelar a su lado más coherente, pero la demencia no era partícipe de su juego, quizá sólo la confusión que residía en su mente; de cualquier forma esa petición que le hacía le resultaba un tanto problemática, pues hablar de si mismo siempre había sido tan difícil.
-Que halago que me considere su amigo. - Inquirió sin necedad de mentir, apegando el antebrazo a su pecho como si de un escolta se tratase, depositando suavemente su otra mano en el bolsillo de su pantalón, ocultandola del frío. - Vayamos al cementerio, es más tranquilo. - La sugerencia salió de entre sus labios sin mucho ánimo, pero mucho menos sin pesadez; estaba en un estado un tanto conflictivo, reconsiderando que decir y como ayudarla, pero debía concentrarse. Reaccionó a las palabras de la fémina de forma tardía, quien mencionaba que no tenía un lugar al cual ir; el amphitere no pudo evitar mirarla de reojo, con tan ferviente sonrisa pese a algo tan serio. - Mi hogar es su hogar; mientras que pueda encontrar algo más estable y si así lo desea. - No pensó demasiado el peso de sus propias palabras hasta que reconsideró el donde era exactamente ese "hogar" que mencionaba, no podía retractarse pero no estaba en su derecho de ofrecer dicho lugar como si nada; la solución más simple que llegó a él fue sencillo, que ella ocupase un lugar como empleada, era lo más sensato y un lugar por el cual comenzar.
No se tomó la molestia de insistir, únicamente siguió caminando un tanto callado, mirando como el clima parecía empeorar con cada minuto que pasaba.
- No sabría que decirle, Evangeline. Siempre he sido pésimo para hablar de mí mismo, estoy acostumbrado a escuchar... Aunque si hay algo que deseé saber, podría preguntarme, estaría encantado de responder sus dudas. - Vacilaba en sus respuestas por mera prevención, no, no dudaba de ella, dudaba de sí mismo. Había cosas que no queria comentar, pero tampoco se negaba a hablarlas con alguien que probablemente lo olvidaría después. La hostilidad no se reflejaba en su voz ni en su mirar, pero aquellos ojos se encontraban ligeramente perdidos al frente, divisando a la lejanía lo que parecía ser la enorme reja del cementerio. No había nadie enterrado ahí que el dragón conociese pero le resultaba sumamente nostálgico y calmo a diferencia de otros sitios por Reapergate. No apresuró el paso pero una leve sonrisa se formó en sus labios, sin serle indiferente al recuerdo.
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Post by Evangeline on Dec 31, 2017 7:12:27 GMT
¿Cómo podía alguien ser tan generoso? Evangeline continuó caminando sin responder inmediatamente a la invitación de Ivka. Las puertas del cementerio daban la bienvenida a aquél sitio de descanso donde las almas se liberaban y abandonaban los cuerpos que ahora estaban en santa sepultura. Caminaron entre las lápidas sobre el camino irregular mientras la luna apenas iluminaba las piedras dándoles guías por dónde andar. Una lágrima corrió nuevamente por su rostro: gratitud. Se detuvo de pronto causando que su acompañante lo hiciera también. -Gracias- dijo al fin mientras estrechaba el brazo del dragón. -Antes de... consentir a mi egoísmo y abordarle con preguntas, quisiera de verdad agradecerle-. Se desprendió del brazo del joven, tomando lugar frente a él.
La luna apenas iluminaba su rostro; resaltaba el rastró cristalino marcado sobre su mejilla. Sonrió. Qué sentimiento tan extraño, tan nuevo... Estar tan cercana a una situación como en la que se encontraba; carente de todo y aún así encontrar a personas con tanta bondad que sin siquiera conocerle estaban dispuestos a ponerla sobre terreno firme. -¿Cómo podría pagarle semejante favor?-. No era tan simple como ofrecerle un pedazo de pan o un trago de agua... se trataba de compartir su mismo techo, algo tan íntimo que merecía ser repuesto de manera justa. -Que usted ponga en mi destino su techo para resguardarme de las tormentas es algo que conmueve mi corazón; no es necesario preguntar sobre usted puesto que me he dado cuenta que es una gran persona- declaró mientras tomaba la mano del arcano. Se sentía tan fría y aquello le hizo sentir culpa. Lo había forzado a mantenerla desprotegida del clima al haber enroscado su brazo con el de él. -Le pagaré cada moneda que ponga a mi disposición; usted me está dando la oportunidad de un nuevo comienzo y por eso le estaré eternamente agradecida-. Inclinó su cabeza realizando una reverencia que culminó al dejar descansar su frente sobre la mano de Ivka.
Su corazón estaba lleno de gratitud y humildad; ojalá pudieran ver todos aquellos que sentenciaron aquella ciudad con la oscuridad lo que uno de sus habitantes hacía por ella. Ivka Lawson era la evidencia de que existía la bondad incluso en lo que muchos llamaban el abismo de la maldad.
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Post by Ivka Lawson on Dec 31, 2017 8:34:11 GMT
Podía sentirse la respiración de las almas errantes que yacían en dicho cementerio, deambulando por la eternidad en busca de respuestas y serenidad, algo que seguramente nunca llegaría; era como estar en casa.
Su vista se mantenía al frente, ajeno a lo que ocurría tan cerca suyo...hasta que fue detenido por la arconte, quien paraba en seco su andar. No se inmutó demás pero la duda le carcomío por un segundo, le parecía un poco inusual pero se limitó a escucharla y observar cada movimiento que ella hacía; sorprendiendose con sólo notar aquellos lagrimales tan cristalinos escapando de sus ojos.
Se quedó absorto y sin palabra alguna, permitiendo que hablase y actuase pese a que no le parecía correcto recibir tales agradecimientos, ni mucho menos, esas consideraciones. Ella se equivocaba, o quizá el había sido demasiado gentil...o demasiado falso y convincente. El dragón no lo sabía, ya no era tan consciente de si obraba a favor de ella; porque... ¿Exactamente, qué era considerado bueno, y qué malo? Él ya sólo era capaz de actuar por lealtad y complicidad, incluso por encima de todo; pues sabía en el fondo lo que significaba, sólo era una pieza, y estaba a favor de ello. Intentaba no quejarse ni mostrar rechazo, pero cada oración que escapaba de la mujer le lastimaba un poco; él sabía la verdad, sabía que solamente lo hacía para abrirle los ojos cuanto antes, sabía que él claramente estaba poniéndole la soga al cuello... Estaba consciente del veneno que estaba por entregarle a la inocente dama; la verdad oculta en una "buena" acción. Pero... ¿Estaba bien, no? Qué mejor que ella se percatase de la realidad del bajo mundo que en aquel lugar: la mansión del Lord de Reapergate. No había nada de malo en que ella fuese testigo de que no todo el mundo podría salvarse, él buscaba advertirle de una manera u otra. Pero la curiosidad de Lawson era bastante; ver si esa hermosa mujer sucumbia ante la oscuridad de la noche de Reapergate o lograba librarse de la trampa antes de perderse, y huir cuanto antes de esa verdad... Si, era algo que llamaba su atención, ¿Sería ella más fuerte de lo que él lo fue? ¿Podría salvarse incluso después de poner un pie en terreno desconocido?... Bastaba con averiguarlo, pues parecía que todo ser que vivía en Reapergate perdía luz propia con sólo el pasar de los días. Pero pese a sus propias dudas, de algún modo u otro, una parte de sí aún buscaba ayudarla con desespero a cumplir su meta. Aunque ya era algo fácil de imaginar el final.
Una leve sonrisa escapó nuevamente, sólo fue capaz de girar con cuidado su mano; aquella que era sostenida por la fémina, para así, poder tomar la contraria.Sin más, acercó ambas manos a ella, levantando su rostro para que lo viese nuevamente. La luz de la luna era tan tenue, pero los ojos de ambos brillaban con ella excepcionalmente. Sus manos seguían frías, siempre había sido así, no era extraño en él.
- No necesita pagarme, no es dinero lo que quiero. - Contestó amable mientras entrecerraba ligeramente sus párpados y luego se atrevía a acercar su diestra al rostro femenino, buscando así limpiar con cuidado aquellas lágrimas. - No merezco sus palabras, Evangeline, no soy tan amable como usted creé. Pero no me gustaría verla sufriendo como otros arcanos. Mi única recompensa será ver su nuevo renacer, eso es lo único que pido, pues... tengo expectativas de que podrá superar lo que se avecina. - Indicó sin mentir, separando lentamente sus manos de ella, posandolas ambas ahora en la capucha de aquella capa que le había ofrecido hace poco. - No creo que pueda salvarme, pero sé que podría salvar a otros... e incluso, a sí misma. - Fue lo último que dijo el arcano respecto al tema, acomodando la tela sobre la cabellera ajena de modo que esta le cubriese del frío, pues incluso pese a no demostrarlo demás, el dracónido se percató de la frialdad del rostro de la dama por el mismo ambiente. Retiró sus manos y ofreció nuevamente su brazo para que le sujetase, estaba un tanto deseoso por seguir caminando; habia pasado bastante tiempo que no lo hacía por propio placer personal.
Sin esperar, giró un poco su tez hacia las tumbas, apreciandolas con cuidado. ¿Seguirían en pie aquellas lápidas que dejó en el mundo humano? Esa pregunta invadió su cabeza por un breve instante, era una pregunta bastante difícil de responder.
- ¿Seguimos? - Cuestionó formal, regresando su vista a la mujer, como si aquel recuerdo jamás se hubiera hecho presente.
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Post by Evangeline on Dec 31, 2017 23:58:31 GMT
Se encontraba plena, llena de gratitud. Su alma descansaba después de la angustia de no saberse en algún lugar en aquella isla pero ese extraño le había proporcionado confirmación de que la esperanza no moría. La gentileza de su tacto fue como estar bajo la sombra en un día soleado; plenitud... refugio. Recibió sus palabras en silencio, simplemente fijando la mirada sobre sus profundos ojos. En su garganta comenzó a hacerse un nudo al recibir la desesperanza y duda por parte del dragón. ¿Qué habría ocurrido en su vida para creerse indigno de la salvación? No preguntaría, por ahora. Muy a pesar de que su curiosidad deseara vagar, no era prudente. Bajó la cabeza, aparentemente aceptando lo que se le acababa de decir. Sin embargo, Evangeline podía llegar a ser testaruda; no dejaría el tema hasta no intentarlo pero esa noche, acotaría a sus deseos obedientemente.
Tomó el brazo del hombre caminando a su lado entre la oscuridad, la niebla y el sollozo del viento. Si bien el lugar era lúgubre y oscuro, poseía una belleza a la que no había estado expuesta de primera mano. La muerte era algo natural, parte del ciclo de la vida. Existía como todo contraste; luz y oscuridad, bondad y maldad... Comprendía que debía haber un balance, un punto en donde todo concepto se encontrara para generar su contraparte. Comenzaba a perderse en sus cavilaciones, aquellas que la llevaban a lugares lejanos y desconocidos. -Digame... ¿qué tenía planeado hacer esta noche? Habló usted de... una rutina vacía... ¿Le gustaría... tal vez... contarme sobre ello?-. Lo miró de reojo, observando detenidamente ese rostro que a pesar de su encanto estaba marcado por el cansancio. Una pesadez se dibujaba de formas sutiles pero hermosas. La oscuridad rodeando su mirada, las cicatrices que definían una historia en su gesto; sin darse cuenta Evangeline observaba de más sin prestar atención al camino frente a ella.
Se sentía segura a su lado pero estaba consciente de que desconocía por completo al hombre. Aunque su confianza surgía rápidamente no actuaba ciegamente. Se tomaría la oportunidad de conocerlo a profundidad, tomar cualquier oportunidad para ayudarle; pagar de maneras sutiles al favor que le proporcionaba. Jamás olvidaría esa chispa de luz que vio en él; tal vez no lo sabía, tal vez se negaba por cargas del pasado, por heridas profundas en su alma, pero aún había esperanza para él... Evangeline lo sabía.
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