Hoko Sodza
Los Grises
Nuestro cuerpo es solo una frágil máscara de nuestra alma
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Post by Hoko Sodza on Dec 30, 2017 1:52:15 GMT
La selva podía ser un lugar de tanta paz, la naturaleza se hacía una sola con todas las hermosas criaturas que lo rodeaban, el viento rosaba las hojas de los árboles húmedos, el sol brillaba en el cielo, aunque algunas nubes intentaran cubrirlo debido a la llegada del invierno, incluso los árboles más jóvenes tiraban sus hojas, pues sabían que pronto se secarían debido a las posibles nevadas que pudiesen caer en Mirovia, aún si la jungla siempre protegiera aquel lugar del frío, aun el clima más caluroso podía sucumbir ante los aires gélidos de vez en cuando, y bien lo sabía el desierto.
Las garras de un animal grande se clavaron en la tierra con tanta ferocidad que parecieron remover todo el ciclo tan pacífico que a veces el bosque poseía, jalando junto a aquella criatura una carreta casi tan grande como ella. Un tigre corría con las fauces entreabiertas, jadeando debido al esfuerzo de correr y jalar la carreta llena de víveres: Algunas cajas, sacos y cestos llenos de herramientas, comida y uno que otro tesoro. Soltó un rugido que estremeció a todo el bosque mientras enseñaba los dientes tan afilados como espadas y ojos de color amarillo puro como el oro que adornaban los templos de los altos reyes de su país natal.
―¡Te juro que cuando te atrape ni siquiera tendrás el gusto de que me trague tu alma, voy a encerrarla en un jarrón y a enterrarla en las arenas del desierto malditas! ―Gruñó Hoko en su forma salvaje mientras utilizaba las cuatro patas para moverse más rápido.
―Si me atrapas primero, grandísimo arcano pesado ―Chilló un animalejo que parecía más un mono, pero con plumas insertadas en todo su cuerpo y algunos artilugios brillantes en su cuello, muñecas, dedos y pies.
Solo había una cosa que Hoko Sodza odiaba más que el frío.
Y eran los asquerosos ladrones.
Hoko tan solo se detuvo cuando de pronto una enorme pendiente se atravesó en su camino, de donde colgaba una preciosa y imponente cascada, la cual, cortaban de cuando en cuando los rugidos de la Rackshasa. La mujer clavó sus garras en la tierra para evitar caer al agua, deteniendo con su propio cuerpo sus pertenencias en la carreta, y miró al mono emplumado que se balanceaba de un lado a otro entre risotadas.
―¡Nos vemos!
Si. Ni siquiera la montaña más helada podía ganarle a los ladrones.
La mujer miró como el animalejo se alejaba de su vista con el entrecejo fruncido, y solo cuando dejó de oírlo, soltó un suspiro, volviendo a su forma sellada, desapareciendo por completo el pelaje por la piel morena y su cabello negro como el carbón.
―Odio la jungla ―Gruñó la mujer. Ahora los viajes a la nieve con Hrosskell ya no parecían tan terribles, Hoko se dio la media vuelta, quitándose los cinturones que la ataban a la carreta y se dedicó a revisar que ninguna de sus cosas se hubiese aplastado o roto debido a la persecución.
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Post by Narelle Kafka on Dec 31, 2017 9:29:46 GMT
Cuán bello era rondar por aquellos lares que le recordaban su antiguo hogar, la frescura del clima era bastante tolerable en dicha época de invierno, el calor reducía bastante y hacia más amena la estancia; incluso para una serpiente albina. Un suave suspiro escapó de aquellos labios que sonreían tenuemente, la enorme cola de serpiente se arrastraba con cuidado y cierta elegancia por la tierra, manchándose muy poco debido a la humedad misma que impedia que la tierra se pegase demasiado a ella. Un par de cuernos se asomaban entre las hojas y una figura blanquecina rondaba por los alrededores, buscando un Manglar para poder tomar un baño.
En su búsqueda, la mujer avanzaba con bastante normalidad, ni demasiado lenta ni muy veloz; rebuscando con la mirada por los alrededores bastante expectativa y silenciosa, hasta que un fuerte grito le hizo estremecer por la impresión y susto. Alguien estaba muy enfadado. Su curiosidad fue basta y no dudó demasiado en asomarse sigilosamente por entre las hierbas para saber que ocurría; un tigre que hablaba persiguiendo... ¿Un mono? Narelle se quedó quieta, observando la persecución con sumo cuidado, parecía que todo iba mal para aquel trigre, no pudo evitar sentir un poco de pena mientras que cubría su boca con su mano, sorprendida al ver aquella escena tan lamentable.
La naga permaneció quieta al ver como el animal cruzaba fácilmente hacia donde estaba ella, pero, al otro lado el tigre se detenía en seco por el agua que corría a la cascada. Se sintió molesta y un tanto impotente por haber visto aquello, y sin dudarlo demás se dio la vuelta en silencio, yendo con cuidado a donde reposaba el extraño ser de plumas, perdiendo de vista aquel cambio de forma en el tigre molesto al otro lado del agua. Arrastraba su cuerpo en silencio, acechando a lo que parecía ser su presa, quien se regocijaba bastante distraído. Sus ojos se mantenían fijos en aquel extraño, hasta que en un movimiento oportuno, su cola atrapó las patas del animal, arrastrandolo sin mucho cuidado por la tierra, llevándolo cerca de su rostro, dejándolo de cabeza y en evidencia. Sólo pudo mirarlo con sumo enojo mientras que su cola lo rodeaba adecuadamente para presionar poco a poco pero con fuerza, obligándole a ceder ante un pequeño sueño... Se había excedido un poquito.
El pequeño ladrón quedó inconsciente con sólo un pequeño apretón que la constrictoria le había dado.
Sin más, se propuso regresar a donde estaba aquel tigre; avanzando con cuidado nuevamente para no soltar al animalejo tramposo. Sus manos se abrían paso entre las plantas y sus ojos bicolor rebuscaban entre los alrededores, pero lo único que vio fue a una mujer, con la carreta que hace poco tenía el tigre. Dudó por un momento, pero sin perder la esperanza se asomó un poco hasta salir por completo, dejando ver su blanquecino cuerpo.
- ¡Disculpe! - Le llamó la atención a la contraria, al otro lado de la separación del agua, moviendo ligeramente su diestra para que le viese; aunque poco era necesario pues ella ya resaltaba bastante. - ¿No ha visto un tigre por aquí? - Preguntó inocente y gentil con una leve sonrisa, pero a la vez, un tanto preocupada, temiendo que aquel pobre se hubiese ido sin recuperar lo que le había sido robado, ignorante del hecho de que la mujer con la que hablaba era el mismo tigre.
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shuyi
La Resistencia
"el hecho de que ya este acostumbrado no significa que no me duela"
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Post by shuyi on Jan 1, 2018 0:27:34 GMT
las horas pasaban lentamente mientras el joven licantropo caminaba en las entrañas de la jungla de mirovia con pasos pesados de manera lenta y desmotivada debido a la insolación y el cansancio de su desventurado viaje hacia el desierto de mirovia. paro unos metros después sentándose en la primera que había visto en bastante tiempo para que sus adoloridos y descalzos pies descansaran mientras alimentaba el fuego de su linterna, volvió a suspirar algo mas aliviado mientras veía como la llama tomaba mas fuerza para luego refulgir con la intensidad habitual y viéndola comenzó a reprocharse sobre lo estúpido que se veía ahora su plan de ir al desierto de mirovia ya que si bien pudo llegar sano y a salvo sin perderse de nada le había servido pues al llegar la herrera que buscaba no estaba en su residencia y por el testimonio de sus vecinos que hace días no la veían se le hizo necesario volver a su hogar pues no tenia el suficiente capital como para pagar una posada por varios días y el pedido a la herrera aunque la decisión de volver tampoco fue una buena idea ya que debido a los giros equivocados, malas indicaciones y un sentido de la orientación pésimo termino solo, lleno de moretones, sucio y con todo tipo de basura en su ya descuidado cabello en uno de los pocos lugares en toda la isla que odiaba con toda su alma.
una persecución rápida lo devolvió de sus pensamientos a escopetazos quedo atónito ante escena que tenia ante sus ojos pues no todos los días se veía a un mono emplumado siendo perseguido por un tigre el cual jalaba una carreta a toda velocidad. guiado por su enorme e insana curiosidad comenzó a trotar rápidamente con linterna en mano sin perder de vista a el tigre hasta que vio que paro en seco siendo esa la señal para que dejara de trotar y caminara para no perturbar al animal, se escondió detrás de un árbol que estaba atrás de aquella criatura y vio pacientemente como se transformaba en una mujer de cabellos azabache y comenzaba a ver sus pertenencias mientras el miraba avergonzado de preguntarle por indicaciones o ayuda. se acerco lentamente a ella nervioso intentando no parecer una amenaza pero cuando estuvo lo suficientemente cerca para que su voz se oyera tropezó con una raíz que sobresalía del terreno y dio de bruces con la parte de atrás de la carreta haciendo que su frente palpitara con furia por el golpe mientras la carreta emitía un sonido hueco y se movía un poco por el golpe.- d-disculpe no era mi intensión molestar señorita -.farfullo asustado mientras se paraba y ponía las manos en alto en señal de paz y daba un par de pasos atrás.
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Hoko Sodza
Los Grises
Nuestro cuerpo es solo una frágil máscara de nuestra alma
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Post by Hoko Sodza on Jan 3, 2018 17:27:31 GMT
Sacó unas herramientas de una caja de madera y luego observó una bolsa llena de trigo, harina y uno que otro saquito de levadura. Se alegró de que todo estuviera en orden a pesar de perder el objeto que recién había conseguido del desierto. Bueno… no había que lamentarse demasiado… Cuando escuchó algo arrastrarse y las hojas moverse un poco hacia los lados se volteó de pronto, con los ojos encendidos y alertas, una voz femenina la sacó de sus instintos y al final, cuando observó a una figura pálida sus ojos se abrieron de par en par.
¿Sería un demonio o un espíritu de Shangri Lax? ¡Eso le pasaba por maldecir a la jungla, siempre se traían malos augurios cuando odiabas lugares sagrados! Hoko miró hacia abajo, pensando si debajo de sus pies habría algún templo maldito o algo así. Cuando estuvo a punto de contestar, otro golpe sacudió el silencio que anidaba aquel lugar, la Rackshasa miró hacia abajo, notando a un arcano tirado en el suelo.
―A menos que hayas tomado algo de mi carreta, no me molestas en absoluto ―Hoko miró al arcano desde una distancia segura, sonriendo de oreja a oreja, mostrando aquellos colmillos blanquesinos, rascó un poco la madera de la carreta, quitando lodo seco que se había pegado, para luego observar de cuenta nueva a la mujercita, la cual, aún para Hoko, seguía siendo un tipo de espíritu de la jungla, ¿Quizás una guardiana?
―¡Si, había un tigre por aquí, si me dice para qué lo quiere, quizás podamos hacer un trato acerca de su paradero! ―Hoko recargó un codo en su carreta, recargándose con cuidado. Mirando a la arcana a los ojos, interesándose por su apariencia bicolor ―¿Eres la deidad de estas ruinas, verdad? ―Hoko apuntó a la arcana sin poder aguantar mucho la curiosidad y la culpa ―Tú has de ser su ayudante ―Apuntó al otro arcano de cabellos negros ―Escuchen, cuando dije que odiaba a la jungla no lo decía en serio, solo ha sido un mal día ―Reconoció la Rackshasa agitando las manos, mirando a uno y luego al otro.
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Post by Narelle Kafka on Jan 8, 2018 6:35:08 GMT
Se mantenía expectante con sólo ver a aquella mujer al otro lado, curiosa por su cabello color oscuro. No fue hasta que un pequeño joven cayó al suelo, causando un ruido que atrajo la atención de ambas arcanas. Narelle lo vio curiosa y preocupada, pensando en que ojalá aquel jovencito estuviese bien pese a la caída. Su semblante se tornó un tanto preocupado al instante, haciendo que por innercia avansase un poco hacia adelante, dejando ver aún más su alargada cola de serpiente, pero con el ladrón inconsciente entre las plantas.
No reaccionó hasta que la mujer llamó su atención al responder su pregunta. - ¡Oh! ¡Que ale- ...- Estaba a punto de exclamar aquella frase, a la par que sus manos se juntaban, dando un suave aplauso y cerrando ligeramente sus ojos, más sin embargo, la voz de la fémina le interrumpió con una frase un tanto graciosa. ¿Ella, una deidad? Le parecía irónico e hilarante, sorprendiendose al instante mientras posaba sus ojos en la mujer con un semblante tranquilo mientras observaba y escuchaba aquel nervioso actuar, le parecía muy linda por hacer aquello.
No pudo evitar soltar una risa amable mientras cubría ligeramente su boca con su mano diestra, un tanto avergonzada. Pese a que sabía que era un malentendido, ella también lo tomó como un halago.
- No se preocupe, no soy ninguna deidad, pero le agradezco por pensar tal cosa. - Musitó amable mientras recogía un mechón de cabello detrás de su oreja con una sonrisa aún dibujada en los labios mientras agachaba un poco la cabeza. Sin más, elevó su rostro de nueva cuenta, dedicándole un gesto dulce a ambos. - Me gustaría que el tigre recuperase lo que perdió, ¿Sería tan amable de decirme donde puedo encontrarle por favor? - Sus palabras eran sumamente inocentes, descuidada ante los desconocidos por sus apariencias amables. Una vez dijo ello, salió por completo de entre las plantas, un poco más confiada de los extraños. Su alargada cola serpenteo un poco, dejando en evidencia al pobre ladrón siendo estrujado por la misma. - Este pequeño tomó algo que no le pertenecía, y me parece muy injusto. - Explicó un tanto molesta mientras regresaba su vista al mono emplumado, se percató de que aún respiraba, era buena señal. Una vez comprobado que seguía con vida, se acercó un poco más a donde los otros, quedando únicamente separados por el agua. Les sonrió de nueva cuenta mientras juntaba sus manos y las entrelazaba entre si. - A nadie le gustaría que le robasen...- Dijo en voz baja, desviando su vista al agua que corría para luego ver a la mujer con una mirada un tanto más determinada, sin perder la esperanza de ver al tigre. - Por eso mismo, me gustaría saber donde esta. - Añadió un tanto preocupada, ¿Y si ya se había ido? No quería pensarlo siquiera.
Después de haber dicho aquello, reaccionó a tiempo. - ¡Oh! - Una idea llegó a su mente, quizá la mujer quería algún intercambio... Pero ella no tenía nada por ofrecer. Inclinó un poco su cabeza, pensativa respecto al tema; notando al joven nuevamente. - ¿Se encuentra bien? - Le preguntó con un tono dulce al licántropo mientras le saludaba gentil, agachando su cuerpo por innercia misma. Poco después se reincorporó y rebuscó entre la única tela que portaba en su cuerpo, buscando algo por ofrecer pero sin mucho resultado. Un suspiro escapó de sus labios mientras cerraba sus ojos, agobiada. - No tengo nada que ofrecer para el trato que menciona...- Murmuró apenada mientras posaba su diestra en su mejilla y dejaba caer ligeramente su cabeza en ella, algo triste por ello.
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shuyi
La Resistencia
"el hecho de que ya este acostumbrado no significa que no me duela"
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Post by shuyi on Jan 18, 2018 6:33:22 GMT
mientras las otras dos arcanas hablaban sobre el paradero de cierto "tigre" el pobre shuyi no dejaba de sobarse su ahora enrojecida frente en un gesto mas que exagerado quejándose. escucho a la rakshasa hablar y aunque se molesto un poco porque siquiera pensó en que el podría robar algo no dijo nada pues como siempre su aspecto hacia entendible ese tipo de suposiciones, al seguir escuchando lo que decía sobre el y aquella radiante criatura que parecía un fantasma lo único que pudo hacer es reírse por pensar que el podría ser ayudante de un dios- lo siento señorita soy mago salvaje no emisario celestial o sacerdote, los dioses están fuera de mi jurisdicción... y bueno en cuanto a odiar la jungla, con ese cabello en un ambiente tan húmedo entendería el odio hacia este lugar -respondió con sarcasmo brindándole una sonrisa irónica.
una vez pasado aquel incomodo pero gracioso momento con la mujer de su derecha escucho a aquella agraciada dama de blanca piel preguntarle si se encontraba bien y al notar tanta inocencia no pudo mas que responder y sacar a la pobre chica de lo que parecía una mala broma- si estoy mejor muchas gracias señorita no deberia preocuparse por este saco de huesos y desnutrición... aunque tengo que decirle que la mujer que esta a mi lado... es el "tigre" que esta buscando -dijo señalando a la extraña que estaba al lado de el con su pulgar y una sonrisa divertida por la inocencia de la dama que estaba al otro extremo de donde ellos estaban.
no era una completa perdida su viaje, después de todo encontró gente interesante pensó mientras observaba de nuevo a las damas que tenia cerca sonriendo de nuevo pensando en todo lo que había pasado en tan poco tiempo. sin duda era su mejor talento el meterse en situaciones ridículas sin importar lo que hiciera.
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Hoko Sodza
Los Grises
Nuestro cuerpo es solo una frágil máscara de nuestra alma
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Post by Hoko Sodza on Jan 28, 2018 23:04:06 GMT
Hoko miraba a los arcanos alrededor de ella, aliviada del todo de que no fueran algunas deidades de la selva, soltó un suspiro, recargándose en su carreta mientras sacaba un paño de entre sus ropas, limpiando el sudor de su frente.
―El cabello no es el problema, pequeño vendado ―Respondió Hoko ante el comentario de Shuyi ―Puedo soportar el calor del desierto y el de cientos de hornos, pero el calor de la jungla es húmedo, muy a diferencia de todos, es molesto y hay insectos por todos lados.
Estuvo a punto de responderle a la naga, acertando en el comentario del muchacho, cuando, al ver al mono emplumado soltó una carcajada mientras se acercaba a la naga con una sonrisa. ―¡Lo atrapaste! ―Soltó mientras observaba al enano inconsciente en el piso ―¿Cómo lo hiciste? Son demasiado rápidos ―La mujer se agachó, arrebatándole de las manos la cajita que se había robado la criatura de su carreta, la cual era pequeña con una cerradura de plata, Hoko lo observó unos segundos, aprovechando para quitarle todas sus pertenencias de oro y joyas que seguramente les había robado a otros viajeros.
Regresó a su carreta, dejando sus posesiones dentro con cuidado. Regresando con la arcana de cabellos blanquecinos.
―Le agradezco haber atrapado al ladrón, esa caja no había sido fácil de conseguir ―Hoko tomó la mano de Narelle, agitándola en gesto de saludo ―Permítame darle mi gratitud invitándola a mi taller, de seguro allí habrá algo que le agrade y yo con gusto se lo regalo ―Se separó de la mujer, mirando ahora al muchacho. ―Mi nombre es Hoko Sodza, soy una rakshasha, por si aún le quedaban dudas del tigre... ―Se presentó, acomodando una mano en su pecho.
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Post by Narelle Kafka on Feb 16, 2018 20:55:25 GMT
Escuchó atenta la respuesta del joven, aliviandose al instante con sólo saber que estaba bien. Sonrió calidamente, palpando con sus dedos su propio cuello como si el aire volviese a recorrer cada parte de su cuerpo. - Me alegro que esté bien - Dijo en voz baja, sorprendiendose casi al instante en que desubrió que la mujer de cabellos azabache era "el tigre" que buscaba con anhelo. Sin perder tiempo mostró su alegría, sonriendo de nueva cuenta mientras que arrastraba su enorme cuerpo hacia adelante, avanzando y acercándose un poco más a ellos. Con la parte de su cola que sostenía al animal lo acercó a las manos de la rakshasha, viendo como le quitaba aquella caja de las manos casi entumecidas incluso estando inconsciente, aferrandose a no soltar el objeto robado. - Estaba distraído, así que fue suerte. - Respondió con un tono un tanto dulce y gentil, acercando ahora al emplumado ser cerca de sus propias manos para verlo, mientras que la otra se dirigía a su carreta. Le causaba curiosidad pues nunca antes había visto algo igual.
- Supongo que despertarás más tarde...- Le susurró inocente al pequeño mono, depositandole con cuidado sobre unas plantas con una muy leve sonrisa. No dijo más, pues aunque sabía que robar era sumamente malo, se mantenía con la idea de que quizá lo había hecho por necesidad. Al menos quería pensar ello. La naga ya no quiso entrometerse más en la vida del ladrón, las cosas sucedieron de ese modo y así prefería que fuesen. Sin más, se reincorporó de nueva cuenta y avanzó a donde se encontraban los demás, sorprendiendose un poco ante el comentario que la mujer le hizo. - Me alegro que recuperase lo que le pertenecía. - Respondió dulce, sorprendiendose nuevamente al ver que su mano era sujetada por la fémina que ahora estaba al frente de ella. - ¡Oh! - No pudo evitar dejar escapar un pequeño sonido de sus labios, correspondiendo aquel saludo con cierta vergüenza y gentileza. Escuchó sus palabras y un sonrojo apareció en sus mejillas blanquecinas, por inercia llevó su propia mano a palpar su rostro; como si ello ocultase tal color presente. - No quiero molestarle con algo así, no necesita agradecerme... Pero debo admitir que me tienta la invitación. - Respondió mientras apartaba su mano y con cuidado acomodaba algunos cabellos que caían por el frente de su desnudo torso, apenada por sus palabras. Dejó escapar una leve risa, dirigiendo por un momento su vista a donde se encontraba el licántropo. Un nombre llegó a sus oídos, haciéndole regresar la vista a la fémina. Soltó de nueva cuenta una risilla, un tanto nerviosa por haber pensado que se trataba de un tigre ajeno a los presentes. - Lamento la confusión de hace un momento, no estoy muy familiarizada con otras razas...- Explicó mientras que jugueteaba un poco con sus propias manos, entrelazandolas una vez que tuvo más seguridad. - Mi nombre es Narelle. Narelle Kafka, mucho gusto. - se dio a conocer, algo conmovida por el momento tan poco común que se estaba dando, más que nada por el hecho de que no había hablado con alguien más hacía ya tiempo. Pensativa al escuchar el nombre de la mujer de cabellos oscuros, la miró con detenimiento; le resultaba un poco familiar. Antes de que alguien pudiese hablar, se acercó a donde se encontraba el joven licántropo. - ¿Cuál es su nombre? - Le preguntó dulce mientras estiraba su mano un poco, acercandola al rostro del joven, para así, palpar con cuidado aquella frente enrojecida. - No fue tan grave el golpe...- Dijo aliviada, alejando su mano del otro para acto seguido, juntar ambas palmas, frotandolas suavemente. - Debió ser algo doloros, después de todo, sigue rojo. - Comentó curiosa y gentil, con una leve sonrisa tierna. La naga frotaba sus manos con calma, y a la brevedad, posó ambas manos sobre la frente del menor, sin llegar a tocarle. Aquellas palmas blanquecinas eran calidas, transmitiendole sus buenas energías por medio de la técnica reiki, buscando hacerle sentir alivio. Una vez hecho ello, palpó por última vez la mejilla del joven. - Tenga más cuidado la próxima vez ¿Si? - Añadió un comentario gentil, y sin esperar respuesta, se dio la vuelta y avanzó de nueva cuenta a donde se encontraba la rakshasha, sin mucha idea respecto al ofrecimiento que le habían hecho. ¿Debía ir? Le daba vergüenza por el mero hecho de no tener algo que ofrecerle por su hospitalidad.
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shuyi
La Resistencia
"el hecho de que ya este acostumbrado no significa que no me duela"
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Post by shuyi on Mar 3, 2018 6:22:33 GMT
Shǔyì siguió escuchando pacientemente la conversación con una sonrisa sincera por unos segundos hasta que la mujer con cabellos azabache revelo su nombre haciendo que la quijada casi se le cayera de tanto que la abrió al saber que la herrera que estaba buscando no era nada mas y nada menos que aquella fuerte mujer, boqueo un par de veces sin saber que decir hasta que su reacción fue cortada por la dama albina. al escuchar su pregunta su cerebro tardo un poco mas de lo normal debido a toda la información que estaba asimilando ahora y todas las preguntas que se estaban resolviendo solas en ese momento- s-soy Shǔyì señorita Shǔyì wang -dijo apresurado mientras alejaba ligeramente su cabeza al ver que acercaba su dedo pero termino tocando el área afectada haciendo que una mueca de disconformidad se dibujara en su rostro para luego relajarla al ver que quitaba el dedo para gentilmente frotarse las manos y ponerlas cerca de su frente dando un calor agradable. - siempre intento tener cuidado pero desafortunadamente no soy nada coordinado o hábil y menos en momentos donde se supone que es crucial -dijo encojiendose de hombros mientras sonreía de nuevo pensando en todas las veces que le habían dicho que intentara tener mas cuidado pero su recuerdo fue interrumpido por un gruñido de su estomago- lamento eso...hace un par de días que no pruebo bocado -dijo sonrojado sabiendo que había hecho el ridículo otra vez y enfrente de tan distinguidas señoritas.
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Hoko Sodza
Los Grises
Nuestro cuerpo es solo una frágil máscara de nuestra alma
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Hadir
Mar 31, 2018 23:19:25 GMT
Post by Hoko Sodza on Mar 31, 2018 23:19:25 GMT
―Insisto ―Volvió a decir mientras caminaba hacia su carreta, contando las cosas que allí tenía con los dedos. ―No es por intentar insultar un lugar como este, pero no soy muy fanática de lugares tan húmedos. ―Tomó ambas partes de madera que originalmente se utilizaban para que los caballos arrearan el objeto, pero ella no necesitaba tal cosa.
―Un gusto, Narelle Kafka y Shuyi Wang ―Hoko levantó ambas partes de la carreta con los poderosos brazos mientras se acercaba a ellos, quitando algo de lodo de las llantas de madera. ―En ese caso… ―Se dirigió al muchacho ―No pueden negarse a que les invite algo de comida, no es por alardear, pero, soy una excelente cocinera ―Hoko arqueó una ceja, sonriendo de oreja a oreja mientras avanzaba por el sendero.
―Anda, ¿Qué esperan? Suban ―Ordenó en un tono amable mientras agitaba los pies, sacándose la tierra de las suelas ―Mi herrería está en la ciudadela, no tardaremos demasiado en llegar si de vez en cuando me ayudan a quitar el lodo de las llantas ―Renegó por última vez, observando el transporte. ―¡Nada más no toquen nada, algunas cosas pueden ser frágiles o punzantes! --Masculló mientras se subió a la carreta, acomodando las cajas y los cofres en un ángulo para que ambos arcanos pudieran sentarse, e incluso acomodó algunos trapos que utilizaba para cubrir la madera como asiento.
―Primera clase para los invitados ―Dijo mientras se hacía a un lado, dejando que Narelle y Shuyi tomaran su decisión.
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Hadir
Jun 19, 2018 20:01:46 GMT
Post by Narelle Kafka on Jun 19, 2018 20:01:46 GMT
Se sorprendió un poco por el gruñido que se escuchó, al ver que era el joven una pequeña risilla escapó de sus labios denotando un ligero sonrojo. -Que tierno. -Murmuró en voz muy baja, juntando ambas manos mientras miraba al joven. No fue hasta que escuchó a la mujer de nueva cuenta que reaccionó.
-Una excelente cocinera... Hmm...- Masculló para sí mientras miraba hacia abajo, algo curiosa al respecto. Dudó de nueva cuenta, esta vez por su peso y su tamaño. - La verdad nunca he comido algo preparado... Así que realmente me gustaría ir...- Admitió apenada a la par que observaba como Hoko preparaba los asientos para ambos en la carreta. Hizo una breve pausa, jugando con su cabello por los nervios. - P-pero no creo poder subir ahí, es decir, no quiero ser un peso extra ni molestar. Creo que me da vergüenza...- Divagaba, su cuerpo mitad serpiente mientras tanto se desenrrollaba y mostraba cuán largo podría llegar a ser, miró la carreta una vez más, y luego al joven. - Y tampoco he hido nunca a la Ciudadela... No se como llegar. - Añadió aún más avergonzada, se sentía ignorante y un tanto perdida, todo este tiempo nunca había considerado viajar a otros lugares demasiado concurridos, no le gustaba demasiado pero era por mero temor. - ¿Debería intentar subir?...- Preguntó, acercándose hasta tocar la carreta, percatandose de que quizá no era tan buena idea considerando que llevaba cosas de valor ahí mismo. Estaría demasiado forzado.
- Suba usted, Shǔyì. Quizá haya otra opción... la verdad no quiero retrasarlos ni causarles molestias. - Inquirió en ello, esta vez mirandolos a ambos con un tanto se pena, sin muchas ideas de que hacer al respecto.
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