Post by Lumina on Jan 1, 2018 2:54:51 GMT
Un suspiro escapo de los oscuros labios femeninos mientras que su cuerpo agotado dejaba caer aquella mochila al suelo junto a la puerta, aquel pequeño departamento que arrendaba la recibía con calidez, todo seguía en su lugar y la ligera sensación de calor le abrigaba del frio que había afuera, estaba cansada, exhausta pero feliz, las cosas que habían sucedido en esos días se sintieron como una caída libre de emociones, subir y bajar de un lado a otro era sencillamente emocionante, cambiante e impredecible; Camino de forma cansina sin arrastrar la mochila a su lado para dejarla en la pequeña mesa que tenía, era un lugar que estaba mediano, ni tan grande ni tan pequeño, estaba bastante vacío, solo con cajitas con recuerdos perfectamente apiladas en una pared y encima de aquello, cuadernos de diversos tamaños con sus trabajos y retratos que había conservado para sí, abrió aquel enorme bolso y comenzó a vaciarlo, no podía dejar las cosas así nada más, ya descansaría en cuanto terminase de ordenar todo “La ropa sucia por allí.. la basura aquí…” Enumeraba los objetos que iba sacando mientras se movía por el cuarto a las zonas designadas para cada cosa, no demoro nada en realizar aquellas acciones pues ya de por si venia todo ordenado en su confiable mochila. Retiro un último objeto y dejándolo en la mesa sacudió con cuidado la mochila para limpiarla, dejándola colgada de la pared como siempre, sonrió satisfecha y se volteo nuevamente a la mesa, envuelto en aquel paquete sencillo venia un pan dulce, sabía perfectamente de donde venía, su rostro cambio a uno inexpresivo, neutro, con una pisca de nostalgia en el
Con pan en sus manos se sentó por fin en la cama, dejándolo acomodado en aquella sencilla manta mientras se retiraba las pesadas botas a los que estaba tan acostumbrada, era irónico puesto que sus pisadas eran sumamente silenciosas, por supuesto no siempre las usaba, de vez en cuando gustaba de llevar zapatos sencillos, pequeños y bajitos sin tacones, para esa ocasión habían sido aquellas botas su compañera y vaya aventura, había cruzado volando casi toda la isla por su casi hijo y su ahora nueva hija, pero recordar la sonrisa de ambos le causo una calidez en su pecho, estaba tan feliz que no podía sencillamente expresarlo, el amor siempre triunfaba, aunque las cosas no serían tan sencillas iban muy bien encaminados, y si lo requería, ella estaría allí nuevamente para jalarles las orejas y conversar con ellos, como toda una madre complacida y emocionada por ver a su hijo enamorado resplandecer con su sonrisa y su inocencia, su esperanza de un futuro mejor –Han sido buenos días…- Resumió, recostándose con cuidado estirando su espalda, varios huesos sonaban al unísono de forma violenta, para que luego la mujer se dejara caer sobre el mullido colchón cual gelatina, relajada luego de aquel movimiento; El silencio reino ese cuarto unos largos minutos en donde Lumina solo se encontraba con los ojos cerrados meditando, una respiración lenta y acompasada era lo único que identificaba que estaba viva
-Estoy vieja…- Su voz rompió aquel ambiente de quietud y tranquilidad, miro a su costado para tomar aquel pan mientras se sentaba, desenvolviéndolo lentamente, la fecha comenzaba a ponerla nostálgica, otro suspiro escapo de sus labios, la tristeza comenzaba a invadirla inevitablemente, se como por la ventana para ver la luna, increíblemente aquella noche no había nubes pero si una permanente sensación de frio “¿Iniciara el invierno pronto?" Se preguntó, dándole una mascada a aquel sabroso pan “Silver se ha vuelto una excelente panadera” Pensó con orgullo degustando aquella masa dulce en su boca, recordando la última imagen que tenia de la dragona, ya más de un año sin verla, pero no tenía el valor, no sabía cómo explicarle a aquella niña por que se había ido, porque esos últimos días estaba tan mal de ánimo, tan herida, apretó los labios conteniendo apenas las lágrimas –Mi pequeña Silver…- La extrañaba, extrañaba a su marido, a su hijo, a sus amigos y compañeros, las amargas lágrimas cayeron finalmente por las redondas mejillas pálidas, no podía en ese momento con sus sentimientos, trago con dureza el pan, golpeándose un poco el pecho para ayudarse a pasarlo, una vez sintiendo libre su garganta paso el dorso de su mano para limpiar aquel rastro salado de su rostro – Esto está muy rico…- comento dándole otra mordida, se recargo en la ventana sintiendo el frio en su cara, subió su mirada para ver la luna en el centro del cielo, media noche, un nuevo día comenzaba “Feliz cumpleaños, mi girasol nocturno” La voz profunda de Rhonan resonó en su mente, otro año sin sus cariños a media noche, sin sus chistes tontos, sin su presencia ni su calor, otro donde su pequeño no saltaba sobre ella con emoción acompañado de algún pequeño presente, otro año con aquella piedra en su pecho que debía superar. Respiro hondo tragando nuevamente, había momentos en donde deseaba terminar aquel diario, aquella promesa y terminar con su vida, reunirse con sus seres queridos aunque fuese por un instante, recordaba las palabras de ánimo del arconte “En cuanto la guerra termine… recorreremos el mundo, y poco a poco mi girasol… reparare tu corazón” La culpa de aquel sentimiento la consumía de vez en cuando, su corazón poco a poco había olvidado lo que era el amor de pareja, la muerte de su hijo había acarreado peleas que habían roto su relación amorosa y aun así el arconte se mantuvo a su lado, amoroso, fiel como su amigo, su compañero de batallas y su pilar, ambos aceptaban aquel acontecimiento y mantenían la esperanza de arreglar su relación poco a poco, sanando las heridas…
Pero aquella promesa jamás se cumplió, nuevamente la muerte del arconte se recreó en su memoria, cada segundo, como si lo reviviera otra vez, se había preguntado todo el primer año de su muerte si había podido hacer más, si hubiera sido más rápida, si tan solo hubiera sido más fuerte... Pero no, no podía haber hecho nada, había obtenido sus respuestas por sí sola, aceptándolo, perdonándose, ella había resistido demasiado, su cuerpo abusado y violado, destruido y mutilado no podría haber hecho más, no podía exigirse más de lo que ya había dado, incluso Rhonan había podido tomar su forma real apenas segundos antes de que aquel ataque fuera lanzado, pero ninguno de los sobrevivientes del escudo de plata habría adivinado que aquel ataque iba acompañado de algo más, algo tan oscuro y destructivo que había destruido y asesinado de un solo tiro al hombre más fuerte que conocía, su armadura de plata gruesa y reforzada se había destrozado cual cristal cayendo contra el piso, y los restos de la misma habían salido disparados, hiriéndola en el brazo y encajándose en el hombro de Silver, que estaba paralizada entre sus brazos, cubierta por sus ensangrentadas alas y aun así no pudo evitar que la niña observara el mismo recuerdo, sabia lo mucho que la dragona debía odiarla por no haber hecho más, a pesar de que jamás se lo había comentado su frialdad, su lejanía se lo aseguraba. Se alejó de la ventana, respirando profundo, ya solo quedaba un pequeño trozo de pan y no quería que aquel ultimo bocado fuera amargo, se levantó, dispuesta a buscar algo de beber
Se demoró un par de minutos, preparo su te preferido con delicadeza, ya no había mas lagrimas que derramar, sabía perfectamente que no debía atormentarse por aquellos, hechos “solo un poco más… un poco más de valor e iré a verte, pequeña” se repetía, no podía dejar las cosas así con su amada hija, jamás permitiría que aquella niña sufriera más, pero las disculpas y las explicaciones debían darse y Silver merecía la verdad, aun si fuera a medias, Lumina ya había podido confesar una vez lo que había ocurrido en aquel lugar donde la muerte habitaba – Listo…- murmuro, sirviendo aquella única porción de té en su pequeña taza para luego ordenar su cabello, había crecido nuevamente y estaba cercano de tocar sus hombros, no se lo cortaría de momento, no era prioridad, tomo con suavidad la taza y se la llevo para volver a sentarse en la cama, los pies le dolían aun y aunque sabía que no debía, comería en la cama, arriesgándose a que las migas se le metieran en la camisa de dormir después – 251…- Su edad actual, sonrió ligeramente, pensando en Blyer, en Tsuyume, en lo que estarían haciendo, en sus sonrisas y entonces un pensamiento ataco su mente –Quiero nietos…- aquel deseo tan anhelante la invadió, hacia tantas décadas que aquel pensamiento no recorría su mente que el tenerlo la hizo tener esperanzas, quizás… valdría la pena vivir unos años más, para ver si su pequeño deseo de cumpleaños se cumplía, eventualmente, podría esperar unas décadas más, ya tenía 251, 260 o 270 no harían la diferencia
Con pan en sus manos se sentó por fin en la cama, dejándolo acomodado en aquella sencilla manta mientras se retiraba las pesadas botas a los que estaba tan acostumbrada, era irónico puesto que sus pisadas eran sumamente silenciosas, por supuesto no siempre las usaba, de vez en cuando gustaba de llevar zapatos sencillos, pequeños y bajitos sin tacones, para esa ocasión habían sido aquellas botas su compañera y vaya aventura, había cruzado volando casi toda la isla por su casi hijo y su ahora nueva hija, pero recordar la sonrisa de ambos le causo una calidez en su pecho, estaba tan feliz que no podía sencillamente expresarlo, el amor siempre triunfaba, aunque las cosas no serían tan sencillas iban muy bien encaminados, y si lo requería, ella estaría allí nuevamente para jalarles las orejas y conversar con ellos, como toda una madre complacida y emocionada por ver a su hijo enamorado resplandecer con su sonrisa y su inocencia, su esperanza de un futuro mejor –Han sido buenos días…- Resumió, recostándose con cuidado estirando su espalda, varios huesos sonaban al unísono de forma violenta, para que luego la mujer se dejara caer sobre el mullido colchón cual gelatina, relajada luego de aquel movimiento; El silencio reino ese cuarto unos largos minutos en donde Lumina solo se encontraba con los ojos cerrados meditando, una respiración lenta y acompasada era lo único que identificaba que estaba viva
-Estoy vieja…- Su voz rompió aquel ambiente de quietud y tranquilidad, miro a su costado para tomar aquel pan mientras se sentaba, desenvolviéndolo lentamente, la fecha comenzaba a ponerla nostálgica, otro suspiro escapo de sus labios, la tristeza comenzaba a invadirla inevitablemente, se como por la ventana para ver la luna, increíblemente aquella noche no había nubes pero si una permanente sensación de frio “¿Iniciara el invierno pronto?" Se preguntó, dándole una mascada a aquel sabroso pan “Silver se ha vuelto una excelente panadera” Pensó con orgullo degustando aquella masa dulce en su boca, recordando la última imagen que tenia de la dragona, ya más de un año sin verla, pero no tenía el valor, no sabía cómo explicarle a aquella niña por que se había ido, porque esos últimos días estaba tan mal de ánimo, tan herida, apretó los labios conteniendo apenas las lágrimas –Mi pequeña Silver…- La extrañaba, extrañaba a su marido, a su hijo, a sus amigos y compañeros, las amargas lágrimas cayeron finalmente por las redondas mejillas pálidas, no podía en ese momento con sus sentimientos, trago con dureza el pan, golpeándose un poco el pecho para ayudarse a pasarlo, una vez sintiendo libre su garganta paso el dorso de su mano para limpiar aquel rastro salado de su rostro – Esto está muy rico…- comento dándole otra mordida, se recargo en la ventana sintiendo el frio en su cara, subió su mirada para ver la luna en el centro del cielo, media noche, un nuevo día comenzaba “Feliz cumpleaños, mi girasol nocturno” La voz profunda de Rhonan resonó en su mente, otro año sin sus cariños a media noche, sin sus chistes tontos, sin su presencia ni su calor, otro donde su pequeño no saltaba sobre ella con emoción acompañado de algún pequeño presente, otro año con aquella piedra en su pecho que debía superar. Respiro hondo tragando nuevamente, había momentos en donde deseaba terminar aquel diario, aquella promesa y terminar con su vida, reunirse con sus seres queridos aunque fuese por un instante, recordaba las palabras de ánimo del arconte “En cuanto la guerra termine… recorreremos el mundo, y poco a poco mi girasol… reparare tu corazón” La culpa de aquel sentimiento la consumía de vez en cuando, su corazón poco a poco había olvidado lo que era el amor de pareja, la muerte de su hijo había acarreado peleas que habían roto su relación amorosa y aun así el arconte se mantuvo a su lado, amoroso, fiel como su amigo, su compañero de batallas y su pilar, ambos aceptaban aquel acontecimiento y mantenían la esperanza de arreglar su relación poco a poco, sanando las heridas…
Pero aquella promesa jamás se cumplió, nuevamente la muerte del arconte se recreó en su memoria, cada segundo, como si lo reviviera otra vez, se había preguntado todo el primer año de su muerte si había podido hacer más, si hubiera sido más rápida, si tan solo hubiera sido más fuerte... Pero no, no podía haber hecho nada, había obtenido sus respuestas por sí sola, aceptándolo, perdonándose, ella había resistido demasiado, su cuerpo abusado y violado, destruido y mutilado no podría haber hecho más, no podía exigirse más de lo que ya había dado, incluso Rhonan había podido tomar su forma real apenas segundos antes de que aquel ataque fuera lanzado, pero ninguno de los sobrevivientes del escudo de plata habría adivinado que aquel ataque iba acompañado de algo más, algo tan oscuro y destructivo que había destruido y asesinado de un solo tiro al hombre más fuerte que conocía, su armadura de plata gruesa y reforzada se había destrozado cual cristal cayendo contra el piso, y los restos de la misma habían salido disparados, hiriéndola en el brazo y encajándose en el hombro de Silver, que estaba paralizada entre sus brazos, cubierta por sus ensangrentadas alas y aun así no pudo evitar que la niña observara el mismo recuerdo, sabia lo mucho que la dragona debía odiarla por no haber hecho más, a pesar de que jamás se lo había comentado su frialdad, su lejanía se lo aseguraba. Se alejó de la ventana, respirando profundo, ya solo quedaba un pequeño trozo de pan y no quería que aquel ultimo bocado fuera amargo, se levantó, dispuesta a buscar algo de beber
Se demoró un par de minutos, preparo su te preferido con delicadeza, ya no había mas lagrimas que derramar, sabía perfectamente que no debía atormentarse por aquellos, hechos “solo un poco más… un poco más de valor e iré a verte, pequeña” se repetía, no podía dejar las cosas así con su amada hija, jamás permitiría que aquella niña sufriera más, pero las disculpas y las explicaciones debían darse y Silver merecía la verdad, aun si fuera a medias, Lumina ya había podido confesar una vez lo que había ocurrido en aquel lugar donde la muerte habitaba – Listo…- murmuro, sirviendo aquella única porción de té en su pequeña taza para luego ordenar su cabello, había crecido nuevamente y estaba cercano de tocar sus hombros, no se lo cortaría de momento, no era prioridad, tomo con suavidad la taza y se la llevo para volver a sentarse en la cama, los pies le dolían aun y aunque sabía que no debía, comería en la cama, arriesgándose a que las migas se le metieran en la camisa de dormir después – 251…- Su edad actual, sonrió ligeramente, pensando en Blyer, en Tsuyume, en lo que estarían haciendo, en sus sonrisas y entonces un pensamiento ataco su mente –Quiero nietos…- aquel deseo tan anhelante la invadió, hacia tantas décadas que aquel pensamiento no recorría su mente que el tenerlo la hizo tener esperanzas, quizás… valdría la pena vivir unos años más, para ver si su pequeño deseo de cumpleaños se cumplía, eventualmente, podría esperar unas décadas más, ya tenía 251, 260 o 270 no harían la diferencia