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Post by Evangeline on Jan 2, 2018 6:05:39 GMT
La habitación dispuesta para ella era oscura, privada de todo rayo de sol que deseara escaparse entre los cortinales de la casona. Los detalles oscuros eran hermosos pero de cierta manera había algo que no quedaba por estar claro en su mente. Pareciera como si aquella casa estuviera hecha de sombras... Se mantuvo sentada sobre la cama, dejando que sus pies se balancearan en el aire por encima de la madera casi negra. No había tenido oportunidad de descansar así desde que había caído por casualidad en la isla de Mirovia... se sentía descansada. A pesar de ello no tenía noción del tiempo; a falta de la luz solar, no había manera de distinguir dentro de aquél cuarto si era de día o de noche. Al fin se puso de pie permitiendo que la piel tocara el suelo. Dio un par de pasos hacia uno de los muebles que se encontraba recargado sobre la pared tapizada de papel con detalles arabescos. Sobre la cual también habían pinturas que plasmaban la tranquilidad del campo; desconocía si eran los terrenos de Mirovia o algún otro lugar, a pesar de ello, casi podía respirar la paz. Era como si su cuerpo se encontrara entre aquél manto dorado bajo un cielo azulado donde el aire parecía ser dulce y la brisa entonaba una armoniosa canción. Cerró los ojos por un instante, recordando cómo es que era casa. Deseaba grabarse aquellas imágenes para aferrarse a esos recuerdos y no olvidarlos nunca. Antes de disponer de un baño decidió rondar por el castillo. Tomó una ligera bata que se hallaba en el cuarto; desconocía si poseía dueño o dueña pero tenía la esperanza de que no hubiera problema por tomarla prestada de momento. Cubrió su cuerpo apenas protegido por vestido de tela delgada que casi develaba los secretos de su figura. Salió de la habitación para encontrarse con la amplitud de los pasillos y la altura tan intimidante de aquellos techos que la hicieron sentir aún más minúscula de lo que se pensaba. Los artefactos que parecían estar bañados en oro, las pinturas que se extendían desde el suelo casi hasta los cielos de los pasillos... el sonido del silencio. Parecía que no hubiese un alma habitando aquél sitio, sólo había muestra de vida por el ligero sonido de las plantas de sus pies al despegarse del suelo. Aprovechaba la oportunidad de acercarse a las estatuas que parecían ser testigos de su repentina osadía; la de darse libertades en un lugar que no le pertenecía. La cosa era que jamás había atestiguado de primera mano un ostento de aquél tipo; sólo en los más detallados pergaminos había podido siquiera aventurarse a imaginar cómo es que un palacio podría verse pero en ninguno de sus sueños diurnos logró llegar a la calidad de la realidad que vivía en ese momento. Llegó al fin a un sitio que llamó su atención; dos puertas gigantescas sobre las que habían grabadas figuras que parecían describir una detallada historia eran el punto de encuentro entre varios pasillos y un gran salón que se desviaba en un par de escaleras que daban frente a frente. En medio de cada una de las escalinatas podía distinguir dos retratos casi idénticos de un hombre de cabellos casi tan dorados como el oro; una belleza delicadamente plasmada en trazos de pintura tan precisos. Devolvió la atención hacia la puerta, tentada a abrirla. La perilla igualmente grabada con pequeños detalles que incitaban a ser tocada. Colocó su mano sobre ella, deliberando si debía seguir su impulso y atreverse a ver lo que hubiese protegido por los gruesos paneles de madera.
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Post by Sven Velfast on Jan 6, 2018 18:00:55 GMT
Como era costumbre, rondaba por los pasillos del castillo desde las más tempranas horas hasta las más tardes, debido a su forma de dormitar por breves lapsos para obtener sueño; lo cual era una característica arraigada de su naturaleza. Dado hecho le permitía estar pendiente de las necesidades del castigo y atravesar los incontables pasillos de este, atendiendo a todo aquello que conformaba parte de sus labores. Aquel día no era distinto a ningun otro, o al menos así lo pensaba. La vieja rutina reparadora que distaba de ser molesta, lo llevaba a ponerse manos a la obra lo más temprano posible.
Vestía apto para su puesto, y portaba el mismo rostro neutral y distante de siempre, casi como si hubiese olvidado lo que había pasado recientemente con respecto a las serpientes. O quizás, no le importaba todo aquello y nunca tuvo remordimientos al respecto. No pensaba darle mente a algo que no tenía importancia a aquellas alturas. El castillo nuevamente retornaba a ser silencioso y más solitario, lo cual no le disgustaba en lo más mínimo. Al pasear una mano por su cabellera para acomodarla en su lugar, recordó la herida que portaba en la oreja y la perdida completa de su hélix. Apretó la mandíbula brevemente, antes de regresar a un estado neutro. Reacomodó su cabello de forma que tapara aquello y continuó su paso, esta vez hacia una de las librerías principales del castillo.
Tomando los pasillos correctos que se abrían frente suyo tal cual laberinto, la usual vista que conocía se dejaba observar- decoraciones distintas como estatuas, candelabros, cuadros y pinturas que adornaban cada recoveco de dicha mansión. Lysander era una criatura que gustaba del arte, por lo que plagaba modestamente con detalles sobrios y elegantes cada instancia posible de su residencia. Pero de repente notó algo que desencajaba completamente con el panorama: Una mujer de cabellos platinados y radiantes, distraída, con su mano puesta sobre el pomo de la puerta que daba a la biblioteca que él preliminarmente deseaba visitar.
Parecía no haber notado su presencia, lo cual no era sorpresa ya que el mayordomo tendía ser de pie ligero y movimientos precisos, atrayendo la menor atención posible. Se acercó unos pasos más hasta posicionarse detrás de la dama, esta vez obviando su presencia -Niña- dijo en un tono firme y profundo, casi a modo de regaño. -Idéntifíquese- demandó de forma seca.
Debido a la ropa que vestía, parecía que era una criada más, pero no recordaba haberla visto antes. No podía ignorar la posibilidad de que fuese alguien haciéndose pasar por lacayos del Lord para robar información del mismo, por lo que pretendía averiguar lo que sucedía a toda costa.
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Post by Ivka Lawson on Jan 7, 2018 3:28:25 GMT
Pese a los acontecimientos recientes todo seguía en orden, el silencio que siempre había entre dichosas paredes no se perdía ante los incesantes cambios. Todo seguía en orden y eso estaba bien, nadie se quejaba ante ello; cosa que lo hacía más que perfecto y, a la vez, molesto.
El dracónido se preparaba sin demasiada prisa en sus aposentos, dando un nudo simple en aquella corbata que solía portar; mirando de reojo el desorden que se encontraba en su propio espacio, papeles y pinturas arruinando la vista, una vista poco deseable incluso para él mismo. Era inaceptable. Chasqueó ligeramente su lengua, irritado ante el dolor mismo de su espalda, ¿Por cuanto tiempo tendría que soportar las consecuencias de sus impertinencias? De cualquier modo le resultaba irónico, la única que lo sabía era la señorita que recién había introducido de manera "furtiva" a trabajar.
Un suspiro escapó de aquel, a la par que comenzaba a organizar los montones de papales viejos que tenía esparcidos, buscándoles su antiguo lugar a lado de aquellas pinturas y pinceles maltratados por el tiempo. No estaba preocupado, sabía que estaba en problemas de cualquier modo; si habría que recalcar un error, era el suyo. Pese a que limpiaba el desorden de sus cosas era consciente de la hora, demasiado temprano quizá, pero las pisadas que se escuchaban al otro lado de la puerta lo mantenían atento, reconocía las pisadas de la mayoría por mero instinto. Alguien caminaba, pero lo dejó pasar.
Pasaron minutos, la hora había cambiado pero la oscuridad se mantenía presente. Palpó con cuidado su propia nuca con un gesto cansado, abatido; ya era hora de comenzar con su labor. No se hizo esperar, salió de aquella habitación y cerró la puerta en silencio para comenzar a caminar después. Sus pasos eran lentos pero firmes, apenas hacía ruido con cada paso que daba, y su presencia siquiera llamaba la atención. No era rutina, pues cada día su labor era distinta y ese mismo día no era la excepción, o al menos eso tenía pensado, no fue hasta que su vista presenció dicha escena; la serpiente veterana enfrentando a la señorita Evangeline. Su semblante cambió ligeramente, dibujando una leve sonrisa ante ello.
- веселый - Un susurro escapó de entre sus dientes mientras miraba la reacción de ambos a la distancia en aquel pequeño pasillo, y sin prisa alguna, comenzó a caminar sin intenciones de molestar o interrumpir siquiera. Se mantuvo callado, expectante a ver que hacían ambos en tal situación antes de que le viesen por completo, ni siquiera se tomaba la molestia de ser precavido dado que no consideraba necesario ocultarse de lo inevitable. Una vez que estuvo cerca, permaneció en silencio, mirando con total calma a la mujer para darle confianza, esperando a que lo hiciera de la manera correcta pese a que el temor pudiese apoderarse de ella. Se mantuvo inmerso a la situación que tenía al frente, permaneciendo detrás de ambos en una distancia prudente antes de ser llamado, con su mano diestra por un costado y la otra detrás de su espalda; consciente de que el fénix seguramente ya habría notado su presencia.
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Post by Evangeline on Jan 8, 2018 12:51:41 GMT
La determinación que finalmente se apoderó de ella era tal que terminó por borrar todo lo que se hallaba en su entorno excepto aquella perilla, la cual, no pudo abrir. No a falta de fuerza o de estar bajo llave, sino por la repentina intervención de una voz que no esperaba. Se dio la vuelta inmediatamente, con los ojos bien abiertos, registrando una nueva figura. Despedía severidad, mucha... "No hay que juzgar a un libro por su portada" pensó; consejo que siempre otorgaba a los más pequeños de su aldea. Se refugió en el abrazo de sus dedos que ahora reposaban frente a ella y a la imagen de Ivka a quien podía ver aproximándose con el rabillo del ojo. -Mil disculpas, señor-. Su cabeza bajó suavemente, trayéndose consigo algunos cabellos que osaban salirse de su acomodo normal. Intentaba mantener la compostura, mostrarse serena a pesar del hueco en su estómago al recordar las palabras de quien consideraba su benefactor "No toleraría la curiosidad innecesaria". Alzó el rostro, nuevamente, con una minúscula sonrisa arqueando las comisuras de sus labios, jamás reservándole a nadie la amabilidad de una primera impresión. -Mi nombre es Evangeline; nuevamente disculpe mi imprudencia-. Los orígenes de su deambulación eran vagos, sólo deseaba satisfacer una curiosidad que era inocente, muy suya desde temprana edad. Sin un propósito fijo y mucho menos hostil, deseaba solamente averiguar un poco más del lugar al que llamaría hogar durante el tiempo de su estadía.
El azul de su mirada buscaba la del otro hombre, quien había tenido la amabilidad de darle cobijo. Se sentía culpable de haber quebrado tan pronto su confianza, si es que la había. -Hubiera querido que nos presentásemos en un mejor momento; es culpa mía por permitirme un momento de ocio. Llegué...- hubo una pausa en la cual se daba a la tarea de pensar cuánto había sido desde que llegó; ¿horas...? ¿un día, quizá? Era difícil medir el tiempo en un lugar que siempre se hallaba en las sombras. -Llegué no hace mucho al castillo... mi estadía, aunque tal vez corta, no será permanente... pero, pienso pagar esa bondad con trabajo-. Por la forma en que el dracónido mantenía su postura al lado de quien demandaba por explicaciones, asumió que se trataba de algún sirviente de alto rango, de no serlo, el otro ya habría intervenido para darse a justificar... ¿tal vez? Aún así decidió no mencionar que había sido él quien tuvo el buen gesto, era claro que el hombre no estaba enterado de su presencia en el lugar y no deseaba meterlo en problemas... o al menos darle tiempo para acomodar sus pensamientos y explicarle la situación al hombre de cabellos negros.
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Post by Sven Velfast on Jan 8, 2018 13:22:38 GMT
La primera imagen que despedía era esa de ingenuidad y despreocupación, tomando en cuenta la sonrisa que mantenía fuere a pesar de la severidad con la que le enfrentó. Aunque pudo haber ido peor el encuentro, y especialmente sus palabras, Sven se limitó a preguntar de manera fría y directa, permitiendo que su típico aura frío sentara la tensión en el aire. Evangeline era el nombre de la dama, el cual encajaba curiosamente con el encuadre que había percibido de la contraria. Aún así, las palabras caían un poco vacías en términos de confianza y verdad, por lo que el áve se reservó el creer aquella absurdidad.
Lo que le llamó más la atención, sin embargo, fue lo último que mencionó, y el apenas perceptible lenguaje corporal que relucía la arcana con su mirada. El mayordomo volteó su rostro en dirección del dracónico que se había acercado modestamente a presenciar aquel encuentro, asintiendo su cabeza de manera que se acercase a ambos. Aunque tuviese todas las pistas, era pronto el asumir que aquella mujer era una intrusa del todo, por lo que consideró apropiado indagar más en el tema.
-Ivka- inició, usando el nombre del otro como un voto de confianza -¿Cuál es el significado de esto?- preguntó, con un entrecejo que parecía juntarse junto a una mirada afilada, remarcando simple palabras para hacerlas notar con un tinte despectivo. No había recibido noticia por parte del Lord referente a la visita, ni mucho menos había realizado nuevas contrataciones de criadas como para justificar aquella presencia extraña. Había muchas otras preguntas, pero deseaba conocer si había alguna respuesta en la boca del sirviente que consideraba más cercano en términos de lealtad y entrega hacia su obra, antes de despilfarrar cuestionamientos innecesarios.
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Post by Ivka Lawson on Jan 8, 2018 19:05:56 GMT
Atendió aquel gesto, limitándose a caminar a donde ellos con sólo esa simple señal de "aprobación". Mantenía el rostro en alto con el semblante de siempre, sin jactarse de lo que había hecho. Escuchó su nombre y un cuestionamiento, le tomó por sorpresa pero no se inmutó ante tal cosa tan simple; pues la tranquilidad de las palabras ajenas era algo que le traía calma y a la vez, nervios. Agachó con brevedad la cabeza para mostrar respeto, y acto seguido, llevó su diestra a su propio pecho mientras que ocultaba la otra detrás de su espalda, amable. - Yo le he traído. - Respondió sin más, no había mucho que ocultar realmente. - Por el contrario de otras situaciones con otros sirvientes, nunca me he visto en la necedad de invitar a alguien, más aún sin razón aparente. Estoy al tanto de la falta que he cometido, pero la estadía de la fémina tiene explicación. - Explicó a la brevedad sin demostrar duda, más que nada para no doblegarse ante lo que se avecinaba. -No veo la necesidad de introducir extraños solamente por "gusto personal", su lugar aquí es meramente profesional. Después de todo, tras la desaparición de la señorita Filothea y la señorita Haru confiar siquiera es una opción factible. Deposité mi "confianza" en las habilidades de la señorita Evangeline dado que es algo necesario; sus conocimientos en remedios serán de utilidad, además de la notoria disposición para trabajar que tiene. - Añadió sin demasiada prisa mientras mantenía sus ojos sobre el fénix, dando su punto de vista aún después de saber que de nada servía, no se justificaba ni pedía perdón. No había opción más que afrontar la realidad que tenía al frente. - He cometido una falta, estoy al tanto de ello, y no le pido que confíe en ella o en mi. Simplemente por una sola razón, ¿Por qué habría de poner en riesgo lo más preciado que tengo solamente por una necedad mundana? -Cuestionó de forma retorica- Le guardo... agradecimiento tras haber curado unas heridas que tengo, más sin embargo, sabe mejor que nadie que puedo separar lo profesional de lo personal. -Inquirió rememorando aquella ocasión en las mazmorras. - Puestas así las cosas, si hay menester de un castigo; estoy dispuesto a afrontarlo antes que caer en discusiones innecesarias, usted lo sabe. Inclusive puede ponerla a prueba, estoy seguro de que podrá ejecutar bien lo que le sea pedido.-
Fue lo "último" que dijo en dicho momento, preparado para cualquier cuestionamiento e inclusive, para sentir el desagrado ajeno. El dracónido era consciente de sus propias palabras, inclusive frente a aquella mujer no podía mentir, y poco le importaba que conociera su verdadera forma de ser, o mejor aún, que conociese todo lo que le rodeaba ahora. No se sentía nervioso ni mucho menos ansioso, aquella sensación se había disipado de su cuerpo pese a la situación que tenía al frente. Agachó un poco la cabeza, esperando respuesta por parte del mayor, reincorporandose nuevamente para mirar aquel rostro apático y sereno con total neutralidad, sin apegar a un lado emocional siquiera.
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Post by Evangeline on Jan 11, 2018 11:51:07 GMT
Evangeline esperaba pacientemente a que el intercambio entre ambos terminara; observaba atenta a la forma en que cada uno se comportaba frente al otro. Si bien, quien era nuevo a sus ojos tenía un aspecto rígido, parecía no ser del todo cruel o injusto puesto que daba oportunidad a Ivka de explicar la situación. Pacientemente esperaba, absorbiendo cada detalle de la conversación con cuidado, por si era necesario recordar algo importante. Sin embargo, algo que salió de la boca de su benefactor le causó un conflicto interno. "Desaparición"... aquello bien podría ser total incumplimiento laboral y abandono de sus responsabilidades o quizá, algo que iba hacia algo más oscuro y problemático.
De pronto parecía que todo era algo más complejo de lo que había imaginado. Dedujo que tal vez Ivka había dado a aquella mansión tal vez por las mismas razones que ella; falta de hogar, pérdida de un camino y un sentido... Y lo intuía por la forma en que hablaba sobre riesgos y consecuencias. Intercambiaba miradas con ambos, intentando averiguar más entre los gestos que pudiesen escaparse de sus rostros pero en ambos había una neutralidad que impedía traspasar los límites de sus dudas.
Sentía la presión de esperar su turno para hablar, aquél hombre de cabellos negros despedía una autoridad que no estaba segura de atreverse a ignorar, sin embargo, las palabras de Ivka la llenaron de inquietud y de culpa. No estaría cómoda sabiendo que su benevolencia lo metería en problemas. -Por favor, no quisiera que mi presencia aquí sea motivo de problemas... Yo puedo encontrar otro refugio...- sugirió dejando ver en su rostro y voz lo afligida que se hallaba de pensar que podrían haber consecuencias graves para quien tuvo piedad de ella. -No tengo un lugar al cual ir y el señor Ivka fue lo suficientemente amable y considerado conmigo como para ofrecer este lugar como opción a cambio de trabajo... Pero si alguien merece de un castigo creo que debería ser yo por tomarme el atrevimiento de caminar por estos pasillos sin antes haberme reportado para comenzar con mis tareas-. Decía aquello sin tener siquiera una vaga idea de lo que un "castigo" representaba en aquél lugar. Pensando aún que se trataba de un trabajo de servitud tal vez un poco más estricto que en otros lugares, decía aquello sin pensar bien lo que sus palabras representaban. Miraba al hombre pidiéndole piedad por el dracónido, sintiendo una enorme pena de que fuese castigado por su bondad; no era justo. -Yo, le estoy sumamente agradecida por siquiera considerar una oportunidad para mí en este lugar, señor, pero me apena que eso le traiga algún tipo de problema, no me lo perdonaría-. Se acercó a Ivka con el rostro lleno de pesares, no hallaba lugar para la vergüenza que sentía puesto que era inmensa.
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Post by Sven Velfast on Jan 18, 2018 1:46:20 GMT
El ceño del veterano se empuñó apenas de manera perceptible a modo de disgusto. No era nacido por las acciones que había tomado el dracónico, si no por lo excesivo de sus versos a la hora de explayarse. No obstante, lo que si causó molestia fue la interrupción no solicitada por parte de la extraña, ahora identificada como Evangeline.
De la misma manera paciente e ininterrumpida que escuchó a Ivka, le cedió su oído a la arcana sin dirigirle la mirada, dejando que terminara su dialogo para permitir que el silencio inundara frío y tenso entre el trío antes de tomar la palabra. -No estoy cuestionando su lealtad, Lawson.- dijo de manera cortante, dando a entender que su pregunta preliminar había sido concisa y residía en un punto distinto al de las asunciones que había justificado el contrario.
Esta vez, con el rabillo del ojo, clavó sus orbes marinos y profundos en la dama, inspeccionándola inquisitivamente en cada detalle y minucia. Por la pesadez de su gesto, parecía como si la estuviese juzgando fuertemente de pies a cabeza, causando un ambiente incómodo para los presentes. Aquellos minutos parecían eternos, pero finalmente parecía que el hombre finalmente había obtenido lo que quería por el momento. Dirigió su mirada nuevamente hacia el benefactor de la arconte y continuó -Reporte sus acciones antes de perpetrarlas- sentenció, haciendo hincapié en la preposición con especial acidez -Y luego dígnese en disciplinar a los nuevos- finalizó, explicando la aparente falta de preparación e instrucción que destilaba de la mujer.
Dirigió su rostro en dirección a la arcana, y procedió -No mencione palabras de las que se puede arrepentir profundamente- instigó, haciendo referencia al "castigo" que mencionó. -La mansión Velfast no es un centro turístico- prosiguió, reprochando las acciones previas en que la atrapó -Existe códigos de vestimenta, de actitud y disposición qué acatar de manera impecable- aunque su lenguaje corporal se mantenía estoico y su temple asemejable a la de una estatua, la forma en que las palabras brotaban de su garganta eran golpeadas y rigurosas, denotando la importancia de cada sílaba que emitía.
-Sea esta su primera lección; la lealtad es el pico fundamental de la servidumbre en este castillo.- selló su argumento, esperando que el Amphithere tomara responsabilidad y diera dirección a la nueva adición de la sirvientas. Estudiaría detalladamente el comportamiento y asertividad del contrario con respecto a Evangeline.
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Post by Ivka Lawson on Jan 18, 2018 3:40:55 GMT
La voz de la fémina interrumpía el momento, y aunque sus intenciones eran sumamente benevolentes le resultaba más incómodo, lo colocaba en situación peligrosa y compremetedora. Se mantenía callado, permitiendo que hablase; no era quien para mentirse a sí mismo, veía parte de su pasado en ella, inconscientemente anhelaba salvarla y ahogarla al mismo tiempo. La palabra "amabilidad" resonó con fuerza en su cabeza, ignorante al hecho de lo que realmente significaba; él únicamente complacia cierta curiosidad que le causaba el porvenir. Se mantuvo quieto y con la mirada calmada, permitiendo que se le acercase pero sin siquiera aceptarlo como correcto. Ambos estaban en una posición complicada sólo por la negligencia del dragón.
La rigidez de las palabras que emanaban del ajeno ni siquiera le pesaban, comprendía su molestia inclusive, pero dado que había crecido rodeado de personas semejantes le resultaba sumamente común; su posición seguía igual. El sólo escuchar su apellido por parte del veterano le resultaba mucho más familiar que su propio nombre, lo prefería más de ese modo.
- Entendido. - Acotó firme pero limitándo su propia voz. Reconsideró brevemente las palabras del fénix, y sin más sólo agachó la cabeza haciendo una leve reverencia. - Evangeline, su comportamiento es mi responsabilidad. Un error mío no haberle capacitado adecuadamente; por favor, retirese a la cocina y prepárese cuanto antes; me encargaré de usted una vez tenga el consentimiento adecuado. - Le indicó, ni siquiera estaba en posición de dar órdenes pero se limitaba ser claro y directo con ella, pues ciertamente era su obligación. Una vez dicho ello, guardó silencio y esperó a que la mujer se retirase primero.
- ¿Se le ofrece algo más? - Se dirigió al fénix con suma neutralidad y cierta sumisión, apoyando su diestra sobre su propio pecho y ocultando la otra detrás de su espalda. No sentía interés en ser observado mientras encaminaba el actuar de la fémina, pero estaba dispuesto a aceptarlo, ya poco le importaba. Lo miró al rostro y esperó respuesta, manteniéndose pensativo sobre lo que haría una vez terminado el asunto.
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Post by Evangeline on Jan 18, 2018 4:03:26 GMT
Las palabras se ahogaban en su garganta, deseando poder replicar pero podía darse cuenta de que había abusado, que no estaba en condiciones de salirse de lo establecido. Era algo nuevo para ella en verdad y le costaba trabajo visualizarse en esa situación pero estaba dispuesta a hacer un esfuerzo. Entrelazó las manos frente a ella, bajando la cabeza sometiéndose a la rigidez que el otro imponía ante ella. Asintió suavemente sin atreverse a hablar puesto que le preocupaba empeorar la situación. Alzo la mirada respondiendo a su nombre, sintiendo una presión en el pecho al saber que había actuado de manera errada; que su imprudencia y curiosidad estaban causando dificultades y roces que de ninguna manera estaba en sus intenciones llevar a cabo. Separó los labios, apenas para pronunciar afirmación, pero de inmediato volvió a cerrarlos, apretándolos como si aquello le costara trabajo.
Una sensación fría comenzó a nacerle en el estómago. ¿Miedo? Tal vez... era diferente al pánico que había experimentado en el océano pero se le parecía. Dio un último vistazo al hombre de cabellos oscuros antes de marcharse. Podía sentir su mirada paseándose por su figura de arriba a abajo, inquisitiva; capturando cada movimiento que fuera capaz de hacer. Se sintió acechada por un instante, nerviosa, como si debiese tener cuidado con lo que hiciera. ¿Por qué? ¿por qué de pronto sentía esa angustia? ¿por qué los ojos del hombre albergaban esa obligación también? Aquello comenzaba a crear anclas en su consciencia; puntos que esperaban por conectarse a otros para proporcionarle respuestas. -Comprendo. No volveré a causar problemas- volvió a agachar la cabeza dando prueba de que tales palabras tenían peso y verdad. No deseaba poner en riesgo el obsequio que se le había otorgado, uno que ella consideraba era desinteresado... noble.
Se dio la vuelta sin estar del todo segura hacia dónde dirigirse. Los pasillos de la mansión parecían ser caminos en un laberinto. No tenía noción sobre en qué parte del castillo se encontraba. Dio unos pasos para alejarse de los hombres, pero se detuvo al caer en cuenta de su evidente ignorancia. Sintió frío, uno que no era causado por el ambiente del lugar. Se giró de nuevo hacia ellos suavemente, sumida en las sombras que se mantenían alejadas del par en cuestión. -Lo siento...- musitó avergonzada. -Si es posible... ¿podrían indicarme el camino hacia la cocina? No desearía vagar por la mansión sin permiso esta vez- confesó. Se tomó la libertad de sonreír suavemente, intentando apaciguar el nervio también disipar el aire tan pesado que comenzaba a respirarse.
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