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Post by Muérdago on Jan 4, 2018 5:06:13 GMT
Hace mucho tiempo, en un lugar que solo existe en las historias, vivían cuatro niños-lobo: Wolfeimer, Noitye y Raymond. Guiados por la luz de su madre, la Luna, jugaban a las escondidas y cazaban sus presas en un bosque cercano. Habían aprendido bien los rudimentos de la noche y conocían los peligros del bosque como conocían sus nombres, pero un día se encontraron con un camino de flores blancas que nunca habían visto y decidieron seguirlo. Caminaron y caminaron hasta que encontraron una puerta sin cerradura. La abrieron y... ¡Oh sorpresa! No había nada detrás, nada más que el bosque, idéntico en todos los sentidos al que llamaban "hogar". Jugaron alrededor de la puerta sin saber que algo los había invitado a pasar y olvidaron que habían transgredido el límite de una regla antigua. Regresaron por el camino que habían seguido, pero pronto se dieron cuenta que el árbol familiar no estaba ahí, que el arroyo de todos los días no seguía el mismo curso, y que estaban irremediablemente perdidos. Cuando tornaron los ojos al cielo, descubrieron que la luz de su madre no estaba y la ansiedad de la incertidumbre invadió sus corazones.
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wolfeimer
La Resistencia
No puedo...yo...necesito...!!!!CARNEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEE!!
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Post by wolfeimer on Jan 5, 2018 19:44:58 GMT
Lo que comenzó en un sueño, se convirtió en leyenda, y lo que era una leyenda se transformó en la realidad un grupo de niños lobos que vivían felices y contentos, apoyándose el uno con el otro a pesar que cada uno de ellos tenían ciertas características que los diferenciaban. Entre ellos se encontraba Wolfeimer, el menor de todos ellos, con 10 años de edad y por ser más bajo que los demás, no dejaba de mostrar su sonrisa y alegría que descongelaba la amargura de los demás, le gustaba conversar y su curiosidad de explorar a su alrededor le causaba grandes emociones positivas pero a su vez negatividad.
Un día mientras andaban por el bosque encontraron un camino de flores blancas, un espécimen muy inusual nunca antes visto, lo cual uno de sus hermanos tomo la iniciativa a los demás para seguir ese sendero, y para el pequeño lobo le parecía una aventura sorprendente, pero como en todo historia de aventura y misterio, encantado por la hermosa flor blanca y viendo que el resto de sus dos hermanos no lo estaban viendo, corto la flor con mucho cuidado y la guardo en su bolsillo de su camisa. – A mamá le va a gustar este como recuerdo. Corrió hacia adelante para alcanzar a sus hermanos pero ninguno de los 2 le preguntaron por su demora.
Transcurrió mucho tiempo y se encontraron con una puerta a la mitad del bosque. Wolfeimer con mucho temor se refugió detrás de Noitye dejando que algunos de sus hermanos tomaran la iniciativa de abrir la entrada, y ese alguien fue Raymond. Pero para sorpresa de todos seguía igual como siempre, lo cual decidieron jugar un rato. Pronto recordaron que ya era hora de regresar y cuando lo hicieron se dieron cuenta que había un conjunto de elementos que no cuadraban: su árbol favorito para trepar por los árboles no se encontraba, el arroyo de las aguas no seguía el curso como los otros días.
Wolfeimer estaba demasiado asustado y alzando su cabeza al cielo al igual que el resto de sus hermanos, apoyándose cerca de Noitye, la luz de su madre se había desvanecido en el cielo dejándolos solo. - Mamaaaaaaaaa!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
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Noitye Lua
La Resistencia
We live, we love, we lie.
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Post by Noitye Lua on Jan 5, 2018 22:21:30 GMT
Un recuerdo vago... como si fuera el sueño de un sueño, los licántropos corriendo por el bosque asolado por la noche oscura, el sonido claro de sus pasos sobre el suelo mientras corrían, se ocultaban, cazaban, se divertían sin una pizca de temor en ellos, confiados gracias a la luz de la luna que les brindaba visión; era algo rutinario, Noitye siempre se había mostrado emocionado por ir al bosque, a pesar de que conocía mucho siempre había sorpresas ocultas a simple vista, esa emoción por descubrirlas le encantaba y por suerte para él no estaba solo en la travesía. Acompañado por su hermano menor Wolfeimer y su hermano mayor Raymond, podía estar mas que seguro y divertirse en el bosque como siempre solía hacer hasta que algo llamó su atención, un detalle sobresaliente entre todo aquello que ya conocía del lugar donde se encontraban, flores blancas. Se quedó mirando, embobado por estas, cosa que era rara en su persona ya que no solía mirar flores tan seguido, su mente infantil no tenía tiempo para enfocarse en esos detalles pero estas flores llamaban su atención.
Dichas flores formaban un perfecto sendero, que más que una coincidencia parecía ser la obra de alguien y sus pétalos parecían irradiar cierto brillo bajo la luz de la luna, ¿Cómo debían reaccionar ante eso? Él lo sabía, sonrió emocionado mirando a sus hermanos. -Esto es genial, ¡hay que ver que al final del camino!.- expresó avanzando junto a sus hermanos aunque Wolfeimer se había retrasado un poco pero luego se les unió, mientras avanzaba por el camino miraba mas a las flores que al frente, estaba tentado a cortar una flor pero esa idea se esfumó de su cabeza porque antes de darse cuenta ya había llegado al final. Lo curioso fue que justo allí se encontraba una puerta solitaria, a la cual le faltaba la cerradura, el moreno la miró confundido mientras rascaba su cabeza. "¿Qué hace una puerta aquí?". Se preguntó en sus adentros mientras se rascaba su cabeza, sintió a su hermano menor esconderse detrás de él a lo que respondió volteando para verlo con una sonrisa. -Tranquilo Wolf, estas con nosotros todo va a estar bien, no hay nada que temer.- expresó revolviendo el cabello del pelinegro mientras se reía y luego volvía a centrar su atención en la puerta.
"¿Que habrá del otro lado?". Se preguntaba, la curiosidad era mucha como para ignorarla así que decidieron abrirla, aunque fue el mayor de los tres, Raymond, quien se atrevió a hacerlo revelando que al otro lado solo había... Bosque. El moreno miró confundido tanto a sus hermanos como al rededor, no entendía nada pero pronto esa confusión se borró por la diversión de los juegos, los pequeños jugaron, rieron alegres y olvidándose de que el tiempo seguía su curso. La hora de volver llegó, todo parecía normal pero no era mas que una ilusión, aquel árbol tan conocido para ellos no estaba allí, el arroyo iba en una dirección completamente diferente a la cual solía hacerlo y para tornar todo mas misterioso y sombrío... la luz de la luna ya no estaba.-...-. No tenía palabras para describir como se sentía , estaba congelado, hasta que el grito de su hermano menor hizo que reaccionara. -Wolf, tranquilo... Creo que solo nos perdimos... un poco.. aunque... no se porqué... volvimos por el camino de siempre...- comentó en un tono claramente nervioso mirando al mayor. -¿Acaso... nos desviamos en algún momento?...
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Raymond Clive
La Resistencia
"¿Qué? ¿No tienes nada importante que decir? Entonces no estorbes"
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Post by Raymond Clive on Jan 10, 2018 14:23:17 GMT
—Y... ¡¡Fuera!!
Ese había sido su grito, esa había sido la señal de salida que Garvan dio, para que los tres cachorros corrieran y corrieran al bosque. El hombre, que además de su sangre, con Raymond no parecía compartir mas nada observó con orgullo el cómo su único hijo se adelantaba y lideraba con el porte de un lobo de alto rango entre sus hermanos. Los parias como ellos tenían pocos derechos entre los suyos, pero los cachorros cuanto menos eran libres de socializar con quienes quisieran... por un tiempo.
—¡si no vuelven para cuando la luna llegue a su punto más alto, los buscaré yo a ustedes! —gritó el hombre a la distancia, su voz, si bien llegó a los oídos de los pequeños, ya era más como un susurro proveniente del fin del mundo.
Raymond corrió. Corrió y corrió con sus hermanos detrás, el mayor de los tres chicos sonreía con una naturalidad tan propia que fácilmente se podría palpar el optimismo que desbordaba. El muchacho, se divertía bastante en el bosque, era de lo que más disfrutaba, sobre todo cuando la Luna, su guía en los tiempos oscuros sonreía en lo más alto.
Pero las flores blancas, aquellas flores que mostraban pétalos tan pálidos como su guía en medio de ese bosque arrasado por el otoño y prono también por el invierno, no eran reconocibles por su memoria. Ante ellos había algo sumamente bello, sumamente extraño... y sumamente emocionante. Aquello que no se conocía no era ni más ni menos que algo nuevo que explorar después de todo; así era como funcionaba el mundo en su mente, en la mente de un chiquillo descuidado.
Noitye expresó su su emoción ante la idea de investigar qué había más allá, Wolfeimer se quedó pasmado. Raymond entonces apuntó con el dedo tomando la iniciativa; él también quería investigar.
—¡vamos entonces! —exclamó. Y acto seguido, avanzó con paso seguro, confiado. Raymond no titubeó ni un instante. Sus ojos estaban llenos de emoción, su sonrisa desbordaba esperanza ¡había que entrar!
Y eso hizo... pero no había nada diferente.
Bosque, mas viejo y conocido bosque en el qué jugar. Raymond fue complaciente, dejando que sus hermanos fueran al frente llevándolos más y mas lejos del punto de partida.
El viejo arrollo fluía al revés
El viejo roble no se veía tampoco
Para cuando se dio cuenta de aquello, su cabeza, no reaccionó. Tampoco cuando la falta de luna le robó el aliento. Él, el mayor de todos, el que se suponía que debía cuidarlos y velar por ellos, los había guiado a un lugar desconocido. Se sintió aterrado y emocionado a la vez. Una historia más que contar a sus amigos.
Wolfeimer gritó. El chico sin dudas tenía la más natural de las reacciones, Raymond volvió su cabeza a mirarlo, Noitye ya lo consolaba. Un poco perdidos, si, eso era todo, encontrarían el camino de regreso. Raymond se acercó, su sonrisa ahora en pos de regalar calma a sus compañeros, luego habló.
—debió haber sido por las flores; quizá perdimos el camino y terminamos haciendo un rodeo —comentó, esa fue su respuesta para Noitye. Pero aquello no explicaba la falta de luna— y mírenlo de este modo; si el río fluye al revés, quizá lo estamos viendo desde el lado contrario. Solo hay que encontrar en donde cruzamos.
Antes de encontrarse con osos o peor: humanos. No hacía falta mencionar los peligros, no hacía falta entrar en pánico
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