Una Melodía de Amor ||Abierto|| (3/3)

No todos eran espantados por el murmullo de mal aguero que acompañaba la siniestra neblina de la mañana. Cuando en algunos sitios de la isla ya había amanecido, algunas lomas proyectaban sus sombras frescas en la apacible ciudadela donde se mezclaban las sombras y la negra neblina de la mansión oscura.

En la azotea de la taberna del dragón ahogado, dormía una chica pelirroja de altas botas rojas y 9 mullidas colas que solía usar como almohada. Anoche estaba ebria, pero nunca había sufrido de resaca en su vida, ni una sola vez. Después de haber trasnochado en el vicio de un juego, sujetaba una botella de Hidromiel en la izquierda la cual abrazaba de vez en cuando hasta que el sonido de aquella melodía la despertó.

Sobresaltada aterrizó de pie tambaleandose un poco y prestando más atención a la atmosfera. Se enjugó los ojos con los puños un par de veces antes de darse cuenta de que todas las puertas y ventanas estaban cerradas, así como los locales. Algo realmente inusual de ver considerando la hora. Después arrojó la botella al basurero más cercano, se subió las botas hasta los muslos y se despeinó la melena rojiza que se había peinado sola por la noche.

Pasó del distrito comercial a la zona de vivienda saltando de techo en techo, siguiendo la melodía hasta llegar a ver una gran mansión donde varios ramilletes de flores adornaban la entrada, la cual habían dejado abierta.

-Bueno, supongo que es una invitación.

Ella nunca había escuchado rumores acerca del pianista, pues vivía distraída la mayor parte del tiempo. Se contoneó un par de veces antes de dar un gran salto desde el techo de una casa cercana y entrar a la mansión en ese mismo salto. Lo primero que sus ojos vieron al entrar fueron los ojos macabros y expresivos de cientos de muñecas de porcelana que se extendían por cada rincón.

-El dueño si que sabe decorar -Más que sentir miedo, la melodía le daba un toque más elegante entre la ausencia de luz y los matices oscuros, en los recónditos pensamientos que con firmeza creen que en la oscuridad suelen residir espectros. Keyko comenzó a deambular por la mansión, subiendo las escaleras en busca del piano que tocaba aquella melodía.

Ya son las 9:00am, el piano comenzó a sonar, la melodía que atormentaba a los ciudadanos inundo la mansión por completo al igual que las calles cercanas, parecía como si las muñecas de porcelana se movieran al son de la melancólica y dulce melodía que tal parece provenía de arriba.

Todos los muebles estaban cubiertos de sabanas blancas como si la mansión hubiese sido abandonada, los cuadros estaban cubiertos de polvo y habían varios que mostraban una hermosa dama, tanto solo el torso como su cuerpo completo. Otros cuadros, mostraban a un hombre, o eso parecía ya que el rostro estaba borroso, destrozado o cubierto con pintura para no verse.

Ciertamente un ambiente aterrador a la vista, todo cubierto de polvo.Ya son 9:12am, el tiempo se siente lento dentro de la mansión, la melodía sigue sonando armoniosa y sin errores.

A cada paso ni cuenta se daba de como las muñecas parecían danzar con la música, que cada vez se volvía más y más tenebrosa. Al ir avanzando, fueron apareciendo en las paredes y en cada rincón, en cada mesita y en cada espacio cuidadosamente colocadas imagenes y retratos de una hermosa mujer, y a su lado, en algunas de ellas aparecía un hombre alto cuyo rostro había sido cruelmente quitado.

-O es la mansión de una viuda muy dolida -Pero prestó más atención a uno de los cuadros antes de avanzar, uno donde el rostro del marido estaba pintado bruscamente con manchones negros- O alguien con un MUUUY mal concepto de si mismo -Se atrevió a decir sacando una manzana de su mochila y mordiendola. El crujido de la fruta se escuchó junto con la melodía discordante más abajo de las escaleras.

Cuando parecía que finalmente había alcanzado la habitación donde se originaba la tonada, descubrió que no estaba sola, pues junto a la puerta estaba un hombre de pronunciada palidez y profundas ojeras que le exigía explicar su presencia en aquel sitio. ¿Acaso era el guardia? pues no hacía un buen trabajo.

-Vi al puerta abierta así que entré -Se limitó a decir mordiéndose la lengua en una sonrisa y rascándose inocentemente la cabeza- Deberían reforzar la seguridad si no quieren que los criminales entren -Más desconocía si algún alma en aquella mansión habría visto alguna vez sus carteles de busqueda por la ciudadela. Seguramente no. Más abajo se podían escuchar murmullos, quizás de algun otro arcano curioso que al igual que ella, había entrado siguiendo la música.

Pero tarde que temprano, esa canción comenzó a resonar en su cabeza junto con algunos cuantos recuerdos al azar que estaban relacionados. Y al volver a morder la manzana, cada pieza se puso en su lugar. Ella ya había escuchado rumores antes sobre aquella mansión vestida de tinieblas y cuya melodía sonaba 3 veces al día, una canción atroz para aquellos que la escuchasen 3 veces. Aquel rumor corría por las calles, pero Keyko solo lo recordó pues siempre lo había escuchado cuando casualmente comía una manzana.

-...El pianista loco -Susurró con una expresión donde se mezclaron la excitación del terror y la sorpresa de haberse dado cuenta recién.

Ya son las 10:00am, el tiempo vuela en la mansion y uno no se da cuenta, el piano cesa su melodia y se puede escuchar como es cerrado y elbanco de pianista es corrido bajo este.

Es extraño, las muñecas tienen el mismo rostro, pero distintos vestidos. La mujer de los cuadros, hermosa mujer de cabellos rojizos y ojos celestes casi blancos. Si miras detenidamente ambas juntas, son la misma persona, las muñecas tienen el rostro de la dama del cuadro.

Unos pasos se pueden escuchar, las muñecas miran la puerta donde esta ubicado el piano, solo los ojos se mueven mirando hacia la puerta.

Una mano toca la manilla, las muñecas dejan de mirar la puerta y se quedan como antes, lentamente la puerta de abre, el ambiente es tenso, ¿Quien sera el hombre del piano?.

Todo había cobrado sentido ahora. Las flores, las muñecas, los cuadros, todo encajaba con la leyenda que había escuchado. Claro que Mirovia era tierra de leyendas aterradoras, pero no muchas estaban basadas en evidencia ciudadana como lo estaba la leyenda del pianista loco. Ahora habían escuchado su melodía por primera vez, y solo Mirovia sabe cuantas veces más podrán escucharla.

Cuando la ansiedad comenzó a poner nerviosa a Keyko, la música cesó. Los ojos de las muñecas se clavaron en la puerta de donde se escuchó la tonada por última vez y un paciente andar resonó por la habitación contigua. Keyko estaba esperando el momento en el que el pianista se presentase para saltar hacia él o hacia la ventana, ya sea lo que quisieran hacer sus piernas en ese momento, pero también era su oportunidad de averiguar que tan cierta era aquella leyenda que tanto temían los lugareños.

Y cuando menos se lo esperaba, una vocesita se hizo presente detrás de la pelirroja.

-AHHH!!! -Vociferó un grito tan agudo que perforó el ambiente como una espada sobre un cuerpo. No un grito de terror, sino de emociones cargadas por el suspenso. Aquel grito se pudo escuchar más allá de las afueras de la mansión, llenando de terror los corazones de los arcanos que vivían en la ciudadela. Las colas de la Kitsune se prendieron en 9 antorchas que barrieron con la penumbra de la mansión, iluminando la estancia. 

De pronto las puertas se abrieron de golpe dejando salir un gran soplido de viento como de el aleteo de un dragón se tratase, ahora las muñecas miraban el suelo. Un hombre alto de traje, con cabellos blancos y una peculiar mascara, tenia un lado blanco y uno negro, mostrando expresiones distintas y con una larga nariz pero sin boca, este fue el que salio de la habitación de donde surgía la "mágica" melodía proveniente de su piano.

-¿La vieron?- Se escucho una voz suave y macabramente tranquilizante -¿Pudieron verla?- cortas oraciones eran las que dijo y solo 2, se quedo observando a sus "invitados" esperando alguna respuestas mientras las muñecas giraban los ojos para verlos como si también esperaran la respuesta.