Blitz
La Resistencia
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Post by Blitz on Jan 22, 2018 5:37:57 GMT
El sol ya empezaba a ponerse entre la copa de los árboles, creando un halo casi angelical sobre todo lo que su cáida luz bañaba, la brisa cargaba consigo el sutil aroma de la hierba, y sin embargo Blitz no podía conseguir disfrutar lo que era un perfecto atardecer de verano. Su estómago insistía en retorcerse de maneras que jamás había experimentado antes, al punto de que si se ponía en pie, probablemente vomitaría todo su almuerzo. La joven en cuestión se hallaba escondida entre unos matorrales, con las rodillas apegadas a su pequeño cuerpo, dejando que las pequeñas ramas rodeasen gentilmente sus hombros y cintura. Sus cabellos azabache probablemente no recibirían un trato tan amable, podía sentir como el viento contribuía a crear una maraña desordenada con ellos, por lo que los desenredaba con movimientos bastante flojos y austenes, como si la acción no estuviese siendo registrado del todo en su cerebro.
-"Tal vez no venga...¿y si la nota la dejé en un sitio donde se pudo haber mojado?, ¿y si alguien más la vió antes?"- mordiendo con algo de fuerza su labio inferior, cerró sus ojos y trató de frotar sus sienes con los dedos de ambas manos -"No, no, yo me aseguré de que todo fuese discreto, nadie más va a leerlo..."- Tratando de acomodarse en su improvisado escondrijo, Blitz repasó en silencio lo que se suponía que debía decirle al hombre que estaba esperando, no quería hacerle perder el tiempo.
-"Tengo que ser consisa, directa, y de esa manera él dirá que sí"- su estómago nuevamente le recordó su presencia con un retorcijón particularmente doloroso, los nervios estaban empezando a carcomerla por dentro. Las palmas de sus manos empezaban a sentirse demasiado cálidas para su gusto y sus pies estaban empedernidos en continuar danzando sin ritmo ni son alguno, simplemente moviéndolos de arriba a abajo, como si este gesto pudiese acelerar el tiempo. Podrían darse muchos escenarios debido a que no conocía lo suficientemente bien al macho, al menos no lo suficiente para poder predecir lo que pudiese decirle, sin embargo eso no la detuvo la noche anterior cuando en un alocado impulso escribió una apresurada nota para el hombre que más confianza despertaba en su corazón.
-"... Qué pasa si piensa que voy a declararme o algo así?" - el carmesí que explotó en sus mejillas solo podría haber sido comparado con un jitomate. Masculló un par de maldiciones en alemán mientras trataba de ocultar sus heridas faciales con su cabello por quintoagésima vez ese día. ¡¿Un mensaje tan críptico como una hora y su firma, pidiendo reunirse en un lugar tan alejado de ojos curiosos podría haber sido interpretado de otra manera y ella no lo había considerado hasta este preciso insante?! Si él llegase a pensar algo así de ella, cavaría en ese mismo momento un hoyo en la tierra y se enterraría para nunca jamás volver a salir. O bueno, hasta el siguiente verano.
Cuando sus manos se extendieron hacia su rostro para restregarlo para despejarse de tantos pensamientos ridículos, la sensación rugosa del vendaje que rodeaba su oído derecho detuvo.
Ciertamente le preocupaba una coliflor si todo el mundo terminaba por enterarse de su nuevo estado como "inválida", y es que ella continuaba resistiéndose a aceptar que había perdido, hasta cierto punto, de una manera bastante descuidada su habilidad especial: la audición. Habían muchos licántropos en la manada que tenían fuerza espetacular, reflejos tan precisos y gráciles que podrían causarle envidia a cualquier otro mamífero, un olfato tan avanzado que podía localizar a otros aún a varios kilómetros de distancia, y entre todo este mar de talento... ella no lograba resaltar en ninguna de estas cualidades. Lo que a ella la hacía sentir, al menos por un breve momento, que era de utilidad para sus camaradas, era su excepcional audición, y ahora...
-"Ahora no tengo nada..."-
Ahora que lo pensaba con más detenimiento, ¿por qué había escogido al hombre Sieg Stahlzahn para ayudarle? De todos los machos de la manada, de todos los hombres que ella había visto y conocido en el tiempo que llevaba en el mágico país, la primera persona que cruzó sus pensamientos fue él. Había algo en la forma en la que cargaba la espada, su forma de pararse que no atemorizaba pero si imponía, esa extraña mezcla de amabilidad pero recelo. Ese hombre era un misterio, y aún así...
-"Aún así... no creo que haya nadie más a quien pueda pedirle esta clase de favor..."-
Sus pensamientos se vieron interrumidos cuando un par de botas, algo desgastadas, aparecieron ante sus ojos. Internamente comenzó a maldecir su falta de atención a los detalles, sin su audición darse cuenta de cada cosa que sucedía a su alrededor estaba probando ser más allá de lo estresante. Levantando la cabeza con cuidado trató de no hacer muy evidente que estaba avergonzada por su falta de persepción y fijó la mirada en la del portador de dichas botas.
Ah.
Entonces cayó en cuenta.
Ella lo había escogido a él porque tenía ese porte paternal que dentro de su ser, desesperadamente, estaba buscando.
Lo que ella sentía no era romántico -aunque estaría mintiendo si no admitiese que encontraba bastante atractivo al macho- lo que ella veía en el era algo más profundo, más allá de un vago enamoramiento. Era como si tenerlo cerca de ella fuese algo terapéutico, muy parecido a lo que despertaba en su ser cuando Shinaja'e la abrazaba con fuerza y mecía cuando despertaba de una pesadilla, o como cuando Raymond trataba de asegurarse que ella comiese bien, un amor filial que llenaba el enorme vacío que ella no sabía que existía la primera vez que pisó tierra Miroviana. Con un poco de dificultad, la ojiverde trató de ponerse en pie.
-"¡Buenas tardes!"- ofreciéndole una sonrisa sincera, aunque un tanto forzosa, procedió a tantear con cuidado detrás de ella en busca de algo, con un poco de suerte él no sospecharía que se tratase de un arma- "'Me disculpo si arruiné sus planes para esta tarde, no consideré que tal vez tuviese algo que hacer..."- luego de un par de intentos más fallidos de ponerse en pie, su acompañante extendió una mano para proporcionarle algo de ayuda. Blitz trató de no romper a llorar en ese momento.
-"No se preocupe...solo necesito...esto"- por fin pudo encontrar el condenado objeto, y con rapidéz lo extrajo del matorral donde hasta hace unos minutos se había encontrado. Empero, no quería ser grosera, así que con la izquierda procedió a erguirse, y con la derecha tomó la del hombre para darse el impulso que necesitaba para ponerse completamente en pie. Al hacerlo fue como volver a sentir la sangre circular en su cerebro, una sensación que antes era inofensiva, pero ahora le causaba una punzación bastante molesta del lado dañado de su rostro. Haciendo su mejor esfuerzo por mitigar el dolor con pura fuerza de voluntad, la joven limpiaba con suaves golpes la tierra acumulada en su poncho. De acuerdo a su maestra, hasta que las heridas en sus brazos no hubiesen sanado al 100% tenía prohibido usar ropas ajustadas o ceñidas.
-"Verá... la razón por la que lo cité aquí el día de hoy..."- de inmediato sus uñas empezaron a escarbar en el mango de su bastón, había llegado el momento de dejar caer la bomba -" Yo... ah..."- el valor que había estado tratando de reunir las últimas 4 horas que estuvo sentada en este claro se habían esfumado. ¿Por qué él tendría que aceptar? Ella no era nadie, nada. Su lugar en la manada era solo de relleno, y ni hablar de la ciudadela u otros ambientes, ¿acaso ella no había querido ser una exploradora antes? ¿A dónde fueron a parar todas las cosas que le daban fuerzas?
Probablemente habían muerto porque los había dado por sentado, un error que no volvería a cometer mientras vivíese. -"Por favor, señor Stahlzahn... "- evadiendo su mirada, y en su lugar posandola en la hierba bajo sus pies, musitó - "...entréneme para usar la espada."-
Por lo que parecía ser una eternidad, la muchacha continuaba esperando una respuesta.
El silencio que surgió entre ambos licántropos luego de su incial propuesta empezaba a hacerle sentir cada vez más conciente de los vendajes en sus brazos y el masivo golpe en su ojo izquierdo, al parecer su flequillo no hacía más que acentuar su nuevo aspecto, aunque momentáneo, bastante grotesco. ¿Estaba acaso evaluando que tanto podría soportar un etrenamiento? ¿Los pros y contas de invertir su tiempo en una cachorra defectuosa? Inclinando la cabeza, un ligero temblor que recorrió su cuerpo amenazó con hacerle perder el equilbrio; tenía que demostrarle de alguna manera que su nueva condición no sería impedimento para apredender, ella necesitaba esto.
Irguéndose correctamente, liberó la presión de su mano izquierda de modo que su bastón solo necesitó un movimiento de su muñeca para que cayese a un lado con un ruido seco, sus rodillas sin embargo besaron la tierra de una manera menos elegante, al igual que su frente. Con ambas manos apoyadas firmemente a los lados de su cabeza, no pudo evitar enterrar sus uñas a modo de expresar su frustración. Frustración con la situación, con su patética existencia, por el miedo que sentía, y porque la vergüenza que sentía por siempre estar solicitando ayuda a los demás en lugar de fortalecerse por su cuenta. Ella era débil, lo sabía.
Pero eso podía cambiar.
-"Por favor, necesito hacerme más fuerte"- elevando sus ojos, desafiantes y brillantes, agregó -"Para proteger a los que amo... y a mi misma"-
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Post by Sieg Stahlzahn on Jan 22, 2018 16:58:20 GMT
Esa nota le preocupo, no había duda de quien era la persona detrás de esa firma, y apenas lo supo, emprendió el camino a un paso raudo y veloz en dirección del Bosque de las Hadas. El instinto paternal había despertado de manera muy fuerte al saber que se trataba de esa joven licántropo que había conocido en la Ciudadela aquella vez. Esa actitud, esa sonrisa... No podía, simplemente no podía evitar sentir que en esa aura, había un parentesco enorme con su difunto hijo.. ¿Por qué sentía eso...? No podía, no quería aceptar que estaba volviendo a sentirse un padre al cuidar de esa joven loba, pues esa sensación de que por un error suyo podía volver a perder todo lo que alguna vez quizo, simplemente volvió a él. Con sus pertenecías en su espalda y una mirada seria que denotaba preocupación, sus pasos lo llevaron finalmente el enorme Bosque, alguna vez dominios de la Soberana de la Primavera.- Junger Blitz... .- Murmuró, y así, comenzó a adentrarse en ese lugar. Comenzó a olfatear en su forma de Horris Lupus el posible rastro de la joven licántropo, gracias a su olfato más agudizado, eso se le estaba haciendo una tarea relativamente fácil mientras sus patas seguían pisando el suave césped, avanzando más y más. Un gruñido escapo de sus labios, por la preocupación, el recién ver a la joven Blitz después de tanto tiempo sin saber de ella, lo cual le hacia apresurar más su andar, hasta que eso lo llevo al Corazón del Bosque. Rápidamente su forma cambio a una sellada, dejando ver a aquel alto hombre de cabellos negros con la cicatriz en su rostro, quien nuevamente comenzó a seguir su olfato para buscar a la muchacha de cabellos oscuros. Camino mientras seguía el aroma, sus pisadas dejaban escuchar el sonido de las botas aplastando un poco el césped, mientras se dirigía a lo que parecía ser unos arbustos, y al acercarse, pudo observar algo que causo que su rostro palideciera notoriamente, a la par que sus ojos se abrían más de lo normal, dejando ver la preocupación en ellos. Pudo ver claramente gracias a la luz de las estrellas y de la luna menguante las heridas en el rostro de la muchacha, repartidas en las partes visibles de su cuerpo... ¿Que había sucedido...? ¿En que lio se había metido la joven licántropo?. Iba a decir algo ante eso, iba a preguntar... Pero las palabras murieron en su garganta cuando vio como esta lo saludaba con esa sonrisa tan característica, intentaba ponerse de pie de manera fallida, y cada fallo, era un dolor que comprimía el corazón del licántropo por alguna razón, solo si cada caída se la hiciera él mismo.- Junger Blitz... .- Musitó, extendiendo una mano para que ella pudiera ponerse de pie de manera más fácil. Había algo en ella, algo que no lograba predecir al notar como esta se tardaba en tomar su mano al dejar escapar su voz. Frunció los labios suavemente mientras se mantenía atento observando sus acciones, hasta que esta finalmente se puso de pie con ayuda de un bastón y de su mano. Se podía ver el tambaleo, la dificultad... ¿Que había sufrido esa pobre joven? Le dolía verla así, era como ver mal a su propio hijo, era... Como cuando lo vio despedazado frente a sus ojos por sus mismas garras... Por su misma boca. Ella se sacudió aquel poncho que llevaba, mientras Sieg cerraba los puños con fuerza. Sentía cierta impotencia, a pesar de que no la conocía del todo, le hubiera gustado protegerla de lo que fuera que le causo esos daños... Pero eso no era algo posible, después de todo, los caminos de ambos estaban muy separados, al menos hasta ese día. La voz de la joven de cabellos azabaches por fin se había hecho escuchar nuevamente, queriendo decir la razón de aquel encuentro, pero parecía dudosa, con miedo... Algo que evitaba que las palabras salieran más allá de su mente, como si una especie de fantasma la sujetara y evitara que diera el siguiente paso. ''Entréneme para usar la espada...'' Esas palabras resonaron en su cabeza mientras su mirada mostraba una clara impresión ante esa petición... Incluso se había quedado casi paralizado al escuchar eso y luego volviendo a ver el estado algo demacrado de la joven licántropo. Trago saliva, el silencio comenzó a reinar en ese momento mientras el licántropo intentaba pensar en las opciones que tenia para ese momento ¿Que se supone que debía decidir? No... No podía arriesgarla a un entrenamiento sabiendo que su estado era mayor a mal, seria totalmente irresponsable de su parte hacerlo, arriesgando a que las heridas de la joven de cabellos oscuros pudiera lastimarse aún más con una practica.- Yo no... .- Iba a negarse, de verdad iba a hacerlo, pero el sonido seco del bastón cayéndose y golpeando el suelo a un lado de ella. Pudo notarlo, esa determinación naciente aunque fuera por unos momentos, en su mirada, en su supresión del dolor, ¿De verdad estaba tan decidida esa joven a entrenar a pesar de su estado? Eso parecía. Pero con el cuerpo no pasa igual... La joven no pudo evitar caer por el estado de sus extremidades, causando que el pelinegro se arrodillara para tratar de asistir a la pequeña.- ¡Junger Blitz! ¿Se encuentra bien...?.- Pregunto en un claro tono preocupado por ella, cuando sus ojos se posaron en sus manos. Podía notarlo, esa frustración... Una pura y dolorosa... Una que había sentido por muchos años en el pasado. Iba a ayudarla a levantarse, pero cuando lo iba a hacer, pudo ver esa mirada llena de seguridad, sus palabras de denotaban unas verdaderas ganas de cumplir con lo que decía... ¿Acaso él tenia el derecho de negarle tan noble acto? ¿Acaso no fue él quien estaba en su lugar cuando apenas había llegado al escudo de plata? Era así... Lo recordaba perfectamente... ''¡Rhonan, por favor! ¡Enséñeme a usar la espada como usted...! ¡Se lo ruego...!'' Jamas podría olvidarse de esas palabras, de como ese ruego arrodillado por su parte a uno de los más grandes guerreros que jamas había conocido, había cambiado tanto su vida... ''Ya no quiero perder a nadie... Permítame serle útil... ¡Permítame servirle y ser su escudo...! Yo... ¡QUIERO SER EL ESCUDO DE PLATA DE TODOS A LOS QUE AMO!'' Un suspiro escapo de sus labios mientras volvía a tomar el bastón de la muchacha, a la par que la ayudaba a ponerse con cuidado de pie, haciendo entrega del objeto para que ella pudiera caminar de manera más estable.- Junger Blitz... En el estado que te encuentras, difícilmente podría aceptar entrenarte... .- Dijo mientras su mirada se conectaba con los de ella, pero, llevando su mano a mover muy suavemente el cabello que cubría el moretón en su ojo, mirándola con preocupación.- Pero... .-Agregó.- Yo también entrene así alguna vez... También puse mi cuerpo al limite... Por una razón así de noble... .- Comento mientras su mano acariciaba muy suavemente la cabeza de la pequeña de cabellos oscuros.- Junger Blitz... Debo advertirle que el entrenamiento de espada no es algo que se de de la noche a la mañana... Es algo difícil, frustrante... Muchas veces querrás rendirte, lloraras... Sufrirás por creer que no avanzas... .- Advirtió mientras se giraba hacia un árbol, tomando distancia de ella. - Tiempo atrás... Tuve un maestro... Quien me enseño muchas de las cosas que se... Quien me guio por el camino de esta noble arma llamada Katana... .-Contó en un tono nostálgico, sacando lentamente su katana la cual resplandecía suavemente por la luz de la luna y las estrellas.- Cuando empece... Apenas y podía hacer esto... .-Dijo golpeando con su puño el tronco del árbol, causando que varias de sus hojas comenzaran a caer gentilmente del árbol. Movió su katana para cortar torpemente una de las hojas por la mitad, dejando que todas las demás cayeran al suelo.- Eso me frustraba... Quería ser mejor... Entonces entrene... Y entrene... Y casi me mato entrenando, y ahora... .-Agregó tomando una postura más concentrada con su arma, volviendo a golpear el tronco del árbol. Otra tanda de hojas comenzó a caer. Cerro sus ojos unos momentos, y cuando las hojas estaban a la altura de su torso, sus ojos se abrieron cuales globos oculares de una bestia acechando a su presa. Cortes rápidos, apenas visibles, y todos con una precisión de miedo, cortaron por la mitad todas las hojas que habían caído del árbol, no dejando ninguna intacta, y todos fueron cortes sumamente limpios, cuidadosos incluso.- ¿Ahora lo entiendes, Junger Blitz? Esto es lo primero que quiero enseñarte.- Dijo guardando su katana, y apoyando una de sus rodillas en el suelo mientras otra se flexionaba hacia arriba, mirándola un poco desde abajo.- ... Acepto entrenarte... Voy a enseñarte todo lo que este a mi alcance para que cumplas tu objetivo de proteger a los que ames... Pero... .-Se pauso unos momentos.- Debes saber que esto no es fácil... Apenas digas que te rindes... El entrenamiento se acabo... Y también debes entender, que no todos serán buenos... Que no todos serán honestos... Ademas de aprender el arte de la espada, también debes aprender a ver como es la vida en realidad.- Sentenció mientras se volvía a levantar, esperando de manera tranquila la respuesta por parte de la licántropo.
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Post by Blitz on Jan 23, 2018 21:31:18 GMT
La frustración no hacía más que crecer, burbujeando sin cesar en los rincones más promitivos de su mente. Había pasado demasiado tiempo embotellandolo todo y fingiendo que ella no tenía las mismas necesidades que los demás, pretendiendo que se podía ser alegre todo el tiempo había sido verdaderamente tonto... ¿Acaso esta era la forma en la que los niños perdían lentamente su inocencia? ¿Sus sueños? Era realmente doloroso darse cuenta que todo este tiempo había pensado que con acercarse amistosamente a otros todos sus traumas problemas del pasado se esfumarían. Una pequeña muralla estaba empezando a erguirse en su corazón, para prevenir más daño físico y emocional.
-"...Si yo ya sé todo esto... entonces... ¿por qué continúo buscando a ese dragón?"-
Blitz podía ver en los ojos del macho, tan claro como el agua, su notoria preocupación por su estado actual, y no podía culparlo. Su presentación jamás había sido particularmente prolija, sin embargo no era en absoluto normal el aparecer luego de un tiempo con tantas heridas. Tenía mucha suerte de haber terminado solo con un par de golpes y raspones en lugar de alguna fractura severa. O peor. Y en parte esto se lo debía, irónicamente, a la misma persona que le había provocado todas estas magulladuras; si el dracónido no la hubiese protegido al momento de la caída, probablemente no estaría en este plano de existencia. Sin embargo, no podía referirse a él como su “salvador”, ya que el le había arrebatado -sin mala intención, se repetía ella constantemente- su don especial.
Para ser justos, ella debió haber considerado con más cuidado su accionar al acercarse a una criatura mágica tan poderosa e imponente. ¿Acaso pensó que este no se enojaría luego de que ella se introdujese sin su permiso a su espacio personal? Especialmente luego de enterarse de la razón por la que él se encontraba en medio de una creciente ventisca, sin abrigo, sin amigos…
-”Sin razón alguna para continuar respirando”-
El recuerdo de aquella noche en la cual se encontró con la monumental bestia oscura la acosaba en sueños, llenando su corazón de justificado temor e inexplicable adrenalina. Su lección había sido asimilada, confiar ciegamente en su suerte para hacer amistad con otros ya no podía ser aplicada de la misma manera; si ella había tomado la decisión de hacerse más fuerte era para saber cómo valerse por sí misma en caso volviese a estar en una situación similar. En ningún otro momento de su corta existencia se había sentido tan viva, tan llena de emociones.
-”Verlass mich nicht…”-
Un pacto silencioso que ella había decidido enterrar en lo más profundo de su ser. La voz de aquel hombre lentamente iba perdiéndose en la niebla que difuminaba la realidad de sus sueños, ya no estaba segura de su timbre o su tono, tampoco lograba bosquejar sus rasgos faciales con presición, poco más de dos semanas habían transcurrido y ya estaba lentamente dejando escapar los detalles. Pero jamás olvidaría esos ojos.
Si algún día volvía a encontrarlo, se aseguraría de presentarse correctamente. Y cumpliría su promesa.
En parte odiaba ese aspecto de ella, no se consideraba necesariamente una persona petulante, de aquellas que creían ser dueñas de la verdad absoluta que no debía ser refutada por alguien con un punto de vista diferente, pero ciertamente tendía a tener una actitud bastante persistente cuando se trataba de algo que a ella le interesaba obtener o proteger. El “instinto canino”, como los humanos del pueblo que alguna vez consideró como su hogar le llamaban, era lo que predisponía sus genes a ser como era, sin embargo para Blitz todo eso era una reverenda estupidez.
Si eso fuese cierto, entonces todos los licántropos no eran nada más que perros con hambre exponencial, los vampiros murciélagos chupasangre que aprendieron a caminar y las sirenas lujuriosos peces con sensuales torsos humanos. Si reducían a todas las razas mágicas a la característica inherente a su apariencia entonces no era de extrañar que se hubiesen quedado atrás en la cadena evolutiva.
La razón real por la que estaba pidiendo ayuda, era porque lo necesitaría para sobrevivir, para no ser una inherencia a la manada, y sobre todo, para poder ser de utilidad cuando la inminente guerra explotase en Mirovia. Volver a sentirse indefensa no era una opción, al menos no si ella podía hacer algo al respecto. Si su piel terminaba cubierta con más cicatrices, o sus manos de apoyas, no desistiría.
Hasta alguien defectuosa como ella tenía el derecho a tener algo de orgullo, licántropa o no.
Sus pensamientos fueron interrumpidos cuando tomo cuenta de que el pelinegro se había inclinado para estar a su altura, creando una imponente sombra sobre ella. Cuan apropiado. La oscuridad que la envolvía ahora no era nada del otro mundo, un efecto natural del reflejo de la luz, y sin embargo dentro de su pecho comenzaba a cocinarse lentamente una envida, no necesariamente dirigida a él, sino más bien porque ella no se sentía en calidad de igual, nisiquiera entre los que eran de su misma raza.
-”En el estado que te encuentras, difícilmente podría aceptar entrenarte…-”
Bueno, esta respuesta ya la había considerado, y ya tenía preparadas más de 10 tipos de contestaciones distintas para hacerle recapacitar. Aún si era solo aprender lo más básico, sería mucho mejor que ser una cachorra inválida y sin equilibrio. El hombre entonces le alcanzó su bastón, su gesto solemne. Ella solo pudo acertar a recibirlo con un nudo en la garganta.
-”Pero, yo también entrené así alguna vez...también puse mi cuerpo al límite...por una razón así de noble…”-
Una cálida y gentil mano capturó inesperadamente su mejilla izquierda, provocando una punzada leve que la llevó a involuntariamente cerrar su ojo. El hielo había estado probando ser de mucha ayuda, pero aún necesitaba un poco más de tiempo para recuperar su flujo sanguíneo luego de casi haberse congelado hasta la muerte. Orbes esmeralda se elevaron en sorpresa, un tanto húmedos por el repentino gesto. El rostro del hombre frente a ella reflejaba tanta simpatía, algo muy distinto a la compasión, y por un momento pudo jurar que la imágen de su padre siempre había sido esta. Aquel toque se movió con sumo cuidado para posarse sobre su cabeza, alborotando de manera juguetona sus mechones. La joven cachorra trató de prolongar un poco más este gesto inclinándose para evitar que su mano se alejara demasiado, pero él ya se había puesto en pie.
Mientras hablaba, se dirigía hacia un árbol cercano, sus pasos seguros y firmes sobre la tierra -”Junger Blitz, debo advertirle que el entrenamiento de espada no es algo que se dé de la noche a la mañana...Es algo difícil,frustrante...Muchas veces querrás rendirte, llorarás...sufrirás por creer que no avanzas…”-
El licántropo mayor procedió a golpear con fuerza un árbol cercano para hacer caer un par de hojas, y desenvainando la espada en lo que explicaba brevemente como fue su experiencia como aprendiz, Blitz solo atinaba a seguir los movimientos del hombre para tratar de memorizar al menos su postura; sin embargo antes de siquiera poder asimilar el primer corte, Sieg propinó otro puñetazo al tronco de aquel árbol, acertando cortar precisamente por la mitad cada hoja caída individualmente.
Observando desde el suelo, la exhibición de habilidad y destreza que estaba presenciando fue más que suficiente para quitarle el aliento y hacerle olvidar momentáneamente la razón por la que ambos se encontraban en este preciso instante, se permitió por esos escasos segundos solo disfrutar la demostración de quien ahora sería su maestro. Si había alguien que ella conociese en Mirovia que podía tomar un arma dañada y desafliada como ella y convertirla en un fino elemento, era él. No había duda alguna.
-”¿Ahora entiendes, Junger Blitz? Esto es lo primero que quiero enseñarte”-
La luna por fin se asomaba detrás del velo fantasma creado por las nubes, su gentil luz iluminando con delicadeza los alrededores, creando la ilusión de un halo rodeando la silueta de su ahora maestro, quien extendía su mano hacia ella, los pequeños trozos de hojas cayendo como una cascada mágica. Incluso con un lado de rostro magullado, con músculos faciales que sufrian cada vez que intentaba comer, o si quiera hablar, logró abrir ambos ojos de par en par.
Sus dedos se extendieron hacia al hombre que cargaba con el nombre de la Victoria en su sangre y apresuró a cerrar el pacto con apretón de manos, y por primera vez desde su rescate, ofreció una verdadera radiante sonrisa.
-“¡Ja, mein meister!”-
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Post by Sieg Stahlzahn on Jan 25, 2018 2:10:06 GMT
Sus ojos no podían no evitar mostrar una gentil luz en ellos, como si los iris bicolor del licántropo vieran más allá de lo que estaba frente a él. Estaba viendo más allá de lo que la muchacha le estaba diciendo, más allá de lo que le estaba pidiendo, un transfondo, o tratando de entender uno respecto al porque de aquella petición de ser entrenada. Claro, no era suficiente el verla con aquellas heridas que mostraban claros signos de violencia en su contra, ¿Un accidente? No era muy creíble a pesar de ser una gran posibilidad. El problema de movilidad en sus extremidades, los moretones notorios en su cuerpo, y quizá algo más que ella aun no le estaba diciendo, eran signos de que no se había causado esas heridas por si sola, había alguien detrás. Aún si preguntaba, dudaba de si obtendría alguna respuesta, alguna clase de nombre o aspecto de quien había sido la causal del estado de la joven licántropo, ¿Arremetería en contra de la persona? No, fuera de todas las cosas, el pelinegro era alguien prudente, y no iría a regañadientes blandiendo su espada sin conocer un hecho real de como ocurrieron las cosas, después de todo, era alguien pensante, con la capacidad de escuchar, de entender, y recapacitar. Había algo en esa joven que no podía evitar recordarle a su viejo yo, a aquella persona que fue apenas había llegado bajo el cuidado del escudo de plata. No podía considerarse alguien fuerte, destacable, y mucho menos alguien útil. No era más que una especie de muñeco que podían usar como carnada para alguna misión, y olvidarse de que alguna vez había llegado ahí a costa de su sacrificio. Era gracioso, sin duda, que tan solo unos cuantos años después, o más bien, una década, el licántropo se hubiera convertido en uno de los pilares más fuerte de esa utopía. Se sentía orgulloso, pero no por si mismo, no por el hecho de haber sembrado terror en el campo de batalla en contra de sus enemigos, no, el orgullo de manera egocéntrica no era parte de su mente, de su personalidad. El orgullo que sentía era hacia las tres personas que habían hecho eso posible: Lumina, Salem, y Rhonan. Este ultimo siendo quien más había influenciado las ansias de aprendizaje del bicolor. ''Sin ellos estaria muerto, sin duda...''
De manera inconsciente, una sonrisa se poso en los labios de Sieg, para él, su pasado no era algo que debía olvidar o enterrar bajo un presente o futuro mejor, nada de eso, era algo que debía llevar siempre impregnado en su cabeza como una lección constante de que no solo había sido por merito propio el haber sobrevivido todos esos años, si no gracias a la gente que lo había ayudado. Y aun así, y aun con esos pensamientos, la vieja enseñanza que aun mantenía, seguía bien clara en su mente por alguna razón ''Solo el más fuerte sobrevive, mientras que el débil debe morir''. Al ver a aquella muchacha en ese estado deplorable, cualquiera podría pensar que no se trataba de más que un estorbo, entonces... ¿Por qué la ayudaba? ¿Por qué ''gastaba'' su tiempo con ella? Quizá muy en el fondo de su corazón y de su mente, la respuesta era clara, pero en ese momento no había algo que dejara que eso saliera a la luz en su cabeza, era una incógnita que no podía revelarse, hasta que eso ocurrió. “¡Ja, mein meister!”
Las palabras con tanta seguridad, a la par de aquella sonrisa genuinamente feliz, hicieron que una especie de explosión de calor, de un ambiente sereno y pacifico fuera liberada en su interior a la par que sentía su mano estrecharse con la de ella... ¿Cuantas veces había repetido esa frase cuando entrenaba con Rhonan...? No recordaba, eran demasiadas, una cantidad incontable ya. Recordaba esos entrenamientos donde la mayoría de las veces quedaba en el suelo, y las veces restantes no podía seguir moviéndose del cansancio, incluso de la frustración que sentía al no poder acercarse ni siquiera un poco a ese hombre que tanto significaba para él. - Entonces... Primero te enseñare las bases, ¿Te parece?.- Preguntó mientras comenzaba a caminar despacio, dándole el tiempo que ella necesitara para caminar con ayuda del bastón en dirección a donde la luz de la luna pudiera iluminarlos a ambos en conjunto con el brillo estelar que dejaban escapar las estrellas que decoraban el manto estelar. Cuando ambos ya estuvieron con sus pies sobre el césped, el licántropo se volteo a mirarla, esta vez con un semblante más serio.- Lo primero puede sonar algo estúpido para muchos... Pero lo que debes entender, es que al momento de empuñar un arma, sea cual sea... Debes tenerle respeto al objeto en si.- Explicó a la par que desenvainaba su katana y apuntaba hacia abajo.- Una katana no es un juguete, merece respeto, y uno enorme si se quiere tener de compañera.- Agregó mientras tomaba del suelo un puñado de hojas.- Ellas no son simples utensilios para combatir... Son fieles partes de ti... Y si tu no confiás en tu arma, simplemente no podrás sacarle ni la mitad de su potencial.- Explicó lanzando al aire las hojas, y nuevamente dando cortes precisos y limpios, sin ningún corte que fuera innecesario.- Jamas debes dar movimientos innecesarios. Observa, piensa, y actuá, esas son las bases, y el orden a proceder en el momento que se empuña un arma, que jamas se te olvide, Junger Blitz.- Concluyo mientras la miraba con una amabilidad notoria, pero manteniendo su semblante serio. Su mirada se alzo a ver la luna menguante pactada en el cielo, nuevamente repetía, o más bien, transfería las enseñanzas de su maestro a quien era ahora su alumna... Pero... ¿Era solo eso? ¿Solo estaba viendo en ella a una aprendiz? Sabia que había algo más, pero era algo que no quería aceptar. Se volteo a verla, esta vez con una mirada nostálgica y con una seriedad bastante reducida.- Junger Blitz... El entrenamiento que te impartiré, fue el mismo que una persona que apreciaba mucho alguna vez uso conmigo... Esa persona, sin él... Yo no estaría aquí, él me dio una vida... Un propósito, y ahora quiero que tu, encuentres ese camino con el mismo entrenamiento, porque él... Nos esta viendo desde las estrellas, y estaría orgullosa de ti como discípula miá... Siendo yo su discípulo... Su nombre era Rhonan, uno de los guerreros más fuertes y nobles que he conocido.- Explico sonriéndole, mientras un suspiro de alivio salia de sus labios, y preparándose para dejar escapar su voz, a la par que inflaba el pecho, orgulloso. - Du wirst nicht länger die schwache und hilflose Person sein, von der du dachtest, du wärst sie, denn in dem Moment, in dem du diesen Ort verlässt, wirst du die Stärke sehen, die ich in dir schmieden werde, ich schwöre im Namen meiner Ehre.- Sentenció, enterrando su katana en el suelo, justo entre ambos, como un pacto entre maestro y aprendiz.- Und solange du deinen Kopf hoch hältst, werde ich dich bis zum Ende meiner Tage weiter unterrichten.
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Post by Blitz on Jan 26, 2018 21:16:10 GMT
Lo primero que la joven pudo sentir, fue la diferencia entre su inexperta mano y la de su maestro, y no solo con respecto a tamaño, sino la textura de ambas. Las suyas aún eran un tanto suaves, solo la punta de sus dedos se encontraban ya naturalmente endurecidas por la constante búsqueda de ciertas raíces; sin embargo, las del hombre que la ayudaba a incorporarse eran notoriamente más sólidas, curtidas, ¿así es como terminarían sus manos también? Tal vez su yo de hace 2 décadas se hubiese horrorizado y habría considerado dos veces el aceptar un entrenamiento como este sin contar con un buen par de guantes de cuero grueso, pero ahora eso sonaba tan banal y ridículo que se apresuró a empujar ese pensamiento antes de sumirse en recuerdos inútiles.
No pasó desapercibido para ella la sonrisa que se asomaba en las comisuras del licántropo mayor, parecía que su intención de ayudarla era cien por ciento genuina, y eso solo incrementaba la nueva llama de determinación que iba naciendo en su interior. En un comienzo había pensado que tal vez sería mejor el aprender a utilizar armas de fuego, porque si bien eran bastante rústicas, no requerían de mucha ciencia: cargar, apuntar y disparar, simple. Pero había algo en aquel pensamiento que le dejaba un amargo sabor en la boca.
Usar instrumentos tan “sofisticados” no era para nada su estilo, no tenía mérito alguno el usar un artefacto que podía incluso salirse de control y herir a personas inocentes, no era algo confiable. No como lo podía ser una noble espada, al menos. Reacomodando su peso y tratando de distribuirlo lo más equitativamente posible para no caer de un lado, consiguió ponerse en pie por completo; la sangre que corría por sus venas y hasta hacia unos momentos se encontraba dormitando, empezó a acelerar su pulso momentáneamente, creando una falsa sensación de vértigo. Aún no lograba acostumbrarse a esa molesta sensación, pero estaba agradecida de al menos poder escuchar con claridad gran parte de lo que las personas decían.
-”Entonces...primero te enseñare las bases, ¿te parece?”-
La pelinegra asintió vigorosamente a pesar de que sus ojos aún trataban de ajustarse apropiadamente para hacer que el suelo bajo sus pies dejase de girar por cuenta propia. Siguiendo sus pasos, no sin algo de torpeza, Blitz fue guiada sin problemas hacia un punto donde la luz lunar era mucho más fuerte y pura.
-”Lo primero puede sonar algo estúpido para muchos… pero lo que debes entender es que al momento de empuñar un arma, sea cual sea… debes tenerle respeto al objeto en sí.”- el semblante de su maestro era de extrema seriedad, como si estuviese confiándole el secreto último y más poderoso para acceder al poder de una espada, y ella trató de imitar su expresión solemne para dar a entender que comprendía la importancia de esta conversación. Por supuesto que ella no esperaba que le arrojasen un arma de práctica al instante, incluso alguien tan poco instruida como ella en el arte de la guerra sabía que hacía falta estudiar a profundidad otros aspectos: estratégia, improvisación, incluso un poco de historia.
Las estrellas en lo alto del firmamento celeste eran testigos silenciosos,los únicos sonidos eran emitidos por ambos y de alguna forma se sentía como estar a punto de hacer algo tanto ilícito como privado. ¿Qué pensarían los otros miembros de la manada cuando se enterasen que ella estaba tratando de apoyarse en elementos que no eran “naturales” de su raza? Hacía ya algún tiempo había escuchado sobre ciertos licántropos que se negaban a ser parte del grupo porque no podían compartir el mismo punto de vista que los demás, y en un principio esto se le había hecho sumamente bizarro a la cachorra. Quién hubiera pensado que el destino terminaría uniéndole al misterioso hombre que conoció en la plaza central.
“¿Cómo podías negar a tu propia sangre?” Era algo que había escuchado más de una vez, y con el tiempo cambió ese inicial pensamiento. No todos eran necesariamente una familia real, y no podías obligar a otros a pertenecer a ella si no era su deseo; pero el simple hecho de compartir la maldición lunar, ¿no era suficiente? El ser portadores de un poder tan primitivo como antiguo era realmente un honor, sin embargo…
-”Ahora mismo necesito toda la ayuda que pueda conseguir”-
La ley del más fuerte había nacido de los animales, y ella se sentía en la extrema necesidad de aprender nuevas técnicas para sobrevivir. Los murmullos sobre un posible enfrentamiento más adelante, Blitz tendría que estar preparada para lo peor.
La voz de su nuevo maestro resonaba con calma dentro de su alma, podía comprender que lo que él estaba compartiendo con ella era mucho más que un par de trucos destellantes con una espada, había una historia que ella aún no conocía pero estaba más que dispuesta a escucharla; al ver una demostración similar a la que había observado antes, pudo notar que sus movimientos eran tan intuitivos como experimentados. No iba blandiendo la delgada hoja de acero de su katana como si se tratase de un juguete, era como ver la extensión de su brazo trabajar en perfecta armonía y sincronización a un soldado perfecto. Los labios de la ojiverde se entreabrieron dejando escapar un bajísimo “oh” a modo de sorpresa. El pecho del macho se iba incrementando poco a poco a medida que explicaba sus orígenes como un discípulo de un hombre llamado Rhonan.
¿Cómo habría sido esa persona? Ella podía comprender a la perfección la sensación de estar en deuda con alguien, y deberle todo lo bueno que sucedía en el presente. Lo mismo le había sucedido al haber llegado a esta tierra mágica, y en un comienzo había planeado ser una loba solitaria, mantenerse sola, nunca depender de nadie, sin embargo luego de un par de noches durmiendo a la intemperie y varias cazas fallidas, terminó dándose por vencida y esperó que el sueño borrase su fatiga. Horas después, había despertado en el regazo de una hermosa mujer, con dos rarísimos cuervos sobre sus hombros y cabello, con una sonrisa tan pura y maternal, que Blitz se echó a llorar en ese mismo instante. Shinaja’e desde ese momento se volvió su madre adoptiva.
Antes de que ella pudiese preguntar si aquel sabio maestre residía en alguna parte de Mirovia, se le brindó una respuesta:
-”...porque él… nos está viendo desde las estrellas y estaria orgulloso de ti como discípula mía.”-
Su tono nunca se llenó de tristeza, por el contrario, parecía sumamente orgulloso de las memorias que residían al evocar aquel nombre. La joven cachorra solo podía limitarse a desear para sus adentros, que cuando el momento llegase para despedirse de sus seres queridos -y Madre Luna no quisiera- ella fuese la única que quedase en pie, pudiese recordarlos con la misma fortaleza. Debía ser algo que tenían los guerreros, ellos estaban preparados tanto para perder como para ganar, y decirle adiós a los más importantes era parte de los gajes del oficio. Algún día ella también alcanzaría esa madurez.
Su oído libre de vendajes se movió un poco al captar la riqueza de su lengua madre brotar de los labios del macho, sus mejillas se encendieron en color no producto de la vergüenza, sino de la emoción de poder estar en contacto con las raíces de su Alemania querida. Las tierras de Mirovia eran sumamente confortables, eso nisiquiera se ponía a discusión, pero jamás sería como su pueblo natal, nunca tendría ese mismo aroma o colores.
Cuando Sieg enterró su arma en el suelo y emitió un solemne juramento, su porte había cambiado, era como un paladín presentando sus respetos a un escudero para tomarlo bajo su ala. Ella había leído cientos de historias como esta, de tiempos en donde los juramentos se hacían con sangre, pero tal vez eso no aplicaba para este mismo instante. Más que una promesa de lealtad, esta era una promesa para volverse más fuerte.
Acortando la distancia entre ellos, Blitz trataba de moverse sin romper el contacto visual con su maestro, su bastón se enterraba suavemente bajo la tierra húmeda, dificultando un poco su llegada, empero pronto la empuñadura de aquella magnífica katana se encontraba a su alcance.
-”Von diesem Moment an höre ich auf, nur Berit zu sein.”- arrodillándose con la mayor gracia posible sobre su pierna izquierda, elevó la mano con la que no sostenía su bastón y la posó con cuidado sobre la de él, sus dedos a penas entrelazándose con los suyos. -”Ich gebe meinem Lehrer meinen Körper und meine Seele, ich werde kämpfen, um seine Lehren zu ehren, ich werde nicht zulassen, dass seine Bemühungen umsonst sind.”- inconscientemente su agarre se contrajo un poco, la emoción empezaba a desbordar de su garganta. -”Ich stehe auf und mache meinen Weg mit meinen eigenen Zähnen, wenn es nötig ist.”-
El rostro de la pelinegra se inclinó hacia adelante y con mucho cuidado se posicionó sobre los nudillos del macho, e imitando el gesto que Shin le había enseñado al momento de iniciarse como aprendiz de boticaria, procedió a darle a penas si un roce con sus labios antes de alejarse, elevando sus brillantes ojos esmeralda.
-”Der Mond ist unser Zeuge.”-
Ahora definitivamente no podía desepcionarle.
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Post by Sieg Stahlzahn on Jan 28, 2018 21:10:47 GMT
''Le doy a mi maestro mi alma y mi cuerpo''
Recordaba bien esas palabras que el alguna vez había dicho en el pasado, a su antiguo maestro Rhonan con quien también había hecho un pacto de ese tipo. Había jurado bajo su propia vida, su alma y su futuro, la lealtad total a esa figura que parecía un angel que directamente había bajado del cielo para otorgarle paz, una vida digna y un destino, así como un objetivo por el que luchar, por el que blandir su espada ante sus enemigos por un futuro mejor para los arcanos que vivían en la utopía del Escudo de Plata. Era curioso, le daba tanta tristeza recordar lo que Salem le había contado respecto a lo sucedido en ese lugar, en como aquel sitio que habían forjado con tanto sudor, tantas lagrimas y tanta sangre de cada batalla que se libraba, habia caido en cuestion de nada, pero a la vez, en el fondo sentía felicidad por haber pasado los momentos que paso con ellos en ese lugar. No, no estaba feliz de haberse ido y haberlos abandonados, pero bien sabia que no podía cambiar el pasado, era algo que no se podía reescribir y si las Hermanas del Destino había decidido eso para él, no había nada que pudiera hacer para arreglarlo, solo ocupar la vida que se le otorgó, los pensamientos, los recuerdos y las enseñanzas, y avanzar, seguir viviendo para ver por fin un amanecer para su alma.
Aquel pacto se habia cerrado de una manera que podía verse tan caballerosa como divina, con aquella muchacha que ahora seria su discípula, arrodillada frente a su arma, con sus manos casi entrelazadas sobre la empuñadura de esta. Se sentía orgulloso de como Blitz a pesar de todo quería salir adelante, mejorarse y sobrellevar lo que le había sucedido, era algo admirable sin duda. No tardo mucho en estirar su otra mano mientras los ojos bicolor del licántropo se cerraron.- Meister, du, der du von den Sternen auf uns achtest, dich um uns kümmerst und unsere Handlungen beobachtest, dass du dir Sorgen um mich und diese junge Frau machst, die jetzt in meiner Obhut sein wird ... Lass mich dein Beschützer sein, ebenso wie dein Bild, dem ich folgen soll.- Ahora que aquellas palabras habian sido pronunciadas, el pacto finalmente estaba totalmente sellado y pactado bajo la luna y las estrellas como únicas testigas de lo que había ocurrido ahí. Lentamente ambos licántropos retiraron su mano de sobre la empuñadura de aquella arma sobre la que habían jurado, para volver a dejarla en el Saya en su espalda, y llevando su mano a acariciar nuevamente el cabello de la muchacha, esta vez manteniendo aquella caricia más tiempo, disfrutando de aquella cercanía con su nueva alumna.- Desde aqui en más, ‘’Berit’’, no soy solo tu maestro, tras este pacto… Yo sere tu Guardian, la persona en la que puedes confiar, a la que puedes usar como pilar cuando sientas que ya no puedes más… Yo seré tu Escudo de Plata, desde aquí hasta que de mi último aliento, hasta que mi corazón deje de latir y hasta que mi alma abandone mi cuerpo para unirse al manto estelar que nos cubre… Es ist ein Versprechen.- Concluyo mientras ayudaba a que la licántropo se pusiera de pie con ayuda de su bastón, sonriéndole, de una manera sincera y orgullosa.
- Como aun no puedes usar tu cuerpo del todo, te enseñare a vista, asi que estate atenta, ¿Bien?.- Dijo mientras se alejaba un poco para volver a sacar su katana.- Cuando uses una espada, en este caso una katana, siempre debes tener en cuenta el peso del arma, y tu fuerza… Buscar la mejor posición para balancear y equilibrar ambos factores.- No tardó en abrir sus piernas y girar su cuerpo de manera que este quedo de lado pero con su rostro viendo al frente. Su katana estaba en una posición defensiva, sujetando la empuñadura a la altura de su cabeza, con el filo dirigiéndose hacia abajo, como si estuviera apunto de bloquear un ataque.- Con esta posición, puedes bloquear, y luego contraatacar un ataque de espada enemigo.- Explicó, imitando como si estuviera recibiendo un ataque, echándose un poco hacia atrás, y luego levantando el filo, cortando el aire hacia arriba.- Es efectivo, pero debes reaccionar rápido, es recibir el ataque, y contraatacar de inmediato, ¿Entiendes?.- Pregunto mirando a la muchacha con una sonrisa suave, esperando que estuviera entendiendo bien sus indicaciones.- Ahora bien, la katana es una arma letal, pero frágil en cierto sentido, no puedes bloquear el ataque de por ejemplo… Un hacha de dos manos, podría romperse, pero la movilidad que te permite es simplemente increible, mira… .- Comentó girando en dirección a un arbusto que se encontraba considerablemente lejano. Respiro profundamente para luego cerrar los ojos, como si tratara de divisar en su mente su objetivo.- Con un arma pesada… Hacer esto es difícil…- Contó abriendo los ojos de golpe, y dando una veloz zancada apenas visible, y en unos pocos momentos, dar un veloz corte con la katana al arbusto, cortando precisamente la mitad de las hojas que lo cubrían. Camino lentamente de vuelta a donde Blitz estaba, de manera calmada.- ¿Ves? La katana es una de las armas más livianas cuando de espadas se trata.- Concluyo volviendo a guardarla en su Saya.
Aun habia algo que lo estaba inquietando desde que se había encontrado con ella. Cuando llegó, pudo notar como ella no se alertó de su presencia si no hasta que él estuvo frente a ella. Eso lo hacia dudar de algo, no estaba seguro de si tendría razón o no, pero era extraño considerando que la muchacha era una licántropo. Frunció un poco los labios para sin más agacharse un poco y verla a los ojos con un semblante más serio.- Junger Berit, hay algo que no me has dicho, ¿No es asi?.- Preguntó en ese tono serio, pero sin realmente acusarla de algo, solo esperaba saber, quería ayudarla en todo lo posible. No lo hacia con la intención de meterse en la vida de la muchacha de cabellos oscuros, era porque la preocupación era notoria, en sus ojos, en su voz, claramente había un sentimiento que le causaba preguntar, pero no era solo eso, había algo más, y era que nuevamente estaba viendo una similitud entre la muchacha y él, ¿La razón? Nuevamente su pasado, las veces en las que quedaba totalmente golpeado por entrenamientos o batallas, y siempre le ocultaba la verdad de lo ocurrido a sus maestros Rhonan y Salem, hasta que estos lo regañaban para sacarle la verdad, a veces incluso a punta de más golpes pero, asi los queria y los apreciaba de gran manera.
‘’Me preocupare por ella igual como ellos se preocuparon por mi’’
- Antes de seguir con este entrenamiento… Quiero que me cuentes como terminaste en esas condiciones… Quiero saber la verdad, para poder entender el sentimiento que en este momento recorre tu ser.- Pidió mientras se sentaba en el cesped con las piernas cruzadas, mirando y ofreciéndole asiento a un lado de él.- No voy a obligarte si no quieres, Junger Berit… Pero es mi condición… Quiero seguir entendiendo el cómo te sientes, y asi, quizá lo que pueda enseñarte podria ser más efectivo.- Agregó sonriendo, cuando una idea fue a su cabeza.- Hagamos esto, si me cuentas, cuando terminemos el entrenamiento, te contare la historia que gustes respecto a mi, ¿Esta bien?.- Propuso en un tono calmado y esperando la respuesta de la licántropo. Realmente no tenia problemas en contarle cosas sobre él, después de todo, habían hecho un pacto de alumno y maestro y eso, era algo que los unía de gran manera, lo suficiente para tener esa clase de confianza.
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