Post by Aenea on Jan 30, 2018 0:07:00 GMT
Los plantíos, el huerto de Mirovia del cual salía gran parte de la comida que sustentaba a los arcanos de aquel continente, hoy, sin un alma que se encontrara cuidando los cultivos a causa del frio de aquella época y de las propias siembras que a diferencia de las estaciones más cálidas estas no necesitaban tantos cuidados. Plantas de la época fría cercanas al invierno asomaban sus pequeños brotes de la tierra húmeda, habas, guisantes, puerros, nabos, rábanos, cebollas, remolachas y un sinfín de otras plantas resistentes al invierno daban un poco de vida a los desolados campos por los cuales una inmensa figura canina se hacía paso en dirección a los corrales de los animales.
Enormes patas junto a un inmenso peso iban pisando los pequeños brotes sin miramiento alguno, sus ojos fijos en las pequeñas cercas que evitaban que los animales en el interior de estos pudieran escapar siendo para el gran can una presa fácil en la cual no debería gastar esfuerzo alguno en capturar, pero algo le mantenía inquieto, la sensación de ser observado, no por una criatura débil e inofensiva, si no por algo amenazante y peligroso.
Pero el hambre era mas fuerte y deseaba saborear la carne de una criatura holgazana y rechoncha, esa jugosa carne que se deshacía en sus quijadas y ya hace siglos no degustaba entre sus fauces.
Enormes patas junto a un inmenso peso iban pisando los pequeños brotes sin miramiento alguno, sus ojos fijos en las pequeñas cercas que evitaban que los animales en el interior de estos pudieran escapar siendo para el gran can una presa fácil en la cual no debería gastar esfuerzo alguno en capturar, pero algo le mantenía inquieto, la sensación de ser observado, no por una criatura débil e inofensiva, si no por algo amenazante y peligroso.
Pero el hambre era mas fuerte y deseaba saborear la carne de una criatura holgazana y rechoncha, esa jugosa carne que se deshacía en sus quijadas y ya hace siglos no degustaba entre sus fauces.